Lujuria en la oficina 09 La limpiadora y el...

Un acuerdo entre empleada y jefe...

CAPÍTULO 9º

LA LIMPIADORA Y EL NOTARIO

Miércoles, 30 de octubre de 2013, 18:30 de la tarde. En la notaría de don Mariano Luján y Sepúlveda no queda nadie excepto el propio don Mariano, revisando unos papeles de última hora.

Y haciendo algo más…

Como buen amante del buen sexo, a don Mariano le encanta bajarse videos guarros de Internet y, de vez en cuando, hacerse una buena paja.

Está haciendo precisamente eso cuando la puerta de su despacho se abre de golpe, y la escultural figura de Lucrecia, la encargada de la limpieza, aparece en el umbral, el trapo en una mano y el bote de limpiamuebles en la otra.

-¡U-usted perdone, papito! –Se disculpa la guapa colombiana volviendo a cerrar  la puerta, aunque visiblemente sorprendida del tamaño de la polla del maduro notario que la llama y le pide que vuelva a entrar.

-Lamento que haya tenido que ver esto, Lucrecia, de verdad –comienza don Mariano mientras se sube y se abrocha los pantalones-; pero soy un hombre y, como tal, tengo mis necesidades. ¿Verdad que me comprende?

-Claro que lo comprendo, mi amor –la joven latina sonríe y se pasa la lengua por los labios con gesto sensual-. A usted le gusta coger bien rico con las mamitas, ¿verdad, patroncito? Usted aún es un hombre bien chévere.

-¿De verdad le parezco chévere, Lucrecia? –Inquiere don Mariano notando como su polla vuelve a ponerse dura como una roca.

-Mmm… Claro que sí, don Mariano –sigue diciendo la encargada de la limpieza, mientras se acerca al cincuentón y comienza a acariciarle la entrepierna con una pícara sonrisa en los sensuales labios-. Esto que usted tiene aquí es bien grande y duro, papito y si usted me promete que me subirá el sueldo y me dará un día más libre a la semana yo le prometo que voy a hacer que la pase bien rico cogiendo conmigo.

-¡DIOS, SÍ! –Exclama el veterano notario lanzando sus manos sobre las pequeñas y duras tetas de la colombiana, que suelta una carcajada y, ni corta ni perezosa, vuelve a desabrochar el pantalón de don Mariano, dejando libre su rabo ya erecto y listo para la acción.

-MMM… PARECE QUE SU AMIGUITO QUIERE GUERRA… -Murmura Lucrecia metiéndose de un golpe los veinte centímetros de polla dura y gruesa en la boca y comenzando una mamada digna de la mejor película porno.

El notario, extasiado por el trabajo oral de la joven colombiana, ha de agarrarse a su escritorio para no caerse del gusto, mientras emite ahogados gemidos y jadeos de puro placer.

-¿LE GUSTA ESTO, EH, PAPITO, LE GUSTA? –Inquiere la guapa latina sacándose el cipote de la boca y lanzándole un escupitajo que luego vuelve a lamer pasando su lengua por desde los cojones hasta la punta del capullo-. LE GUSTA LO QUE ESTA MAMITA LE HACE, ¿VERDAD?

-¡SÍ, JODER, SÍ! –Jadea don Mariano mientras, con manos torpes, acaricia la negrísima cabellera de la limpiadora que, con una lasciva sonrisa, vuelve a tragarse sus veinte centímetros de verga.

Diez minutos más tarde vuelve a sacarse la polla de la boca y vuelve a dedicar al notario otra traviesa sonrisa, al tiempo que comienza a desabrocharse la bata de trabajo, mostrando que, debajo, tan sólo lleva un diminuto tanga de color negro, ya empapado en jugos vaginales.

El maduro notario, al ver el increíble cuerpo de la joven casi desnudo ante él, no puede esperar, y se lanza a comerle las tetas, pequeñas y duras como manzanitas, haciendo que Lucrecia estalle en carcajadas.

-MMM… ES USTED UN NIÑO MALO, DON MARIANO –Gime la colombiana mientras deja que el notario le lama y mordisquee los duros y oscuros pezones-. PERO AHORA SE VA A PORTAR BIEN Y ME VA A COMER LA RAJITA ASÍ, BIEN RICO, CÓMO USTED SABE…

Don Mariano no se hace repetir la petición y, sin más dilación, se amorra al coñito de Lucrecia, totalmente depilado y ya mojadito, comenzando un delicioso cunilingus, que no tarda en arrancar auténticos gritos de placer de la bella limpiadora latina.

-¡DIOSSS, QUÉ LENGUA, CABRÓN! ¡ME VUELVES LOCA, PAPITO, LOCAAA!

No sólo con la lengua se trabaja el bueno de don Mariano la húmeda raja de su inesperada amante, también con los dedos, metiéndolos y sacándolos de la mojada raja, arrancando más y más gemidos de placer de la caliente Lucrecia.

-¡Y AHORA TE VOY A FOLLAR COMO LA PUTA QUE ERES! –Brama don Mariano asiéndose el cipote e hincándola de un sólo golpe en el coñito de la encargada de la limpieza, que lanza un chillido de puro éxtasis mientras rodea con sus brazos el cuello del cincuentón y se cuelga de él, quedando tan sólo sujeta por la polla y sus manos en torno a la nuca de don Mariano.

-¡OH, SÍ, PAPITO! ¡SOY TU PUTA, TU PERRITA, LO QUE TÚ QUIERAS! ¡PERO JÓDEME BIEN FUERTE, COMO A MÍ ME GUSTA! ¡MÉTEME BIEN DENTRO ESE PITO TUYO TAN GRANDEEE!

Jadeantes y sudorosos, los dos espontáneos amantes aún tendrán tiempo de cambiar un par de veces de postura antes de que don Mariano, con un berrido más animal que humano, vuelva a agarrarse la verga y tras pedir a Lucrecia que se arrodille, la cubra de lefa espesa y caliente la cara y las pequeñas y preciosas tetitas.

-Recuerde nuestro trato, don Mariano –dice la sonriente colombiana mientras lame los restos de semen que quedan en la punta de la polla del maduro notario.