Luis, Jacobo y un verano 07

-Me duele el culo, espero que se pase pronto y se me cierre un poco, lo siento palpitar vivo. –nos echamos reír y comenzamos a sudar.

Cogimos nuestras bicis y llegamos a la salida de la estación de gasolina, entonces volví la cabeza para ver que aquel hombre seguía observándonos hasta ver la dirección que tomábamos.

-Vamos andando un poco, por favor.  -se sonrió a sí mismo y emprendimos el camino de vuelta, el sol era como plomo derretido y nos quemaba la piel.

-Me duele el culo, espero que se pase pronto y se me cierre un poco, lo siento palpitar vivo.  –nos echamos reír y comenzamos a sudar.

-¿Sabes Jacobo? Me alegro de que no me la metiera.  –andábamos despacio arrastrando nuestras bicis que parecían pesar una tonelada.

-Estuvo muy bueno, me gustó hacerlo con un hombre de verdad, con una auténtica verga, con ganas y sabiéndome follar. ¿No te gustaba?  -me quede pensativo durante unos momentos.

-No es exactamente eso, para una calentura estuvo bueno y el tipo era genial, su verga sabía deliciosa y lamerle la piel, pero Julio se hubiera dado cuenta de que me había follado una verga más gorda que la suya.  –me miró asomándose la duda en su ojos.

-No es posible, el culo termina cerrándose, no lo creo.

-El año pasado sabía cuando Bruno me la había metido y la tiene más pequeña, no le gusta que otros me follen y consiente lo tuyo y de tu hermano por la confianza que tenemos, tú lo sabes.

-A mi no me importaría que él me follara como te hace a ti, no me molestaría en absoluto, me ofrezco para que use mi culo cuando quiera. ¿Te molestarías si así fuera?  -tuve que pensarlo un momento.

-Contigo no, pero con la chica de esta mañana sí que me molestaría. -me miraba mientras paramos un momento para quitarnos el sudor.

-Que te follara a ti no  me preocupa, porque tú nunca me lo quitarías y de la chica no estoy seguro.  –no volvimos a hablar y al cabo de andar un kilómetro, antes de montar en las bicis lo hizo.

-Tienes razón, no te lo quitaría, yo  necesito tener unos cuantos y él no estaría dispuesto a consentirlo.  ¿Sabes una cosa primito? Creo que lo vuestro es muy serio y que Julio te quiere como tú a él.  –suspiré al escuchar esa afirmación, me encantaba que me animaran para levantarme el ánimo.

Cuando llegamos a la hacienda nadábamos en sudor y las ropas estaban pegadas al cuerpo, dejamos las bicis sin meter en el garaje  y corrimos a ponernos el bañador, inmediatamente bajamos saltando las escaleras para tomar un baño y pasar un rato en el agua.

Mamá y la tía estaban dentro de la piscina nadando, Julio y Bruno no habían llegado aún y papá y el tío bebían vino blanco leyendo la prensa y hablando entre ellos. Nunca los he visto discutir, ni tener divergencias serias entre ellos salvo cosas muy normales, es como si fueran hermanos, mejor que Bruno y Jacobo.

Cuando los chicos llegaron nosotros ya habíamos salido del agua y nuestras madres nos habían tapado la piel con la crema protectora, teníamos las piernas y la cara rojas. Se les veía felices y subieron a la habitación de Bruno, le dejaría un bañador a Julio, o tendría allí alguno de él de otras ocasiones.

Julio marchó para comer con sus tíos y seguíamos sin hablarnos.

A la tarde propusieron ir a montar a caballo, participaría Julio, quería que viéramos una senda nueva que atravesaba el valle para subir por el otro extremo y ver el estercolero de buitres, aunque sin acercarnos ya que estaba prohibido molestarles mientras comían. Al principio me ilusioné pero vi la mirada de Jacobo para entender que no era posible, su culo estaba resentido, por la follada de la gasolinera y el haber montado después en la bici.

-No me apetece, podéis ir vosotros. -señalé a Julio y a Bruno. Sentí la decepción en la mirada del chico que había pensado en nosotros preparando el paseo y ahora no iríamos.

-Ve con ellos, puedo quedarme solo, tengo la piscina y la compañía de tu papá y el mío.  –no cedí aunque lo sentí muchísimo, podía haber sido una oportunidad para comenzar a hablar con Julio y que nuestro distanciamiento terminara, ahora pensaba que había sido una tontería de mi parte el enfadarme aquella noche.

Marcharon Julio y mi primo, nosotros nos quedamos y aunque ellos no estaban subimos al magnolio para fumar un cigarrito, luego la piscina donde disfrutamos con nuestros padres como cuando éramos niños, nos cogían en sus hombros tirándonos al agua y haciendo ganas para la merienda que nos sirvió María.

-Jacobo, son increíbles, ¿no te parece?  -señalé hacia la mesa donde mi padre charlaba con el tío y el abuelo.

-¿Lo harán aún alguna vez?  -mi primo se quedó pensando, mirando las bonitas figuras de nuestros padres que se levantaban para acercarse al lugar donde estaban nuestras madres. Papá se entretenía riendo con la abuela y mi tía mientras mi tío pasaba su brazo por la cintura de mamá, como si fueran amantes, la relación de estas parejas cada día la veía más compleja aunque supiera lo pasado.

-Eso no importa Luis, los cuatro se llevan bien, son sus vidas.  –quizá tuviera razón y lo mejor, como dijo aquella tarde el tío, era no querer saber demasiado.

Me tendí al lado de Jacobo mirando el cielo azul con muy escasas nubes blancas estáticas, quietas, como si el mundo se hubiera detenido en las alturas y solo se moviera mi corazón.


Como nos había prometido aquella tarde mi tío, una semana después tuvimos nuestro primer encuentro o clase de formación. Jacobo diría: “Adiestramiento de maricas”. Escogió una tarde que volvíamos a estar solos, estaba también Bruno pero él no participó en la reunión, ya habían pasado los Reyes y los abuelos había vuelto a su vida en la hacienda, salió pronto de su trabajo y nos llamó a su despacho.

Desplegó sus dotes de seductor para que estuviéramos atentos. No hacía falta, estábamos deseosos de saber y a su entera disposición. Consistió en volver a repetir cosas que nosotros conocíamos de haberlas estudiado en clase, por internet, de hablar con otros chicos y nos mostró otras que desconocíamos.

También nos habló sobre la limpieza de nuestros penes y culos, enfermedades de transmisión sexual, aparatos con los que se juega y puede uno darse placer, cremas, y mucho más, abriendo un abanico de posibilidades de un horizonte impensable por nosotros.

Fueron tantas cosas, hablamos tanto que tuvimos varias sesiones. Jacobo y yo aprovechábamos los nuevos conocimientos para practicarlos, no todos. Nos encantaba lo que descubríamos en nuestros cuerpos empleando nuestras manos y bocas.

Pensábamos en todo lo que se podía hacer y la impaciencia nos dominaba, y también nos dijo que no tuviéramos prisa, que era mejor ir despacio, pero nuestra curiosidad no tenía límites.

Concertó una visita con un médico conocido suyo y tiempo después nos llevó para tener una revisión profunda. Nos examinó, el ano por fuera y por dentro, tocó todo nuestro cuerpo, una revisión completa con análisis de sangre, todo bajo la supervisión de mi tío y en su presencia. El día que volvimos a la consulta quedo aclarado que estábamos sanos y todos nuestros órganos estaban correctamente dispuestos para funcionar.

A la vuelta para casa Jacobo y yo íbamos muy contentos, se nos había abierto un mundo y teníamos un guía que nos quería y ayudaba. Fue en ese momento que Jacobo aprovechó para hablar con su padre sobre la curiosidad que nos embargaba, en el coche se nos reveló el secreto que veníamos presintiendo.

-¿Por qué sabes tanto de estas cosas?  -era una pregunta que nos habíamos hecho entre nosotros repetidamente. El tío no detuvo el coche, solo disminuyó la velocidad, yo viajaba en el asiento trasero pero vi como sus manos de tensaban sujetando el volante. Suspiró y se tomo su tiempo para responder.

-Es un secreto que deberá quedar entre nosotros y me lo tenéis que prometer.  –Jacobo y yo habíamos hablado mucho después de la primea charla, era imposible que un hombre normal supiera lo que sabía su padre si el, de alguna manera, no lo hubiera vivido, ¿resultaba muy fuerte pensar que lo había practicado?

Le confirmamos nuestro acuerdo, era un secreto entre hombres, nunca hablaríamos con otros de lo que él nos contara.

-Si tú sabes lo nuestro es justo que sepamos lo tuyo papá.  -yo no estaba totalmente de acuerdo, él era su padre y nosotros se lo contamos porque necesitábamos ayuda y consejo, mi tío lo hacía confiando en nosotros, considerándonos dignos de compartir sus secretos, eso era mucho.

-He estado también con hombres, aunque solo ha sido con uno. Ya lo sabéis.  –parecía que esa iba a ser su confidencia, reconocer el hecho simplemente, me incliné sobre los asientos delanteros, hablaba muy bajo y no entendía bien. Mi tío no pensaba en la curiosidad de mi primo y su inconformidad con tan breve explicación.

-Papá cuéntanos algo más, con quién y cómo fue, lo que has dicho ya lo suponíamos, tu solo lo has confirmado.  –Jacobo miraba, vuelta la cabeza, insistentemente a mi tío, no debía ser fácil para él, pero no veía el motivo si ya había confesado que mantuvo relaciones homo.

-De acuerdo os lo contaré todo o lo que crea conveniente.

-No resulta tan extraño y es habitual que estos casos se produzcan, como os ha sucedido a vosotros. –sin querer se estaba justificando antes de explicarse, nosotros callábamos.

-Tenía un amigo íntimo, nos conocíamos desde niños, sobre vuestra edad la inquietud de la pubertad nos podía, salíamos con muchachas pero solo servía para terminar más calientes aún, necesitando masturbarnos y sacar nuestra energía.

-Comenzamos haciéndonos pajas el uno frente al otro hasta que terminamos haciéndonoslas mutuamente. Conocéis esa sensación tan rica que se siente cuando la mano de otro te masturba, sobre todo las primeras veces, todo eso lo conocéis y nos voy a hablar de ello.

-Una cosa lleva a otra e hicimos de todo, chuparnos la polla y terminar penetrándonos, follando entre nosotros, dándonos lo que las chicas no hacían, pero nos gustaban. Ya de mayores, en la universidad, donde compartíamos residencia, tuvimos alguna aventura y sexo con compañeras y hasta profesoras.

-Mi amigo era muy guapo, varonil y bien equipado con una verga prodigiosa. No le resultaba difícil entonces conquistar a las mujeres, a mi tampoco.  –mi tío se había puesto ligeramente rojo.

-A pesar de tener ya mujeres continuábamos con lo nuestro, nos gustaba y resultaba gratificante a veces estar juntos, follar y querernos. Era una relación muy especial la que teníamos y enorme el afecto y cariño.

-Estábamos para terminar la carrera y conocí a una chica preciosa, allí en la universidad, era una maravilla y en la cama un volcán. Por esto nuestra amistad se erosionó un poco, más que la amistad la relación que teníamos.

-Acababa de descubrir lo bueno que era el follar con una auténtica y bella hembra, diferente a los encuentros con nuestras compañeras. Estaba trastornado por ello y descuidé el otro placer que no era menor, nunca lo hice con otro hombre, solo con mi amigo y él conmigo.

-Cuando presenté esa chica a mi amigo surgió el conflicto, nos gustaba a los dos o quizá ellos terminaron atrayéndose más. Todo eso se produjo poco a poco, no surgió repentinamente, seguíamos adelante yo era su pareja, continuábamos follando hasta que un día me anunció que llegaban a visitarla sus padres con su hermana gemela.

-Llegaban para pasar unos días con ella, se hospedaban en un hotel y la noche de su llegada me invitó a cenar con ellos para presentarme a su familia, me pidió que llevara a mi amigo y así hiciera compañía a su hermana.

-Llegó el momento y tanto mi amigo como yo estábamos como un flan de nervios, la familia de mi novia eran gentes importantes, mi amigo y yo muy normales, la cena sería en un hotel de lujo, lo nunca visto por nosotros pero, sobre todo, los nervios surgían del hecho de conocer a la familia de mi novia, saber cómo me recibirían, ahí intervenía mi amigo capaz de domar serpientes sibilinas o leones fieros.

No era difícil imaginar a estas alturas a quien se refería como su amigo y novia. Sabía ya, intuía el resto de la historia, todo se descubría de golpe ante mí y sin duda mi primo pensaba lo mismo, estaba boquiabierto ante lo nos iba descubriendo.

-Sin pretenderlo, de aquella cena surgieron dos parejas que se fueron concretando con el paso del tiempo. Si mi novia me gustaba, su hermana me impactó, fue tremendo el mazazo que recibí al verla. El cursi flechazo fue de ida y vuelta, ella sintió lo mismo por mí.

-No resulto sencillo y llevo su tiempo deshacer la madeja, sincerarnos y darnos cuenta de que la cosa no iba bien. Mi amigo y mi novia que se atraían desde el principio renunciaron a ellos por mí para que yo no lo pasara mal. Sé que hubiéramos sido felices o hubiera intentado hacer feliz a esa mujer pero mejor era dejarlo todo, comenzar a salir como amigos los cuatro y que las parejas se fueran haciendo, o fundiendo porque hechas ya lo estaban.

-Pasaron dos años, habíamos comenzado a trabajar, mi amigo creó una empresa y para volver a estar juntos me pidió que le ayudar y participara en ella. Y fin. Se acabó. Nos casamos cada uno con la chica que quería.  –había detenido el coche delante de una chocolatería, se volvió para mirar a mi primo.

-Os invito a un chocolate para endulzar lo que acabáis de saber.  –Jacobo miraba a su padre sin pestañear y parecía que se iba a poner a llorar, entonces mi tío le abrazó, se unieron en un estrecho abrazo en el que yo no podía participar desde el asiento trasero, solo acaricié su cuellos.

-Tío, entonces te follaste a mi padre y a mi madre. –resultaba obvio y no era eso lo que me preocupaba, para nada, todo lo que nos había contado era muy hermoso, nada obsceno o sucio podía atribuirles, todo había sido decente y sincero.

-También tu papá me folló a mí y aunque su verga terminó gustándome me hizo bastante daño al principio.  –Jacobo no paraba de reír y también de llorar.

-Papá eres genial, te adoro, te quiero papá.

-Pero..., pero yo podría ser hijo tuyo. Mis primos se parecen a ti y yo a mamá y la tía.  –entonces se giró en el asiento, yo me abracé a su cuello, me besó dulcemente en los labios.

-Seguro que no, tú eres hijo suyo, puedes estar tranquilo.  –lo pensé y no lo dije, quería, amaba a papá pero no me hubiera importado ser su hijo.

-Papá, ¿continuáis, lo hacéis alguna vez ahora?  -mi tío acarició la cabeza de su hijo revolviéndole el pelo.

-No resulta bueno querer saberlo todo, lo importante es lo que son las personas y menos lo que hacen…

-Sería bueno que se lo dijeras a tus padres Luis, ¿o prefieras que se lo haga yo?  -entendí que de la misma manera con que mi primo se lo había dicho a él debía a mi vez hacerlo.

-Creo que es mi obligación, déjame a que esté preparado y se lo diré a los dos.


Me despertó de mi ensueño la voz de Jacobo y sus manos sacudiendo mi brazo.

-Te has dormido, vamos al agua Bruno y Julio tiene que estar ya de vuelta.  –como media hora más tarde estaban en la piscina bañándose con nosotros, Julio no se quedó a cenar y nosotros pasábamos nuestras última horas con nuestros padres antes de que mañana marcharan a su viaje.

Llegó la hora de ir a la cama, permanecíamos sin hablar ninguno de los tres, cada uno con sus pensamientos y a lo suyo repartiéndonos el cuarto de baño. Bruno se metió en nuestra cama, nosotros cada uno a su lado.

-¿Lo habéis pasado bien, resulto bonito el paseo?  -saqué el tema aunque sin interés, por hablar de algo, para mi primo fue como un desafío y no paraba de hablar, me gustó la descripción que hacía aunque parte de los paisajes los había visto. Jacobo intervenía poco, seguramente pensando en que sus padres marchaban, ya se le pasaría.

Jacobo apagó las luces y se volvió de costado para dormir, entonces Bruno se levanto y pasó por encima de mí. Hoy estáis muy raros me marcho a mi cama. Había salido mi primo dejando la puerta abierta y entraba la claridad del pasillo, no había apagado la luz.

-Bruno, estás pensativo, ¿no tendrás algo malo?  -se volvió hacia mí, estaba tan cerca que su aliento entraba en mi boca.

-No tengo nada, me sigue doliendo el culo, aquel tipo era una bestia, podía haber ido más despacio y ser más suave.  –se aproximó hasta rozar nuestros labios, los sentí cálidos, algo pegajosos del cacao que se había aplicado por recomendación de la abuela.

Se dio la vuelta para dormir, hice lo mismo, nuestras nalgas se tocaban, la luz del pasillo se apagó y no quise pensar buscando que el sueño viniera rápido.

Noté que alguien me empujaba, unas manos intentaban desplazarme en la cama.

-Déjame sitio, quiero dormir con vosotros.  –Bruno había vuelto, en lugar de hacer lo que me pedía me puse más en la orilla.

-Ponte en el centro que es tu lugar.  –volví a cerrar los ojos cuando se tumbo a mi lado de costado y su cara hacia mí, su boca muy cerca de mí cuello.

Continuará?