Lucía, quiero ser puta 2

Siguiente parte del relato, la noche de sexo, con alguien que será muy importante, en el futuro de Lucía, como puta.

Esta es la parte número dos, de la historia de Lucía, una madrileña de 27 años, hija de millonarios y con la vida resuelta, que cumple su sueño de convertirse en una

escort

, tras conocerme, en un paseo por El Retiro.

Esta parte del relato, es de dominación lésbica, principalmente.

Sigue Lucía narrando la historia

Noche del lunes, en mi casa, el ático del Barrio de Salamanca, en Madrid (Toda la acción, de este relato, va a transcurrir aquí)

Faltaba

una hora para que Esther viniera a casa, y yo tenía que empezar a prepararme, Alfonso me dijo

qué

me iba a ayudar,

así que

, los dos nos desnudamos, y nos fuimos a la ducha.

En la ducha, aparte de limpiarnos, que era uno de los objetivos, yo seguía con más ganas de follar, a pesar de que pensaba que iba a ser una buena noche, en ese sentido, teniendo en cuenta la visita de Esther, aun así, hice lo posible por provocar a Alfonso, para que me follase debajo del agua.

Me ofrecí a enjabonar a Alfonso, y, aproveché para agarrar su polla, y empezar a hacerle una paja, algo que, según veía en su cara, Alfonso, disfrutó mucho, pues, al acabar, Alfonso, me agarró por la cintura, me dio la vuelta, para tener acceso pleno a mi culo, y, sin casi darme tiempo a reaccionar, tenía su polla dentro de mi culo, me pilló por sorpresa, pero disfruté un montón.

Después del sexo anal, y de acabar la ducha, sequé a Alfonso, y Él me secó a mí, con delicadeza, con cariño, me hizo sentir casi como si fuera un objeto, pero valioso, y eso me siguió poniendo aún más cachonda, de lo que ya estaba.

Una vez ya secos los dos, me fui a vestir, pero, Alfonso, me dijo que, una verdadera puta, recibe a sus clientes, con poca ropa, por lo que sólo me dejó ponerme un tanga y un sujetador, negros ambos, que no tapaban demasiado, pues era de ese tipo de lencería, que reservaba, para ocasiones especiales...

Para completar mi atuendo, Alfonso me hizo poner unas botas, mosqueteras, que me había comprado, por Internet, pero que sólo me había puesto, en alguna ocasión, en casa, cuando estaba sola, y para calmar, un poco, mis ansias de ser una puta.

Alfonso sólo llevaba los calzoncillos que había llevado todo el día, pues, por las circunstancias, no tenía ropa de recambio, y yo, tampoco tenía calzoncillos para dejarle...

En torno a las 20:40, Alfonso me acompañó a la cocina, y me ayudó a preparar 3 copas de vino, y algo de picoteo, para recibir a Esther, como es debido.

A las 20:55, sonó el timbre de abajo, y fui a responder, era Esther, que ya había llegado y quería subir, así que abrí.

Minutos después, se oyó el ascensor, y, después, el timbre de la casa, y fui a abrir la puerta, vestida con la lencería y las botas de puta.

Ante mis ojos, apareció Esther, que llevaba, un precioso abrigo de visón, de color marrón, estaba impresionante.

Me llamó la atención, que llevaba, una maleta, le pregunté por el contenido, y me respondió, que llevaba, cosas para jugar...

Iba a hacer las presentaciones de rigor con Alfonso, pero, para mi sorpresa, no hizo falta, pues Alfonso y Esther, se saludaron con un beso en la boca, estaba claro, que ya se conocían...

Alfonso me explicó que, Esther, era la encargada, de uno de los negocios de

escorts

que Él llevaba, y, claro está, la prueba de ligar con ella (Ver el capítulo anterior), estaba ya planeada, y consensuada con ella, con Esther, para ver cómo era mi trato con la gente, y mi grado de atrevimiento, para hacer cosas, pero, que había pasado la prueba, adecuadamente.

Yo me quedé un poco sorprendida, pero, no dije nada, y pasamos los tres al salón.

Esther, se quitó el abrigo de visón, y pude ver, lo que llevaba debajo del abrigo, un precioso vestido largo, y negro, acompañado de unas botas, al muslo como las mías, pero que se veían que eran de marca y caras, no de puta, como las que llevaba yo, en ese momento.

Ver así vestida a Esther, hizo que me dieran ganas de empezar a follármela, ahí mismo, pero, me contuve.

Como iba diciendo, pasamos al salón, nos sentamos los tres, y empezamos a hablar, mientras disfrutábamos del vino.

Esther, se encendió un cigarrillo, me ofreció a mí, y yo, que nunca había fumado, le dije que sí, porno hacerle un feo.

Aunque hubo alguna tos, me gustó la experiencia, por lo que Esther, me dejó un cartón de tabaco, que sacó de la maleta que llevaba, junto con un mechero y un cenicero.

Ahí fue, cuando empecé a fumar, y, hoy, es otra de mis adicciones...

Estuvimos hablando de cómo íbamos a hacer, cada vez que tuviera un o una cliente/a, porque me iban a ofrecer, tanto a hombres como a mujeres, del límite que había, sí, sólo había un límite conmigo, las cosas ilegales o delictivas, el resto, el cliente era libre de hacerme lo que quisiera.

Esther me dijo que había varias opciones, según el cliente:

  • Ir a un chalet, a las afueras, en Boadilla del Monte, donde había más chicas, y hacer allí

el

servicio * Ir al hotel o, al domicilio del cliente * Recibir al cliente allí, en mi casa, en el ático.

Era, claro está, el cliente, el que decidía, y yo, no iba a poder decir nada, pues, al ser una puta, de forma voluntaria, pasaba a ser, casi, una propiedad, al menos, mientras mi deuda, estuviera saldada.

Sobre la deuda, me dijeron que sumarían todos los gastos que yo produjera, en operaciones, tatuajes, piercings, ropa, y demás cuidados, y que, en todo momento, podría saber, a cuanto ascendía.

Una vez que hubiera pagado la deuda, en su totalidad, decidiría, si seguir en el trabajo, o no.

Yo, me di cuenta, de que no habría problema, pues, teniendo dinero, si no disfrutaba, pagaba de mi bolsillo la deuda, y listo.

Me dijeron que, normalmente, me avisarían, con dos horas de antelación, de los clientes que iba a tener que atender, para darme tiempo a arreglarme y a desplazarme o preparar la casa, según el caso.

El tiempo de atención, dependía de cada cliente, también me dirían de

cuánto

tiempo iba a ser la cita, al llamarme para avisarme de cada una de esas citas.

Podría ser, desde una hora, hasta un fin de semana. Las citas más largas, las sabría con cierta anticipación, para poder prepararme.

En ese momento, Esther abrió la maleta que llevaba, y que había dejado cerca, y sacó un

Iphone

, con su caja y todo, y me lo dio.

Esther me dijo que, cuando hubiera un cliente, ella misma, me avisaría, llamándome a ese móvil, para que me preparase para la cita; yo podía llamar al número de la agenda, en el que ponía “Esther”, si tenía algún problema o alguna duda con las citas.

Por supuesto, sólo podría negarme a hacer los servicios, si fuera algo ilegal, que yo lo viera claramente, en caso de negarme, sin causa justificada, habría castigos, y, la deuda, aumentaría.

Estaba ya encendido, y configurado, ese era el móvil al que me iban a llamar, cada vez que hubiera un servicio, así que no podría ni perderlo, ni dejarlo, por ahí, olvidado; por ello, fui hasta un aparador del salón, y lo guardé, con la intención de ponerme, al día siguiente, a trastear con él.

En cuanto al vestuario, que debía llevar a cada cita, también me lo irían diciendo, en esa llamada, quedaban a la espera de ir, al día siguiente, de compras, para ver mis nuevas adquisiciones.

Finalmente, al acabar ya la botella de vino, y estaba ya un poco “alegre”, a la vez que muy excitada, y con el coño chorreando, deseando que alguno de los dos, me follase, llegó el momento de ponerme a jugar, y de probarme.

En ese momento, ocurrió algo que me sorprendió, pero me gustó; Esther sacó, de la maleta, una bolsa con cocaína, puso 4 rayas, y me dijo, que dos de esas rayas, me las tenía que meter en ese momento, así que, por primera vez en mi vida, probé la cocaína, que hoy es mi principal adicción.

Esther me dijo que quería ver, qué tal se me daba, chupar coños, así que, se quitó, ahí mismo, el vestido que llevaba, se quedó desnuda, salvo por las botas y las medias, sacó una venda negra, de la maleta, me tapó los ojos con ella, y me ordenó, con voz firme, que le empezara a comer su coño.

Yo obedecí, el hecho de no poder ver, era una sensación nueva para mí, pues, hasta ese momento, ni siquiera usaba gafas, ni había tenido, apenas, los ojos tapados.

Aun

así, era una sensación muy agradable, que disfruté.

Antes de empezar la noche de sexo, por indicación de Alfonso y de Esther, me quedé ya desnuda, salvo por las botas, y la venda de los ojos.

Me costó un poco, dar con el coño de Esther, pues todo estaba oscuro, pero, una vez localizado su coño, todo fue relativamente sencillo, y muy placentero.

Logré hacer que Esther se corriese, y Ella me dejó también a mí, correrme.

Algo importante, y que no pude ver, pero, claro está, lo presentía, es que Alfonso lo estaba viendo todo, como espectador, y, además, lo estaban grabando, con una cámara, que Esther había traído en su maleta de juegos. (Nota del autor, los videos NO están disponibles, no

preguntéis

)

Una vez acabada la sesión, de sexo oral, siguió una de sexo vaginal, Esther se puso unas bragas, con un

strap-on

, y me lo empezó a meter por mi coño.

Yo seguía sin ver nada, de hecho, estuve así, hasta que Esther se fue, y tuvo que ser Alfonso quien me quitara la venda, ya en mi habitación.

Minutos después, y debido a la excitación, me volví a correr, y, Esther, pasó a follarme el culo.

Yo empecé a sentir, en ese momento, ganas de mear, y así lo expresé, pero no me hicieron caso, y fue el momento en el que, por primera vez, la cagué...

Llegó un momento, en el que ya no podía aguantar más, las ganas de hacer pis, de mear, así que el pis, buscó una salida, y fue a parar a la alfombra del salón, dejando todo perdido, y salpicando a Esther, que se enfadó mucho.

Yo me quedé, por un lado, aliviada, hasta tuve un orgasmo de pis, esa sensación de alivio, tras mear, cuando llevas mucho tiempo sin hacerlo...

Por otro lado, algo asustada, pues no sabía

cuál

iba a ser la reacción de Esther, por haberla salpicado, y, si Alfonso, también me iba a castigar por ello...

Esther, me dijo al oído, que me preparase, porque me iba a enterar, por haberla manchado con mi pis.

Instantes después, sacó, supongo

que,

de su maleta, pues yo no lo pude ver, una mordaza, y me la puso en la boca, para que mis gritos de dolor y de placer, no se escucharan, y un látigo.

Me empezó a dar en el culo, con el látigo; no pude contar el número de golpes, pero lo que sí sé, es que disfruté, cada uno de ellos, y, aún hoy, recordarlos, hace que mi coño comience a chorrear.

Grité bastante, sobre todo, cuanto más fuertes eran los golpes, pues mi culo, empezaba a dolerme, pero, ya digo, fue muy agradable.

Al acabar Esther, llegó el turno de Alfonso, en este caso, el castigo, fue diferente.

Me metió por el culo, un vibrador, que, de vez en cuando, daba pequeñas descargas eléctricas, y estuvo un buen rato así.

Yo estaba ya exhausta, pero mi cuerpo me pedía más sexo, a pesar del día, tan intenso, que ya llevaba encima.

En esas estaba yo, deseando seguir follando, cuando oí que Esther decía, que ya era tarde, y que se tenía que ir.

Pero, antes de irse, nos volvimos a sentar los 3, Esther me quitó la mordaza, y me ordenó que, estuviera muy atenta al móvil, porque, muy pronto, iba a empezar a recibir sus llamadas, para enviarme clientes.

Una vez que Alfonso acompañó a Esther, a la puerta, volvió, y me dijo que me iba a ayudar, tal y como estaba, es decir, a ciegas, desnuda, salvo por las botas, que era lo único que ya me quedaba, a subir a la habitación, pero, claro está, se le “olvidó” decirme, lo que iba a pasar allí...

Con ayuda de Alfonso, pues yo no veía, y con mi coño, chorreando, además, estaba sucia, pues, después de la meada, no me había limpiado, ni tampoco después de todas las corridas que llevaba en la cara, después de follar, subimos a mi habitación.

Al llegar a la habitación, oí el

click

de dos pares de esposas, que Alfonso estaba poniéndome, para esposarme a los barrotes de la cama.

Segundos después, empecé a notar su polla, dentro de mí, en mi coño, que, de lo húmedo que estaba, la aceptó sin ninguna barrera ni traba, deseando de volver a recibirla.

Cuando llegó el momento de correrse, Alfonso, sacó su polla de mi coño, y se corrió, en la venda negra, que llevaba en los ojos, y que se empezó a manchar con su semen.

Pero, eso no fue todo, quedó tiempo para, una follada más, en esta ocasión, en mi culo, pues yo aún tenía algo de energía, para seguir follando.

Alfonso me dio la vuelta, y noté su polla, en mi culo, y estuvo un buen rato, embistiéndome, hasta que noté todo su semen, de nuevo, dentro de mi culo.

Cuando acabamos, por esa noche, de follar, eran, en torno, a las 3 de la mañana, ya del martes.

Alfonso, me llevó al baño, sin quitarme la venda de los ojos, y me volvió a duchar y a lavar, acabó la ducha, besándome en los labios, y diciéndome, al oído, que empezaba a ser toda una puta.

Finalmente, me secó, me llevó a la cama, me quitó la venda de los ojos, me dio otro beso en la boca, y me dijo que se iba a su casa, porque tenía que hacer cosas, pero que, le esperase, al día siguiente, en torno a las 9 de la mañana, con el desayuno ya hecho, y que me esmerase con ese desayuno, porque era muy importante, cargar pilas, para lo que me esperaba al día siguiente.

Antes de irse, Alfonso me dejó la bolsa con cocaína, que Esther había traído, cerca de mí, me preparó otras dos rayas, y me ordenó que me las esnifara, delante de él.

Una vez que las esnifé, y, Alfonso, dijo eso (Todo lo que había preparado para mí, para el día siguiente), Alfonso, se fue, y yo, me tuve que masturbar, porque seguía muy caliente...

No me voy, sin comentaros que, Max, mi perro, en todo momento es un espectador, de todas estas aventuras.

Lo que pasó, el martes, en el desayuno, y más cosas, en el próximo capítulo de esta historia.

El autor acepta comentarios, email, y Skype sobre éste y otros relatos, que escribo.

Próximamente, iré escribiendo más partes de este y otros relatos, os pido paciencia.