Luis, Jacobo y un verano 08

Me hice dueño de su boca, de su lengua entregada y suelta dentro de la mía, tan caliente y húmeda, tan rica que me sabía.

-Él te quiere primito, piensa tú lo que desees pero se muere por ti. –susurraba muy cerca de mi oído, muy pegado a mí espalda, podía sentir su fuerte y viril cuerpo, su respiración al hincharle el pecho y el aliento que expelía en mi cuello, estaba robándome el sueño.

Me volví para mirarle a la escasa luz de las estrellas que entraba por las ventanas, me aproximé tanto que nuestros labios se tocaban, no quería molestar con nuestras palabras a Jacobo ni despertarle.

-Claro que me quiere y cuando puede me deja por cualquier chica, las prefiere a ellas, como ha hecho esta mañana. –respirábamos nuestros alientos.

-Son amigos, también le gustan las mujeres, como me sucede a mí, qué esté con ellas no quiere decir nada, no seas bobito. Deberías estar contento de Julio, le adoran, es magnífico pero a quien quiere es a ti. –hablábamos siseando, me abrazó y colocó su boca en mi cuello para besarme, no, no tenía que hacerlo.

-Ves como me excitas a mí, me tienes tan caliente, estás tan bueno primito. –Bruno continuaba con sus besos, pasaba del cuello a mi boca ahogándome y sin permitirme contestarle.

-Pero esa chica…, si no vale nada, si tuviera las tetas y curvas de Verónica lo entendería, está seca, yo podría pasar por ella si me dejara el pelo largo.  -Bruno me abrazó, ahora pasando sus brazos por mi cintura para acercarme sin dejar de besar mi cuello sacando su lengua para pasarla por él.

-Tú eres mejor que ella en muchas cosas precioso, aunque sin coño tu culo y boca valen más que lo que ella tenga, no te preocupes.  –mi primo estaba muy caliente y excitado como terminaba de decir, frotaba su polla contra mi muslo, como un perro cuando está caliente y te monta la pierna deseando culear a su perra.

Para entonces sus besos en mi cuello se habían acrecentado y mordía mí barbilla y mis labios, me estaba gustando la situación, de hecho mi polla respondía a la llamada del calor de su verga restregándose contra mí, él notaba como mi calentura aumentaba por mi respiración agitada. Estaba claro, mis instintos despertaban y necesitaba un macho, una verga para chupar hasta exprimirla y que luego llenara mi culo.

Me hice dueño de su boca, de su lengua entregada y suelta dentro de la mía, tan caliente y húmeda, tan rica que me sabía.

-¿Quieres metérmela? –yo lo estaba deseando pero preguntaba a mi macho sus preferencias, me salía ser así, obedecer a Bruno o a Julio resultaba para mí un placer y una obligación cuando estaba entregado al sexo, no tenía problema alguno en hacer lo que él quisiera.

-Chúpamela un poco antes, pero despacio, quiero durar.  –me deslicé debajo de la colcha de algodón blanca y la sábana, nuestra única ropa de cama, besando su cuerpo duro y la tersa piel, oliendo a su leve sudor y colonia, secando mi lengua al pasarla a lo largo de su pecho y abdomen.

Tenía la verga húmeda de sus flujos y olía como siempre, a verga de macho joven y limpio, a la esencia que manaba de su uretra, divina, aditiva para mi paladar y olfato, besé y pasé mi nariz por sus vellos, no los veía pero en mi imaginación los tenía presentes, rojizos, en la base de la polla acaracolados.

Hubiera preferido tener luz para disfrutar de la visión, pero no quería que Jacobo despertara, estaba cansado y quería respetar su sueño, descansé mi mejilla sobre sus muslos, con la boca pegada a su escroto y aspiré profundamente, en aquella parte tan íntima me llegaba el olor más profundo de su culo.

Me temblaban ligeramente las manos por las ganas que tenía de meterme su polla en la boca, extraerle la leche y comerla, y recordé que él quería que durase, entonces comencé a lamer la piel que recubría sus huevos, arrugada y pegada en la base de la verga.

Llevé una mano a su abdomen y le acariciaba mientras lamía y chupaba. El viscoso flujo que derramaba debía de bajar por el tallo de su verga hasta llegar a sus huevos donde lo recogía en mis lamidas, el olor del pre semen de mis primos y de Julio me vuelve loco, huele a frutas, sobre todo a piña y me gusta retardar el tragarlo, lo mantengo en mis labios el tiempo que puedo.

En esta situación de espera sentía todo el sabor y el olor de su pre semen, lo iba recogiendo bajándolo de su tallo con mis dedos, luego me subí y comencé a lamerle el glande por encima del prepucio, pasando la lengua por la punta de la polla que asomaba pare recoger las gotas que manaban de él.

Los gemidos de mi primo y las contorsiones de sus piernas me indicaban que lo estaba disfrutando, las apretaba entre ellas elevando las caderas para encajar su pene en mi boca. Subí hasta quedar nuestras cabezas juntas y le besé pasándole el sabor de su verga.

-Puedo comerte el culito. -hablaba dentro de su boca, en susurros. Entonces Jacobo debió despertar.

-¿Que sucede? –cuando vio que su hermano estaba con nosotros se incorporó sobre su codo.

-¿Qué haces aquí Bruno?  -paso la mano por nuestras caras, sintió la humedad de nuestras bocas y se giro para encender la lámpara de su mesita de noche.

-¡Estáis follando!  -abría los ojos con dificultad, aún cegado,  pero no le resulto difícil imaginar lo que sucedía al verme mi pecho sobre el de Bruno, a éste desnudo y con la polla dura y húmeda como si fuera un mástil.

-¡Calla! Apaga la luz y vuelve a dormir. –esto es lo que Bruno le ordenó, en su lugar alargó la mano para coger la polla de su hermano, se colocó arrodillado ante él y bajando la cabeza comenzó a besarle la verga, la rodeos con sus labios y comenzó a meterla en la boca. Cuando la sacó solo dijo.

-Está llena de tu saliva. – confirmaba lo evidente y volvió a tragarla hasta la base. Le miraba impresionado de que hubiera reaccionado tan pronto, los dos primos resultábamos iguales, no podíamos contener nuestra gula ante una sabrosa polla y la de Bruno lo era.

Después de estar besando durante unos minutos los labios de Bruno, notaba sus temblores ante la mamada de su hermano y creí que se iba a correr, me coloqué en la misma posición que Jacobo pero entre sus piernas y se las abrí para tener acceso a su culo.

Tenía hundida mi cara en su perineo lamiendo sin descanso, sacando los sabores de su piel hasta llegar al más sustancioso de su ano, sus pelirrojos pelos brillaban a la luz de la lámpara mojados con mi saliva, Bruno suspiraba y gemía sujetando sus piernas para dejarme sitio y que siguiera dándole placer en el culo.

Mi primo pequeño se movió, no me di cuenta hasta que le sentí abriendo mis piernas detrás de mí, tenía mi culo elevado, metida la cabeza entre el colchón y el cuerpo de Bruno, comenzó a morderme una nalga y a besarla con sus boca jugosa y mojada, lo estaba gozando un montón, tener a Jacobo jugando en mis nalgas y ahora que había dejado el ano de Bruno le pasaba la lengua de arriba abajo a su verga.

Te repente golpeó una de mis nalgas con una palmada fuerte y seca, sonó el golpe en la habitación y me hizo ver las estrellas del dolor, contraje mi cuerpo, lo arqueé retrayendo mi culo y enterrando la cara en los huevos de mi primo, ahogando el grito que salía agudo de mi garganta y se quedó en un -¡Ayyy! , alargado y profundo.

Cogí aire y sentí el picor, un ardor seco en mi piel muy caliente, como si me ardiera. Un segundo después pasaba su lengua acariciando la zona dañada dándole húmedos y prolongados besos, me relajé a sus caricias y volví a sacar el culo. Quería continuar mamando la verga de Bruno pero esperaba el siguiente golpe, en la otra nalga, que no tardo en llegar, justo cuando me reponía del dolor de su pareja.

Fueron los mismos movimientos reflejos para proteger mis posaderas y volvía a tener sus mismas caricias en esa zona golpeada e imagino que ya roja, repitió lo mismo varias veces hasta que dejé de contraerme, resistirme y acepte pasivo el castigo, las palmadas unas más fuertes que otras sonaban en la habitación como pequeñas explosiones.

Sentía mi trasero hirviendo, ya no tenía o sentía el dolor, era un hormigueo que recorría esa parte hasta llegar a mi ano, y en ese momento comenzó a lamer la entrada de mi culo masajeando mis glúteos, el dolor al apretar sus manos se combinaba con el placer de las lamidas de su lengua y los besos absorbentes de su boca en mi ano.

Era un placer extraño pero rotundo y lograba que mi verga se endureciera, abrí más mis piernas para dejarle que metiera la puna de la lengua en mi agujerito. Me había olvidado de la verga de Bruno y utilizaba su pubis como almohada para mi cabeza.

A Jacobo le gustaba algunas veces castigar mi culo y ya sabía todo lo que vendría después de la primera palmada, resultaba un poco masoquista y él le enseñó a mi primo mayor como quería que alguna vez le tratara. La primera vez que se lo vi hacer me parecía extraño que pudiera disfrutarlo, pero era así y no me resistí cuando me lo hicieron a mí.

Desde entonces es un ritual que se opera en alguna ocasión y que he aprendido a disfrutar, deseándolo a veces. Jacobo tiene su cabeza abierta a todas las posibilidades y es el que siempre las sugiere. En ese sentido es él el que manda y sabe llevarnos donde quiere.

Jacobo se colocó de pie detrás de mí y flexionó las rodillas hasta que la punta de su pene hizo contacto con mi ano. Bruno se apartó y mi cabeza cayó sobre la cama, me sujeté agarrando la sábana, sintiendo como la verga de Jacobo penetraba perforando  mi cuerpo.

La polla de mi primo no es tan grande, menor que la mía pero sabe manejarla y hacer con ella diabluras, moverla de izquierda a derecha, haciendo parecer que su polla es el doble de gorda.

Me contraje cuando sentí como me venía un orgasmo y aprisione la verga de Jacobo con mis anillos anales, estuve un momento sintiendo las contracciones pero no eyaculé semen, era tal el placer que mordí la ropa para contener los gritos y reducirlos a susurros de gozo y pequeños gritos.

Cuando me relajé volvió a coger la marcha, creía que no se cansaría nunca de flexionar sus rodillas y ya jadeaba cansado pero no dejaba de entrar y hacer movimientos circulares que estimulaban mi ano de una manera formidable, me sentía en una nube envuelto en placeres y calambres en mis pies rígidos cuando se dejó caer entrando y saliendo dos veces comenzando a eyacular su semen.

Salió un –Síííííí.  –largo y sibilante de sus labios mientras me llenaba el culo con su esperma, en la última entrada volví a tener otro orgasmo que me mareó y creía que caía en un barranco sin fondo.

Caí, pero sobre la cama y mi primo sobre mí. Jadeábamos como si no hubiera aire en la habitación y nuestros corazones quisieran salir de nuestros pechos, estábamos sudorosos, exhaustos y muertos.

Tardamos unos minutos en recuperarnos, su verga se había salido de mi culo y cayó a mi costado, agarró mi mano y nos miramos respirando aún con dificultad.

-¿Te ha gustado mariquita? Ha sido un servicio especial para ti.  –sonreía como todo un brujo encantador, con su cara roja, húmeda del sudor y pasando la lengua por sus labios. Se lo confirmé con un gesto de la cabeza.

-Sí, puto. Ha sido un servicio muy rico.  –sonreíamos los dos mirándonos a los ojos, realmente había estado soberbio e increíblemente bello, había conseguido que tuviera dos orgasmos sin correrme, o al menos como me corro otras veces, el semen que había tirado resultó muy poco.

Disfrutando de nosotros habíamos olvidado a Bruno que permanecía a mi otro costado y no veía, me di cuenta cuando pasó su brazo por mi cintura has llegar con su mano a tocar el cuerpo de Jacobo.

-Todo ha resultado muy bonito pero, ¿para mí no hay algo?  -comenzó a tocar las nalgas de Jacobo, éste las contrajo cerrándolas.

Si Bruno se la metía le iba a doler, me di la vuelta y le encontré elevado y apoyado sobre su codo, su verga se había reducido mientras Jacobo me follaba.

-Aun no me he corrido puedes usar mi culo para ver si lo haces mejor que él.  –la sonrisa le apareció y me plantó un beso en la boca.

-Lo haré, pero déjale a él que me la ponga dura.  -no tuvo que pedírselo directamente, me aparté un poco para que su cuerpo cupiera entre nosotros y se lanzó directamente a la boca de su hermano, montándose sobre él.

Mientras se besaban cogí la polla de Bruno y comencé a acariciarla, a sacudirla masturbándola, luego la metí en mi boca saboreando su glande que se había hinchado, lleno de sangre, rojo y brillante.

Sus besos se volvían más sonoros mientras mi primo se excitaba nuevamente endureciéndosele el pene, el pellejo de su escroto estaba ahora relajado, casi transparente dejando ver sus huevos, sus pelitos casi no se notaban, acaricié su pellejo moviendo las bolas de un lugar a otro y volví a meter su babeante glande en mi boca enroscando mi lengua en él.

Había aprendido a mamar las vergas, me gustaba como si fuera esa mi vocación, sabía tratarlas como se merecían cosas tan delicadas y sensibles y empezaba a ser un prodigio, ellos me lo aseguraban y también Julio.

Mi primo empezó a moverse, excitado como estaba quería llegar al orgasmo, entonces dejé su pene para lamerle los huevos y meterlos en mi boca, con suma delicadeza para no dañarlos los envolvía en mi saliva llevándolos con mi lengua hasta el paladar, tiraba de ellos teniendo cuidado aflojando mis labios para, en el último momento, soltarlos y que salieran como un tapón.

Me había vuelto a excitar y con una mano acariciaba mi polla manteniendo la rigidez, Jacobo besaba y lamía a su hermano por todo el pecho prendido de sus tetillas minúsculas, estábamos dando a Bruno una estupenda ración de caricias que le tenía encendido sin dejarle llegar al final.

-Déjeme que se la voy a meter.  –Bruno apartó a Jacobo y me sujetó de las caderas para colocarme como cuando me follaba el pequeño. Sentía aún lastimadas mis posaderas y el estrellar su pelvis contra mis nalgas al cogerme no sería muy agradable.

-Espera Bruno, hazlo de otra manera.  –me soltó y yo mismo me coloque tendido de espaldas en la cama, llevé mis piernas a mis hombros y le sugerí con la postura como quería que me tuviera.

Se colocó sobre mí y aparto un poco mis piernas para unir nuestros pechos, disimuló su urgencia y me dio un beso en los labios.

-Estas delicioso primito, mejor que las muchachas del pueblo. –atraje su cabeza sujetando su cuello y le di un largo beso.

Mientras nos besábamos, Jacobo tocaba la entrada de mi culo, metía los dedos sacando el semen que antes me había dejado y colocó la verga de su hermano en mi entrada para que me penetrara.

Así, sin dejar de besar nuestras bocas, fui siendo perforado, a la vez que chupábamos nuestras lenguas daba pequeños empujones con sus caderas para enterrar su pene en mi culo ayudado por Jacobo que lo guiaba en su avance.

Fue fácil, resultó sencillo, tenía mi culo con el semen de mi primo pequeño, y la verga más grande de Bruno entraba sin dificultad alguna hasta los huevos que sentí al apretarlos Jacobo con su mano contra mi piel.

Nunca había sentido tanta suavidad al ser penetrado, apretaba mi culo pero no podía evitar que la polla entrara y saliera, su glande, ligeramente más ancho que el de Julio acariciaba al pasar las paredes de mi recto, lo sentía resbalar entrando y saliendo.

Jacobo colaboraba con sus manos pasando una por mi glande, mojada en nuestros jugos que llevaba de lo que salía del frotamiento de la verga y el ano, sujetaba la polla de Bruno impidiendo que entrara entera en mi culo, acariciaba la entrada de mi ano y el de su hermano.

Y así, suavemente, sin grandes y bruscas embestidas íbamos llegando al clímax, alcanzando la cumbre sublime del gozo, primero lo hizo Bruno, clavándose profundamente, había bajado su mano para retirar la de Jacobo, deseaba llenarme en lo más profundo, preñar a su primo como si fuera una chica, mejor que las muchachas del pueblo.

Le sentía los temblores mientras depositaba la carga de sus huevos en mí interior, acaricié la piel de sus costados y terminé cuando cayó sobre mí,  cuando rozó mi verga con su abdomen comencé a eyacular, sin la tensión de los orgasmos que tuve con Jacobo. Resultó suave como si se hubiera abierto una fuente sin presión, y salió mi semen como una mancha de sangre, de aceite que se extendía y corría entre nuestras pieles.

Esa noche Bruno no obedeció la orden de la abuela, nos lavamos jugando a pesar de las altas horas, era muy tarde y yo tarde más sacando lo que llevaba dentro, cuando ingresé en nuestra habitación estaban dormidos mi dos primos, parecían ángeles creciditos, estaban tapados por la sábana y la colcha blanca, su cabello rojizo destacaba brillante en la blancura de la ropa.

A pesar del calor del día ahora sentía frío, la luz azulada de las estrellas entraba por la ventana, tenía que haberla abierto para despejar el cuarto, solo miré lo que podía ver de la bóveda celeste cuajada de estrellas y me metí entre la ropa, al abrigo del frío de la noche, apague la luz de la mesilla y abracé el cuerpo de Bruno que estaba en el centro de la cama, se revolvió intranquilo, colocó una mano sobre mi pierna y siguió durmiendo.

Continuará?