Lujuria en la oficina 03 Fotocopias... Y algo más

Hacer unas fotocopias nunca fue tan divertido...

CAPÍTULO 3º

FOTOCOPIAS… Y ALGO MÁS

Miércoles a media mañana. La Notaría de don Mariano Luján y Sepúlveda, como siempre, bulle de actividad y ajetreo.

Vamos a centrar ahora nuestra atención en Pablo y Margarita, los dos copistas de la empresa a los que vemos entrar juntos en la sala de las fotocopiadoras portando cada uno un buen fajo de documentos para fotocopiar.

-¿Tienes planes para este fin de semana? –Inquiere Margarita, curvando sus sensuales labios en simpática y pícara sonrisa.

Pablo, que no parece haber oído la pregunta, no responde y se limita a pasar por el estrecho hueco que queda entre su compañera y una de las máquinas para ponerse a trabajar en la siguiente, rozando la cadera de su colega con su tremendo paquete, haciendo que ésta suelte un…

-¡Joder, Pablito! Así que los rumores son ciertos…

-¿Q-qué rumores? –Pablo, que a pesar de su edad, es bastante inocente, se la queda mirando.

Margarita suelta una carcajada y luego lanza su mano a la abultada entrepierna de su compañero de trabajo al tiempo que exclama…

-¡Estos rumores!

-¡Quita! ¿¡Qué haces!? –Replica el joven copista, apartándose de su colega, que clava en él una mirada cargada de diversión y malicia.

Luego, y en un leve susurro añade:

-Tengo novia. Y le soy fiel.

Cosa que parece divertir mucho a Marga, que suelta otra divertida risotada.

Luego, sin embargo, frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en la entrepierna de Pablo, que ha empezado a tomar un tamaño considerable gracias a los magreos de la caliente y cachonda Margarita.

-Mmm… -Susurra mientras se arrodilla y comienza a besar el pollón de su compañero por encima de los pantalones-. Creo que a él le gusta…

-He…, dicho que…, te estés… ¡QUIETA! –Exclama el joven y bien dotado copistas sin demasiada convicción y sin hacer nada por evitar que su colega le desabroche y baje los vaqueros, dejando libres sus veintidós centímetros de polla, ya erecta y en su máxima y gruesa extensión.

Tan impresionante es la visión, que Margarita no puede sino dejar escapar un débil gritito, al tiempo que nota como su coño comienza a destilar fluidos vaginales, que pronto empapan sus braguitas.

-¡SANTA MADRE DE DIOS! –Exclama la joven mientras toma la polla para comprobar que, con una sola mano, le es incapaz de rodearla por completo.

-MMM… ¿TE GUSTA? –Jadea Pablo al notar la mano de su compañera en torno a su grueso pollón.

-¡JODER, PABLITO! ¡ME ENCANTA! –Replica Margarita mientras comienza a lamer el tremendo trabuco de carne con visible deleite, desde los gordos cojones al inmenso capullo, casi tan grande como uno de sus pequeños puñitos de mujer.

-¡DIOSSS, QUÉ GUSTAZO! –Gime Pablo aferrándose con ambas manos a la fotocopiadora que tiene detrás para no caerse del gusto mientras su compañera intenta tragarse su enorme cipote, logrando apenas meterse el glande en su pequeña boquita de mamapollas viciosa y caliente.

-¡JODER, PABLITO! –Jadea Margarita bajándose la minifalda y metiéndose dos dedos en el chocho caliente y chorreante-. ¡TU NOVIA HA DE TENER EL COÑO BIEN GRANDE PARA QUE LE QUEPA ESTE PEDAZO NABO!

-¡ES VIRGEN! –Exclama Pablo mientras se agarra el pollón y golpea con él el dulce rostro de su colega femenina.

-¿MMM? –Murmura la insaciable feladora, lamiendo de nuevo el gordo pollón de su compañero.

-Lo que oyes… La muy puta es virgen y vive acojonada pensando en el momento en que me la folle.

-No me extraña –replica Margarita sin dejar de lamer el descomunal cipote-; yo no lo soy y me acojono sólo de pensar que intentases meterme esto en el coño.

-Tranquila –responde Pablo guiñándole un ojo al tiempo que se coge la verga y comienza a masturbarse lenta y concienzudamente-. Me conformo con tu mamada.

Dicho esto, y antes de que Margarita pueda decir nada, comienza a soltar intensos y abundantes chorros de lefa que, en poco tiempo, cubren casi por completo la cara de la joven encargada de las fotocopias.

-¡JODER, PABLITO! –Exclama mientras se relame la leche que ha caído sobre sus gruesos y sensuales labios-. ¿CUÁNTO HACÍA QUE NO TE CORRÍAS?

-Como una semana o así –Pablo sonríe y se sube los pantalones.