Lucia y Fran (Fantasias), Exhibicion en el Pub

Lucia y Fran cumplen su fantasía, Lucia pone cachondos a todos los hombres del pub, pero al final solo se entregará a su hombre.

Lucía bajo del coche, dejó ver sus largas y blancas piernas calzadas con unos tacones de casi diez centímetros. Anduvo pocos metros hasta la puerta del local. Pudo ver la mirada lujuriosa de los dos porteros que le franquearon la puerta. Traspasó el umbral en semi-penumbras sonrió al escuchar los cuchicheos de los porteros a sus espaldas.

El local se desplegó en todo su esplendor ante sus ojos. Dominaban los tonos rojos de sus paredes que enmarcaban multitud de espejos que producían un efecto visual interesante. El local, sin ser pequeño, parecía mucho más grande de lo que en realidad era. Lucía se fijó en que a pesar de no estar a rebosar, el local estaba casi lleno de gente. Vio la barra al fondo a la izquierda y una banqueta alta libre. Se dirigió hacia su asiento, no pudiendo evitar atraer las miradas de todos los hombres de la sala.

Lucía era una mujer voluptuosa, de formas lujuriosas, era todo lo que un hombre podía desear en una mujer. Una cara bonita, con una boca hecha para el pecado, y una mirada capaz de derretir al más frío de los mortales. Una larga cabellera castaña caía lánguidamente a su espalda hasta casi tocar el nacimiento de su bello trasero. Lucía vestía esa noche un vestido rojo que dejaba entrever sus perfectas formas femeninas. Un gran escote permitía divisar sus grandes y hermosos pechos, casi se podía adivinar la sombra de los pezones si se ponía la suficiente atención. Más abajo unas piernas muy bien formadas nacían al borde del vestido, un borde que quedaba lo suficientemente alto como para que al agacharse se pudieran adivinar las formas redondeadas de su hermoso trasero. Un culo dirían algunos, muy bien puesto, respingón decía la propia Lucía, era en realidad  un culo para ser cabalgado sin compasión, duro y bien alzado.

Se sentó en su butaca. Un camarero acudió raudo  y solícito a su encuentro.

-          ¿Qué te apetece monada?

-          Un ron con cola estaría bien para empezar la noche.

-          ¡Marchando un ron con cola para esta belleza!

Lucía sonrió ligeramente, el camarero no dejaba de mirarle las tetas. “Vamos a divertirnos un poco”  pensó Lucía para sí misma. Lucía se agachó un poco hacia adelante, como para rascarse la rodilla, dejando a la vista su generoso escote e incluso un poco de su pezón derecho. Esa noche había decidido dejar el sujetador en casa, tenía ganas de poner calientes a los hombres que se cruzaran por su camino. Lucía miró de refilón, vio como el camarero se había quedado pasmado mirándole el escote. No pudo evitar mojarse, sintió como el diminuto tanga se mojaba y entraba ligeramente dentro de su depilado coñito. Estaba muy caliente, y más caliente se ponía cuando pensaba en lo que le esperaba esa noche.

Lucía fue asaltada durante una hora por muchos de los hombres que había en el local. Varios se habían congregado a su espalda y la observaban detenidamente, no pudo evitar escuchar lo que uno de ellos decía.

-          Mirar que mujer.

-          Ya te digo- contestó otro -, ufff, está de infarto.

-          Tiene un culo de muerte- añadió uno de ellos.

-          A mí lo que más me gusta son sus tetas. Pondría con gusto mi rabo entre ellas para que me hiciera una cubana con final feliz.

Lucía se imaginó sus tetas cubiertas de semen. Ya se habían corrido encima de ellas no hacía mucho. No pudo evitar mojarse al saber que todos esos hombres se la estaban imaginando desnuda y follándola sin compasión.

Había dado calabazas a todos y cada uno de los tíos que la habían asaltado, algunos estaban muy buenos, pero no eran lo que ella estaba esperando. Miró el reloj, la hora estaba cerca. Lucía se puso cachonda al pensar en lo que iba a ocurrir en poco tiempo.

-          Perdona…

Lucía se dio la vuelta, el corazón le dio un vuelco. Había estado tan abstraída en sus propios pensamientos que no se había dado cuenta. Por fin había llegado su hombre.

-          Esto... hola ¿qué tal?- preguntó apenas recuperada de la sorpresa.

-          Bien, esperando que me atienda el camarero, llevo ya un rato y no hay manera. Perdona que te moleste, pero he estado observándote y me he dado cuenta de que el mismo camarero que se empeña en ignorarme, vuela cuando tú quieres pedir algo. Así que si eres tan amable…

-          Por supuesto. ¿Qué quieres?

Fran no pudo evitar mirar a Lucía. Pensó que estaba preciosa y más sexi que nunca.

-          Voy a tomar un cacique con cola, gracias.

El camarero acudió rápidamente, tal y como era de prever. Fran se fijó en que no paraba de mirarle las tetas a Lucía, eso le puso cachondo, “pobre iluso” pensó para sí mismo.

-          Aquí tienes tu cacique con cola, esto…

-          Fran. Me llamo Fran ¿y tú?

-          Lucía.

Se dieron un beso en la mejilla. Lucía restregó descaradamente las tetas en el pecho de Fran, que no pudo evitar empalmarse.

-          Veo que no paran de acosarte –Fran señaló a los babosos que había tras Lucía.

-          Si bueno. La verdad es que un poco pesados sí que son – contestó Lucía.

-          Debes de disculparles. Es comprensible, ¿tú te has mirado a un espejo?

-          ¿Qué quieres decir? – preguntó Lucía haciéndose la inocente.

-          Lo que quiero decir –comenzó Fran-, es que eres una mujer tremendamente sexi y que no es de extrañar que tengas a esta corte de babosos tras de ti.

-          Muchas gracias Fran.

-          No se merecen –dijo Fran, y añadió acercando su boca al oído de Lucía -, todo el mérito es tuyo. Tienes un cuerpo que quita el hipo.

Lucía, que para entonces ya estaba mojada completamente no pudo evitar sentir como los pezones se le ponían duros al escuchar las palabras de Fran.

-          ¿Y tú que eres Fran?- preguntó Lucía.

-          ¿Qué quieres decir?

-          ¿Eres otro baboso? –dijo mientras miraba a Fran con cara viciosa.

-          Yo no soy como esos. Yo si alguna chica me gusta no baboseo, voy a por ella directamente.

-          ¿Y sueles tener suerte? – preguntó Lucía.

-          Alguna vez. Pero ahora mismo lo único que me importa es tener suerte esta noche.

-          ¿Y ya has elegido la víctima? – preguntó Lucía.

Fran se volvió a acercar a Lucía y le dijo al oído mientras deslizaba audazmente su mano bajo el vestido “la víctima eres tú preciosa” y sin decir nada más abandonó la barra y se dirigió a los servicios.

Lucía reprimió un escalofrió de excitación. Fran había metido la mano bajo el vestido y había deslizado el dedo por su húmeda rajita. Todavía le parecía sentir el calor de su mano entre sus piernas. Se levantó de su butaca y se dirigió tras los pasos de Fran, hacia los servicios de hombres.

Lucía abrió la puerta de los lavabos. Alguien la cogió y la sujetó contra la pared.

-          ¿Has visto como vas vestida cariño?

-          ¿Voy lo suficientemente putita?

-          Vas muy puta amor. Tienes que haber puesto duras más de una polla ahí afuera.

-          Las he puesto todas duras cariño, ni te imaginas las cosas que decían a mi espalda y la de tíos que me han entrado.

-          ¿Cómo no te van a entrar cielo? Cualquiera con una polla entre las piernas estaría deseando clavártela.

-          ¿Estás cachondo?

-          Mucho cielo. Me encanta que te vistas como una puta, me da mucho morbo que te miren e imaginen cosas, porque sé que al final quien se folla a esta putita soy yo.

-          Así es amor, la única polla que quiero es la tuya.

-          ¿Dime te has puesto cachonda con el jueguecito?

-          Pues claro, si vieras como me miraban las tetas…

-          ¿Te pone que te miren?

-          Claro que si cielo, pero la única polla que deseo es la tuya.

-          Entonces  arrodíllate cariño, vas a tener lo que deseas.

Lucía se arrodilló ante Fran, le abrió lentamente la cremallera del pantalón sin dejar de mirarle a los ojos. Metió la mano y sacó la gruesa polla de Fran, la contempló con deleite. Le encantaba mamársela a su novio, disfrutaba al notar como crecía dentro de su boca, le gustaba lamer la polla mientras sostenía con la otra mano sus huevos.

Lucía estuvo un buen rato chupándole la polla a Fran, se la metía toda en la boca y le apretaba el culo para que se la clavara más adentro, sabía que eso ponía muy cachondo a su novio. De vez en cuando se dedicaba también a los huevos, los lamía y succionaba con gran placer para Fran y para ella misma. A esas alturas tenía el coño totalmente empapado.

Finalmente se levantó

-          Ahora te toca a ti cariño.

-          Por supuesto cielo, estoy deseando saborear tus juguitos.

Fran subió el vestido de su chica y le quitó el tanguita, a continuación la subió a lo alto de un lavabo y le abrió las piernas. Entonces comenzó a lamerle la rajita, se dedicó de lleno al clítoris, pudo notar como Lucía se estremecía de placer, pero lo mejor vino cuando le metió un dedo en el coño y comenzó un mete-saca a la vez que le chupaba el botoncito del placer.

-          ¿Te gusta cielo?

-          Uffff, me encanta –dijo Lucía entre jadeos-, continúa por favor, sigue dándome caña con el dedito.

Fran deslizaba su lengua por el clítoris de Lucía mientras le follaba el coñito con el dedo. A Fran le encantaba lamerle el coño a su novia, disfrutaba saboreando sus jugos, lo que más le ponía era cuando Lucía se corría en su boca y justo eso era lo que estaba a punto de ocurrir. Lucía cogió la cabeza de Fran por los pelos y se la apretó más contra el coño. Notaba la lengua de Fran dándole caña y su dedito follándola, estaba a punto de correrse y así se lo hizo saber.

-          ¡Dios Fran, estoy a punto de correrme!

-          Hazlo cielo, estoy deseando saborearte.

El orgasmo llegó a Lucía como una locomotora a toda velocidad. Notó un calor inmenso dentro de sí misma y sintió como se derramaba en la boca de Fran, que lamía con fruición su depilado coñito que ahora chorreaba como loco. Fran notó como Lucía se corría, saboreó su corrida calentita mientras la follaba ahora más rápido con su dedito.

Finalmente Fran se levantó, apoyó a Lucía contra el lavabo, de cara al espejo y apoyó la polla a la entrada de su coño. Lucía notó como Fran la penetraba lentamente, no pudo resistirlo más y terminó ella empalándose hasta el fondo. La polla de Fran la llenó totalmente y entonces comenzó a follarla duro y sin compasión. Lucía notaba como la gorda polla entraba y salía de su coñito chorreante. Entonces Fran le sacó las tetas de su vestido. Le encantaba ver como las preciosas tetas de su novia se movían adelante y atrás, al ritmo de sus embestidas.

-          Pufff, me encantan las tetas de mi putita.

-          ¿Te gustan cielo?

-          Claro que me gustan, estoy orgullosísimo de ellas.

-          Pues disfrútalas, porque son solo tuyas.

-          Pues claro que son mías –dijo Fran mientras seguía follándola-. ¿Te las han mirado mucho esta noche putita?

-          Ni te lo imaginas, me han desgastado las tetas de tanto mirarlas.

-          Me pones muy cabrón contándome eso cielo.

-          Ya lo sé, por eso lo hago, disfruto una barbaridad poniéndote cachondo.

-          Pues lo haces muy bien, me pones muy cachondo vistiendo como una putita.

Lucía sabía que a Fran le daba morbo  exhibirla. Le gustaba presumir de hembra, le ponía cachondo que los hombres le miraran las tetas o el culo y que se imaginaran guarradas con ella, porque sabía que al final el que se beneficiaba esas tetitas y ese culito era él. A Lucía le encantaba ponerle cachondo y además no podía evitar calentarse al saber que los hombres la miraban. Por eso se vestía como una buena puta, porque ponía muy cachondo a Fran y luego le pegaba unas folladas increíbles mientras comentaban la jugada.

-          Soy tu putita cariño y me visto como una puta si eso es lo que te gusta.

-          Es lo que me gusta cielo, y lo haces muy bien, eres la mejor puta del mundo.

-          No lo dudes amor- terminó diciendo Lucía-. Y ahora fóllame fuerte, dame caña.

Fran comenzó a follarla más fuerte todavía. Lucía notaba las manos de Fran agarradas a su cintura y los empujones de su polla que le llegaban hasta lo más hondo, poco a poco notó como un calor le subía por dentro. De repente notó como el dedo de Fran empezaba a jugar con su botoncito, no pudo resistirlo. Le encantaba que la follara a cuatro patas mientras le acariciaba el clítoris.

-          ¡¡Dios, voy a correrme cariño!!- casi gritó Lucía.

-          ¡Y yo amor, me corrooooo!

Lucía casi se desmaya del enorme orgasmo que tuvo y casi se muere de placer al notar como Fran soltaba una enorme corrida calentita dentro de su coño.

-          ¡Me corro putitaaaa!

-          ¡Córrete dentro de tu puta!

A Lucía le encantaba que Fran le dijera todo tipo de guarradas, mientras más la tratara como a una guarra y más cerdadas le contará, más disfrutaba. Finalmente los dos quedaron apoyados el uno junto al otro, totalmente exhaustos. Fran sacó la polla de dentro de su chica. Lucía notó que la corrida se escapaba al sacar Fran la polla, sintió como la corrida le bajaba por la pierna. Decidió dejarla allí, que alguno la viera y se cascara una paja pensando en ello si quería.

Ambos se vistieron y salieron abrazados de los servicios. Los babosos no pudieron evitar mirar con envidia a Fran que iba del brazo de la mujer más deseada de todo el local.

-          ¡Mira! – gritó uno de ellos al grupo.

-          ¿Qué, qué? – preguntó otro.

-          Algo le baja por las piernas a la maciza.

-          Eso es… ¡Dios mío, se la acaba de follar el muy cabrón!

Lucía y Fran se dieron la vuelta entonces y les hicieron al grupo de babosos la señal del pajarito mientras guiñaban un ojo, luego se dieron la vuelta, salieron del local y se perdieron en la oscuridad de la noche. Los porteros no dejaron de oír sus risas hasta que la pareja no giró la esquina.

-          Los hay con suerte.

-          Ni que lo digas compañero, y mientras nosotros aquí viendo pasar la gente….

-          Si es que somos unos desgraciados….