Luchas venezolanas: (Capitulo. V)
Valentin inicia su propia cruzada para alcanzar su ansiada libertad. Para ello tendrá que recurrir al "Glamour" de su cuerpo y sexualidad. Ya no podrá resistirse a estar sexualmente de nuevo con Armando. !Capitulo Ardiente!
“Juego de poderes, conquista de Sementales”
-¡Oye! Pero la cosa sí que es cierta ¡se gustaron estos tortolitos!
- ¡Sí! Míralos como están de abrazaditos… ja ja ja
Perdimos la noción del tiempo. Desperté con el ruido de mis compañeros, que se encontraban alrededor nuestro elaborando bromas con la escena que veían. Estaba en posición de cucharita, con Frelser envolviéndome la espalda con sus brazos y cuerpo bajo la cobija. Ambos despertamos con el ruido del público que nos miraba con curiosidad, algo me decía, que la escena de anoche había sido la comidilla del campamento durante parte la mañana.
-¿Qué hora es Caliche?- le preguntó a un compañero, un somnoliento Frelser al sentarse en la cama.
-¡Son las 10:33 de la mañana! ¿Cómo estuvo su nochecita tortolos? ¿Hubo juegos de cama? ¿Jugaron a las tuberías? Ja ja ja- dijo el sarcástico compañero.
¡Y a ti que te importa Caliche!... ¡Pareces una vieja chismosa!- le dije mientras le lanzaba una almohada. Los demás se descojonaban de risa.
¡Ajap! ¿Y no fuiste tú Caliche el que escucharon pegando gritos en la carpa del negro parcero de Barranquilla la semana pasada?- dijo mordaz y divertido Frelser.
-¡No me jodas Frelser! ¡Yo no soy gay! ¡Ni muerdo la almohada!- dijo molesto y avergonzado el Caliche, mientras los demás le silbaban y se burlaban.
Los otros le gritaban bromas al quisquilloso compañero, mientras este se retiraba de la carpa, molesto por las pesadas burlas. Nos dijeron que debíamos preparar todo nuestros uniformes y artículos personales, pues en la tarde, a eso de las 3pm, llegarían los superiores al mando del Frente 8, y nos organizarían para distribuirnos en los distintos lugares estratégicos dentro de Puerto Ayacucho y sus cercanías. Entonces fue cuando la imagen y el nombre de Armando Tirano llegó a mi mente, no sentía miedo de verlo de frente de nuevo, más bien medité en las palabras Frelser; Armando me había quitado el privilegio de hablar por teléfono con mi familia, debido a eso siempre me estaban vigilando para que así se cumpliera. De repente se me vino a la mente, el peligro que corría Frelser si yo permitía que algo entre nosotros sucediera, no soportaría que el desequilibrado comandante lo lastimara. En eso pensaba, cuando…
-¡Valentín! ¡Valentín! – me dijo Frelser mientras tocaba unos de mis hombros.
Eh… ¿si Frelser?… dime.
¿Qué pasa? Ya casi es la hora, debes ponerte las botas- dijo.
-No… nada, simplemente pensaba… ¡iré a colocármelas!- dije sin más.
-¡Bien!... te espero y salimos, Juan está en el sitio de reuniones con los demás.
Tomé mis botas y luego me senté en mi camastro propio; mientras me arreglaba, Frelser iba contándome anécdotas de la noche; que si Juan paso una noche erótica con la tal Yelitza, que si tal compañero se tiró a tal chama, que ya habían dispuesto a darnos armas cortas para uso preventivo y cosas similares. Creo que después de que se le fue el efecto del alcohol, le resto valor a los besos y las palabras confusas de anoche. Me equivoqué.
-¡Estoy listo Frelser! ¡Vámonos!- dije sin importancia.
-¡Espera! Quiero hablar algo importante contigo antes de irnos- expresó sonriente.
-Ok, dime.
-¿Cómo vamos a quedar?- explicó posando sus ojos verdes en los míos.
-¿De qué?- hablé confuso.
-¿No quieres que seamos novios y amigos a la vez?- dijo mientras me sonreía.
-¡Novios y amigos! ¿Estas chalequeándome? Besas muy bien, pero ni para tanto- mentía, el corazón me palpitaba.
Pero… entonces reconoces que nuestro beso… ¿fue mejor o casi igual a los que te dabas con Armando?- estaba serio.
¡Armando!... Armando… ese nombre despreciable siempre me arruina el día. Mira Frelser, ¿Quieres honestidad? ¡Bien! ¡Besasss deee Maravillaaaaa! ¿Ahora estas satisfecho?
¡Me basta Valentín! ¡Gracias! Bueno, ya que gané… formalicemos entonces el noviazgo, será la manera en que empezaremos.
¡Que dices Frelser! ¿Te has vuelto loco? Reconozco que eres un chamo muy atractivo e increíble, pero no quiero perder esto que tenemos, de verdad me importa mucho tu amistad ¡eres lo mejor que me ha pasado!- No pude evitar poner una cara de tristeza.
Frelser se acercó a mí, y me arrinconó entre la cama y su cuerpo. Sus ojos tenían un brillo de afecto que me conmovía mucho, realmente creo que le atraía, y el a mí.
-¡Eres mi amigo! ¡Te admiro! Haz sido valiente a pesar de todo de lo que has vivido; tienes tus ideales y no has renunciado a ellos y eso me encanta de ti. Te preocupas por tus amigos, y siempre te estas esforzando en dar más de ti. Nada va a cambiar; y a pesar de que tienes temor; yo no te quiero hacer daño, te entiendo, y por eso quiero cuidarte, y quiero que sepas que puedes contar conmigo siempre; estoy empezando a sentir cosas más profundas por ti, no lo sé, aun lo estoy comprendiendo; solo quiero que confíes libremente en mí, y andemos juntos en esto, intentémoslo…
Frelser me tomó de nuevo el rostro con sus manos y volvió a besarme con dedicación. Sus palabras fueron como las frases de mi voz interior en la pasada noche: la miel para mis heridas. Me dejé envolver en los labios de Frelser; lo deseaba, no había duda, lo necesitaba, su amor me hacía bien, me curaba. Sin embargo, la imagen tortuosa de Armando volvió a mi mente y no pude entregarme a el:
-{Me solté bruscamente de él y de sus labios} ¡No! ¡No va a funcionar! ¡Vas a sufrir! ¡Él no me va a dejar en paz, lo sé!- estaba alterado, así que tomé mis cosas y salí presuroso del recinto.
-¡Valentín! – Dijo Frelser con voz dolorosa, mientras me dejaba escapar de sus brazos.
Después de ese episodio, no quise volver a hablar ni ver a la cara a Frelser durante ese día; estaba avergonzado, lo había rechazado; pero así debía ser. Nos ordenaron que hiciéramos la formación castrense pues ya era hora de iniciar el protocolo de partida. El primero en hablar fue uno de nuestros superiores, uno por debajo de Armando. Nos estaba diciendo que nos irían a separar en distintas misiones regionales dentro del frente; eso significaba que probablemente, Frelser, Juan y yo, ya no estaríamos juntos. Un nudo en el estómago se me hizo de solo pensar en ello.
No veía a Armando entre los presentes ¡Gracias a la providencia! Supongo que estaría ocupado planeando hacer maldades. Siguieron las instrucciones, hasta que empezó la distribución; quedé lamentablemente separado de mis amigos; todos nosotros no podíamos ocultar la tristeza que eso nos causaba, dentro del grupo se había formado lazos individuales muy sólidos. El Teniente, después de habernos hecho la separación, anunció antes de ceder la palabra, que el Teniente Coronel Armando Tirano iba a otorgarnos unas palabras “revolucionarias” para incentivar nuestro compromiso con la nación y la causa; vaya que fue un imprevisto que no esperaba.
Sus subalternos empezaron a abrir el paso frente a nosotros, y desde el fondo apareció mi pesadilla. Iba vestido militarmente; estaba impecable, tenía puesto el gorro militar de su rango, no puedo mentiré al decir que su figura en ese instante era imponente y apuesta. Inició el discurso hablando de las victorias que las guerrillas habían logrado en todo el eje sur del continente americano, que pronto el sueño de naciones marchando al son del socialismo salvador se haría realidad en su totalidad.
Decía que nuestro deber era defender ese legado hasta que las balas acabaran con nuestras vidas; era un compromiso de por vida, y que a partir de ahora, la victoria de la revolución seria nuestro único sueño, nuestro único motivo para no descansar día y noche. Y así siguió dando florituras comunistas hasta que me dejo bastante fastidiado; odiaba su ideología; con solo mirar lo que su socialismo había convertido a mi país Venezuela; en un nido de ratas, gente deshumanizada y un cementerio interminable de inocentes ¡La salvación! ¡A otro perro con ese hueso! Su discurso concluyó; él se retiró formalmente y luego nos dieron la orden de tomar posición de descanso antes de partir en media hora. Me sentía triste, iban a separarme de mis hermanos; me volvía a sentir como cuando tuve que dejar mi casa amenazado. Pensaba que de nuevo iba a estar solo, sin nadie en quien confiar completamente. Así estaba alejado de los demás, pensando bajo un árbol. En ningún lado veía a mis amigos entre la multitud del campamento y los nuevos que nos reemplazaban, otro grupo de asustados y condenados jóvenes. A lo lejos de donde me hallaba sentado, pude ver a Armando charlando animoso con un muchacho, mientras desde otro punto veía caminar a Frelser y Juan hacia donde me encontraba. En eso estaba, cuando escuché el grito de una voz femenina alterada:
-¡Hoy no te vas sin pagármela maldito marica!- expresó detrás de mí una voz elevada, parecía la voz de la muchacha que rechacé en una fiesta de aquí hace tiempo.
Gemí por el dolor que unas uñas muy filosas me provocaron en mi rostro y cuello. La tipa estaba desquiciada, cumplía su amenaza; intentaba zafarme de ella, tratando de esquivar sus reiteradas intenciones de desfigurarme la cara con sus uñas. La gente se dio cuenta del altercado.
-¡Valentín!- oí que grito cerca lo que parecía ser la voz de Frelser.
¡Ah! ¡Suéltame desgraciada!- le decía molesto mientras algunas personas empezaron a quitármela de encima.
¡Que te has creído Marica! ¡Que solo por ser la puta favorita del comandante, puedes andar echándoles mierda a los demás! ¡Ah! ¡Desviado!- decía la loca.
-¡No te atrevas a decirme puto ni desviado maldita! ¡Tú eres la calenturienta zorra!- dije furioso y adolorido.
La muchacha luchaba por liberarse del agarre de los que ahora me libertaban de ella y la retenían. Sentía que toda la cara me ardía; toqué mis heridas con mis manos, y pude ver que estaba sangrando. Frelser vino en mi ayuda, y alarmado me dijo que tenía que sacarme de allí. Estaba de acuerdo con eso, pero solo di unos cuantos pasos, cuando comencé a sentir mucho dolor en las heridas, se me debilitó el cuerpo y la cabeza me dio giros, entonces perdí el conocimiento. Lo último que escuche fue la voz autoritaria y poderosa de Armando, preguntando que estaba pasando allí.
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Dos días después :
Desperté en una clínica. Los ojos los tenía sensibles ante la luz; poco a poco me fui adaptando hasta que al fin, pude abrir completamente la circunferencia del ojo. Escuché que la puerta se abrió, y el grito de una mujer hizo que me asustara un poco. ¡Era Raquel, mi mama! No la veía ni hablaba con ella desde hace muchísimo tiempo. Cuando se lanzó a abrazarme en la cama, no pude sino llorar de la alegría.
-¡Mama!... ¿Cómo… es posible?- dije emocionado.
(Lloro) ¡te extrañaba tanto mi Valentín! Creí… que morirías. – respondió desconsolada.
Estamos juntos mama, juntos otra vez- decía.
Nos abrazamos por otro largo tiempo más, hasta que ya calmados, empezamos a conversar. Notaba en el rostro de mi madre muchas ojeras, y como más envejecida; me entristecí porque tal vez estaba sufriendo emocionalmente por mi culpa.
-El con sus perros, te trajeron para esta clínica, me dijeron que una mujer te había atacado y que habías perdido el conocimiento a causa de un veneno puesto en sus uñas- dijo.
-¿El?... ¿Un veneno? ¿Pero cómo?- respondí con desconcierto
-Arman… ¡Armando hijo! El dio la orden de traerte aquí y me contacto después. Fue un veneno que casi te lleva de este mundo- dijo mi mama con resentimiento.
-Me olvide… que él está en todos lados- afirmé impotente.
-¿Porque te quería matar aquella mujer?- expresó interrogativa.
- Le rechacé un baile en una fiesta mama… se molestó y me amenazó- dije
-¡Que desquiciada demente!- respondió.
-¿Cuál es la condición para que estés aquí?-dije.
-Aun no me ha dicho nada… sigue obsesionado contigo, estas en la mente de un peligroso hombre y… aphh – mi madre empezó a llorar de nuevo.
-Mama deja de llorar, yo tengo la culpa de todo lo que nos ha pasado, me lo merezco por estúpido.
-¡No! ¡Claro que no! Pensabas en nosotros, en nuestro bienestar, solo querías aligerar nuestra supervivencia… no es tu culpa… ¡no lo vuelvas a decir!- ella me sorprendía.
-¡Mama!…yo…- ella me interrumpió.
-¡Ya va! Tengo que ir a avisarle al médico que reaccionaste, se me olvidó por completo ¡Ya vuelvo! – dijo esto y ella salió en búsqueda del especialista.
Aproveché ese momento para tocar con mis manos mi rostro; estaba vendado en algunas zonas de mi cara al palparme; tenía una hinchazón horrible en esas partes del rostro. Se agregaba un poco de mareo y cierta dificultad para mover los músculos faciales. Alguien abrió la puerta de la habitación, era Armando Tirano.
Nada más verlo, me hizo desviar la mirada hacia el vacío, su presencia me alteraba. Se acercó confiadamente a mí, y se sentó en el borde de la cama. Guardó silencio un momento mientras me miraba y luego hablo:
-¡Valentín! Estoy muy alegre de que usted haya despertado… Haría lo que fuera por usted, ya lo sabe- dijo serenamente.
-{Me costó responderle} supongo… que te debo agradecer toda la ayuda, bueno gracias – No dije más nada.
- Raquel y yo hablamos con el doctor, que en un momento vendrá a verlo. Nos dice que esto es una buena señal, usted se va a recuperar, ya lo peor pasó, dice que las heridas e hinchazón se curaran, tendrá que seguir un tratamiento. Ya lo tengo todo cubierto no se preocupe. – Él hablaba pero yo solo me limitaba a mirar al vacío.
-¡Armando!… me duele la cabeza, quiero descansar por favor- dije tratando de ser lo menos grosero.
-¡Listo!... vendré después- respondió y luego se acercó a mí, me tomó de la cabeza y me beso la frente, mientras decía:
-Me dio un susto grande ¡Lo extraño! ¡No lo he olvidado!- su voz era conciliadora, a mí me perturbaba.
Armando se alejó lentamente y luego cerró la puerta. Luchaba por no perder los estribos dentro de mí. Mi madre Raquel y el doctor a los minutos ingresaron. El médico me examinó y luego me pronosticó una favorable recuperación. Después de más preguntas, él se fue de la habitación diciéndome que enviaría a una enfermera para que me diera tratamiento para el malestar. Mi mama entonces siguió contándome que Armando indirectamente pretendía reconquistarme; conociendo ahora como él era, esa determinación incluiría el uso de estrategias sucias. ¿Hasta qué punto llevaría su obsesión por mí este hombre? ¿Qué era capaz de hacer que aún no conocía? Estas preguntas no le hacían bien a mi dolor de cabeza. Mi mama me seguía hablando de Armando:
-Él fue varias veces a la casa, eso fue meses antes de que te pasara esto. No tenía más remedio que recibirlo, igual me interesaba, quería saber de ti. Él me contaba que tú estabas bien, que él siempre estaba pendiente de ti, que seguía enamorado inmensamente de ti; pero que tú lo estabas rechazando por el rencor que le tenías por haberte engañado. Dijo que estaba furioso por tu rechazo; pero luego comprendió que era mejor que pasara un tiempo para que las cosas se calmaran. Hasta que llegó esta tragedia, y entonces pudo demostrarte lo mucho que le importas. Dijo que el mismo te levantó del suelo de donde te desmayaste y personalmente te trajo hasta la clínica.
-¡Todo un Galán! ¡Quizás le monte un altar para adorarlo!- dije con sarcasmo.
- Por lo que veo, no te lo quitaras de encima hijo!- dijo mama afligida.
-¡Él no está bien de la mente mama! ¡Nadie puede amar y a la vez hacerte daño!- dije.
- ¡Estoy de acuerdo! Tu papa… era violento conmigo… tuve que dejarlo por eso ¡Quien sabe que hubiera pasado si me hubiera resignado a que me maltratara! ¡No estaría aquí!
-¡Fuiste valiente madre! ¡Estoy orgulloso de ti! ¡Haz luchado por nosotros, con sudor y lágrimas! ¡Qué otra mujer se podría comparar contigo! Soy afortunado… te quiero mami- eso le dije a Raquel desde el fondo de mi alma y luego nos abrazamos.
Ese día transcurrió, así como todos esos 6 días adicionales en la clínica. Armando nunca dejo de visitarme diariamente, siempre llevaba las cosas favoritas que él sabía que me gustaban. Libraba una lucha interna para evitar echarlo de mi presencia. Me dieron de alta, y me recomendaron no insolarme y seguir guardando más reposo. Así que el Comandante, en uso de su poder sobre el Frente 8, me permitió permanecer unos días en mi casa bajo los cuidados de mi mama.
Jamás podré olvidar el día que llegue a la puerta de mi casa, y mi hermanito me recibió con gritos y lloriqueos, ese momento me tocó profundamente. Mi otro hermano emergió del fondo de la puerta y me recibió también con un abrazo; podía percibir que mi tiempo fuera, lo había hecho apreciarme más. Pasee unas semanas maravillosas, estaba de nuevo con mi familia, ahora entendía lo importante que es tener y valorar un hogar a donde llegar. La curación de mi rostro fue buena, ya se había deshinchado la piel y las cicatrices empezaban a desaparecer. En esos días también recordaba a mis amigos, en especial a Frelser, a quien extrañaba dolorosamente; sí, lo extrañaba demasiado, anhelaba estar entre sus brazos, su afecto, su compañía, todo de él; sentía mucha culpa por el rechazo que le hice, el prácticamente me estaba diciendo que yo le gustaba y que quería que nos ennoviáramos, y me lo hizo saber a su modo.
Frelser era un mundo distinto si lo comparaba con Armando; eran dos fuerzas humanas que emanaban poder, seguridad, carácter; una me sanaba, otra me hacía daño. Por otro lado, Armando me siguió visitando; me incomodaba mucho que no menguara aquel deseo que tenía hacia mí. Todos teníamos que tolerarlo, nos convenía; cada vez que lo veía pensaba en el consejo de Frelser, en que debía usar otra táctica para debilitar en las sombras a mi enemigo. Debía hacerle creer lo que él quería que yo fuera. Jugar con el fuerte y carcomerlo desde el fondo de sus altos muros.
Era vigilado día y noche, eso no me sorprendía. Patrullas del ELN vestidas de civiles, siempre seguían el movimiento de la casa, así que no podía salir, a diferencia de mi hermano mayor, mama y mi hermanito pues él tenía que ir a la escuela. Ya se me agotaban los días, pronto tendría que volver a la actividad con el frente 8; y en eso meditaba los últimos días, cuando me llegaron noticias de Frelser. Ese día estaba tocando mi guitarra acústica en mi habitación y mi hermano mayor tocó a mi puerta; lo deje pasar y me dijo que en su teléfono había llegado un mensaje extraño. Este solo tenía un membrete que decía: Cara de niño, y luego un montón de números y letras sin sentido. Los únicos que sabían que me llamaban así eran pocos conocidos, viejas relaciones, mi familia, Armando y Frelser; la diferencia era que nadie sabía escribir con ese código castrense que únicamente a mí me habían enseñado, junto a Frelser, y Armando. Le pedí el teléfono a mi hermano y copie todo el contenido en una hoja; lo traduje y decía esto:
{ He movido cielo y tierra para poder hablar contigo; la última vez que estuvimos juntos, no nos despedimos de la mejor manera; lamento mucho que todo haya terminado así. No hay día en que no piense en ti, me he dado cuenta que me siento incompleto sin ti, creo que ahora comprendo mis sentimientos; te quiero confesar que, quiero volver a dormir abrazado junto a ti. Quiero oler y sentir tu piel. Deseo tenerte ahora conmigo y nunca dejarte ir. Me haces tanta falta. Sé que estas bien, he conseguido información. Estuve mal en esos días que pasó el accidente, no sabía si sobrevivías o no; ahora me alegra bastante que pronto sea probable vernos. Cuento los días. No te sientas culpable de nada, asumo el peligro de amarte. TE AMO. Tuyo-7Peace .}
Era él, Frelser, estaba desbordante de alegría por sus palabras ¡Me amaba! Salí de mi habitación para regresar el teléfono a mi hermano, y lo hallé preparándose para salir. Le pregunté si nuestra madre estaba y me dijo que había salido junto a mi hermano menor. Me iba a quedar solo. Y hubiera estado bien, sino fuera porque en ese momento también estuviera llegando Armando en su nuevo automóvil azul oscuro.
-¡Maldición! ¡Lo que me faltaba!- dije molesto.
-¡Detesto a ese tipo! ¡Deshazte de él pronto Valentín!- me dijo mi hermano.
-Si pudiera hacerlo ahora, lo haría- respondí.
-¡Adiós! –se despidió mi hermano y se fue por la puerta trasera, mientras Armando tocaba la puerta principal.
-¡Dios Ayúdame!- supliqué en voz baja.
Dejé a Armando ingresar, mientras me sonreía y me daba una bolsa con varios paquetes de gomas dulces. No pude evitar tomarlo de su mano, me encantaban.
-¡Veamos una película! ¡La traje en el Pendrive!- se le veía muy animado.
-Bien - dije sin mucha importancia. – ¡Traje maíz para hacer las cotufas!- decía mientras me miraba como siempre.
¡Entonces las haces tú! ¿Cocinas no?- le dije antipático.
Me defiendo ¡Ya vera!- dijo y se fue a la cocina a prepararlas.
Qué situación más extraña, un Teniente Coronel, Jefe de un Frente Guerrillero colombo-venezolano, temido y respetado por sus subalternos, acostumbrado a mandar a medio mundo, ahora, atendiendo a los caprichos de un simple muchacho y soldado de rango menor. ¡Esto era la gloria! Y apenas era el comienzo ¡Por algo el temido y cruel Herodes El Grande, se rebajaba y sometía a las humillaciones de su propia esposa Mirian! ¡Lo que genera una obsesión!
-¡Frelser si fueras tú el que estuvieras aquí en lugar de Armando!- pensé en mi mente. Todo hubiera sido tan distinto, si lo hubiera conocido primero a él, las gomitas me consolaban.
-El martes vendré a buscarlo; va a estar seguro conmigo, no correrá riesgos, se lo prometo- dijo Armando desde la cocina.
-Yo quiero estar en acción ¡Que decepción! para nada me hiciste revolcarme en el fango, dormir mal y privarme de mi familia y de mi libertad- le dije de mala gana.
Vi a Armando acercarse hacia mí desde la cocina, le notaba serio, y claro, como es todo un machito, le gusta que las cosas se hagan a su modo; ya no podrá ser más así, le voy a dar mala vida; si pretende recuperarme pues que se cale mis impertinencias. Armando se sentó a lado mío en el mueble, tomó una postura seductiva, me miró penetrante y me dijo:
-¿Qué más me va a reclamar? Lo escucho, acuérdese de que soy su coronel, puedo aprobar o desaprobar sus solicitudes, hable.
- Hump la tipa loca que me atacó me dijo que yo… yo era y cito “la puta favorita del comandante” ¡ Te aclaro que yo nunca he sido esclavo de nadie, ni me he vendido por dinero en toda mi vida! ¡Quiero hacer el mismo trabajo que irán a hacer mis demás compañeros de tropa! ¡No quiero una jaula de oro! ¡Quiero hacerme cargo de mí mismo! ¿Qué te parece?- lo miré desafiante.
Armando dibujó una sonrisa irónica en su rostro, sus ojos reflejaron el deseo sexual que yo conocía perfectamente de su personalidad; se acercó un poco más y una de sus manos la dirigió a mi pómulo derecho y me empezó a acariciar; eso me desagradaba, sin embargo pensé nuevamente en las palabras de Frelser.
-¡Me vuelve loco el nuevo Valentín que oigo y veo frente a mí! ¡No sabe cómo me estoy conteniendo de no lanzarme encima de usted y devorármelo a cuerpo entero! – a Armando le excitaba la situación.
Ataqué bajo el plan que premedité. Debía convencer a mi presa, hacerle creer lo que yo deseaba sugestionar. El hombre se salvará o morirá por las palabras de su boca, eso dice un proverbio bíblico. Tomé la mano de Armando de mi cara y se la aleje, luego mientras le miraba, con mis dos manos lo lancé al borde del mueble que estaba de su lado; me subí sobre su cuerpo, y puse mi rostro frente al suyo, mientras que mi mano izquierda frotaba provocadoramente su miembro viril por encima de la bragueta del pantalón. Le dije:
-¡Si de verdad quieres que vuelva a complacer tu más depravadas fantasías!... ¡Es mejor que cumplas todos mis deseos y me trates bien Armando!...nada de mentiras ¡Tú serás feliz y yo también!...deja que siempre vea a mi familia ¿qué opinas? ¿Estas… de acuerdo? – hablé de la manera más seductora que mis cuerdas vocales me permitían. Mi papel no debía ser cuestionado, era todo por el todo.
Ahh… ¡Valentín!... me vuelve loco… ahh… lo que usted… quiera – me dijo entre gemidos de placer.
¡Ok! ¡Miremos entonces la película!- dije sin más, y me baje y aleje de él. Lo deje con una evidente erección que palpe con mi mano empleada.
¡Venga acá venequito, no me deje así! ¡Mira como me ha puesto!- dijo Armando desilusionado mientras me señalaba el bulto debajo de su bragueta.
¡El trato esta hecho, la noche es larga Armando! ¡Pon la película!- le dije cortante y luego fui a la cocina.
Fue bueno que antes que siguiera insistiendo en que terminara lo que mi provocación le había causado, llegara mi mama con mi hermanito, eso lo mantuvo a raya, aunque era evidente en su rostro que se sentía disgustado. Yo lo estaba disfrutando, sonreía a sus espaldas. Trajo una película de acción que estaba entretenida; mi hermanito la veía junto a nosotros. El pequeño comentaba chistoso las escenas y al escucharlo me hacía reír, era evidente que él había heredado la comedia del hermano de mi mama.
Abrazaba a mi hermanito mientras veía la película, pero podía sentir la miraba incomoda de Armando al observar de reojo. Fueron alrededor de 3 horas y media el tiempo que duró la película; mi hermanito ya se había ido a acostar al igual que mi mama; mi otro hermano se había quedado en casa de un amigo supuestamente, mi mama me dijo después que anda enamorado. Ya eran como las 10:30 pm de la noche; decidí recoger las cosas sin pedir la ayuda de Armando; el luego se ofreció a ayudarme, no le repliqué nada. A los minutos estuvimos listos.
-Ya es tarde, iré a descansar, te acompaño hasta la puerta - le dije a Armando.
-No me voy sin que antes resolvamos algunas cosas pendientes ¿qué dice amor?- me dijo mientras me miraba con lujuria.
-Armando Tirano ¡No me digas amor! eso no me gusta, estoy tratando de perdonarte, no he olvidado nada ¡Y tú lo sabes!- dije esto con bastante irritación.
Armando coloco una cara seria de malhumor, sin embargo, tomó un respiro, miró a otro lado, se controló, volvió a mirarme y luego me dijo:
- Esta bien… le entiendo, no me molestare por esto; me estoy esforzando por ser un mejor hombre para usted, quiero que lo sepa Valentín, usted sabe cuánto lo amo, lo amo a morir- hablaba con sinceridad.
-Que bien, buenas noches, nos vemos el martes, adiós- le dije sin expresión desde la puerta.
Armando me miró, y pude ver su decepción por mi trato, sin embargo antes de voltear para irse, me tomó el rostro con una de sus manos y beso con delicadeza mi pómulo derecho, se lo permití.
-Buenas noches Valentín… ¡Te amo!- luego se fue.
Que malo era, pensé en mi mente, alguna vez fue el hombre de mi vida, el me hizo feliz, me sentía seguro a su lado; en compañía de alguien en quien podía confiar y que en fin, era mi novio, mi amante, mi confidente y mi todo; su hipocresía y engaño destrozó ese vínculo, llegue a la conclusión, de que se lo merecía después de todo. Aunque tengo motivos y parece que soy de los dos el más correcto, pienso que yo no soy el chamo más santo y ejemplar que tenga este país, solo sé que reconozco mis limites, se cuándo debo parar y cuando debo reflexionar sobre mis propios errores.
☼☼☼
El día siguiente transcurrió sin ninguna otra novedad; aproveché al máximo el tiempo junto a mi familia, antes que en el siguiente día que sería martes, Armando me viniera a buscar. No sabía si volvería a ver a mi familia, ni sabía cuán lejos me llevaría este paramilitar. Esperé paciente los resultados.
Su automóvil llegó temprano en la mañana. Mama ya me había preparado el desayuno con antelación y tristemente me había despedido de mi hermanito que no paraba de llorar mientras me abrazaba. Mi madre recibió a Armando mientras yo guardaba mis últimas pertenencias. Al salir a la sala, solo dije:
-¡Estoy listo!
-Espera hijo, te quiero dar algo- habló mama mientras retornó y se fue en búsqueda de alguna cosa.
-¿Cómo amaneciste amoo… Valentín?- dijo Armando mientras corregía la frase que me desagradaba.
-Bien… esperando que cumplas tu palabra- dije mientras le miraba serio.
-Todavía no ha cerrado el trato conmigo, me debe algo- respondió mientras recorría mi cuerpo con su mirada.
-Yo… - mi mama interrumpió.
-¡Hijo! Te hice esto anoche.
Ella me confeccionó un brazalete de bisutería, en colores azul y negro, mis colores preferidos; en el medio de la artesanía, tenía unas palabras hechas con las mismas cuentillas en color blanco, estas decían: “Se fuerte y valiente”. Mire a mi madre Raquel agradecido mientras ella me colocaba el brazalete en mi brazo derecho.
-Gracias mama, seré fuerte y valiente para ti y mis hermanos- le dije y en seguida la abracé, no pude retener mis lágrimas.
Mi madre me retuvo en sus brazos, mientras nostálgica me decía que me cuidara y que esperaba que pronto pudiera volver a verme; me dijo que me amaba, y que sin importar las cosas terribles que habían ocurrido, saldríamos hacia adelante superándolo como siempre ha sido. Armando nos miraba apenado y luego bajaba la mirada con culpa.
-¡Y tu Armando! Cuida de mi muchacho, estas obligado pues lamentablemente tuvo que encontrarse contigo y tu gente ¡ Si lo lastimas… no sé.. Si pod..! – Armando la interrumpió.
-¿Lastimarlo Raquel? ¡Desde ahora jamás! ¡Sabe que yo amo a su hijo! ¡Le juro que voy a cuidar de el! ¡El me importa demasiado!- dijo esto con voz elevada y serio.
¡Eso espero!- le dijo ella.
Bueno, es hora de irnos Valentín- dijo finalmente Armando.
-Adiós Mama, cuídate mucho; nos veremos muy pronto, tengo fe en eso.
-Hasta luego Raquel, me ocupare de que todos aquí terminemos felices- luego Armando se fue a encender el auto.
- Fuerte y Valiente, no lo olvides- dijo mama. Asentí y fui tras Armando.
El viaje a mi destino final fue en silencio. Ni yo quería hablar con Armando, ni el hallaba la forma de sacarme conversación. Resultó que me llevo a la finca de su familia, a ese lugar donde muchas veces fui a quedarme y visitar a sus supuestos familiares. Justo allí vivimos largas noche de sexo apasionado.
-¡Me trajiste a la finca de tus padres!- hablé molesto.
-Sí, construí mi propia casa- me dijo mientras acomodaba el auto en el estacionamiento.
- Eso quiere decir que incumpliste el trato- dije secamente mientras lo miraba.
-Desde aquí vas a trabajar, servirás a la revolución desde mi cuartel.
Es decir “seré la puta favorita del comandante” y estaré aquí sirviendo a tu lujuria.
¡No es así Valentín!- me gritó Armando al golpear el volante. Luego se retractó. –¡Perdón! ¡Perdóneme! Valentín, no es así! Serás un combatiente y lo harás a mi lado, aquí es mi base de operaciones. Te estoy diciendo mucho, que eso demuestre el grado de confianza que le tengo.
-¡Esta bien Armando, lo malinterprete!- dije mientras tomaba una disimulada bocanada de aire. Él todavía era intenso.
-¡Venga! Entremos, le ayudare con sus cosas.
Cuando estábamos en el apogeo de nuestro noviazgo, Armando me reveló que estaba planeando construirse su propia casa dentro de la finca; el imaginaba vivir allí junto al amor de su vida, así que le alegraba que ya lo hubiera hallado, refiriéndose a mí, y que ahora solo faltaba construir ese lugar de ensueños. Viéndola de frente en este presente, me di cuenta que nunca renunció a lograr ambas cosas, tenía la casa y me tenía a mí, aunque condicionalmente. El hogar era de dos plantas, era espacioso, con arte y decoraciones modernas. Y lo que me impresionó mas antes de notar eso, fue que estábamos acompañados de muchos efectivos paramilitares conocidos y desconocidos; que desde que llegamos, se acercaron a recibirnos con mucho protocolo castrense.
-Mi teniente Coronel, Camarada Sotomayor presentándose ¡Entrega y honra a la revolución! ¡Por ella doy mi vida! Señor, pido permiso para escoltarlo con mi fila- dijo este ELN uniformado, mientras Armando asistía a su protocolo militar.
-¡Permiso Concedido Camarada Sotomayor! ¡Viva la revolución salvadora de América!- dijo Armando y después bajo la mano de su sien al igual que yo.
-¡Que viva!- gritaron todos los efectivos paramilitares que nos recibían.
Al lado de su casa, había otra estructura diseñada como un pequeño cuartel militar; allí otro grupo de más o menos 20 personas esperaban en formación de filas y columnas, en la entrada de aquel recinto; Me dirigí con Armando a darles el saludo militar, y al instante siguiente, después de que rápidamente el comandante le preguntara superficiales preguntas de las novedades y estado de animo de la tropa, nos despedimos de ellos. Ingresamos a su casa y pude respirar tranquilo de toda esa muchedumbre. El lugar estaba fresco, el aire acondicionado aliviaba el calor del verano guayanés.
-Esta casa tiene 6 habitaciones, puedes elegir la que usted quiera, aunque me haría feliz que usted durmiera como mi pareja en mi habitación- me expresó Armando mientras me guiaba por una escalera interna, ayudándome con una maleta.
- Eso ya lo veremos- fue lo que le respondí.
Me guió por un corredor en la segunda planta, y me fue mostrando todos los espacios disponibles, hasta que al final me decidí por una habitación que tenía vista hacia las áreas verdes detrás de la casa; tenía una pequeña terraza donde podía ver el cielo azul y la lejanías de planicies y montañas de piedra, típicas del municipio Atures.
-Iré a encomendar el Almuerzo y otras cosas, bienvenido a su hogar, es libre de pasearse por donde quiera, estaré abajo si me necesita- dijo Armando mientras me sonreía.
Yo solo asentí neutralmente como respuesta mientras el cerraba la habitación tras de sí. Respire profundo y me lancee sobre la cama del lugar. Ahora estaba solo de nuevo, sin mi familia, sin mis amigos, sin Frelser; solo, con Armando Tirano, el poderoso muchacho obsesionado que no me quería soltar. Pensando en muchas cosas, me quede dormido por un tiempo indefinido. Me despertó el sonido del toque de la puerta.
-Sí, dime Armando- dije
-¡Camarada Valentín! Soy Marisela, Ayudante de cocina de la tropa. – habló una voz femenina.
Me levanté, golpee mis pómulos para despertarme y luego me dirigí a abrir la puerta. Me encontré con el rostro de una muchacha morena y de cabello oscuro y recogido.
-Es un placer Camarada Marisela, dime que es lo que tienes que decirme- dije cordialmente.
- Camarada, el comandante Armando Tirano le ha mandado a decir que baje, el almuerzo está listo- dijo con una sonrisa indescifrable.
-Ok, ya bajo entonces, gracias camarada Marisela- le dije.
- A su servicio camarada Valentín- después giro y se fue.
Me cambié para estar más cómodo, me lavé la cara en el baño, y después bajee al piso de abajo. Allí me encontré con Armando conversando por teléfono, dando órdenes a quien sabe. Al mirarme llegar, decidió terminar la llamada; me miró sonriente y luego me invitó a sentarme en la mesa:
-Veo que tienes buen gusto, tu casa es hermosa y lujosa- dije observando todo.
-Gracias Valentín, pero lo que embellece aún más esta casa es usted, usted es la pieza que faltaba, lo más hermoso que ahora tengo aquí- me estaba coqueteando.
-Hum jup – dije incómodo.
Almorzamos mientras Armando trataba de sacarme conversación; yo le respondía con monosílabos y asentimientos. Me comunicó que tenía que salir a comandar las operaciones del frente 8; pero que me dejaría en compañía de los camaradas Marisela y Mauricio; me presentaría más tarde ante una tal María en la cena. Eran tres combatientes a su servicio, que se desempeñaban en la cocina, veterinaria y coordinación de recursos.
-Me gustaría llevarlo cabalgar por la hectáreas de la finca hoy mismo si pudiera ¿sabe montar un caballo? tengo unos que recién adquirí-dijo Armando antes de subir a su habitación.
-No, nunca tuve uno.
Le podría enseñar, aunque el veterinario también sabe guiar en los primeros pasos con más tranquilidad que yo.
Bueno creo que podría ir con él, ya que no podre intégrame al frente en este día- dije insatisfecho.
No se preocupe Valentín, hoy se me relaja y mañana empieza la reintegración ¿entendido? – Armando estaba frustrado.
-De acuerdo, entonces que te vaya bien- le hablé y me giré para irme a la habitación de primero.
¡Espere!- dijo mi ex mientras me tomaba de la mano y me empujaba con su cuerpo contra la pared lateral del comedor. Me tomó desprevenido.
Mi hermoso Valentín… no se olvide que me debe cerrar el trato, además quiero que me respete. Deme lo que usted sabe que quiero.
-Armar…. – me calló la boca mientras me tomaba el rostro y me besaba.
Hum… aghh – Trataba de hablar pero él me callaba con su boca invasiva. Logree zafarme de él; me encontraba confuso.
¡Pero qué es lo que te ha dado Armando! ¡Casi me quedo sin respiración!- dije recuperándome.
-Ja ja ja usted siempre será mío ¡De mí no se va a escapar! ¡El semental siempre vuelve con su yegua! A las cuatro vendrá Mauricio… – hablaba riendo mientras subía a cambiarse, pero lo estaba diciendo en serio.
Esto era un juego de poderes, era su manera de decir que por más que yo lo rechazara e intentara manipularlo, el volvería a hacerme suyo, temía a las consecuencias de ese futuro. ¡Frelser! ¡Si yo pudiera escapar de este infierno, si pudiera irme contigo y mi familia! esto lo pensaba afligido mientras estaba de pie perturbado por la brusquedad de Armando. Yo ¿Una yegua? ¿Ese era el papel que él quería que jugara? ¿podría resistirlo? ¿Lograría convencerlo?
Subí a mi habitación, y me encerré en el baño; allí, desnudo con el agua de la regadera cayendo sobre mi cabeza, me propuse calmarme. Imaginé el rostro de mi mama y el de mis hermanos, pensé que si no me sabía mover de una manera astuta, ellos saldrían lastimados. Pensé en Frelser y en lo imposible de nuestro amor; lo amaba y no quería que le hicieran daño. Entonces dije en mi mente que lo haría, tendría relaciones de nuevo con Armando, le haría el hombre más feliz sobre la tierra, tomaría el papel que quería que asumiera, lo convencería, y llegaría el día en que debilitado de poder, de rodillas a mis deseos, me libraría de él y lo acabaría, sí así lo haré ¡Seré esa yegua para el semental! Por mi madre, por mis hermanos, por Frelser, por mi país, por Valentín, por la libertad.
Salí del baño y luego me preparé para salir con el tal Mauricio dentro de unas 2 horas. Me dirigí a la pequeña terraza de la habitación con mi guitarra y allí me senté en una silla de madera tejida. Contemplé por un instante la distancia del panorama, el cielo azulado con cúmulos de nubes, las montañas de piedra oscura y maciza, con sus faldas cubiertas de pequeños bosques selváticos; la llanura de la finca paramilitar con sus matorrales, árboles frutales, y animales de cría. Recordé la canción que le gusta a mi mama, una canción de amor de principios de la década del 2000, que era de una cantante canadiense famosa; ella siempre la entonaba mientras cocinaba, cuando estaba alegre o nostálgica. Tomé mi guitarra, recordé los acordes y la cante:
Cuando te adormeces junto a mí
Entonces no me quedan dudas
De que aún existe amor,
La indecisión que hay en mí, yo la mandare a la luna,
Para vivir contigo
La soledad de cada día, que entre lágrimas crecía,
La alejare de mí
Para amarte a toda costa, para amarte a cada momento
A pesar de tanto mal que gira en torno nuestro {…}
Las dos horas pasaron en la terraza, lo cronometré en el reloj. Baje a la sala de abajo y me puse a esperar en un gran sofá de cuero. A los minutos alguien tocó a la puerta. Me acerque para abrir, y entonces allí vi al veterinario llamado Mauricio, el que me iba a enseñar a montar.
-¡Camarada Valentín! ¡Es un honor conocerle! Bienvenido a la comandancia del frente 8, me ofrezco a su servicio cada vez que usted y Armando lo requieran! – luego ambos bajamos la mano de la sien después del saludo militar.
-Te agradezco mucho la bienvenida camarada Mauricio, espero servir bien en el frente 8- dije.
-¡Estoy seguro que así usted lo hará! ¿Está usted listo para partir camarada Valentín?- me pregunto el muchacho colombiano.
- Claro Camarada, vámonos.
Era un parcero muy simpático de personalidad, me cayó bien en todo ese breve tiempo que me estuvo enseñando. Mauricio tenía su atractivo aunque no era tan guapo como Armando o Frelser; más bien destacaba por sus ojos azules, su estatura un poco más baja que Armando, un rostro alegre, un cuerpo bien formado, su pelo castaño, su piel bronceada por el sol y una sonrisa cautivadora, todo un soldado de la llanura. Me enseñaba en un cobertizo que albergaba a tres caballos de raza que eran unas bellezas. Daba mis primeros pasos en los lomos de Fortuna, un caballo negro que era alto, manso y amigable.
-Me da un poco de miedo caerme Mauricio- Le dije con más confianza.
-No se Preocupe Camarada Valentín, yo estaré pendiente de cualquier cosa- me dijo mientras estaba parado al lado, acariciando el lomo del animal para relajarlo.
-Ok gracias, Pero dime solo Valentín estamos en confianza.
- Entendido Valentín- dijo y luego me sonrió cautivador.
Me adecúe a la silla, y ya estaba listo, Mauricio me llevaría a dar un corto paseo mientras el guiaba al caballo por la cuerdas del bozal. Sacó la cuerda de la base en donde Fortuna estaba sujeta, y luego nos sacó a los dos a la luz de la llanura Aturense; yo estaba entusiasmado, era la primera vez que me subía en el lomo de un potrillo; toda mi vida la viví en un entorno semi-urbano, jamás tuve la ocasión de tener contacto con caballos hasta ahora. El clima estaba caluroso, por eso recorríamos un camino de tierra bordeado de frutales de Mango y Merey que nos hacían sombras con sus altas copas.
-¿De qué parte de Colombia eres Mauricio?- le dije.
-Soy de Cali, sirvo a la revolución desde hace 4 años- me dijo mientras miraba hacia el frente.
-Creo que ese lugar está muy lejos de aquí ¿no?
Sí, usted vera, estoy en el frente desde mis 19 años.
Eso quiere decir que tienes… ¿22 años o algo así?
Usted si es verraco, lo ha acertado- luego me sonrió con aquella sonrisa que enamoraba.
Yo tengo 21 años y llevo relacionado con el frente como dos o tres meses. No fue por elección- dije esto con nostalgia. Mauricio guardo silencio por un momento. Luego se atrevió a hablar:
-Si se aprende a ser prudente, se sobrevive en este lugar, tome este consejo, se lo doy de muy buena fe Valentín- Mauricio mostró un rostro amistoso.
-Lo acepto, gracias por el consejo Mauricio.
-Estoy a sus órdenes y a las del comandante Tirano- me dijo.
Seguimos hablando cosas más triviales hasta que pasada como media hora, Fortuna nos dio un susto; levantó sus patas y cuerpo del suelo atemorizado, ya que vio una serpiente en el camino. Perdí el equilibrio y hubiera caído de bruces en el suelo arenoso de no haber sido porque Mauricio me tomó en el acto y caímos en el suelo, terminé aterrizando encima de él.
-¿Esta bien Valentín? ¿Se lastimo? Dígame- me dijo preocupado.
-No, no, estoy chévere, un pequeño raspón en el codo pero más nada- dije mientras volteaba a mirar el raspón mientras estaba sentado en el suelo.
-Déjeme ver, tengo que entregarlo sano al comandante- palpó mi codo izquierdo.
-¡No es nada Mauricio! Levantemosno- acto que hicimos en un instante.
-No me esperaba esto, la serpiente ya se perdió del camino- respondió Mauricio.
- Nadie lo previó, está bien no te preocupes. Regresemos, iré a pie de regreso, son las 5:40 de la tarde.
Retórnanos al cobertizo de caballos; yo iba restándole importancia al incidente, haciendo bromas a Mauricio y al caballo Fortuna que nos echaba un ojo de vez en cuando. El chamo alegre pronto rebajo su preocupación y luego me dijo que estaba disponible cuando yo quisiera volver a pasear con el caballo; el siempre estaría en las cercanías cuidando de la salud y bienestar de los animales pues era veterinario.
-¿Quieres pasar a tomar algo Mauricio? Hace calor y debes tener sed- dije al estar frente a la puerta de la casa, tratando de ser cordial.
-No, no se preocupe Valentín estoy bien, gracias por el ofrecimiento, perdone el inconveniente hoy con Fortuna- dijo mientras ya se disponía a irse.
-No tienes por qué disculparte eh, estoy agradecido por el paseo y la enseñanza, la pasee genial- me acerque a él y le estreche la mano.
-Me alegra oír eso Cama… digo Valentín-luego me sostuvo la mano más de la cuenta mientras me sonreía como el solía hacerlo.
-Entonces el próximo martes te buscaré Mauricio, Hablaré de esto con Armando.
-A sus órdenes Valentín… Usted… es una persona muy buena, el comandante Tirano es muy afortunado- fueron halagos que se atrevió a decirme. El mismo estaba siendo imprudente y lo sabía.
-Ah…. Si, bueno… hasta luego Mauricio.- Imaginé que sabía de mi pasado con Armando. El muchacho se fue mientras me sonreía de reojo.
En otros tiempos si otro chamo no ocupara mis pensamientos y mi corazón, ya me lo hubiera traído a la cama eso sí que hubiera sido seguro. Perdóname Frelser por quedar mirándole los músculos y el trasero a este hombre, sé que me entenderás. Ingresé en la casa, que no tenía seguro, pues es cultura dentro de la guerrilla, seas ELN o FARC, que si te atreves a robar algo, aunque sea lo más insignificante, vas a ser castigado sin contemplaciones, era una regla básica que todo paramilitar conocía.
Fui directo a la cocina para tomar un vaso de agua; en ese espacio me encontré con Marisela la cocinera; preparaba algo en una cacerola hirviente. Yo la saludé y ella me devolvió el saludo. Era joven y supongo que tendría como 25 a 28 años. Venezolana y de Puerto Ayacucho así como yo. No era tan bonita, lo que resaltaba de ella, era su piel clara, sus curvas, su cabello castaño y lacio, y sus ojos marrones claros. Mi charla con ella fue superficial, pues era muy poca conversadora. Decidí irme de allí, pero ella me detuvo con unas palabras:
-Mauricio puede ser muy encantador ¿No?- dije ella mientras cortaba unas papas.
-Si… es buena gente, es agradable- le respondí con cierta intriga.
- Siempre anda por allí… sonriendo en todos lados, en especial a los “camaradas” que le agradan- dijo mirando lo que hacía.
-No entiendo, que quieres decir con esas palabras Marisela, habla claro- dije alerta.
-Camarada… Valentín, ¿Tu eres pareja de mi comandante Armando verdad?- preguntó ella mientras me miraba.
-Bueno… si, nos conocimos hace casi un año ¿Qué tiene que ver?
-Tiene que ver bastante, supongo que lo quieres ¿No?
Me voy… eso no es asunto tuyo, comenzamos bastante mal Marisela ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué coqueteo con el veterinario a sus espaldas?- dije mientras me disponía a irme.
No he dicho esas palabras, solo protejo los intereses de mi comandante- dijo mirándome con un rostro indescifrable.
Ocúpate de tus deberes y yo me ocupo de los míos- le dije y me comencé a ir.
-¡La cena es a las 6.30, las paredes escuchan camarada!- dijo ella desde el fondo.
Me fui a la habitación molesto por lo desagradable que era esa muchacha. Que se creía ¿Acaso le gustaba Amando o qué? Me metí en la ducha para quitarme la mala vibra ¡Empiezo mi primer día en la finca y ya tengo un encontronazo con otra muchacha! Las mujeres problemáticas me persiguen por todos lados. Por otra parte, pienso que es probable que esta noche Armando quiera tener relaciones sexuales conmigo, lo conozco demasiado bien, me tiene en su territorio. Si así va a ser, por lo menos me voy a preparar mentalmente, pensaré en Frelser mientras intento hacerlo con él. Crearé la fantasía de que es Frelser quien me toma y me hace suyo; de que son sus manos, su boca, su cuerpo, su pene, los que me arrebatan el aliento. Hoy empezará un pequeño y gran paso en mi plan.
Bajeé hacia el comedor y me encontré a Armando conversando con una mujer muy bella que no es para nada Marisela. El me vio llegar, sonrió y me presento a la chica:
-Valentín… ella es la camarada María, nuestra coordinadora de recursos en el frente 8.
- Mucho gusto camarada María, Armando me nombró tu nombre más temprano- expresé.
-El placer es mío Camarada Valentín, Usted a partir de mañana trabajará conmigo, vera que mi trabajo aunque parece poco importante, es vital para el bienestar del frente 8.
-Siéntese niño- me dijo Armando mientras llamaba a Marisela para que nos sirviera.
A pesar de lo desagradable que resultaba ser Marisela, cocinaba muy bien, su comida era deliciosa y todos en esa mesa estábamos de acuerdo en eso. Seguimos la conversación, y María me explicó parte de todo el movimiento dentro de su coordinación; dijo que saldríamos a chequear los diferentes grupos distribuidos del frente, tanto en Puerto Ayacucho como en las cercanías; aseguraríamos el corredor de alimentos, dinero, armas, y otros rubros que era provisto para todos los combatientes. Yo estaba impresionado, no por la gran cantidad de bienes que tenía el ELN, sino por el propósito principal de ellos que se resumía en tomar más control del territorio venezolano a consta del apoyo de su propio gobierno.
Conversamos por un rato más hasta que Armando decidió darla por terminada, María enseguida apoyó su orden. Nos despedimos de ella mientras la acompañábamos a la puerta. Armando cerró la tranquera. Marisela aun recogía los platos e implementos usados en la cena:
-¡La cena estuvo a la altura Marisela! ¡La felicito!- le dijo Armando.
-Muchas gracias mi comandante, estoy a su servicio- respondió ella mientras lo miraba fascinada.
Yo le echaba un vistazo desde la sala, y noté enseguida sus verdaderos motivos; ella le gustaba Armando, por eso se debía todo el asunto de hace rato. Una mujer celosa es un inconveniente. Encendí el televisor pantalla plana y me puse a hacer zapping con el control. Armando se sentó junto a mí. Me rodeó con uno de sus brazos y me susurró en el oído:
-Esta noche tenemos algo pendiente, acuérdese – me dijo mientras me miraba seductoramente. Tomé otro respiro e inmediatamente le respondí:
-Bien, entre más rápido sea, mejor- le respondí mirándolo.
Los ojos se le iluminaron, y me sonrió vivazmente. Se levantó y fue directo a la cocina. Iba a decirle a Marisela que se retirara. El semental no quería despreciar ningún minuto de su visto bueno. Era la hora de arreglar las cuentas pendientes. Oía sus voces desde la sala:
-Pero mi comandante… no he terminado de acomodar las cosas- decía ella contrariada.
-Mañana lo terminaras camarada, ve a descansar, te acompaño hasta la puerta- decía impaciente Armando.
-¡Está bien señor!
Los oí venir hasta que sus figuras aparecieron caminando, en dirección a la puerta. No pude contener mi lado negativo de personalidad, y le hablé a Marisela antes de que se fuera:
-Hasta luego camarada Marisela, que duermas muy bien- dije con sarcasmo.
Ella volteó y creo que noté en su rostro una expresión de desprecio que Armando no percibió. Como pudo se controló y me dijo:
-Hasta… mañana camarada.
-¡Valentín!- le recriminó Armando.
- Camarada Valentín- dijo resignada y luego Armando cerró la puerta.
Armando se apresuró hasta la sala, se puso al frente mío, me vio y yo lo miré; tomó mi mano y me dijo:
-¡Venga conmigo!- Apagué el televisor, me levanté y lo seguí. Ya no había vuelta atrás.
Me guío hasta su habitación. Allí me hizo sentar en su cama, mientras el empezaba a desnudarse en frente mío para provocarme. Primero se quitó la camisa, mostrándome sus formados bíceps y tríceps de los cuales estaba muy orgulloso mientras se pavoneaba para mí. Yo reía un poco, tengo que admitir que la situación era interesante, el ya conocía como motivarme. Me veía a los ojos con total lujuria, estaba ansioso de demostrarme de nuevo su capacidad para ofrecer placer; siguió desasiéndose de su guardacamisa o camisilla, para entonces mostrarme sus ejercitado abdomen; “un chico del ejército, debe dar el mejor ejemplo en el ejercicio” de modo que él era el mayor representante de ese lema.
Una sonrisa coqueta era la que me mostraba, mientras bajaba lentamente sus manos, tocando su piel hacia su bragueta, y se estimulaba lascivo el miembro por encima del pantalón. Él quería hipnotizarme con su danza sensual, ya lo conocía, en nuestra intimidad pasada, le gustaba exhibir sus atributos ante mí como un previo. Y ahí estaba nuevamente, desabrochándose el cierre del pantalón y la ropa interior, para al fin mostrarme su mayor orgullo personal, sus prominentes testículos y su glande erecto de dotada proporción. Se acercó totalmente desnudo; y se puso enfrente de mío, mientras yo no podía dejar de ver su cuerpo esbelto.
-Valentín, es hora de que usted pague la deuda de meses, lo he necesitado todo este tiempo, esta noche será de nuevo mío- me dijo él, al subirse encima de mí en aquella gran cama.
Me comenzó a besar apasionadamente, y yo se lo toleré; me devoraba literalmente la piel del cuello, mientras con sus ásperas manos se deshacía de la ropa que traía encima. Sin embargo rápidamente sentí repulsión. Su roce aunque mi cuerpo lo deseaba, mi alma era totalmente contraria y se lo hice saber pues lo aparte de mí.
-¿Qué pasa Amor mío? ¿Por qué hizo eso?- me dijo impaciente y con rostro confuso.
-Armando…todavía no he superado la madrugada contigo en aquella carpa, fue la última vez que estuvimos juntos… recuerda como me trataste- le dije mirándolo serio.
-Yo lamento mucho lo que le hice Valentín, me deje llevar por la rabia; sentí que lo perdía y lo quería recuperar a la fuerza, perdóneme, no lo volveré a tratar así ¿me acepta la disculpa?
-¿Me prometes que podré ver a mi familia? ¿Me darás más libertad Armando?- dije esperanzado.
-De eso hablaremos en la mañana, pero le aseguro que le cumpliré lo que este en mi poder, no dude eso de mi- me respondió mientras deseaba retomar el acto.
- Ok, es tu palabra, yo también cumpliré la mía Armando… ven… ahora ¡bésame!
Así entregué mi cuerpo completamente a Armando; cada vez que invadía mi boca y rozaba desesperadamente su lengua con la mía; con los ojos cerrados imaginaba que era la boca y lengua de Frelser; cada vez que sus manos, recorrían lujuriosamente varias partes íntimas de mi cuerpo, con los ojos cerrados fantaseaba que eran las manos de Frelser. Cuando ya estando sudorosos y con los labios brillosos de los innumerables y largos besuqueos que ambos nos proporcionábamos; Armando decidió entrar en mí. Empezó a estimularme con sus dedos mi esfínter, lo hacía con mucha maestría; él era el semental, solo el sabia como preparar a su yegua. Yo solo gemía sin evitar contenerme, volvía a pensar que eran los estímulos de Frelser los que me preparaban para estar unidos en cuerpo y alma.
Me llevó al éxtasis. Para mi mente, Frelser en mis fantasías era el que estaba empezando a penetrarme, mientras en el mundo físico era el desatado Armando el que entraba cada vez más dentro de mi orificio. Fue entonces cuando se volvió más bestial; se colocó encima mío, posicionó mis piernas entre su cadera, se agarró bien bruto a mis hombros y comenzó a embestirme sin contemplaciones. Los gemidos aumentaron mientras nos acompañaba el ruido hecho por la fricción de nuestras zonas genitales. Ya desde hace rato había perdido la vigilancia a la relación sexual; el siempre había usado condón conmigo; ahora me daba cuenta que lo hacíamos a pelo y sin protección. Ya era tarde para arreglar ese asunto. Hizo como quiso y cuanto quiso. Para mí fue la forma de engancharlo a mi plan, la manera de intentar dominar la tragedia de mi situación. Era el comienzo de mi liberación, debía tener la sangre fría durante toda esta campaña.
-¡Quiero hacerle saber que me pertenece! Aahhhh… ! Me vendré dentro de usted para marcarlo como mío amor!.... ahh… ¡le pertenece a su semental!… ¡de Armando para siempre!....ahhhhh… ¡Lo amo Valentín! ohhhh ahhhhh- Armando terminó eyaculándome todo su semen bien adentro. Yo gemía y eyaculaba agarrado a su cuello mientras terminaba de penetrarme con gran rapidez. Así terminó nuestra primera vez en tanto tiempo, no negaré que siempre fue un maestro del sexo, un amante prodigioso que se apasionaba religiosamente en el placer brutal que provee un semental, como él siempre me repetía.
El Semental ELN del frente 8, me había conquistado sexualmente de nuevo; nada le hacía más feliz a Armando Tirano como someterme orgulloso a su miembro y sus impulsos sexuales. Me tenía otra vez, con su semen desbordado filtrándose fuera del interior de mi agujero. Me besaba satisfecho al saber que otra vez volvía a ser suyo.
-¡Mi Valentín!... esta noche me ha hecho el hombre más feliz de este jodido planeta!- me dijo sonriente en la cama.
- Que bien Armando- dije sonriéndole en apariencia.
-¡Lo amo! estoy loco por usted ¿Ya lo sabe?- me dijo el, con un brillo sincero en sus ojos. Al mirarlo, en mi mente realmente le decía: ¡Este es un juego de poderes, veremos de aquí en adelante quien lo ganara! ¡Tú vas a doblegarte ante mí! ¡Al final yo te someteré!