Lucia y javier pareja de moda

Lucia y Javier que yo sepa una relación rondando los veinte años de existencia.......... Ignoraba casi todo de ellos cuando hace apenas cinco años.....

Es una historia auténtica que todos hemos conocido en una pequeña ciudad de provincias del norte, muchos hemos pensado que bien merece reflejarse en un libro ( si los protagonistas no fueran personas como usted o como yo hasta se escribiría un guión cinematográfico con probabilidades de un Goya) y como probablemente  a estas alturas alguien habrá encargado el trabajo a "un negro" no quisiera, sin frivolizar la historia, dejar paso a que otro la cuente habiendo en su cuenta menos información de la que obra en poder del que esto relata. Lo que para toda la ciudad ha sido una hermosa historia de amor  "a contracorriente" malogrado por el tiempo, era en realidad, los más cercanos a ellos fuimos siendo conscientes a lo largo de dos décadas de sus excesos,  una apasionada historia de sexo vivida al límite de dos personas obsesionadas por los sentidos que cruzaron sus vidas en algún instante de su existencia y sabiéndose complementados iniciaron su particular viaje a la galaxia del exceso, a su particular Sodoma y Gomorra convencidos de que sus bellos rostros y sus hermosos cuerpos no podían ser pasto del azufre o la sal.

Evidentemente, aun siendo esta una historia real hemos decidido cambiar el nombre de los protagonistas así como el entorno en el que la misma se desarrolla, nada, salvo la vida de los protagonistas es real, quizá el que esto escribe se deje llevar en algún momento del relato de sus propios fetiches o fantasmas, (que funcionario, dependiente, policia municipal o ama de casa no desea al menos un día en su vida vivir el sexo tan intensamente al límite)  confieso más de una pràctica onanista en noches de insomnio imaginándome en brazos de esta mujer, pero nada forma parte de la imaginación.

Hace algunas semanas paseaba  yo por el paseo de la Castellana con un amigo cayendo ya la tarde,  cuando èste me hizo notar la presencia de una mujer que caminaba a una decena de metros delante de nosotros, inmediatamente le informé que se trataba de una mujer a la que conocía no solo por ser de la misma ciudad en la que resido sino que además teníamos muchos amigos en común y concía bastante bien sus infortunios tras una tormentosa relación con un individuo al que también conocía. Respondiendo a las alabanzas que mi estimado amigo hacía a propósito de su figura y paso firme apunté que si bien conservaba la elegancia y su porte emanaba cierto glamour o erotismo, físicamente había sufrido un considerable deterioro el los tres últimos años achacándolo yo más al finiquito de su relación que al inexorable paso del tiempo y la edad.

Lucía es una mujer pasada la cincuentena, siempre elegante, diletante como pocas de su generación y a la que pocas veces se la ve sonreir en público, a medida que iba yo desgranando algunos detalles de su vida conocidos por mi, mi amigo decidió que a falta de otra cosa mejor que hacer fuéramos tras ella intrigados por el quehacer de una mujer como ella, sola, en Madrid.

En pocos minutos lo que para mi amigo no resultaba chocante en absoluto a mi me produjo un desconcierto absoluto que aguijoneó mi habitual curiosidad por las personas y más por éstas en concreto; sin cambiar la cadencia de sus pisadas, Lucía cruzó la calle y se introdujo en el Hotel Miguel Angel en la calle del mismo nombre.

No la incluyo en el elitista grupo de personas que pueden permitirse una habitación en un hotel de lujo en pleno mes de mayo, y así se lo comenté a mi amigo. Si bien me hice de rogar por él yo sabía que mi natural inclinación a indagar en la vida de los demás no me iba permitir  seguir mi camino sin más y tras una cómplice mirada seguida de un  ¡vamos!  encaminamos nuestros pasos hacia la cafetería del hotel.

Nos situamos en lugar discreto en uno de los salones desde donde podíamos divisar la puerta del hotel, evidentemente Lucía se alojaba en él puesto que no se encontraba en las zonas comunes destinadas al público en general. Pasados cuarenta y cinco minutos y a punto de hacer abandono de nuestra curiosidad entró en el salón un grupo de tres hombres de avanzada edad acompañados por una mujer de no más de treinta años con clara intención de dirigirse a uno de los comedores, apenas un minuto después entró en el salón dirigiéndose a ellos Lucía llevada de la cintura por el brazo de un conocidísimo industrial de nuestra ciudad; la ropa diferente que llevaba nos daba a entender que se alojaban juntos en el hotel y mi amigo bromeaba haciendo referencia a un imaginario polvo que habían tenido tiempo de echar en los cuarenta y cinco minutos que llevábamos de espera. Una vez que el grupo entró en el restaurante pudimos retomar nuestro camino a casa de mi amigo enfrascados en los pormenores de una historia que él deseaba conocer tanto como yo relatar.

Lucía y Javier, que yo sepa una relación rondando los veinte años de existencia, ella funcionaria del estado, para mi un enigma antes de su relación con Javier, atractiva, buen cuerpo, provocadora con su intensa mirada verde que induce al descaro y la proposición al tiempo que distante con los hombres, es como si  saberse deseada bastara para secar un sexo que adivino siempre húmedo y palpitante, de sonrosados y gruesos labios ( como los de su boca) entreabiertos y acojedores, devoradores cual planta carnívora.  Pero no, nadie es capaz de ocultar tantas cosas en la vida y nosotros sabemos que no la basta con sentirse deseada.  Èl,  fotógrafo artístico reconocido por múltiples exposiciones y alguna publicación, hermoso griego clásico excesivamente  pagado de si mismo, con toda probabilidad misógino, sin otro valor para la conquista que un verbo habil depurado en los escenarios en los que encaramaba en su juventud,  depredador autónomo solitario y autosuficiente, si en el zoo humano se tendiera a la conservación de alguna especie, èste sería anillado para estudiar sus costumbres. También es cierto y de acuerdo estoy en ello que, tras comentar esto con algún amigo común me decía que ella también debiera estar anillada, anillados y juntos como pareja de especie en peligro de extinción.

Todo el mundo sin excepción hablaba de ellos, seguimos hablando,  él, un hombre casado que había roto todo tipo de barreras y paseaba abrazado  a su amante por el centro de una ciudad harta de procesiones de CorpusChristi y política eclesial , àvida de murmullos de cafetería geriátrica sabe Dios si rogando por el triunfo de un supuesto amor o esperando un desenlace cruento y despiadado con el que alimentar tantas tardes de vino y cerveza acodados en sucias barras plenas de grasa y sin más conversación que el frío invernal o las confidencias de un tal Antonio David en una cutre cadena televisiva.  Ella, la mujer altiva que se enfrentaba a todo y a todos paseando su hombre y su triunfo sobre las reglas establecidas en una ciudad que no perdona la arrogancia.

Confieso mi admiración por una pareja que decidió romper con cualquiera de estas reglas,  establecidas por un sociedad hipócrita, decadente y envidiosa. Ignoraba casi todo sobre ellos cuando hace apenas cinco año comencé a seguir e interesarme por sus desafíos, dicho interés se acrecentó una noche de agosto  poco antes del comienzo de la película "el hundimiento" sin imaginar entonces lo premonitorio de dicho título.

Me encontraba dispuesto a presenciar la película con un amigo residente en Valladolid, gerente de una conocida agencia de viajes y de costumbres o hábitos nada convencionales, parlanchín y presuntuoso confidente de reales o imaginativas hazañas sexuales. Poco antes del inicio se acomodaron dos filas delante de  nosotros Lucía y Javier, les observé esperando que girasen la cabeza para saludarles cuando mi amigo, digamos que su nombre es Raúl, me interpeló directamente y sin tapujos si había follado con alguno o con los dos. La pregunta, tanto por lo directa como por el tema en cuestión me dejó tan perplejo que apenas pude poner atención a la proyección del film sin ver el momento en que este acabara para reiniciar la conversación.

Normalmente acompañado de una pareja afín a sus hábitos y ocasionalmente solo, Raúl frecuenta un club de ambiente liberal en la capital del Pisuerga, el mencionado club es, presumiblemente "era",  frecuentado por Lucía y Javier  determinados fines de semana en los que Raúl había intimado con ambos. Posteriormente y a lo largo de cuatro meses se trasladaba todos los viernes a nuestra ciudad donde mantenían encuentros en casa de Lucía; dada mi incredulidad basada en mi conocimiento de sus fantasías tantas veces demostradas como tales Raúl fué pormenorizando algunos detalles de  la casa. Nunca he tenido ocasión de visitarles, pero detalles tales como el tema de las fotografías que supuestamente adornan la casa así como la ubicación exacta de la misma fueron poco a poco cercenando mis dudas.

En su versión de los hechos Lucía es una mujer autoritaria sexualmente, enormemente activa y poco dada a dar por finalizado cualquier encuentro de esta índole; en palabras de Raúl toda práctica es tolerable para ella con tal de mantener en sus amantes la mayor excitación posible el mayor tiempo posible. Ella, me decía Raúl, es la única persona en este mundo que ha logrado que le coma la polla a otro tío. Normalmente cuatro o cinco horas de sexo desenfrenado, alguna vez más, desde luego siempre que accedía a quedarse a dormir en la casa. Javier, igualmente activo tampoco era proclive a finalizar los encuentros y a su vez era causa habitual de pequeños roces fruto de su obsesiva manía por documentar gràficamente los encuentros.

La conversación con Raúl se prolongó hasta la madrugada ofreciéndome todo tipo de detalles, algunos francamente increíbles. No obstante y manteniendo siempre mis reservas sobre el asunto había puntos en los que las palabras de Raúl se hacían creíbles; me contaba que al menos tres años seguidos había sido él personalmente quien había reservado para ambos una estancia de una semana en CAP D'AGE, jamás había oído hablar de ese lugar, y Raúl me aclaró que es un espacio situado a pocos kilómetros de la frontera con tintes naturistas pero reservado exclusivamente para parejas swinguers, un lugar destinado a estancias de parejas intercambistas.

Como supondrá el lector todo esto no hizo sino acrecentar mis ansias de saber más de la pareja en cuestión, parecía ser que lo que para todos nosotros era una encarnizada lucha por conservar su amor en "la Verona de la meseta castellana" no pasaba de ser un simple acuerdo de acompañamiento transformando Verona en la decadente Roma.  Faltaría a la verdad si dijera que a lo largo casi de un año les estuve observando sin encontrar el menor indicio de esa supuesta doble vida hasta el punto que llegué a dudar de todo lo que Raúl me había contado, hágase cuenta el lector que faltaban dos años para encontrarme a Lucía en el hotel Miguel Angel, cuando el azar o la suerte puso pruebas más que suficientes en mi camino.

Estamos a final de 2008, un familiar recoge en el "punto limpio" de la ciudad  abundante material informático para reciclar y rescata aquello que en su opinión puede servir como material de segunda mano, se sorprende al encontrar una CPU con dos discos duros en su interior, algo extraño ya que lo habitual es deshacerse del material informático previa eliminación de todo aquello que pueda contener información del usuario. Previo a la cena familiar de la NocheBuena de aquel año este familiar me invita a ver los ficheros  "eliminados" que ha encontrado en uno de los discos duros;  - a estos creo que los conoces,-  me dice.

Mis sensaciones fueron más a la sorpresa por la casualidad de que aquel material llegara a mi conocimiento que a la información contenida en dicho material; docenas de emails enviados a la papelera sin mayor trascendencia, confieso que leí todos buscando alguna conexión que me confirmara sus actividades, algunos cientos de fotografías desechadas y entre ellas algo más de un par de docenas de fotografías de ambos, Lucía  y Javier, ambos desnudos o semidesnudos, varias de ambos juntos y la mayor parte de Lucía,  bien desnuda, en ropa interior sugerente o en otras ataviada con ropa fetichista de vinylo. En todas ellas observa la cámara segura y evidentemente satisfecha. Salvo tres o cuatro que supuestamente se ve que fueron desechadas por la más que evidente cicatriz de su vientre, supongo que fruto de alguna cesárea, el resto presenta una mujer extremadamente deseable no tanto por su cuerpo ( que me parece expléndido) como por la expresión de su rostro que nos muestra una mujer que se sabe extremadamente sensual y deseable y trata de mostrarlo frente a la cámara.  Sirva como descripción para el lector el hecho de que a lo largo de más de dos años, este que escribe, observando las mencionadas fotos alguna noche de insomnio se ha desahogado frecuentemente con la imagen general pero finalizando con el rostro de esta mujer mirándole sugestivamente a pantalla completa. No me causan sin embargo este efecto las fotos en la que ambos aparecen, si bien Javier está empalmado y ella lo abraza cariñosamente falta en ambos rostros el sentimiento de vicio o deseo que impera en las otras, y para no faltar a la verdad también he de decir que en ninguno de los ficheros examinados por mi se detecta la presencia de terceras personas, algo obvio si como nos cuenta Raúl existía una obsesión enfermiza en Javier por documentar cualquier tipo de actividad sexual.

De nuevo mi inquietud y deseo de conocer y saber más, su historia me parece tan brillante que cada vez son más los "cantos de sirena" que me mueven a escribir algo sobre ellos, les observo, cuando coincido con ellos y recorremos un par de bares juntos mis ojos diseccionan cada una de sus miradas, mi cabeza analiza una a una sus palabras. Una vez varado en el rojo de un semáforo observo que ambos cargan maletas en un taxi, no puedo evitarlo, aun sabiendo que me esperan para una cena de amigos y llego tarde decido seguir al taxi y averiguar su destino, es un viernes del mes de marzo y toman un tren con destino a París. Nuevamente esa obsesión, esa curiosidad por saber que harán, el objetivo de su viaje.... los amigos que presumiblemente visitarán o los lugares a los que acudirán en busca de ellos. Tras la cena llego a casa de madrugada, cansado, pero otra vez me solazo contemplando sus fotografías y dejando correr mi imaginación.

Otra vez el azar, al día siguiente Raúl me llama para vernos, a venido de Valladolid para una celebración familiar y pasará todo el fin de semana aqui,  la curiosidad no para de corroerme e instantáneamente pienso que puedo utilizar a Raúl, quedamos en que pasa a recogerme a casa, veremos el partido y luego saldremos a cenar algo. Antes de enseñarle las fotos vuelvo a preguntarle si recuerda algún detalle de la casa de Lucía, los detalles que me da son vagos y ninguno aparece en las fotografías si bien es cierto que la mayoría están tomadas con una pared blanca de fondo o sentados en un sofá. Sin decirle donde he averiguado que están le invito a que les llame para tratar de quedar con ellos esa noche, Raúl está caliente y no tengo que insistirle mucho así que con el manos libres conectado dejamos sonar la llamada, es Javier quien responde antes de que suene tres veces

  • Raúl ! que es de tu vida ?

  • Liado con problemas familiares, ¿que tal?. Oye he venido a pasar el fin de semana y he pensado si os apetece que nos vemos esta noche.

  • Jajajajaja.... pues.... espera te paso a Lucía

  • ¿Raul?... te dàbamos ya por perdido..... perdido definitivamente, ¿cuanto hace?

  • Hola Lucía, muchísimo, años creo, temas familiares, ya os contaré, le decía a Javier que me apetecía veros este fin de semana si queréis.

  • Difícil. Hemos llegado esta mañana a París, nos hemos echado una siesta larga y vamos a cenar y salir a tomar una copa.

  • ¡ Joder ! Paris, y váis a liarla seguro sin mi.

  • Jajajajaja... tu desapareciste sin más.... pero tú lo tienes fácil, vamos a estar una semana, vente.

  • Ya me gustaría, ya. Pero ahora con la semana santa encima no puedo moverme. ¿Estáis con alguien?

  • Hemos quedado con una pareja que conocimos el año pasado, vamos a ir a un sitio nuevo. Nuevo para nosotros, lleva tiempo abierto.

  • ¿ de ambiente ?

  • Claro, es uno de los principales encantos de París

  • ¿Cuantos van a caer hoy?

  • ¿Cuantos que?

  • A cuántos tíos te piensas follar sin mi.

  • Jajajajaja... no cambias. Ya sabes la norma, los mismos que Javier

  • ¿Seguis igual?  Pero a medida que pasen los años él va a poder menos, te vas a quedar a medias.

  • Eso se hablará en su día. Si él está con dos  yo dos, si tres... tres y si él una, yo uno.

  • Pero cuando estamos juntos esa norma se rompe, somos dos para ti y ninguna para él.

  • La norma es para las salidas, en casa es otra cosa

  • ¿Te acordarás de mi luego?

  • No creo. Te dejo que vienen los amigos. Besos

  • ¿Os llamo a final de mes?

  • Si no vas a dar otra estampida.... vale. Besos

  • Besos

Esta es literalmente la conversación que despejó todas mis dudas respecto a la pareja en cuestión, ahora necesito más, en algunos momentos pienso en la forma de hacerles saber que lo sé, ¿como reaccionarán?.... algunos viernes y sàbados merodeo por su casa esperando encontrar algún visitante, se están convirtiendo en una obsesión. Averiguo que Javier dispone de otro piso en el centro, le veo entrar con bolsas de supermercado pero jamás le veo entrar acompañado, ni siquiera de Lucía; el bar que hay frente a esta casa es testigo de las horas que he tardado en tomarme un cortado algunas tardes.  Sale.... entra, siempre solo, ¿es posible que su mujer le haya sustituido?

Algunas tardes veo a Javier con otra mujer, es mucho más joven que él, muy guapa, con unos pechos de ensueño y también de mirada perturbadora y dominante. También la conozco, en esta ciudad nos conocemos todos y esta entra dentro de esas mujeres con las que me agradaría relacionarme, siempre jovial, alegre, rodeada de amigos y riendo con fuerza.

Cada vez les veo más, más tiempo juntos. Al principio pensé que con toda seguridad era una mujer entroncada en su selecto grupo de amistades íntimas, de esas con las que se comparte algo más que el pan y la sal, aunque jamás he visto a los tres juntos; pero coincido algunas noches con ellos en un bar de ambiente musical de la ciudad y observo en ella a una mujer tremendamente enamorada, su mirada perturbadora la observo ahora más humana y tremendamente sensible. A él sin embargo lo veo especialmente ausente, como temiendo encontrarse con alguien que pueda informar a Lucía de donde se encuentra cada instante. Y... si tuviera la plena certeza que iba a conseguirla al menos una noche con gusto yo hubiera sido esa persona.

Pasan y pasan las semanas, en el cine o en los bares que frecuentamos todos sigo encontrándome con Javier y Lucía ó Lucía y Javier,  pero dentro del mismo día también me encuentro a Javier con esta otra mujer y no acierto a encajar todas las piezas de un puzle que se me antoja cada vez con menos piezas con arista recta. Por fin consigo encontrar un nexo entre estos y yo, una amiga conoce a su vez a esta nueva amiga y me habla de la nueva relación de ésta, .... no, no.... si son pareja..... Pero... él vive con Lucía....  no, no, ya no, lo han dejado.... lo habitual en estos casos, se ha enamorado de la juventud.....   No digo nada a esta amiga, pero yo sigo viéndoles juntos, desde mi perspectiva Lucía y Javier no han roto.

El salario en una ciudad de provincias va parejo a la patronal de la mediocridad imperante en el lugar, los "amigos" cosechados y las envidias despertadas a base de ser la pareja de moda, los más hermosos, esa pareja unida por encima del bien y del mal, guapos, perfectamente adornados por las mejores galas a la venta en los mejores establecimientos y que viajan todos los años cuatro veces a Paris y presumen de conocerlo como su propia casa.

Continuamente llegan noticias a la nueva acompañante de Javier de su doble juego con ella y Lucía, y la mujer despechada se encarama en lo más alto de su particular "torre del homenaje" decidida a luchar y romper, como antes hicieron ellos, con todo lo establecido y anuncia a Lucía la buena nueva de su noviazgo con el hasta ahora su actual pareja.

Y es en este momento cuando el rey y la reina pasan a ser el sapo y la rana, la rana,  también despechada, masculla encerrada en su "harén" de que han servido las concesiones a la norma, porqué ella ha tenido que conformarse con con un hombre o dos a lo sumo deseando y pudiendo tener más cuando el sapo repartía energías en solitario construyéndose otro mundo quizá más acorde con las limitaciones propias de su edad.

Ha pasado un año, quizá más, sigo viendo a ambos ahora por separado, Javier pasea por los mismos lugares de antaño, algunas veces lo he encontrado en compañía de otras mujeres pero nunca mucho tiempo con la misma, parece como si su velocidad de crucero se hubiera ralentizado; también veo a Lucía, mantiene la mirada altiva pero ha cambiado su aspecto, su pelo se ha vuelto mucho más rubio y su habitual melena rizada es ahora lisa  afrancesada.... no sé,   ya no quedan parejas de moda en la ciudad, incluso no queda "gente guapa", posiblemente para esto último, ser "gente guapa", se deba acudir de dos en dos, individualmente no somos nada, pero algo ha ganado la ciudad.... hay un poco menos envidia.

RELATORMAN