Lucila

Como un masaje puede acabar en un gran placer...

LUCILA

Cómo un masaje puede acabar en un rato placentero...

Este relato es real, los nombres y lugares han sido cambiados para proteger al inocente (y al pervertido), disfrútenlo.

Cuando mi primo Jorge se casó, inmediatamente me llamó la atención su nueva esposa, Lucila; pero después de todo, quién no se impresionaría con una chica de 23 años, 1.82 metros de estatura, medidas 98 – 62 – 94, de piel blanca, cabello castaño claro que caía en suaves ondas hasta la altura de su cintura y ojos color miel, con labios que incitaban a la locura y una expresión de el rostro que gritaba a los cuatro vientos que le encantaba saltar de cama en cama.

Para mi mayor asombro, al contrario de la primera impresión que me causó, Lucila resultó ser una mujer fiel y hogareña, que resistió con serenidad todos los avances de los muchos miembros masculinos de la familia, por lo que decidido a tener éxito, opté por una táctica totalmente distinta, por lo que en ningún momento mostré cuántas ganas tenía de llevármela a la cama, gracias a lo cual terminé siendo el único hombre de la familia que era bienvenido en su casa aún cuando mi primo no se encontrase en casa.

Como esto no ocurrió de la noche a la mañana, paso poco mas de un año antes de que pudiese contar con que Lucila no me daría con la puerta en las narices si llegaba sin que mi primo hubiera llegado del trabajo; lamentablemente para ese entonces ella se encontraba cerca de su cuarto mes de embarazo, lo que aún cuando había hecho que sus senos fuesen un bocado mucho mas apetitoso, hacía que sintiera ciertos escrúpulos de aprovecharme en ese momento del tiempo que pasaba a solas con ella.

De cualquier modo, un día de tantos en que, con el fin de por lo menos disfrutar un rato viendo lo grandes y apetitosos que se ponían sus senos día con día, gracias a los escotes que lucía en sus vestidos de maternidad, me hice el aparecido en su casa, con el pretexto de devolver unas revistas que le había pedido prestadas a mi primo en una visita anterior; en cuanto abrió la puerta, pude notar que Lucila no se sentía nada bien, por lo que le pregunté inmediatamente qué le sucedía, /a lo que inicialmente ella respondió que no le pasaba nada, sin embargo, al insistir, admitió que tenía un terrible dolor en los hombros y el cuello, debido a que con el embarazo no podía dormir en la posición a la que estaba acostumbrada y mi primo a causa del trabajo no había podido administrarle un masaje en toda esa semana.

Juro que a pesar del deseo que sentía por ella, en ese momento no pensaba en la gran oportunidad que se me presentaba, sino que de verdad quería ayudar a Lucila cuando me ofrecí a darle un masaje; al principio ella se negó, pero conforme transcurría la visita, me di cuenta que de verdad estaba sufriendo, por lo que insistí en darle un masaje, para al menos disminuir las molestias que sentía, a lo cual finalmente accedió.

Antes de iniciar el masaje, le pedí que si tenía aceite para bebé o algo similar para que éste fuera mas efectivo; cuando volvió de buscarlo, pude notar por el movimiento de sus senos bajo su holgado vestido de maternidad, que se había despojado del sostén, lo que hizo que por primera vez pensara en las posibles implicaciones del masaje que me disponía a proporcionarle a Lucila, pero deseché ese pensamiento, ya que supuse que lo había hecho a fin de no tener que quitárselo enfrente de mi al momento de iniciar el masaje.

A fin de olvidarme de los pensamientos que pasaban por mi cabeza, le pedí a Lucila que se sentara en el taburete de su sala, ya que al carecer de respaldo me permitiría darle el masaje con un máximo de comodidad tanto para ella como para mi, entonces, colocándome atrás de ella desabroché los primeros dos botones de su vestido a manera de descubrir sus hombros, unté una generosa cantidad de aceite en mis manos y comencé el masaje.

Apenas mis manos rozaron por primera vez su piel, pude sentir esa inigualable textura como de terciopelo que es particular de ella y la sensación de recorrer con mis manos sus perfectos hombros y su largo cuello, me provocaron involuntariamente una gran erección, la cual me esforcé por controlar; en los primeros diez o quince minutos del masaje, me concentré en realmente disminuir la gran tensión que se notaba en ella, pero conforme se relajaba bajo mis manos, la idea de acariciar sus grandes y firmes senos empezó a introducirse en mi mente, provocando que la erección que trataba de controlar creciera aún mas.

Muy lentamente, mientras seguía masajeando sus hombros, hice que mis manos bajaran cada vez un poco mas, a fin de hacer descender su vestido centímetro a centímetro, hasta que el masaje llegaba ya cerca de la mitad de sus brazos y poco mas o menos la misma proporción de sus senos se encontraban al descubierto, por lo que empecé a bajar un poco mas mis manos hacia el frente, sin que Lucila aparentara darse cuenta de que las puntas de mis dedos ya rozaban el nacimiento de sus senos; en ese momento ella inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás y después de emitir un leve suspiro me dijo " desde que supimos que estoy embarazada Jorge dejó de hacerme el amor", frase que tomé como una abierta invitación a que diera el siguiente paso, por lo que al mismo tiempo que bajaba mis manos para abarcar con ellas los exquisitos senos de Lucila, adelanté mi cadera para que sintiera en su espalda la enorme erección que luchaba contra la delgada tela de mi pantalón.

Al sentir la caricia de mis manos en su pecho, ella se relajó por completo, por lo que comprendí que al menos por su parte, mi primo nunca sabría nada de lo que estaba por suceder; por lo que me incliné para besarla suavemente en la boca mientras intensificaba mis caricias en su pecho; después me separé un poco de ella para permitirle levantarse y tomándola de la mano la llevé hasta su habitación, donde mientras la besaba y acariciaba, la despojé lentamente de su vestido, para con gran sorpresa descubrir que no tenía nada puesto debajo de él; como ella es mas alta que yo, la tomé de los hombros y la ayudé a acostarse en la cama, para luego desnudarme rápidamente y acostarme junto a ella.

Como apenas se encontraba en el cuarto mes de embarazo, el cuerpo de Lucila aún se veía casi como si no estuviese embarazada, así que vi plenamente colmada la fantasía que tenía desde la primera vez que la conocí; me deleité en besar y acariciar cada centímetro de ese glorioso cuerpo, pensando a cada momento como el idiota de mi primo podía dejar desatendida a una beldad como esa; para cuando mis labios llegaron a su entrepierna, Lucila ya estaba empapada y se retorcía como una posesa, diciendo cosas como "Jorge nunca ha hecho esto" o "Jorge no es tan bueno haciendo aquello", por lo que decidí que tendría que hacer un gran trabajo, para que después pudiera tener ese cuerpo cada vez que yo quisiera.

Comencé entonces a hacerle sexo oral, primero muy suave, apenas rozando con mi boca los labios de su sexo, para poco a poco comenzar a trabajarla con mi lengua muy despacio, retirándome cada vez que ella adelantaba sus caderas, para mantener el control de las caricias que le daba, y poco a poco aumenté la intensidad, hasta que separó completamente sus piernas lo que facilitó poder acariciarla, entonces abrí los labios de su sexo con mi mano derecha, mientras con la izquierda comencé a acariciarle alternadamente la entrada de la vagina y el ano, mientras mi lengua trabajaba sobre su clítoris, de modo que en pocos minutos ya se encontraba al borde de un orgasmo; en ese momento aceleré los movimientos de mi lengua mientras le enterraba profundamente el dedo medio de mi mano izquierda en el ano y los dedos medio y cordial de mi mano derecha en la vagina, los gritos que exhaló al momento de llegar al orgasmo me hicieron temer que algún vecino los oyera y fuera a provocar un problema, así que rápidamente me separé de su sexo y apagué sus gritos con mi boca, mientras con mi mano derecha acariciaba su cuerpo.

Cuando se calmó un poco, tomé una de sus manos y guiándola hasta mi pene, le dije "ahora es tu turno", a lo que ella con una sonrisa solo respondió iniciando un rítmico sube y baja sobre el tronco de mi pene mientras comenzaba a besar mi cuerpo bajando poco a poco hacia mi entrepierna; en el momento en que su cabeza llegó a la altura de mi pene, Lucila comenzó a lamerlo en toda su longitud, mientras su mano izquierda acariciaba mis testículos y con el dedo pulgar de su mano derecha acariciaba la punta de mi pene de una manera especial que no sabría describir, pero que me hacía sentir como si me aplicaran electricidad por todo el cuerpo, para después meter en su boca la cabeza de mi pene y acariciarla rápidamente con su lengua mientras su mano derecha me masturbaba suavemente.

Después de un rato, la retiré, diciéndole que lo que mas deseaba en ese momento era metérsela, por lo que la coloqué sobre mi y le dije que ella misma se lo metería hasta donde se sintiera cómoda, por lo que como toda una experta, lo acomodó en la entrada de su sexo y lentamente descendió hasta que se dio cuenta que en esa posición podría fácilmente acomodar todo el largo de mi pene dentro de ella y ya con esa certeza se dejó caer con mayor fuerza, cabalgando sobre mi como si la vida le fuera en ello, mientras yo me complacía acariciando sus hermosos senos y mordiendo sus grandes y duros pezones, mientras sentía sobre mi pene la apretada caricia de su sexo hambriento de lo que yo de estaba dando.

Después de un largo rato, ella parecía completamente agotada a causa del par de orgasmos que ya había tenido, por lo que tomándola de la cintura la deslicé hacia un lado de manera que quedó acostada, le dije que se diera vuelta y tomando su pierna izquierda, la levanté en el aire, de modo que pude volver a penetrarla desde atrás, posición en la que comencé a bombear violentamente dentro de ella, lo que le provocó un nuevo orgasmo, para entonces, me sentía en el límite, sabía que no podría contener por mas tiempo mi propio orgasmo, por lo que acercando mi boca a su oído le pregunté "¿Dónde lo quieres?", a lo que ella respondió respirando entrecortadamente "Lo quiero justo donde estás ahora, no me la saques, por lo que mas quieras".

En ese momento, sentí como mis testículos se contraían fuertemente mientras todo mi cuerpo se tensaba, listo para explotar en un gran orgasmo, mismo que ya no pude contener por mas tiempo, por lo que metí mi pene lo mas profundo que pude en su vagina y acabé en abundantes chorros que le provocaron a Lucila un nuevo orgasmo.

Después de un largo rato abrazándola en esa misma posición, miré el reloj que estaba en el buró y me di cuenta de que en escasos minutos mi primo estaría en casa, por lo que salté de la cama y me vestí apresuradamente, mientras Lucila se metía al baño y se daba una rápida ducha y se vestía, yo bajé a la cocina y puse a calentar la cena; para cuando mi primo llegó, estábamos cómodamente sentados en la sala viendo televisión mientras la tetera comenzaba a silbar alegremente en la cocina.

Después de haber cenado y platicado durante un largo rato con mi primo, me despedí de ellos; al dejarme en la puerta ella me dio un rápido beso y murmuró "gracias" mientras dejaba caer un pequeño papel en mi mano; al leerlo de camino a casa, decía "Estuvo delicioso el masaje, te espero mañana mas temprano". Por supuesto acepté la invitación varias veces, pero poco mas o menos un año después de nacer mi sobrina, ellos se mudaron a Zacatecas y lo último que supe de Lucila fue a través de una carta que recibí dos meses después de que se fueron, donde mi primo me anunciaba el próximo nacimiento de otro sobrino, acompañada de un pequeño pedazo de papel que decía "Felicidades, vas a ser papá".

Espero Hayan disfrutado esta historia, como siempre, dudas, comentarios y críticas serán bienvenidos.