Lujuria gitana

Esta historia tuvo lugar hace ya un tiempo, en una pro-vincia del norte. Después de pensárnoslo mucho, mi hijo Antonio «Toño» lo he llamado siempre, (hasta que nues-tras vidas dieron un giro de ciento ochenta grados) y yo, hemos decidido contarla.

LUJURIA GITANA.

El marido me engañó, mí hijo me chingó.

Esta historia tuvo lugar hace ya un tiempo, en una provincia del norte. Después de pensárnoslo mucho, mi hijo Antonio «Toño» lo he llamado siempre, (hasta que nuestras vidas dieron un giro de ciento ochenta grados) y yo, hemos decidido contarla.

Descubrí a Azalais buscando relatos eróticos por la red. Sobre todo los que tenían que ver con el tema del incesto, entre madres e hijos…

Con mucha discreción, contacté con Azalais, un escritor habitual de la web todorelatos.com.

Por medio de varios correos y chats, le he ido contando cómo ha llegado una señora tradicional, como yo, a cometer un pecado capital, abominable cómo el incesto, con su hijo.

Soy una persona muy creyente, una beata a la que le gusta rezar a diario, y santiguarme nombrando a mi virgen favorita, La Virgen de las Angustias.

Si alguien hace tiempo me hubiera dicho que, yo iba a cometer un incesto con mi hijo, estoy segura le habría tratado de loco, o de demente, sin ninguna duda. Para que el relato no pierda interés, Azalais ha creído mejor escribirlo en primera persona, como si fuera yo misma la que lo escribe.

Tanto mi marido como yo somos de raza gitana. Él nunca ha tenido oficio ni beneficio. Me duele decirlo así, pero esa es la verdad. Me tuvo engañada muchos años, la ingenua de mí creyendo que, trabajaba en la venta ambulante recorriendo la provincia, de forma honrada.

Esto ha provocado que a Toño lo haya tenido que, criar yo sola, sin la ayuda de nadie más.

Me casé jovencita, con apenas dieciocho años. Recién casados nos fuimos al norte. Mi marido quería vivir alejado de cualquier núcleo dónde viviesen gitanos o payos. Ha sido siempre él muy independiente para eso.

Al poco tuve a mi pequeño, Toño. Él ha sido siempre lo mejor de mi vida.

En esta parte del país, muy devota de la semana santa, los gitanos siempre hemos estado mal vistos, peor que en otras zonas más abiertas a las personas de nuestra raza. Por todas estas razones, Toño no ha podido ir asiduamente a la escuela como cualquier chico de su edad.

Él quiere ser profesor de educación física. Pero las posibilidades de poder entrar en una escuela de F.P. son escasas.

En casa nunca hemos ido sobrados de dinero. La única fortuna que hemos tenido es que, el dueño de la casa dónde siempre hemos vivido, es bastante «amigo» si se puede decir así, de la gente de nuestra raza.

Esto facilitó que, pudiéramos pagar un alquiler económico, a pesar de ser una casa cómoda, suficiente para una familia como la nuestra.

Las continuas ausencias de Bartolo, mi marido, provocó que, Toño se haya criado enmadrado, muy faldero, apegado a mí. Esto unido a la dificultad de que pudiera asistir a las clases, todos los días, ha hecho que lo haya criado, demasiado mimado y consentido.

Físicamente mi hijo y yo somos como dos gotas de agua. Somos los dos de tez oscura, cabello oscuro y ensortijado, de ojos verdes muy vivos. En la altura Toño ha salido a su abuelo paterno, mide algo más de un metro ochenta, tiene un aspecto desgarbado. Me saca casi toda la cabeza.

Es de espalda ancha, con unos brazos musculosos, un tórax sin pizca de grasa, el muy jodido…

Mí marido es físicamente poca cosa, un hombre más bien bajito, no mide más de un metro sesenta. Además nunca se ha cuidado. Es barrigón y siempre está bebiendo.

Yo soy bajita, es la verdad, sólo mido un metro cincuenta y cinco, pero tengo un físico bonito, esbelto, muy bien proporcionado.

De mi físico creo que la parte más sensual es mi culo. Tengo unas nalgas redondas y tersas, como medio balón de futbol.

Mis pechos son pequeños, no gasto más de una talla 85, eso hace que se me aguanten inhiestos, como dos peritas. Tengo unos pezones color café, muy sensibles, gruesos como garbanzos, que vuelven loco a mi hijo, por lo que descubrí en su día.

Mis muslos son rotundos, sin yo estar gruesa para nada, según me dice siempre Toño.

Para acabar de describirme aunque me dé vergüenza hacerlo, según me dice Azalais, le gustara a la gente que lo haga. Así según él, el relato serás más descriptivo e interesante.

Mis labios son carnosos, curvados. Parece que mi boca tuviera forma de corazón. Desde luego al pervertido de mi hijo, le excita mucho.

Mi sexo es lascivo, obsceno para mi gusto. Yo como he dicho más arriba, siempre he sido una señora creyente, habituada a rezar cada día. Nunca me había visto el coño en un espejo, hasta que mi hijo me lo enseñó. Al vérmelo, me noté arder las mejillas, con el rubor en las orejas.

Verme el coño tan exuberante, con los labios salidos hacia fuera, carnosos, de un rosado intenso, hizo me sintiera una beata y madre pervertida…viendo en el espejo, como el coño se me movía sólo encima del rabo de mi Toño…

Además para empeorarlo, me descubrió que tengo un clítoris grueso «la pipa» como a él le gusta llamarlo, carnoso, que al excitarme se me pone de un tamaño y una sensibilidad exagerada, haciendo que llegue al orgasmo muy rápido, mojándome toda, como una mujer vulgar, UNA GUARRA, así con mayúsculas.

Tengo que reconocer que, aunque me ruborice sólo con pensarlo, Toño me ha descubierto la mujer que hay dentro de mí, escondida, dormida como digo yo. Pero no quiero adelantarme, quiero explicároslo paso a paso…

Todo dio comienzo al estar sola, durante varias semanas seguidas, y comenzar a hacer ejercicio físico, a escondidas de mi marido. El único que me ha visto ha sido Toño. Sin yo sospechar que él, me miraba como a una mujer, en vez de como a su madre.

No soy guapa, para nada. Tengo una mandíbula fuerte que, deja entrever mi carácter, y personalidad. Según siempre me han dicho otras gitanas, tengo algo…

LA BEATA ESPÍA AL HIJO.

Fue al cumplir Toño los dieciséis años que, vi en su cuerpo un cambio espectacular. Lo descubrí por accidente, sentado en el váter, mientras se tocaba el rabo llamándome en susurros, con los ojos cerrados, loco de deseo.

—Uuufff…mamá preciosa…mira qué pollón me pones con sólo verte hacer tu gimnasia… ¡OH…! qué ganas tengo de follarte…

Esto me hizo desde ese instante verlo como un hombre. En ese instante ya llevaba sola casi dos años…con el marido en prisión, por contrabando de cocaína.

Como mujer gitana, además de una señora beata, muy creyente, siempre he respetado la tradición de nuestra raza. Jamás había cometido adulterio con ningún hombre, ni payo ni gitano…

Al único hombre que, había visto desnudo, es a mí esposo, Bartolo.

Al verlo me santigüe, balbuceando, con los ojos que se me iban a salir…

—Vi-virgen de las angustias… ¿Qué estoy viendo…? Si Toño es a-aún un chaval, mi…p-pequeño…

Sin poder evitarlo, comparé la polla de Toño, con la de mi marido. Recuerdo que Bartolo, tiene una polla bastante pequeña, (por lo que sé por otras mujeres) sin descapullar, como la de un crío, muy poca cosa.

Toño sostenía entre sus dedos un rabo grueso cómo una morcilla, venoso, con una cabeza amoratada que daba miedo mirarla. Aquella barra de carne, llenaba toda la mano de mi hijo…

De repente, levantó el culo de la taza, apoyándose en una mano, con el cuerpo arqueado, gimiendo en susurros cómo un demonio.

— ¡¡OH MADRE…!! QUE BUENA ESTÁS…ME CORRO EN TU PELUDO CHOCHO…TOMA MI LECHE…OOOHHH…

Toño soltó varios chorretones de leche, como nunca le había visto hacer a su padre. Era espesa, y cuajada.

Me santigüe entre susurros como una beata, sintiendo como tenía el coño más húmedo, a cada chorretón de leche de aquel rabo, tan grueso, que era de mi hijo…

—Virgen de las angustias…está soltando leche como si estuviera poseído…nunca vi una verga…así de gruesa…toda venosa…tengo el coño mojado…

Sin hacer ruido me fui a la habitación de matrimonio. Me noté la respiración agitada, y las mejillas sonrojadas hasta las orejas.

Cuándo mi hijo dejó el lavabo, entré a ver qué me pasaba.

Parecía que me hubiera meado encima. Descubrí tenía las bragas húmedas, como si me hubiese meado, al olerlas hacían olor a coño caliente. Me pasé la mano por el coño, descubriendo como estaba de húmedo.

Por si fuera poco, noté que me dolían las tetas por cómo tenía de tiesos los pezones…

Sin ser consciente de lo que hacía, sentada dónde había estado Toño hacía unos instantes, me acaricié el coño cómo nunca lo había hecho jamás.

Se me llenó la cabeza con la imagen de mi hijo. Sujetando en su mano aquella…polla, que era mucho más grande que la de su padre.

Descubrí lo gruesos y salidos que tengo los labios del coño, a mis treinta y seis años. El dedo como si no fuera mío, se me metió todo dentro, arrancándome sollozos y gemidos…

—MMM…AH CÓMO TENGO EL COÑO…NUNCA SE ME HA MOJADO ASÍ…EL DEDO…SE ME METE SOLO…¡¡AY QUE GUSTO!!…COÑOOO…

Después de uno, se me metió otro dedo más. Aunque he tenido a Toño, soy muy estrecha de puente. Los dos dedos me rozaban todo el coño muchísimo.

Me llegó el placer de golpe, como un latigazo. Mordí la toalla que tenía al lado, para que Toño no me escuchara.

En el momento que sentí más placer, los dedos se movían solos, haciendo un chapoteo guarro, parecía que me estaba meando de gusto.

Levanté el culo de la taza, apoyando un pie en el váter. Así los dedos me entraron profundo, pudiendo ver bien cómo me follaban todo el coño, moviéndoseme el coño sólo.

Mientras me corría, se me llenó la cabeza con el rabo de Toño soltando goterones de leche, en este mismo sitio hacia solo unos instantes antes.

Una señora como yo, moralista y beata, metiéndose los dedos en el coño, pensando en la polla de su enmadrado hijo…

—MMM…AY VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS…PERDONAME…ME CORROOO…AAAGGG…QUE POLLA TIENES…LADRONNN…

Desde ese instante fui consciente de cómo mi hijo me devoraba, cada día al hacer delante de él la gimnasia, con unos ojos que se le iban a salir. Al ser una mujer tradicional, siempre he vestido con faldas y vestidos.

Para hacer ejercicio en casa, uso una malla color carne que se me pega, como una segunda piel. Según he leído, es mejor usar la malla sin ropa interior, para así evitar rozaduras.

Esto provocó que, sintiera algo contradictorio. Por una parte sentía un rubor que me encendía las mejillas, por la vergüenza de sentir su mirada devorándome el cuerpo, con aquella lujuria en sus ojos…

Es cierto que la malla me marcaba todo el coño, muy claramente, notándoseme los gruesos labios carnosos, como si no llevara nada, marcándose toda la raja de forma obscena, aunque me sonroje reconocerlo…

Por la otra, recordaba las palabras que mi marido la había dicho hacía unos días en la cárcel…

—El hombre de la casa eres tú…Haz que a tu madre nada la falte…

Poco antes de la tarde que sucedió todo, mi hijo y yo visitamos a Bartolo en la prisión.

Nada más vernos, rompió a llorar cómo nunca pensé que lo haría.

Me dijo estar arrepentido de habernos mentido y engañado a los dos. Nos preguntó cómo nos iba sin él en casa, si estábamos saliendo a delante, lo normal en circunstancias tan duras y difíciles como estás.

A Toño, mirándole muy serio a los ojos, le dijo…

—Toño…tu madre es toda una señora…que merece lo mejor. Yo no la he tratado como ella se merece.

Ahora…el hombre de la casa eres tú. Así que, respetala y haz que nada la falte… ¿Entendido hijo…?—S-sí…padre, voy a cuidarla y hacer que nada la falte…— le respondió Toño, en un susurro con la mirada baja, cogiéndome la mano con fuerza mientras me guiñó el ojo, sin que su padre se dé cuenta de eso…— voy a cuidarla como el hombre de la casa…

Al sentir la mano de mi hijo, apretando la mía con aquella fuerza, mientras su padre le hacía prometerle aquello, me hizo sentir dos cosas muy distintas.

Al escuchar a mi marido, y recordar lo que Toño está haciendo con mis bragas, me sentí un leve rubor en las mejillas, y la respiración agitada, a la vez que se me mojó el coño...

Me explico para que lo entiendan bien. Sin saber bien por qué lo hacía, unas semanas antes me compré varias braguitas tipo «tanga brasileña». Aprovechando que trabajo haciendo limpieza en varias casas de la capital, las compré lejos del barrio dónde vivimos.

Pasé algo de sonrojo al adquirirlas. La chica que me atendió, por suerte era joven y no me echó mucha cuenta.

Elegí una rosa que me enamoró sólo verla. Otra roja, y una verde, muy bonita también.

Eran de blonda muy vaporosa, casi transparentes. Por delante no eran mayor que un paquete de tabaco, esto me sonrojó algo. Por detrás, la tela era la mitad de ancha que la de delante.

Nada más llegar a casa, no pude evitar probármelas. Al mirarme en el espejo, los labios del coño, se me veían salidos, entre la exuberante pelambrera, como si no llevara nada, por lo vaporosa que era la blonda. Además me salían por el borde, algunos pelos negros, ensortijados, dándole aspecto de ser un coño lascivo y lujurioso.

No pude evitar santiguarme bisbiseando, sin poder apartar los ojos del enorme espejo, mirándome con lujuria el coño, mientras me noté un leve rubor.

—No…parezco…yo…Virgen…de…las…angustias…si…me…viera…mi…marido…me...mataba…se…me…ve…

un…coño…carnoso…y lascivo…parezco…una…beata…guarra.

Toño, desde que hago la gimnasia en el salón, se dedica a cogerme las braguitas. Precisamente las tangas que había comprado hacía poco.

Nada más soltarlas en el cesto de la ropa, después de ducharme, se las lleva a su cuarto. Sin darme cuenta, me he convertido en una mirona que, se excita espiando a su enmadrado y pervertido hijo.

Después de olerlas profundamente, dónde han estado en contacto con mi coño, pasa la lengua sin prisa, saboreándolas con vicio, el muy descarado…

A la vez se acaricia el rabo todo venoso, ganando un grosor y tamaño que, aunque me pese reconocerlo, hace se me moje el coño…haciendo que me santigüe entre bisbiseos…por la lujuria que me provoca…aunque es mi hijo…

—Virgen de las angustias…verle esa polla…hace que lo desee, me hierbe la sangre…una beata como yo…

Después de olerlas, Toño enrolló la parte más húmeda de la tanga alrededor de su grueso cipote…

—Uuufff…madre…qué chocho tienes tan carnoso y jugoso…

Que deseo tengo de darte lo que necesita una señora como tú…toma mi polla en tu chocho…y la lecheee…

Al momento levantó violentamente las caderas del colchón,

soltando varios chorretones de leche, a cada sacudida de su fibroso cuerpo. Nunca he visto a mi marido soltar tanta leche, ni por asomo.

Sin darme cuenta, me descubrí con dos dedos dentro de las bragas, mientras me mordía los dedos de la otra mano para que mi hijo no me escuchara.

Me corrí sin perderme detalle de la gruesa cabeza, como disparaba goterones de leche, cuajados.

A cada chorretón de aquel rabo, sentí un micro orgasmo, mojando mis dedos como una BEATA PECADORA, mientras me santiguaba entre susurros…

—Virgen de las angustias…no le para de soltar leche…MMM…que polla tiene…el…demonio…Virgen de los angustias…

Volviendo a la prisión…la otra cosa es que, a mi hijo lo vi en ese instante un chico más maduro que hacía sólo unos días antes.

La tarde que cambió nuestras vidas…

Al ser verano, llevaba puesta una malla liviana que, como he dicho más arriba, hace se me marque el coño de forma obscena, notándoseme los labios salidos hacia fuera…

Para hacer los ejercicios uso normalmente un banco de abdominales, mientras miro un vídeo.

Toño estaba sentado en su sillón en frente de mí. Aunque tenía la cabeza más baja que las caderas, podía ver a mi hijo, ladeando la cabeza.

Al poco de comenzar el ejercicio, me pareció ver a Toño tocándose por dentro del pantalón. Al descubrir esto, sentí algo contradictorio. Por un lado pudor y vergüenza, de moverme como lo estaba haciendo delante de él.

Por el otro…me noté excitada, como no lo había estado antes de esa ocasión. No podía entender que, siendo una señora gitana, de moral tradicional, creyente y beata, sintiera mi cuerpo agitado por la visión de mi hijo adolescente, acariciándose lascivamente, mientras miraba a su madre.

Esta extraña situación provocó que, sin saber bien por qué lo hacía, levanté los pies en alto, abriendo a continuación las piernas, formando un gran arco.

Así, vi claramente como Toño se acariciaba la polla disimuladamente.

Al acariciarse tironeando el pantalón de deporte hacia abajo, la amoratada cabeza, se asomó por encima de la cintura,

Mi mirada quedó atrapada en el amoratado cipote. Distraída con aquella lujuriosa visión, las caderas se me fueron hacía un lado, mientras me noté húmeda la entrepierna.

Toño al ver que me iba a caer, saltó por mí, sacando de golpe la mano del pantaloncito de deporte. Esto provocó que, aquella barra de carne saltase fuera de la cintura del pantalón.

Mi hijo me sujetó de los muslos, quedando medio sentado en la tabla de abdominales, echado entre mis muslos, con la polla encima de mí húmeda entre pierna.

—Madre…c-creí te ibas so-sobre la tele…ha faltado muy poco…joder…así te ves una señora m-muy…hermosa…— esto me lo dijo algo nervioso y excitado, con las mejillas sonrojadas cómo un tómate…

Mientras me decía esto, mi mirada seguía en aquel rabo venoso, apoyado sobre mi coño.

Al mirarlo me pareció que me miraba, como si me amenazara con violarme…

Medio echado como estaba, Toño me oprimió los muslos hacia el pecho. Esto provocó que, mi entre pierna quedara más expuesta a su vista. Rápido vio la mancha de humedad en mi entrepierna.

Nuestras miradas se cruzaron, con las mejillas de ambos ruborizadas.

Al mirarle a los ojos, vi en ellos una lujuria que me dio miedo. Para ser honesta, debo reconocer que mi cuerpo me traicionó, iba por libre. Sentí cómo se me mojó más el coño.

Toño pasó dos dedos por la mancha de humedad, cada vez mayor, y más húmeda. Repasó los dedos por el coño de arriba abajo, con minuciosidad, recreándose en las caricias, descubriendo lo salidos y carnosos que tengo los labios.

Al sentir sus caricias, se me escapó un sollozo que me salió del alma —MMM…Aaaggg… ¡TOÑO!...

Me tapé la cara con ambas manos, con las mejillas encendidas cómo dos ascuas…

Disimuladamente, por entre los dedos miré lascivamente la gruesa polla. Había ganado tamaño y grosor, mostraba algo de líquido blancuzco en la gruesa punta.

Al verla así me santigüé entre susurros, sin quitarme las manos de la cara, sin poder apartar los ojos…

—virgen…de…las…angustias…es…el…rabo…de…un…íncubo…

Al oírme sollozar, Toño intensificó las caricias, clavándome los dedos en todo el coño.

Mientras me santiguaba, me vino a la mente la escena de dos días antes, recogiendo del cesto de la ropa la tanga rosa, mi favorita, toda llena de la leche de Toño.

Me las llevé a la alcoba de matrimonio, para que mi hijo no pudiera verme. Sin saber qué me pasó, las olí profundamente. El intenso olor de aquella leche, me llenó la razón, sin dejarme pensar.

Acabé toda espatarrada cómo UNA GUARRA, así con mayúsculas, saboreando la leche. A la vez, me acaricié el coño, hasta meterme dos dedos dentro.

Me llegó un orgasmo traicionero, como nunca he sentido nada igual, en mis dieciocho años de casada.

—¡¡AAAGGG…!! ¿QUÉ ME PASA…? VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS…ME ARDE LA SANGRE…MMM…

NUNCA HE SENTIDO TANTO PLACER… ¡AY!…ME QUEMA EL COÑO…ME CORROOO…UNA BEATA COMO YO…ME VOY COMO UNA GUARRAAA…¡¡TOÑOOO…!!

Mientras tenía en mente estos pensamientos, después de romper la tela de la malla, mi hijo me metió los dedos. Al sentir sus dedos hurgándome con desparpajo el coño, fui incapaz de silenciar los sollozos y gemidos que me provocó el descarado con sus tocamientos…

—MMM…AH…NO METAS TUS DEDOS ASÍ…MMM.

Muerta de vergüenza, sin quitarme las manos de la cara, le dije que no me tocara así, que era su madre.

—No puedes tocarme así…MMM, soy tu madre. Esto es monstruoso…AG…MI COÑO…AG…e-esto…es… ¡INCESTO!

—OH MADRE…TU CHOCHO ES MUY ESTRECHO, ESTÁ MUY JUGOSO…

Con una habilidad que nunca le he visto a su padre, me abrió mucho los labios, hurgándome todo el coño.

Los gruesos dedos me rozaban cada pliegue, volviéndome loca de placer…haciendo que el coño me chorreara jugos de una forma guarra y vulgar…

—Uuufff…¡¡MADRE!! CÓMO TE CHORREA…TIENES EL CHOCHO SIN FOLLAR…SPLURTTT…SPLURTTT…SPLURTTT…

—MMM…AAAGGG…NO ME HABLES ASÍ…VAMOS A IR AL INFIERNO…ME SACAS LOS JUGOS…¡¡DEMONIO!!

Toño, excitado por mi escasa oposición, aceleró el mete saca de sus gruesos dedos, follándome todo el coño. El chapoteo acuoso, que me hacía el coño llenó el salón, enervándome la razón…

—SPLURTTT…SPLURTTT…QUÉ CHOCHO TIENES…DAME LOS JUGOS...MADRE CACHONDA...CORRETE ASÍ…SPLURTTT…SPLURTTT…

El coño se me movía solo, al ritmo que me marcaba mi hijo. Con las manos tapándome la cara, roja de vergüenza por el incesto que estaba cometiendo, me corrí como una vulgar puta, sin dejar de mirar con deseo la gruesa morcilla.

—MMM…AAAYYY...ME CORROOO…NADIE ME HA TOCADO ASÍ…OG…QUE PLACER ME DAS…¡¡NENE…!!

En el momento que me corría, Toño me pintó el coño con el grueso cipote, cómo nunca me lo había hecho su padre…

atreviéndose a darme con el amoratado cipote en el clítoris, poniéndome cachonda pérdida, aunque me avergüence reconocerlo.

—QUE CHOCHO TAN CARNOSO, MADRE…TÓMA CIPOTE

MMM…EN LA PIPA…UUUFFF…COMO SE CORRE LA SRA.

Mientras se atrevió hablarle así a su madre, diciéndome cosas tan calientes y obscenas, me abrió del todo los muslos.

Me sujetó por los tobillos, frotándome la polla adelante y atrás, abriéndome todo el coño, que no podía estar más húmedo, empapándole la verga de jugos, a cada pasada.

Al verme sujeta y acariciada así por aquel chico, sangre de mi sangre, loca de lujuria…sacudí a un lado y otro la cabeza, sin dejar de cubrirme la cara con las manos, fingiendo un falso pudor. Sin quitarle ojo a la gruesa polla que me frotaba el demonio de él.

Sin usar las manos, como si fuera mi chulo en vez de mi hijo, en una de las envestidas acertó a clavarme el cipote. Los dos soltamos un lascivo alarido como animales en celo.

Él al notar lo estrecho que es mi coño, y como le atenacé la polla por lo cachonda que me tenía.

—OOOHHH…¡¡ QUE CHOCHO TAN TRAGÓN!!

Yo por el grosor de la amoratada cabeza, que me abrió todo el coño, haciendo que me mojara más. De la impresión, me corrí chorreándole la polla como UNA GUARRA.

—AAAGGG…¡¡ QUE POLLA TAN GRUESA!!

Toño loco de excitación de verme tan cachonda, doblándome las piernas sobre el pecho me levantó las nalgas, espatarrándome como a una puta,

Así con todo el coño ofrecido, me empaló toda la polla de una envestida como un animal, diciéndome palabras soeces y guarras, chocando sus huevos contra mi coño, a cada mete saca.

—ES…MUY ESTRECHO Y JUGOSO MADRE…SPLAFFF…SPLAFFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…TÓMA POLLAAA…

—AAAYYY…¡¡ANTONIO…!! MMM…LA TIENES MUY GRUESA…NO TENGAS PRISA…AAAHHH…

—UUUFFF…MAMÁ, TU COÑO SE TRAGA MI POLLA…QUE RICO TE FOLLO…TIENES EL CHOCHO SIN FOLLAR…

Antonio, me demostró ser más maduro y hábil de lo que yo me había creído.

Haciéndome caso me dio un mete saca lento y profundo, dejándomela dentro en cada envestida el muy golfo…para hacérmela sentir más, volviéndome loca de placer.

—OOOHHH…QUE CHOCHO TAN JUGOSO… ¿ASÍ LA QUIERE LA SRA.? QUE SABROSO TE FOLLO ASÍ…TÓMA

POLLA MAMÁ PRECIOSA…COMO FOLLA LA SRA…MMM.

Para ponerlo más caliente y loco de deseo, como una beata poseída por la lascivia, con mi mano acompañé la venosa polla a cada envestida, poniendo este gesto, loco al demonio de mi hijo…

—MMM…METEMELA ASÍ DE SABROSO...LADRÓN…AG…AG…FOLLAS MEJOR QUE TU PADRE…

Mi hijo aceleró el mete saca, haciendo que me corriera, chorreándole la polla con mis jugos. Sin haberse corrido él, me hizo que fuéramos a la habitación de matrimonio.

Intenté oponerme por pudor, pero el muy zalamero, no paró de comerme toda a besos y mordiscos, hasta que me lo llevé cogido de la mano.

Me sentí una mala madre y peor esposa. Más teniendo en cuenta la moralidad y creencias de mi gente. Cometiendo incesto con mi hijo, en la cama de matrimonio…                 La verdad es que siempre me he sentido una mujer insatisfecha, en el tema sexual. Pero las arraigadas costumbres de mi raza, junto con mi fuerte creencia religiosa, me habían pesado más, hasta ese día.

Para una mujer gitana, aunque estemos en el siglo veintiuno, querer ser independiente, vivir su vida, y rebelarse contra las normas establecidas, es realmente, complicado.

La suerte de Antonio y mía es que, su padre al ser independiente, no hemos vivido cerca de ningún grupo, cómo ya expliqué más arriba.

Nada más entrar en la alcoba, Antonio me besó de forma romántica. Mientras sonrojados, nos besábamos con timidez en los labios, me quitó la malla. Me manoseó las nalgas, repasándome toda la canaleta del culo al coño.

Ningún hombre jamás me había tocado con aquel descaro y desparpajo. Sonrojada, metí la mano en el bóxer, agarrándole el rabo con deseo mal contenido. Le di apretones de forma morbosa, notando cómo latía en mi mano, sin creer que un chaval de su edad pudiera tener aquella verga.

Mientras le acaricié toda la polla, Antonio me metió los dedos en el coño, acariciándome el clítoris que estaba tieso, de un tamaño que nunca me lo había sentido así jamás.

—¡¡AY NENE…!! ME VOY…MMM TOCAME LA PIPA…AHÍ…QUE RABO TIENES HIJO…

—OOOHHH MADRE…QUE RICO ME TOCAS LA POLLA…QUIERO ME COMAS LA POLLA…BEATA GUARRA…

Antes de ese momento nunca le había querido comer la polla a mi marido, mi fuerte creencia religiosa me lo impedía por pudor.

Me hizo ponerme echada, en la cama de matrimonio. Así mientras me hizo le comiera la polla, me tocó todo el coño como quiso, el muy aprovechado.

Me cogió con fuerza del pelo como si fuera su guarra. Y me hizo le pasará la lengua por toda la verga, hasta los huevos…

—UUUFFF MADRE QUE LENGUA TIENES…LAMELA ASÍ TODA…SIN PRISA…MMM.

—MMM…SLURPPP…SLURPPP…SLURPPP… ¿ASÍ QUIERES QUE TU MADRE TE COMA LA POLLA, SO PERVERSO?

A la vez Antonio me hurgó todo el coño, haciendo que me corriera en varios orgasmos encadenados, al tocarme tan bien el coño y el clítoris.

Al sentir tanto placer, me tragué toda la polla como si fuera una puta, sin que él tuviera que obligarme. El perverso al verme como se la comía toda, me cogió del pelo, follándome la boca tratándome como a su guarra…

—OOOHHH…SÍ COMO SE LA COME LA SRA. TRAGATELA…HASTA LOS HUEVOS…MMM ESO ES…NO PARAS DE CORRERTE BEATA…QUE CHOCHO TIENES…

—PLAFSSSS…PLAFSSSS…PLAFSSS…AH…AH…ME HACES CORRERME COMO UNA GUARRA…TU PADRE NUNCA ME HA TOCADO ASÍ…

Cuándo estuvo satisfecho, me hizo sentarme encima de él, sin poder oponerme, pues medió miedo que se pusiera violento.

Nada más tenerme encima, me enfiló el grueso cipote, haciendo que yo misma me la metiera dejándome caer. De la impresión de sentir la amoratada cabeza, dura como una piedra, le chorreé de jugos toda la polla, mientras me santiguaba toda sonrojada, entre susurros

—Virgen…de…las…angustias…que…polla…tiene…

—UUUFFF…CÓMO LE CHORREA EL CHOCHO…A LA SRA. BEATA…

Al oír el descarado comentario de Antonio, aunque me sonrojé, lejos de sentirme ofendida me excité más, sintiendo como le empapaba de jugos, la gruesa haba.

En esa postura me la metió dónde nunca me había llegado ningún hombre. Me atrajo hacia él, cogiéndome con desparpajo de la cintura y el culo, dándome incluso algunas nalgadas el muy atrevido.

—OOOHHH…ASÍ TE LA METO MÁS RICO…TU CHOCHO SE TRAGA MI POLLA…QUE SABROSO FOLLAS MADRE…

—AAAHHH…CARIÑO, ASÍ LA METES MUCHO…ME LLENAS TODO EL COÑO…¡¡FOLLAME DEMONIO!!

Teniéndome cogida así me dio un mete saca lento y profundo, mientras me comió las tetas como un hambriento, atreviéndose a morderme mis gruesos pezones, dándome un placer que no me esperaba.

—MMM…AAAGGG HIJO, COMETE LAS TETAS DE TU MADRE...QUE PLACER, SIENTO TU CIPOTE EN EL FONDO DEL COÑO…¡¡NENE…!!

—MMM OH MAMÁ…QUE RICO MUEVES EL CHOCHO…TOMA POLLA…¡¡CACHONDA…!!

—AAAHHH…ASÍ ME LA CLAVAS TODA…¡¡GOLFO…!!  ME ESTOY CORRIENDO CON LA POLLA DE MI HIJO…

En ese instante Toño me hizo una pervertida propuesta, susurrándome al oído.

Madre…quiero…correrme…dentro…de…tu…carnoso…y…jugoso…chocho…llenartelo…de…leche…mientras…nos…vemos…en…el…espejo…

Al tiempo que me lo decía, la metió más profunda, haciendo que se la mojará de jugos por el placer que estaba sintiendo…

—AAAGGG…ME FOLLAS TODO EL COÑO…A TU PADRE JAMÁS LE HE DEJADO CORRERSE DENTRO MÍO…NO LA METAS TANTO…ME CORROOO… ¡GOLFO…! TE APROVECHAS DE MI…

Sin previo aviso me puso como estaba encima de él, de cara al gran espejo de la cabecera, dándole la espalda.

Al verme en el espejo mi exuberante coño, con aquella pelambrera tan ensortijada y oscura, toda pegajosa y brillante de mis jugos, me hizo sonrojarme hasta las orejas, poniéndome muy caliente.

Me santigüé entre susurros…

—Virgen…de…las…angustias…—sin poder apartar los ojos de aquella polla que era el doble de gruesa que la de mi marido, toda venosa, como una morcilla negra…

Me vi con una cara de guarra que me hizo sonrojarme aún más, y que se me agitara la respiración. Me sentía tan amoral y cachonda a la vez, que me costaba respirar.

Antonio me pintó el coño, arriba y abajo con su gruesa polla como si fuera una brocha de carne. A cada pincelada del cipote, sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, hasta llegarme al coño, haciéndome sollozar de placer…

—OG...OG...OG…

—UUUFFF…¡¡MADRE…!!

Me empaló toda la polla, haciendo que gritará cómo si estuviera matándome, arrancándome un sollozo que me salió del alma…

—¡¡¡ OOOGGG…QUE RABO!!!

Mi hijo, cómo si fuéramos sólo uno, soltó a la vez un alarido soez y vulgar, al notar como mi hambriento coño le atenazó su gruesa polla…

—¡¡¡ TÓMA RABO…BEATA GUARRA!!!

Antonio me folló tratándome como a la guarra que veía en la imagen reflejada.

Me hizo recostarme en su pecho, quedándonos así espatarrados delante de aquel vergonzoso e indiscreto reflejo…

A cada mete saca, veía aquella barra clavarse en el fondo de mi hambriento coño…

—SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…UUUFFF QUE CHOCHO TIENE LA BEATA…MIRA COMO SE TE CLAVA…

Como si fuera una súcubo en vez de su madre, acompañé con mi mano cada mete saca de la gruesa morcilla en mi hambriento coño, para sentirla más…

—MMM…AAAYYY…ME LA CLAVAS TODA…APROVECHADO…¡¡QUE POLLA…!! ME FOLLAS TODO EL CHOCHO…

—UUUFFF…COMO FOLLAS ¡¡GUARRA!! SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

Antonio aceleró el mete saca, cogiéndome de las nalgas, para que le moviera el coño como una beata guarra cómo el me llamó, para meterla más profundo.

Con los ojos en blanco por el placer que me estaba dando, sacudí mi negra melena a un lado y otro, le sollocé como una puta que me llenara el coño con su leche…

—MMM…AAAYYY HIJO…ME ESTÁS FOLLANDO VIVA…¡¡FOLLAME CARIÑO…!! DAME TU LECHE…

—OOOHHH…COMO MUEVE EL CHOCHO LA SRA…QUE SABROSO TE FOLLO…¡¡BEATA GUARRA!! TÓMA LA POLLA Y LA LECHE…SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…

Arrastrado por mis soeces palabras, mi hijo se corrió lanzándome con violencia varios chorretones de leche, arrastrándome a mí con él…

En el espejo, nuestros ojos miraban morbosamente como a cada chorretón de leche, la gruesa y venosa polla, se me clavaba en el fondo del coño, chocando con violencia los gruesos huevos, en mi jugoso y brillante coño…

—MMM…AAAGGG…QUE SABROSO ME CLAVAS LA POLLA ANTONIO…AAAGGG…CUANTA LECHE TENIAS…

—OOOHHH…QUE CHOCHO TAN SABROSO…ME ORDEÑAS LA POLLA…

Me vi en el gran espejo, con las mejillas encendidas por el pudor, y la vergüenza de gozar cómo lo estaba haciendo, aquel endemoniado incesto, con un placer que nunca había imaginado, una Sra. tradicional de mi raza, una  creyente beata cómo yo, con aquella cara de vicio reflejada, muy a mi pesar…

Nos llegó un orgasmo asesino que, nos hizo aullar como animales a los dos como si fuéramos sólo uno. A cada chorretón de leche, empapé la polla de mi hijo con mis jugos…

—AAAHH…¡¡ME CORROOO…HIJO!!

—OOOHHH…¡¡ME CORROOO…MADRE!!

—SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…ME LLLENAS EL COÑO DE LECHE…SPLAFFF…SPLAFFF…

—SPLAFFF…SPLAFFF…SPLAFFF…QUE CHOCHO TAN TRAGÓN…SE TRAGA TODA LA POLLA…TOMA LECHEEE…

Con el último chorretón de leche de mi hijo, caímos los dos de espaldas en el lecho.

Esa noche dormí sintiéndome más libre de lo que jamás me había sentido. Es cierto que, me sentía culpable por haber cometido incesto, con mi hijo, peró dormí cómo hacía años no lo hacía.

Los siguientes días, Antonio se comportó conmigo cómo si fuéramos dos recién casados. Me enseño cosas del sexo que jamás pensé descubrir con nadie…

Sí tiene buena aceptación el relato, no me importara contarlo en un segundo relato.

Espero que les haya gustado el relato, de esta singular parte de la vida de mi hijo y mía.

FIN

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