Lujuria

Camino a un gran momento

Estás de espaldas a mi, con el pelo a un lado. Veo que te desabrochas la blusa, lo que deja a la vista una piel blanca, salpicada con algunos lunares. Me acerco y te bajo la cremallera de la falda mientras inhalo el perfume que despide tu piel.

Cae a tus pies, y con un movimiento la echas a un lado, junto a la blusa . El sujetador va sin tirantes, por lo que cuando lo desabrocho deja al aire dos tetas de tamaño medio, que caen ligeramente por efecto de su peso y la gravedad. Intentas darte la vuelta, pero no te dejo.

Desde las caderas recorro hacia arriba tu silueta, llegando a los hombros desnudos. Te muerdo el cuello mientras te masajeo los pechos. Tienes los pezones erectos, apuntando al frente, mientras de tus pulmones empieza a salir el aire entrecortado.

Te pellizco el pezón izquierdo hasta sobrepasar la línea entre el placer y el dolor, pero está tan cerca de la línea que no quieres que pare. Tus braguitas están empapadas y entreabres las piernas, inconscientemente, abandonándote a la lujuria. Te aparto la tela mojada y, con un dedo lubricado por tu flujo, te estimulo el clítoris, provocando una mezcla de dolor y placer. Mi respiración topa con tu oreja, oigo tus jadeos, y mientras tu vagina sigue lubricando, mojo otros dos dedos y juego con tu ano, con los cachetes aprisionando mis dedos juguetones, que poco a poco se van introduciendo en tu cálido interior mientras llega el primer orgasmo.