Luisa sucumbe a su hijo gracias a Marta

Después de un tiempo de espera, Luisa sucumbe al deseo de poseer a su hijo, gracias a su amiga Marta.

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Era sábado por la mañana, todos se habían levantado. Enrique y Yolanda lo tenían todo preparado cuando llegó el coche que los recogía. Sobre las diez apareció Pili para recoger a Jesús e irse juntos a casa de María.

  • ¿Ese es el hijo de Luisa? - Preguntó Pili a su hermana cuando vio a Samuel pasar por el pasillo. - ¡Qué rico está!

  • ¡Calla pervertida! - Dijo Marta bromeando. - Y tú ¿Cómo estás?

  • ¡Bien, todo sigue adelante!

Se refería a su embarazo. Aún no le había llegado la regla y estaba feliz con su nueva situación. Pili se despidió de ellos y salio con su sobrino. Ahora estaban los tres solos, Luisa, Marta y Samuel. Él aún dormía en su habitación. Marta se acercó a su amiga.

  • ¿Quieres ver a tu hijo en acción? - Susurró al oído de Luisa que la miró con miedo pues no sabía hasta donde podía llegar la pervertida de Marta.

La cogió de la mano y la llevó hasta llegar a la puerta de la habitación de Samuel. Abrió la puerta y allí estaba medio tapado con una sábana.

  • ¡Tú mira desde aquí sin hacer ruido! - Le ordenó a Luisa que se quedó inmóvil mirando como su amiga entraba en la habitación.

Marta se arrodilló junto a la cama del muchacho y quitó la sábana que lo cubría. Estaba en calzoncillos y parecía que su polla estaba algo erecta. "¡Ahora te la voy a poner bien grande!" Pensó Marta mientras pasaba su mano suavemente por encima. Samuel se movió un poco pero siguió durmiendo. La prenda era tipo bóxer y la mano de la madura entró por un lado para alcanzar su deseo, lo movió y lo sacó fuera de la prenda.

Marta la acarició suavemente en una dulce paja que hacía que aquel miembro se pusiera poco a poco más duro, miró a su amiga para ver si disfrutaba. Luisa sentía como su coño se mojaba al ver la polla de su hijo en la mano de Marta que saco la lengua y la pasó por toda la polla para después volver a mirarla.

Samuel sentía algo raro y poco a poco fue saliendo de aquel sueño en el que su madre le estaba haciendo una paja. Era una gran sensación y parecía totalmente real. Abrió un poco los ojos y botó al ver como Marta se tragaba su polla y le hacía una mamada.

  • ¿Qué... qué haces? - Dijo él.

  • ¡Tranquilo cariño! - Marta habló dulcemente para tranquilizarlo. - ¡Tita Marta te va a hacer una buena mamada!

  • ¡Oooh, uum! ¡Qué bien lo haces Marta! - Dijo él con el recuerdo de su sueño aún fresco en su cabeza. - Sabes... oooh... estaba soñando... uuuh... que mi madre me hacía una... aaah, oooh... paja y eras tú quien... oooh... me la chupabas...

  • ¿Te pone caliente tu madre? - Preguntó Marta sacando un momento la polla de su boca y volviendo a su tarea.

  • La verdad... oooh... te lo digo a ti que... aaah... tengo confianza, es que más de una vez... buou...  me he masturbado pensando en las tetas de ella.

  • ¿Te gustaría que te hiciera una paja con sus redondas tetas? - Le preguntó mientras su mano agitaba la polla rápido.

  • Uf, uf... Creo que me correría al... uf, qué bueno, uf, uf... me correría como ahora tengo ganas de hacerlo. - La mano de Marta se movió más lentamente y miró a su amiga para que entrara.

Luisa se mojó aún más al oír a su hijo. Su corazón se aceleró. Se sentía mareada por la mezcla de deseo y de miedo en aquella situación. No sabía que hacer. Deseaba tener sexo con su hijo, le ponía tremendamente caliente ver su hermoso cuerpo allí en la cama, con la polla erecta. Entonces le invadió un sentimiento de celos al ver como su amiga volvía a tragarse la polla de su hijo. Samuel estaba tumbado con los ojos cerrados, disfrutando de la boca de su madura amante.

  • ¡Uuuf, cómo me gusta Marta! - Le decía Samuel sintiendo el calor que envolvía toda su polla. - ¡Creo, aaah, que el tiempo que estemos aquí lo pasaremos bien!

  • ¿Te gusta cariño? - Dijo Marta sin dejar de acariciar la polla.

  • ¡Siiiií, pero no dejes de mamarme, oooh, uuuuf, más! - Su polla se volvió a perder dentro de la boca. ¡Qué buena eres!

  • ¡Es que tienes una gran polla! - Le dijo Marta mientras él sentía un gran chupetón en la hinchada cabeza del pene. - ¡Voy a mamarte hasta que te corras!

Samuel se extrañó por un momento. ¿Cómo podía mamarlo y hablar a la vez? Abrió los ojos de golpe y no podía creer lo que estaba viendo. Su madre se tragaba su polla mientras Marta le acariciaba los huevos. En principio se asustó, pero ver con la pasión con la que su madre se tragaba su polla le empezó a excitar. No dijo nada, estuvo en silencio viendo como su madre lo mamaba con pasión.

Marta observaba la cara de aquel chaval que no podía creer que su madre le hiciera aquello. Miró a su amiga que no dejaba de moverse sobre el sexo de su hijo, en una enloquecida mamada fruto de la excitación que le producía tener sexo con su hijo. Ya hacia tiempo que no tenía una polla para ella, pero la de su hijo la enloquecía.

Samuel se recostó y se dejó hacer. Al momento se corría dentro de la boca de su madre sin darle tiempo a avisarla. Luisa tragó todo, sin quejarse, saboreando el semen de su hijo que inundó su boca. La polla salio de la boca y aún soltó un leve hilo de semen. Marta se apresuró a lamerlo para saborear a aquel joven. Luisa se puso en pie y sentía el sabor de su hijo. Empezó a darse cuenta de lo que había hecho y se estaba arrepintiendo. Sintió ganas de llorar y se giró rápidamente para salir de aquella habitación mientras su amiga seguía lamiendo la polla de él.

  • ¡No te vayas, mamá! - Dijo Samuel agarrándola por un brazo. - ¡Siempre soñé en tener sexo contigo y hoy se ha cumplido!

  • ¡No hijo, esto no puede ser! - Dijo Luisa con la voz rota para empezar a llorar. - ¡Soy tu madre y esto no está bien!

  • ¡Esto es sólo el principio! - Marta le habló al oído, colocándose detrás de ella y abrazándola por la cintura. - ¡Nunca conocerás más excitación y placer que la que te puede dar follar con tu propio hijo!

  • Mamá, si no quieres hacerlo no lo haremos, pero te deseo desde hace mucho tiempo. - Samuel se sentó en el filo de la cama, desnudo y abrazó a su madre por la cintura y colocó su cabeza sobre su pecho mostrando su profundo e incestuoso amor. - ¡Deseo amarte y darte todo lo que necesites!

  • ¡Pero hijo, yo!

  • ¡No luches contra lo que sientes! - Le susurró Marta al oído como si fuera el diablo que la tentaba. - ¡Abandónate al placer y a la lujuria! - Las manos de Marta empezaron a desabrochar la camisa de su amiga bajo la atenta mirada de Samuel. - ¡Será delicioso sentir las caricias de tu hijo en tu piel! ¡No luches! - Marta sacaba una de las tetas de su amiga del sujetador para que Samuel pudiera mamar a su madre como cuando era un bebé. - ¡Déjate hacer!

Luisa nunca había sentido lo que le produjo el tacto de los labios de su hijo sobre el pezón de su pecho. Sintió un calambre que le recorrió toda la espalda, era demasiado placer de golpe. Se sentía en un sueño, embriagada por la excitación y el placer que su joven hijo le provocaba. Su coño se inundó de flujos al momento, sus pezones se pusieron erectos y duros al menor contacto con su hijo. Su mente le repetía sin parar que corriera, que escapara de aquellos dos lujuriosos que querían que cometiera el peor de los actos que se pueden hacer en esta vida, follar con tu propio hijo.

Pero su cuerpo se preparaba para entregarse a ellos, su coño se mojaba cada vez más para que la polla de su hijo le entrara. Sus pezones erectos no querían que dejara de lamerlos, de mamarlos. Sus manos empezaron a acariciar a Samuel, aceptándolo en su seno. Una de las manos de él amasaba el seno que mamaba, mientras Marta liberaba el otro pecho; él cambió de pecho para lamer la otra teta. Ahora cada mano de su hijo acariciaba lujuriosamente sus tetas y ella gozaba con aquello. Su resistencia iba desapareciendo.

  • ¡Mamá, tus tetas me vuelven loco! - Dijo Samuel lamiéndolas desesperadamente. - ¡Siempre he soñado con ellas!

Cada caricia y cada comentario de su hijo encendían más a Luisa. Marta se arrodilló detrás de ella y levantó su falda. Le bajó las bragas y se las quitó.

  • ¡Ahí tienes el sexo de tu madre! - Le dijo Marta a Samuel que dejó de mamar sus tetas para mirarlo.

Delante de él tenía un triángulo de pelos rizados que ocultaban la entrada al placer de su madre. Bajó una mano y lo acarició. A Luisa la invadió una sensación de embriaguez y aquello la decidió a tener sexo con su hijo. Los dedos de él intentaban entrar en su entrada. Luisa abrió un poco sus piernas y Samuel sintió lo mojada que estaba.

  • ¡Ven aquí mamá! - La hizo sentarse en la cama. - Túmbate y abre bien las piernas que te voy a llevar al cielo.

Luisa obedeció y se dejó llevar. Entonces sintió como los dedos de su hijo le separaban los labios de su coño. Al momento sintió el calido aliento de su hijo y su lengua que empezó a lamerla. Ella gimoteaba al sentir a su hijo y su coño lanzaba más y más flujos mostrando que estaba dispuesta a ser penetrada por su hermosa y joven polla.

No sabía lo que su hijo le hacia en su sexo, lo único de lo que era consciente era del tremendo placer que estaba sintiendo con la lengua de su hijo. Y no tardó mucho en mostrárselo a su hijo, dando gemidos y chillidos de placer al sentir su primer orgasmo, retorciéndose mientras Samuel no dejaba de lamerla.

  • ¡No puedo más! - Empezó a hablar presa de la lujuria. - ¡Fóllame! ¡Clávame tu polla hasta el fondo y fóllame!

Él se levantó mirando como brillaba el coño de su madre por los flujos que no paraban de salir. La tenía allí delante, como siempre la había deseado, abierta de piernas, con sus redondas y grandes tetas expuestas para que él las chupara y las acariciara. Marta agarró la erecta polla de Samuel y la dirigió hasta la entrada de la húmeda vagina de su madre. Él agarró las piernas y tiró para colocar su coño en el filo de la cama y poder penetrarla por completo.

Luisa abrió los ojos. Podía ver a su amiga que ayudaba a su hijo. Samuel estaba delante de ella, agarrándola por los muslos. Sus piernas estaban apoyadas en los robustos hombros de su hijo y su coño estaba totalmente expuesto y esperándolo a él. Se sintió sucia por lo que iba a hacer, pero la excitación y la lujuria eran más fuertes que su deseo de acabar con aquello.

Sintió como Marta pasaba el glande de su hijo por toda su caliente raja y después lo paró en la húmeda entrada de su vagina. Empezó a sentir como su coño se llenaba con la polla de su hijo. Madre e hijo no dejaban de mirarse a los ojos disfrutando de su incestuoso sexo. Samuel no podía creer lo excitante que era follar con su madre. Sentía como su polla se hundía dentro del caliente coño y le daba las mejores sensaciones que nunca había sentido.

Luisa sentía las embestidas de su hijo. Ni siquiera era consciente que allí estaba su amiga Marta que se masturbaba junto a ellos viéndolos follar. Para ella solamente existía en aquel momento su hijo y la polla que le entraba y la hacía gozar. No decían nada, ninguno de los dos, se limitaban a mirarse, gemir y darse todo el placer posible.

Pero todo tiene un final. Luisa fue la primera que empezó a sentir el orgasmo. Gemía y se retorcía al sentirse llena de placer con las penetraciones de su hijo. Samuel se sintió más excitado que nunca al ver como su madre se corría mientras la follaba y aceleró las penetraciones para darle más placer y buscar el suyo propio. La penetraba con todas sus fuerzas viendo como se retorcía de placer en la cama cuando empezó a sentir que su polla quería lanzar su semen y llenar por completo el coño de su madre.

  • ¡No puedo más! - Dijo Samuel y clavo su polla hasta el fondo para lanzar su carga lo más adentro de ella posible.

Los dos gemían y gozaban. Él al sentir el caliente coño de su madre en el que dejaba todo su semen. Ella al sentir los golpes de semen en lo más profundo de su vagina. Los gemidos de los dos volvieron loca a Marta que se corría junto a ellos al verlos tener aquel tremendo orgasmo. Samuel apenas tenía fuerzas cuando su polla salio de su madre. De la raja de ella empezó a salir el blanquecino semen que la llenaba por completo. Él se sentó en la otra cama y descansó. Ella buscó una postura cómoda en aquella cama y descansaron.

  • ¡Ha nacido un verdadero amor de madre e hijo! - Dijo Marta viéndolos descansar a los dos. - ¡Pero esto es sólo el principio!