Lujuria en Varadero parte VI
Nadie dijo que el voyerismo está prohibido, no para mí.
Yo me seco rápidamente para ver quién era el espécimen humano que interrumpía ese polvo. Salgo rápidamente y me escondo detrás de la muralla del pasillo. Escucho unos pasos por el sendero que lleva a la puerta.
-¡Hola!
-Hola, ¿Cómo estás?
Veo aparecer tras la puerta a la misma muchacha rubia que vi hace unas horas antes, acariciando los músculos húmedos de los abdominales de Camilo, con la misma cara de perra que yo vi cuando se despedían antes…
Continuará…
Me fui a mi habitación, por supuesto no me iba a quedar a ver como mi hermano se follaba a dos mujeres en una noche. Al llegar a la pieza pequeña, me saco la toalla que llevaba a modo de strapples y me tumbo en la cama. Miro el techo blanco de la cabaña, mientras rememoraba en mi mente todas las sensaciones vividas horas antes en el cuarto de baño. Me estiro a lo largo y ancho de la cama, sintiendo todavía en mis manos la piel ardiente de mi hermano. Dios; con él llegue al cielo. Vaya que debe tener experiencia en el ámbito de las sábanas, porque sabía exactamente qué hacer, dónde y cómo.
Escucho una risita tonta.
-Marimar.- imito el tono ridículo que uso Camilo al pronunciar su nombre. Vaya fastidio.
Me puse de nuevo la toalla a modo de vestido y me alboroté el pelo aun húmedo. Estaba decidida a causar cierta impresión en la cubana. Al salir sigilosamente pude ver que ambos estaban sentados en el mismo sillón donde Camilo besaba mi cuerpo un par de horas antes. Ella tenía sus piernas perfectas y bronceadas sobre las de mi hermano, quien las acariciaba mientras ella se tocaba el cabello trigueño. Sólo reían y charlaban, pero en sus miradas estaba clara la intención de esa visita. Sin hacer ruido, caminé hasta el comienzo del living comedor. Cuando estuve ya visible por la luz, pude hablar:
-¿Quién es ella, Camilo?- digo en tono juguetón. Mi pose era de una mano apoyada en la pared y otra en la cintura, con las piernas casi al descubierto y cruzadas. Por supuesto, la primera idea que se le vendría a la cabeza a Marimar no sería precisamente que soy su hermana.
La cara de estupefacción de la muchacha varaderense era digna de un retrato, quien me echa una mirada y luego clava sus ojos en la cara de sorpresa de Camilo.
-E…ella es mi her…hermana. Julieta.- dice rápidamente. En la voz pude comprobar que la palabra “hermana” no le agradaba mucho.
-¿Julieta?- dice con su acento cubano la mujer que tiene sus piernas sobre mi hermano.- ¿Ella es tu hermana?
Camilo se para rápidamente, tratando de hacer una presentación.
-Sí. Enana, te presentó a Marimar; Marimar, ella es Julieta.
Marimar me mira con recelo, pero me saluda con la misma calidez que lo hacen los cubanos.
-Bueno…No voy a coger lucha.- dice sonriendo.
-Hola.- digo cordialmente.
Camilo observa la escena, visiblemente incómodo. No es difícil convencer a una persona con un mínimo de vista de que somos hermanos, pero de todos modos él permanece callado.
-En fin.- dice finalmente mi consanguíneo.- Julieta ya se va. Tiene que salir a una fiesta.
Estúpido pienso en mi mente.
-¿Tengo?- entendí perfectamente la indirecta, sin embargo disfrutaba verlo incómodo.
-Sí. Tienes.- dice tajante e impacientado.
-Bueno…
Me voy girando sobre mis talones y dando saltitos. Si el muy imbécil creía que me iría, estaba muy equivocado.
Entro por segunda vez a la recamara, me pongo lo primero que encuentro en el closet y luego me maquillo. Todo esto era sólo para darles la impresión a ellos dos de que realmente iba a salir. Por último, agarro mi cartera y salgo de la habitación. Me despido fugazmente y salgo hacia el exterior. Camino por el jardín hasta la reja, pero sólo la hago sonar para luego cerrarla conmigo adentro todavía; de todas maneras, dudo que se preocupen por los sonidos. Busco un lugar entre los matorrales que me den camuflaje de la gente que pasa por la calle y así poder ver el espectáculo que darían pronto. Cuando al fin encuentro un sitio cerca de la ventana del costado que me da una vista derecha del sillón empiezan a besarse. Marimar hace la misma acción de agarrarlo por las ondas de su cabello. Se rozan las bocas con pasión y ella se sube a horcajadas en las piernas de mi hermano. Ese bulto entre sus pantalones ya debe estar hinchado. Logro ver las manos de Camilo por debajo de la playera de Marimar, acariciándola para luego sacársela. Noto que dejan de besarse y Camilo le dice algo que por razones obvias no puedo escuchar, luego de eso la cubana se levanta y mi hermano se agarra los pantalones y se los baja junto con los calzoncillos. Era obvio cual era su petición. Desde está posición podía ver de perfil toda la escena de Marimar mamando la enorme polla de Camilo. Sin darme ni cuenta me estoy tocando por encima del short negro que me puse, el cual esta empapado. La muchacha chupaba y lamía ese pedazo de pene y luego bajaba hasta las bolas de billar con las que hacía lo mismo que con el resto del pene. Arriba, abajo, arriba, abajo; esa era la secuencia. Yo ya estaba despojada de mi short e hice a un lado mi calzón. Me masajeaba mi botoncito tal cual lo hizo Camilo. Seguí viendo la mamada. Podía ver a mi hermano echar su cabeza para atrás y cerrar los ojos del placer, me pregunto si lo que ella está haciendo fue mejor que mi mamada, ya que él también hizo gestos de placer. Le desabrocha el sostén y luego le dice otra cosa, por la cual ella de nuevo se levanta pero esta vez se quita sus shorts de mezclilla y se sienta sobre el miembro de Camilo. Para este momento yo ya estoy con dos dedos dentro de mi conchita. Empieza el boteo. Desde mi posición podía escuchar los gemidos de Marimar teniendo dentro a mi hermano. Camilo la mueve fuertemente y la besa en algunas ocasiones, también le toca las tetas pero no las chupa. Yo también gemía, pero cuando sentí que venía ya el clímax me mordí el puño fuertemente. Al terminar, pude comprobar que ellos ya no estaban en el sillón. Instintivamente, fui a comprobar cerca del baño si oía el agua correr, pero al entender que no sentía nada, me vestí y me fui por la ciudad de Varadero.
Continuará…