Luis, Jacobo y un verano 13

-Para, detente ya. –no me había dado cuenta pero Jacobo ya no estaba sobre su hermano, permanecía a mi lado mirando como comía la verga de Bruno y acariciaba a la vez sus bellos testículos con pelos de color naranja, ensortijados y fuertes.

Días más tarde hablaría con mi primo sobre nuestro encuentro con Eduardo, hasta ese momento lo había evitado para no remover sus sentimientos encontrados hacia los chicos maricas de cualquier tipo que, según él, eran unos cobardes para enfrentase a la vida.

Era miércoles y el viernes llegarían nuestros padres, teníamos ganas de verlos, de volver a encontrarnos con ellos. Bruno se había marchado con Rufo y Julio después de la comida y ya era hora de que volvieran.

-¿Puedo hacerte una pregunta?  -habíamos salido del agua en el que estábamos desde que bajamos de la casita donde solo fumamos un cigarro, hacía un calor endiablado y el aire tórrido quemaba las grandes hojas del magnolio.

-Dispara, pero que sea fácil y pueda contestarla.

-Sobre el otro día en el pueblo, quise ir para ver a Julio con la chica que parece querer y al final no pude verles por parte alguna… -me detuve para que me informara si sabía algo.

-No estuvieron con ella ni con sus amigas, sus planes pasaban por otra.  –ahora tenía que callar poniendo atención para que continuara, Jacobo resultaba increíble para enterarse de todo lo que sucedía.

-Estuvieron con una chica mayor…, y casada, follaron con ella los dos, su marido no debe atenderla bien, o la verga de Julio abre muchas puertas.  –sentí que mi herida se abría y la vez pena y empatía por la chica de la que Julio estaba enamorado.

Los hombres no piensan más que en meter su rabo en un agujero, el que sea, y dicen que los homosexuales somos más promiscuos, una mentira a todas luces. Dejé el tema que tanto me dañaba.

-¿Por qué te enfadaste con el pobre chico, Eduardo?  -Jacobo se volvió para mirarme.

-No es tan chico, es mayor que Julio y sabes que no soporto la cobardía en lo que al sexo se refiere. Si quiere algo con un marica que se decida y se arriesgue.  –mi primo resulta intransigente y no analiza la situación de cada uno, familiar y de la sociedad que te rodea.

-Para algunos es muy difícil, Eduardo como muchos, se encuentra en un entorno hostil  e intolerante con los diferentes. No es fácil primito, no todos tienes nuestra suerte.

-Pero tiene que correr algún riesgo, ¿qué va a hacer si no es lo que él quiere?, ¿seguir lo que el entorno le diga y no disfrutar de la vida?  -sonríe con tristeza.

-Además va a dejar de usar ese bulto que se le ve, tan apetitoso para cualquier culo.  –me sujeta del brazo y suelta una pícara risa.

-También tiene unos preciosos ojos, y es simpático, es una lástima no poder tener una amistad con él. Si tuviera el apoyo y ayuda que nos han dado a nosotros lo tendría más fácil.

Tener a tu familia detrás es tan importante…, es cierto que no contamos con nuestros abuelos, pero nos quieren, y a pesar de saber lo que somos, y no lo quieran hablar, nos aman a pesar de todo. Nuestros padres nos comprenden, están a nuestro lado deseando nuestra felicidad de donde venga y hasta Bruno, el chico de las mil novias, el heterosexual al que le van las tetas y los coños nos daría su ayuda.

Bruno, mi primo, que es tan diferente a nosotros, modelo de masculinidad, viril y fuerte hasta el pasado verano, en que me enamoré de Julio, había sido mi ideal de hombre, al que quería más que a Jacobo a pesar de que éste era el que siempre estaba junto a mí. A la vez de quererle me imponía, me sentía muy pequeño a su lado, aún sigue siendo así, pero nunca le he temido, más allá de las bromas propias de niños, nos ha protegido a los dos y antes de que comenzara a fijarse en las chicas estaba siempre a nuestro lado, compartiendo nuestros juegos aunque a veces no le gustaran.


Lo tenía ya olvidado, las palabras de Jacobo habían caído en el olvido, mi relación con mi primo Bruno no había cambiado, seguía tratándome igual a pesar de conocer lo que Jacobo y yo hacíamos y yo volvía a tratarle de igual manera después de la inicial vergüenza cuando al principio le miraba.

Nosotros seguíamos experimentando, disfrutando de nosotros siempre que podíamos, ya nos habíamos hecho de todo, nos encantaba y gozábamos de la sencilla sexualidad descubierta lentamente entre nosotros.

Se escuchaban los suspiraros que mi verga arrancaba de mi primo, estaba encima de él, follándolo como otras veces, haciendo descansos donde apoyaba mi pecho en el suyo y así alargar el coito mientras nos besábamos enteros, me gustaba mucho besar sus rojos labios y lamerle la lengua mientras descansábamos y así bajaba nuestra libido, creo que a él sentía lo mismo y podíamos pasar mucho tiempo con mi verga dentro de su culo, excitados lo suficiente con nuestros besos.

Algo hizo que girara mi cabeza, ¿un movimiento del aire?, ¿ver la mirada de Jacobo que cambiaba de expresión? Mi primo Bruno estaba dentro de la habitación de Jacobo mirando con cara de curioso lo que estábamos haciendo. Mi polla se encogió en un segundo y salía del culo de mi primo, debí poner cara de asustado por lo menos.

-Sigue, continúa primito, lo estabas haciendo muy bien.  –la voz de Bruno sonaba rara, profunda y arrastrada, como si saliera con dificultad de su boca.

Llevaba un pantalón corto y flojo de cintura elástica como única vestimenta, descalzo y con su poderoso pecho al aire, una mano en su cadera y la otra rascando su cogote, los ojos brillantes y el color rojo de su cara disimulaba las pecas. No es que me sintiera asustado, nunca lo estaría delante de mi primo, nos habíamos visto desnudos cientos de veces, pero nunca en esta situación, dando por el culo a su hermano.

Detrás de la holgada y fina tela de su pantalón se le notaba la verga, seguramente no llevaría otra prenda debajo.

-Ven Bruno, ven con nosotros a nuestro lado. – se pegó a mí para dejar lugar a su hermano, éste se acercó y se tendió en la cama cuan largo era y esperó la iniciativa de Jacobo.

-Por fin te has decidido, Luis está conforme como te dije. –Jacobo mientras hablaba se colocó de espaldas a mí, con su desnudo culo contra mi nalga, colocó su pierna sobre el abdomen de Bruno y refregó su pierna sobre el bulto de su verga.

Adelantó su cabeza y comenzaron a besarse, prácticamente estaba ya encima de Bruno, frotando su verga erecta sobre el pantalón de Bruno y llegando hasta la piel de su abdomen, se descabalgó y bajó su pantalón para que apareciera la turgente y morena verga de mi primo mayor.

Sin tocarla con la mano volvió a montarse y unieron sus bocas de nuevo, se dejaba resbalar por su vientre hasta poner en contacto la raja de sus nalgas con la polla del otro, ahora ya erecta y dura, grande como no recordaba haberla visto nunca.

Quería tocarla y aun no me atrevía, Bruno no me había dicho nada aparte de su inicial entrada, entendí que no quería forzarme de ningún modo, que fuera yo el que entrara en el juego, me deslicé hasta llegar con la mano y poderla tocar, echaba fuego además de precum que discurría por el fuste saliendo de su prepucio.

Mi pene había vuelto a ponerse duro, excitado de ver los dos cuerpos desnudos de mis primos rozándose para sentirse y ahora con su verga en mi mano, no sabía qué hacer y lo decidí cambiando de postura para llegar con mis labios y besar la punta sin descapullar de su verga, lamí su concentrada secreción después de olerla.

Jacobo se apartó un poco para dejarme lugar y que pudiera chupar metiendo la polla de su hermano en mi boca, la verga de Bruno no era como la mía o la de su hermano, era generosa en tamaño y grosor, unos diecinueve centímetros por cinco de circunferencia, una golosina para mi boca que abría ávida para meterla toda.

Estuve unos minutos chupando, besando y adorando aquel delicioso falo, el roce de carne caliente, vibrante que llenaba mi cavidad bucal como nunca, era una cosa deliciosa, sentir toda esa envergadura queriendo traspasar mi garganta.

-Para, detente ya.  –no me había dado cuenta pero Jacobo ya no estaba sobre su hermano, permanecía a mi lado mirando como comía la verga de Bruno y acariciaba a la vez sus bellos testículos con pelos de color naranja, ensortijados y fuertes.

-Déjale que ahora te la meta.  –sus palabras hicieron que el poco vello de mi cuerpo se erizara al pensar en aquel ariete entrando en mi culo, pensé que me iba a doler pero mi excitación me llevaba a dejar que la lujuria me poseyera y dominara, a desearlo aunque me rompiera en mil pedazos.

Jacobo comenzó a acariciar mi espalda llevando su mano a mi ano, me empujaba para llevar mi cabeza hasta la de Bruno, este me miraba excitado pero tranquilo, con una tierna sonrisa y mucho cariño en sus ojos, me incliné hasta que nuestros alientos chocaron, sacó la lengua para lamerme los labios y caí sobre ellos  con los míos.

El beso cogía intensidad, me aplastaba sobre él dándole mi lengua que Bruno chupaba y lamía con la suya dando vueltas, llenándome de sensaciones placenteras, aumentadas hasta el imposible por las lamidas que Jacobo daba en mi culo. Después de un rato donde a veces me sentía morir con lo que mis primos me hacían, Bruno levantó mi cabeza separando nuestras bocas.

-¿Quieres que te la meta?  -era tan tierno, tan dulce su tono.

-¡Sí! Si tú quieres.  –Bruno se colocó de rodillas, Jacobo ya había sacado sus dedos de mi ano pero seguía pasando las puntas de los dedos a su alrededor, lo sentía goloso, convulsos los anillos deseando ser estirados, dominados.

Con inmenso cuidado me colocó mirando hacia arriba y desde ese momento no perdió el contacto de nuestra mirada, quizá esperando que no huyera como liebre acorralada o comenzara a gritar pidiendo auxilio. Separo mis piernas y colocó una almohada bajo mis caderas para elevarme.

Sus brazos se apoyaban sobre el colchón a mis costados soportando su cuerpo, elevé la cabeza para ver al final de su cuerpo la inmensa y cimbreante verga que me iba a perforar el culo, cierta aprensión debí de expresar.

-¿Seguro que quieres?  -Bruno no me causaría daño ni queriendo, confié en él, sabía que debía hacerlo.

-Hazlo ya.  –sonreí en una extraña mueca queriendo animarle, transmitirle mi confianza ciega en él.

-Se inclinó para apoyar el codo de su brazo izquierdo sobre la cama, nuestros pechos se unieron pero él soportaba su peso, su mano derecha fue en busca de la verga y la llevó a apuntar en mi ano, yo abrazaba su cintura, sentí el palpitante glande empujando y apreté mis manos sobre su cintura para que avanzara.

Mi ano ya no era virgen, Jacobo me la había metido muchas veces y aunque la verga de Bruno era de otra escala, el camino estaba hecho, y mi primo había preparado muy bien mi culo para recibir la verga que ahora me iba invadiendo.

Sin dolor de ningún tipo, solo la molestia de sentir estirarse mi culo hasta el imposible, pero todo era muy suave, muy lento, a base de pequeños empujones de la cadera de Bruno y la fuerza que ejercían sus riñones hasta que besó mis ojos, luego mis labios abiertos, expulsando aire entre bufidos por los nervios.

-Ya está, toda dentro de ti, ahora tú te adaptas.  –abracé fuerte su espalda y luego su cuello para besarle entre jadeos. Le alejé un poco para mirarle.

-No me ha dolido nada, todo ha sido perfecto, te siento Bruno, la tienes muy gorda y larga.  –sonreía dichoso apretando mi culo poco a poco para que se fuera haciendo al invasor.

-Las siguientes veces no seré tan considerado, aprovéchate. –volví a mirarle, sonreía todo él también dichoso.

Lo que dijo en aquel momento se cumplió, nunca volvió a ser tan considerado y paciente, tan tierno como en esta ocasión primera.

Cuando creía que estaba preparado él lo notó sin que yo se lo dijera y empezó a follarme sacando poco la verga y luego se desató la locura, entraba con fuerza en mi culo mordiendo su labio inferior con fuerza. Jacobo, al que tenía olvidado viviendo mi momento se acercó para besarme mientras el mayor disfrutaba poseyéndome.

Ahora me la metía arrodillado, sujetando mis piernas con sus manos, apoyándose en ellas, como si estuviera esquiando y fueran los palos de esquiar y mi culo la nieve donde se enterraba sin parar y con fuerza.

Pasó una de mis piernas por delante de su pecho para follarme de costado, con mis piernas cerradas y juntas, sentía el roce su polla en mis muslos antes de que entrara en mi recto.

Bruno jadeaba, sudaba con la piel roja de su cara y de su pecho, sin sacar la polla de mi culo me colocó de rodillas, él detrás de mí, primero con mis piernas cerradas embistiendo sin compasión, después me las abrió para colocarse entre ellas y se dejó caer sobre mi espalda sudoroso, descansó recuperando la respiración, antes de comenzar a darme verga besó mi espalda en caricias tiernas pasando sus manos por mi cintura y caderas.

Luego colocó sus manos en mis hombros y comenzó a follarme de nuevo, tiraba de mis hombros doblando mi cintura, haciendo que mi culo se elevara ofrecido a sus deseos, aceleró el movimiento cuando sentí sus primeras contracciones. Jacobo también lo notó y comenzó a acariciar el glande de mi verga con su mano ensalivada.

Sentí un fuerte calambre en la columna que me cogió todo el cuerpo, desde el coxis hasta la cabeza y me arqueé empinando mi espalda, encogiendo el culo para eyacular sobre la cama. Jacobo no dejaba de sobar mi pene y no paraba de tirar esperma, una cantidad asombrosa que no creía tener.

Apreté mi ano y Bruno empezó a dejarme su carga de semen, a regar con su simiente mi vientre, la cópula había sido prolongada y mucho el esperma segregado en el proceso, me llenó con su leche tibia que notaba manar de la fuente de su glande.

Ahora Jacobo cabalgaba la verga de Bruno, después de descansar un tiempo y disfrutar el momento de relajación, después de que saliera de mí fui al baño de mis primos, tenía necesidad de vaciarme aunque hubiera preferido guardar lo que me había dejado muy adentro.

Cuando regresé a la habitación, después de lavarme bien, Jacobo estaba clavado en la verga de su hermano, montándole a caballo, dejando que Bruno descansara y haciendo él el trabajo.

Me detuve en medio de la habitación mirando el espectáculo soberbio que ofrecían, Uno tendido, en estado pasivo, con las piernas recogidas sirviendo de respaldo a Jacobo cuando se colocaba derecho. Apoyado sobre sus rodillas, elevando el cuerpo para dejarlo caer y recibir toda la inmensa verga en su ano.

Retorcía el cuerpo moviéndolo en círculos, a derecha e izquierda, metiendo y sacando la gran verga, con maestría, conociendo lo que hacía. Y tuve claro que ellos ya lo habían hecho, que no era su primera vez como había sido conmigo.

El aire de la habitación estaba impregnado de olores corporales, a sudor, a esperma a sexo. Me acerqué a ellos, no podía dejar de mirar la bamboleante polla de Jacobo, danzando con sus movimientos hasta que Bruno la agarró y comenzó a masturbarla, se perdía en su mano que la encerraba casi toda.

No cambiaron de postura, Jacobo seguía y seguía, ahora ayudado por Bruno que elevaba las caderas llevando su pelvis al encuentro del cuerpo del otro cuando caía. Escuchaba el chapoteo de los jugos de ambos sonar al golpear el culo de Jacobo la base del pene de su hermano.

Jacobo arqueó la espalda y se detuvo, ahora Bruno elevaba su cadera con rapidez enterrando su falo en el culo. Comenzó a eyacular sobre el pecho del tendido y cayó sobre él exhausto respirando con dificultad. Bruno continuó con varios golpes más hasta que elevó el culo entrando profundo y comenzando a contraerse dejando el resto de su leche, la que no me había dejado a mí, en el recto de su hermano.

Ese fue un punto de inflexión importante en nuestras relaciones, dejando de lado el que mis primos ya habían tenido relaciones con penetración, a partir de entonces Bruno se convertiría en nuestro hombre, nuestro macho que nos daría por el culo, no las veces que nosotros deseábamos, pero si cuando él lo quería o se lo pedíamos expresamente.

No por tener nuestro culo, o nuestras bocas, abandonó sus conquistas de mujeres, Bruno tenía para todos. Cuando no se podía Jacobo y yo nos consolábamos entre nosotros.

Continuamos con nuestra vida hasta que ese verano, por primera vez, vi a julio de forma distinta y me enamoré. Durante ese verano hicimos muchas cosas participando los cuatro pero Julio, el único culo al que follaba, era el mío a pesar de que Jacobo también cambió en cierto sentido sus sentimientos y ganas por la polla de mi Julio.

Al final del verano, cuando regresamos a la ciudad, dejando a Julio en el pueblo, todo volvió a ser como antes y Bruno retorno a ocupar su lugar. Ya durante ese curso Jacobo follaba con otros, algún compañero de clase y con un profesor casado al que apartaron del colegio.


Hubo regalos para todos, y besos, muchos besos, nuestros padres nos extrañaban y nosotros a ellos. A Julio le trajeron un polar de Noruega para el invierno.

Permanecieron una semana en la hacienda, todo ese tiempo nos acompañaron saliendo de paseo a caballo en nuestra compañía y en la piscina participaban de nuestros juegos hasta que quedamos satisfechos de su compañía. Tenían que regresar a sus ocupaciones y volvieron a dejarnos con los abuelos, ahora volverían los fines de semana.

Durante esa semana no pude estar a solas con Julio, se opuso a que volviera de noche a su cama estando mis padres y mis tíos, según él era muy arriesgado. Personalmente no creo que a mis padres y tíos les hubiera importado mucho saber lo que Julio y yo hacíamos, creo que ya lo sospechaban.

Continuará?