Luchas venezolanas: (Capitulo. IV)

Valentin halla la cura para su dolor

“La miel para las heridas”

Los días transcurrieron, y me volví otro joven hombre, me sentía más decidido, con seguridad en mi interior, no temía las represalias de Armando, daría todo por ser libre, aun si ello me costara mi propia vida; en mi mente comenzó a desarrollarse la tenue y sugerente idea de huir de aquel lugar; estaba imaginándome en mis excéntricas ideas, trabajar como un portavoz en contra de la violencia, la desigualdad y la opresión social. Finalicé mi tiempo de entrenamiento, así que nos hicieron un acto de iniciación en el ELN; ese día, se suponía que Armando Tirano presidiría el evento; pero decidió no estar presente; previamente asignó a su segundo en rango dentro del frente 8.

Desde ese día en que abuso de mí, pensando que con la violencia, lograría someterme a su voluntad y  no lo logró; no lo vi más por el campamento, y ni siquiera me volvió a buscar. Todos mis compañeros intuían que algo ocurrió entre el comandante y yo, pues los rumores circulaban entre la tropa; pero aun así, me dejaban tranquilo, en cierto modo se preocupaban más por cuidar de sus propias vidas e intereses; porque estar  dentro de la vida paramilitar, significa que siempre te expones al riesgo de morir, por lo que dices, haces o  escuchas.

Sin embargo,  Frelser en compañía de Juan,  en la noche de ese día, me confrontaron; era un sábado muy fresco pues había lloviznado; teníamos la mayor parte del tiempo libre luego del acto de iniciación; nos sentamos apartados los tres, en unos asientos improvisados, debajo de un árbol de Merecure; allí, los dos muchachos que ahora eran mis hermanos y mis amigos, decidieron conocer lo que realmente estaba pasando conmigo.

-Valentín, sabes que cuentas con nosotros; nos apoyaremos siempre, porque somos panas (amigos), y los mejores panas nunca se abandonan ni se traicionan. (pausa breve). Te estoy diciendo esto, aprovechando este momento que estamos solos y sin nadie que nos interrumpa. Juan y yo, hemos estado durante todos estos últimos días preocupados por ti; no nos hemos querido meter en tu vida, porque sabemos que cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana. Sin embargo, nos preocupa todo lo que hemos escuchado en boca de algunos compañeros; no sabemos si es verdad lo que dicen o si lo están inventando; solo lo que realmente nos preocupa es que tú, te encuentres en peligro, y lo estés callando, pensando que nadie más tiene que ayudarte… por favor  Val… – Interrumpí a Frelser.

  • ¡Frelser, Juan, estoy bien! Lo peor ya ha pasado; nadie me hará daño, tengo el control sobre la situación. Y si, perdónenme por no aclararles las cosas y  dejar que los demás hablaran lo que quisieran de mí, ¡lo cual me importa un Carajo! pero reconozco que he pasado días duros desde que llegue a este miserable lugar; no sé, no quería meterlos en mis problemas; sé que ustedes son mis brothers, y los únicos después de mi familia, con los que cuento y puedo confiar. De verdad les pido perdón, no he hecho las cosas bien, y por esa razón ahora estoy aquí, en manos del ELN.

  • Valentín, eres nuestro hermano, y por esa razón necesitamos que a partir de ahora nos digas cuando necesites ayuda; aquí estamos para apoyarnos; ¿no es verdad Juan?

  • Sí, así es, somos como tus hermanos Valentín- afirma el sereno Juan.

  • Gracias muchachos, ¡pero no merezco tan buenos compañeros como ustedes!

-¡No digas eso, todos aquí nos hemos equivocado en la vida, nadie tiene ganada la lotería! – expresa Frelser.

  • ¡A menos que seas Juan Fiel, enamorando a las guerrilleras del campamento con una sonrisa Colgate ¡ - digo cómico.

  • (Risa) ¡no tengo la culpa de gustarle a  muchas de las mamacitas del campamento!- expresa Juan.

El ambiente tenso al principio de la conversación se tornó agradable; y fue cuando Frelser aprovecho para aclarar las dudas que necesita esclarecer, respecto a mi asunto con Armando. Me miro con una sonrisa a medio articular; no podía ver claramente lo que sus ojos verdes podían expresar; la luz de la bombilla puesta en una de las ramas del árbol, no alcanzaba a iluminar completamente nuestros rostros. Me dijo:

-Valentín… Dinos si es verdad lo tuyo con el comandante, ¿es cierto que eran pareja?

Mi sonrisa se ofusco lentamente por la reveladora pregunta; no quería hablar de él; para mí, Armando ahora representaba el pasado; sin embargo, Frelser y Juan son mis amigos; y la razón de ese momento, era que deseaban que yo pudiera confiar completamente en ellos; así que decidí  contarles toda la historia.

-Conocí a Armando Tirano en el negocio donde logré conseguir trabajo, luego de  visitar anteriormente muchos otros lugares; no sabía que aquel sitio, le pertenecía a la guerrilla; me creí todo sus engaños; estaba desesperado por conseguir un empleo y dinero al fin y al cabo. Un día en la sección del restaurant donde trabajaba, llego un grupo de hombres y unas pocas mujeres. Fueron recibidos como si fueran gente importante; se me pidió que les  ofreciera  servicio de camarería junto a dos compañeros más; y así lo hice. Allí fue cuando ese… mald…  Armando, me puso el ojo por primera vez, y si, lo reconozco, no pude evitar sentirme atraído por él, pues si aún no lo han notado, él es muy guapo y bueno… ¡fue un flechazo! (miradas incomodas de mis dos compañeros). – lo cierto es que antes que ellos se fueran, él se atrevió a buscarme conversación y de ahí para adelante  nos comenzamos a conocer… él era un cham… (interrupción de una voz).

  • ¡Juan! ¡Juan!- decía la voz de una mujer que buscaba a nuestro compañero.

  • Si aquí estoy ¿Yelitza?- dijo a viva voz Juan.

  • Si mi vida, venga para acá que lo necesito un momento- decía la mujer que tenía acento colombiano.

  • ¡Fifiuu… Juan! ¿Te estas lanzando a una parcera? ¿Ah? Ja ja ja ¡Que tremendo eres! – decía con humor Frelser.

  • ja ja  ¡Ah compa!… después les hecho el cuento, más tarde nos vemos.- ¡Voy! (respondía a la mujer mientras corría hacia ella).

-¡Míralo pues! ¡Y tan callai’to que es! –  le dije a Frelser entre risas.

-¡Si vale! ¡Se lo tenía bien guardado! ¡Todo un picaflor!- dijo.

Terminamos de reírnos de las andanzas de Juan, y luego Frelser no perdió más tiempo en  continuar interrogándome despiadadamente.

-¡Ok Valentín, sigue hablando… no te has salvado ¡termina la confesión!

  • ¿Pero qué es esto Frelser? ¿Acaso eres CICPC (cuerpo de investigaciones criminalísticas) o qué?... ¡por favor!- dije antipático.

  • ¡Ah no! No me vengas con esto brother… ¡aquí somos como tu familia!

-¡Está bien! ¡Está bien! Solo quería ser chocante- dije y  Frelser suspiró.

  • (Continúe) Armando aparentaba ser el mejor chamo que jamás hubiera conocido, sabes, estaba muy pendiente de todo los detalles, era cariñoso, me daba… unos… unos..

  • Puedes decirlo con confianza, no te apenes – me dijo serio Frelser.

  • (Sonrojado) me daba un besuqueos espectaculares…hum, y pensar que hasta se lo presenté a mi familia e incluso yo conocí supuestamente la suya, solo que ahora no se si aquella gente eran actores o en verdad eran lo que decían ser… pero en fin… estaba loco por él, era el chamo de mi vida… y... – (me quebré, aun los residuos de la vieja relación seguían atormentándome cuando indagaba más dentro de mi psiquis).

Frelser nuevamente demostraba ser distinto al resto. Se acercó suavemente a mí, y me envolvió en sus brazos, mientras derramaba mi lloro y frustración en su hombro derecho. Allí, en el calor del cuerpo y músculos de quien cada vez se volvía más cercano a mí, llore por un prolongado tiempo. Creo que me descargue hasta que toda mi mala vida se fue rio abajo junto con las lágrimas, y luego, entre el pecho de Frelser le dije:

-El… me prometió que nos iríamos a vivir juntos,  que yo era lo único que le importaba… jaja (risa irónica) hasta me pagó el semestre de mi carrera universitaria ¡puedes creer eso! ¿Dónde consigues a alguien que le importes de esa manera? Estaba cansado… de la hipocresía… del amor interesado… del sexo sin cariño… del vacío de la soledad… y el… él fue para mí como la esperanza… me tire abismo por él, dispuesto a amarlo hasta que la vida se me fuera en ello…

Frelser seguía escuchándome en silencio, mientras yo me recostaba en su pecho. Una escena totalmente atípica para la cultura machista latinoamericana. A medida que iba descargándome, más me  sentía fortalecido, encontraba alivio al sentirme escuchado:

-Me engañó totalmente… ¡Fui un estúpido maricon! Y lo peor… es que terminó arrastrándome hasta este lugar y en manos de estos asesinos… prácticamente me volvió su esclavo… pues él es como el dueño de los cerdos que están engordando para el matadero… pero ya vera… si llega alguna vez la hora me viene… espero que el ya haya muerto  primero… y si intenta hacerme algo… el…

  • ¡Ya va Valentín! ¿Él te amenazó de hacerte daño?- me interrumpió un  preocupado Frelser.

  • ¡Es un desquiciado! ¡Un tipo desequilibrado! ¡Nunca pensé que en verdad pudiera ser de esa manera! ¿Qué si me amenazó? Pues más bien la pregunta seria, que ¿si pensó que yo era un objeto, un animal o no sé?

  • ¡Valentín! Responde por favor… - Frelser estaba serio.

  • Si, así es Frelser, pero yo también lo amenacé; podrá ser  un comandante, un asesino, un tipo sin piedad o lo que sea… pero si a partir de ahora intenta algo contra mí, no dudare en enfrentarlo y matarlo.- (Frelser me responde):

  • Está bien, estas resentido, creo que hay otras cosas que te habrá hecho que tu aun no me has contado y que te han puesto en contra de el de esa manera. Y te entiendo completamente, es más, estoy contigo, pero Valentín, se inteligente; él tiene prácticamente un pequeño ejército, poder, apoyo de su grupo y del gobierno. Con solo llamar a uno de sus subalternos y ordenarles que te liquidaran bastaría. Tienes la de perder amigo, además está tu familia… tu madre, tus hermanos.

  • ¡Y entonces Frelser! ¿Qué quieres que haga? ¿Qué me arrodille? ¡Que le pida perdón y le mame la verga en recompensa como si fuera mi amo!- dije alterado mientras me separaba  de él, y me levantaba para caminar hacia el frente.

-¡Claro que no Valentín, no lo malinterpretes!- respondió conciliador.

Miraba hacia el horizonte oscuro, mientras le daba la espalda a mi compañero. Escuché las pisadas de las botas de Frelser acercándose a mi lentamente; unos de sus brazos me cubrió el hombro, y la silueta de su rostro se encontró con la mía, y me dijo:

-Valentín, mi pana, perdóname… lo que quise decirte era, que si quieres ganar esta guerra contra él, debes usar una táctica distinta, la misma que justamente ellos usan, para debilitar los grandes poderes nacionales ¡Tácticas ocultas! De compartimentación…

-¿Qué es eso?- pregunté ya más calmado.

-  Te explicaré mañana, pero ahora quiero que dejemos de hablar de este tema, no quiero que te enfermes por esto ¿Qué dices?

  • Bueno… creo que tienes razón, ya no quiero hablar sobre el más por esta noche, mejor vamos a buscar algo de cerveza, quiero relajarme un poco esta noche ¿Qué dices Frelser’- dije más animado.

-¿Cerveza? Me sorprendes, tengo entendido que no eres muy partidario de andar bebiendo alcohol- dijo con una sonrisa en su rostro.

-Pues esta noche quiero romper mi rutina, relajarme, pensar en otras cosas, aprovechar la noche libre… no sé, hacer algo distinto solo por esta noche.

  • ¡Está bien, fino! vámonos, la rumba debe estar por comenzar o no tal vez no lo sé, no escucho música en la lejanía.

Nos dirigimos de regreso a la zona de reuniones, bajo unos árboles que estaban iluminados por bombillas. Allí nos encontramos con pocas personas; entre algunos compañeros de entrenamiento y pocos guerrilleros colombo-venezolanos.

-¿Qué ha pasado con el resto de los demás camaradas, Mendoza?- le dijo Frelser a un compañero de grupo.

  • ¡Bueno compa Frelser!… uños se fueron en una misión repentinas… y otlos se meteieron en las calpas a coger como los perros ja ja ja- dijo medio borracho o creo que era porque su forma de hablar era medio tosca.

-Gracias compañero, disfruta de tus culdas, pero no abuses ¿eh?- y le otorgó unas cuantas palmadas amistosas y juguetonas al bonachón de Mendoza.

Tomamos unas cuantas cervezas del contenedor de plástico, y luego nos reunimos con todos los que allí habían; alguien puso la música, y el ambiente se tornó agradable e interesante. Algunas muchachas que por allí andaban se nos unieron, y como obra de la naturaleza de un joven, terminamos todos con el alcohol un poco elevado en la sangre, y con la sugerencia final de las féminas de jugar “La botellita” ¡vaya adolescentes!

Sonreía más que nunca, imagino que era debido en parte al alcohol y también por haberme despojado de la gran mayoría de los  sentimientos negativos que tenía retenidos y que había liberado gracias a la ayuda de Frelser. Una botella de cerveza vacía, sirvió para iniciar el juego y empezar a girarla en una rústica mesa de madera. La botella giraba y se detenía, así que un compañero tuvo que beber una agria porción de ron fuerte. Otra vez se giró la botella y siguió el  consumo de alcohol desmedido, hasta que una excitada guerrillera, sugirió que la penitencias ahora consistieran en darse besos de lengua por no sé cuantos minutos.

La mayoría estaba  empezando a reflejar los síntomas de alcoholizados, pero yo aún estaba consciente de lo que hacía y puedo decir que Frelser en ese momento también. Estaba bebiendo, pero no exageradamente, por lo que el resultado de la botella y lo que sugirieron los borrachines, me dejaron con un sentimiento de vergüenza y bastante descolocado. La botella giro, y la punta del envase me señaló, mientras su base, donde  uno la asienta en la mesa, quedó señalando a Frelser.

Las muchachas sobre todo, rieron con una malicia desbordante ¡Sí que estaban libidinosas las condenadas! A grandes voces y aplausos, corearon que me besuqueara a Frelser por 3 minutos, ya uno de los muchachos estaba preparando el reloj de muñeca para cronometrarlo.

-¡Y con lengua bien profunda Valentín! Ja ja ja – rieron todas esas descaradamente.

Frelser y yo nos miramos, y la incomodidad era mutua; si, no había problema, ya había besado a otros hombres, pero él era otra cosa, era mi amigo. La presión nos hizo cumplir; me aproximé tímido a mi compañero, y no podía ocultar los nervios que hasta me hacían temblar un poco las manos.

-¡Dale Valentín! ¡Que es para hoy!- decía cizañosa y divertida una guerrillera venezolana.

Nuestros rostros estuvieron frente a frente; Frelser me sonreía nerviosamente, podía notar que estaba inseguro de esto. Lo único que hice fue que acerqué mis manos y las  intente aferrar detrás de su cabeza; él se inclinó, pues era más alto que yo.

-Frelser… ¡Solo cierra los ojos, será rápido!- fue lo único que le dije.

-¡Empieza el conteo!- gritó el que llevaba el tiempo.

El alboroto se  incrementó, cuando los labios de mi amigo y los míos, se unieron en un tímido beso, que luego gradualmente, se intensificó, cuando nos dejamos relajar y permitimos que nuestras lenguas por primera vez se conocieran. Puedo decir, sin querer pretender entrar en la cursilería Disney, que aquel beso fue mágico. No fue un beso cualquiera, fue un beso que le ofrecía a alguien que me había demostrado afecto, alguien a quien estaba comenzando a apreciar por quien era  y que también demostraba el mismo sentimiento por mí.

Pude sentir muchas emociones en el contacto íntimo que aquel beso significó dentro de mí ser. Perdí la noción del momento, hasta que las palabras gritadas de todos los presentes me trajeron de nuevo del paraíso:

-¡Muchachos sobrepasaron los 3 minutos! ¿Qué les paso? ¿Se gustaron?- dijo una intrépida muchacha.

Yo solo me limité a sonreír, y rápidamente me aleje de Frelser sin querer mirarle a los ojos. Me perdí en búsqueda de una botella de cerveza que necesitaba para poder aliviar la ansiedad y confusión que sentía. Los demás siguieron jugando, y yo solo me confiné a charlar con otros compañeros que estaban alejados conversando. Yo estaba allí pero a la vez no lo estaba; no quería tener malos entendidos en mi mente. Los muchachos me hablaban, yo respondía y hacia como si los escuchara, pero no podía quitarme la cuestión del beso de encima. Calculo, que estuve haciéndoles compañía como por media hora, hasta que me entro unas ganas de orinar tremenda; me despedí de ellos, pues tenía pensado irme a dormir a la carpa grupal.

Caminé con un poco de dificultad hasta una zona oscura y despejada, un poco alejada del lugar de la pequeña fiesta; descargue mi vejiga y luego, me estire un poco para quitar el exceso de emociones de esa noche. En eso estaba cuando sentí que alguien caminaba hacia mí, desde atrás, voltee y dije:

-¿Quién es?

  • ! Frelser!

Mi corazón empezó a palpitar levemente. No lo podía creer, lo estaba evitando esa noche, y el finalmente había llegado a mi encuentro.  Me preparé mentalmente, tratando de  pensar en las mejores palabras a decir. Le miraba un poco desubicado, pues tambaleaba mucho más que yo; como que en mi ausencia tomó un poco más de la cuenta.

-¿Estás bien Frelser? ¿Veo que te tambaleas un poco? ¿Tomaste más cierto?- dije.

  • Valentín… te fuiste del grupo… te sientes incomodo por lo del… - dijo él.

  • ¡No Vale! Por favor… era solo un juego… y bueno, estuvo algo fuera de lugar, pero era para divertimos o divertirlos mejor dicho, aunque sí que fue toda una sorpresa… ¿verdad?

  • ¿Te… gusto?- respondió inseguro Frelser.

-¿Qué?

  • Yo… ( y se fue acercando más a mi). – Yo… no sé lo que… me pasa, me… me siento… confundido Valentín -  podía percibir que le costaba decir las palabras.

  • Bueno eso es porque te has pasado de los tragos je je, es momento de que te tomes un buen descanso…  voy a la carpa a acostarme ¿vienes? – le dije tratando de normalizar la situación.

  • Si… pero déjame descargar- dijo un poco cabizbajo.

Frelser estaba actuando muy extraño, desde que lo conocí siempre ha sido muy optimista, seguro de sí mismo, honesto y risueño. Aunque me parece el muchacho ideal en todo los sentidos que estas dos palabras pueden poseer; me parece que él es demasiado valioso como para perder nuestra amistad, involucrándonos sentimental o sexualmente. Desde que viví el trauma sadomasoquista con Armando Tirano, le tengo una fobia a las relaciones sentimentales; tengo miedo de volver a pasar por eso, de sufrir ese tipo de dolor.

Ayudé a Frelser a caminar hasta el sitio donde se hallaban las barracas del grupo, dentro de  unas lonas que nos cubrían como carpas. En ese lugar, con ambos ya cubiertos por el sueño, empezamos a despojarnos de las botas, y de la ropa  innecesaria, quedamos en franelillas y nos quitábamos los pantalones largos para estar más cómodos con los cortos. El camino hasta el lugar, había sido en un prolongado silencio, de vez en cuando para romperlo, le decía un chiste para hacerle reír ligeramente, pues mi amigo estaba meditativo y callado. A Frelser le contaba desprenderse de su pantalón, estaba desequilibrado, eso ya lo pude ver desde antes.

-Frelser ¿te ayudo? Como veo que te está costando- dije.

  • Eh… si… porfa… - respondió mientras me miraba.

Me arrimé  hasta el medio de su cama donde él estaba sentado, y después de pedirle  que se inclinara un poco hacia atrás, le desenfundé el pantalón. Me agradeció la ayuda, luego, antes de que diera la vuelta para volver a mi camastro, él me dijo que me sentara  un momento con él. Al estar a su lado, me veía los ojos con un rostro de meditación que nunca le había visto, por lo que dijo:

-Valentín…eh… quiero que seas lo más…  sincero… te hare solo una pregunta… ¡Ok!- se le veía intranquilo.

  • Está bien Frelser, arrójala… Porque de verdad me tienes preocupado- dije.

  • (Tomó un largo suspiro) Valentín, dime… nuestro beso… el beso que nos dimos ¿fue mejor que los que te daba Armando? – al pronunciar esto, me miró con un brillo particular en sus ojos claros, mientras  sus labios ligeramente estaban entreabiertos.

Me dejo sin saber que responderle y con los ojos rebotando entre mis orbitas mientras lo miraba. El notó mi sorpresa, así que en un acto preciso, se acercó presurosamente hacia mí y me dio un beso en los labios.  Acercó una de sus manos a la parte posterior del lóbulo de mi oreja y el la apoyo allí para guiarme más cerca de su boca y rostro. Me beso con  dedicación, su lengua fisgoneó más allá de mis labios y se encontró con la mía; se volvía a repetir ese momento único y  mágico. Podía percibir el cariño de Frelser; estuve seducido por su aura maravillosa que ahora me envolvía poderosamente. Luego de un minuto o quizás un poco más, el dejo de besarme y se alejó. Me quede totalmente confundido. El me miro, y dijo:

-No me respondas hoy… si quieres, pero quiero que duermas conmigo esta noche-  dijo Frelser  sincero, mientras no me quitaba la mirada.

  • ¡Frelser!... me estás diciendo que… me acueste… contigo… y… – dije sin poderlo creer.

  • ¡NO! ¡No!!No quise decir eso! Es decir, quiero que duermas a mi lado, como  amigos y hermanos que somos, la noche esta fría… necesito tu compañía- dijo el avergonzado.

  • ¡Ah… claro bro… nunca me negaría a eso! ¡Siempre que quieras!

Frelser se acomodó en la cama y yo me recosté a su lado. Realmente era una situación poco común y si soy sincero, me agradaba esto, el beso, el trato, el aprecio, la amistad. No dije más nada, simplemente le sonreí y el también, mientras nos cubríamos con una sábana de algodón.

-¡Quiero que durmamos como en las películas cursis! – dijo mientras me miraba risueño, acostado de lado hacia mí.

  • Ja ja ¿y cómo es eso?- le dije.

  • Que te recuestes en un lado de mi pecho y me des calor… ¡eso!- dijo con dulzura.

  • Ja ja ja claro señor, sus palabras son sagradas. – me acomodé en su pecho izquierdo, mientras el me envolvía con su brazo y pude sentir el palpitar de sus latidos.

  • ¿Feliz?- le dije. - ¡Más que una Lapa (ratón silvestre)! – dijo Frelser contento.

Mientras ese momento tierno e íntimo sucedía y  forjaba todavía más nuestra amistad, se me vino un pensamiento en la mente, en forma de una voz que hacía eco en toda mi alma; esas palabras se repetían una y otra vez; y solo decían:

¡La miel para las heridas! ¡La miel para las heridas! ¡Tu miel para las heridas!

(El sueño nos arropó y así acabó esa dramática noche).