Luisa, la amiga de mi madre (3)

Luisa cumplió como terapeuta, como mujer y como amiga, pero un clavo quita otro clavo.

Carlos llegó a casa, satisfecho, eufórico y bienfollado,  pero había algo que le remordia la conciencia, como si no hubiera estado bien lo que había pasado.

Luisa era una mujer casada, íntima amiga de su madre, de una familia muy respetable y se la había follado aquella misma tarde. Por otro lado había perdido la virginidad y era como una liberación, ese corsé qué día tras día le oprimía más. Las bromas de los colegas, las risitas por debajo de la barbilla de las compañeras de clase  cuando alguien hacia un comentario sobre su virginidad o lo que era peor las insinuaciones  bromistas como si fuera gay.

Pero su mayor satisfacción es haber cumplido su mayor sueño, follar con Luisa, la musa de todas sus pajas.

Lo cierto es que no me atraía ninguna chica de mi edad, cuando empezamos a tontear con las niñas de clase, íbamos al cine a besarlas y meterlas mano, me sentí atraído en un principio pero luego deje de ir no me excitaba aquello como a mis amigos.

Después de aquello llegue a pensar si sería gay, pero me di cuenta de lo que a mí más me ponía eran las maduras y volví a mis musas más clásicas, con las que iba alternando las pajas, Luisa y mi madre.

Aquella misma noche, le dije a mi madre que no cenaria  y que me iba a estudiar a mí habitación.

Serían las once cuando me llamo Luisa por teléfono, me dijo que su marido no estaba en casa y quería hablar conmigo, preguntándome si yo podía hablar tranquilamente.

Hablamos durante mucho rato, me dijo que no la interrumpiera, puse el manos libres y me tumbe en la cama cerrando la puerta con llave.

Me dijo que había tenido el mejor orgasmo de su vida y que tenía más ganas de pedirme si quería ser su amante, pero lo que en realidad quería pedirme, era que no podía volver a suceder y que debía

entender su

posicion.

Me quedé helado, estába tumbado en la cama y mientras iba hablándome yo me iba tocando con la mano metida dentro del boxer y se paralizó mi mano, no dije nada, no por que no quisiera, sino porque no podía articular palabra.

Por fin pude hablar diciéndole que yo estaba enamorado de ella desde hacía mucho tiempo, me gustaba como mujer y que había sido un placer que ella hubiera sido la primera mujer con quién había tenido sexo.

Pero que lo comprendía, sabía la vinculación de ella y mi madre y se que era una utopía mantener una relación con ella.

Me explico también que le había comentado a mi madre la terapia que estaba haciendo conmigo y que ella estaba al corriente.

Me incorpore como un resorte en la cama

  • Como?, Le has dicho lo que hemos hecho hoy en el cine?

  • No por supuesto que no, pero debo contárselo.

  • Ni lo hagas me moriré de vergüenza.

  • No te preocupes buscaré el momento menos traumático, para mí tampoco es fácil.

  • Bueno, si tienes que hacerlo hazlo, pero la bronca será monumental.

  • Tu Carlos no tienes ninguna culpa, la culpa es mía, yo soy tu terapeuta y la responsabilidad era mía, incluso creo que involuntariamente yo provoque la situación, como mujer no me arrepiento de ello, pero profesionalmente es inadmisible.

Mañana hablaré con tu madre y le diré todo lo sucedido, le diré que no seguiré con la terapia y que le presentaré a otro profesional

Note que a ella se le escapaba la voz entre sollozos y terminamos la conversación apresuradamente, porque había empezado a llorar.

Al día siguiente baje pronto a desayunar, mi madre estaba en la cocina, me tomé solo un café con leche y le dije que no vendría a comer.

No fui a clase ni aparecí por la uni. Estuve paseando por El Retiro sin rumbo fijo, pensando en que haría a partir de ahora y sobre todo que diría en casa.

Ya era viernes y mi padre se iba mañana a Buenos Aires, abrían una sucursal del bufete allá y estaría un par de semanas fuera.

Al llegar a casa me di cuenta de que se me había olvidado por completo la cena familiar que teníamos en casa  con mis abuelos paternos y mis tíos, la hermana de mi padre , su marido y su hija Laura que tenía  la misma edad que mi hermana. La cena era como despedida a mi padre, por el viaje que emprendería el próximo domingo.

La cena trascurrió normalmente y mi madre me miraba, aunque no se veía en su rostro ninguna sombra de enfado, pensé que sería por la animada cena que estaba transcurriendo entre risas y brindis y todo el mundo parecía encantado, todos salvo mi padre, parecía como si al que se lo hubieran contado había sido a el, pero no era posible, Luisa no se habría atrevido a contárselo a mi padre y mucho menos sin habérselo contado antes a mi madre.

La cena termino no demasiado tarde, mi padre tenía que viajar y jet lag no lo llevaba bien, prefirió ir descansado.

Al día siguiente baje pronto a desayunar, mi madre enseguida me dijo que teníamos que hablar y que podíamos quedar al mediodía para hacerlo en casa comiendo y hablando tranquilamente, mi hermana pasaría el fin de semana con mis tíos y nuestra prima Olga, así que estaríamos todo el fin de semana solos.

Quedamos a las 2 del mediodía?  me dijo ella y yo asentí con la cabeza y salí lo más deprisa que pude de la cocina. Cogí la bolsa de tenis y me fui hacia el club, donde había quedado con Raúl, para jugar un partido.

Al salir de casa pensé en que mi madre no estaba enfadada y pensé en que tal vez Luisa habría edulcorado el asunto, cosa que estuve dándole vueltas toda la mañana.

A las 2 en punto como un reloj suizo llegue a casa, mi madre me indico que dejara la ropa de deporte en el cesto de la ropa sucia y así lo hice, al abrir la tapa vi que encima de todo había un conjunto de lencería negro de mi madre, con una marcha de flujo bastante generosa en la zona de la entrepierna, parecía como si se las acabará de quitar, quedándome con la duda de donde habría estado por la mañana.

A las 2:30 nos sentamos a comer y estuve esperando a ver por dónde abordaba el tema, pero mi madre no lo saco mientras comimos. Yo por mi parte le pregunté donde había estado toda la mañana y me dijo que fue al aeropuerto a acompañar a mi padre y que hacía poco que había llegado a casa.

La comida trascurrió en un ambiente cordial y relajado tal como era mi madre.

Al finalizar la comida ayude a mi madre a recoger la mesa y como la chica de servicio hacia fiesta los fines de semana, la ayude a lavar los platos y nos pusimos juntos delante de la fregadera, ella enjabonaba y yo aclaraba. Al finalizar me dio las gracias, me dio un beso y me dijo vamos a descansar un rato nos lo hemos ganado. Al sentarnos nos dimos cuenta de que los dos nos habíamos mojado y decidimos cambiarnos de ropa, mientras subíamos a las habitaciones, me dijo que ella no tenía que salir y que para cenar pediríamos un globo, por lo que decidió ponerse el pijama y yo hice lo mismo.

Me puse un pijama de pantalon corto de punto muy fino y baje al salón dispuesto a ver una peli y dormir una mini siesta en el sofá llegue y me tumbe en el sofá que estaba perpendicular a la pantalla, dejando a mí madre el mejor situado y frente al televisor.

Mi madre se puso un camisón corto y semitransparente de color carne, al pasar por delante de mí y frente a la luz que entraba de la terraza, se le adivinaba su cuerpo desnudo.

Se sentó en el sofá y la pregunté qué película quería ver y sin mirarme a la cara me dijo que prefería hablar conmigo.

  • De acuerdo hablemos.

  • Sabes que lo sé todo, verdad?

  • Si Luisa me dijo que te lo diría todo.

  • Y qué piensas hacer?

  • Nada, en parte me ha servido para saber lo que quiero y lo que no.

  • No me dirás qué vas a seguir haciendo lo mismo?

  • No se lo que voy a hacer, pero es seguro que no me atraen las chicas de mi edad y también que no soy gay. Ella que te ha contado?

  • Todo, desde que te masturbas pensando en ella y que también lo haces pensando en mí y que hueles mis bragas y me espías cuando me baño. También me explico lo del cine, pero me dijo que ella se hacía responsable de todo lo que había pasado allí, dijo que ella se calentó y te sedujo y que tú con las hormonas revolucionadas no pudiste evitar lo que tenía que pasar.

Es cierto todo lo que te dijo, hace años que te espió que huelo tus bragas que reviso tu lencería y se la ropa interior que llevas, incluso hasta cuándo te viene la regla, te espiaba cuando lo hacías con papá y tengo grabaciones de vídeo en mi ordenador, tengo una verdadera obsesión por ti, pero no es algo enfermizo, nunca te haría daño, todo lo contrario.

  • Y ahora ya no nos espías a tu padre y a mí?

  • No, hace tiempo que no hacéis nada y por eso no os espio

  • Y a tu hermana no la espías?

  • No, es mi hermana y aunque alguno de mis amigos dice que está muy buena, nunca he revisado su ropa sucia o la he espiado en el baño.

  • Y a Luisa?

A Luisa si la he espiado y como ella te dijo, hemos tenido sexo en el cine, pero desde aquel mismo día en que me plantee que pasaría a partir de ese momento, perdí las ganas de sexo con ella y lo que sentía por ella deje de sentirlo y creo que es una buena terapeuta, ella me habló de esa posibilidad y tenía toda la razón. He borrado todos los videos y fotos que guardaba en mi ordenador y solo tengo de ella dos fotos en que estamos los tres en la playa cuando era niño.

Mi madre se dio cuenta que Luisa había resuelto el problema y ya le había dicho como tenía que resolver ahora el suyo,  pero ella todavía no estaba convencida del todo, aunque todo apuntaba hacia la mejor solución.

Note como los pezones de mi madre empezaban a erizarse y se quedó pensativa, se levantó del sofá varias veces y se paseaba ante mi caminando pensativa, delante de la pantalla del televisor.

Me estaba excitsndo el camisón cada vez más transparente y el pecho cada vez más turgente, hicieron que mi miembro reaccionará y el bulto apareció marcado en el pantalón del pijama y al ser de punto de algodón parecía mucho más de lo que en realidad era.

Mi madre se dio cuenta de ello y empezó a ponerse caliente, tenía la solución para bajar aquel bulto y erradicar el problema definitivamente, tal y como había hecho Luisa.

Hacia más de seis meses que no había tenido sexo y lo que no la había dicho es que sabía que se masturbaba aquellas noches desde que Luisa le había planteado la solución al problema.

Aquella noche estarían solos, tenían todo el fin de semana, tenía que hacer algo y ese algo tenía que hacerse ya.

Mi madre por fin se echó en el sofá y cerró los ojos, los pezones seguían erectos, sus piernas totalmente desnudas se extendían a lo largo del sofá, el camisón a penas tapaba nada y ante cualquier movimiento vería su sexo y yo permanecía espectantes y en espera de acontecimientos exactamente como también lo estaba ella.

Ella empezó a mover sus piernas y en uno de los movimientos dejo su sexo perfectamente depilado al alcance de mi vista a tan solo un metro y medio de mi cara, apoyada en el brazo del sofá contiguo.

En ese momento mi polla dio un respingo y se puso dura como una piedra, intenté apaciguarla, pero fue imposible y por fin me decidí, metí la mano en mi pantalón y empecé a tocarla y vi como mi madre no perdía detalle mirándola de reojo, notaba que ella se estaba excitando solo de verme, saque mi polla prisionera del pantalón y emergió como el mastil de un velero con su cabecita rosada y brillante y aquel tronco plagado de venas más oscuras, mi mano subía y bajaba por aquel tronco erecto y empezaba a sonar el sonido de los fluidos con mi piel escapando un sonido parecido a un chapoteo. En ese momento mire a mi madre y ella estaba acariciando su vulva que estaba ya mojada y con sus dedos índice y medio daba movimientos circulares a su clítoris el cual empezada también a chapotear.

Sin darme cuenta se levantó del sofá y se acercó a mí,  se sentó a mi lado y cogió mi polla y con suma maestría empezó a masturbarme, solo me miraba y no decía nada yo acariciaba la cara interna se sus muslos y mi mano sentía más calor calor cuando me acercaba a su ingle, mi polla estaba a punto de estallar y mi madre quiso que así fuera y con toda la delicadeza empezó a darme besos en el glande, cada vez más mojado y de besos paso a lamerlo, lo cogió entre sus labios lo succiono suavemente hasta meterlo casi todo dentro de su boca haciendo que mi polla entrara y saliera empapada de su saliva, ella se dejó llevar por la excitación y yo empecé a masturbarle el clítoris y mis dedos justo en el umbral de su vagina hacían movimientos circulares y ella se retorcía de placer, mientras engullía mi polla que tenía agarrada con una mano mientras sus labios subían y bajaban succionando aquel garrote tieso y erguido.

Note como estaba a punto de correrme y acelere el ritmo de la masturbación tenía todo el coño empapado y abierto, metí un tercer dedo dentro y le busque el punto g y note como se retorcía de placer cuando lo presionaba y ella  aceleró también el ritmo de su mamada, no pude más y le dije ...me corro me corro......no la saco de su boca y tras varias descargas no dejó caer ni una gota de tragó toda la corrida al tiempo que note que mi mano estaba totalmente encharcada, nos quedamos quietos los dos y si cabo de no se cuánto me dio un beso en los labios en que me dejó sabor a mi propio semen, me dio las gracias y me dijo que se iba a duchar.

Al oír el sonido de la ducha me levanté y fui a su habitación, el camisón estaba en el suelo y la puerta del baño entreabierta y a ella se le veía su silueta a través de la mampara, me senté en la cama mirándola, ella sabía que estaba allí y note como volvía a excitarme y ella se enjabonaba sus tetas y su sexo y al frotarlo cada vez había más espuma, no pude evitar las ganas de hacerme otra paja pero me resistía, me levanté de la cama y salí de la habitación, me metí en el baño y me di una ducha de agua fría.

Al salir volvió a la habitación de mi madre, estaba tendida sobre la cama con un albornoz blanco que a penas tapaba su cuerpo, su sexo al aire y sus labios cerrados, ella estaba medio dormida y no pude reprimir las ganas de besarle su sexo del que emanaba un agradable olor a limpio. Puse mi cara a escasos centímetros de la suya, observándola detenidamente, ella al sentir mi mirada abrió los ojos y sin decirme nada, me regaló una sonrisa y yo un beso en los labios.

A las nueve en punto, sonó el timbre de la puerta, era la cena que habíamos encargado al japo que estaba cerca de casa, prepare la mesa y nos dispusimos a cenar, mientras cenamos ella saco la conversación, de lo que había pasado esta tarde.

Yo ya asumí que había sido un desliz y sabía que podía volver a pasar, aunque mi madre parecía que no estaba muy de acuerdo con ello, aunque por su educación y por ser un incesto manifiesto mostraba sus reticencias, aunque mostraba cierta excitación mientras hablaba.

Yo estaba hecho un lío y no sabía si me estaba diciendo no o aquello era un si. Sin darle más vueltas fui directo y le hice la siguiente pregunta:

  • Me estás diciendo que lo que ha ocurrido está tarde no volverá a ocurrir?

  • Te seré muy sincera Carlos, como madre no puedo permitir que vuelva a pasar y debes comprenderlo....Pero como mujer, me excitas como una perra y más que tú amante me gustaría ser tu puta y que me follaras cuántas veces quieras.

Me levanté de la silla y me puse a su lado la cogí la cara con mis manos y la bese en la boca, tras el beso me quedé allí, de pie, a su lado y mi erección era tan grande y tan cerca de su cara que me bajo el pantalón agarro mi polla y se la metió de golpe en su boca, haciéndome una mamada descomunal y yo empecé a tocarle las tetas, en ese momento paro de chuparme la polla, se levantó, me cogió de la mano y nos fuimos a su habitación, los dos de pie, desnudos, frente a su cama, nos abrazamos y tocamos con lujuria, nos besamos, y tras ese beso me miró y me tumbo encima de la cama, ella no me hizo ninguna caricia, ni besos, ni más preliminares, sin más dilación me cogió la polla, se colocó de rodillas ante mi, una pierna a cada lado de mi cuerpo y paso mi glande excitado, baboso y amoratado por su muy mojada vulva pasando desde el perineo hasta el clítoris, en cada pasada estaba todo más mojado y el glande se sumergía dentro de aquel surco caliente, ella gemía con el solo roce y yo no podía moverme estaba preso de la excitación de mi madre y que los dos habíamos convertido en frenesí.

Por fin dejó caer el peso de su cuerpo y se la clavo hasta el fondo, un gemido profundo y seco sonó en toda la habitación seguidos de otros más tenues, pero esta vez seguidos y acompasados por el vaiven de sus caderas, que cada vez aumentaban el ritmo y no tardaría en correrme, yo la cogía con mis manos por el culo a la vez que yo levantaba en mío para que sintiera todavía más mi polla y ella gritaba ya como una loca y yo no aguantaba más y la previne de que iba a sacarla para correrme fuera, indicándome que " ni hablar" llevo el DIU puesto y quiero sentir tu leche dentro de mí y me indico que siguiera follandola como si fuera un cabron, yo correspondi a su lenguaje sucio que parecía excitarnos a los dos y le dije

  • puta, voy a correrme dentro de ti

ella grito:

  • Dame más, dame más cabron.

Y sentí como me corría..

Mientras ella susurrando me decía ....que leche más calentita me ha dado mi niño.

Exhaustos los dos nos quedamos dormidos encima de la cama.....

Fue una noche larga muy larga, como también lo fue aquel fin de semana.