Lukas (2)

Segunda entrega. Silvia sigue a manos de sus raptores, ¿de verdad tienen tan buenas intenciones?

Tuve varios sueños extraños, en la mayoría huía de algo, mi inconsciente me castigaba por todo lo sucedido. En una de esas veces me desperté, era de noche, estaba sola en aquella habitación y en aquella ‘cama’, alcancé a ver la hora que marcaba el reloj de la mesita, las 5:42AM veía un hilito de luz a través de la puerta. Lukas estaba con alguien, hablaban acaloradamente:

  • Pues nos tenemos que ir ya Lukas, han dado aviso, la están buscando desesperadamente o bien la dejas aquí o te deshaces de ella – dijo el chico, me sonaba su voz, era el chico de la capucha – y si te pones sentimental y no encuentras la forma, me encargaré yo personalmente de acabar con esa pequeña zorra.
  • Sabes que nos puede dar muchísima información, sería una estupidez no aprovecharlo, luego ya veremos que hago con ella. Pero dejarla aquí ni lo sueñes, podrían tardar días en encontrarla, incluso semanas, y sin atención dudo que viva más de 3 días.
  • Haz lo que quieras Lukas, ya sabes lo que pienso, tenemos que irnos ya! Salgo, en 30 minutos llamaré al portero para que bajes.
  • Quedamos así... 30 min.

Lukas entró en la habitación donde estaba, me sabresalté. La luz del pasillo me molestaba a los ojos.

  • Te has despertado, dos días durmiendo y te despiertas ahora, mal momento.
  • Lo he oído todo Lukas – dije con la voz temblorosa y en un susurro.
  • Mal momento – repitió.
  • Lukas...

Lukas no hacía más que rebuscar dentro de una pequeña bolsita de tela, no respondía, tenía en la cara un gesto de preocupación. De la bolsa sacó una jeringa, una goma, dos frasquitos y una toallita húmeda en un sobre. Lo dejó todo encima de la mesita al lado de la cama. Encendió el flexo de la mesita, desnudó mi brazo bueno, estaba vestida con algo que parecía ser un chándal. Me subió la manga y comenzó a preparar la jeringa, me puso la goma en el brazo, humedeció la piel con la toallita:

  • Debes pesar poco más de 60kg verdad?
  • No, no, Lukas que vas a hacer? Qué es eso? - le pregunté con un hilito de voz, por mi mente pasaron mil cosas de lo que podía ser y no alcanzaba a leer las etiquetas – no me inyectes nada por favor.
  • No es nada, relájate – me dijo mientras me pinchaba y sentía como el líquido salía de la aguja para ir a parar a mi vena. Fue soltando la goma. – Puedes decirme quien eres? Dónde naciste? Cuántos años tienes? A qué te dedicas?
  • Me llamo Silvia, ten.. tengo 25 años, nací ...
  • Sigue, vas muy bien – me dijo mientras recogía cosas.
  • Ahora trabajo buscando componentes de la EROA... – sonrío con los ojos cerrados – estoy en la cama del jefe, me lo he tirado jojo! y ssshhht, secreto, no se lo puedo decir a nadie ... – dije mientras ponía perezosamente el dedo índice haciendo cruz con mis labios - lástima, ahora estarían poniendo un 10 en mi expediente... jaja es gracioso, el chico de la capucha me quiere matar por eso, seguro que él era mal estudiante, perro gandul...  o le mola el jefe.

Lukas respiró tranquilo cuando por fin me quedé callada, el sedante más el analgésico habían hecho su efecto, no dormía profundamente pero me ayudaría a hacer mejor el viaje, sólo cruzaba los dedos para que no volviera a soltar esas perlas de perro gandul en el coche, con el perro gandul en cuestión presente.

Me desperté cuando noté que nos deteníamos, ya había amanecido, estaba en el asiento de atrás, justo detrás de Lukas, nuestras miradas se cruzaron fugazmente gracias al espejo retrovisor, alargó la mano y me acarició la pierna, antes de bajar del coche, sin que se diera cuenta nadie.

  • Dónde estamos? Porque hemos parado? – pregunté con dificultad al chico de la capucha.
  • En la frontera, vamos a salir del país unos días. Calla y observa al maestro obrar, el poli de la puerta, te ha visto, sabe quien eres, pero aún así nos va a dejar pasar. No sabes la gente que hay metida en esto.

Parecía que se conocían de toda la vida, Lukas sonreía abiertamente, se despide del poli con un apretón de manos e incluso le da unos golpes en el hombro. Cuando nos ponemos en marcha el poli se queda mirándome y me guiña el ojo.

Durante el viaje hablan en la lengua materna de Lukas, algo aprendí mientras estudiaba la forma de encontrarlo, pero entre la velocidad que tenían y el sopor me era imposible entender nada. Jon, el chico de la capucha, bajó del coche, con otro de otro coche que también iba con nosotros a comprar algunas cosas, me quedé con Lukas en el coche, que se bajó y se sentó atrás conmigo:

  • Cómo estás llevando el viaje Silvia? Tienes hambre? – me dijo mientras me acariciaba la mejilla.
  • No, no tengo hambre. Dónde vamos?
  • Pues como bien sabrás, tenemos varios refugios donde reponemos munición, descansamos, nos preparamos y cosas de esas, vamos a uno de esos, allí hay un buen médico que te arreglará ese hombro – dijo mientras sacaba un pañuelo de una bolsa de deporte y me tapaba los ojos – no quisiera que te aprendieras el camino bonita.

Me habían esposado la mano derecha al coche y la izquierda no podía moverla. Después de vendarme los ojos se hizo el silencio. Lukas comenzó a acariciarme la mejilla, luego la nuca. Mi respiración comenzó a agitarse, notaba que estaba cerca de mis labios

  • Te duele el hombro?
  • No...
  • Tienes miedo?
  • Sí...
  • Siempre se me ha dado bien oler el miedo y en ti no te lo noto, eres muy valiente. Además, tengo que confesar que viéndote así, mi peor enemiga, sometida a mi voluntad, después de varios meses, deseando tenerte así, desde que Ramón me habló de ti la primera vez, me enseñó tu ficha, vi tu foto, tu dirección, mentí cuando dije como te imaginaba, ya sabía como eras. Y ahora, teniéndote así, la fierecilla domada, he de confesar que me da morbo la situación – me dijo justo antes de besarme lascivamente, sujetando mi nuca para que no me apartara, le devolvía los besos con la misma pasión con la que él me los daba. Cuando paró me quedé con su sabor en mis labios, rojitos por el roce – he tenido mil ocasiones ya para acabar contigo, incluso cuando ibas tranquilamente a tu pisito alquilado y te acostabas a altas horas de la madrugada a juzgar por cuando apagabas la luz, no lo hice, así que confía en mi y no te separes de mi lado, ni salgas corriendo, no seas estúpida – me dijo mientras me liberaba la muñeca – túmbate en el asiento e intenta dormir un rato, queda aún un poco para llegar, además no quiero que te vean con los ojos vendados – me ayudó a acostarme y me tapó con su chaqueta.

Uf! que hombre!! Debía reconocer que la escena había hecho revolucionar mi corazón, esa extraña sensación de seguridad pero inseguridad que me daba, siempre imponiéndome a todo y a todos, al fin había encontrado la horma de mi zapato. Lukas era un hombre bastante alto, tenía un cuerpo fuerte y proporcionado, unas piernas bien contorneadas y un culo bien puesto, se notaba que era deportista. A pesar de haberle visto muy cansado, le quedaba energía para un buen rato.

Jon entró al coche, le tocaba a él conducir. Lukas se sentó en el lugar del copiloto, no podía verlo pero me lo imaginaba, hablaron algo entre risas que no entendía y luego:

  • La has desatado?
  • Sí, hemos estado hablando y me ha prometido ser buena.

Lukas en vez de dormir, comenzó a dar indicaciones a Jon de que camino a seguir.

Me comencé a despertar, parecía ser que habíamos llegado, oí la puerta del coche cerrarse y como hablaban fuera del coche, no tuve el valor de quitarme la venda, primero tranquilamente y luego alguien gritaba, no oía a Lukas. Jon entró al coche:

  • Tienes que bajar Silvia, no te quites la venda. Ya hemos llegado – me ayudó a incorporarme estaba un poco aturdida – pon las manos a la espalda.
  • Y Lukas?
  • Está ocupado.
  • Pero donde está?
  • Vamos a ver niña, no me hagas repetir las cosas dos veces, te he dicho que pongas las manos a la espalda!! Si por mi fuera, te hubiera dado ya descanso eterno, así que no abuses de mi buena voluntad – me dijo mientras me cogía las manos y con un par de abrazaderas me las ataba a la espalda – por tu culpa han encarcelado a varios de los nuestros, entre ellos mi hermano, no querrás encima un comité de bienvenida.

Salí del coche, habían varias personas hablando con Lukas, pero él no perdía los nervios, hablaba sin alzar la voz y le escuchaban. Jon me obligó a caminar. Entramos a un lugar cerrado, cojeaba, me dolía la rodilla al pisar, pero no podía detenerme, Jon no hacía más que darme empujones indicándome así el camino, finalmente me tiró a un camastro, se fue y cerró una puerta con llave:

  • Jon! Jon!! No me dejes aquí, Jon! – dije mientras me levantaba torpemente, sin poder ver nada, con el sentido del equilibrio anulado, me caigo, me rindo y lloro abatida, por primera vez, necesitaba desahogarme.

Pasan algunas horas, sigo en la misma posición, más serena, pero agotada, no me he atrevido a moverme. Alguien abre la puerta, es Lukas, habla con alguien que parece que está lejos pero que se aproxima, por el tono utilizado. Me levanta sin decir nada, como si no me conociera, no me atrevo a hablar yo tampoco. Me obliga a sentarme en el camastro, corta las abrazaderas, me acuesta, la otra persona parece que está en la habitación. Comienza a desnudarme, me deja en braguitas ante el desconocido, hablan, siento manos que me tocan el hombro. Me quedo sola con Lukas, me quita la venda:

  • Este es el médico del que te hablé, va a intentar sacarte la bala, ha ido a buscar el maletín y cosas que va a necesitar, estate tranquila, a mi me ha sacado dos ya y sigo aquí.

Un par de pinchazos como los de la mañana me dejan KO otra vez, me duermo mientras Lukas me coge la mano, me medio despierto en varias ocasiones, en una de ellas me están dando puntos, por suerte no me duele, Lukas tiene cara de preocupado. Me resisto a dormirme, eso es lo que hace que me despierte a cada tanto. En una de esas ocasiones siento como está con una rodilla a los pies de la cama, despojándome de la última prenda que me cubría, supongo que de la misma forma que cuando me desnudó la 1ª vez. Lleva sólo boxers naranja puestos. Estoy completamente desnuda, sabe que le miro, siento que las extremidades me pesan mucho, pero separa mis piernas firmemente. Me mira y se adentra entre mis piernas, me masturba con la boca, cierro los ojos, mi cuerpo me pide dormir otra vez con esa sensación, empiezo a soñar, estoy en mi casa y Lukas sigue ahí, masturbándome en mi cama, se mezcla la realidad con lo idílico de un sueño húmedo, me despierto otra vez. Lo único que varía entre el sueño y la vigilia es el escenario. Me corro dulcemente en la boca de Lukas, que no se detiene hasta que mi cuerpo da su última sacudida. Estoy muy lubricada y sensible.

  • Ahora me toca a mi nena – me dice mientras me mueve, últimamente parezco una muñeca en manos de la gente.

Se quita los boxers y sube por mi cuerpo, se detiene en mis pechos y luego en mi cuello, besándome, el interior de mis muslos acarician sus costados, tiene la piel suave. Siento sus poderosas caderas se acomodan entre mis piernas y como de una vez me penetra. A pesar de de estar bastante lubricada, me ha escocido eso, siempre fui estrechita, necesito mucha estimulación. Sueño de nuevo, esta vez lo veo desde arriba, moviendo su culo, su espalda y sus caderas totalmente entregado, es una sensación extraña porque puedo verlo desde esa posición, pero le siento sobre mi, verlo desde arriba me excita mucho. Me despierto de nuevo, me besa en el cuello, me mordisquea levemente. Consigo levantar el brazo derecho, le cojo del pelo y tiro de él, todo lo que mis pocas fuerzas me permiten, le llamo cabrón y le digo que pare. Suelto la mano, la coge, la pone encima de mi cabeza en la almohada inmovilizándome y me folla duro, eso me mata y provoca que me corra, que nos corramos a la vez.

Rueda a mi lado, estoy entre él y la pared. Me quedo dormida, profundamente, mientras noto como me estira bien sobre la cama, me coloca de lado y me tapa. Oigo cuando cierra la puerta y como gira dos veces la llave de la puerta.