Lucio empieza las clases en la universidad

En el primer día impartiendo clases este curso Lucio se encuentra con una grata sorpresa

El cómo empezó todo es un poco raro. Soy un chico de 29 años que está realizando su tesis doctoral en una universidad española del interior, no importa en qué rama, una técnica simplemente. Mi físico es normal, hago deporte pero no soy un tipo de gimnasio y en el entorno del aula soy serio y tímido. Nunca he tenido problema en relacionarme con chicas de mi edad, mayores o menores ni tampoco con hombres, aunque nunca en la cama. Digamos que mi simpatía es selectiva. El problema? Si es que puede llamarse así, parezco un empollón y eso a simple vista me resta algunos puntos con ciertos ligues. Hace tiempo que no mantengo relaciones estables.

Ese septiembre empezaba dando unas horas de prácticas a los de tercer curso. Llegué a la universidad como ya llevaba haciendo un par de semanas de preparación, me había puesto camisa y vaqueros, tampoco muy formal. El calor todavía se hacía notar y eso que eran las 6 de la tarde. Desde el despacho empecé a bajar hacia el aula y accedí al mismo desde la puerta de atrás. Soy serio y puntual pero preferí retrasarme 4 minutos por ser el primer día para que todos estuvieran dentro, no volvería a suceder en todo el curso.

Desde el fondo mientras caminaba despacio a mi puesto pude observar que predominaban los chicos pero había una melena morena que desde el inicio me llamo la atención. Nunca he tenido nada en el ámbito del trabajo y aquella cabellera no presagiaba nada bueno. Escribí mi nombre en el encerado para darme empaque y comencé la charla. Algunos ojos no dejaban de observarme, otros no me hicieron ningún caso y luego estaban los de ella. Los ojos oscuros siempre me han gustado más y ella los tenía verdes. Eran muy llamativos y casi parecía una bruja. Acabaron mis 50 minutos de speech y la mayoría salieron corriendo. Imagino que iban a alguna terraza. Mientras apagaba el ordenador algunos del grupito de delante se acercaron a hacerme la pelota (ya sabeis), mientras hablaba con ellos me fijé en que ella aún seguía ahí y eso que habían salido los de su grupo (otras dos chicas y un chico alto).

Finalmente nos quedamos solos y se acercó, tenía que pasar.

  • Profe, algunas de las cosas explicadas no me han quedado claras, esta asignatura no es de las que mejor llevo y me vendría bien un poco de refuerzo, ¿conoce alguna revista o artículo que pudiera consultar?

+  Hola, ¿como te llamabas? Al ser el primer día, ah y no me llames profe, soy Lucio.

-  Blanca, soy Blanca, y disculpa.

Era una niña muy provocativa, parecía mayor que el resto de la clase unos 24-25 años y entre el calor, que yo no estaba con muchas chicas e imaginarme lo que sus pantalones vaqueros podían esconder… me estaba poniendo malo

  • Bueno, Blanca, tengo en el despacho algunos artículos de revistas seleccionados que utilicé para preparar la clase de hoy. Puedes pasar subir si quieres pero no puedo dejar que te lleves la revista

  • ¿No podría llevármela?, prometo devolverla en uno o dos días, no puedo fallar en esta asignatura que es la que peor llevo.

  • Puedo permitir que te la lleves pero no quiero que mañana todos me pidan lo mismo, me la devolverás en el despacho, ¿de acuerdo. Ven conmigo.

Salimos juntos del aula y aproveché que salía delante para repasarla con la mirada y confirmé mis sospechas, ¡Vaya culazo! Cerré con mi llave y salimos hacia el despacho.

La conversación por el camino fue banal, la universidad, profesores duros, los lugares a los que acudir de fiesta… A esa hora la verdad es que no quedaba casi nadie, pasaban las 7 de la tarde. En la sala común que tenemos los doctorandos estaba desierta y me encaminé a mi despacho (como soy el más veterano tengo un despacho pequeño dentro de la sala común).

  • Pasa, Blanca. Tengo por aquí las lecturas. – Después de rebuscar entre las diferentes revistas que tenía allí di con las que más me interesaba para ese tema, además le escribí en un possit un par de links para artículos de internet y joder, me miraba desafiante.

  • Tienes mi correo para decirme que día me devuelves esto, ya te dije que no quiero que el resto sepa nada.

  • Claro, Lucio no hay problema. ¿Puedo invitarte a una caña para compensarte? Me has caído muy bien y… no busco conseguir una mejoría en la nota con ello

No debía hacerlo pero era algo nuevo para mi, era muy morbosa y estaba dispuesto a jugármela un poco.

  • Me voy contigo a tomar una caña pero que sepas que para mejorar la nota tendrás que esforzarte mucho más que una simple caña – me lancé un poco pero era el momento-

  • Claro, profe, también se cocinar – lo dijo de un modo un poco provocativo

  • No me llames profe o te quito la revista – me reí mientras ella se agachaba ofreciéndome una estupenda visión a guardar el objeto en su mochila.

El trayecto se hizo corto, fuimos hacia donde ella quiso apartándonos de la universidad y casualmente acabamos a 10 minutos de mi casa. Conocía el sitio pero nunca había estado. Eran más de las 8, así que agradecimos la tapa que nos sirvió el camarero. Elegimos la mesa más discreta y empezamos a charlar.

Si antes dije que su culo era maravilloso su pecho no se quedaba atrás, joder, la verdad es que estaba realmente buena y dirigió bien pronto la conversación hacia temas personales, era muy directa.

  • Lucio, ¿tienes pareja? – ante mi negativa sonrió- es que desde que entraste en el aula no puedo dejar de pensar en cómo sería hacerlo con un profe y todos son vejestorios, tú en cambio estas muy bien

  • Estás loca! Sabes que yo me jugaría mi puesto de trabajo, ¿verdad? – no esperaba que esta chica fuera así de rápido

-  No me digas que la idea no te pone!

+  Claro que me pone pero a mí no me gustan los polvos mediocres, no sé si aguantarías. – si creía que iba a amedrentarme no iba a conseguirlo

  • A mi tampoco me gustan los flojos, profe.

Esa provocación hizo que no me pudiera aguantar más y le metí la lengua en la boca mientras agarraba su pelo. Al principio se sorprendió pero pronto empezó a jugar también con su lengua. Esa chica había conseguido ponerme cachondo con sus jueguitos

  • ¿Ya tienes lo que querías no?, ahora vas a pagar estas cervezas y vamos a subir a mi casa, vivo cerca. – Nunca me han gustado las tonterías en el sexo-

  • Vale vale pero no te pongas en modo Grey, profe. No soy tu putita

Mientras pagaba intenté enfriarme pero no hubo manera. Íbamos a subir e íbamos a follar, pensaba darle una lección a Blanca.

Llegamos a mi portal pasadas las 9, no habíamos vuelto a besarnos hasta el ascensor y en cuanto este cerró la puerta ataqué. Me hice un su pelo y la bese, con la otra mano quise explorar sus tetas. Me sorprendió que su respuesta fue dejarse hacer, la imaginaba más rebelde.

Abrimos la puerta a duras penas y la ropa empezaba ya a sobrarnos, no sé dónde dejamos nuestras mochilas. Entramos en mi cuarto y la tiré sobre la cama. La descalcé con mimo, llevaba unas vans, después los calcetines. La volteé y me lance sobre su espalda, comí su cuello con ganas y soltó los primeros gemidos. Olía muy bien. Empecé a quitarle el resto, me ayudó con sus ajustados pantalones y se quedó con un conjunto de encaje muy bonito, era de un color verde oscuro

  • Quiero que te desnudes, Lucio. – me dijo sugerente

Ahí empecé a desabotonarme la camisa, mientras ella miraba interesada, cuando acabe con ella se la lancé, nos reímos ambos. Me deshice del resto y me lancé a por ella. Estaba deseando comérselo pero primero quería que viera quien mandaba. Me tumbé y guie su cabeza a mi polla que deseaba escapar de mis bóxer. Intentó resistirse pero no era el momento en que iba a permitírselo, jugó un poco sobre la tela y rápidamente me la sacó. Lamió con fruición desde el principio, no intento ni calentarme. Aquella chica era una verdadera mamadora, le encantaba chuparla y me estaba poniendo más de lo que estaba, le  quité el juguete de la boca y le pedí que subiera su coño a mi boca.

Cuando lo hizo su olor empapaba sus bragas, puso sus rodillas a los lados de mi cabeza y aparté la fina tela. Olía bien, pequeño y rosado, con poquísimo vello en su monte bien cuidado, el sabor era aún mejor. No me costó nada sacar sus primeros gemidos, el clítoris parecía muy grande en comparación con el resto y además de mis babas y mi lengua utilice mis dedos; poco más de cinco minutos hicieron que se retorciera en el primer orgasmo, Blanca gemía mucho y eso a mi me pone.

Después de que se repusiera aún quería más y yo estaba muy excitado, se puso ella encima de mí y se la metió de un solo golpe. Me encanto ver sus dos pezones agujereados por dos piercings y me los llevé a la boca en cuanto pude. Mordí primero suave y después fuerte, eso la hizo gemir aún más. Aunque estaba arriba yo no paraba de bombearla, me encanta hacerlo en esa posición y a ella no podía decirse que menos.

Pronto fui yo quien se puso encima de ella, y haciendo el misionero con sus piernas en mis hombros empecé a bombear. Ella sonreía mientras la embestía, me encantaba verla así, esos ojos verdes que había descrito al principio, lo tenía todo. Cinco minutos después estábamos corriéndonos a la vez. Me tumbé en mi cama y nos abrazamos como no siempre hacen los desconocidos después de quitarme el condón.

  • ¿Necesito más esfuerzo para mejorar mi nota? – se reía mientras me preguntaba-

  • Te queda mucho aun! Hoy he tenido que hacerlo todo yo -  ambos nos reímos a carcajadas

Ese fue nuestro primer polvo, igual que este es mi primer relato.

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