Lukas

La primera entrega de este relato, en el que una joven aspirante a policía es traicionada por un compañero y posteriormente secuestrada por su peor enemigo.

Hacía un mes largo que estaba en aquella ciudad, aún no había terminado la carrera de criminología pero en mi universidad me habían recomendado para ayudar a la policía en un caso de unos asesinos a sueldo que actuaban desde hacía tiempo y muy hábiles para escapar de la policía. Mi sueño no era ser una policía más, ni siquiera ser policía, para mi era un simple juego avanzarme a los pensamientos de otros. Así poco a poco mis compañeros fueron deteniendo a componentes de la banda a las indicaciones que les iba dando.

Lo peor era cuando tenía que aparecer en el escenario del crimen, muchas veces aún se olía a pólvora y me daba miedo por si de pronto aparecía alguien que no esperaba y me daba un susto. Aunque había hecho un curso intensivo para esas situaciones y manejo de armas, estaba muy verde en el tema y no era algo que me gustase, pero era una parte más y lo necesitaba más orientado a mi propia defensa.

En el caso trabajaba codo con codo con el anterior encargado del caso, al que de alguna forma le había quitado el puesto de encargado, ya que después de indicar la localización exacta de algunos delincuentes me había ganado el respeto y admiración de todos. Ramón era un hombre bastante amable y atento, un poco obeso y calvo, sonreía y me decía ‘hay que dejar paso a las nuevas generaciones’. El hombre lo hacía con buena fe, pero desde que me desplacé para seguir el caso desde cerca, parecía que era el gafe. Justo decía por aquí estarán, cuando ahí estuvieron hacía 5 minutos.

Aquel día tenía permiso para salir un poco antes de la oficina, tenía que preparar unas cosas para clase y tenía la tarde libre, así que a las 2 de la tarde recogí. No había salido por la puerta cuando Ramón comenzó a comentarme unas cosas sin sentido y yo preocupada porque iba a perder el dichoso autobús, y cuando me iba a despedir, me cogía del brazo y seguía hablándome. Cuando por fin me deshago de él, bajo, camino rápido a la parada, pero demasiado tarde, no hay un alma y no pasa ningún otro hasta dentro de 30 minutos, que es lo que tardo en llegar a casa a pie, así que me abrigo bien y decido irme todo dando un paseo. No hacen ni 10 m que estoy en marcha, cuando Ramón aparece con su 4x4 pitándome:

  • Silvia, has perdido el bus?
  • Sí, eso parece, que al final lo he perdido.
  • Venga mujer, sube, me siento culpable te llevo a donde quieras.
  • No, de verdad que no hace falta, no quiero molestar.
  • Pero mujer si no es molestia, además hace un frío que pela y está por caer un buen chaparrón.

Miré al cielo y apuntaba fino si, eso fue lo que me decidió, ni siquiera llevaba paraguas y tampoco quería que se me mojara el portátil. Subí al asiento del copiloto, me alegré que hubiera insistido, se estaba calentito ahí dentro. No habíamos avanzado ni dos manzanas cuando un tipo en una esquina esperaba a Ramón.

  • No te preocupes Silvia, es un amigo con el que he quedado a comer.

Se subió detrás, no decía nada, Ramón estaba nervioso, y nos desviamos de la ruta, en dirección contraria a mi casa.

  • Ei, Ramón, no es por aquí, hemos dado la vuelta – justo antes de que el individuo misterioso con capucha me cogiera del pelo y pusiera en mi cuello un objeto cortante, me pinchaba con él.
  • Ramón no se ha equivocado bonita, te vienes conmigo que te quiero presentar a un amigo – dijo el chico de la capucha.
  • Silvia, es mejor que le hagas caso y no te pasará nada, de verdad – me dijo Ramón que evidentemente sabía de que iba todo.

Le miré con odio, era un traidor. Dejamos la ciudad atrás y nos adentramos en el bosque, el chico de la capucha dejó de hacer tanta fuerza, un mal bache hubiera hecho que se me clavara la navaja. Además me hacía daño. Llegamos al destino, una pequeña cabaña en medio del bosque, de ella salieron Lukas y sus amigos. Cómo podía haber caído en esa trampa? Había visto a Lukas en fotos y videos en el cuartel, tenía poco más de 30 años, ojos oscuros y mirada penetrante, algunos decían que muy fría, también pude reconocer alguno de sus amigos.

Me hicieron bajar del coche, Ramón mismo me puso las manos a la espalda y me obligaba a caminar. Mientras lo hacía le preguntaba porque me había hecho eso, para mi era un juego, cobraba menos que una becaria, sólo me importaba terminar la carrera. Pero ignoraba mis palabras, hasta que me giré y le grité ‘¿POR QUÉ?’ supongo que por un momento se sintió mezquino por lo que había hecho, sabía que iban a acabar conmigo sin parpadear y en el fondo era sólo una cría. Era más fácil hacerme callar a mi que a su conciencia, me dio un bofetón con el dorso de su enorme mano que me dejó de rodillas en el suelo. Se hizo el silencio, me toqué la cara, me había hecho sangre, me levanté un poco mareada y di unos pasos atrás, miré que no tuviera nadie a mi espaldas, saqué la pistola y apunté a Lukas, me temblaba mucho el pulso.

  • A quien se acerque le meto un tiro! – grité en un intento de autoconvencerme.

Lukas mantuvo su misma mirada fría y penetrante en mi, sólo hizo un gesto para que los otros bajaran sus armas, sabía que era más peligroso ponerme más nerviosa que otra cosa. Comenzó a caminar hacia mi.

  • Ssssh dame tu pistola Silvia, no seas tonta, los nervios te están traicionando y te puedes hacer daño tu misma – me dijo mientras sus manos calientes rozaban las mías que estaban heladas y mis dedos iban abriéndose, Lukas se hizo con el arma y se la puso en su cinturón – muy bien, ves como no pasa nada? – me dijo mientras me acariciaba la mejilla, luego me quitó el abrigo por si llevaba algo en él, me cacheó y me esposó las manos a la espalda, me hizo caminar delante de él y me hizo ponerme de rodillas.
  • Bueno Lukas, tengo que volver, ya cerraremos tratos – dijo Ramón mientras volvía al coche.
  • Mira Silvia – me dijo en un susurro – para apuntar a alguien, tienes que coger la pistola con fuerza, firme, tal y como la cojo yo, puedes poner la mano izquierda bajo la derecha para mantener el pulso y luego sólo es necesario apuntar y disparar un tiro certero justo en mitad de la nuca, así! – dijo mientras apretaba el gatillo de mi pistola y daba a Ramón, que caída desplomado – no te preocupes, era un traidor, de la misma forma que te ha traicionado a ti, seguro que ahora iba al cuartel a decir donde estamos, lleva años así, o como pensabas que últimamente conseguía escapar de tu buena puntería. Venga, levanta – me dijo mientras me cogía de los brazos y me ayudaba.

Tenía la acreditación aún colgando de la camisa, Lukas me la quitó de un tirón.

  • Vaya! Y yo que pensaba que tendrías los 40 pasados y resulta que tienes 25 añitos, jaja!! que bueno, pero si pone ‘en prácticas’, me lo tuve que haber imaginado por tu forma de coger la pistola como si fuera una bolsa de pipas. Además, Ramón nunca mencionó que fueras tan bonita, ahora me va a costar más acabar contigo, pero primero me servirás un rato.

Oí los cuchicheos de los secuaces de Lukas y alguna risilla. Lukas se acercó a ellos y les dijo algo que no podía escuchar, tampoco estaba en eso, quería ver como podía escapar de allí, así que salí corriendo por el primer claro que vi, no era muy fuerte, pero si veloz, tuve unos segundos de ventaja hasta que oí un ‘se escapa!!’ sabía que era inútil, que iban a pillarme de todos modos, pero aún así, tenía que intentarlo. Lukas salió corriendo tras de mi, el chico de la capucha y otro más también se apuntaron a la carrera. Me costaba mucho correr con las manos a la espalda, pero tenía la adrenalina a tope y saltaba los troncos como una gacela. Hasta que sentí una punzada fuerte en un hombro, como un mordisco, me caí al suelo, me golpee en la rodilla derecha y me ensucié toda la ropa y parte de la barbilla de barro.

  • Eres estúpida Silvia, estúpida! No sabías que era inútil intentar escapar? – me grita Lukas jadeando – quién le ha disparado?

Intentan levantarme, pero ni puedo ni quiero ponerme en pie, Lukas me coge en brazos. Me sube al coche de Ramón y me pone su propia cazadora, hace tiempo que estoy en mangas de camisa sólo y estoy helada, me tumba en asiento de atrás.

Me despierto, no sé donde, tengo el brazo bueno esposado al cabezal de la cama y me duele, lo tengo frío, supongo que hace horas que está en esa posición, estoy desnuda bajo la ropa de cama y Lukas ronca al lado mío, con la mano en mi cintura, encima de las mantas, me quedo un rato mirándole, tiene un cuerpo bonito y es guapo, además, no somos tan diferentes, me anticipaba a sus movimientos porque yo también pienso como él. Divagando en mis cosas me vuelvo a quedar dormida. Cuando me despierto otra vez Lukas no está, me ha soltado la muñeca y me ha metido el brazo bajo las mantas, lo siento más reconfortado. Oigo como Lukas habla por telf en otro sitio de la casa, todo en clave, mezcla metáforas con palabras inventadas. Le oigo colgar y acercarse a donde estoy, mi corazón va a 100 puls/min. Lleva en sus manos un pequeño barreño con una toalla que deja sobre el respaldo de la silla.

  • Te has despertado, cómo estás?
  • Cansada – me sorprendió, a la vez que me tranquilizó su pregunta, el tono de su voz y sobre todo los evidentes cuidados recibidos
  • Es normal.

Sin decir nada más levanta la ropa de cama dejando desnudas mis piernas. Se sienta en la cama de lado mirándome a mi y levantando mis rodillas por detrás, no sin antes acariciar mis tobillos y mis pantorrillas con sus manos, las compara, tiene unas manos grandes y fuertes. Vuelve a tapar mis piernas. Acaricia un poco la mejilla levemente morada por la bofetada de Ramón mientras susurra ‘que animal’. Yo miro su cara, sus gestos, sus labios y me dejo hacer, está siendo muy cuidadoso y eso me tranquiliza. Luego baja las mantas a mi cintura, deja desnudos mis pechos, me mira y me siento intimidada, atiende un rato a mi hombro, me quita las vendas. Me hace que me coja a su cuello para ayudar a incorporarme mientras me sujeta la cintura, me sienta en la cama y mira mi hombro por detrás, no puedo moverlo, me duele bastante, la herida está limpia pero creo que tengo la bala dentro aún. Tiene una espalda fuerte, además, huele muy bien y me doy cuenta que me gusta sentir sus manos por mi cuerpo, y como más pienso que no debo sentir eso, más me gusta y más morbo me da. Además, siento que aprovechando el chequeo, sus manos recorren más piel de la que deberían.

Me tapa de nuevo, vuelve a destapar mis piernas, del barreño saca una esponja y comienza a darme un baño con agua calentita, por donde pasa seca luego con cuidado. Parece increíble que un tipo tan duro, pueda ser tan tierno en un momento dado. Cuando termina con las piernas, las tapa y baja las mantas hasta mi ombligo, sigue con su proceso de mojarme y secarme, se detiene en mis pechos, baja por la línea antes de llegar a mi ombligo. Me desnuda del todo, y pasa la esponja por mis muslos, mis ingles y mi monte de Venus, me seca con cuidado. Me ayuda a darme la vuelta y ponerme bocabajo, y con el mismo cuidado lava mi espalda, mis nalgas, también entre ellas pasa la esponja.

Completamente desnuda y él completamente vestido, siento como después de secarme sus dedos comienzan a acariciarme por detrás, doy un pequeño respingo y con sus dedos empieza a notar mi humedad, me acaba de secar así que es evidente que toda la escena me está poniendo cachonda. Me vuelve a dar la vuelta, aprovecha que me incorporo para darme un beso largo que le devuelvo. Le había odiado durante tanto tiempo, sin darme cuenta que en realidad le amaba, era miedo a admitir que me gustaba, que me gustaba ir tras su pista, que envidiaba su mente astuta, su valor y su libertad. Y ahora me tenía, empezó a viajar por mi tripa con su lengua, dejándola húmeda con su saliva. Empezó a comerme con avaricia, sentía sus labios acariciando mi clítoris y sus dedos jugando con todo mi coñito, sin dejar un cm por tocar. Comenzó a hacer círculos con su dedo índice por mi ano, creí correrme en ese instante, pero pude aguantar. Estaba aún centrada en no correrme, cuando dejó de acariciarme, tenía mi cabeza apoyada en la almohada, los ojos cerrados, exhausta, sentía como se deshacía el cinturón y se desprendía de sus pantalones.

Poco después comencé a sentir como me penetraba, le hubiera dejado hacerme lo que quisiera, una vez estaba dentro de mi, cogió mis nalgas y me ayudó a ponerme de lado, mientras pasaba mi rodilla mala por encima de su cuerpo, se movía y con sus brazos en mis nalgas me movía a mi. Estábamos cara a cara, yo jadeaba y gemía con la boca semiabierta mientras él me miraba extasiado. Sentí una de sus manos viajar entre mis nalgas y volver a jugar con mi ano, lo estimulaba por fuera, sin llegar a penetrarme con sus dedos, quizá la puntita, pero ya está. Comencé a sentir como la tensión se acumulaba en mi útero, como un globo que se va hinchando poco a poco antes de reventar. Lukas no era de aquí, con lo que pronto empezó a hablar en su lengua materna, lo que me indicaba que estaba fuera de si, el desencadenante que hizo que me corriera, quise gemir, pero al llegar el gemido a mi garganta me quedé sin voz y murió ahí, sólo salió un aire ruidosamente. Lukas si que gimió, buscó mi boca para llenarme de lascivos besos mientras se corría, me sentía llena de él, exhausta, cuando terminó, dejó de besarme, cerré los ojos, humedecí mis labios y tragué, tenía la boca seca. Se quedó dentro de mi un rato, recuperando la respiración, veía su pecho moverse a 1000 rev/min.

Se levantó, me quedé como una muñeca casi manteniendo la postura con la que me había dejado, se subió los tejanos, intenté a acurrucarme, mientras era consciente de lo que había hecho.

  • Lukas… qué voy a hacer? – pensaba en voz alta.
  • Sssshhh no pienses y descansa ahora.
  • No me dejes sola.
  • No, no, tranquila me quedaré contigo hasta que te duermas – se tumbó en la cama conmigo y acurrucada en su pecho, me quedé dormida.