Lucy, la gorda lujuriosa (01)

(Con fotos) Al conocer a Lucy tuve la impresión de haber encontrado al fin mi alma gemela. Pero me parece que ella era mucho más gemela que yo...

Lucy, la gorda lujuriosa. (01) Por Mujer Dominante 4.

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Cuando conocí a Lucy, me sentí inmediatamente impresionado. No sé si fue por cierta lejanía melancólica que noté en su mirada, o por alguna otra cosa que noté. Pero no hay duda de que debo haberle notado algo en ella, que me impresionó.

La cuestión es que debe de haberle gustado mi mirada. Fue cariño a primera vista, y ella lo vio en mis ojos. Y de algún modo misterioso sentí que nuestras almas acabarían por encontrarse.

No conocimos en una excursión a la naturaleza. Pero nosotros no queríamos estar con el grupo, y nos separamos para hacer rancho aparte.

Hablamos de la vida, de la gente, del mundo, de nuestros deseos. Y rápidamente nos sentimos cómodos y en confianza.

Tanto es así que aprovechamos el micro vacío, para charlar con más intimidad.

Lo que me gustó fue que Lucy parecía sentirse en confianza conmigo. Y eso, de algún modo, me hizo sentir atraído por ella. Algo se inflamó en mí ante su simpatía. A lo mejor eran imaginaciones mías, pero tenía una sensación muy fuerte de que yo le simpatizaba.

Me sentía tan a gusto con ella que tuve que reprimir algunos malos pensamientos, que ahuyenté de mi mente, para no perder el comienzo de lo que podría ser una hermosa amistad.

Y yo no pude menos que notar la belleza de su rostro, con esa boca tan dulce que se le entreabría anhelante, como si quisiera decirme algo que no le salía. Me pareció notar su angustia y traté de calmarla hablando de cosas lindas. Pero Lucy retorcía su cuerpo, como si estuviera sufriendo mucho. Incluso comenzó a gemir. "Qué mal", pensé yo "tendría que hacer algo por ella…"

Y me fui a buscar al encargado del camping. Por suerte lo encontré y le conté que mi amiga parecía estar en problemas. "¿Cuál es tu amiga?" Cuando le expliqué, reaccionó inmediatamente: "Ya, la tengo vista de antes. Conozco esos síntomas que me contás. ¡Vamos de inmediato!"

Al llegar al micro vacío, el encargado me pidió que me quedara afuera. "¡No entres, podría ser peligroso para ella!" Y allí me quedé, obedientemente.

En unos pocos minutos sus gemidos bajaron de intensidad. Y después cesaron por completo. El encargado había dado en el clavo. Pero el micro había comenzado a moverse como si hubiera un temblor de tierra.

Y de pronto volví a escuchar los jadeos de Lucy, cada vez más fuertes, hasta que dio un enorme gemido, que más que gemido parecía un alarido, pobre chica.

Después volvió el silencio. Al parecer, mi amiga había superado su problema. Pero no, el micro comenzó a sacudirse nuevamente, y Lucy a gemir, igual que antes. El encargado debió verse obligado a repetir el tratamiento. Con su secuela de gemidos hasta el fuerte gemido-alarido final.

Así tres veces.

Al salir del micro, el encargado parecía estar destruido por el agotamiento. "Yo no doy más", me dijo. "Ve lo que podés hacer vos". Y se retiró arrastrando los pies.

Cuando llegué al lado de Lucy comprendí que su crisis, fuera la que fuera, se había calmado. Estaba completamente despatarrada, pero con una expresión de serena felicidad en el rostro.

"Lucy", le dije con mi mayor gentileza, "yo quiero volver a verte, Me gustaría poder hacer algo por tu problema. No lo tomes a mal, lo mío no es compasión, es afecto." Creo que ella me comprendió, porque con una divertida sonrisa puso un dedo sobre mis labios, y de allí lo llevó primero hasta uno de sus grandes pezones, y luego al otro. Sacando su lengüita con un gesto de picardía, como si fuera una niña.

En el micro, durante la vuelta, dormiste dulcemente todo el viaje. Me dejaste tomarte de la mano, y antes de dormirte agregaste "hacé lo que quieras con mi mano, corazón"

Yo entendí que podía seguirla reteniendo. Me tenías confianza.

Nos despedimos con una cita para mañana. "te voy a contar mis más secretos deseos, corazón, así me vas a poder dar lo que necesito"

Y se fue moviendo la cola de un modo muy lindo. Así que mañana me espera en su departamentito, para que le de mi ayuda. No quisiera pecar de atrevido, pero algo en mí me decía que no te era indiferente.

Si crees que puedes compartir la pureza de los sentimientos que me inspira Lucy, escríbeme y me comentas: mujerdominante4@yahoo.com.ar