Lucía. La mujer objeto. 1

Primer capítulo de la historia. Respondiendo a un anuncio

Este es el primer capítulo de la historia de Lucía, la protagonista del relato titulado: “Lucía, la mujer objeto”

Ella misma, cuenta su historia

En mi casa, domingo por la mañana

Me levanté muy pronto, a las 7, a pesar de ser domingo, no podía dormir, además, tenía ganas de hacer pis, así que, tras ir al baño, a mear, y ya, más relajada, decidí quedarme ya despierta y no volver a la cama.

Encendí el ordenador, para empezar el domingo, con energía, me apetecía ver porno, me había levantado muy caliente, con muchas ganas, de cumplir mis fantasías, de ser sometida por un hombre, de ser su objeto, su trofeo.

Antes de empezar a ver vídeos porno de BDSM, que, cada vez, veía más, y, con prácticas más extremas, pasé por una web, de anuncios de contactos, que, visitaba con cierta frecuencia, por si aparecía alguien interesante.

Revisando los anuncios, vi uno, que me llamó la atención:

“Abogado penalista, busca una mujer, para una relación de pareja, un poco especial; si estás interesada,

contáctame

por

Whatsapp

Yo, intrigada por el contenido del anuncio, agarré el móvil, y, contacté con Alfonso, el anunciante.

Yo: “Hola, Alfonso, soy Lucía, he visto tu anuncio, en el que buscas una relación de pareja, un poco especial. ¿Podrías darme más detalles?”

Alfonso, apenas tardó unos segundos en contestar

Alfonso: “Hola, Lucía, sí, te informo, lo que busco, es, una mujer, que quiera sentirse un objeto, un trofeo”

Yo, me empecé a excitar, me llamó la atención que, Alfonso, fuera tan directo, que no tuviera miedo a expresar eso, que, a día de hoy, no es políticamente correcto, de modo tan directo.

Yo: “Me atrae la idea, cuéntame más, ¿Qué requisitos debería cumplir?”

Alfonso: “Pues, lo primero, ser paciente, pues, por mi trabajo, tengo muy poco tiempo libre, es por ello que, una relación de pareja, normal, no me sería posible; por otro lado, estar siempre disponible, para lo que pueda surgir, ya sea sexual, o, de acompañamiento a sitios, pero, también, con tiempo libre, cuando yo, esté ocupado, con mi trabajo”

Alfonso: “Lucía, ¿Te gusta el dolor?”

Yo: “Pues, sinceramente, sí, me encanta ver vídeos de mujeres sufriendo, golpeadas, azotadas, cegadas... me dan mucha envidia, me encantaría estar en su situación”

Alfonso: “Me alegra que te guste, como hoy es domingo, ¿Qué te parece si nos vemos en El Retiro, y, seguimos hablando del tema, ya, en persona?”

Yo: “Me parece muy bien, así, cuanto antes sepamos, si somos compatibles, mejor”

Alfonso: “Vale, pues, nos vemos, en una hora, en la puerta del Retiro, que da a un hospital”

Yo: “Vale, ahí nos vemos; lo estoy deseando”

Al acabar la conversación con Alfonso, estaba muy nerviosa, a la vez que, excitada y caliente, durante la conversación, me había tenido que masturbar, porque, el tono, cada vez, era más excitante.

Tras parar dos minutos, para reflexionar, me di cuenta, de dos cosas:

  • No sabía

cómo

es Alfonso, físicamente, ni, él sabía, como era yo, pues, no nos habíamos visto en fotos * Tampoco sabía, qué me iba a poner, para la cita, pues, Alfonso, no me había hecho ninguna indicación, dudaba de si arreglarme mucho, poco, o nada...

Fui a la cocina, a desayunar algo, porque, con todo esto de la conversación, eran ya las 9, y, el hambre, empezaba a aparecer.

Tras desayunar, volví a mi habitación, me desnudé, y, me fui al baño, para ducharme; en la ducha, me volví a masturbar, pensando en el encuentro con Alfonso, tal vez, podía estar ante una buena oportunidad.

Al salir de la ducha, decidí, que me iba a arreglar un poco, pero, tampoco en exceso, ya habría tiempo de vestirme a su gusto, si, Alfonso, así lo deseaba y/o me lo pedía.

Me puse un vestido, algo escotado, unas botas, y, una chaqueta de cuero negro, pero, todo, muy normal, iba guapa, pero, sin pasarme.

Les avisé a mis padres, de que me iba, y, no sabía cuándo iba a volver, para que no se preocuparan por mí.

Salí de casa, y, fui, rumbo al Retiro, donde había quedado con Alfonso, ya casi, llegaba tarde...

En El Retiro, primer encuentro, en persona, con Alfonso

Llegué a la puerta que, Alfonso, me había indicado, y, rápidamente, le reconocí.

Alfonso, iba con traje, pero sin corbata, tenía unos 30 años, iba, como yo, elegante, pero, informal.

Nos saludamos, con un beso en la mejilla, y, comenzamos a hablar.

Alfonso: “¿Te parece que demos un paseo por El Retiro y, mientras, vamos hablando de nuestro tema?”

Yo: “Sí, me parece bien, si quieres, luego, podemos ir a tomar algo, ya, más tarde”

Fuimos a dar un buen paseo, mientras íbamos hablando, de mi cambio de vida.

Quizás, pueda parecer un interrogatorio, pero yo, iba disfrutando, cada vez más, en cada pregunta que, Alfonso, me iba haciendo; imaginarme, vestida a su gusto, y, haciendo lo que él me pidiera, me excitaba mucho.

Alfonso: “Veo que vas bien arreglada, ¿Sueles ir así vestida, normalmente, o es algo que has hecho hoy, al tener la cita conmigo?”

Yo: “Hay de todo, generalmente, voy arreglada normal, como hoy, puedo ir, más informal, o, mucho más elegante, si así me lo pides, yo, estoy dispuesta, a vestir, como tú me digas, me encanta que me controlen”

Alfonso: “¿Has tenido alguna experiencia BDSM, en real?”

Yo: “Por desgracia, no, sólo lo he visto, en vídeos, por Internet, pero, estoy segura, de que, me va a gustar, si realmente, llegamos a jugar, creo que, disfrutaré, como una perra”

Alfonso: “¿Qué tipo de vídeos has visto? ¿Cuáles son los que más te han gustado?”

Yo: “Me gustan, en especial, en los que la chica, la protagonista, sufre, es golpeada, quizás, los que más me llaman la atención, son los vídeos en los que, la chica, no puede ver lo que le va a pasar, quizás, el factor sorpresa”

Alfonso: “¿Has tenido, alguna vez, los ojos vendados?”

Yo: “No, no he podido, porque, al vivir con mis padres, sospecharían, si me vieran sin poder ver, pero, es algo que, sí que me gustaría probar, incluso, en la calle, creo que me atrevería; sería muy excitante”

Tras la conversación, volvimos a llegar, al mismo punto inicial del paseo, así que, Alfonso, me propuso ir a tomar algo, para seguir hablando

Yo, que estaba muy caliente, tenía muchas ganas de que, Alfonso, me usara, de haber sido por mí, me hubiera dejado follar, ahí mismo, pues, le dije que sí.

En el bar, con Alfonso

Así que, fuimos a un bar, con terraza, y, nos pedimos unas cervezas, con unos mejillones, a modo de tapa/aperitivo/para picar algo.

Alfonso: “Cuéntame, Lucía, ¿Tienes hábitos tóxicos? (Nota del autor: Fumar, beber...)

Yo: “Beber alcohol, no tengo problema, de hecho, en más de una ocasión, he hecho botellón, en El Retiro, así que, ahí, sin problemas; al tabaco, no le tengo asco, también estaría dispuesta a fumar, si me lo pides, o, es tu deseo; otras drogas, no las he probado, pero, estaría dispuesta, simplemente,

ordénamelo

, y yo, lo haré”

Después de eso, Alfonso, me quería empezar, a poner a prueba, así que, me dio la primera orden:

Alfonso: “Lucía, ve al baño, quítate el sujetador y las bragas que lleves, y,

tráemelas

Yo, me, quedé un poco sorprendida, pero, sin pensarlo demasiado, me levanté, fui al baño del bar, me quité, como pude, el sujetador, y, las braguitas que llevaba, me las guardé en el bolso, y, volví a la mesa, con Alfonso.

Discretamente, se las enseñé, para que, Alfonso, viera que, había podido cumplir, su primera orden; yo, estaba muy caliente, pude notar que, mi coño, chorreaba.

Alfonso: “Bien hecho, Lucía, me alegra que seas tan guarra; te preguntaba lo de los hábitos tóxicos, porque me excita mucho, ver a una mujer, adicta a sustancias, bebiendo mucho, fumando, uno tras otro, enganchada a la cocaína, incluso, inyectarse heroína, eso ya, sería la leche, si te dejaras...”

Yo: “Pues, por mi parte, no habría problema, es uno de mis sueños, que he tenido, desde que era una niña pequeña, ser un objeto, si es lo que quieres hacerme, yo, encantada de cumplirlo, incluso lo de la heroína. ¿De dónde la sacarías?

En ese momento, Alfonso, me habló de su trabajo como abogado penalista, que le estaba haciendo ganar grandes cantidades de dinero, debido a que, en muchas ocasiones, ayudaba a narcos, tanto en sus problemas de índole penal, como a ganar dinero, al invertir y blanquear dinero de la droga.

También me advirtió, de dos cosas muy importantes, y que, debería tener en cuenta:

  • Su trabajo, es peligroso, por lo que, podría, así de claro me lo dijo, morirse él, ser asesinado, o, quedarse muy dependiente, con DCA, o, que eso, me pasara a mí, como venganza contra él, por su trabajo
  • Por su trabajo, podría haber momentos, en los que, no me podría atender, así que, me dejaría libertad, para que me follase, a las mujeres que yo quisiera.

Eso, me dejó muy sorprendida, a la vez que, muy excitada, también

Alfonso me explicó que, lo que él me ofrecía, era una relación abierta, para compensar su falta de tiempo para dedicarme, me dejaría que me follase, a quien quisiera, siempre y cuando, fuera con mujeres.

Eso, me hizo plantear una pregunta, a Alfonso:

Yo: “¿Y si me tiro a otro tío?”

Alfonso: “Pues, entonces, se acabaría la relación, y, adiós, aunque, sin rencores ni represalias por mi parte, aunque, me dolería”

Después de eso, Alfonso, al ver que ya nos habíamos acabado las cervezas, me propuso, llevarme a su casa, para, seguir hablando, ya en privado, de las condiciones, para ser su sumisa, empezar, poco a poco, a convertirme, en un objeto, en SU, objeto.

Yo, tenía mucha curiosidad, aparte de, muchas ganas de follar, así que, ni me lo pensé, le dije que sí.

De compras (1)

Antes de ir a agarrar su coche, pasamos por un estanco, Alfonso, me dio algo de dinero, y, me pidió que, entrara, y, comprara un cartón de tabaco, de la marca, que yo quisiera.

Entré en el estanco, y, sin saber muy bien el porqué, pedí un cartón de Ducados, pues, fue la primera marca que vi.

Compré también, un mechero, pero, cuando Alfonso lo vio, me hizo volver al estanco, y, pedir uno, de los que tienen pulsador

Después, pasamos por una tienda de los chinos, a comprar un cenicero, para no llenarle a Alfonso, la casa de ceniza de cigarrillo.

Una vez que, ya teníamos todas las compras hechas, agarramos el coche de Alfonso, y, fuimos hasta su casa.

Lo que pasó en su casa, os lo contaré, en el siguiente capítulo de la historia

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