Lucía tiene un secreto

Lucía es una zorra, una megaguarra. Su vida sexual ha sido muy intensa...pero una vez se me fue la mano.

LUCÍA TIENE UN SECRETO

Larga y negra cabellera hasta casi la mitad de la espalda (parecida a la de esa chica tan conocida ahora, la Sara Carbonero), dos ojos como tizones igualmente negros, arrebatadores como los de Mónica Bellucci, unos morritos calientes que derretirían un iceberg, un poco como los de Scarlett Johansson aunque no tan grandes y un conjunto de cara aniñada pero morbosa (más o menos como Jennifer Connelly; hace poco la vi en su primera película, que aún era una niña, y aquello era puro morbo) son las cartas de presentación de Lucía, una perita en dulce que es para comérsela a cucharadas…y yo lo hice más de una vez.

Conocía a Lucía desde siempre. Para mí siempre ha estado ahí, y siempre conté con ella como ella conmigo para todo. La cosa mejoró cuando lo hicimos por primera vez, siendo adolescentes. Desde entonces, en caso de desfogue, siempre recurrimos uno al otro. Vamos, lo que antes se conocía como "amigos con derecho a roce" y ahora, más abiertamente, "follamigo". Lucía y yo nos desvirgamos juntos y con los años cada uno hemos tenido parejas y tal, pero esto es como una especie de mal vicio jajaja: de vez en cuando nos ponemos a rememorar viejos tiempos. Pero, como se titula el relato, Lucía tiene un secreto…y el día que lo descubrí mi vida no volvió a ser la misma.

Lucía es una zorra. Así de simple. Y con zorra no me refiero a que sea falsa o en plan cínico con la gente, ni tampoco a que sea una demagoga, que finja amistad para luego despellejar al personal por la espalda o una chismosa cotilla que no sabe guardar secretos. No, los tiros no van por ahí. Cuando me refiero a que es una zorra, me refiero literalmente a que es una verdadera zorra. Una guarra. O mejor dicho, una megaguarra. Y aquí vengo a dar fe de hasta que punto es una auténtica cerda en la cama.

Detrás de esos mohines de niña buena, inocente, dulce y tierna se esconde una fiera sexual, un cuerpo que ruge por que le den caña, cuanta más mejor. Lucía tiene un secreto: es una perfecta sumisa. Cuando le entra la calentura y está metida en faena, es como tener carta blanca con ella. Se deja hacer, se vuelve dócil como un gatito pero al mismo tiempo tiene unos arranques que meten miedo, sus orgasmos son incontrolables y más de una vez me dio la sensación de que enloquecía al correrse. No todas gozan de modo tan intenso ni tan desenfrenado.

Hace mucho que descubrí su secreto y por suerte he sabido sacarle partido con el tiempo. La cantidad de cerdadas que le hice han sido innumerables, sabiendo siempre en donde marcar los límites para no lastimarla, a fin de cuentas es mi amiga de alma. Desde convencerla para darse el lote con una prima mía mientras yo me la beneficiaba hasta emular las proezas de los mejores actos porno mientras veíamos sus películas, amén de unas geniales enculadas (que no lo dije, pero tiene un culo prieto que serviría para partir nueces de maravilla), la vida sexual de Lucía ha sido muy intensa…pero una vez se me fue la mano.

Había una perversión que estaba como loco por realizar con ella, era un deseo no satisfecho, una astilla clavada en mi cabeza que me volvía loco cada vez que pensaba en ello, la idea me parecía supermorbosa y sabía que iba a ser cañísima el verla en esa situación. Iba a jugar la baza de que cuando se ponía caliente se le podía hacer de todo sobrepasando todo límite marcado antes. Incluso arriesgué la propia amistad con ella por cumplir mi tan ansiado deseo…pero tenía que hacerlo en el momento adecuado.

Ese momento fue cuando ambos teníamos 24 años (éramos de la misma edad) y yo volvía a casa después de una larga excursión por suramérica. Era el 10º aniversario de nuestros devaneos sexuales, y yo llevaba más de 5 años esperando el momento de ver cumplida mi mayor fantasía sexual con ella. Habíamos acordado que ella me iba a esperar en la estación de tren y que allí iríamos a una cafetería a tomar algo, pero eso era lo que a ella le había dicho, mis planes eran otros. De hecho, en cuanto el tren paró y bajé al andén, estaba de un caliente que iba a reventar. Llevaba tiempo sin verla y el solo pensar en metérsela me encendía como un horno de hacer barras de pan. Tenía unas ganas terribles de abrirla de piernas y metérsela en seco (que alguna vez lo hice, y ella lo gozó tan ricamente).

-¡¡RUBEN!!, Por fin, que alegría volver a verte-gritó ella eufórica al verme-.

-Lucía, amor de mis amores-la abracé y nos dimos toda clase de efusiones-.

-¿Qué tal el viaje?, ¿estás cansado?.

-¿Cansado-me reí-?. De eso nada, lo que estoy es cachondo perdido. Tengo la polla a reventar de ganas…si pudiera es que te follaba aquí mismo-susurré a su oído-.

-¡Calla, loco! Que estamos en plena estación de tren, ¿es que quieres que nos vean montándonoslo?.

-Por lo menos verían lo que es follar de verdad, en condiciones-alardeé-.

-Estás como un cencerro, vámonos a tomar algo y ya te dejaré divertirte un rato por la noche.

-Vamos al baño-le toqué el culo-. Aquí y ahora, un polvo rápido. Necesito un desahogo, tengo que aliviar tensiones-y con disimulo le hice tocar mis pantalones, para que notase que efectivamente estaba erecto-.

-Rubén, cabronazo, no hagas eso, sabes que solo de tocar algo así me empiezo a poner como una moto, para ya.

-No puedo. Te deseo. Aquí, ahora. Quiero comerte el coño hasta que chorrees en mi cara, dejarte los pezones tiesos y doloridos. Estoy loco por verte rebotar sobre mi rabo. Quiero que me cabalgues hasta perder el sentido.

A Lucía es fácil seducirla y entre notar lo duro que estaba y mis guarradas muy bien susurradas a su oído, la acabé convenciendo…sin saber ella que ese era el primer paso de mi plan maestro. El segundo pasaba por lograr meterla en el baño de hombres para meternos en uno de los retretes, pero no en uno cualquiera. Si seguían estando como cuando me marché (y esos baños no se arreglaban jamás) uno de ellos contenía la clave que me permitiría el tercer y último paso.

Los baños de la estación estaban en un lateral de la misma, al final de un pasillo de unos 20 metros que se dividía en forma de T, y en cada lado el baño de hombres y mujeres. Con cuidado comprobé que no hubiera gente y lo más rápido que pude la metí en el retrete que, por suerte, seguía como siempre y no tenía "inquilino" dentro. Ella se reía por la travesura que íbamos a hacer, sin sospechar ni remotamente que yo tenía otro plan en marcha.

-Mmmmmmm-la besé, y sus besos me sabían a gloria, como probar ese primer trago después de meses sin beber-. Dios, que morritos tienes, nena, esto es jauja.

-Ya se nota que estás cachondo. ¿No te divertiste nada en el viaje?.

-Nada-contesté en seco-. A pajas todo el rato, no encontré una sola tía que mereciera la pena. Me faltabas tú, te eché de menos.

-Ya se nota, no recuerdo la última vez que te vi tan salido…me encanta

Metí mano por su top y busqué ese melonar que la naturaleza le dio y que era un regalo a la vista. Tenía que darme prisa si quería pillarla en el momento justo para que mi plan funcionara porque no todo estaba calculado al milímetro, había un elemento que dependía por entero del azar…y eso me encantaba.

Me la saqué de los pantalones y se la di a mamar. Lucía siempre ha sido y es una gran mamadora de pollas, tiene unos morritos ideales para pillar rabos y dejarlos secos a base de chupar y chupar, eso sin olvidar que ha tenido mucha experiencia en las artes felatorias con unos y otros. Me puso a mil el notar como su lengua caliente iba pasando por el tronco de mi polla mientras la metía y sacaba por dentro de su boca. Ella sentada en la taza del retrete y yo de pie, tuve que sujetarme a las paredes laterales para aguantar la fantástica mamadilla que me estaba haciendo. Dios, que arte tenía la muy

-Uuuuuuuuuffff estoy de un burro que me voy a correr en tu boca. Me tienes que no aguanto más

-Entonces córrete…si andas tan salido, creo que otro asalto lo aguantarás, ¿no?.

-¿Quieres que me corra en tu boca-pregunté todo eufórico-?.

Se limitó a sonreír con su mohín de niña inocente y sus ojillos brillantes. Chupó más fuerte para ordeñarme cual vaca lechera y como un torrente incontenible le di toda la leche que ella quería. No sé como me las aguanté para contener lo que iban a ser gritos y más gritos de locura sexual, pero lo hice y me seguí corriendo en su boca hasta que los chorros fueron cesando. ¡AH!, ni se os ocurra pensar que Lucía echó la leche por el retrete o fue a un lavabo a echarlo, de eso nada: se lo tragó todo como una glotona y no dejó una gota fuera. Al lavabo sí que fue unos segundos justo después a enjuagarse la boca y luego volver, metiéndonos dentro para el segundo asalto.

-Nena, te voy a dar por el culo-susurré mientras iba magreando sus pezones y su coñito tierno-. Quiero romperte tu culo de guarrilla hasta que no te puedas sentar en una semana. Te voy a dejar el culo rojo-decía con mucha saña, que a ella le encantaba el oír guarradas de ese estilo, casi en plan violador-.

-Mmmmmm…sí Rubén, házmelo, hazme lo que quieras…rómpeme el culo, no te hagas de rogar y sodomízame ya…quiero sentir como me lo rompes…necesito una polla gorda en mi culo prieto…la quiero, dámela ya

Sus manitas me la iban volviendo a poner dura, su vocecilla melosa con tonos de inocencia juvenil me excitaban, sabía jugar a hacerse la víctima de abusos a la que le encanta ser víctima de ellos. Sentándome en la taza, le saqué el tanga del todo y empecé a devorar su entrepierna para someterla totalmente. Pocas cosas hay en el mundo más ricas y placenteras que comerle el coño a Lucía, aquello es néctar de dioses: unos labios verticales finos, bien dibujados, un poquito abiertos, con un pubis bien tratado (Lucía es una obsesa por el cuidado de su vello ahí abajo), es una vulva que al poco contacto que se le dé, se abre como una flor para recibir los cariños de turno, y se moja con mucha facilidad. Los jugos vaginales de Lucía son uno de los manjares más ricos del mundo.

Antes de darme cuenta ya tenía la polla a reventar de nuevo y sin mediar palabra la cogí con fuerza, levanté su mini-falda para dejársela a la altura de la cintura, abrí su camisa blanca vaporosa para poner sus tetas bien al descubierto y poniéndola de espalda a mí, inicié la maniobra en enculamiento. Lucía se estremeció al notar la punta de mi verga al contacto con su ano. Deduje, sin equivocarme, que ya hacía mucho tiempo que nadie se había beneficiado ese culazo de primera categoría. Cuando al final conseguí lo que quería, Lucía quedó como en shock al verse porculizada de nuevo. Yo estaba más feliz que unas castañuelas…y mi plan a punto de cumplirse.

El detalle al azar que mencioné antes consistía en que la puerta de ese retrete tiene la bisagra superior algo suelta y torcida, y que, a menos que se le pase el pestillo (cosa que no hice) poco a poco se va abriendo hasta que quien esté dentro queda del todo al descubierto. Yo lo supe porque una vez me pasó a mí cuando estaba hacía mis necesidades, y rojo de vergüenza cerré cuando el chico que estaba en el lavabo miró por el espejo y me encontró con los pantalones a la altura de los tobillos, haciendo "eso". Lo de la vergüenza no fue por que me viera, si no por la cara de depravado que me puso al verme. Pocas veces mi ano se cerró tan deprisa.

En efecto, la puerta se volvió a abrir poco a poco. Lucía no se enteraba, tenía los ojos cerrados y yo me la enculaba a placer, martilleándola muy despacio, para evitar el correrme antes de tiempo. Estaba ansioso por saber lo que encontraría cuando la puerta se abriese del todo, mi fantasía estaba a punto de hacerse realidad…en mi mente, lo veía muy claro: un adolescente vicioso, salido y hormonalmente revolucionado nos vería y vendría a hacerle de todo mientras yo miraba o incluso participaba de su depravación y la pobre Lucía se corría de gusto mientras un desconocido se la tiraba de todas las formas que él quisiera. Esa era mi fantasía suprema: follada por un total desconocido.

Cual fue mi sorpresa al ver al ganador de esa lotería. Nada de adolescentes viciosos, todo lo contrario: un hombre ya mayor, de pelo gris, bien conservado aunque con marcado acento de haber superado ampliamente los 50 años. Cuando alzó la vista al terminar de lavarse las manos, por el espejo nos vio y se giró para mirarnos. Mi primer instinto fue sonreír y poner un dedo en la boca a modo de pacto silencioso. Le guiñé un ojo y ladeé la cabeza como invitándole a entrar. Dudo mucho que nadie en su sano juicio renunciase a una oferta así…y él no lo hizo. Maldije mi suerte por no haber sido un adolescente…pero luego me di cuenta de que quizá sí que fue un golpe de suerte.

El invitado se quedó mirando sin decir nada mientras veía como una chica joven abiertas de piernas y con su coñito y sus tetas al aire era enculada en el baño de hombres. Arqueé las cejas con cara de niño malo y me puse a encularla para él, a hacerlo para su deleite, a lamerle el cuello a Lucía y darle chupetones, a magrear sus redondas tetas y abrir su coñito con una mano para que él escuchara sus gemidos, para que la viera jadear y fundirse como una perrita que era. Sus ojos se quedaron abiertos de par en par, y solo reaccionó cuando le señalé con el dedo hacia la puerta. Él se quedó extrañado y cuando vio donde miraba, asintió con la cabeza, se metió del todo y pasó el pestillo. Ya éramos tres a la diversión.

-Mmmmmmm perrita mía…tenemos un invitado con nosotros…¿le vamos a dar un buen espectáculo, verdad?, ¿verdad que le haremos disfrutar?...

Lucía abrió los ojos como pudo y los clavó en el extraño que nos miraba. Lejos de gritar o de sorprenderse, se quedó jadeando (normal, la enculé más fuerte y pausado para así aumentar su goce y que no "volviera a la realidad").

-Ay no-susurró-…es un viejo…nos está mirando un viejo baboso

-¿Viejo baboso-respondió éste-?...Que no tengo 70 años, aunque los aparente; son las canas, que me salieron ya de joven…acabo de cumplir 61 hace dos meses

-¿Ves perrita-le dije-?, no es un viejo baboso, solo un hombre un poco mayor-y la seguía bombeando-…y lo vas a hacer gozar mucho…¿verdad que te dejarás tocar por él?, ¿verdad que le vas a complacer para darle una alegría?...

-No-volvió a susurrar-…es un viejo…no me gustan los viejos

-Sí que te gustan-y le metí un par de enculadas bruscas para dejarla en trance. El pobre hombre alucinaba de lo que hacía con ella-…vas a hacer a este señor muy feliz…y te encantará…además, ¿cuánto crees que llevará el hombre sin probar una perita en dulce como tú?...seguro que el pobre ya no tiene mucho sexo con su mujer

-Ninguno, de hecho-y su cara se compungió del todo-…llevo 14 años solo…15 el mes que viene…son las cosas de ser viudo

Lo dijo de tal modo que no nos cortó el rollo, aunque un mazazo así hubiera bastado para que la cosa se hubiera ido al traste. Me aseguré de tener bien controlada a Lucía pellizcando sus pezones (cosa que la vuelve loca), acariciándolos con finura y delicadeza con mis pulgares

-Lo siento mucho-dije-…pero habrá tenidos parejas después…alguna novieta

Se limitó a negar con la cabeza. De inmediato comprendí lo que quería decir y entonces mi fuero interno parecía estallar de júbilo. El destino había puesto delante mía a un hombre que llevaba necesitando mucho tiempo de un desahogo…y quien mejor que mi Lucía para dárselo.

-¿Has oído mi amor?...este pobre hombre ya no prueba carne de mujer hace casi 15 años…habrá que arreglarlo…adelante, tóquela…le va a encantar…toque por donde quiera, donde le apetezca…esta perrita mía se funde cuando un hombre la acaricia

Con mano temblorosa, dubitativa, se acercó a nosotros. Parecía debatirse entre el rechazo y la sorpresa de lo que estaba pasando y el tener algo así a su alcance. Pero, al final, sus manos se posaron en las domingas de Lucía y las magreó con pulso débil a lo primero, para ir ganando confianza después. Ella, al notar cuatro manos recorriéndola, comenzó a relamerse.

-¿Ves como sí que te iba a gustar Lucía?, ¿ves como vas a gozar mucho de este señor-le pregunté tras meterle un buen morreo-?.

-Nada de "señor", por dios-me suplicó-. Llamadme Ismael.

-De acuerdo…Lucía, te presento a Ismael; Ismael, te presento a mi perrita putita…no te cortes si quieres darle un morreo…seguro que labios como estos hace mucho que no los pruebas-le propuse-.

-La verdad es que chicas así nunca las he visto…que afortunados sois los de esta nueva generación, las chicas son mucho más bellas y pervertidas que en mis tiempos. No sabéis la suerte que tenéis de tener estas libertades. Lucía, eres una diosa.

Dicho lo cual, no se lo pensó para besar a Lucía y meterle sus buenos morreos. De un dúo pasamos a un trío en toda regla, el pobre de Ismael debía estar al borde del colapso de la suerte que había tenido, y verdad era que si no es por las canas, lo cierto es que para tener 61 recién cumplidos estaba muy bien conservado. Probó los labios de mi amiga golfilla hasta que bajó y quiso probar sus pezones. Dejé el terreno libre para así centrarme en seguir enculándola y en acariciar su coñito con mis manos, haciéndole uno o dos chupetones en el cuello. Ismael se deleitaba a gusto con ella, probando placeres ya casi olvidados para él.

-Necesito penetrarla-me dijo casi como si me pidiera permiso-. Llevo demasiado tiempo sin esto…y Lucía es irresistible, es una verdadera diosa del sexo

-¿Es que no ha visto el "pase sin llamar" escrito en su felpudo-bromeé-?.

Ismael se bajó los pantalones y sacó su garrote de su prisión, que amenazaba con romper. Convencí a Lucía de que mirase aquello y con sorpresa y malicia se encontré con que tenía dos pollas para una sola: una, la que le había satisfecho a lo largo de toda su vida; otra, la que estaba a punto de conocer por primera vez. Convencí a ambos para que antes de penetrarla, se dejara mamar por ella. El pobre se merecía que le hicieran una buena mamada y nadie mejor que mi nena para darle un alegrón.

-Que morritos de chupapollas tiene…nunca me había pasado esto, ay dios mío como me succiona…te pasarás el día entre sus piernas, Rubén.

-Casi casi-sonreí-. Un poco más y la convierto en actriz porno, le van las pollas más que a un tonto un caramelo…Vamos Lucía, ábrete para este señor…deja a Ismael que tenga un desahogo…te hará muy feliz

Ayudada por mí, ella se abrió de piernas. La postura no era lo más cómodo del mundo, pero nos apañamos como pudimos. Ismael acercó su rabo hacia ella y se la endiñó hasta barrenarla del todo. El pobre pareció quedar más en trance que ella jajaja. Mientras yo seguía con una enculada que ya parecía eterna, Ismael se nos unió al juego iniciando una follada, la primera en su vida tras casi 15 años de abstinencia, que hizo a Lucía volverse chiflada perdida. Había entrado en fase de desenfreno y o bien la besaba él o yo para evitar que diera voces o incluso gritos. Imaginaba que quizá (quizá) pudiera desbocarse un poco, pero aquello superó mis expectativas. Lucía se lanzó a un frenesí totalmente enloquecida en que nos buscaba con sus manos para que la diéramos mucho más duro, más fuerte…un extraño y su amigo del alma se la trabajaban y ella disfrutaba loca al 200%.

Ismael, metido en faena y perdido irremediablemente a una carrera por gozarse a aquella vampiresa sexual, se la trabajó con muy buen hacer por su parte, no tardó en volver a recordar como se hacían aquellas cosas y mientras yo terminaba de encularla y la regaba de mi semen por dentro, dejándosela a punto de caramelo, él terminó lo que yo empecé y no se lo pensó dos veces a la hora de darle un señor orgasmo con un beso de tornillo de los que quitaban el aliento mientras Lucía, ya por su tercer o cuarto orgasmo (algunas veces, muy pocas, logró ser multiorgásmica; esa fue una de ellas), corriéndose a todo correr. Me dio por comprobar si en su bolso (en el suelo, a mi lado) estaba la píldora salvadora para evitar embarazos. Por suerte, así fue. Lo que más me gustó es que casi esperaba que Ismael me pidiera permiso para correrse dentro, y en su lugar lo hizo sin pedir cuentas a nadie. Me encantó ver como se la folló hasta correrse dentro. Al final fue mucho mejor de lo que yo me esperaba.

-¡¡Dios mío, que cosa más increíble-resoplaba el hombre-!!...esto no es una mujer, es un milagro de la naturaleza…Lucía, eres una auténtica maravilla…ojalá fuera capaz de hacer como Rubén y darte por el culo…nunca pude hacer eso

-¿Nunca-pregunté asombrado mientras le seguía metiendo mano, sin haber dejado de encularla porque de haberla sacado, quizá se le fuera la calentura-?.

-En mi época las chicas eran más recatadas…no es como ahora

-Eso no lo puedo consentir…Lucía, cariño…el pobrecito Ismael nunca ha probado un culito…le vas a dar el tuyo, ¿verdad que sí?, le pondrás el tuyo para que él sepa lo que es un buen culo…vamos, gírate y ponte en pompa para él…dile lo mucho que te gustará hacerlo…¿te gustó que te follara, verdad?...

-Sí, me folló muy bien…me gustó como me lo hizo

-Pues ponle el culito para él…no le dejes morir sin que pruebe un culito como dios manda…anda cariño, ponte en pompa para él, deja que te rompa el culo

Entre mis caricias y besos, Lucía accedió. Se la saqué de su orto, ella se giró para quedar de cara a mí, con sus tetas duras y sus pezones apuntando a mi cara, con sus nalgas tersas en dirección a Ismael, a quien noté que necesitaba otra ronda para que se le bajara (tantos años sin ello, normal). Mientras yo comencé a follarla, Ismael comenzó a encularla. Se la metió sin problema alguno gracias a mí.

-Ay virgen santa…no sabía que esto pudiera ser tan bueno…y me lo había perdido toda mi vida…Lucía, te adoro, eres mi salvadora, te pongo un piso en el centro si hace falta-bromeó, y yo me reí-…viva la madre que te parió

-¿Ves Lucía-le dije-?...¿ves como le ibas a hacer muy feliz?...seguro que esta noche Ismael dormirá más feliz que nunca, y todo gracias a ti…vamos disfruta de nosotros dos, déjate llevar, ponte berrionda y disfruta…goza como una perra

Sé que Ismael no podría hacerlo por la educación que había recibido de hace décadas, pero yo si podía tratar a Lucía como un objeto, como si fuera mi esclava, sin voluntad ninguna por su parte (y ella encantada de que la dominen, que conste). Para mi sorpresa, Ismael cogió a Lucía de su larga melena para sujetarse mejor y se la enchufaba hasta los huevos, duro y cada vez más como yo se lo hacía yo antes. Ella estaba con una cara que daba gusto verla: dos pollas, cuatro manos y dos bocas, todo para ella. La de él chupeteaba su cuello, la mía tenía aprisionados sus pezones y chupaba como un bebé glotón. Los tenía sabrosos como dulce de regaliz.

Sugerí que como colofón podríamos hacer algo que nunca había encontrado con quien hacerlo. Accedió, nos pusimos de pie (falta nos hacía, casi estábamos baldados de la espalda) conmigo apoyado en la pared y volvimos a penetrarla, pero cogiendo sus piernas con mis manos de modo que ella quedó en el aire, sostenida por las dos pollas que la martilleaban por dentro. Además, si dábamos un par de pasos, Ismael era quien se quedaba apoyado contra la pared en lugar de yo, ideal para ir alternando el ritmo de la penetración. La pobre estaba que no se lo creía. Su cuerpo no tocaba suelo, estaba sujeta por nosotros y no paramos de follarla y encularla, cada uno a su ritmo durante un tiempo y luego los dos a la vez hasta que volvimos a gozarla con una perversión final: que en lugar de corrernos dentro, lo hicimos en su cara. Justo antes de que se lo quitara todo, le saqué una foto con el móvil. No podía dejar pasar la ocasión de inmortalizar su cara de vicio. Fue épico.

Ismael se arregló como pudo, nos dio las gracias asegurándonos que cualquier día que necesitáramos un favor se lo pidiéramos sin problemas, y luego nosotros nos arreglamos como pudimos para salir de allí sin que otro sitio supiera que había una mujer en el baño de hombres. Al volver a la estación, me parecía como si acabase de volver a una realidad ajena y extraña. Lo que había vivido hacía unos minutos había sido apoteósico, inenarrable. Es más, al salir de ella, debido a la poca gente que había, no solo pasamos cerca de Ismael si que pude captar parte de la charla que estaba teniendo con, según deduje nada más verlo, sus nietos.

-Al fin apareces: llevamos más de veinte minutos esperando, ¿qué hacías en el baño tanto tiempo?.

-Apretones-se excusó él-. Que ya soy un viejo chocho, Ernesto, estoy para el asilo-bromeaba con ellos-.

-Abuelo, ¿estás bien-preguntó el otro, con tono preocupado-?.

-Sí Aurora, claro. ¿Por qué, que pasa?.

-Es que te veo…no sé, distinto-dijo la chica, mirándolo de arriba abajo-…estás como…no sé…radiante…feliz…hacía mucho que no te veía de ese modo

Ismael me vio en la estación y me miró un segundo. Le devolví la mirada antes de mirar a Lucía, quien desde que salimos de allí, permanecía muda como una tumba.

-Aurora tiene razón…no me había dado cuenta…pareces otro…¿estás bien?...

-Sí-asintió con una de esas sonrisas que no se olvidan con facilidad-, estoy muy bien. Por cierto…¿me presentarás a esa vecina tuya que es casi de mi edad, de la que tantas maravillas me llevas hablando?.

-¡¡Abuelo-sonrió ella estupefacta-!!, ¿por fin accedes a conocerla, después de tanto tiempo negándote?

-Supongo que ya va siendo hora de volver a vivir…soy un viejo, pero no estoy muerto-y volvió a mirarme-…un amigo me lo ha recordado

Ya no pude escuchar más, estábamos demasiado lejos. Me giré para mirar una última vez a aquel hombre, que se iba junto a sus nietos más feliz de lo que había estado en 15 años. Lucía, en cambio, seguía muda. De hecho no dijo una sola palabra hasta que llegamos a su casa y me invitó a entrar. Sus padres no estaban.

-¡¡HIJO DE PUTA-y me dio un buen bofetón. Los demás ya los paré-!!. ¡Cerdo malnacido!!, ¡¡asqueroso cabrón!!, ¿¿pero a ti que coño te pasa??, ¿te has vuelto loco?, ¡¡estás enfermo, eres un puto enfermo de mierda!!. ¿Cómo diablos se te ocurre hacerme algo así?.

-Oh, perdona, ¿eres la misma que no hace ni dos horas estaba corriéndose a todo correr conmigo y con Ismael en los baños de la estación de trenes-pregunté sarcástico-?.

-¡Eso no vale y tú lo sabes-me acusó-!. Has abusado de mi buena fe, has ido demasiado lejos. ¡Esta ha sido al gota que ha colmado el vaso, se te va a caer el pelo!. ¡Me las pagarás, y muy gordas!.

-¿Ahora te haces la indignada?, ¡no me vengas con esas, perrerías de ese estilo ya hemos hecho unas cuantas, no te las des de puritana, hermana!.

-Pero entre nosotros, no con el primer tío que pasara a nuestro lado, y menos con un viejo pervertido que ha abusado de mí.

-¡¡QUIETA PARADA!!. De abusado nada, te ha tratado muy bien y se esmeró por gozar contigo…y estás loca si piensas que no lo hubiera matado a palos si te hubiera lastimado o propasado contigo de mala manera…pero fue todo un caballero, y se portó bien contigo. De no haber sido, lo hubiera echado a patadas.

De pronto calló sorprendida por ese tono protector que adopté, pero tenía que dejar claro que, al margen de lo ocurrido, su seguridad me preocupaba pese a lo que hice.

-¿Y se supone que por eso ya te tengo que perdonar?, ¿qué tengo que tragarme el orgullo herido y hacer como que nada ha pasado?.

-¿Ah sí, y que ha pasado-ironicé-?. Porque vamos, lo que yo vi quizá no sea lo mismo que lo que has visto tú: yo he visto a un hombre mayor, triste y desencantado de la vida que ha vuelto a nacer gracias a ti. Le devolvimos la ilusión por vivir.

-Oh, perdona, disculpa-se hizo la ofendida-, ¿ahora soy una ONG del sexo?, ¿me tengo que follar a todos los vejestorios que encuentre para darles una alegría?.

Sé que lo dijo para insultarme, a modo de reproche…pero la idea me llegó tan de sopetón, que en lugar de contestarle se me dibujó una sonrisa en la cara al pensar en lo que me dijo. Ella se me quedó asqueada mirando.

-¡Vete a la mierda, al infierno, a donde sea pero lejos de mí!, ¡¡hemos roto para siempre!!. Lo que sea que hayamos tenido ya no existe. ¡¡FUERA DE MI CASA!!.

-Vale-me encogí de hombros, indiferente-. Buena suerte con el siguiente con el que des-insinué airado-.

-¿El siguiente?, ¿de que coño hablas ahora?.

-Lucía, si doy una patada a una piedra de debajo de ella saldrán diez guarras como tú o peor. ¿Crees que si tú das la misma patada saldrán diez como yo o mejor?. Adelante, dame la patada, pero ten cuidado con el siguiente cuando descubra tus gustos sexuales. Por lo menos yo me preocupo por ti y que no te lastimen ni maltraten. Por eso te digo que "cuidado con el siguiente", quizá el siguiente no tenga mis reparos ni mis impedimentos a la hora de pegar o de otras historias. No te extrañes si un día despiertas con moratones, o con algún desgarro interno, etc…Vale, sí, me he pasado, pero aún así estaba al acecho para que no te lastimaran…¿crees que otro actuaría así en esa situación o más bien que le importaría un rábano tu bienestar y te haría "de todo", sin contenerse por tenerte cariño?.

Quedó como ahogada, rabiando por dentro. Sabía que no tenía defensa ante el "argumento invencible", como yo lo llamaba. Cada vez que lo esgrimía, ganaba todas las discusiones y riñas (que no han sido pocas; tras cada perversión siempre me lo echaba un poco en cara…aunque nunca nada como esto). Cierto es que yo podía hacer toda clase de guarrerías, pero siempre (incluso en el caso de Ismael) con la prioridad de que ella disfrutase y no la dañaran. Lo peor para ella, y eso ella lo sabía de todas todas, es que en realidad ella lo había disfrutado tanto o más que yo. Se lo había pasado en grande y le dolía admitirlo.

Sabía que tardaría en perdonármelo. Sabía que le llevaría algún tiempo retomar el cariño de siempre y la misma confianza (como en las otras veces), pero también sabía que, pasara lo que pasara, es que éramos la pareja perfecta y que siempre estaríamos juntos. En el fondo éramos un par de depravados, y nos gustaba serlo.

-Te odio-rechinó entre dientes con rabia, frustración y mal fingido desprecio-.

-Lo sé-sonreí con triunfal malicia-.