Lucy
Un joven que se cree hétero cede ante los encantos de un chico gay, y ambos reciben benéfica influencia de un hombre mayor...
LUCY
INTRODUCCION
Lo narrado en este relato es algo que le sucedió a Leopoldo, un joven a quien conozco desde hace un cierto tiempo y con quien he trabado lo que podríamos llamar "una amistad particular" para no entrar en detalles El me contó la historia por capítulos El primero fue una especie de confidencia Los siguientes fueron producto de lo que conseguí sonsacarle a lo largo de varias charlas (si quieren pueden llamarlas interrogatorios) instigadas siempre por mi. El resto, hechos de los que soy testigo y, en mínima porción, parte. Es un tema que a mi me atrapó y bueno es que no se pierda en el olvido de lo inmaterial.
Cuando acumulé en mi memoria todos los datos, los ordené cronológicamente, pues me llegaron sin acomodo ni concierto, le sume mis datos y los lleve al papel. Esto es un eufemismo, ya que en realidad lo que hice fue procesar el texto con el muy nuevo Word 2007, que es toda una paquetería.
Escribí el relato en primera persona y, la verdad, me costó bastante hacerlo; porque la forma de expresarse de Leo no es la mía. Por eso, si aparece por ahí algún término medio rebuscado, póngale la firma que no es del verdadero protagonista, sino mío. Yo soy medio alambicado Si Leopoldo tiene que decir "sorete", dice "sorete" A mí no sé por qué- me sale "masa compacta de excremento humano que se expele de una sola vez"
EL RELATO
Si alguien me hubiera dicho que esta historia me iba a suceder a mí, no sé cómo hubiera reaccionado; pero, si sé que no le habría asignado ni la más remota probabilidad... Es que yo siempre había andado en otra cosa distinta... Pero, hay que creer o reventar... El azar y la necesidad rigen la suerte y el porvenir de todo lo que existe...
Esto comenzó en una fiesta familiar donde los dos teníamos el denominador común de ser "sapos de otro pozo"... A mí me había llevado un flaco que era nieto de la persona homenajeada y a él su mamá que era compañera de trabajo de una hija de la persona homenajeada... Y fue esa circunstancia, la de no conocer a casi ninguna de las personas presentes, lo que nos acercó...
Yo me había acomodado en un rincón medio lejano y oscuro; desde donde, mientras me embuchaba una cerveza, podía contemplar el movimiento de toda esa gente, sin que nadie reparara en mi... Estaba en eso, cuando se me acercó este chico y comenzó a darme charla... De pique me llamó la atención su hermosura... Demasiado lindo para ser varón... Sin embargo, no era uno de esos mariconazos, afectados, que resultan estúpidos y causan gracia... Por el contrario, se lo notaba discreto y muy bien ubicado...
Los temas de la conversación se fueron dando con total naturalidad... Pude apreciar que era inteligente y que tenía buen decir... Condición que yo no tengo... Por eso, la tarea de llevar adelante el diálogo estuvo a su cargo... Sobretodo cuando charlamos de música... Me enteré que tenía un equipo "Pioner XT" de primera y que, si bien prefería el rock, no desconocía ni despreciaba otras formas musicales, al punto que en su discoteca coexistían desde Beethoven hasta ritmos latinos de la más amplia popularidad... A mi me dio vergüenza confesarle que me gustaba la música tropical...
Cuando nuestra charla se estaba poniendo sustanciosa, la mamá que debía retirarse- lo llamó y nuestra conversación quedó trunca... Pero, al despedirse, me pidió que lo fuera a visitar a la casa para escuchar música... Tipo telegrama me pasó todos los datos de su domicilio y remarcó que después de las 10 de la noche, cuando volvía del cole, podía encontrarlo con toda seguridad...
Si bien acepté la invitación, no era mi intención ni mi deseo ir a visitarlo... Sin embargo, contra todo lo presumible, fui y, lo que es más, en forma casi inmediata, apenas seis días después de habernos conocido... La cosa fue así...
Era un día viernes y llovía... No tenía dónde ir y mis bolsillos estaban completamente vacíos ¿Qué hacer?... En mi casa no me quería quedar Entonces, como un relámpago, se me cruzó la idea de ir a visitar a este pibe... ¿Por qué?... Podría decir que por curiosidad... Tras su cordialidad, su sencillez, lo ameno de su charla, y todas sus expresiones, había un personaje enigmático que yo no alcanzaba a descifrar... La lluvia y la carencia de medios para encarar otros emprendimientos se convirtieron en factores determinantes... Vivía no muy lejos de mi casa y podía llegar caminando... Conseguí un paraguas y me largué... Eran las 10 de la noche pasaditas... En unos minutos estuve allí... Había que mandarse por un pasillo hasta el fondo... Una débil luz iluminaba la puerta... Toqué timbre y aguardé... Pensé que no había nadie, porque no advertía movimientos ni ruidos en el interior... Cuando estaba a punto de regresarme, se encendió un farolito y me abrió la puerta... Antes de saludarme, me dijo:
- Disculpame que te haya hecho esperar... Por el visor no podía ver bien quien era y tenía miedo de abrir...
Entré, nos saludamos y se mostró sorprendido de que con ese tiempo me hubiera animado a ir... Hacía unos minutos había llegado del cole y tenía el pelo mojado... Se lo veía más hermoso... Pasamos a la cocina... Me invito a comer tarta de jamón y queso; pero, no acepté... Yo ya había cenado... Nos pusimos a charlar...
Evidentemente, salvo en el gusto por la música, no coincidíamos en nada, en cuanto a nuestras aficiones... A mí me gusta el fútbol, los deportes, bailar, salir de joda con mis amigos A él nada de eso le interesa Yo no se hacer nada de las cosas de la casa; él limpia, cocina, hace las compras y se defiende muy bien para coser y hacer otras manualidades...
Siendo así la cosa, ¿qué era lo que me hacía estar ahí, con él?. ¿La afición común por la música?. No, en realidad no era eso... Su persona toda me atraía... El halo de misterio que lo rodeaba... Un misterio que, inconscientemente, yo quería develar... ¿Para qué?... En ese momento no lo sabía...
Como era de suponer, rápidamente nuestra conversación cayó sobre el tema de la música... Cuando Lucy (así me pidió lo llamara; su nombre es Lucio) terminó de comer, pasamos al living de la casa donde se encontraba el equipo de música, y puso unos CDs...
El ambiente era, con la media luz que irradiaba la lámpara de mesa, muy acogedor e invitaba a muchas cosas... Una pareja hubiese estado en la gloria en ese lugar... Pero, nosotros éramos dos muchachos, dos varones... ¿Eramos dos varones?... La duda me estimuló para deslizar una observación como para aclarar la cuestión...
Pero, serenamente, Lucy contrarrestó mi movimiento, diciendo:
-Escuchemos la música... Otro día podemos hablar de otras cosas...
Contrarrestó mi movimiento; pero, no lo anuló; no cerró la puerta... Dijo "otro día..."; o sea, admitía (o deseaba) que se ese encuentro se repitiera... Por supuesto, asentí... Otro día podíamos hablar de otras cosas...
Y seguimos escuchando música y comentando sólo cosas relativas a ella, hasta que se hizo una hora prudente para retirarme... No nos habíamos dado cuenta; pero, eran ya casi las dos de la mañana... Ya no llovía más... Me acompañó hasta la puerta de calle... Al despedirme, le dije:
-La pasé de diez... El viernes que viene vuelvo... ¿Puedo?... ¿No jodo?...
-¡Cómo me decís eso!... A mi no me molestás... Al contrario... Yo también la pasé muy bien... Si, vení... Vení a la misma hora que hoy, pero, sin comer, así cenamos juntos...
Durante la semana muchas veces pensé en mi nuevo amigo, porque así lo sentía, como un nuevo amigo... Un amigo extraño, distinto a todos los otros guasos amigos míos... Lucy era alguien suave y delicado por naturaleza... Misterioso... Algo había dentro suyo que, cuidadosamente, él no mostraba... ¿Qué era?... No voy a negar que yo tuviera alguna sospecha; pero, no estaba del todo convencido... Podía equivocarme... Me propuse, entonces, develar la incógnita... Era conciente de que tenía que actuar con sumo cuidado, para no causar ningún daño... Y así procedí...
Llegó el viernes... Como el anterior: llovía... A las diez menos diez, arribé a la casa de Lucy... No tuve que esperar... Me abrió enseguida la puerta y me hizo pasar... Como el otro viernes tenía el cabello mojado y su hermosura se exaltaba notoriamente con ello... Fuimos directamente a la cocina... La mesa estaba puesta con todos los detalles... Acostumbrado a que en mi casa poco menos que me tiraran el plato sobre la mesa, aquello me parecía algo soberbio... Eso me dio pie para hablar de mi, de mis gustos, de mis deseos y para agradecerle que me tratara tan bien... Este diálogo hizo posible que, sin exagerar la nota, como al pasar, dejara en claro que yo era la clase de tipo con quien, si las circunstancias se dan, es posible ser buen amigo, amigo de ley, amigo confiable... Como quien dice: preparé el terreno...
Tras la cena, unos exquisitos canelones, regados con un vinito rosado, llegó el postre: ensalada de frutas, y tras el postre: café Café que tomamos en el living, cómodamente desparramados en los sillones...
Por la forma de actuar, se advertía que Lucy era sumamente cauteloso... Cauteloso; pero, no calculador... Daba mas bien la impresión de que se dejaba llevar por los acontecimientos, sin provocarlos; pero, atento, para nos dar pasos que hicieran peligrar su estabilidad...
Si bien había avanzado bastante en el conocimiento de su persona; suponía que llegar al fondo de su ser, sería algo de muy extenso trámite... Pero, de golpe, todo se precipitó...
Estando en el living, desparramados como dije- en los sillones, degustando el café, me dijo...
-Hay algo que tenés que saber, Leo...
-¿Qué?...
-Yo no soy un chico como todos los chicos...
-Ya lo sé, respondí
-¿Que es lo que sabés?...
-Que no sos como todos, que sos extraordinario, que sos muy humano, que estás en otro nivel...
-Puede ser; pero, además, hay otra cosa...
-¿Qué otra cosa?
Lucy se puso muy nervioso... Quería decirme algo; pero, le costaba muchísimo... Yo también me puse nervioso... No quería apremiarlo... Se produjo un silencio que pareció interminable...
-Pasa, Leo, que a mi me gustaría ser mujer...
-¿Cómo?...
-Si, lo que oíste, me gustaría ser mujer...
Y se largó a llorar...
Si bien era algo que yo sospechaba, la declaración de Lucy y su llanto me descolocaron por completo... No sabía qué hacer, qué decir... Era un trance muy difícil para los dos... De repente comprendí que debía hacer algo... No podía quedarme quieto... No podía dejarlo solo con su angustia... Me levanté, fui a su sillón, me apoyé en uno de los posabrazos, tomé su cabeza, la arrimé a mi cuerpo y traté de serenarlo...
-Está bien, Lucy... Todo está bien... No pasa nada... Aquí estoy con vos... Soy tu amigo... Te entiendo...
No se de donde me salieron las palabras ni qué inteligencia guió mis movimientos... Lucy temblaba como una hoja... Toda la energía que le servía para contenerse y ser la persona serena que el mundo conocía se había desbordado y estaba fuera de control... Me arrodillé frente a él y continué tratando de serenarlo...
-A ver Lucy, tranquilízate... No tenés que ponerte así... Yo te entiendo...
¡Qué iba a entender!... No entendía nada... Lo que quería era calmarlo... Lograr que no se martirizara... El llanto incrementó su hermosura... Era un ángel... Con toda la suavidad que me fue posible actuar, levanté su cara y él, entonces, me miró con una mirada, unos ojos que denunciaban una tristeza infinita...
Lentamente, Lucy logró serenarse y recobrar el dominio de si mismo... Yo me quedé allí, arrodillado a sus pies, tratando de transmitirle buenas ondas... Tenía ganas de abrazarlo; pero, no me animaba... No sabía cuál podía ser su reacción... En todo momento, él se había mantenido a cierta distancia...
-Disculpame, Leo; mirá el mal momento que te hago pasar...
Interrumpo la narración para aclarar que a mi me llaman "Leo"; pero, mi nombre es Leopoldo. Hasta ahora no lo había dicho. Para mas datos, anoto que tengo 21 años, mido 1,81 mts., peso 74, soy morocho, tengo ojos gris-celeste, si gris-celeste, pelo castaño claro, buena dentadura y, no por jactarme, puedo decir que tengo muy buena presencia, bastante arrastre con las mujeres y, también... Pero, mejor continúo con lo que les estaba contando...
-Ningún mal momento... ¿Para qué están los amigos?...
-Si; pero, ¿qué culpa tenés vos de lo que a mi me suceda, de lo que yo sienta?...
-No tengo culpa; pero, puedo estar al lado tuyo...
-Gracias, Leo; sos un ángel...
-No soy un ángel; soy un vago de carne y hueso; tal vez un poco sentimental... Oírme Lucy, de esto que me dijiste tenemos que hablar... Si me lo dijiste, por algo era...
-Por supuesto; pero en otro momento... Ahora no me siento con ganas de hablar de nada... Estoy destruido...
-Comprendo, comprendo...
Cambiando bruscamente la situación le propuse que tomáramos un trago de algo fuerte y escucháramos un CD de algo heavy... Aceptó de buen grado y en unos segundos, whiscacho de por medio, la escena pasó a ser otra totalmente distinta... Agradable, distendida...
Hablando de temas impersonales terminamos la velada y cuando ya eran cerca de las dos de la mañana: me retiré... La lluvia, esta vez, no había cesado... Lucy me acompañó hasta la puerta de calle... Nos despedimos con el compromiso de volvernos a ver el viernes siguiente... Cuando me tendió la mano, se la retuve, sin pensarlo, acerqué mi mejilla a la suya y le dí un beso...
-Suerte, Lucy... Cuidate... El viernes vamos a hablar...
-Bueno, bueno...
La semana pasó volando... Un trabajito que me dio un tío; unos partidos de fútbol y un par de cosas más consumieron vertiginosamente mí tiempo... De todos modos, no pude dejar de pensar en Lucy y en su confesión... Quería ser mujer... ¿Por qué me lo había dicho?... ¿Qué tenía que ver yo en su deseo?... ¿Estaría caliente conmigo?... Todos estos interrogantes se me planteaban cada vez que el nombre y la imagen de Lucy empezaban a rondar por mi mente...
Y llegó el viernes... Aunque no habíamos concertado un horario, a las diez de la noche me hice presente... Me recibió como las veces anteriores, muy cordialmente... Nos dimos la mano y nos besamos en la mejilla... Fuimos a la cocina... Yo ya había cenado... Sólo participé del postre: arroz con leche...
Durante el rato que estuvimos en la cocina, charlamos; pero, manteniéndonos en la superficie de la cosas, sin profundizar en nada... Le conté lo del trabajito y de los pesitos que me iba a ganar... Le hablé de mis hazañas en el fútbol... Cuando pasamos al estar, en el momento en que Lucy se disponía a hacer girar un CD, le recordé...
-No te olvides, Lucy, que tenemos que hablar...
-Si, no me olvido... Pero, creeme, me cuesta...
-Por mucho que cueste, tenemos que hacerlo...
-Si
-¿Cómo es eso de que te gustaría ser mujer?...
-Es así... Yo no lo puedo explicar muy bien; pero, siempre me gustaron las cosas de mujer y, aunque nunca se lo dije a nadie, yo siempre he deseado íntimamente ser mujer... Y muchas veces, cuando estoy solo, cuando nadie me ve, sin darme cuenta, actúo como mujer... Por ahí reacciono y cambio... Porque si hay gente, yo trato por todos los medios de que ninguno se entere de lo que sucede en mi interior... Además, físicamente, yo tengo cosas de mujer...
-¿Qué cosas tenés?...
-Yo trato de que no se noten, porque viste como es la gente... Si uno es diferente te ridiculizan, te agarran de punto y yo no quiero que se metan conmigo, ya que yo no me meto con nadie...
-No me contestás, ¿qué cosas tenés?...
-Prometeme que lo que yo te diga no se lo vas a decir a nadie...
-Quedate tranquilo, yo soy una tumba... Por mi boca nadie se va a enterar de nada...
-Lo que pasa es que yo tengo miedo...
-Conmigo no tenés que tener ningún miedo... Al contrario, si te puedo dar alguna protección te la voy a dar...
-Sos un ángel...
-Otra vez con lo mismo, no soy un ángel, soy un hombre de carne y hueso, como cualquiera; con un poquito de humanidad...
-Si te fijás bien, mi cuerpo no es como el de cualquier muchacho... Tengo espalda chica y mucha cola... No se me nota porque uso pantalones amplios... Además, tengo muy desarrollados los pechos para ser varón... Siempre uso una especie de camisetita sin mangas, bien ajustada, que me hago yo, para apretarlos bien y lograr que no se me noten; pero, si me dejo sueltos los pechos se me marcan muchísimo...
A medida que Lucy me iba develando sus secretos, la curiosidad crecía en mí y cada vez quería saber más... Y, no voy a negarlo, también me iba excitando... Sobre todo, cuando me habló de los pechos; porque si hay algo que me enloquece son las tetas... Mirando un buen par de tetas soy capaz de ponerme al palo en un segundo Entre las cosas que me dijo, remarcó:
-Muchas veces, cuando estoy solo porque mamá va a visitar a mis abuelos a Coronel Suárez, yo me visto de mujer, porque eso me hace sentir bien... Me pongo zapatos de taco, me maquillo...
-¿Y salís a la calle vestido de mujer?...
-No, ¡qué voy a salir!, no salgo... Pero, podría hacerlo tranquilamente porque nadie se daría cuenta de que no soy mujer... Claro que, de todas maneras, no deja de ser un riesgo y por eso me cuido...
Esta confesión me dio pie para tirarle un dardo...
-Sabés una cosa, Rody, me gustaría verte vestido de mujer, ¿puede ser?...
Se quedó pensando un rato y luego me dijo que si, que no había drama, que cuando la mamá se fuera a Suárez, podíamos organizarnos y él se arreglaría para mi... Todo dependía, entonces, del viaje de la mamá... Le pregunté,
-¿Cuándo viajará tu mamá?...
-Calculo que en los primeros días del mes que viene... Después que cobre... Falta poquito...
En efecto, faltaba poquito... Seguimos hablando... Para darle confianza, le dije
-No se por qué tengo la sensación de que te conozco de toda la vida... Hace poquito que nos tratamos, pero me siento de 10 con vos... ¿Sabés una cosa?... Tirás muy buena onda... Todo lo que me contaste de cómo sos, como sentis, me hace pensar que me ves como un amigo de verdad y eso me pone contento; porque es bueno comprobar que alguien piensa bien de uno, que le tiene confianza...
Y continuamos charlando de distintas cosas hasta que se hizo la hora de retirarme... Convinimos mantenernos en comunicación y que, cuando se supiera la fecha en que la mamá iba a viajar, fijaríamos la fecha de un encuentro, para el cual se vestiría tal como se lo había pedido...
Al irme, me acompañó hasta la puerta de calle como en las otras oportunidades... Pero, en ésta, transitamos el pasillo medio pegados, porque yo le pasé un brazo sobre los hombros y le dije algunas macanas acerca del deseo que tenía de verlo con tacos altos... En la puerta, al despedirnos, le di un beso en la mejilla como otras veces, sólo que en ésta le estampé los labios bien en forma...
Cumplimos con la palabra de mantenernos comunicados... Varias veces lo llamé por teléfono y en una ocasión fui a la casa... El trato entre nosotros había cambiado sustancialmente... Era como si hubiese un entendimiento, como si las fronteras que aíslan a las personas hubieran desaparecido... Campeaba una confianza infinita...
Así las cosas, un jueves me llamó por teléfono para avisarme que la mamá se iba a Coronel Suárez el día siguiente,
-Toma el micro a las ocho y cuarto; yo la voy a acompañar a la Terminal...
-¿Qué querés que haga?...
-Nada... Quería saber si seguías teniendo ganas de que me arreglara para ver como me quedan los tacos altos...
-Si, por supuesto que sigo teniendo ganas... Tengo muchísimas ganas de verte arregladita ...
Se lo dije así, en femenino, con toda intención...
-Si querés me arreglo mañana viernes...
-Bárbaro...
-Tratá de venir a un poco después de las diez, así me das tiempo para cambiarme...
-Perfecto... A las once estoy en tu casa...
Y le agregué una broma...
-Preparate bien, porque en una de esas podemos salir y te llevo a bailar...
Se rió...
Al día siguiente, a las once en punto de la noche, como todo un caballero, estuve en la puerta de la casa... Cuando entré y lo vi, me quedé helado... No lo podía creer... Tal como se había vestido parecía verdaderamente una mujer... Tenía una minifalda ajustadita que le marcaba bien la cintura, las caderas y la cola... La remerita sin mangas, medio suelta y cortona, le resaltaba notablemente los pechitos... Las sandalias, con tacos altísimos y plataforma, le daban forma perfecta a sus piernas, en las que no se veía ni un solo pelito... El maquillaje era de primera... Nada de colorinches ni cosas raras... El cabello suelto, con sus ondas naturales, era un marco maravilloso para su hermoso rostro...Todo muy discreto y bellísimo
Mi sorpresa fue tan grande que me quedé sin palabras, no sabía qué decir y tardé un rato en recobrarme...
-La verdad, Lucy, no me imaginaba para nada que podías llegar arreglarte así, tan bien... Pareces realmente una mujer... Pareces, no Sos una mujer
-A mi me gustaría ser una mujer... Pero, no lo soy...
-¿Por qué decís que lo no sos?... ¿Por qué tenés algún detalle de varón?... Para mí, eso, en todo caso, es apenas un detalle, un detalle menor... En todo lo demás vos sos mujer... Mirá que tetitas tenés...
Me arrimé bien y levanté una mano con clara intención de tocarle los pechitos... Para no correr el riesgo de un rechazo, pregunté...
-¿Puedo?...
-Si
Ahí nomás me mandé... No a lo bestia, sino delicadamente... Primero, le toqué una tetita por encima del body y como no se resistió a mi caricia, me aventuré a meter la mano por debajo y a pasarle el otro brazo por la cintura para tenerlo cerca...
-Qué tetitas divinas que tenés, Lucy... Me encantan... Te dije que a mi las tetas me pierden, no puedo resistirme
-En serio te gustan...
-Me enloquecen... No sabés con que ganas te las chuparía... ¿Te gusta que te las acaricie?...
-Si, es hermoso...
-¿Alguna vez te las acariciaron así?...
-No, nunca me hicieron nada...
-¿De verdad?...
-Te lo juro, Leo, creeme...
-Te creo... ¿Así que yo soy el primer muchacho que te toca?...
-Si, sos el primero...
-¿Te gusta que te toquen?...
-Me gusta que vos me toques, me hacés sentir mujer...
Sin anticiparle nada, le levanté el body, me incliné un poquito y comencé a besarle, chuparle y mordisquearle las tetitas... Este jueguito lo puso en órbita... Cuando me erguí nuevamente, lo abracé y le sacudí unos chuponazos en la boca que terminaron de volverlo loco, o, mejor dicho, loca... No sólo lo besé, lo apreté todo...
-¿Sabés una cosa, Lucy?... Tengo la pija al palo, tus tetitas me hicieron recalentar... Mirá...
Y me remarqué con la mano el bulto que hacía dentro del pantalón mi poronga parada...
-¿Querés que te la muestre?...
-Bueno...
Me desprendí la bragueta del vaquero, lo bajé un poquito; también me bajé el slip y saqué todo afuera... Al verla, sorprendido, Lucy exclamó
-¡Qué grande la tenés, Leo!...
-¿Te parece grande?...
-No me parece, es grande... ¡Enorme!...
-¿Vos la tenés así?
-¡No!... Por suerte no... Mi sexo es bien, bien chiquito...
-¿Te lo puedo ver?...
-Yo trato de que no se me note para nada...
-¿Cómo hacés?...
-Uso una trusa que me comprime bien...
-¿Qué es una trusa?...
-Es como una minibombachita; pero, elástica y muy fuerte... Ubico mi sexo hacia atrás, entre las piernas, y la trusa me lo apreta bien y así no se me nota...
-Ahora la tenés puesta...
-Si...
-A ver, mostrámela...
Yo me sobaba la pija para que se me mantuviera bien parada, aunque no era necesario, porque la calentura me tenía al mango... Lucy se levantó la mini y ante mi vista apareció una especie de triangulito de tela de color rojo, con unas tiritas sujetas en las caderas, que apenas le tapaban pubis y donde parecía haber una conchita... Sin pedir permiso, metí mi mano allí... El chico hizo un movimiento hacia atrás, como levantando el culito, pero no pudo evitar que mi mano le cubriera todo el bultito... Lo manoteé bien y, a decir verdad, era algo insignificante lo que agarraba... Con el otro brazo volví a tomarlo de la cintura y lo atraje hacia mí... No le solté el bultito... Al contrario, comencé a toquetearlo como si jugara con una vagina...
-¿Te gusta que te haga mimitos en la conchita?...
-No es una conchita...
-Para mi si... Yo quiero que vos sientas que te acaricio la conchita...
-Si...
-Vos agarrame la pija...
-Bueno...
Me la tomó con mucha delicadeza...
-¿Es la primera vez que le agarrás la garcha a un tipo?...
-Si...
-¿Te gusta?...
-La tenés grande...
-Si te gusta, es toda para vos... Apretámela bien... ¿Qué sentís agarrándome la pija?...
-No se, me siento mujer...
-¿Te sentis mujer?...
-Si...
-¿Querés que yo te haga sentir bien mujer?...
-¿Cómo?...
-Dáme la boquita...
El chico se aflojó un poco y le mandé un beso de lengua que casi le perforo la garganta...
-¿Nunca te besaron así?...
-Nunca...
Y lo seguí chuponeando, pasándole la lengua por los labios y metiéndosela en la oreja... Con la mano que me quedaba libre iba del bultito a las tetitas y de las tetitas al bultito, en una desenfrenada franela... El no me soltó la poronga en ningún momento, estaba hechizado con mi verga... Era una franela divina...
-Quiero que me hagas una cosa, Lucy...
-¿Qué?...
-Quiero que me chupes la pija...
-Ay, no sé... Tengo miedo...
-¿Miedo de qué?...
-No se...
-Conmigo no tenés que tener miedo... Chupámela... Vas a ver que te va a gustar...
-¿Te parece?...
-Si, te va a gustar... Te vas a sentir más mujer... A las chicas les encanta mamarles las porongas a sus novios...
Sin decir nada, lentamente se fue agachando hasta quedar arrodillado y, con su rostro frente a mi pija, que se ofrecía como un enhiesto mástil Así comenzó la fellatio... Primero, fueron unos besos y más luego se metió la cabeza en la boca, succionándola suavemente... Después de repetir varias veces estas acciones, me preguntó...
-¿Lo hago bien?...
-Si... Sos una diosa mamando... Seguí así... Metétela toda en la boca...
-Es muy grande... No me entra toda...
-Tragátela hasta donde te entre...
Para darme el gusto, abrió bien grande su boca y se la mandó hasta la garganta... El roce con la campanilla le producía arcadas; pero, insistía... Con su lengua y sus labios trataba de apretármela al máximo...
-¿Te gusta chuparme la pija, Lucy?
-Si, me gusta...
-Viste que tenía razón, que te iba a gustar... Mi pija es toda para vos...
Me la siguió mamando un largo rato... Después, lo hice parar y lo abracé fuertemente... Me sentía pleno y quería que él lo supiera...
-¿Te gusta que estemos así, Lucy?...
-Si, me gusta...
-¿Te hago sentir mujer?...
-Si, me siento como si fuera otra persona...
-¿Querés que yo sea tu novio?...
-¿Cómo mi novio?...
-Si, que hagamos una pareja... Vos hacés de mujer y yo hago de hombre... ¿Eh?... Somos novios, pero lo mantenemos en secreto... Algo para nosotros...
-No se...
-Yo quiero hacerte todo lo que un hombre le hace a una mujer...
-Pero, yo no soy una mujer verdadera... Yo no tengo conchita...
-Qué importa... No tenés conchita; pero, tenés culito... ¿No tenés ganas de que yo te haga el culito?...
-Yo tengo mucha sensibilidad en la cola... A veces me toco y me excito tanto que me viene algo raro, como que acabara...
-Mejor... En vez de tocarte con la mano, yo puedo tocarte con mi pija y hacerte acabar bien... ¿No te gustaría eso?...
-Si; pero, vos la tenés muy grande y no se si me va a entrar...
-Si te hago la colita de a poquito, te va a entrar bien... En vez de desvirgarte de golpe, te desvirgo de a poco y ya está... Cada vez vas a ir aguantando más y al final la vas a tolerar toda, toda y la vas a gozar con todo...
Yo le decía todo esto; pero, no estaba convencido para nada de que pudiera tragarse toda mi poronga... Porque en realidad la tengo muy grande y bien gruesa... Tiempo atrás la había comparado con la de un pibe que decía que la tenía grande y y al final yo le llevaba una cabeza de ventaja... Además, como dije, la tengo bien gruesa y cuando se me para, si no acabo, no hay forma de hacerla bajar del todo... Además, varias veces le quise hacer la cola a una mina que tenía sus km y la guacha no me aguantó
La cuestión es que estábamos en esos arrumacos cuando le pregunte...
-Lucy, ¿no querés que nos pongamos en bolas y nos metamos en tu cama para franelear mejor?...
Prestó su conformidad y al toque nos fuimos para el dormitorio... Si vestido era una preciosura, en pelotas era doblemente hermoso... Tenía un cuerpito delicado, con una piel de seda... Al lado mío era como una muñeca... Me daba la sensación de que si lo apretaba mucho podía romperlo... De cotelete en la cama, nos abrazamos y nos enchufamos unos besos de locura... Mis manos recorrían todo su cuerpo y cuando con un dedo me detuve en su ano, reaccionó como si le hubiera puesto un cable con 220 Wats...
-Ay, Leo... Ay... Ay... ¡Qué lindo!... ¡Me encanta!... Haceme así, tocame, tocame...
Noté que su pitito se paraba... Era chiquitito, como el de un pibito de 7 u 8 años y las bolitas apenas si se notaban... Después de tocarle el culito todo lo que el me pidió, se escurrió de entre mis brazos y se acomodó para chuparme la pija... Cuando me la estaba mamando, le dije
-Te gusta mi pija, mamita...
-Si, me encanta... La quiero toda para mi...
-Es toda para vos... Chupamela... Refregátela en las tetitas...
Y me la chupaba y se la refregaba en las tetas y en la cara... Me volvía loco... Llegué a un punto en que, si no acababa, las bolas me iban a explotar de la calentura, las tenía como piedras... Entonces, lo hice poner boca abajo y me le eché encima... Instintivamente le acomodé la poronga entre las piernitas y lo abracé... Tuve que arquearme un poco para no aplastarlo con mis 74 kilos... Mi pija se reacomodó y le quedó entre los cantos de su culito, grande y redondo... Así se la frotaba y él deliraba de placer... Me reubiqué y quedé a caballito de su cuerpo, a la altura de sus nalgas... Así quería ponérsela... Le pregunté si tenía alguna crema... Nos destrabamos, bajó de la cama, alzó de la toilette un pote de crema, me lo entregó, volvió a echarse boca abajo y yo encima de él... Puse crema en mis dedos, empecé a untarle el agujerito y él a contonearse de placer... Sus gemidos me recontraexcitaban...
-Haceme así, Leo... Me hacés gozar... Ay, ay...
-¿Querés que te meta un dedito?...
-Si; pero, despacito...
-Bueno...
No me costó mucho hacérselo entrar... Lo tenía bastante dilatado y la lubricación allanó las dificultades... Con mi dedo adentro de su culo, bramaba de gozo... Atento a las circunstancias, después de haber jugueteado bastante con un dedo sólo; me largué a meterle dos... No fue fácil; pero, tampoco muy difícil... Tuve que añadir más crema y al cabo de cuatro o cinco maniobras, los dos dedos estuvieron íntegramente dentro de su culo... Obviamente la penetración le dolía, porque me rogaba y rogaba que se los metiera despacito... Es que dos dedos de mi mano equivalen a una poronga medianamente aceptable... Después de juguetear digitalmente en ese precioso culo, le acomodé la puntita de mi dura verga propiamente en la puertita y comencé a empujar...Con un poco de brutalidad conseguí hacerle entrar la cabeza y algún centímetro mas; pero, tuve que detener la marcha, porque el chico se moría de dolor... Sollozando, me rogaba que se la sacara...
-Por Dios, Leo, sacámela... No la aguanto... Me duele mucho... Por favor...
Me detuve; pero, no saqué el trocito que le había entrado... Se lo dejé plantado, hasta que el dolor cedió... Entonces, comencé a juguetear nuevamente... No tratando de que le entrara más, sino moviendo la poronga hacia uno y otro lado, para que el agujero se le agrandara... Después de operar así un buen rato, ataqué como si estuviera percutiendo con un taladro: se la sacaba un poquitito y se la volvía a meter... Esto lo excitó muchísimo...
-Haceme así, haceme así... Me gusta, me gusta... Ay, que lindo...
Este jueguito también me excitó a mí... Llegué a un punto en que me resultaba imposible contener la acabada...
-Me viene, Lucy... Me viene... Voy a acabar... Abrí bien el culo que acabo... Acabo... Si, si... Tomá mi leche...
-Yo también, Leo... Dámela así que acabo...
Creo que mi pija le entró un poquito más, porque el chico lanzó un gritito de dolor... Pero, ya no podía controlarme... Se la saqué y volví a metérsela con todo... Felizmente, en la arremetida se desvió, deslizándose entre sus piernas... Allí acabé como un guanaco...
Lucy también acabó y sus estertores no eran menores a los míos... Fue un polvo histórico... Quedamos fritos... Yo encima de él, aplastándolo... No se cuánto tiempo estuve así... Finalmente, me volqué hacia un costado y lo dejé respirar... El también se acomodó de costado... Nos abrazamos y lo besé... Lo besé con alma y vida, por todo lo feliz que me había hecho dándome su colita y todo su cuerpito...
-¿Te hice sentir mujer?...
-Si... Nunca me sentí igual...
-¿Qué es lo que sentiste?...
-No sé, no te lo puedo explicar... Algo maravilloso...
-Si a vos te gusta, yo puedo hacerte sentir mujer todas las veces que quieras... Me encantó hacerte la colita...
-¡Cómo no voy a querer!...
-Pero, con una condición...
-¿Qué condición?...
-Que cuando yo quiera que seas mujer para mí, vos me des el gusto y seas toda para mí...
-Claro que si, yo quiero ser mujer, quiero ser tu mujer...
-Y yo quiero ser tu macho...
-Ay, qué lindo es oirte decir eso... Me gusta... Me gusta que me trates como mujer...
-¿Te gusta?... De ahora en adelante, cuando estemos solitos vos y yo, te voy a tratar como mujer... Vas a ser mi chica...
-Si, si...
-Y ahora, ¿qué hacemos?... Mirá el reloj, va a ser la una...
-Uy, ya la una... No sé... ¿Qué querés que hagamos?...
-¿Querés que te eche otro polvito?...
-No, no, me duele mucho la colita...
-Entonces, podemos darnos una duchita, los dos juntitos, después volvemos a la camita, me mamás un poquito la pija y nos dormimos abrazaditos...
-Bueno...
Saltamos de la cama y nos mandamos para el baño... A la luz de las poderosas lámparas que había allí, pude ver todo lo hermoso que era ese chico... Bajo el agua lo besé una y otra vez... Quería comérmelo... Era todo un espectáculo ver caer la lluvia sobre sus tetitas... Como corresponde, le jaboné la espalda y lo que sigue hacia abajo... Le pasé la pastilla de jabón por el ano... Lo tenía muy dolorido... Apenas si soportaba que la pasara el dedito por afuera... Con todo, el juego lo excitó... El pitito se le paró... Yo también me excite y la poronga se me volvió a parar... Me la agarró y empezó a hacerme mimos...
-¿Sabés una cosa, Lucy?...
-¿Qué?...
-Tu sexo es como el clítoris de las chicas... Un poquititito mas grande, nada mas...
-Pero, no tengo agujerito...
-Qué importa... No tenés agujerito adelante; pero, tenés agujerito atrás... Yo te lo voy a trabajar a ese agujerito para que se te ponga grande como una conchita y te entre toda mi pija adentro y te haga gozar y gozar... Ahora le voy a lengüetear un poquito ese clítoris precioso que tiene mi bebota para que goce como una nenita...
Dicho esto, me arrodillé y, aunque se resistió un poco, conseguí meter en mi boca todo el sexo del chico y mandarle una fellatio que lo puso a mil por hora... Mi mano derecha la pasaba entre sus piernas y con el dedo mayor percutía su ano... Estuvo a punto de acabarme en la boca...
-Ay, Leo, pará que me vas a hacer acabar...
Paré, me incorporé y seguí excitándolo con el dedo, mientras con el otro brazo lo apretaba contra mi cuerpo... El se estremecía de gozo y me repetía...
-Papito, quiero ser toda tuya... Quiero ser tu mujer... Haceme gozar...
En medio de esa locura, acabó... Apenas unas gotitas de un líquido blanquecino le salieron del sexo... Yo le dije que era "flujo"...
Terminamos de bañarnos, nos secamos y, como teníamos hambre, en lugar de ir a la cama, fuimos a la cocina... Yo fui en pelotas y descalzo... El se puso la trusa y los zapatos de tacos... En la cocina éramos una parejita... Comimos un poco de fiambre, unas galletitas y tomamos gaseosas... El se sentó sobre una de mis piernas... Nos dimos unos cuantos piquitos... Y yo le mordisqueé las tetitas...
De vuelta al dormitorio, me tiré largo a largo en la cama y él se acurrucó sobre mi pecho... Después de estar un rato así, estiró su mano derecha, me la agarró y comenzó a hacerle mimitos... Por supuesto, no necesité mucho para que se me pusiera al palo...
-¡Qué pija grande tenés, Leo!... Me encanta...
-¿Te gusta, mamita?...
-Si... Se te pone tan dura...
-Es toda para vos, mi cielo... Para que goces... Para hacerte sentir bien mujer...
Lentamente se fue reacomodando hasta quedar en posición como para poder mamármela sin dificultad... Se la metió en la boca y me despachó una mamada sensacional... Me excitó tanto con sus chupadas y lengüetazos que llegué a un punto en que ya no me controlaba...
-Cielito, voy a acabar...
Esperaba que suspendiera la mamada y continuara su entrega pajeándome; pero, no fue así... Lucy siguió chupándomela con alma y vida hasta que los gruesos chorros de mi leche inundaron su boca... No dejó que se le escapara ni una gota... Se tragó todo...
Después vino una sesión de arrumacos y besos y, tras una pasadita por el baño, no dormimos hasta el día siguiente a las once de la mañana... Cuando nos despertamos teníamos muchísimo hambre... Fuimos directamente a la cocina a desayunar... Mientras lo hacíamos, hablamos seriamente...
-¿Te gustó lo que hicimos, Lucy?...
-Me encantó, ¿y a vos?...
-A mi también me encantó... Quiero volver a hacerlo...
-¿Ahora?...
-Si, ahora... ¿Hay algún inconveniente?...
-No, no hay ningún inconveniente....
-Y quiero algo más...
-¿Qué querés?...
-Quiero meterte toda mi pija... Quiero que la sientas toda entera...
-No se si voy a poder... La tenés muy grande... No me va a entrar toda...
-Yo te la hago entrar... Usamos más crema...
-Pero, me va a doler mucho...
-Tenés que aguantar un poco hasta que se te agrande bien... ¿Tenés miedo?...
-Un poquito... Con lo que mi hiciste anoche quedé bastante dolorido...
-Vamos para el dormitorio...
Y nos mandamos para el dormitorio... Lucy estaba hermosísima... Realmente era una mujer y, al mismo tiempo un chico... Se había liberado de todos sus temores y actuaba en forma delicada y sensual... No como un maricón, sino como una mina, o más bien, con un ser especial, como la esencia misma de la pasividad, del que quiere y necesita ser poseído, penetrado... Una ser que desea servir a su macho y necesita que su macho lo sirva...
Debía hacerlo calentar bien, para después recibir las mieles de una buena cogida... Una vez instalados en la cama, me hizo de todo y le hice de todo... Las que me enloquecían eran sus tetitas... Se las sobé, lamí, chupé y mordí hasta decir basta... Al chico se lo veía en la gloria... No hacía mas que repetir que me adoraba, que quería que "la" hiciera mía y no se cuántas cosas mas...
A esta altura de los acontecimientos, yo tenía la pija como un garrote y desesperaba por metérsela en el culo... Acabábamos de hacer un fogoso 69 y el momento era justo para que lo penetrara... Con una crema de manos le unté abundantemente el agujerito, procurando que una buena parte le entrara dentro... Luego me lubriqué la cabeza y comencé el trabajo... Lucy se puso en cuatro patitas, levantando bien el culo y ofreciéndomelo... Ver ese culito tan redondo, tan terso, sin un pelito, con las nalgas bien separadas y el agujerito perfectamente dibujado en el medio, me volvía loco...
Apoyé la puntita de mi poronga en el centro justo del ano y me mandé una embestida... No muy fuerte, pero tampoco muy suave... Le entró la cabeza... El chico lanzó un gritito de dolor...
-Despacio, Leo, que me duele mucho...
-Si, mamita, te la pongo despacio... Aguantá...
De a poquito le fue entrando; pero, llegamos a un punto en que el dolor lo mataba...
-No aguanto mas, Leo... Pará, por Dios... Sacámela...
Paré y se la dejé puesta... Su culo me la apretaba un montón... Sentía como sus latidos eran prácticamente una cogida... Apenas se la movía; pero fue lo suficiente para que acabara con todo... Le llené de leche el orto... Lo tenía fuertemente abrazado y apretado contra mi cuerpo... La excitación que eso le producía hizo que el chico acabara también... Quedamos fusilados... Buen rato pasó hasta que nos levantamos y fuimos al baño para higienizarnos... Tras hacerlo, volvimos a la cama y jugueteamos hasta las cuatro y media de la tarde... A esa hora me levanté y partí... Lucy solo se puso los zapatos de taco alto y la trusa que le sujetaba el sexo... Así me acompañó hasta la puerta... Antes de abrirla, nos matamos a besos nuevamente y ratificamos el convenio de vernos el martes siguiente...
Me sentía mucho mejor que si hubiera estado encamado con una mina... Honestamente hablando, Lucy era mejor que una mujer... Se entregaba más... El sábado por la noche no salí... Estaba de cama... A la mañana del domingo me llamó por teléfono Lucy para decirme que le dolía mucho la cola... Fui a verlo... El se aplicaba agua fría... Eso le calmaba un poco el dolor; pero, enseguida le volvía... De golpe se me prendió la lamparita... Fui a ver a un vago que jugaba al fútbol conmigo y trabajaba en una farmacia, y le conté que le había hecho la cola a una chica, que estaba muy dolorida y que necesitaba algo que le hiciera pasar el dolor...
-No tenés que buscar más... Vamos a la farmacia que está de turno... Te voy a dar el medicamento justo...
-¿Qué es?...
- Proctodine ...
Después, como si me contara un secreto, me chamuyó...
-Es un antihemorroidal fuerte, tiene lidocaína; pero, se usa mas como analgésico anal en casos de culos vapuleados...
Por suerte el remedio costaba poco y lo pude comprar... Inmediatamente se lo llevé a Lucy y se lo puso... Le hizo un efecto casi inmediato...
Con besitos nos despedimos y el martes a las diez de la noche nos volvimos a ver... Llevaba puesto un deshabillé medio transparente espectacular... Era toda una minita... Me convidó con un whisky... Franeleamos un poco en el sillón y al ratito nomás embalamos para el dormitorio... El chico estaba recaliente... Yo también... Apenas si se lo podía tocar... Vibraba por cualquier cosa... Sin que se lo pidiera, enseguida se prendió a mamarme la pija... Lo hice acomodar y mientras me la chupaba, le metí un dedito en el culo... Chilló un poquito; pero, se lo aguantó y rápidamente comenzó a mover el orto para sentirlo mejor... Entonces, le metí dos dedos y le dilaté bien el agujero... Franeleamos un largo rato... Lucy no quería largarme la poronga ni a gancho... Cuando los dos ya estábamos loquísimos, lo besuquié un poquito, lo hice poner en cuatro patas y le apunté al culo...
Contrariamente a lo que yo me esperaba, la aguantó bastante bien; pero, al llegar a la parte gruesa: el dolor lo venció y empezó a rogarme que no se la metiera más, que se la sacara... No se la saqué; tampoco intenté penetrarlo más... Lo dejé un buen rato con la pija puesta, moviéndosela hacia un lado y hacia otro, hasta que el dolor cedió bastante... Entonces, le mandé una culeada suavecita hasta que acabé... Fue lo que se dice un polvo discreto, que le gustó mucho... Me repetía una y otra vez que yo lo hacía sentir mujer, que le encantaba que lo cogiera, que me iba a dar siempre el culo y un montón de cosas más...
Después del polvo descansamos un rato y cuarenta minutos después, como volvió a toquetearme la pija, la guacha se me paró de nuevo y, desesperado, se me prendió de nuevo... Me la mamaba con unas ganas tremendas... Necesitaba mi verga... Eso me hacía calentar a lo loco... Lo dejé hacer... Me la chupaba y al mismo tiempo me pajeaba... Tanto hizo que, al final, le acabé en la boquita... En esa boquita pintada que me fascinaba... Como era de esperar: se comió toda mi leche... Lo hacía con ganas, saboreándola
A todo esto se había hecho retarde y, apenas unas horas después, yo debía estar despierto para trabajar, de modo que con mucho desgano me vestí y me fui Me fui con la promesa de volver el viernes Y así fue
El viernes, a las 10 de la noche, aparecí dispuesto a desahogarme Pero, no hay caso, cuando un pobre quiere divertirse siempre aparece algo negativo La mamá de Lucy estaba descompuesta y no había ido a trabajar No se si dije que la mamá era enfermera y trabajaba como supervisora en un hospital muy importante Un hospital privado Trabajaba de noche, de 10 de la noche a 6 de la mañana Eso hacía posible que yo fuera a la casa de Lucy a la hora que iba Pero, ese viernes se pincho el globo Con la mamá ahí, nada podíamos hacer De todos modos estuve un rato tomando mate en la cocina Lo apreté un poco a Lucy, le di unos chupones y lo franelee Nada más
Ni les cuento la calentura con que tuve que volverme a mi casa y la paja que me sacudí en el baño antes de acostarme Ríos de leche descargué
Volvimos a vernos el martes Antes nos habíamos llamado por teléfono un par de veces Me recibió vestido con su salto de cama, sus tacos altos y la boquita pintada Señal de que había vía libre para garchar Si yo estaba caliente, Lucy no lo estaba menos Ni bien lo abracé para besarlos, se me colgó del cogote, sin la más mínima intención de soltarme Nos achuramos a besos Sin soltarnos fuimos hasta el dormitorio y ahí lo voltee en la cama Después, todo fue una hoguera, un infierno Las cosas se sucedían con un vértigo enloquecedor De pronto me vi tras él, listo para metérsela El, en cuatro patitas me lo pedía
-Metémela, papito, metémela que no doy más
Y se la metí; pero tropecé, como las veces anteriores, con la estrechez de su agujerito Se le había dilatado un poco, más no lo suficiente Como se quejaba de dolor, me frené y traté de ir más despacio Por suerte, después de unos minutos el dolor cedió y pude machetearlo más o menos bien hasta que acabé Mejor dicho, hasta que acabamos, porque acabamos en forma simultánea
Ni bien se la saqué, fue al baño, se lavó y se puso la pomada mágica Era clave para evitar complicaciones
Lo cierto es que mi relación con Lucy se fue prolongando en el tiempo y afirmándose Teníamos bastante libertad para hacer el amor y eso hacía que lo hiciéramos todas las veces en que se presentaba la ocasión y cada vez con más ganas Para mí era nada más que verlo y sentir que la sangre se me empezaba a calentar
Después de algunos meses, sucedió algo que "formalizó" nuestro vínculo En la casa de Lucy había que realizar un trabajito de electricidad Entonces, él aprovechó la circunstancia para hacerme aparecer "oficialmente" ante su Mamá Una mujer remacanuda Con ella arreglé lo del trabajo y fue así que comencé a frecuentar la casa cuando Lucy estaba solo y, también, cuando estaba su Mamá En una palabra, me hice amigo de la familia Vuelta a vuelta me invitaban a comer y a estar con ellos La verdad es que la pasaba muy bien ahí Y, mientras tanto, mi intimidad con Lucy continuaba viento en popa
Un día la Mamá de Lucy me avisó que, si yo quería, una médica del hospital donde trabajaba tenía un trabajo para mí en un departamento de la costa Fui a ver a la doctora y arreglamos que viajaría hasta la costa en las vacaciones de invierno, me instalaría allí y haría todo el trabajo, por lo que para mi eran unos buenos pesos La única contra era que no jugaría al fútbol durante ese tiempo Pero, había una a favor y muy importante: Lucy me acompañaría En las vacaciones de invierno no tenía obligaciones y, delante de su Mamá, me propuso hacerme compañía Acepté sobre el pucho
La cuestión es que un 10 de julio los dos estuvimos instalados en un departamento de la costa que, pese a necesitar pintura y algunos arreglitos, resultaba muy acogedor Justamente lo primero que hicimos al llegar fue meternos en la cama y sacudirnos en forma
El problema seguía siendo la estrechez de Lucy y el temor mío de ocasionarle algún daño serio En todos los meses que ya llevábamos juntos, nunca se la había podido poner bien puesta, siempre había tropezado con su falta de dilatación Yo sabía que esto lo afligía muchísimo, porque queriendo que lo penetrara hasta el mango, no podía darme ni darse ese gusto porque siempre se llegaba a un punto en que el dolor era más fuerte que él
En el departamento nos organizamos muy bien Lucy me ayudaba en algunos de los trabajos que yo tenía que hacer; pero, casi no era necesario Por eso se dedicaba principalmente a "las cosas de la casa": limpiaba, lavaba, planchaba, cocinaba Yo iba haciendo ambiente por ambiente, para no despelotar mucho las cosas El día de trabajo arrancaba a las ocho y media, y terminaba a las cinco A veces antes Por las tardecitas salíamos a vagonetear un rato por el centro de la ciudad, para no estar siempre encerrados En invierno, el lugar era bastante mortadela; por eso a las nueve ya estábamos nuevamente en el depto Comíamos y nos metíamos en la cama a mirar la tele Mirar la tele, primero Después: garchar Me enloquecía estar con Lucy y emborracharme con la suavidad y el perfume de su piel
Cuando se cumplió una semana de estar allí, sucedió algo que no estaba en nuestros cálculos ni en nuestra imaginación Como de costumbre cenamos y nos metimos en la cama El temporal que se había desatado cortó la luz No podíamos ver tele ¿Qué hacer?... Garchar Nos entregamos como era nuestra costumbre a una franela desenfrenada, donde una mamada de antología fue un aperitivo excepcional Llegado el momento de penetrarlo, me pidió que lo dejara sentarse sobre pija Era una pose que nunca habíamos practicado Como habíamos encendido una vela para no estar totalmente a oscuras, nuestras sombras se proyectaban sobre el placard de pared, que parecía ser una pantalla de cine El día anterior lo había pintado con látex Las sombras se movían con el vaivén de la llama
Lucy se untó cuidadosamente su agujerito con la cremita lubricante y, también, me lubricó la poronga que, como de costumbre, la tenía dura como un garrote y más grande que nunca Después se montó a caballito, dándome la espalda a mí, que estaba largo a largo sobre la cama; se acomodó la puntita en la puertita del culo y comenzó a sentarse Mi pija inició el recorrido del dulce camino de su ojete Cuando ya le había entrado la mitad, Lucy detuvo la marcha El dolor lo paralizaba Yo trataba de atemperar su sufrimiento, acariciando sus turgentes nalgas, apretándolas y separándolas como si quisiera despejar el camino Entonces, Lucy empezó a levantarse y mi pija se fue escapando de su cuevita La cremita lubricante se había esparcido mejor; por eso, cuando volvió a sentarse, el tránsito fue mucho más rápido Cuando ya tenía la mitad adentro, se movió un poco para acomodarse mejor y esto produjo un inesperado efecto: perdió un poco de equilibrio y medio como que se sentó impensadamente, para no decir que se cayó de culo Fue entonces cuando mi pija le entró toda entera hasta las bolas Lucy lanzó un gritito de dolor, pero se bancó el guascazo Yo lo sujeté por la cadera para que no se escapara Fue el desvirgue El desvirgue completo
Lentamente se fue reclinando hacia atrás y estirando las piernitas, mientras yo lo abrazaba con toda la fuerza, o algo menos Si lo hubiese abrazado con toda mi fuerza: lo parto en dos
Me entró toda, Leo
Si ¿Te duele?...
Un poquito
¿La aguantas?...
Si
Vamos a darnos vuelta, así t puedo coger bien
Y nos volteamos sobre la cama Despacito para que no se le saliera Lucy quedó boca abajo, sobre las sábanas, levantando el culito y yo encima de él, ensartándole la poronga hasta los huevos La forma en que me apretaba la pija era increíble No conocí concha alguna que me la apretara tanto y tan bien Lentamente y con cierto temor comencé a machetearlo Tenía miedo de que, si se la sacaba toda, no se la pudiera volver a meter De a poquito me fui convenciendo de que el surco ya estaba hecho y que podía darle con todo Y le di, le di El culo se le abrió como una flor; y mi pija entraba y salía, salía y entraba, transfundiendo mi deseo, mi necesidad, mi locura en ese hueco que resumía el néctar de la mayor sensualidad que yo había conocido Llegamos a un punto en que se la podía sacar toda y volvérsela a meter sin ningún problema No sé el tiempo que estuvimos garchando Yo demoraba el acabe para gozar al máximo Lucy no se pudo contener y acabó un poquito antes que yo En medio de sus estertores orgásmicos, yo arremetí con todo y lo regué, lo inundé con mi lechita
Muertos, los dos quedamos muertos después de semejante polvo Lucy reaccionó primero y, presuroso, fue al baño a lavarse y untarse rápido con la pomadita mágica Lamentablemente, la rosca había sido tan fuerte, que la crema milagrosa dio muy pobre resultado El culito le empezó a doler y durante la noche debió levantarse un par de veces para hacerse baños de agua fría y aplicarse más crema Con todo, apenas si logró atemperar un poco el dolor A todo esto, yo (criminal imperdonable) dormí a pata suelta Recién a las siete y media, cuando me despertó el reloj, me enteré del drama Lucy no era de quejarse; de modo que si lo hacía era porque la cosa estaba fulera Ocho y media me puse a trabajar y Lucy salió en busca de una farmacia A la hora estuvo de vuelta con un pomo de crema antihemorroidal y otra crema analgésica No sé que cuento de unas comidas picantes le metió a la farmacéutica que encontró, que la mujer le dijo que era lo mismo que le pasaba a ella y le recomendó las cremas que ella usaba
Diligentemente, Lucy inició el tratamiento El dolor se le calmó; pero estaba deshecho Tanto, que le dije que se quedará en la cama, que descansara Así hizo Cuando terminé la tarea programada, me ocupé de cocina Lo atendí como a una reina No quiso comer en la cama; pero acepto todos mis mimos y cuidados Por la noche, cuando nos acostamos, hubieron besitos y arrumacos; pero, nada de sexo Fue la primera noche, desde que llegamos, que no garchamos El horno no estaba para bollos
Al día siguiente, las cosas habían vuelto casi a la normalidad Lucy dejó de quejarse de sus dolores y, como antes, se ocupó de las cosas de la casa, mientras yo hacía mi trabajo, que (dicho sea de paso) me iba saliendo perfecto Por la noche, besos y arrumacos, y cero sexo Recién al tercer día Lucy dijo que se sentía bien Por eso, a la tardecita, después de cumplir con todas las rutinas, salimos a vagonetear un poco Hacía frío, mucho frío Nos metimos en un salón de juegos electrónicos, supercalefaccionado y allí el tiempo se nos pasó volando Cuando quisimos acordarnos eran la diez Volando al depto a comer y a la camita
No era mi intención plantear ninguna demanda sexual, no quería forzar a Lucy Así que me quedé quietito Solo me le arrimé para darle unos besitos y, de paso, desparramarle unas caricitas por sus pechitos, que cada vez me gustaban más La reacción de Lucy fue instantánea, se me prendió como una sanguijuela y al toque se acomodó para mamarme la pija Yo, que no soy de hacerme rogar para estas cosas, ipso pucho la puse toda entera a su disposición No fuera cosa de que se quedara con algún antojo Era increíble el arte con que me chupaba Me hacía estremecer de todo el cuerpo; perdía la noción de la realidad, dejaba de ser dueño de mi mismo y lo único que quería era coger y coger, hasta reventar y reventarlo a él, por supuesto
Casi sin interrupción, cuando mamarme la verga dejó de calmar su sed de sexo, Lucy se acomodó para sentarse sobre mi pija.. Se había embadurnado bien el culo con crema y también churreteó mi instrumento con la pasta Moviéndose como una yegua recaliente hizo que la pija le entrara toda entera No lo hizo ligero, sino despacito; pero, cuando la parte más gruesa le atravesó el orto no dijo ni mu Se la comió como un duque Era evidente que había perdido todos los temores que antes le impedían relajarse bien También yo estaba mucho más confiado, tanto que lo único que tenía en la cabeza era coger y coger Me desesperaba porque la pija le entrase hasta los huevos
Los miedos, entonces, quedaron atrás y, a partir de ese momento, garchar era lo más hermoso que podía sucedernos Los días que restaron hasta que debimos emprender el regreso fueron una verdadera luna de miel Lucy no se quejó nunca más de que le doliera ni mostro el más leve indicio de sentirse temeroso Por mi parte, al verlo tan seguro, decidido y ansioso, yo me quité todos los frenos e iba al frente como debe irse: a matar, a destrozar, a darle con alma y vida, esperando su entrega total
Uno al otro nos entregábamos totalmente No sólo en lo físico, sino también no sé si es correcto llamarlo así- en lo espiritual Por eso, después de cada polvo los dos quedábamos como flotando Fusilados por la fatiga del traqueteo que era demencial, y a la vez pletóricos de una dicha que no nos dejaba pensar y convertía la felicidad en algo palpable, tangible
La verdad es que con ninguna de las minitas que conocí anteriormente me había sucedido algo parecido a lo que me sucedía con Lucy En todos los casos siempre habían faltado 10 guitas para el peso No habían estado mal Pero, no alcanzaban a ser perfectos Con Lucy estaban perfectos, totales, plenos Haciendo el amor rellenábamos con felicidad hasta el último intersticio de nuestro ser
Cuando regresamos de la costa ya éramos una pareja hecha y derecha La única contra era que no podíamos hacer pública nuestra relación En mi casa, nadie sabía nada de mis andanzas Mis amigos y las pocas amistades de Lucy tampoco tenían noticias del vínculo existente entre nosotros En casa de Lucy, ante la Mamá, yo era un buen amigo, prácticamente el único amigo Todo estaba bien Sin embargo, yo notaba que había un algo extraño en el trato que ella me dispensaba No me trataba mal; muy por el contrario, me trataba muy bien, demasiado bien Como si no quisiera molestarme, como si me cuidara A mí me parecía raro que la Mamá de Lucy no se diera cuenta que él no era un chico común y corriente Que uno de la calle no lo advirtiera era muy posible, porque Lucy se cuidaba de no llamar la atención; pero, en su casa, donde todos sus movimientos y actitudes podían ser vistos, era medio imposible que su singularidad no despertara alguna sospecha Pero, la Mamá actuaba como si no sospechara nada, como si Lucy fuera el más común de los muchachos Claro está, ella no hacía ni decía nada que pudiera ponerlo a Lucy en una situación difícil Viendo como estaban planteadas las cosas, yo dejaba que los acontecimientos siguieran su curso, procurando no generar ningún problema Al fin de cuentas, Lucy y yo teníamos tiempo y oportunidad para todo
Cuando ya llevábamos un año y medio de relación sucedió algo totalmente inesperado; al menos para mí Un viernes, en que la Mamá de Lucy estaba de franco en el hospital, me invitó a cenar una de sus especialidades: niños envueltos Eran tan sabrosos que comí como media docena y decir media docena equivale a un kilo largo de comida, pues los niños venían acompañados de puré de papa y una salsa que obligaba a comer pan en abundancia La ceremonia duró un buen rato, porque doña Elba quería que masticáramos bien la comida y no tragáramos los bocados a lo bobo Íbamos por la mitad de la cena cuando comenzaron a escucharse unos truenos terribles; parecía que el mundo se venía abajo Después, el viento parecía querer llevarse todo Y enseguida, la lluvia Era la tormenta más grande que había visto en mi vida Terminamos de comer y con Lucy sellamos la puerta que daba al patiecito para que no se entrara el agua Por suerte, una semana antes habíamos limpiado el desagüe y, por lo visto, funcionaba al pelo
Después de cenar, nos mandamos para el living con la intención de mirar televisión y hacer tiempo hasta que amainara No pudo ser: se cortó la luz Prendimos unas velas y nos quedamos ahí, a ver lo que pasaba La tormenta había aflojado, no soplaba tanto viento; pero, la lluvia no cesaba Llovía y llovía sin tregua Ahí fue cuando la Mamá de Lucy dijo:
-Me parece, Leo, que le conviene quedarse a dormir, porque esto no tiene miras de parar
-¿Le parece, Elba?...
-Y, si La cama de Lucio es grande y pueden dormir los dos
Si lo sabría yo Entonces, agregue:
-Esperamos un poquito y si vemos que no afloja, me quedo
A todo esto, Lucy no decía nada Estaba empeñado en conectarle un parlante a una radio de pila Y lo logró Tuvimos música; una música que cambió el ambiente y nos hizo sentir mejor Con todo, la lluvia no aflojaba y, por momentos, arreciaba con una polenta bárbara Así se hicieron las doce y cuarto de la noche Doña Elba terminó con la última ronda del mate que cebó para amenizar la función, cantó las hurras y se fue a dormir Ya era un hecho que yo me quedaba a dormir Boludeamos un poco más y a la una menos veinte nos fuimos a la cama
Se supone que debía estar contento porque se me daba una que no la esperaba Sin embargo, había algo que me hacía no sentirme bien, bien Eso de que doña Elba estuviera en la casa y supiera que yo me acostaba con Lucy era algo que no me cerraba, que me impedía estar tranquilo No es que estuviera nervioso o algo parecido, era como que no las tenía todas conmigo
Justo cuando nos acostamos, volvió la luz Lucy se puso mimoso Quería guerra Al revés de lo que me pasaba a mí, él se sentía feliz y en la gloria porque la Mamá nos hacía dormir juntos Cuando Lucy empezó a toquetearme, cedí a sus deseos y comencé a darle rosca Antes le pregunté si estábamos seguros de que la Madre no se aparecería Me dio su palabra y me pidió que estuviera tranquilo Le hice caso y arrancamos con una franela suave que, poco a poco, se fue convirtiendo en un despatarro Lucy se me prendió a la pija como él sabía hacerlo, con alma y vida, y yo iba sintiendo que cada vez la sangre me hervía más Pronto, no sé, me sentí desesperado, con más ganas de coger que de vivir Solo el culo de Lucy estaba en mi cabeza y las ganas irrefrenables de perforarlo, de hacerle entrar toda mi verga
No me pidan que explique cómo fue que pasó, lo cierto es que, tras la franela, me vi encima de Lucy El estaba de espaldas, con las piernas levantadas, ofreciéndome el culo, clamándome que se lo rompiera, y yo metiéndoselo una y otras vez, desesperadamente Sintiendo que mis huevos se ponían cada vez más duros y listos para estallar Todo mi vientre era una bomba de tiempo Y vino la acabada Sentí que por entero mi cuerpo se me iba por la pija Un milésimo de cordura, sin embargo, me permitió contener las ganas de gritar El miedo no es zonzo Tampoco Lucy se despachó como otras veces Acabó entre mil contorsiones, pero calladito Hasta la cama se sumó a la cautela, no chillo para nada Lucy, después, me dijo que esa tarde le había puesto una especie de arandelas de goma, hechas con cámara de auto y que por eso los largueros no rosaban con el respaldar ni la piecera
Los dos quedamos muertos Apenas si tuvimos resto para higienizarnos con los elementos que Lucy, siempre precavido, llevó al dormitorio por la dudas Y nos dormimos como dos angelitos Dos angelitos culeadores
Dormí de un tirón hasta las nueve de la mañana Urgido por las ganas de mear, me levanté y fui al baño Aproveché para asearme bien Volví al dormitorio y me vestí Lucy seguía durmiendo Todo estaba en silencio La lluvia ya había pasado Fui a la cocina Doña Elba estaba allí, tomando mate y leyendo el diario Uno de sus placeres Me recibió con una sonrisa Compartimos el mate y las noticias Era una mina macanuda Te hacía sentir bien con sus modales Hasta el hecho de que me tratara de usted sonaba bien Me preguntó si había dormido bien "Como un rey", le contesté Ahí fue donde ella me dijo algo que, en verdad, me sorprendió:
-Cuando a veces usted viene y se hace tarde, podría quedarse a dormir para no tener que andar a esas horas por la calle Hoy día está tan peligroso todo No deja de ser un riesgo Para nosotros sería una tranquilidad Además, Lucio está tan a gusto con usted Le simpatiza muchísimo, es como un dios para él Cuando hay algo que hacer o cuando quiere saber algo, siempre dice "le voy a pedir a Leo, le voy a preguntar a Leo" Lo que usted dice es palabra santa para él Le cuento una cosa, muchas veces estuve a punto de pedirle que viniera a acompañarlo a Lucio cuando yo me voy a Suárez, pero, por no molestarlo, siempre me quedé en la intención y no le dije nada Lucio es muy prudente y sabe cuidarse; yo se que no va a hacer ninguna macana; pero, si alguien lo acompaña, va a estar mejor y yo me sentiría mejor No quiero que le pase nada, ¿me comprende?...
Mientras doña Elba me decía todo esto, eran mil cosas las que pasaban por mi cabeza Me preguntaba si ella sabría algo de mi relación con Lucy Traté de mostrarme lo más tranquilo posible y le dije que contara conmigo para todo lo que estuviera a mi alcance y que le agradecía el ofrecimiento de que me quedara dormir
Por suerte, en ese momento, apareció Lucy en la cocina y la conversación tomó otro curso Cuando se estaban por hacer las once, levante vuelo Si la cancha estaba en condiciones, esa tarde jugaría al fútbol Varias veces lo había invitado a Lucy para que me fuera verme jugar; pero nunca fue Creo que tenía un poco de celos del fútbol; era lo único que no compartíamos Por lo demás, en el escaso tiempo de nuestra relación, nos habíamos hecho el uno para el otro
En especial a nivel sexo Lucy me calentaba al máximo y, seguramente, yo lo calentaba a él Pero, un detalle, jamás tomaba la iniciativa de ir a la cama Me dejaba que lo hiciera yo Una vez en la cama era toda una potra, me exprimía y yo lo dejaba reventado Su dilatación había alcanzado el más alto grado de perfección; casi no era necesario usar lubricantes, un poquito de saliva bastaba y se la podía hacer entrar toda entera sin ocasionarle mayor dolor
Y coger: cogíamos y en qué forma Durante la semana caía dos y tres veces por su casa, y también los sábados y domingos en que doña Elba no trabajaba y veía con agrado que le hiciera compañía al hijo Al principio fue una cosa esporádica, pero con el tiempo se convirtió en algo de rigor Cenaba con ellos, me quedaba a dormir y, por supuesto, nos echábamos nuestros buenos polvos Muchas veces, doña Elba salía Según ella, iba a cenar con amigas y, después, se quedaba en la casa de alguna de ella Para mí, tenía algún machito que le hacía los bajos Pero jamás le dije nada a Lucy, porque él daba por cierto que su Mamá iba a cenar, o al cine y nada más Daba por cierto o fingía darlo
La cuestión es que Lucy me atraía cada vez más y esa atracción iba mucho más allá de sexo, quería todo lo suyo y me preocupaba por todas sus inquietudes Del mismo modo se comportaba él conmigo Cuando ya llevábamos casi dos años viviendo así, como un matrimonio, comencé a notar los cambios que se habían producido a mi alrededor, en mi casa, con mis amigos, con mi trabajo Yo trataba de ser siempre el mismo; pero, una cosa es lo que uno trata de hacer y otra lo que hace Nadie me decía nada porque yo no cometía ninguna falta Pero, sentía que todos conocían mi historia con Lucy Una vuelta, Ernesto el socio de mi tío, con quien siempre trabajo, vio que me había equivocado al colocar unas grampas y, mientras las cambiaba de lugar, en todo de broma me dijo:
-¿Dónde tendrás la cabeza, muchacho?... Seguro que estás pensando en algún culito
Dijo "culito" y no "conchita", que habría sido lo mas lógico Yo sentí como que había leído mi pensamiento, porque no pocas veces pensaba en el culito de Lucy, cada vez más grandecito, más redondito, más abiertito Y en sus tetitas, divinas, divinas, divinas
Bueno, lo cierto es que comencé a pensar en que debía hacer algo para blanquear mi situación con Lucy; pero, no sabía qué ni cómo hacerlo, tenía terror de meter la pata
Fue en ese momento cuando el claro azar o las secretas leyes que rigen mi destino me cruzo con un personaje que, ni por las tapas, esperaba conocer, el Dr. de Altamirano
En una obra donde estaba trabajando me dieron su dirección para que lo fuera a ver por unos trabajos de albañilería Así fue como, un día sábado, por la mañana me presenté en su residencia Una casa antigua, de dos plantas; de las que suelen llamarse "señoriales" y, en otros tiempos, mandaban a construir las familias pudientes
Me recibió una empleada doméstica y pasé a una salita donde tuve que esperar Al cabo de unos minutos apareció el Señor Un hombre mayor, bien vestido, muy amable Con él atravesé la casa, enorme, hasta un comedor menor, lindante con un patio, donde el Señor quería realizar arreglos para integrar los espacios y darle una nueva vida
Tan bien me explicaba lo que quería, que no necesitaba preguntarle nada Estaba todo dicho Era cuestión de poner manos a la obra, después por supuesto- de arreglar el precio de mi trabajo y de estimar los gastos en materiales Prometí hacer las cuentas y llevarle, en dos días, el presupuesto
Así fue, dos días después volví a la casa del Dr. de Altamirano con el presupuesto El Señor lo leyó atentamente y luego me dijo:
-Muy bien, cuando usted esté dispuesto, podemos empezar
No discutió el precio y procedió como si eso fuera un detalle menor Aún hoy no sé si el Señor es un hombre de fortuna o no Procede como si el dinero no le interesara y poseyera una bolsa inagotable No hace ostentaciones y muestra el estilo de quienes están acostumbrados de antiguo al bien vivir En la casa hay muebles, adornos y enseres de mucho valor, pero, también muy viejos Todo impresiona como un museo
Bien, dos semanas después, empecé a trabajar Como salvo para el recambio de una puerta y una ventana por un ventanal, la obra era perfectamente manejable, trabajé solo Con eso complacía un requerimiento del Señor de hacer entrar solo a personas de confianza
El Señor vivía solo en la casa y la doméstica iba día por medio para las tareas de limpieza; también le dejaba preparada la comida y, mientras estuve trabajando allí, me preparó comidas
De a poquito, el Señor fue entrando en confianza Me pidió permiso para tutearme y, luego, fue extendiendo el tiempo que pasaba en la parte de la casa donde yo trabajaba Su presencia no me molestaba; por el contrario, me resultaba agradable Me impresionaba como una persona culta e inteligente Sus observaciones, no solo sobre el trabajo, eran siempre muy atinadas y justas En ocasiones, risueñas, porque tenía un modo de decir las cosas alejado completamente de la seriedad
Me preguntó si yo tenía novia Dudé al responderle y eso le dio pie para desarrollar su suave e implacable ofensiva Se mostraba tan comprensivo, tan por encima de todas las cosas, tan más allá del bien y del mal, que era toda una invitación a la confianza más desarmada y a las confidencias sin retaceos
Llevaba dos semanas trabajando y aún restaban muchas cosas por hacer Para ese entonces, ya me sentía como en mi casa El Señor me hacía sentir así Fue por eso que un día en que se largó a llover y debí interrumpir mi trabajo, me encontré sentado frente a él, hablándole de mi relación con Lucy
Si con nadie, antes, había hablado de ese asunto, ¿por qué lo hacía con él?... En verdad, no lo sé Ciertamente es que me despertaba la más absoluta confianza
El, a su vez, me habló de sus gustos, de sus ideas, de su comportamiento familiar y social De sus, llamémosle, rebusques o conquistas Y así comenzó a crecer una especie de parentesco, de complicidad entre nosotros Participábamos de un mismo misterio
Me interesaba conocer su opinión y su consejo, y por eso lo escuchaba siempre Era muy locuaz; pero, no un charlatán, sino un maestro Y hablaba cuando las circunstancias eran propicias para que lo hiciera
Mentiría si dijera que teniéndome ahí, tan al alcance de su mano, el Señor hizo o dijo algo que pudiera considerarse un avance, una demanda de inmediateces carnales Eso me desconcertaba, porque presentía que yo le gustaba Y entonces, ¿por qué se quedaba sota?... ¿Temía ofenderme?... La incógnita comenzó a picarme y para sacarme las dudas, adopté actitudes un poco provocativas, como para hacerlo salir de quicio Pero, el Señor se mantenía incólume, como si no sucediera nada, y sin perder nada de su natural cordialidad
Fue una tarde en que, después del trabajar duro, me di una ducha en uno de los baños de la casa y muy a sabiendas de lo que hacía, decidí jugarme una carta brava Con la excusa de que no sabía donde había dejado el slip, aparecí por donde él estaba, tal como había venido al mundo, con el detalle de que mi atributo no estaba del todo en calma Juntos empezamos a buscar el slip, que cuidadosamente yo había ocultado bajo una toalla en el baño Como el slip no aparecía se ofreció a prestarme uno de los suyos En tono de broma le dije
-¿No me apretará?... -mientras, como al pasar, me acariciaba el paquete
-¿Es tan grande?... respondió sin mirar, al tiempo que sacaba un slip de su cómoda
-No se Usted sabe más que yo
En ese justo instante dirigió su mirada a mi atributo y tendiéndome el slip, exclamó
-¡Alabado sea el Señor que me depara la gracia de ver cosa tan maravillosa!...
Yo pretendía ponerlo nervioso; pero, no se puso nervioso y encima demostró que sabía salir airoso de cualquier situación No sabiendo qué decir, dije
- y eso no que no está paradita -y me largué a sacudirla un poco
-No, por favor, no hagas eso que puedo llegar a morirme de un infarto por la impresión
Y otra vez ganó Como yo no cejé en la maniobra y en dos segundos la poronga se me puso como un mástil ¿Qué hacer con la pija al palo?... El señor de Altamirano permanecía inmutable, como diciéndome: "te tiraste al agua, bueno, ahora nadá" Dentro de mi sereno nerviosismo atiné a decirle:
-Se puede tocar
-Pichoncito, estás jugando con fuego
-Lo sé
-No me gustaría que te quemaras
-No se preocupe, no me voy a quemar -y volví a la carga- ¿qué pasa, tiene miedo, no quiere tocar?...
Con su andar felino y su mirada diabólica, se me acercó como estirando los movimiento y con voz suave y envolvente dejó caer su respuesta
-¡Cómo le voy a tener miedo a algo tan hermoso y tan dulce!... y con movimiento de cintas que se baten en el aire, me la prensó entre sus aristocráticas manos Manos suaves y calientes Manos que transmitían eléctricas vibraciones
Estábamos enfrentados, cuerpo a cuerpo, cara a cara; su actitud era la de un caballero sujetando firmemente al brioso corcel desde la rienda y mi pija era la rienda Nos mirábamos a los ojos, él como si quisiera devorarme y yo como potro desbocado que no sabe donde ir Con íntima seguridad arrimó sus labios a mi boca y me besó Respiré su aliento fresco y perfumado, con sabor a menta, y me sentí prisionero de su embrujo Rodee su cintura con mis brazos y devolví su beso Esta vez, nuestras lenguas se convirtieron en chispeantes espadas
Después, el vértigo, el torbellino, la sinrazón, el apasionamiento, todo El Señor era un amante magistral Supo llevarme al punto más alto del deseo, como quien conduce sabiamente a un potente semental, para luego librarlo a su albedrío Mi conciencia cedió paso a mis sentidos, hasta que los espasmos de una feroz acabada me devolvieron a la realidad y me vi sobre un distinguido Príncipe, ofrendándole el néctar y la ambrosía de mis jóvenes años
¡Qué polvo, Dios mío!... Fue como una gran paja, una gran masturbación Porque dicen los que saben que una buena paja no es otra cosa que el resumen de los mejores polvos que uno se ha echado
A continuación, llegó la cordura, que es lo que nos pone locos El Señor de Altamirano condujo la situación con absoluta maestría Me hizo ver lo sucedido en su exacta dimensión y también, el camino que yo debía recorrer
Mi trabajo en su casa tenía los días contados En el futuro podían surgir nuevas tareas La casa es tan grande y el Señor la cuida tanto, que no me faltarían changas Sobre todo, porque le había agradado mi forma de trabajar y lo detallista que soy Pero, más allá de lo laboral, él se encargó de señalar que en su casa siempre sería bien recibido y, si bien no fue esa la palabra que utilizó, me dio a entender que podía contar con su protección y guía Todo, sin desmedro de algún tiroteo amistoso de vez en cuando, ya que la cama nos había gustado a los dos
Justamente la posibilidad de que él, con sus conocimientos, su experiencia y su visión de las cosas, pudiera orientarme era algo que me importaba muchísimo, porque yo tenía una asignatura pendiente y esa asignatura tenía nombre: Lucy
Hasta ese momento, mi relación con Lucy iba viento en popa y todo llevaba suponer que continuaría así y mejor Lo que yo veía como algo negativo era que tuviéramos que mantener nuestro vínculo en secreto En casa de Lucy, medio como que se había blanqueado la situación Doña Elba veía con agrado que yo lo hiciera feliz a su hijo y que su hijo me hiciera feliz a mí, aunque nunca se dijera cómo era que nos hacíamos recíprocamente felices No se daba por sobreentendido, se insinuaba algo misterioso, indefinible, con cierto tinte de espiritualidad, de cosa abstracta No solo me quedaba a dormir estando ella, sino que ella veía con buenos ojos que nos bañáramos juntos y otras cosas propias de una pareja sexual Claro está, sin exagerar la nota; porque ya se sabe cómo son estas cosas
Fue por este tema que un día le pedí consejo al Señor de Altamirano El, en distintas oportunidades, me había pedido detalles de mi relación con Lucy y yo se los proporcioné con halago, porque era como un desahogo, como compartir algo que me apenaba mantener oculto Quizá por eso de saber de la A a la Z todo lo nuestro, fue que cuando lo consulté me dijo algo que ciertamente me desconcertó y ni siquiera había pasado por mi mente Me preguntó cómo vería Lucy una operación de cambio de sexo Me tomó totalmente por sorpresa la pregunta y no supe qué contestarle Jamás se me había dado por pensar que Lucy pudiera operarse y él nunca siquiera lo insinuó Le prometí que se lo preguntaría y el Señor, entonces, desgranó un montón de comentarios sobre el tema Evidentemente, sin ser un profesional, era alguien que sabía analizar las cosas y mirarlas desde todos los ángulos en que podían ser observadas Todo lo que me dijo fui atesorándolo para el momento en que hablara con Lucy
Realmente no tenía idea cómo abordar el tema Quería que fuera algo natural, espontáneo, como improvisado Y la ocasión se dio más que perfecta Lucy era de hacer muchas cosas femeninas cuando estábamos solos Pintarse los labios, usar zapatos de taco alto (esto más que nada para poder hacer ciertas poses fuera de la cama), lucir ropas de mujer Una noche en que le estaba mandando una cogida demoledora, Lucy me pedía pija desesperadamente, quería que le rompiera bien el culo Y yo le daba con un empecinamiento criminal Mi poronga le entraba en el orto como un cañonazo, fieramente repetido Después que le inundé en culo de leche, todavía con mi verga entera adentro, lo abracé con toda mi fuerza y me pregunté
-¿Gozaste, mi cielo?...
-Si, amor
-¿Qué sentís, ahora?...
Yo espera que dijese que sentía el culo destruido; pero, no, me respondió
Me siento mujer
Ese era el pie que necesitaba Como si me hubiera dado cuerda, me lancé al ataqué Mientras se la sacaba despacito, le pregunté si le gustaría ser mujer-mujer Me dijo que cuando estaba conmigo, cuando hacíamos el amor, yo lo hacía sentir lo que él necesitaba sentirse Como eso no me aclaraba nada, hice que nos acomodáramos bien en la cama, como para un momento de confidencias, y le comenté que yo pensaba que a él podía gustarle tener todos los atributos de una mujer Su respuesta fue que, así como estaba, como era, él no se sentía mal, porque lo que necesitaba era un hombre que lo hiciera sentir lo que él deseaba Y para eso me tenía a mi, que era su ángel protector, su vida, su cielo
Y seguimos hablando, siempre alrededor de lo mismo En un momento dado le tiré eso de que podía cambiar de sexo y, sin alterarse, me dijo que alguna vez lo había pensado, pero que en el fondo no dejaba de ser un riesgo En esto coincidía plenamente con el Señor de Altamirano El también me había dicho que no dejaba de ser un riesgo
La idea del cambio de sexo, que a mí de alguna manera me entusiasmaba, a Lucy no lo atraía
Algunos días después concerté una cita con el Señor de Altamirano y le conté todo lo que había hablado con Lucy Mis encuentros con el Señor no eran solo para charlar También me interesaba hacer otras cosas; porque en verdad y a nivel sexo- la pasaba muy bien con él A pesar de ser una persona que me doblaba y más en edad, sus modales, su forma de actuar se cargaban de un erotismo y de unos lívidos sensacionales Con sus chiches podía hacerme calentar al mango Me gustaba cogerlo casi tanto como me gustaba garcharlo a Lucy No sé qué pasaría si la cosa fuera más seguida Con Lucy podía fifar todos los días y siempre tenía ganas, porque no nos unía solo el sexo Con el Señor de Altamirano la cosa era distinta Con él me sentía cerca y distante, dominador y dominado Era siempre algo extraño y excitante; pero, podía llegar a ser asfixiante, insoportable si se exageraba la nota
Una vez que le hube contado toda la historia de mis diálogos con Lucy acerca de la posibilidad de que se hiciese operar, el Señor de Altamirano se quedó pensativo un rato y, tras ello, arrancó con un discurso, dicho en tono de charla amistosa, pero no exento de gran sabiduría
Señaló que los homosexuales no éramos todos iguales, que había un significativo número de tipos diferentes y que entre esos tipos, según su apreciación, estaba el de Lucy; que no era un caso de disforia de género propiamente dicho, sino el de hombre-hembra, que se aproxima a ese caso y es el del hombre que quiere ser penetrado como una hembra y en el momento de la penetración se siente mujer; pero, no desea ser permanentemente mujer Solo cuando siente necesidad de ser penetrado Porque, en resumen, lo de "sentirse mujer" sería más bien una cuestión cultural y haría al comportamiento de la hembra en sociedad El hombre-hembra, el hombre pasivo 100%, es mujer solo en el momento del sexo, por lo demás no se siente mal como hombre Y Lucy no se sentía mal como un hombre Lo de travestirse y feminizarse estaba dirigido exclusivamente al coito y al deseo de que lo penetrara
Entre todas las cosas que dijo una me llamó mucho la atención y fue la de los orgasmos que podía experimentar Lucy durante un acto sexual Me llamó la atención, porque Lucy, muchas veces me había dicho que, mientras yo lo macheteaba, el sentía "acabadas internas como las que tienen las mujeres" y que casi siempre también- eyaculaba, sin necesidad de pajearse Además de escuchárselo decir, yo lo vivía mientras hacíamos el amor, porque, por momentos, parecía desesperarse más y me pedía que le diera con todo, que se la hiciera tragar bien, que se la metiera hasta los huevos
El Señor de Altamirano me explico que esos eran "orgasmos prostáticos", secos, y que durante el acto sexual el pasivo podía repetirlos varias veces Algo similar a lo que les sucedía a las mujeres
Esta charla se prolongó en otras charlas y, a su vez, me proporcionó elementos como para que pudiera encausar las cosas con Lucy
De a poquito fuimos viendo cómo podíamos blanquear nuestra situación y llevar una vida común y corriente, formando una pareja Después de examinar bien las cosas, llegamos a la conclusión de que si hacíamos público nuestro vínculo en nuestras familias, lo único que obtendríamos era tener que distanciarnos de ellas, porque ni la mamá de Lucy ni mis padres, por mucho que se esforzaran, podían adaptarse a la realidad Estaban estructurados de una manera que no tenía cambios ni arreglos En una de esas, doña Elba podía mostrarse más tolerante, sin llegar a una aceptación plena e incondicional; pero mis viejos no iban a transar de ninguna manera Me preferirían muerto antes que verme unido sentimentalmente a un hombre Me lo imagino a mi viejo gritando "el guacho se quiere casar con un puto" "yo lo mato" Y no se si no me mataba en serio
Entonces, establecimos que lo mejor era inventar un pretexto para alejarnos y en otra parte poder hacer nuestra vida sin problemas La relación con nuestras familias podía continuar como la de tantos hijos que se van del nido en busca de otros horizontes
Fuimos preparando la partida cuidadosamente Lucy termino el secundario y, poquito después, los cursos de peluquería Antes de concluirlos, comenzó a trabajar donde un peluquera, Doris, que tenía una clientela de primera Fue a través de esos contactos que se le presentó la posibilidad de trabajar en Capital De a poco comenzó la emigración
A mí también las cosas se me dieron bien Gracias al Señor de Altamirano comencé a trabajar con un Ingeniero que tenía una empresa de construcción Al principio como un oficial múltiple y, después, como encargado de la coordinación de personal en obras y la responsabilidad de organizar las tareas de apoyo La empresa no era muy grande, y yo le agarré la mano enseguida Como el núcleo mayor de las obras estaba en la zona norte de la provincia, bien cerca de Capital, a Lucy y a mí, por razones laborales, se nos hacía más conveniente vivir en Buenos Aires Lucy ya vivía allí; pero en un departamentito muy chiquito Alquilamos otro, por intermedio de mi patrón, muy bien ubicado
Así, para nuestras familias, éramos dos amigos que compartíamos un departamento para abaratar costos Lucy se llevó sus muebles, de modo que teníamos una cama matrimonial más que cómoda Para guardar las apariencias, instalamos una cama de una plaza y otros muebles en el segundo dormitorio, donde, para todo el mundo, "dormía yo" Todo, todo el mundo, no
Lentamente, nuestra vida social fue cambiando El fútbol dejó de ser lo que era para mí y pasó a ser algo que veía por TV La actividad física la desarrollaba en el trabajo, en la cama y en un gimnasio donde iba cuatro veces por semana Lucy alternaba su vida laboral con el gimnasio y las cosas de la casa, en las cuales yo prestaba mi ayuda A algunos viejos amigos míos y algunos amigos de Lucy, de muchísima confianza, los hicimos participes de nuestra relación Ellos fueron los primeros en acercarse a nuestro nido Después vinieron otros No todos son varones Casi por partes iguales hay chicos y chicas Además, si bien predominan los homosexuales, unos cuantos son héteros, pero no homofóbicos Hay comprensión y tolerancia de parte de todos, y prima la buena onda Son buenas amistades, no centradas en lo sexual, sino en otros intereses y otras inquietudes
Con mi familia yo estoy en permanente contacto telefónico y lo mismo Lucy Sin ningún signo rutinario, nos visitamos siempre y estamos presentes si nos necesitan La madre de Lucy, cada tanto viene por nuestro departamento y, a veces, se queda Mis viejos han venido, pero no se quedaron nunca Mis hermanos también han estado, con mis sobrinos
Quien se ha hecho muy, pero muy amigo es el Señor de Altamirano No viene a nuestro departamento, nos invita a su departamento en Capital Lo tiene, según él, a manera de posta, para no andar yendo y viniendo, y sobre todo manejando el auto de noche o cansado En Buenos Aires tiene familia, amigos y la vida de la gran ciudad El departamento no es tan grande como su casa natal, pero si es muy cómodo, con su balcón terraza espectacular que da sobre la Avda. Quintana, en plena Recoleta
Muchas veces yo voy a visitarlo solo, sin que Lucy se entere; no porque el Señor me lo pida o me lo sugiera, sino porque yo tengo ganas Como siempre digo, el Señor es el Diablo en persona Pero, no un Diablo malo, sino un diablo buenísimo y, por sobretodo, divertido A mi me hace pasar momentos hermosos Me llama la atención que lo quiera tanto a Lucy y que ejerza la influencia benéfica que ejerce sobre él
Cuando comencé este relato decía que "si alguien me hubiera dicho que esta historia me iba a suceder a mí, no sabía cómo iba a reaccionar; pero, si sabía que no le habría asignado ni la más remota probabilidad... Es que yo siempre anduve en otra cosa, en un fato distinto, de minas, minas... Pero, hay que creer o reventar... El azar y la necesidad rigen la suerte y el porvenir de todo lo que existe... Nadie sabe a ciencia cierta de qué modo terminará cocinándose el pastel
Hoy se que estoy con Lucy, que él es mi amor; que los dos estamos bien organizados, que el hecho de ser homosexuales o gay (yo ya me considero así) no nos genera problemas familiares, sociales o laborales, que tenemos un ángel guardián, el Señor de Altamirano, y que nuestra felicidad se completaría si pudiéramos adoptar uno o dos hijos, o más ¿Sexo?, el que se diera, nos gustan por igual las niñas y los niños
Si les cuento algo, no me lo van a creer Muchas veces, cuando lo estoy garchando a Lucy (garchamos religiosamente casi todos los días), me posesiono tanto que quiero llenarlo bien como para embarazarlo Y muchas veces, mientras le doy y le doy pija le pregunto si quiere que lo deje preñado Juro que las respuestas que me da me enloquecen mas Me pide que lo embarace, que le haga un hijo
Pueden ser rayaduras, locuras; pero, en definitiva, son nuestros íntimos sentimientos, nuestros profundos deseos Cogiendo, es lógico, no llegaremos a ser padres; pero, hay otras vías Ya llegaremos
NOTA FINAL
Sobre el final del relato de esta historia, se me dio por pensar en la posibilidad de que el mismo fuera leído por alguien cercano a Lucy o a Leo, y en el peligro que ello podía encerrar, habida cuenta del relativo secreto en que mantienen su relación Entonces, por razones de seguridad, cambie los nombres originales y verdaderos de mis amigos, que no se llaman ni Lucio (Lucy) ni Leopoldo (Leo), quité referencias demasiado precisas respecto a la ubicación geográfica de sus viviendas y datos que pudieran ser hilos conductores hacia su identificación A la actividad futbolística de Leo la podé bastante y el quehacer peluqueril de Lucy fue el disfraz de su verdadera actividad profesional, por cierto bastante lucrativa, porque está vinculado con la coquetería femenina Quien sigue siendo el mismo, soy yo, Eduardo de Altamirano; claro está no tan "personaje" como sostiene Leo; pero tal vez como me ve la gente
Si me quieren escribir para contarme qué les pareció este mamotreto, pueden hacerlo a:
y seréis bien atendidos. Muchas gracias.