Lujuria

Los caminos de los deseos inconfesados.

Eran dos, del bullicio ensordecedor del trafico, del griterío de la gente, de las músicas entremezcladas, nada se oía, solo sus miradas gritaban de deseo, solo su respiración resonaba en sus cuerpos enardecidos. Si algo se hubiera interpuesto entre ellos hubiera quedado atrapado en una corriente que lo hubiera arrastrado al mas profundo de los oscuros recovecos de sus alteradas mentes. Pero nada oso hacerlo, porque era demasiada poderosa la fuerza que emanaba su unión. Nadie se dio cuenta, nadie se percato que estaban desnudos, que sus cuerpos se estremecían de placer en silencio, que sus manos se devoraban con caricias interminables, sus labios se fundían en interminables besos de pasión que solo se paraban para que sus pechos pudieran recibir lo justo para seguir en tan ardua tarea. Pero nada es eterno, y sus miradas se apartaron un momento, el necesario para que el mundo invadiera su intimidad y los separara, se buscaron pero ya no se encontraron, a decir verdad si lo hicieron, pero solo encontraron la vergüenza de recordar lo vivido, un triste final que la mente humana sea mas propensa a la lógica que a la aventura. El arrastro a su esposa lánguidamente del brazo alejándola del lugar, ella busco la mano de su niño para seguir con su paseo, y desaparecieron en la marea incesante que les rodeaba. Ese momento solo quedo en ellos el dulce recuerdo del pecado que nunca cometieron, ¿o si?