Ludvin
Ludvin es un muy joven, pero viejo, amigo de mi hijo y su esposa que vive en la colonia aledaña. Les voy a contar como fue que me hice "íntimo" amigo suyo el día que llegó reclamando su premio por sus buenas notas.
Ludvin
Buenos días amigos, nuevamente soy Tito para seguir con la historia de mi vida. Ahora que ya les he hablado a grandes rasgos de cómo es mi nueva vida de soltero, quiero continuar adelante.
Como ya sabrán, ahora poseo un departamento cerca de la ciudad capital, en el municipio colindante de San Lucas, dentro de una colonia ubicada en las montañas, muy hermosa, junto a la nueva casa de mi nuera Laura. Mi colonia, "Los Encinos", queda a un costado de otra mucho más grande, "El Encinal".
Más o menos unas 3 semanas después de que mi departamento estuviera terminado fui a saludar a Laura por la noche a su casa, como siempre hacía. La encontré en la cocina junto a Alberto, platicando con un muchacho muy lindo que me presentó.
Hola Tito, mirá, te presento a Ludvin, un buen amiguito nuestro el es Tito, el papá de Kike.
Mucho gusto. le dije al muchacho.
Mucho gusto me respondió.
Resulta que el muchacho es un viejo conocido de Laurita y de Kike, lo conocieron cuando era pareja de un viejo amigo de la pareja, pero ahora estaba solo pues lo dejaron. Al día siguiente Laura me contó que el pobre, por culpa de su ex, un tal Omar, había tenido muchos problemas en su casa.
La verdad es que el pobre de Ludvin era bastante obvio, era comprensible de porqué todo el mundo se daba cuenta de sus inclinaciones, y no solo por su cuerpo delicado y la fineza de sus movimientos. En cuanto me vio sus ojos se le abrieron como platos y una sonrisita tonta se dibujó en sus labios. Alberto y Laura solo se reían por lo bajo.
La cosa se quedó allí, a mi me había parecido un muchacho muy lindo pero nada más, no quería meterme a lío con jovencitos, prefería llevar mi vida en paz y tranquila ¡ja, como si pudiera! El muchacho regresó puntual a donde Lala (así le decimos todos a mi nuera) al día siguiente, seguro con la idea de verme de nuevo, pero yo me había ido temprano a mi casa en Zacapa. Pero la pícara de mi nuera le contó con lujo de detalles cuándo es que regresaba y allí me lo encontré puntual.
Después de eso el muchacho era asiduo en mi casa, me llegaba a ver a cada rato y con cualquier excusa, me estaba coqueteando y yo le daba largas, no le quería decir que no así de ramplón, pero tampoco quería tener problemas luego, Ludvin era la clase de muchacho que se enamoraría de sus amantes, especialmente si eran maduros como yo.
Pero más o menos unas 2 semanas después de conocerlo, por la noche, recibí nuevamente una visita de su parte. Sin embargo, desde que le abrí la puerta me pude dar cuenta de sus verdaderas intenciones.
Hola Tito, ¿cómo estás? me dijo.
Bien, bien pasá adelante muchacho. le contesté.
Ludvin entró, dejando su bicicleta afuera. Vestía un ceñido pantalón azul grisáceo de cintura baja y una camisa amarilla igualmente ceñida que le quedaba corta, por lo que dejaba su ombligo siempre al aire, se veía como una mujercita de verdad. Iba bien peinado y perfumado.
El muchacho era bastante lindo, la verdad, moreno de piel y delgado de cuerpo, bajito y con apariencia frágil, delicada. Su rostro armónico y de suaves y finos rasgos mostraba unos ojos grandes y oscuros sobre una nariz fina, además de un cutis terso. Su forma de ser amanerada y de modales afectados delataba su orientación sexual. De nalgas era normal, con un trasero pequeño y redondo, de caderas estrechas, nada del otro mundo.
Y ¿qué tal te ha ido? le pregunté solo para empezar una conversación.
Bien, bien ya me entregaron notas.
¿Si? ¿Y como te fue?
Muy bien, soy el tercero de mi clase y apenas el quito de todo el grado merezco un premio. me dijo coquetamente.
Si, si, por supuesto ¿qué les vas a pedir a tus papás?
Pues no son ellos los que quiero que me den mi premio. preferí quedarme callado, ya sabía que se estaba refiriendo a mi.
Le ofrecí algo de tomar y me fui a la cocina por unas cervezas. Cuando regresé lo encontré inclinado en el suelo, agachado y fingiendo que recogía algo. En realidad no estaba haciendo otra cosa que mostrándome la tanga negra que llevaba y que se le salía por lo corto del pantalón. Hice como si no me di cuenta, aunque, claro, ya estaba bastante caliente.
Le di su cerveza y nos sentamos a platicar, hablábamos de todo un poco, divagábamos de temas diversos, el siempre queriendo llevar la conversación a donde el quería y yo desviándola como podía. Finalmente se armó de valor y se lanzó de frente y sin miedo se quitó la camisa.
Tito ya me cansé de estar jugando, lo quiero
¡Pero Ludvin!
¡Haceme tu perra! me dijo quitándose el pantalón ¡Por favor Tito, haceme tu perra! se arrodilló en el suelo ¡Se lo pido por favor! mi pene reaccionó y comenzó a tomar el control ¿para qué seguirle diciendo que no, si igual yo lo quería hacer con el?
Lo jalé con fuerza y lo levanté del suelo, el saltó y me rodeó de la cintura con las piernas, prendiéndose de mis labios. Lo sujetaba de las nalgas, acariciándoselas y apretándolas, metiendo los dedos debajo de la tirita de la tanga y acariciando su ano. Así subí hasta mi alcoba, en donde me senté en la cama y el se sacó la tanga, quedando completamente desnudo.
Inmediatamente comenzó a desnudarme a mí, excitándose cada vez más ante la vista de mi impresionante físico. Recorrió mis pectorales con sus dedos, se entretuvo un poco con mis tetillas, luego lamió mis muslos y, cuando me hubo bajado el bóxer, se quedo sin habla, mis 30 cm. de masculinidad quedaron a un palmo de su rostro.
¡Dios mío! exclamó Ludvin, y casi temblando se tiró de rodillas al suelo.
Atrapó el glande con sus labios y empezó a mamármela como el mejor podía. Tragándose por completo la cabeza y lamiendo el tronco hasta llegar a mis testículos. Estaba consiguiendo darme un gran placer a pesar de su corta edad.
¡Mmmmmmm! ¡Mmmmmmm! gimoteaba Ludvin mientras mamaba mi vargota ¡No puedo creerlo, miren el tamaño de esta cosa! ¡Qué increíble, qué belleza! ¡Mmmmmmm!
Te gusta nene pues allí está, para servirte
¡Mmmmmmm!
Ludvin me la mamaba como si en ello se le fuera la vida, jamás había tenido algo así entre sus manos y estaba dispuesto a gozarlo. Lamía mi grueso mástil desde la base hasta el glande, metiéndoselo entre la boca para chuparlo como a un bombón, mientras me pajeaba con las manos. Por minutos me dejaba la verga por un lado y se dirigía a mis huevos, enormes, gordos, peludos, rebosantes de semen.
Vení, cambiemos. le dije Tito, recostándome boca arriba sobre la cama y jalándolo amante hasta ponerlo en un 69 sobre mi cuerpo.
Continuaron chupándonos y lamiéndonos, cada vez me calentaba más y más y deseaba partir por la mitad a ese muchacho, que continuaba rindiendo adoración al tótem que llevaba a modo de pene y yo hacía otro poco con las herramientas de el. Sin embargo, mis intenciones no eran solo de lamer una verga, ponía especial atención al ano del muchacho.
Como era mucho más alto que el (mis 2 metros contra el 1.67 de el) me coloqué una almohada en la espalda para que se la dejara en alto, y así poder alcanzar el ano del niño con la boca sin problemas. Así, le chupaba la verga mientras masajeaba con energía su cerrado esfínter, ensalivándolo abundantemente y metiéndole 1 y hasta 2 de dedotes. Por ratos soltaba su pene y le mamaba los huevos, subiendo a lametones hasta llegar al pequeño y apretado hoyito, que poco a poco, y con mucho gusto, iba cediendo.
¡Tito! ¡Tito!
¿Si nene?
¿Me vas a coger? me dijo jadeante.
Solo si tú querés
¿Me prometés que lo vas a hacer despacio y con delicadeza?
Si, te lo prometo no quiero que te duela.
¡Dale pues, que me muero por que me partás en 2!
Apurada y atropelladamente, Ludvin se dio la vuelta sobre mi cuerpo, dándole la cara. Despacio y con cuidado colocó un condón XXL sobre mi ariete y lo fue guiando hacia la puerta de entrada a su cuerpo. Lo vi estremecerse cuando el glande empezó a hacer presión, pero no había problema, si bien no era una cabeza pequeña, era más delgada que el resto, pues mi paloma se hincha a medida que se acerca a la base, parece un cono de 30 cm.
¡¡¡OOOOHHHH DIOS MÍO!!! ¡¡¡ME ESTÁ ABRIENDO TODO!!!
Si te duele pará
¡¡NO!! ¡¡¡NO QUIERO PARAAAAARRRRRGGGGGGHHHHHH!!! y se dejó caer de un solo sobre el ingente tronco que lo clavó hasta los huevos, luego se dejó caer hacia delante, enterrando la cara entre mi pecho peludo mientras yo lo abrazaba y acariciaba, susurrándole cosas dulces.
Siempre me han dicho que soy una mezcla extraña, entre caballero y bárbaro, príncipe y ogro. Soy un maduro machote de 56 años y 2 metros de altura, de piel blanca y peludo como un oso, enormes músculos desarrollados por una vida de trabajo duro, rostro barbado y de apariencia indómita, unos ojos verdes esmeralda centellantes pero tierno y delicado como el más consentidor de los abuelitos (de hecho, soy un abuelito muy consentidor). Soy un caballero chapado a la antigua (menos en lo referente al sexo, claro), de suaves y muy buenos modales, amable y atento, un padre ejemplar y un marido modelo pero una perra sin remedio.
Despacio bebé despacito. Cuando sintás que ya estás listo empezá a moverte. le dije.
Ludvin empezó a subir y a bajar las caderas, primero despacio, pero lentamente aceleraba el ritmo y aumentaba la profundidad de las metidas y sacadas. Yo lo besaba mientras tanto, enredaba su lengua con la mía mientras dejaba caer gotitas de líquido lubricante sobre el ano de mi joven amante cada vez que este subía.
Que delicia estar empalando a un jovencito tan lindo como este, es una increíble sensación sentir como entraba y salía mi grueso y duro madero de carne, rojo y belicoso, de ese delicado y estrecho agujero de aquel muchacho que pedía más. En menos de 10 minutos, estaba subiendo y bajando frenéticamente, sintiendo como mi masculinidad lo barrenaba, gozando al sentirse una hembra en mis manos, una auténtica hembra entregada a su macho.
¡¡¡¡HHHHHAAAAAAA!!!! ¡¡¡¡HHHHHAAAAAAA!!!! ¡¡¡¡HHHHHAAAAAAA!!!! Ludvin gemía casi a gritos, mi pene endurecido lo violaba tan placenteramente que sentía que acababa en cualquier momento.
Lo sujetaba de las nalgas para subirlo y bajarlo, acelerando el ritmo de la cogida hasta convertirla en una sesión de sexo salvaje. El me abrazaba del cuello y me besaba apasionadamente. Poco a poco me fui levantando sin dejar de cogérmelo, lo puse boca arriba en la cama y me llevé sus piernas sobre los hombros. Descargué entonces todo mi poder sobre el delicado ano del muchacho, que gemía y gritaba como una puta desesperada.
¡¡¡TITO!!! ¡¡¡TITO!!! ¡¡¡TITO!!! ¡¡¡OOOOUUUUHHHH TITOOOOOOGGGHHHHH!!! gritó Ludvin cuando, ante el intenso masaje de mi verga sobre su próstata, le sobrevino un dulce orgasmo que derramó a chorros sobre su vientre.
¡¡GOZALA PERRITO LINDO, GOZALA MI PERRITO LINDO!!
Lo cambié de posición y lo puse de costado, primero con una pierna en el aire y luego con ambas cerradas para que sintiera mejor el grosor de mi paloma. Ludvin gemía y gritaba, sentía aquel ariete barrenarlo sin compasión, abriéndolo como nunca antes, sometiéndolo como no se había sometido nunca antes.
Lo puse en 4 para rematar la faena, sobre el suelo y el culo bien paradito, Ludvin recibía con mansedumbre a mi portento de verga, lo sujetaba de las caderas y gesticulaba mientras le metía y sacaba mi poderoso instrumento. Por fin, más por cansancio y por piedad al muchacho, le saqué la verga y me puse de pié frente a el quitándome el condón. Le di mi pene para que lo masturbara y chupara y Ludvin obedeció de inmediato. Frotaba con fuerza todo mi tronco, lamía el glande y lo restregaba con los dedos. Así hasta que obtuvo su premio.
¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAOOOOUUUUURRRGGGGGGHHHHHH!!!! rugió Tito ¡¡¡¡¡LUUUUDDDDDVIIIIIIINNNNNNNNHHHHHFFFFFFFMMMMMMMMRRRR!!!!!
Obsequié al muchacho con una acabada larga y abundante en fuertes chorros que se estrellaron contra su paladar y garganta. Ludvin tragó cuanto pudo, el resto le salía a borbotones de la boca y caía por su barbilla hasta su pecho. Y al terminar aun me ordeñó un poco la verga para sacarle hasta las últimas gotas que se bebió con deleite.
Me quedé de pié contemplando a mi joven amante arrodillado en el suelo, como un esclavo que aun espera órdenes de su amo, cubierto de sudor y respirando profunda y agitadamente, como yo. Su cara, barbilla y pecho estaban cubiertos con la nívea esperma de mis bolas.
Fue delicioso, increíble, ya no cogimos más por esa noche, Ludvin se tenía que retirar y volver a su casa, pero volvería, pues desde esa noche Ludvin se hizo un asiduo visitante mío y un feliz depositario de toda mi blanca leche.
Tito (Garganta de Cuero).
Pueden enviarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico. Besos y abrazos.