Lucía
Lucía tiene un pretendiente, salido de tono.
Lucia
-Bueno... ¿Qué quieres decirme?
-Estás enfadada.
-No, pero creo que deberías ocupar tu tiempo en algo provechoso, en vez de estas tonterías.
-Tú no eres una tontería.
-Es que te he dicho que no, ¿cómo tengo que decírtelo?
-Ya, pero quiero justificarme contigo. No porque necesites de mi justificación...
-Me da igual, si sigues te denuncio, así de claro.
-Lucía, a veces pienso en tí, ¿vale? Y no puedo dejar de sentir ciertas cosas, que no hacen daño a nadie. No te las tomes en serio, y punto. Porque no son en serio, solo son fantasías, que sin tu consentimiento no pueden hacerse realidad.
-Es que me da igual. Eres un pesado, y solo quiero que me dejes en paz de una vez. ¿No lo entiendes?
-Pero yo tengo que expresar lo que siento. Déjame al menos expresarme, cara a cara, para saber tu opinión. Aunque haga el ridiculo... Deja que lo suelte todo. Solo te pido eso.
-Vale. ¿Y qué quieres decirme? Porque no hay nada que decir.
-Solo son un par de horas de exhibicionismo. Decirte cosas fuertes... Cosas que si yo te gustase te tomarías como un alago, o como un juego sensual. Si te asustas de mis palabras es porque tu quieres.
-Yo no me asusto; me da igual, ya te lo he dicho.
-Vale, pues venga... Te lo voy a soltar todo...
-Vale.
-Vale... ¿Sabes que cuando llegue a casa, me voy a echar en la cama, y me voy a masturbar pensando en tí, tal y como te veo ahora? Levantate... Mira, ¿ves tu entrepierna, el triangulito de tu coño marcado en los vaqueros? Pues la estoy memorizando, y me voy a hacer una paja pensando en esos pliegues, en como tu pantalón se esconde dentro..
-Si sigues así me voy.
-No te lo tomes tan en serio, y escucha. Cuando llegue a casa, me voy a tumbar boca arriba, y me voy a masturbar pensando que me estás cabalgando; imaginando tu boquita abriendose con cara de sorpresa cada vez que te entra, y tus labios temblando cuando te corras, especialmente el inferior ese que tienes mas gordito; joder, eres preciosa, pero preciosa, bien bonita... Después me follaré la cama o la almohada con condón, imaginándote debajo de mi, con las piernas bien abiertas.
-Estás enfermo.
-No. ¡Es que tu no te follas la cama? Ves a un tío en tu facultad o en tu trabajo, un tío que te mola, y cuando llegas a casa te matas a pajas, te haces dedos toda la tarde, por mucho que tengas que hacer, o entre tus tareas. Necesitas sentir que te follan, o sentir el orgasmo, cualquier cosa. Imaginas que te tocan, que te agarran bien fuerte, brazos fuertes... Eres como todo el mundo, como todas tus amigas. Te gusta follar, como a todos, ¿o no?
-De estas cosas no se habla.
-¿Quién lo dice? Tu me gustas, y me paetece hablar de esto contigo, no hay más.
-Pues yo no quiero.
-Porque yo no te gusto.
-Aún asi, prefiero hacerlo, no hablarlo. Y lo haré cuando yo quiera y con quien quiera, tu no eres quien para decirme nada.
-Conoces un tío, que está bueno. Esperas a que se acerque a tí. Le das las pistas que crees oportunas, o que te puedas permitir, para que se acerque a tí. A veces ni siquiera puedes medir esas pistas, y te quedas corta sin saberlo. Crees que ese tío tiene que dar el primer paso, o el siguiente, cuando ni se ha percatado, o simplemente el mismo tiene las mismas dudas que tu. O conoces un tío en una fiesta, te emborrachas, le besas y te folla. Luego hay mas sexo, salidas absurdas, y comienzas a conocerle; entonces te das cuenta que no es quien pensabas, porque de hecho no había nada que pensar. No te gusta como es en realidad, o descubres su lado oscuro y te asusta; o simplemente pasa de tí y se va con otra. Siempre es igual. O conoces a un tipo, sois amigos durante años, para confiar en él le haces pasar por el filtro del tiempo, sin advertir que el chico te mira a veces con cara de querer meterte la polla; y si no se busca a otra en el proceso de espera, tienes suerte chica, has encontrado a tu principe azul. O... Yo voy de cara. Cuando ves mi lado mas oscuro, es dificil encontrase con sorpresas. Y la pregunta es: ¿tienes miedo a mis formas, o tienes miedo a lo que esperas?
-Es que no se que quieres... No te entiendo. No se que te pasa por la cabeza ni quiero saberlo, es un royo muy raro.
- Quiero follarte Lucía. Como te follaría cualquier amigo tuyo, que babea detrás de tí desde hace años, sin valor para decirte nada. Y quizá lo que me molestaba, era no poder decirtelo cara a cara; que no me hayas dado la oportunidad de acercarme a tí, rechazándome a priori por un miedo absurdo. No soy el coco.
-Y me lo dices así... Pues eres muy torpe.
-No.Soy sincero; o por lo menos lo intento. Soy sincero con lo que de verdad me importa.
-¿Si yo te importo por qué me haces daño?
-¿Es que te estoy haciendo algo?
-Es desagradable. No sé que más decirte... ¿Qué quieres que te diga?
-A ver... Deja que siga soltándote mi royo exhibicionista, y júzgame después. Sé que te follas la cama. Te bajas la braguita por debajo de las sábanas, te abres de piernas y te frotas el chochito pensando en algún tío. ¿Vale? Sé que lo haces, porque lo hacen todas las tías. O no pensando en nadie; simplemente te entran ganas de masturbarte por la noche, y te metes el dedito hasta que te corres: por la tarde, por la mañana, de madrugada. A veces ves algo guarro en internet, te abres bien de piernas en tu silla y te metes algo, un pepino pequeño, un plátano o una zanahoria; o ese dildo que te regalaron tus amigas en plan coña; si es que tienes amigas... Eres una chica joder, y tienes una vagina de puta madre, y necesitas meterte cosas porque te gusta, simplemente... ¿Tan malo es eso? ¿Tan malo es reconocerlo? Es algo natural.
-Es que esas cosas no se hablan.
-Si voy a meterte dos dedos en la vagina, o te vas a sentar encima mío clavándote mi polla, no veo porque no.
-Eso no va a pasar.
-Bueno... Sigo... Tienes chocho, ¿vale? Y te gusta que te lo follen.
-No. Me gusta follar, no que me follen. Y nadie me folla el chochito, ¿vale tío? No seas despreciativo.
-Eso no es verdad. A veces follas, en igualdad de condiciones, otras veces te gusta llevar el mando, y otras te gusta que te follen bien follada, no digas que no. ¿No te gusta que te follen a lo perrito? ¿O de pie por detrás? ¿Tumbada? Te agarran bien, ¿verdad? Y te penetran. Te follan bien fuerte, y eso te gusta, como a todas las chicas. Es normal.
-Bueno, sigue...
-Sigo. En tu casa te abres el coño y te lo miras al espejo, juegas con tu clitoris cuando estas sola. Eso lo hacen todas las chavalas de este mundo. Igual que cuando te duchas, te frotas simplemente porque te estas lavando, el chocho está ahí, y no hay más que hablar. A veces te miras las tetitas, te aprietas los pezones. Te agarras bien el interior de los muslos al correrte. Todos tenemos nuestra intimidad, y no deberías juzgarme por tener la mía. Yo me hago de tres a seis pajas al día pensando en tí. A veces pienso en otras chavalas. Pero no te conozco como para decirte que me gustas. Siento algo por tí, eso es cierto, pero ¿el qué? ¿Deso sexual? Bien, eso es fácil de averiguar. Follándote. ¿Lo entiendes?
-Dices que quieres aclarate las ideas... No sabes si te gusto y quieres follarme para aclararte.
-Sí. Pero de un modo mas profundo. Verás. Acuerdate del día
que nos conocimos. Nada mas vernos nos quedamos mirándonos petrificados. Había
algo ahí; un que persona mas maja´. Bien, pues en un momento determinado,
mientras te hacía las fotos, tu estabas tumbada en el suelo, y desde mi angulo
una pierna tuya me molestaba; te pregunté si podía moverte la pierna, y tu
contestaste
toca lo que quieras´; ya sé que fue un comentario sarcástico, medio
en serio, medio en broma; pero, si no hubiera estado el otro modelo detrás
nuestro, de haber estado los dos solos, habría subido mi mano por tus muslos,
hasta el interior de tu entrepierna, que en esa posición además te marcaba mucho
el chochito. Y de haber reaccionado positivamente, te hubiera besado, y te
hubiera follado ahí mismo, en el suelo. Esa escena me vino a la cabeza, mientras
te movía la pierna, mientras te abría las piernas exactamente. Y nunca deje de
mirarte el recoveco bien marcado en esa postura. Atracción había, por mi parte;
sí,mucha.
-Lo llevas claro chaval.
-El problema es que siento ternura por tí. Una ternura brutal. Siento deseo desbocado y una ternura embriagadora por tí. Y eso no puede ser malo.
-¿Y no piensas en lo que yo pueda sentir?
-Porque no lo sé. Nunca te has atrevido a contestarme. Nunca he oído argumentos tuyos, porque me los has negado.
-Es que no se que decirte.
-¿Sabes como perdí la virginidad? Fue patético. Te lo voy a
contar. En vacaciones íbamos siempre al mismo lugar de la costa. Como vivimos
allí un tiempo largo, conocíamos a los vecinos de siempre. Yo en particular,
conocía a mi vecina de mi misma edad, eramos muy amigos desde críos, y nos
gustabamos. Con siete años, comenzamos a desnudarnos y a tocarnos. Fue el primer
chochito que ví, y esa primera imagen de su rajita desnuda, la llevo grabada en
mi cerebro con fuego. En el verano anterior a cumplir ambos los dieciseis,
auqnue mucho mas coibidos, a Maria se le metió el bañador por la raja, en una
ola enorme, y ella me lo enseñó riéndose, jocosa, mientras se lo sacaba de los
labios mayores. Después, al cambiarse en la playa, dejo caer su toalla, y la vi
el coño con el poco pubis que por entonces tenía la chica; ella pegó un gritito
y rió, y se pasó todo el camino de vuelta insistiendo en que se lo había visto.
Yo recuerdo haberme pasado toda la tarde rumiando como decirla que me gustaba, y
que queria salir con ella, en serio. Días más tarde, en una piscina, ella me
pidió que pasara buceando entre sus piernas; lo hice, pero a medio camino, mi
cuerpo subió de golpe y vi mi cabeza entre sus piernas: note como el cuerpo de
María se estremecía, mientras mi cabeza y parte de mi cara frotaban su chochito
y su culito abierto bajo el agua, solo con un fino bañador de protección.
Descubrí que María estaba como loca la volver a la superficie; me miraba con
cara de ¿que has hecho?¡que pasada!¡que transgresión, quiero que me folles
entera pero no se como pedirtelo!´. Yo lo note. Poco después, volvimos a la
playa, los dos solos, sin nuestros padres. Tumbados en las toallas, reflexioné
durante al menos dos horas, buscando el valor para decirla a María que la
quería, y que quería hacerlo con ella por primera vez. Me costó, pero se lo dije
de esta forma, con ella tomando el sol con los ojos cerrados:
María. Me gustas
un montón´, ella abrió los ojos. Quiero pedirte una cosa, pero no se como
hacerlo´. Ella sonreía.
Quiero hacerlo contigo. ¿Tu lo harías conmigo?´. Ella
sonrió, sorpendida y emocinada; y contesto ¡vale!´. ¿Sí? Era increible que
aceptara; eso pensé en ese momento, cuando ella había estado buscándome mucho
tiempo.
¿Dónde lo hacemos, lo hacemos aquí´ preguntó entre risas; ¿tienes un
condón?´. No tenía, por supuesto. Fuímos debajo del club nautico, tras una
puerta de madera, en unos bajos donde solo metían redes y barcas pequeñas,
abierta la público, con base de maderas y pilares, desde donde quien se acercara
nos podia ver y escuchar perfectamente, aunque desde fuera. Con la pegada de sol
que había, era imposible escrutarnos en la oscuridad. Recuerdo arena fría en esa
sombra, muy fría, pero era un colchon mullido de montones de arena, sin bichos
por ningún lado, pese a la humedad. La bese, la quite el bañador recreandome en
sus piernas y en su chochito: veia su rajita en medio de la pelusa del pubis que
la llegaba hasta el culito. Ella saco sus tetitas; pero yo estaba demasiado
alucinado con su coño. Abrí de piernas a María, y jugue con su rajita y mis
dedos, descubriendo la abertura en su vagina con el tacto, si saber si meter
algo o no hasta que ella me lo pidió, y mis dedos entraron una y otra vez. Más
tarde comprendí que aunque María era virgen, se había metido suficientes cosas
como para romperse el himen ella misma; pero por entonces no tenía ni idea. La
comi la boca, las tetas y el chochito, con ansia y devoción, y poco tiento, a lo
bestia. Ella jadeaba. La pedí meter mi polla, y ella aceptó si no llegaba hasta
el final. Metí mi polla dentro de María, la abrí bien de piernas, sentí la
humedad de su vagina, pero sobre todo el calor de su entrepierna cada vez que
empujaba; creí abrirla tanto de piernas que pensaba que la estaba haciendo daño,
cuando más tarde comprendí que era ella quien se flexionaba, y puso sus rodillas
en sus hombros para mí. Casi me corro dentro. La saqué rápido muy nervioso, y el
semen cayó en su muslo interno derecho. María estaba entusiasmada; tocaba el
semen y se lo restregaba por el muslo riendo y diciendo
que asco... es muy
pegajoso... voy a tener que bañarme otra vez´. Yo quería correrme dentro de
ella. Se lo dije, pero no volvimos a coincidir hasta el verano siguiente. Los
dos fuimos de fin de curso antes del verano, cada uno con su colegio; en esos
viajes en los que todo chaval folla con la compañera de clase de turno hasta
hartarse; yo no quise. Al volver a vernos, en una comida entre las dos familias
en el campo, los padres de María comentaron a los míos que sus profesores habían
obligado a los chavales a comprar condones, y que eso era bastante inmoral. Ya a
parte, María me contó, que se había pasado toda la estancia del viaje follando
en su habitación. Llegó a follarse a tres chicos, cada uno varios días; uno de
su clase al que dejó rápido, otro de Bup con el que estuvo muchos días, en su
habitación, y un tercero al final, un tipo de la zona, bastante mas mayor que
ella, que conoció en la discoteca. Esto que me dijo me impactó, me decepcionó, y
fue una bofetada que me traumatizó profundamente. Creo que si hubiera follado a
María una noche entera, en una cama, la primera vez, jamás me hubiera sentido
tan mal escuchando eso; pero no fue así, mi polvo solo fue un simulacro de
coito, comparado con las cuatro, cinco o seis veces, que se la habrían follado
en cada sesión, cuando no unas doce en un día como ella me reconoció riendo,
orgullosa y pletórica, afirmando que follar `era una pasada´, y que incluso el
chaval de Bup se corría dentro de ella sin condón porque su compañera de
habitación la dió la pildora. Eso para mí fue un shock. Solo volvimos a
coincidir una vez mas en la playa, ambas familias, junto a una prima de María
con la que cuchicheaba señalandome y mofándose, algo que en realidad, exageré
debido a mi profunda depresión. Con diecisiete años, al verano siguiente, negé
la palabra a María, que muy decepcionada dejó de rondarme. Y la perdida de mi
virginidad, se convirtió en un trauma enorme, que me llevó en mi profunda
depresión, a por lo menos cinco años sin querer follar. Los quince años
restantes, solo han sido relacciones sexuales buscando esa primera vez,
completarla, de algún modo. Pero jamás me he sentido satifecho ni una minima
parte, y no por querer buscar chicas de dieciseis, eso me da igual, sino por la
busqueda de esa rajita perfecta, casi de niña, y esa dulzura e inocencia al
follarla, pero en una adulta. Cuando comprendí, que tú, Lucía, eras virgen, no
pude contenerme; veo esa dulcura en tí, y quisiera completar mi sueño contigo,
si es que puedes satisfacerme; y también... Eres álguien de quien quizá me pueda
enamorar...
-Pero yo no soy virgen.
-Ahora no, claro, después de tres años. Me duele que me lo digas, pero... Lo comprendo. Tienes tus historias. Aún así.
-No creo que esa historia que me has contado cambie algo, ni sea cierta.
-Puede que lo exagere, es lo que tiene la narración, pero parte de verdad ahí; una gran parte.
-No me fío de tí. Y ason demasiadas historias.
-Mira esta. Una vez, reconoci a la mejor amiga que he tenido, que llevaba años sin follar, cinco al menos, y que necesitaba una vagina ya, porque no me aguantaba; pero no tenía ni pizca de suerte. Ella dijo de repente `pues yo tengo vagina´. Y me dejo follarla. Sin meternos en la cama; simplemente me llevo a su piso alquilado, me dio condones, se quitó el pantalón y la braguita, me dejo besarla, y me la follé. Después se sentó encima de mí en el sillón, y ella misma se abrió de piernas sentada mas tarde, bien abierta. Y solo eramos amigos. Sé que fue un favor, sin intenciones, porque había cosas que no permitia; como desnudarse del todo y que la follase encima suyo en la cama. Pero accedio a depilarse el chochito, y lo hizo conmigo delante en el baño, a sabiendas de mi nostalgia. No me dejo comerla las tetas por ejemplo. Por eso digo, que si puede follarse solo un chochito, y que todo es relativo.
-Y tu quieres que me deje follar como medida terapeútica... Tu tienes mucha cara macho.
-Yo solo te pido que te dejes llevar, y que olvides este mundo politícamente correcto. Nunca debí enfadarme con María por follarse a medio colegio. Es más, debí alegrarme por ella, por tener esas experiencias, y encima, haber vuelto a mí. Y no lo hice. La aparté de mi vida por inexperiencia, solo porque era un crío. Jamás volveré a callarme nada. Quiero follarte Lucía; quiero bajarte la braguita y meterte dos dedos en la vagina, y sentir tu cuerpo estremeciendose y temblando cuando te corras. Y quiero que sientas mi polla dura, mis brazos agarrándote fuerte.
-Estas pirado.
-Solo es lo que yo quiero, ¿que quieres tú?
-Lo que me da miedo, es que primero me pidas esto, y luego me pidas más.
-Sí, claro. Como poco lo siguiente que te pedire es que me dejes darte por el culo y correrme, o correrme dentro de tu vagina sin condón. Por supuesto, ¿por que no?
-Y luego me matas y me descuatizas.
-Estamos hablando de sexo, no hay un luego, solo sexo, y lo sabes, aunque te aferres en exageraciones para defenderte.
-No. Pero me tienes acojonada.
-No te calles Lucía. Dí lo que quieres, lo que te gustaría. ¿Te crees que no entiendo, que mas de una vez te habrás masturbado pensando en mí, aunque solo fuera por probar?
-Bueno ¿y qué? Yo hago lo que me da la gana con mi intimidad, ¿vale? Es mi intimidad, ¿qué pasa contigo?
-Vale. Tienes razón.
-¿Me puedo ir ya?
-¿Qué hubieses hecho si el día en que te fotografié no hubiera habido nadie más? Yo subiendo mi mano hasta tu entrepierna. La verdad.
-Hubiese dejado que me follaras, porque no sabía lo retorcido que eras. Esa es la verdad. Pero ahora no. No quiero y punto.
-Te hubiese bajado el pantalón y la braguita, me hubiese puesto un condón... Visualízalo... Te chupo el coñito. Te abro las piernas. Te beso. Te como las tetitas. Te agarro y aprieto fuerte. Mi polla entra en tí muy dura, y te empujo en el suelo cada vez mas rápido. Piénsalo.
-Pues sí, ¿vale? Lo he reconocido. Y ahora que te conozco mejor, no, no.... No. No con un pervertido.
-¿Por qué no?
-No sé, porque no.
-Eso es irracional.
-No y punto.
-¿Y el día que fuimos a tomarnos un helado? Tu estabas por la labor, y era yo quien no quería; estaba desconcertado. Pero tu querías que te besara. Si te hubiera besado... ¿Qué habría pasado?
-Yo no te buscaba, ahí te equivocas...
-Vamos...
-No de esa forma, ¿vale?
-¿Y que hubiera pasado?
-Nada. A lo mejor hubieramos salido juntos, pero ese día no estaba en mi plan abrirme de piernas, ¿vale tío?.
-Ya, ya.
-Si hubieras sido mas amable, hubieramos quedado después. Pero eres un gilipollas.
-Solo te guias por lo politicamente correcto y las apariencias. ¿Es que no soy amable? Puedo tener mi lado borde y oscuro. Y me enfado, y me pongo arisco como todo el mundo. Pero negarme una oportunidad solo por ser sincero...
-Demasiado. Y después de lo que ha pasado, tu insistencia, y lo que le he contado a mis amigos, sería absurdo que tú y yo hicieramos nada.
- Siempre con las apariencias. Ya veo que ser demasiado sincero es un pecado social. Pues hija, tu tienes coño y yo polla, y mi polla quiere estar dentro de tu coño, no hay mas, es lo que pide la naturaleza.
-Me voy.
-Lucía, espera... Casi no te conozco, ni coincidimos, ni tenemos posibilidad de vernos, y creo que estoy enamorado ¿Qué hago? ¿Qué tengo que hacer? Con esto no te quiero decir que me voy a angustiar... Pero te necesito...
-No, no. Me voy.
-Esto enamorado de tí, ¿vale? Ya lo he dicho. Y quiero conocerte, porque me espero lo peor, que este muy pillado.
-Eres un cabrón, me vas a hacer llorar.
-¿Y que hacemos?
-Vale, voy a dejar que me folles, ¿vale? Y luego me dejas en paz.
-No puedo prometerte eso.
-Hago todo lo que quieras y tu dejas de acosarme.
-Yo no te acoso. Nunca te haría daño. Si va a ser solo un polvo, y no te voy a volver a ver, prefiero que te vayas ya.
-Me voy.
-Sí.
-Adios.
-Adios.
En algún momento del 2008 se vuelven a encontrar por casualidad, en una fiesta. Ella bebe, se emborracha, se besan; y acaban pasando la noche juntos. Después no sé, ni ellos mismos lo saben. Son tan iguales y tan distintos al mismo tiempo, y tan jodídamente pesimistas, que aunque quieran pasar juntos media vida, lo tienen bastante dificil. Pero donde fracasó el sexo explicito y el acoso, ha triunfado la ternura, pese a que Lucía reconoce, que las guarradas bordes la ponen lasciva como una perra.