¿Lujuria?

¿Qué es la lujuria? ¿Es lo que salía esa noche desde dentro de ella? El deseo irrefrenable de ser poseída.

¿ Lujuria ?

¿Qué es la lujuria? ¿Es lo que salía esa noche desde dentro de ella? El deseo irrefrenable de ser poseída.

Que decenas de manos magreen su desnudo cuerpo mientras ella se contorsiona de placer. La ebullición de su sexo lubricado al máximo. Arrancarse el útero con sus manos y ofrecerlo con fruición.

Aquella noche le daba lo mismo. Ella lo había imaginado. Pensaba que podía ser así. Aquella macro discoteca ibicenca, era el punto de encuentro de miles de deseos, únicamente había que esperar a que llegara el suyo. Rodeada de gente bailaba sudorosa las últimas mezclas de los Dj's, atronaba en su cerebro todo el teclado y subliminalmente la robotizaba para que bailara sin descanso frenéticamente.

Los gigolos, adonises en sus pedestales animaban con sus posiciones a caldear aún más el ambiente olvidando los prejuicios. Aprisionada por otros cuerpos notó una mano recorrer su nalga por encima del vuelo de su vaporoso vestido. Así otra ola de calor recorrió su pecho pero no se giró para conocer la atrevida mano. De incógnito la mano recorrió una y otra vez el culo, subiendo para agarrar su cadera y obligarla a moverla al balanceo del brazo, mientras otra mano cómplice le asió con toda su grandeza la otra mitad de su trasero. El baile poco a poco se fue acoplando, sintiendo un cuerpo rozar su espalda, no le dio tregua arremetió contra él para sentir todo el tallo del chico por detrás.

Contorneo sucio, pecado con malicia, de manera que enseguida sintió la carne crecer y la mano aferrar uno de sus senos. La gente hipnotizada no reparaba por una escena de lascivia más, así que echando la cabeza hacia atrás comulgó con la lengua de ese desconocido, con el cuello totalmente estirado era succionada y su vagina se contraía levemente con pequeños y jugosos espasmos. Por su falda hurgaban los dedos de una mano impaciente, que retorcían el elástico de su braga, preparados para asaltar en cualquier momento el caluroso pubis.

Saltó aquel pedazo de tela y éstas cayeron a sus pies y las yemas pellizcaron sus abiertos labios que dejaron escapar unas gotas espesas que bajaron poco a poco por sus muslos. Media vuelta obligada por el deseo, sus manos buscaron ávidamente la cancela de su pene y liberado la buscó para penetrarla mientras era levantada con delicadeza. Se mordió los labios para no ensañarse con el cuello del que la alzaba, al sentir como su vagina calentaba aún más ese vástago que se movía en su interior al ritmo acid. Planeando por la amplia bóveda de la disco la luz estallo entre sus ojos y el temblor la hizo entrelazar más sus piernas en el torso del que en esos instantes descargaba su orgasmo. Dejó resbalar su cuerpo hasta hacer pié y abrazó su útero como recuerdo de aquel fogonazo.

Cuando levantó la cabeza ya no distinguió a nadie y acomodándose el vestido volvió a sumergirse como un derviche en la música, esperando a que el deseo le brotase de nuevo y otro desconocido la calme. ¿Es eso lujuria?

Selenet