Lucrecia (3)
Continuamos explorando nuevos senderos en nuestro viaje prohibido.
LUCRECIA III
En la siguiente reunión de mi esposa con sus amigas, premeditadamente llegué tarde a casa, quedándose Lucrecia temporalmente sola, porque la sirvienta salía a las 6 de la tarde; y los días intermedios eran días de una familia normal, aunque, generalmente los fines de semana, aún nos bañabamos los 3 juntos, casi como un ritual de familiaridad. Creo que mi niña intuía que sería necio externar otro sentimiento que el paternal-filial, y yo prefería vaciar mi sobrecarga sexual en el lecho conyugal.
Pero al siguiente mes, cuando llegué todavía estaba la sirvienta, pero nomás salió, se me acercó mi niña con carita contrita y me dijo:
"¿ Tampoco hoy no vamos a hacer nada? ¿O es que no me quieres?"
"Sabes muy bien que no es eso, amor-le dije-pero no quiero que esto se convierta una rutina o que nos engolosinemos demasiado. Es precisamente como los dulces: si a diario comes dulces, o te hace daño o te hastían"
"Pues no creo que a mi me pasara eso", me contestó
"¡Eres verdaderamente una pícara!-le dije-Está bién, tu mandas.
Me regaló una esplendorosa sonrisa y se puso de puntitas para darme un beso.
"¿Empezamos, como siempre, con un bañito?", me dijo.
"Si, cielo, los dos venimos de un día de actividad, y lo mejor es estar limpiecitos y olorocitos"
"Bueno, vamos a tu recámara y yo te desvisto a ti y tu a mí, ¿sale?
"¡Sale!" le contesté sonriendo.
Me senté al borde de la cama para que ella alcanzara bien mi corbata y camisa mientras yo le desabrochaba su blusita del colegio y le resbalaba los tirantes de su corpiño por los brazos. Como siempre, la vista de sus incipientes pechitos hizo que un escalofría recorriera mi cuerpo, iniciando la descarga de adrenalina que iría aumentando conforme la desvistiera. Me paré para que me quitara el pantalón y la truza, mientras yo le quitaba su faldita y le bajaba sus calzoncitos de algodón. Cuando me quitó la truza, mi pene ya estaba es semi-erección y ella inmediatamente lo tomó con una mano, aprétándomelo. Se le quedó viendo un rato y me dijo: "¡Cómo me gusta! A veces quisiera haber sido niño para tener uno yo...."
Me reí y le dije: "¡Pues a mi no me gustaría que lo tuvieras, porque haríamos corto-circuito!"
La atraje hacía mí y nos dimos un sabroso beso, mientras mis manos recorrían su espalda y bajaban hasta sus nalguitas las cuales tomé (casí me cabían una en cada mano) y la empecé a acariciar. Ella me abrazó del cuello fuertemente y me susurró: "Ya vamos a la ducha, ¿no?"
Me adelanté para ajustar la temperatura del agua y nos metimos; estuve tentado de llenar el jacuzzi también, pero lo dejé para otra ocasión. La senté en la silla de plástico que tenemos para esas situaciones y le empecé a enjabonar sus piesesitos y sus pantorrillas; después ella hizo lo mismo conmigo para después, enjabonarnos mutuamente el resto del cuerpo; mientras yo prestaba atención especial para que su vulva y su anito fueran prolijamente enjabonados, ella lo hizo empezando por la pelvis y bajando a los testículos, que ella ya sabía había que tratar con cuidado; después, me deslizó el prepucio al máximo (que ya estaba reluciente e hinchado por la presión de la sangre) y se dedicó a enjabonarme con sus dedos alrededor de la corona, cosa que aumentó mi excitación. Yo metí ligeramente mis dedos en si vaginita e hice leve presión en su culito para limpiar perfectamente. A continuación nos enjuagamos y nos secamos mutuamente para después cargarla, como en ocasiones anteriores, hacia la cama. Ella de nuevo echó sus piernitas sobre mi cintura abrazándome por el cuello y besándome toda la cara
La deposité sobre la cama y empecé a besarle las orejitas, metiendo ligeramente mi lengua en ellas, lo que la hizo estremecerse; luego bajé por su cuello hasta sus pechitos, lamiendo primero sus pezones y absorbiendo después sus pequeños volcancitos; bajé luego, lamiendo su abdomen, hasta sus ingles, sin tocar todavía labios. Ella aspiró profundamente, pero de repente me tomó la cara para voltearme hacia ella y me dijo: "¿Quién empieza?" Entonces le respondí: "¿Y que tal si los dos al mismo tiempo?" Volteó a verme con cara de sorpresa: "¿Cómo que al mismo tiempo?" "Si, te digo como: mira, tu te sientas sobre mi pecho, pero con la cara mirando hacia mis pies"
Así lo hizo de inmediato y al pasarme una pierna al otro lado, tuve esa visión preciosa que se tiene al ver nalguitas, anito y vulva al mismo tiempo. Le dije: "¿Ves? así tienes lo que quieras a tu disposición y yo también te tengo cerca, al mismo tiempo"
"¡Que buena idea, Papí!" exclamó entusiasmada (¡si supiera que hace mucho que es la posición favorita de los que aman el sexo oral, pensé!).
Me tomó el pene con una mano y empezó moverla para abajo y para arriba, de vez en cuando bajando todo el prepucio. "Me encanta ver cuando se cubre y se descubre" me dijo. Yo la tomé por la parte anterior de sus muslos, la acerque a mi cara y la levante un poco. "No me vayas a poner muy lejos, Papi, para que te alcance todo" indicó. Le empecé a besar y lamer las nalguitas, abriendo ligeramente sus labios con mis pulgares, para ver la hermosa entrada de su cuevita. Ella me preguntó: "¿Quieres que lo haga como la vez pasada, como hiciste con mi dedito?" "Lo que tu quieras, amor, como más te guste a ti" Se inclinó un poco más y tomo la punta del glande en su boquita, y empezó a recorrerle la lengua. En un momento dado, inclinó el pene hacia ella y le metió la punta de la lengua en la entrada de la uretra.
Yo entonces me incliné un poco más y le empecé a besar la entrada de la vagina y luego a lamerle los labios: ella se estremeció un poco y metió un poco más el pene en su boquita, mientras que con la mano bajaba y subía el prepucio; yo metía la lengua cada vez más profundo y entonces empecé a acercarme más a su clítoris, para dedicarme después sólo a él. Para ese momento yo ya notaba su humedad mezclarse con mi saliva y ella subía y bajaba un poco sus caderitas, para sentir más mi lengua y mi boca. En ese momento decidí recorrer desde su vulva, por todo el perineo, hasta llegar a su anito. Cuando sintió mis toques como que se quiso retirar pero yo la aprisioné más sus caderitas, para no dejarla. Ella sacó el pene de su boquita y me dijo: "¿Qué haces, Papi?" "¿No te gusta", inquirí. "Pues se siente rarito, pero...." "¿Pero te disgusta?" No, se siente rico también, pero ¿allí?" "¿Qué tiene?" "Pues...es por donde haces popó......." "Por eso te lavé muy bien, amor, porque ya tenía ganas de lamerte tu colita" "¿A ti también te gusta hacerlo?" "Claro, si tu lo permites y lo disfrutas" "Si, síguelo haciendo, se siente diferente pero también bonito"
Seguí lamiendo todo el recorrido, de vez en cuando pausando para dedicarme a su clítoris, mientras ella se dedicaba a mi pene, ejecutando todas las variantes que habíamos practicado. En un momento dado, abrí el cajón del buró de la cabecera a mi lado, y saque el tubo de jalea K&Y que utilizabamos cuando teníamos sexo anal o con vibrador con mi mujer, a la vez que sentía que mi niña empezaba a jadear más rápidamente; tomé un poco con un dedo y se lo unté en la entrada de su anito; ella dio un brinquito pero no dijo nada. Entonces, mientras la lamía y chupaba, empecé a masajear su rosado y apretado agujerito; al principio, contraía su esfínter tratando de frenar la intrusión, pero le dije: "No aprietes, cariño, afloja tu colita" lo que me permitió meter un poco el dedo y la empecé a masajear por dentro. Ella aumentó el ritmo de su respiración y del bombeo del pene en su boca, hasta que en un momento dado empezó a convulsionarse y yo sentí como su esfínter se contraía convulsivamente. Se sacó el pene de la boca, se incorporó ligeramente y tuvo su orgasmo restregando fuertemente su vulva en mi boca. Yo ya no aguanté más y eyaculé entre las manos de mi niña, que aún me tenía aprisionado.
Se despatarró sobre mi cuerpo, descansándolo sobre el mío y pude ver como gotitas de sus humedades escurrían por sus labios, mientras se quedaba como adormilada. Yo también me relajé totalmente, lleno de satisfacción y ternura por mi hija ..
¡Mi hija! ¡De repente me acordé que la siguiente semana cumplía 10 años!