Luis, Jacobo y un verano 11

-Ten cuidado Jacobo, si me duele y te lo pido sácala. –mi primo dejó salir una risita de su boca y me propinó una nalgada que además de dolerme me encantó.

Cada pocos días nuestros padres nos llamaban para interesarse sobre cómo nos encontrábamos, y al parecer ellos lo pasaban muy bien en su crucero.

En los días siguientes que pasaron, después de la noche en que entregue mi cuerpo y alma a Julio, todo volvió a la normalidad y a veces sacaba más tiempo para estar con nosotros, en la piscina o en la casita del árbol, como si su tío le compensara su trabajo con unas vacaciones de horas.

Volvía a participar de nuestros juegos donde terminábamos Jacobo y yo por mamarles sus vergas y con ellas metidas en nuestros culos hasta que se corrían y nos llenaban de semen.

Los pasábamos muy bien aunque siempre respetando las parejas, Bruno follaba a su hermano y Julio era mi macho, todo residía en correrse y disfrutar de todo lo que podían hacer con nuestros agujeros dispuestos para ellos. Aceptaba todo lo que se me ofrecía y lo gozaba pero seguía queriendo a Julio y tenía que soportar como hablaban de sus conquistas con las chicas del pueblo, algunos sábados a las tardes y también en los domingos pasan horas allí.

Jacobo salía del agua con su bañador rojo que hacía juego con sus cabellos, sacudía la cabeza para que escurriera el agua de su pelo y se acercó para tumbarse a mi lado soportando su cuerpo sobre el codo.

Me miraba insistentemente, yo lo notaba aunque no le veía, mis ojos se ocupaban en ver los pequeños pájaros confundíos entre las hojas de los árboles cercanos. Giré la cabeza para saber que observaba, era yo el centro de su atención, cerró un momento los párpados y baje la mirada para ver sus rotundos y rellenos labios rojos, abiertos llamando a otros que desearan besarlos o morderlos, su boca era tan bonita que daban ganas de besarla en cualquier momento.


No volvió a hablarme sobre lo que Bruno le había propuesto y ya pasaba casi un mes desde aquel día, nosotros continuábamos masturbándonos  y chupando nuestras pollas cuando nos apetecía, muy a menudo por cierto.

Esa tarde igual que hoy me miraba con la misma cara, en la misma postura y sentí al igual que ahora el deseo de estrujar sus labios con los míos, sentir su calidez resbalando acariciantes por mi piel.

-¿Tú me la meterías Luis?  -quedé absorto mirando sus labios moverse para sacar las palabras.

-¿Querrías darme por el culo?  -sentí un cosquilleo en la base de mi pene, no sé si era en mis huevos o en el pene, pero algo se me excitaba según le escuchaba.

-¿Cómo se te ocurre, no sé si podría, nunca lo hemos hecho?  -e indudablemente la idea me resultaba atractiva por la respuesta que obtenía de mis genitales.

-La otra noche estuvimos mirando una revista Bruno y yo, se veían fotos de dos muchachos, uno se la metía por el culo al otro y la cara de placer que éste ponía me excitó. –se pasó la lengua por los labios rojos antes de seguir.

-Quiero sentir lo que el sintiera, ¿tú no lo has pensado nunca?, ¿sustituir nuestros dedos por las pollas?  -sí que lo había pensado, muchas veces pero no en meterla yo, pensaba en que me la metieran, no sé el por qué pero era lo que me atraía, y por eso utilizaba mis dedos dentro de mi ano mientras me masturbaba sintiendo el placer del roce de ellos en el culo, deseando que fuera una verga cuando muerto de placer eyaculaba.

-Lo he pensado, la verdad es que lo deseo y quiero ser yo al que se la meten.  –Jacobo estiró el brazo y puso la mano sobe mi pene por encima del calzoncillo que tenía puesto.

-Podemos probar, si quieres. Primero te la meto yo y luego tú me lo haces.  –mi polla se estaba excitando y al tocarla Jacobo no pude evitar que creciera, sus últimas palabras fueron la puntilla para despertar mis deseos.

Sin hablar más habíamos llegado a un acuerdo entre primos y amigos del sexo compartido. Jacobo tomó la iniciativa, nos desnudamos completos, me pidió que me colocara en el suelo de rodillas, deseaba su polla y a la vez tenía miedo.

No era lo mismo meterme yo mismo los dedos o los de Jacobo delgados y finos mientras me mamaba la polla que recibir ahora su verga notoriamente más larga y gorda. A la vez me podía el deseo de que sucediera lo que había soñado tantas veces y que, aunque me doliera, me llenara el culo, me desvirgara y me dejara su leche.

Tenía a su lado una lata azul de crema, la vulgar y conocida Nivea, la abrió y recogió con sus dedos un puñado, me mandó que abriera las piernas dejando mi culo a su disposición y pasó la crema por la entrada de mi culo, sentía resbalar sus dedos frotando mi ano y empezando a meter un dedo, a eso estaba acostumbrado aunque los nervios me hacía cerrar el culo con fuerza.

-Tranquilo Luis, son solo mis dedos que ya conocen el camino.  –me relajé lo que pude y dejé que trabajara mi ojete.

No pasó mucho tiempo cuando su segundo dedo estaba en mi interior y un tercero, lo que nunca había hecho, tenía una gran maestría y solo sentía alguna molestia que desaparecía a medida que pasaba el tiempo entrando y saliendo de mi culo y todo se volvía agradable y placentero.

-Creo que ya tienes el culito preparado, entran de sobra mis dedos.  -volvió a meterlos varias veces y luego cogió una de nuestras camisas para limpiarse la mano, ahora esperaba temeroso que comenzara a penetrarme con su polla, sentía a la vez mi culo palpitar caliente y húmedo.

-Ten cuidado Jacobo, si me duele y te lo pido sácala.  –mi primo dejó salir una risita de su boca y me propinó una nalgada que además de dolerme me encantó.

-Aún no he comenzado a meterla y estas temblando, en todos los culos cabe una polla, tendré cuidado primito pero ten en cuenta que no dejaré tu culo sin preñarlo.  –soltó de nuevo su risa y tuve que acompañarle, era genial.

-No quiero oírte llorar, aguanta como todo un hombre. –Jacobo se masturbaba la verga para que cogiera consistencia a la vez que se embadurnaba la crema, volvió a meter los dedos en mi hoyito.

-Esto va de premio.  –se colocó detrás de mí y comenzó a golpear su polla en mi culo.

-Por fin voy a follarte primito puto.  –colocó su glande en la entrada y empujó con fuerza sus caderas, el glande entró arrancándome un pequeño grito, no sentía dolor, fue el susto de sentir tan abierto mi culo. Continuó entrando dando pequeños empujones y notaba la penetración.

-Ya te tengo ensartado hasta la mitad, ¿cómo te va?  -volvió a golpear mi grupa y al encogerme creo que me penetró más.

-Para, para un momento para acostumbrarme, no tenía dolor y si ganas de llorar. –no me escuchó o no quiso y de un golpe noté sus huevos pegados en mis nalgas. Abrí la boca buscando aire.

-Ya está, ya la tienes toda para ti, ¡qué puto eres!, te ha entrado con toda facilidad. –Jacobo se reía pero yo no estaba en condiciones de acompañarle en su risa, no me dolía pero sentía mi esfínter abrasando de calor y me picaba, esto era distinto a meterme los dedos.

Jacobo me obedeció un momento, el ardor de mi ano se marchó, solo me sentía apretado y lleno, sacó la polla de golpe y la volvió a meter, luego siguió sacándola y metiéndola, clavándose en mi culito hasta el fondo.

A cada empujón que propinaba metiendo su verga yo dejaba salir un grito, como si fuera una damisela desvirgada por vez primera, bueno, si lo era. ¡Qué bien me sentía así!,  taladrado, poseído, sintiendo la suavidad de su pene dándome placer en el ojete, su peso sobre mi espalda cuando descansaba sudoroso y sus besos.

A veces aumentaba su ritmo y me encantaba, cuando lo hacía despacio me volvía loco, estaba claro para mi, mi culo había sido diseñado para ser taladrado por las vergas de los machos, eso era lo que quería y ahora descubría con mi primo.

Aumentaba sin parar el ritmo sacando toda la verga, haciéndome suspirar de gusto enterrando la cara en el suelo y empinando el culo para que la metiera más profundo.

Aumentaba el movimiento y pensé que me moría cuando me abría el culo moviéndose de costado y apretando mi cintura para llevarme hacia él con furia y fuerza, como si quisiera traspasarme o romperme.

¿Cómo era posible que mi culo virgen disfrutara tanto con la polla de Jacobo cuando entraba hasta el fondo?, ¿cómo era posible que me entrara y no me doliera, que sintiera ese placer profundo al ser follado, al sentirme dominado sirviendo al puto de mi primo?

Atenazaba mis caderas en sus manos tan finas y delicadas y ahora tan fuertes como garras para arrastrarme en mi camino al encuentro de su polla, gozando como una puta atravesada por un pollón.

De golpe se detuvo para apoyarse en mi espalda y comenzar a besarme, al dejar de frotar su pene en mi culo disminuyó el placer y dejé de sentir ese gusto profundo y fuerte, me incliné apoyando la mejilla en el suelo y esperé como todo un puto a que su semental quisiera volver a entrar y salir de él.

Solamente escuchaba su respiración agitada en mi cuello, el palpitar de su verga en mi recto.

-¿Te gusta puto? ¿Es bueno eh? –me besaba sin moverse, quisiera que volviera a hacerme gozar como hacia un momento antes,  pero mi instinto me decía que tenía que dejar descansar al macho que respiraba con fuerza sobre mí.

Fueron unos minutos de descanso hasta que se apoyó en mi espalda con sus manos y extendió los brazos para sacarme la polla, entraba despacio disfrutando de la profundidad de mi culo tan suave y tibio.

Jacobo comenzó de nuevo el mete y saca, yo sacaba más y más mi culito para sentirle profundo. No sé cuánto tiempo llevábamos disfrutando cuando volvió a detenerse.

-Quiero follarte en otra postura, que seas tú el que cabalgue mi verga. –sacó su polla de mi culo y se tumbó boca arriba, tiró de mi para que montara a caballo su vientre.

-Ahora putita caliente vas a tirarte para atrás, cogerás mi verga, la llevarás a tu culito y te irás sentando en ella.  –Jacobo sabía mandar cuando quería, pero antes de hacer lo que me pedía besé su rica boca, luego me deslicé hasta que sentí su verga en la raja de mi culo, metida entre mis nalgas y pasado por el ano.

Como me pidió, llevé mi mano hacia atrás y sujete su polla para colocarle en la entrada de mi ano, apoyé las rodillas en el suelo y me fui sentando, dejando que su verga entrada otra vez en mi, era yo ahora el que follaba mi culo con su pene que corrió por el conducto hasta que me senté sobre sus testículos.

Jacobo me sujetó de las caderas y me orientaba para que me elevara y dejara caer follándome el culo hasta que aprendí rápido, resultaba nuevo y delicioso, era yo mismo el que dejaba que su verga entra más o menos y ya no podía parar.

Apreté mis rodillas a sus costados y giré los ojos asustado del placer enorme que sentía.

-Jacobo me voy, me corro.

-¡Hazlo!  -habló a la vez que mi orgasmo me hacia eyacular sobre su abdomen y su pecho, pegué dos o tres sentones a la vez que apretaba mi culo y cerré los ojos con fuerza.

Me sentía romper, que mi cuerpo se deshacía como arena mientras los latigazos de semen salían de mí con fuerza.

-¡Ahhhh! Jacobo ¡Ahhhh!  -mi primo no dejaba de moverse, elevó mi cuerpo y también sus caderas para que su verga entrara y saliera de mi sin parar hasta que se puso a temblar y me dejó caer enterrando toda su verga en mi.

-¡Luis, Luisito, Luissss!  -entonces sentí como su cálido semen entraba en mí, lo sentía correr en el fondo de mi recto cuando las últimas gotas caían de la punta de mi polla y antes de fundirme en un abrazo sudoroso y lleno de semen sobre mi primo Jacobo.

Acariciaba mi espalda mientras yo le besaba la boca.

-Ha sido grandioso, sublime, mejor que todas las pajas. Quiero que me lo hagas todos los días Jacobo, mi culo lo ha disfrutado como no imaginaba.   –me fue empujando para despegarme de él y quedar sentado con su verga metida en mi culo, poco a poco tiró de mis caderas para que me levantara y pudiera sacar su verga. Nos tumbamos mirando al techo, estuvimos un tiempo sin hablar, meditando en lo que habíamos hecho.

A mí me había encantado, esto era lo mío, lo que deseaba para mi, el descubrimiento estaba hecho. Mi primo me había roto el virgo, lo mejor que me podía haber pasado, su polla no siendo tan grande me había hecho sentir en la gloría. Pero también pensaba en lo que se podría sentir con una verga de las que veía en las revistas, como la de mi primo Bruno de al menos veinte centímetros, más grande y gorda que las nuestras.

Esto era estupendo y ya no quería parar, deseaba ser follado y mamar esas vergas en las que ahora pensaba, ahora que me ya sabía lo que era que me la metieran por detrás y cabalgar una polla, sentir ese placer tan grande, la calma placentera de esperar a que tu macho se reponga para que siga dándote la verga.

Jacobo comenzó a acariciarme, a besarme el cuello.

-Vamos a tomar una ducha, ahora te toca a ti cumplir el trato. –sentí más miedo pensando en que ahora sería yo el que le daría verga que cuando estaba entrando en mi culo, pero si él lo había podido hacer, ¿por qué yo no?, además mi verga era un poco más grande que la suya, ¿eso lo haría más fácil o al revés?

Nos dimos una ducha rápida, para retirar el semen que aún seco se pegaba a nuestros pechos y para sacar, por primera vez, la leche que me dejó en el culo.

Cuando volvimos a la habitación mi primo se colocó arrodillado, sin preámbulos quería que empezara mi trabajo y cumpliera mi parte del acuerdo.

-Haz como yo te he hecho, dame la crema y ve metiendo despacio los dedos.  –había colocado sus piernas muy abiertas y con la cabeza vuela me esperaba sonriente. En lugar de comenzar como él, primero busqué su anito con mis labios para besarlo y lamerlo.

-¡Ohhhh!, eres mejor que yo, sí, así, así, ¡qué gusto me das primito! –seguí chupándole el culo y metiendo sus huevos en mi boca a la vez que le masturbaba. Mi primo no dejaba de gemir y pedirme que volviera con mi lengua a su anito, lo sentía vibrar bajo mi lengua abrirse para atraparla.

El putito de mi primo movía el culo para frotarse más con mi boca mientras emitía quejidos de placer diciendo lo bien que se lo hacía.

-Métemela ya Luis, no lo soporto.  –yo seguía a lo mío, su culo me estaba gustando y lo que menos me apetecía era el darle por el culo.

-¡Métela de una vez puto!

-Tengo que ponerte la crema para no hacerte daño. -no dejaba de ser una disculpa, mi rabo no cogía la dureza que necesitaba para meterla.

Me coloqué detrás de él e intenté meterla, no podía, me estrellaba en la entrada sin poder perforarle el culo.

-Deja, vas a ver. –Jacobo se dio la vuelta y se metió mi verga a la boca, lamía y chupaba como un desesperado hasta que pensó que ya podría metérsela. Volvió a ofrecerme su culo y separaba con sus manos las nalgas para facilitarme la entrada.

Empujé con un fuerte golpe de cadera y sujetando mi verga para que no se doblara, empujé y empujé hasta que conseguí meterla toda, no entendía como podía ser tan estrecho o mi polla estar tan floja.

Jacobo tocó con su mano mis huevos y los apretó contra los suyos.

-Ya la metiste, ¡al fin!, se siente bien, ahora ve sacando y metiéndola despacio. –me sujeté a sus caderas e hice lo que me pedía, ahora resultaba más fácil, su ano no me apretaba tanto y podía deslizar mi verga dentro de él sin problemas, comenzó a gustarme el calorcito de su ano, la suave presión que ejercía sobre el tronco de mi verga y como me la apretaba cuando llegaba al glande para que no me saliera.

-Primito, ¡qué placer! Dame ahora fuerte, rómpeme el culo.  –siempre obediente tiraba de sus caderas para luego proyectarme contra él metiendo todo mi rabo con fuertes golpes de mi pelvis en sus nalgas, después de unos minutos me sentía cansado y me apoyé en su espalda dejando de moverme.

Jacobo cerraba y abría su culo proporcionando un masaje a mi verga que no me lo esperaba, como si ya le hubieran dado muchas veces por el culo y supiera lo que debía hacer. Sentía un placer intensísimo en mi verga y como salían mis jugos dentro de él haciendo que mí pene resbalara mejor.

Hace un momento no me gustaba y ahora me sentía muy a gusto. Mi primo comenzó a moverse atrás y adelante clavándose el mismo en mi polla.

-Aguanta primito, no me la saques por favor, ¡qué rico se siente!  -conseguía con sus palabras excitarme y que mi polla brincara orgullosa y soberbia realizando el trabajo que se esperaba de ella, después de un rato ya no podía más, era anta la excitación que me iba a correr y eyacular dentro de su culo.

-Jacobo, me voy a correr primito, no puedo aguantar más.

-Sí, sí, córrete y lléname el culo, fueron tres metidas profundas para que comenzara a vaciar mis testículos en la tripa de Jacobo, solté un profundo grito  y tuve que recostarme en su espalda para vaciarme a gusto. Él se masturbaba apretando con su culo para sentir mi verga escupiendo mi semen dentro de él y también se corrió manchando el suelo.

Ya no nos quedaba más que descansar tirados uno al lado del otro en el suelo, respirando angustiados pero muy, muy contentos.

-Creí que no ibas a poder.  –Jacobo me hablaba entrecortado.

-¡Qué verga más rica tienes! Me llenabas el culo maricón.  -alargó su mano para acariciar mis labios y le mordí los dedos.

Nos habíamos roto el uno al otro el culo, habíamos regado nuestros intestinos con la leche de nuestros huevos, lo habíamos gozado mucho, y también nos había quedado claro que ambos preferíamos ser penetrados. A partir de ahora seríamos dos putos golosos en busca de polla que nos llenara tanto el culo como la boca.


Se iba acercado la fecha en que nuestros padres regresarían, casi había pasado un mes y no nos habíamos dado cuenta.

Era sábado, los abuelos nos dejaron solos, les habían invitado a comer en una hacienda cercana, donde unos amigos también mayores y no les pareció mal que les pidiéramos no ir con ellos.

Continuará?