Luis, Jacobo y un verano 19 Y más

-¿Puedes creer que son hermanos? Se la tira y le pide que se meta por el culo ese aparato, eso es un vicio. –sacó su mano y se olió.

La marcha de Julio dejó una enorme soledad en mi casa, antes no lo notaba, solo ahora cuando volvíamos a estar los cuatro solos. Mis padres, Carmen y yo. Estábamos libres de deberes escolares, lo habíamos aprobado todo y volvía a frecuentar la casa de mis primos. Teníamos tiempo para jugar, salir de compras, ahora mamá se ocupaba de mi, de comprarme ropa y caprichos, sin olvidarse de adquirir los mismo o parecido para cuando Julio volviera.

Estaba asomado a la ventana después de volver de comprar, mamá me había hecho volver a probarme la ropa y me encontraba cansado y algo sudoroso, la calefacción estaba muy alta, leí en el termómetro del salón 23º. Me disponía a pasar a la casa de mis primos y vi traspasar la puerta de acceso al jardín a Felipe.

Su amanerado andar le delataba, imaginé su cuerpo vestido como a Julio le gusta verme, fingiendo ser una dulce niña. A Felipe no le resultaría difícil, ya lo era sin proponérselo. Jacobo había estado con nuestras madres y conmigo de compras y habíamos comido fuera de casa.

-Tengo una sorpresa que contarte, pero es mejor que la oigas de Felipe que es el que lo sabe mejor.  –y no pude sacarle una palabra más.

Ahora que lo miraba desde la altura que le hacía más pequeño, no podía imaginar lo que la tarde nos reservaba, cuál sería el secreto que Jacobo guardaba tan celosamente.

La curiosidad me picaba y salí al jardín después de decirle a Carmen donde estaría y que le dijera a mamá. No quise llamar y darles una sorpresa, pero no esperaba encontrar en la cocina a la tía preparando unos emparedados de jamón de york con mantequilla.

-Ya estás aquí, sube la bandeja para todos y merendáis.  –había ocho emparedados y cuatro vasos de leche, de por lo menos medio litro cada uno. Subí las escaleras despacio para que no se me cayera la leche que temblaba peligrosamente.

En la habitación de Jacobo estaba este con Felipe, viendo la pantalla del ordenador y miraron a la puerta al sentirme entrar, no hablaron y salude a Felipe con un gesto, dejé seis emparedados y tres vasos de leche sobre su escritorio y fui a la habitación de mi primo Bruno.

Mi primo, igual que ellos miraba el ordenador, en su caso tenía la mano metida por la cintura de su pantalón e imaginé lo que pasaba, la pantalla reproducía un video porno de dibujos animados, una chica se metía un vibrador por el culo mientras el chico follaba su coño.

Bruno me miró y sonreía travieso.

-¿Puedes creer que son hermanos? Se la tira y le pide que se meta por el culo ese aparato, eso es un vicio. –sacó su mano y se olió.

-Me voy a lavar, no voy a comer con el sabor de mi polla en la mano.  –me hizo reír cuando pasó a mi lado y me sujetó para que la oliera, de verdad que olía a él, pero a mí no me hubiera importado comer con ese olor tan rico que mi primo despedía.

-¿Has venido a estar con esos? Yo voy a merendar y esperar la llamada de Vero para ir a recogerla. –salió al pasillo directo hacia el baño y volví a la habitación de Jacobo, habían terminado de comer pero el vaso de leche continuaba sin tocar.

La curiosidad me mataba pero era mejor no preguntar y esperar que alguno comenzara, estaban buscando palabras en internet, insultos que repetían lanzándose ellos mismos con todas sus acepciones entre risas. Me puse a comer y a beber mi vaso de leche, a mi me gustaba, la una y la otra.

No dejaban de reír exagerando la entonación al decir las palabrotas que encontraban, como niños descubriendo lo que ya sabíamos, lo hacían para divertirse y reír a lo tonto. Sin dejar de mirar la pantalla Jacobo le habló a Felipe, creo que no le había dicho que yo esperaba la confidencia directamente contada por él y puso cara de sorpresa.

-Cuéntale a Luis lo de León. –recreé a León en mi cabeza, estaba este año en la clase de Felipe y mía y otros años ya nos habíamos encontrado, nos sacaba siete centímetros de altura como mínimo, mucho más fuerte, como un torete que presumía de su fuerza ante las chicas, mostrando sus robustos brazos y exagerando su apariencia de chico malo, yo estaba seguro de que él no era como quería aparentar, siempre que habíamos estado solos se cortaba para hablarme.

Felipe me miró temeroso sin hablar.

-Venga hombre, Luis no va a hablar para nada de lo que cuentes, yo le decía que no con la cabeza, quería saber de una vez lo que pasaba.

-El otro día vi como se la metían por el culo.  –lo dijo de un tirón como si se confesara de un pecado muy gordo, Jacobo comprimía los labios para no soltar la carcajada y yo esperaba ansioso a que siguiera.

-Va Felipe, le tienes en ascuas, sigue.  –lo que venía debía ser más gordo y ahora creo que Felipe se recreaba en lo que sabía.

-Tenía que entregar un trabajo, ese que no sabíamos hallar la solución hasta que Julio te lo dijo.  –pensé en ese trabajo que tan mal habíamos enfocado y del que dependía nuestra nota final en química, en la sonrisa de superioridad de Paulino el profesor, cuando algunos le pedimos más tiempo para hacerlo, y no podía creer lo que ahora imaginaba y que Felipe leía en mi mente, brillantes sus ojos y haciendo que sí con la cabeza.

-¿Qué Paulino estaba follando a León?  -Felipe comenzó a reír al igual que Jacobo.

-Sí, sí, se lo estaba tirando y no sabes de qué forma, no entiendo como olvidaron poner el seguro a la puerta de su despacho. Lo tenía tumbado sobre la mesa, con el culo en el borde y las piernas en alto, le metía una tranca increíble, imposible de meter si León no tuviera el culo usado. Movía la mesa de los golpes que le daba con su cuerpo en el culo, se me cayeron los papeles del susto y fueron volando hasta los pies de Paulino.

-¿Entonces te vieron?  -no dejaba de reír y Felipe casi no podía hablar.

-Claro que me vieron, me asusté, pero ellos más.  –los dos chicos se lo pasaban genial y yo también imaginando a Paulino, tan varonil y por el que las profesoras perdían los ojos, y a León presumiendo de lo que no era, resultaba hilarante.

-Intentaban convencerme de que no había visto lo que terminaba de presenciar, se vistieron a toda prisa y yo me quedé para recoger mi trabajo esparcido por el suelo para entregárselo a Paulino.

-Me pidió que guardara el secreto y me recompensaría, pero Jacobo me lo sacó y ahora lo sabéis los dos, además de ellos y yo. –Felipe dejó de hablar al ver a mi primo como se sacaba la polla bajándose el pantalón, no la tenía dura del todo.

-¿Qué tal era el tamaño de sus verga? ¿Eran mayores que la mía?  -tiró su cadera hacia adelante para mostrarla todo lo que podía, pero la polla de mi primo no es una cosa del otro mundo en lo que a tamaño se refiere. Felipe la miró y se puso colorado, este chaval era propenso a que le salieran los colores.

-La del profesor era más grande, larga y gorda, la tenía toda afeitada, sin un pelo como sus gordos huevos, la de León no la pude ver muy bien.

-Si no la pudiste ver es porque será pequeña. -Jacobo no dejaba de reír a la vez que se masturbaba sin prisa, como si jugara con su verga escondiendo el glande y volviéndolo a sacar. Resultaba todo un poco surrealista e hiperbólico si no fuera por las alocadas risas.

-¿Qué hacen estos chiquillos pajeándose tan pronto?  -la voz de Bruno nos sorprendió, a Felipe lo espantó y puso cara de susto. Mi primo estaba en la puerta desde no sabíamos qué momento.

-Felipe dice que la polla de Paulino, el profesor de química, es más grande que la mía.  –Jacobo se dirigía a Bruno pero luego lo hizo para Felipe.

-Anda Felipe vuelve a contar lo que viste para que Bruno se entere. –creí que el pobre chico se  moriría del apuro en que Jacobo le metía.

-Todo quedará entre nosotros, nadie va a decir nada.  –le animaba Jacobo y Felipe comenzó a explicar lo que antes había dicho más o menos.

Las risas de Bruno se unieron a las nuestras, dejamos de reír algo nerviosos, ya cuando Jacobo se acercó a su hermano con su verga en la mano.

-Si la mía es más pequeña que la de Paulino, enséñale la tuya a ver lo que opina.  –Bruno no tuvo reparo en bajase los pantalones y quedar desnudo ante nosotros de medio cuerpo, con sus pantalones sobre sus tobillos y se los terminó de sacar pisándolos.

-¿Qué opinas ahora?, ¿la de Bruno es mayor o más pequeña?  -miré a Felipe, no apartaba la mirada de la verga de mi primo, y eso que la tenía encogida, bamboleando, columpiándose entre las fuertes piernas de Bruno, acompañada por sus grandes testículos como fondo. Jacobo no le dejó contestar y continuó.

-Está un poco floja aún, si la tocas cogerá fuerza y la verás como realmente es.  –Bruno se adelantó hasta donde se encontraban Felipe y Jacobo, se subió la camisa que llevaba exponiendo su perfecto abdomen a nuestros ojos. Jacobo extendió la mano y sujeto los huevos de su hermano.

-Venga agárrale la verga, no lo voy a hacer yo todo.  –soltó los testículos para coger la mano del muchacho y llevarla hasta la verga de su hermano. Por un momento creí, al ver la mirada aterrada de Felipe, que retiraría la mano, no fue así, la dejó un momento como suspendida en el aire y luego sujetó la polla de Bruno comenzando a moverla sin perder un detalle de lo que tenía delante. Jacobo había vuelo a ocuparse de acariciar los testículos de Bruno.

Con las caricias de ambos, la polla de Bruno comenzó a crecer deprisa, Felipe alucinaba viendo que no cabía en su mano, Bruno dio un paso más, su pene rozaba la barbilla de Felipe.

-Con los besos crece más, puedes besarla y lamela sí quieres.  –y a la vez que hablaba Bruno la movía para que llegara hasta los labios de Felipe, éste no se pudo resistir y empezó a besarle el pene, con besitos suaves en la punta, corrió el pellejo y cuando Jacobo le empujo de la nuca, empezó a meterla en su boca.

En ese momento Bruno giró la cabeza para mirarme y giñarme un ojo.  ¡Ahhh!, lo tenían todo planeado entre ellos, mis primos lo habían proyectado todo para que Felipe terminara mamándole la verga a Bruno como estaba haciendo, y Jacobo le había contado de antemano lo que había sucedido entre el profesor y León.

El caso era que Felipe tenía la mitad de polla de mi primo en la boca, que le gustaba y cerraba los ojos para concentrarse en ello y que Jacobo se esforzaba para irle quitando la ropa.

La situación me tenía obnubilado, obcecado ante el cuadro que se desarrollaba delante y muy, muy caliente, me bajé los pantalones para, igual que Jacobo, masturbarme la verga que estaba para explotar.

Con esfuerzo mi primo consiguió dejar desnudo a Felipe que se resistía a dejar la verga de Bruno. Ahora mi primo estaba sentado en la cama y Felipe de rodillas, adorándolo, yo también lo haría, mamaba sin parar su verga, acariciaba sus huevos con una mano y elevaba la mirada sumiso al señor que le dejaba probar tan sabroso manjar.

-Te gusta la verga de mi hermano…, lo sabía, chupa putita, chupa…  -Jacobo mientras le hablaba le besaba el respingón culo y le abría las nalgas, todo estaba predefinido, tenía a su lado un tubo de gel especial y además de besar su culito empezó a acariciar la entrada de su anito para relajarle, supe lo que le esperaba y mi primo no quería que Felipe lo pasara mal.

-Este culito se lo va a comer la verga de mi hermano, tan bonito y delicado se lo van a perforar con un buen rabo.  –le daba pequeños azotes que hacía temblar al chaval y salieran de su boca, llena de la verga de Bruno, quejiditos de placer.

-¿Te va putita?, ¿te gusta lo que los hermanitos te hacemos? –Felipe saco la polla para lamerla, desde los cojones que antes  metía uno a uno en su boca chupándolos lujurioso, también el rojizo vello de la base, y todo el talló hasta llegar a la punta y jugar con el prepucio mordiéndolo como si estuviera en éxtasis.

-¡Ummm! ¡Qué rico, que rico sabe! -y metía el gordo glande apresándolo con sus labios, chupando con fuerza mirando la cara de placer de Bruno que no podía evitar, apoyándose en la cama, elevar su cadera deseando penetrar la boca.

Miré a mi primo, tenía en tensión sus brazos para apoyarse y mover su cadera, la cabeza echada hacia atrás con los ojos cerrados, un poco rojo y su pelo alborotado, su pecho y abdomen se inflaba en un respirar agitado. Tuve que admitir, una vez más, que mi primo era bellísimo, tan viril y fuerte con sus cuadrados pectorales y marcado abdomen, bien dotado en todo, mis tíos había logrado un milagro, una máquina folladora que no pensaba donde metía la verga si eso le daba placer. Envidié no ser la boca de Felipe en ese momento y recibir su caliente carne.

Jacobo no cedía en su empeño de preparar el agujero de nuestro amigo y estaba empleando un montón de gel, logrando meter por su culo tres de sus dedos. Yo había dejado de masturbarme para no correrme y solo lamía el precum que recogían mis dedos de mi glande.

-Ya lo tienes preparado hermanito, ¡fóllale!  -sonó como una orden por su tono seco, Felipe soltó sin ganas la polla de Bruno y se enderezó, se sentía muy bien chupando el rico sabor mientras Jacobo le follaba con sus dedos.

Entonces Bruno hizo lo increíble, se portó como un caballero galante, abrazó a Felipe dejando su cara sobre su pecho, se inclinó y besando su boca preguntó:

-¿Tu lo quieres?  -creo que Felipe nunca se había encontrado en una situación semejante, tener a un macho como Bruno tratándole con esa tremenda consideración, aunque yo sabía que eso sucedía la primea vez, que luego le tomaría cuando le apeteciera, sin forzarle pero sin pedir permiso de tipo alguno, realmente tampoco hacía falta, una vez que te había follado por vez primera, deseabas que se repitiera.

Felipe le devolvió el beso con un poco de vergüenza, temiendo ser rechazado.

-Quiero que me la metas, tenerte dentro.  –iba a ponerse de pie y Bruno se lo impidió, fue él el que se levantó y llevó al chico hasta que colocó su pecho sobre la cama, luego se arrodilló detrás de él preparado para montarle desde atrás.

Tiró de sus caderas y le separó de la cama, Jacobo fue a gatas y se colocó debajo de la pollita de Felipe, elevándose sobre los codos y empezó a lamerle el pre semen que ya le escurría del glande.

Felipe iba a tener la suerte de recibir la mejor follada que hubiera recibido hasta ahora, y la atención de su polla por la boca de Jacobo, no podía quedarme quieto como simple espectador y me acerqué para hincarme en el suelo y empezar a acariciar la verga de mi primo pequeño.

No podía ver la monta que mi primo le hacía a Felipe pero sus murmullos y quejidos me lo decían todo.

-¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Wooou! ¡Houuu! -no dejaba de gemir y emitir sonidos ahogados, desconocía si por la chupada de pija o por la verga que entraba en su culo.

-Tranquilo, ya falta poco.  –podía oír la voz de Bruno, preocupado de que a Felipe le doliera lo que le estaba haciendo, pero yo creía que los sonidos no eran de dolor.

Jacobo lo estaba disfrutando, no hablaba, solo chupaba elevando su cabeza para comer toda la pollita de Felipe y elevaba el culo para follar mi golosa boca.

-Ya está, tienes toda mi verga en tu chulo chaval. –escuché el chasquido de un azote en el culo de Felipe.

-Sí, la siento, me gusta cómo me llena. ¡Wooou! ¡Ahhh! Qué placer, dame, dame.  –a Felipe se le había escapado toda su timidez y participaba de lo más activo en la monta a la que estaba siendo sometido. Dejé de mamar la verga de Jacobo para mirar a Bruno, primero como su verga entraba y salía del culo de Felipe estirándolo al límite, luego subí a su cara, estaba mirando como mamaba yo la polla a su hermano, me lanzo un beso y giñó su ojo cogiendo velocidad dándole por el culo al chico.

Deje de mirar para volver a lo mío, se me había acumulado el precum resbalando por mi mano que agarraba la verga de Jacobo, cuando abrió las piernas para tener más apoyo y elevar la cadera para follarme la boca empecé a acariciarle el culo y meterle la puntita del dedo. Me lo apresó con su anillo y su polla creció, Jacobo iba a regalarme su leche de un momento a otro.

Empuje mi dedo para que le entrara del todo y lo giré buscando su próstata, no sé si la encontré pero inmediatamente se contrajo y empezó a inundar mi boca con su semen caliente, riquísimo, tan suave y tibio, no terminé de lamerle hasta que no dejé ni una gota, pasando mis dedos por el conducto donde discurría el esperma para salir y que expulsara todo.

Levanté la cabeza, él no había abandonado la polla de Felipe a pesar de haberse corrido, y unos segundos después dejó que su cabeza cayera al suelo, siguió con su mano acariciando la verga y empezaron a caer goterones de esperma en su cara de la corrida de Felipe, los primeros con fuerza que parte cayó en el suelo, luego fueron gotas que se iban deslizando y recibía en su boca abierta, subió la cabeza y metió la polla en la boca para recibir lo último y se deslizó de debajo de Felipe.

Bruno sería el último en correrse, aguantaba para dar el mayor placer posible al chico, hasta que se clavó en su culo metiendo toda su verga, Felipe arqueó su espalda de la impresión al comenzar a recibir los golpes de leche de Bruno en su barriga. Apretaba como todo un toro para dejar dentro de él toda su carga de semen.

Sonreía, al pensar en que hacía poco tiempo Felipe no era del agrado de Bruno, ni mío, y los dos nos lo habíamos terminado por follar, y no sería la única vez, yo en más ocasiones que Bruno, en eso le gané.

La cara de Jacobo resultaba todo un poema con la leche de Felipe escurriendo por ella, la recogía con la mano y se la llevaba a la boca, y le ayudé a limpiarse lamiendo su cara.

Todos habíamos quedado satisfecho, todos no, yo no me había llegado a correr y me entretuve en lamer la verga de Bruno cuando la sacó del culo de Felipe, aún dura y envuelta en su leche y los jugos del culito del muchacho que, tumbado en el suelo, rendido al cansancio y el placer, no podía más y solo miraba.

-Te follaría ahora mismo primito, pero Verónica me espera y tengo que dejarla satisfecha, Jacobo y la nueva putita se encargarán de ti.  –me subió para que dejara su polla y me besó en la boca antes de salir para ir al baño a lavarse.

Habíamos quedado solos los tres y nos tendimos en la cama para descansar y reponernos.

-Te decía que te gustaría, no hay polla como la de Bruno aparte de la de Julio, no ha sido tan difícil.  –al parecer mi primo le había hablado de las bondades de la verga de Bruno, Felipe quería que le cogiera con ella pero no se atrevía. Ya no sabía si lo de Paulino y León era verdad o no.

-¿Lo del profe sucedió o no?  -Felipe se echó a reír.

-Es verdad, puedo jurar que lo vi.  –seguimos hablando un rato, y no me iban a dejar sin que yo recibiera mi recompensa.

Jacobo me dio una impresionante follada mientras Felipe chupaba mi polla y lamía mis huevos, y a pesar de que ellos se corrieron dos veces, no creo que disfrutaran más de lo que yo lo hice. Mi primo Jacobo confirmaba que una verga pequeña puede hacer que alcances las estrellas en el supremo placer de una follada bien hecha, y él sabe cómo manejarla y llegar a lugares que otros no tocan a pesar de tenerla más larga o gorda. También comprobé que no podemos hacernos juicio de valor de las personas sin conocerla, Felipe resultaba ser una putita entregada que regalaba placer con su roja boquita y labios rosas.

Continuará?