Lucía y Sonia: cuando el amor triunfa... (3)

He escrito esta última parte por la insistencia de algun@s, espero no decepcionaos. Gracias.

Tercera parte de la historia entre Lucía y Sonia.

Pasaban los meses y era la pareja más feliz del mundo, se compenetraban perfectamente, parecían una sola.

Sonia decidió que ya era hora de contar a su familia su felicidad, ¿porqué seguir a escondidas?, Javi había sido todo un caballero y nunca dijo nada de Sonia a nadie, eso es algo que ésta le agradecería toda la vida.

-He llamado a mis padres y he quedado con ellos para cenar esta noche- dijo Sonia- les he dicho que iría acompañada...

-¿Estás segura amor? No tienes porqué hacerlo.

-Quiero hacerlo, quiero que todos sepan que soy la mujer más feliz del mundo junto a ti.

-Está bien, sabes que tienes todo mi apoyo.

-Lo sé mi vida por eso te quiero tanto...

Eran las 10 de la noche y las dos mujeres se dirigían a casa de los padres de Sonia. Éstos se asombraron un poco, no conocían a la chica que venía con su hija, a la que presentó como una amiga. La cena transcurría tranquila hasta que la madre rompió esa tranquilidad.

-Bien Sonia, ¿para qué has montado esta cena?, no creo que sea sólo una simple cena familiar ¿no?- dijo la madre en tono irónico. Desde su separación su madre no había vuelto a ser la misma con ella, le reprochaba que dejara a Javi.

-No mamá no es sólo una simple cena, he querido que nos reuniéramos para deciros que soy muy feliz...

  • ¿Y a qué se debe tanta felicidad?-interrumpió la madre.

-A que estoy con la persona más maravillosa que he conocido nunca.- y cogió suavemente a Lucía de la mano y se miraron fijamente.

-¿Qué?, no puede ser-gritaba su madre- ¿con una mujer, te has vuelto loca, que dirá la gente?

-Me da igual lo que diga la gente, ya una vez fui una infeliz por el que dirán, y no pienso serlo más.

-Estás loca, tu no eres mi hija, ¿qué te han hecho?

-¿Qué me han hecho?, darme el amor que nadie antes supo darme, hacerme le mujer más feliz.

-Vete de mi casa, no soporto esto más, vete...-Y las echó de su casa así sin más.

Sonia no se podía creer que ni su propia familia la respetara, pero se había quedado bastante aliviada, ya no tendría que esconderse de nadie, era feliz.

Cada día que pasaba colmaba aún más de felicidad a la pareja, todo era perfecto, como de cuento...

Sonia tenía un caso muy importante en el bufete, el más importante de su carrera. U n día antes del gran juicio tenía que entrevistar al último testigo. Se personó personalmente en su casa. Cuando abrieron la puerta no se lo podía creer, era Laura, su Laura. Las dos mujeres se miraron fijamente y se dieron un gran abrazo, habían pasado 5 años desde su relación, pero no habían cambiado se reconocieron de momento.

Estuvieron toda la tarde hablando de sus vidas, de qué había sido de ellas todo estos años. Laura se casó pero no era feliz. Sonia llenaba la habitación de alegría al hablar de su relación con Lucía y lo difícil que había sido todo. Se hizo un poco tarde y Sonia debía volver a casa. Quedaron al día siguiente para aclarar el tema del juicio del que ni siquiera habían hablado por la emoción del momento.

Al día siguiente se vieron de nuevo en casa de Laura, prepararon la declaración de ésta y cuando todo estaba listo Sonia iba a marcharse pero Laura la invitó a quedarse y tomar un café con la excusa del tiempo que habían tardado en reencontrarse. Sonia no sabía si aceptar o no, al verla nuevamente afloraron sentimientos que creía enterrados y eso le daba miedo, pero finalmente aceptó.

Tomaban café tranquilamente mientras charlaban y Laura la miraba de forma desafiante...

-Estás preciosa, no has cambiado nada- dijo Laura.

-Tú también estás muy guapa, sigues teniendo esa mirada azul que me cautivó- Sonia no sabía porqué había dicho eso, pero era lo que sentía en ese momento.

Laura agarró la taza de café de Sonia, la dejó sobre la mesa y acercó sus labios a los de ella. Cuando esos labios se encontraron un escalofrío recorrió el cuerpo de Sonia. Por un instante se dejó llevar pero enseguida reaccionó y paró a Laura.

-No puede ser Laura, tengo pareja.

-Pero yo te sigo queriendo Sonia, no he podido olvidarte en todos estos años, déjame amarte aunque sólo sea esta noche.

-No, estoy muy enamorada de Lucía, ella es todo para mí y aunque por un momento haya vuelto a revivir lo nuestro la amo demasiado como para hacerle esto.- y salió aprisa para su casa.

Cuando llegó, Lucía estaba haciendo la cena para las dos. Sonia llegó silenciosa y la agarró por la cintura susurrándole al oído...

-Quiero hacerte el amor toda la noche.

-¿Qué te pasa, y ese arrebato de pasión a qué se debe? Ja ja estás loca cariño...

-Sí loca por ti, ven...

Y sin decir nada más se la llevó de rastras a la habitación. Por un momento casi cae en las redes de Laura, pero pensaba en su amada y quería hacerle sentir que era la única persona en su vida.

-Cariño, ¿estás bien?-decía Lucía mientras Sonia le quitaba la ropa a bocados.

-Mejor que nunca mi niña, quiero hacerte el amor y que llegues al cielo de placer.

Lucía sólo se dejaba llevar, Sonia estaba como poseída y la estaba poniendo muy caliente. Casi sin darse cuenta estaban las dos completamente desnudas. Sonia abarcaba con su boca todo el cuerpo de Lucía, sabía perfectamente qué le gustaba y cómo hacerlo. Succionaba los pezones durísimos de Lucía, casi haciéndole daño, pero era un dolor muy placentero que la acercaba al clímax. Sonia estaba desbordante, recorría con su lengua cada rincón de ese cuerpo que conocía tan bien y que tanto le gustaba. Fue bajando con la punta de la lengua hasta el ombligo, donde se detuvo unos instantes, besándola alrededor y continuó descendiendo hasta su sexo, ese fruto que tanto deseaba y que quería saborearlo entero. Recorría con su experta lengua su sexo pero sin entrar directamente, casi rozando, algo que excitaba de sobre manera a Lucía y le decía con pequeños gemidos que la hiciera toda suya. Lucía no podía más y Sonia se disponía a que tuviera el mayor orgasmo de su vida. Penetraba a Lucía mientras con su lengua lamía su clítoris hinchadísimo. Eso la volvía loca y en pocos minutos contrajo todo su cuerpo y de su interior manaron fluidos como si fuera una fuente, que Sonia bebía incansable para calmar su sed.

-Cariño eres increíble, me has dejado extasiada- sólo podía decir Lucía.

-Túmbate y descansa mi amor.

-No- le cortó- ahora me toca a mí mi gata salvaje, te vas a enterar.

-¿Ah sí? Venga dale mi pantera ja ja.

Lucía estaba agotada pero no quería que esto quedara así. Se lanzó como una pantera a los labios de Sonia. La besaba, la chupaba, mordía sus labios, se había contagiado de la pasión de Sonia. Bajaba hasta sus pechos, que mordía con locura, volvía a subir a su boca, bajaba de nuevo, subía una y otra vez. Sonia intentaba alcanzar los pechos de Lucía pero ésta no la dejaba, la tenía acorralada. Lucía recorría su vientre con su lengua erizando a Sonia, pero ésta no quería permitir que sólo ella disfrutara ese momento, esta noche era de su amada y de golpe la agarró y la hizo voltearse. Así quedaron en un 69 que les permitía unas vistas increíbles. Comenzaron a penetrarse mutuamente, cada vez más rápido, un dedo, dos, tres... poco a poco las dos notaban como iban llegando al éxtasis de placer al mismo tiempo y en un último esfuerzo llegaron a la vez. Ahí quedaron las dos tumbadas en la cama con sus cuerpos aún convulsionando del increíble orgasmo que habían tenido juntas. Ninguna de las dos articulaban palabra, pero Sonia con sus piernas temblorosas se levantó, posó sus labios sobre los de Lucía y le susurró:

-Te quiero mi amor y nunca, óyeme, nunca me voy a separar de ti...

Fin.

Este sí que es el final definitivo, no se si es lo que esperabais pero no tenía pensado escribir una tercera parte. Espero que os haya gustado. Gracias.