Luci & Fer (2) Primer día en la playa

Luciana, Fernanda y Gabriel inician un viaje a la playa donde Luciana descubrirá nuevos placeres solo en el primer día en un viaje que promete estar lleno de nuevos placeres y experiencias para las dos amigas.

Hola, primero quería agradecer por los comentarios que recibí en el anterior relato (aunque pocos) y por las buenas valoraciones; me animan a seguir escribiendo; quiero contarles ahora como esta especie de relación siguió su curso con un viaje muy placentero a la playa; lo divido por días para contar todas las experiencias que vivimos en aquella cabaña cerca al mar; es tal vez un poco más fuerte que el anterior, por lo que subo este segundo relato en la categoría de "dominación", espero lo disfruten tanto como yo lo hice escribiendolo.

Después de haber tenido mi primera vez la relación con Gabriel continuó, no éramos novios claramente y de hecho no creo haber sentido nada en el campo romántico hacía el; tal vez por las circunstancias en que se dio todo siempre lo vi como un gran amigo con el que tenía sexo y sé que Fernanda se sentía igual; de hecho más de una vez Gabriel nos contaba de aventuras sexuales que tenía con otras chicas y nunca me sentí celosa ni tampoco note a Fernanda con algún sentimiento parecido; lo único en lo que consentimos fue que usáramos preservativos si teníamos relaciones con otras personas, de modo que con Gabriel pudiéramos solo con inyecciones protegernos de un embarazo y no pensar en enfermedades.

Después de esto tanto Fernanda como yo empezamos a ver casi el mundo de una forma diferente, ahora el componente sexual era algo para tener en cuenta; nos empezamos a vestir más provocativas y a movernos incluso de mejor manera que antes; al mismo tiempo las relaciones sexuales con Gabriel iban subiendo de tono, cerca de la graduación ya podíamos decir que había gente que nos doblaba la edad que no habían tenido tantas experiencias diferentes en el campo sexual como nosotras.

Fernanda, por ejemplo, me contaba como le encantaba aquel día en que Gabriel se fumaba un cigarrillo en el pequeño balcón de su apartamento una noche y cuando ella fue a buscarlo, ahí, al aire libre, aunque en la oscuridad Gabriel le soltó la toalla con que cubría su cuerpo y la follo ahí, con sus tetas recostadas contra la baranda que del balcón; a la vista de cualquiera; después de eso empezaron a arriesgarse más y más, en lugares cada vez más atrevidos, Gabriel la follo en baños públicos, le metía la mano debajo de la mesa en los bares, Fer le chupo su verga en cinemas, se metían mano disimuladamente en los autobuses e incluso llegaron a hacerlo en un parque concurrido donde Fer esta segura un grupo de chicos los vieron al pasar cerca .

Yo era más tímida en general, aunque confiaba en Gabriel plenamente, lo que hacía que a su lado dejara mi timidez y me entregará a lo que quisiera; así que por mi lado Gabriel me dominaba más y más sexualmente, le encantaba, por ejemplo, ponerme en cuatro patas y tomarme del cabello mientras me penetraba salvajemente, le encantaba meterme su pene hasta la garganta ocasionándome arcadas e incluso una vez me amarro los brazos y me tapo los ojos mientras me follaba mientras yo gemía como loca sintiéndome completamente a su merced, más de una vez me prohibió usar ropa mientras estuviera en su casa e incluso compro para mi un collar rosado como de perro que decía en una lamina de corazón en la mitad “Perrita de Gabriel” le encantaba verme con el puesto y follarme prohibiéndome emitir palabra alguna amordazándome la boca. Todas esas situaciones me encantaban y me excitaban como nunca imagine.

Todo siguió en esa especie de rutina hasta que Gabriel un día nos invito a salir, lo que era algo extraño ya que de hace un tiempo puesto que las dos nos habíamos negado a hacer un trio y cuando nos llamaba a alguna terminaba, esa alguna teniendo sexo; además el sitio también resultaba extraño: nos había invitado a un restaurante algo caro.

Ni Fer ni yo podíamos imaginar lo que Gabriel estaba por decirnos; solo al vernos llegar nos sonrió con una especie de melancolía; nos contó que un amigo suyo le había conseguido trabajo de profesor en el exterior, así que se iría del país y en el futuro cercano no viviría más en el país. Intenté mantenerme tranquila, como Fer, que a pesar de sentirse mal lo disimulaba mejor. La comida continúo tranquila hasta que Fer fue al baño, Gabriel aprovecho para meterme mano debajo de la mesa.

-Se que te sientes mal perrita –me dijo al oído –nunca las voy a olvidar, no te preocupes, todo va a estar bien.

Asentí con la cabeza dejando que me tocará un buen rato y disfrutando guardando gemidos en mi garganta por miedo a que me descubrieran. Apenas Fer volvió a la mesa, sin dejar de tocarme Gabriel volvió a hablar.

-Quiero despedirme de ustedes, tengo algunos ahorros por ahí esperando y quiero gastarlos con ustedes.

-No hay necesidad –Dijo Fer –Puedes usarla mejor en otra cosa.

-No, ya lo pensé bien, quiero viajar con ustedes a la costa, despedirnos como se debe.

Gabriel se encargó de llamar a mis padres haciéndose pasar por un encargado de un seminario de Literatura, mis padres me dieron permiso de salir por toda una semana con el chico que me follaba regularmente con un collar de perra, pensando que iría a un seminario, incluso me dieron algo de dinero. La misma historia bastó para que los padres de Fer hicieran lo mismo, incluso hablaron entre ellos para hablar de lo buenas niñas que éramos.

Los días pasaron rápido, Gabriel estuvo bastante ocupado ultimando detalles para su partida, pero el día de nuestra graduación nos envió un regalo a cada una y nos prometió algo más cuando estuviéramos en nuestro viaje; tuvo que viajar entre ciudades bastante mientras Fer y yo celebramos nuestro grado y nuestros padres alardeaban de el seminario al que estábamos invitadas, mientras sonreíamos como buenas chicas.

Días después aguantaba las miradas extrañas a las dos sillas vacías mientras Fer estaba recostada contra la pared del baño del avión recibiendo las embestidas de Gabriel.

Ya en la cabaña junto al mar que Gabriel había alquilado me instale en una de las habitaciones mientras que Fer hizo lo mismo en otra, quedaba una habitación extra, que supuestamente sería la de Gabriel, aunque todos sabíamos que no pasaría una sola noche en ella.

Mientras me cambiaba de ropa Gabriel irrumpió en mi habitación, me exigió ponerme de rodillas e inmediatamente me insertó su miembro en la boca.

-Voy a extrañarte perrita –me dijo mientras metía y sacaba su verga de mi boca. –Mastúrbate –ordenó.

Hice caso mientras lo miraba a sus ojos y el sonreía maliciosamente; sacó de su chaqueta una cámara de fotos, me ordeno sonreír; lo que hice incómodamente mientras el estallaba el flash de la cámara varias veces. Luego me puso mi collar y me ordeno desnudarme mientras seguía tomando fotos; nunca había sentido tanta vergüenza, luego hizo todo un estudio de mi desnuda, con collar, masturbándome con el culo arriba para que pudiera fotografiar mi conchita mejor; finalmente dejo la cámara de lado y me follo salvajemente haciéndome gritar de placer hasta que se salió de mi, me metió su verga en la boca y me hizo chuparla hasta que dejo todo su semen en mi boquita. Me dio un beso en la mejilla y me ordeno vestirme para ir a la playa, recalcando que no debía quitarme mi collar en toda la semana, sin importar que pasará. Mientras me arreglaba pude oír claramente los gemidos de Fernanda. Que gran semana nos esperaba.

Más tarde Gabriel instalo cámaras de video en cada uno de nuestros cuartos, nos explicó que quería guardar los videos para recordarnos, yo me preocupe un poco, pero sabía que Gabriel nunca haría algo para perjudicarnos y nunca haría algo con esos videos sin nuestro consentimiento, así que acepté; luego tuve la oportunidad de ver todo lo que ocurrió en las dos habitaciones.

En ese primer día fuimos a la playa, yo con mi collar en el cuello; la poca gente que nos miraba me miraban algo raro, pero seguro creyeron que era algún tipo de moda y no se escandalizaron demasiado; al menos no tanto como cuando veían que Gabriel sistemáticamente nos besaba a las dos sin que le pusiéramos ningún problema por ello. Al volver a la cabaña Gabriel me ordeno ir a mi habitación, desnudarme y esperarlo en 4 patas en mi cama sin masturbarme, para comprobar que había cumplido me pidió prender la cámara una vez entrara; esto realmente no era necesario, todo mi cuerpo vibraba con solo el hecho de pensar que el podía hacer conmigo lo que quisiera.

Mientras esperaba me sentía cada vez mas excitada pensando en lo perra que me debía ver en ese momento; no se cuanto tiempo habrá pasado antes de que mi tarea se pusiera en serio imposible; de la habitación de Fer empezaron a escucharse los gemidos de mi amiga y el gruñido característico de Gabriel cuando follaba con ganas; además, por el silencio de l anoche pude escuchar claramente como Fer le gritaba pidiéndole nalgadas que empezaron a retumbar en mis oídos; casi ni lo pensé, solo baje mi cabeza y busque con mi mano mi conchita para trabajarla imaginando lo que pasaría en el otro cuarto. Solo pude detenerme cuando escuche el orgasmo de mi mejor amiga, que me hizo ponerme de nuevo en mi posición.

A los pocos minutos Gabriel entró en mi habitación y consintió mi cabeza como a una perra de verdad; para mi sorpresa fue a buscar la cámara y reprodujo su contenido; me sentía nerviosa y con algo de miedo, nunca había desobedecido a Gabriel; empecé a excitarme con la idea de Gabriel castigándome.

Sin decir una palabra al terminar de revisar el video, volvió a poner la cámara y se dirigió a mi; me soltó de pronto una nalgada que me hizo soltar un grito; inmediatamente empezó a pasar su verga por mi conchita.

-Sabes que debo castigarte, ¿verdad perrita?

-Si señor.

Gabriel metió su verga despacio en mis adentros, y de pronto sentí su dedo entrando por mi culo, emití un gemido de dolor y sorpresa, voltee mi cabeza y con un gesto Gabriel me hizo saber que ese sería mi castigo y que no debía decir una sola palabra, la situación hizo que me excitara lo suficiente como para permitir su intromisión; luego de un tiempo Gabriel forzó un segundo dedo en mi culito.

-¿Te gusta perrita?

-Me duele, pero me gusta.

-Pídeme que te meta mi verga en tu culo, puta.

-Pero me da miedo… -Con una nalgada que dejó la marca de su mano en mi nalga, Gabriel me hizo saber que esa no era la respuesta que buscaba –Por favor, mete tu verga en el culo de esta puta.

Gabriel puso la cabeza de su pene en la entrada de mi ano y empezó a empujar generándome un dolor tal que hizo que mordiera la almohada enfrente mío; Gabriel no se detuvo y mis ojos empezaron a ponerse llorosos.

-¿Te duele?

-Por favor…

-¿Quieres que pare?

-Por favor, sigue, castiga a tu perra –le dije mientras empezaba a masturbar mi conchita.

Masturbarme así ayudo un poco; pero mis palabras le dieron ánimos a Gabriel que terminó metiendo su verga entera en mi culito para luego empezar a moverse cada vez mas fuerte causando gritos de mi parte e incluso lagrimas saliendo de mis ojos. Cada vez mi excitación subía y mis gritos sonaban más fuerte, tanto por placer como por dolor; pronto el dolor desapareció y todo mi cuerpo fue solo placer; gemí tanto como me permitía mi voz y perdí la cuenta de cuantos orgasmos sentí mientras estaba así, o mientras por fin me la sacó de mi culito, y después de limpiarse me follo con fuerza hasta que básicamente quedé inconsciente de tanto placer, llena de semen en mi culito y conchita y sintiendo la presencia de Gabriel que me abrazaba.