Lucia 2. Un húmedo día de trabajo

Lucía descubre una nueva forma de sobrellevar la jornada laboral

Un húmedo día de trabajo

Dejé pasar tres días y contacté con Lucía38 por whatsapp. No quería perderla, intuí que era una buena sumisa. Fogosa, salvaje, sin límites a su pasión. Y yo la había despertado. En este momento tenía que devorar esa lujuria,  no desperdiciar ni una gota. Esperaba encontrarla receptiva, deseosa. No me decepcionó.

Eran las cinco de la tarde de un miércoles cualquiera, tres días después de nuestro primer encuentro por el chat y posterior sesión por whatsapp.

-Hola Lucia, ¿ando desacertado si afirmo que en estos momentos todavía le estarás dando vueltas a nuestra sesión de hace tres días? –directo al grano, sin preámbulos. Ya me había demostrado que era mía. Pasaron unos minutos desde que ella leyó el mensaje hasta que, sonriendo, vi el mensaje de Escribiendo...

-¡Eduardo! qué sorpresa –dos emoticonos sonrientes-, ya creí que te habías olvidado de mí.

-Me gusta dejar un intervalo de unos días a mis perras tras la primera sesión para que reflexionen. Me di cuenta de que eres una morbosa sumisa deseando salir a la superficie y disfrutar, ¿me equivoco?

-Jajaja. Muy seguro de tí mismo te veo –emoticono guiñando el ojo-. Bueno, la verdad es que me pusiste muy cachonda, el orgasmo que tuve fue una brutalidad. ¿Te importa que hablemos luego? Ahora estoy trabajando...

-¿Trabajando? ¿Dónde, es una oficina?

-Sí, soy administrativa de ventas en una gran empresa. Termino en una hora, te parece hablar hacia las siete?seguramente ya esté en casa. –Me indignó que pretendiese fijar una cita, convertirlo en algo incluso profesional. Decidí darle una lección que no olvidase fácilmente.

-No. ¿De verdad no entendiste nada el otro día? Es la última vez que te recuerdo que si aceptas, eres mía en cualquier momento, y solo yo puedo permitirte disfrutar de tu cuerpo.

-Pero Eduardo, entiéndelo, estoy trabajando...

-Comprendo que fuese algo precipitado para tí, al fin y al cabo no eres más que una vaquita ignorante. Te lo voy a preguntar por segunda vez, aunque será la última: ¿aceptas ser mía, entregas tu cuerpo y conciencia para mi disfrute siempre y cuando yo quiera? Si la respuesta es afirmativa, tienes que ser consciente de que yo podré contactar contigo siempre que quiera y pedirte lo que se me antoje, ¿entiendes? No te preocupes, cuidaré de tí y no te pediré nada que no desees darme. Entonces, ¿qué me dices?

Lo pensó durante unos minutos. Imaginé que su mente estaría debatiéndose entre el morbo de entregarse y disfrutar de sus orgasmos en libertad, sin tabúes, o seguir en su área de relax con su tranquila y aburrida vida. Una sumisa como ella sólo podía darme una respuesta.

-De acuerdo, acepto, soy tuya. Lo único que te pido es discreción, Sir.

-No te preocupes. Como te dije, cuidaré de tí. Y tú disfrutarás mucho. Muy bien, ¿trabajas en un despacho? ¿Hay mucha gente en estos momentos en tu oficina?

-No, Sir. Es una mesa en una esquina. Al lado están dos compañeros, aunque ya se han ido. Queda poca gente en la oficina.

-De acuerdo, cuéntame una cosa, ¿qué ropa interior llevas? Descríbelo

-Hoy me he puesto un conjunto de braga y sujetador azul claro, con encaje. La braguita es brasileña y me queda algo pequeña, así que medio culo lo tengo al fresco jaja. El sujetador deja al descubierto media teta.

-Bien, ¿Llevas falda o pantalón?

-Unos vaqueros apretados negros me he puesto hoy.

-Lástima, voy a tener que aleccionarte sobre tu indumentaria. No me gusta que mi perra vista vaqueros, tienes que estar siempre dispuesta para mí. Tendremos que ponerle solución. Muy bien, quiero que vayas al baño, dejes el móvil apoyado y grabes un video quitándote los pantalones, apuntes tu culo a la cámara y acto seguido te bajes las brajas. Después, mojalas dentro de tu coño, como la última vez. Quiero comprobar lo cachonda que estás...

-Estoy muy cachonda con esta conversación, Sir. Empiezo a notarme muy húmeda.

-Así me gusta perra. En el baño quítate las bragas, guárdalas en el bolsillo y envíame el vídeo que te he pedido.

En menos de diez minutos, recibí un vídeo de unos dos minutos en el que aparece ella, de espaldas, mostrando un pantalón pitillo negro que marcaba un culo enorme, voluptuoso, apetecible. Fue bajando lentamente el pantalón, rozándose con sus caderas y mostrando unas bragas azules con una transparencia que permitía ver toda su luna blanca. Al agacharse, me ofreció una morbosa imagen de la raja de su culo, abriéndose ante mí su oscuro y estrellado ano. Posteriormente, deslizó las bragas hacia abajo,  acercando su culo hacia la cámara con un maravilloso primer plano de su ano. Admiré cómo se abría y cerraba espasmódicamente, dejando una entrada al placer. Es increíble su ano, parece que tenga vida propia, sus movimientos traslucen todo el sexo que emana de su piel. En ese momento, se dio la vuelta y agarrando sus bragas las introdujo en su coño. Pude ver un primer plano de su coño, en el que una fina tira ascendía por su monte de venus. Cogió la braga y se la introdujo profundamente, la fue sacando lentamente rozándola por sus labios y clítoris, volvió a introducirla seguida de tres o cuatro dedos que pugnaban por abrirse paso junto a la tela en la caliente y mojada cavidad de su coño. Éste expulsaba un líquido que se derramaba hacia su ano, receptor ávido de esta lubricación natural. Restregó bien la braga en el interior de su coño hasta que se tiñó de sus jugos y, tras introducírsela en el bolsillo del pantalón, procedió a apagar la grabación.

-Mmmm me encanta cómo te portas. Eres una buena perrita, sí. He visto que estás muy húmeda...

-Ufff Sir, suerte que llevo pantalones porque de lo contrario estaría mojando mi silla. No puede imaginarse lo caliente que estoy ahora.

-Estupendo, ¿está tu jefe en el despacho?

-No, Sir, comía con un cliente y no ha regresado en toda la tarde.

-En ese caso, quiero que entres en su despacho con la excusa de cogerle o dejarle algunos documentos y cojas un boli de su escritorio, uno de los que más use.

-¿De mi jefe? Pero Sir, por favor, puedo meterme en un lío, ¿y si alguien me descubre?

-A ver, Lucía, sé lista y entra pasando inadvertida, haz lo que yo te digo y coge el boli. Y no te agobies, que lo devolverás en un momento. Hazlo o prepárate a no correrte en muchos días, porque recuerda que tus orgasmos me pertenecen.

-Está bien, Sir, sabe cómo convencerme. Ya lo tengo en mi bolsillo, Sir –dos emoticonos de diablo sonriente-. ¿Qué quiere que haga ahora?

-Bien, buena perra. Ahora vas a ir al baño, y grabándolo como antes, te vas a quitar los pantalones y vas a meterte el boli de tu jefe hasta que te corras. Quiero que lo uses de consolador. Inicialmente lo meterás en tu coño y cuando estés a punto de correrte te machacarás el coño con la mano e introducirás el boli en tu ano, provocando tu orgasmo.

-Pero Sir, tengo el coño chorreando, huelo a sexo desde aquí. Si meto el boli de mi jefe, olerá a coño y él puede imaginarse que he sido yo. Puede despedirme. Mándeme otra cosa, por favor.

-¿Cómo dices? ¿Te atreves a contradecirme? Está bien, si no quieres hacerlo esto se acabó. Únicamente quiero explotar tu pasión, tu deseo. Quiero que cada vez que veas a tu jefe usar ese boli pienses que olerá a tu coño y tu culo. Ya verás el morbo que te va a dar. Y no te preocupes, porque seguro que tu jefe es un putero y está acostumbrado a que sus pertenencias huelan a un coño que no sea el de su mujer.

-Jajaja, de acuerdo. Tienes razón, da mucho morbo. Ese cabrón firmará los contratos con el aroma de mi coño cachondo mmmm. Ya tengo el boli en mi bolsillo. Voy al baño, en unos minutos le envío el video.

En cinco minutos me envió un vídeo que solo podía calificarse de hard. Aparecía metiendo el boli en un coño chorreante. El negro del capuchón rápidamente se tornó blanquecino y se oía perfectamente el chapoteo del chocho. A la cuarta introducción, el boli desaparecía completamente en los labios vaginales, que lo abrazaban con pasión. Estaba tan cachonda que se oían sus gemidos, que no era capaz de reprimir. Adiviné, aunque la imagen solo mostraba un primer plano de su coño, que se mordió la mano para ocultarlos, porque el tono de los mismos se difuminó. Pero lo que no ocultaba era el chapoteo de su coño, magnificado por la acústica del baño. En un par de minutos, el boli le supo a poco y se introdujo tres dedos de una vez, hasta el fondo, comenzando a masturbarse con urgencia, pasión, desesperación. La fuerza con la que metía sus dedos en el encharcado coño contrastaba con la suavidad con la que jugaba con su anillo anal. La muy perra esperó al momento justo en que se iba a correr para introducirse el dedo hasta el fondo. Ahí explotó. Sus piernas se movían espasmódicamente y el ano incrementaba su lubricación por los jugos que se deslizaban por sus piernas. Su cuerpo estuvo temblando por otro minuto más, relajándose. Extrajo el dedo de su ano, suavemente, sintiendo cada roce con sus apretadas paredes anales. Al salir, sufrió otro espasmo anal, el anillo lubricado se contrajo y se expandió dejando una hermosa abertura. Como final apoteósico, me envió un primer plano del boli, que se percibía mojado, algo blanco. Incluso pude apreciar cierta mancha acre, posiblemente una mancha anal. Esta mujer era muy puta, me encantaba.

-Excelente, vaquita, maravilloso orgasmo. ¿Disfrutaste?

-Ahhh sí, Sir, ha sido apoteósico. Me he corrido como nunca, qué morbo hacerlo en el baño de mi trabajo. Y tenía razón, meterme el boli ha sido muy pero que muy morboso.

-De acuerdo, jajaja. Me alegra saber que eres una buena puta y estás dispuesta a disfrutar en cada momento. Pero como te he dicho, si quieres ser mi perra tendrás que seguir unas indicaciones de vestuario, ¿te parece bien?

-Claro, dígame. Mmmm si voy a disfrutar tanto de cada experiencia con usted, puede hacer conmigo lo que quiera.

-Estupendo. A partir de mañana quiero que siempre vistas faldas o vestidos, no quiero tus piernas cubiertas, salvo que lleves medias hasta medio muslo. Tu coño ha de ir siempre lbre, sin ninguna braga o tanga, salvo que yo te indique lo contrario. Y depilado, quiero que vayas a un centro de depilación por laser y te depiles íntegramente. No quiero ver nada de pelo en tu coño, culo, etc. Y esas maravillosas ubres tienen que mostrarse. Quiero que se vea el canalillo todos los días, y se adivinen esos pezones siempre que haga frío o estés cachonda.

-Le complaceré Sir, ahora mismo cogeré cita en la clínica estética para depilarme el coño y desde mañana no llevaré ropa interior.

-Así me gusta. Y para demostrármelo, quiero que te saques una foto de tu coño de puta bien depilado cuando salgas de la clínica. Y otra de tu culo bien abierto. Quiero comprobar cómo te han dejado. Y desde mañana, quiero que me envíes mínimo una foto antes de salir de casa. Quiero ver cómo vas vestida. Hasta la próxima sesión, zorra, me estás gustando cada vez más.

A ella le alegró esto, saberse una buena sumisa que satisfacía a su Amo. Por la noche, me envió dos fotos. En una, mostraba su monte de venus desnudo y libre de pelos, así como el contorno de sus labios que abría enseñándome su rosado chichi. En la otra fotografía, aparecía de espaldas, agachada y mostrando un primer plano de su enorme y reluciente culo. Parecía que se había extendido aceite y lo mostraba bien abierto por sus manos, que dejaban ver un ano bien abierto. Apostaría a que esa abertura no era producto únicamente del boli de su jefe.

-Bien perra, buena chica. Tienes un culo perfecto, y tu coño se ve muy sabroso ahora. Seguiremos en contacto. Ah, y no olvides tu foto matutina. Por supuesto, puedes ir tirando los pantalones y cambiándolos por medias. Quiero ver tus piernas todos los días, y nada de ropa interior. Quiero que todo el mundo perciba el olor de mi hembra cachonda.