Lucha de gigantes 3

Espero os guste. Si queréis darme vuestra opinión no lo dudéis.

-Jajaja, ¿no te cansas de ligar conmigo?- Esto lo decía mientras se quitaba la ropa para ponerse el pijama, y yo no me perdía detalle.

-Me has dado a entender que tengo alguna oportunidad contigo, así que no la voy a desaprovechar.

-¿Cuándo te he dado a entender yo eso?- Dijo riéndose.

-Ah, espera, ¿se te ha olvidado lo que ha pasado en el baño? ¿Quieres que te lo recuerde?

-Mañana, ahora vamos a dormir.

Me rendí, esa noche no iba a conseguir nada más, pero ya la tenía donde quería, hoy soñaría conmigo. Tal vez mañana conseguiría ir un poco más allá. Ojalá.


Capítulo 3.

Me desperté con un dolor de cabeza bastante grande, que aumentó cuando todos los recuerdos de la noche anterior vinieron a mi cabeza uno tras otro. Inmediatamente una sonrisa se instaló en mi cara y esta creció cuando vi salir a la dueña de esa sonrisa por la puerta del baño.

-¡Buenos díaaaaas!- Dijo ella, bastante contenta.

  • Por dios no me grites.- Dije yo tapándome los oídos.

-Que poco aguante tienes eh- Dijo riéndose.

-Tal vez, pero lo que si tengo es buena memoria.- Dijo yo con evidente segundo sentido, intentado saber de qué se acordaba.

-¿Te refieres a lo que pasó ayer?

  • Claro.

-Yo también me acuerdo de todo.- Dijo ella y acto seguido se aproximó a la cama y se sentó encima de mí. Me empezó a besar, como la noche anterior. A mí esto me pilló de sorpresa y al principio no respondí, pero solo me costó un par de segundo despertar de ese sueño en el que me encontraba y corresponder al beso. Mis manos inmediatamente se fueron a su culo, era mi obsesión. La note sonreír cuando sintió mis manos colocarse allí. Ella sabía que me encantaba. No llevábamos ni 1 minuto cuando la puerta se abrió de golpe. Era Hugo. Iria ni se inmutó. Pocos segundos después le escuchamos carraspear, entonces Iria se apartó.

-Dios que pesado eres Hugo, ¿no ves que estamos haciendo cosas?- Dijo Iria cabreada.

Hugo solo nos miraba con incredulidad y una sonrisa enorme en la cara.

-¡No me lo puedo creer! ¡Contádmelo todo!- Dijo con voz de maricona perdida.

Yo solo me reí, Iria me miró con mala cara. Le puse cara de cachorrillo y entonces cedió. Se levantó de encima de mí y se sentó en la cama conmigo.

-Bueno… ¿por dónde empezamos?- Dije yo, mirando a Iria.

-Tampoco hay mucho que contar, ayer nos liamos y pues hoy estábamos recordando un poco. Nada más.- Dijo de mala gana.

La cara de Hugo era bastante extraña, pero no creo que más que la mía. ¿Cómo que nada más? ¿Hasta ahí llegaba todo? ¿Todos mis esfuerzo para solo un lio? Aunque cómo besaba dios. Pero aun así, yo quería ir un poquito más allá. Pero se me olvidaba que era hetero, y supongo que lo de la noche anterior había sido solo diversión. Aun así, no me callé.

-¿Cómo que nada más? ¿Te parece poco?- Dije con una voz de evidente tristeza y cabreo, que intenté disimular sin conseguirlo.

-A ver Kiara… soy hetero y lo sabes.

-Ya pero… no sé. Pensé que lo de ayer te gustó.

  • Y me gustó. Por eso no quiero nada más.

-Y entonces, ¿por qué vienes ahora aquí besándome?- Mi tono empezaba a elevarse, ya no entendía nada, se me había olvidado hasta que estaba Hugo mirando la escena.

-No lo sé. Estoy hecha un lio.-Dijo con tristeza.

-¿Un lio? Pero, ¿por qué? Nos liamos, te gusto, pues ya está, continuemos.

-No.

-Pero, ¿por qué no?

  • Dios Kiara por que no. ¿Es que no entiendes que soy hetero? No me puede gustar una chica, no. Jamás. Mi madre me mataría. Y, ¿cómo se lo diría a mis amigas? Además que se te olvida que tengo novio en Valdemoro.

-Venga por favor, si hace días que no hablas con él, ahora no me salgas con eso. Además, ¿me estás diciendo que yo te gusto pero que no lo admites solo por miedo a lo que piensen los demás?- Dije ya claramente cabreada.

  • No he dicho que me moles, solo que me gusto el beso. Eso no significa nada.

  • Venga anda, ha habido veces que has salido con gente con menos sentimientos que lo que tienes ahora por mí.

-Ya, pero esto es diferente. Si fueras un chico te juro que seguiría hacia delante. Pero es que a mí no me gustan las chicas.

-Vale, no te gustan las chicas. Pero, ¿te gusto yo, aunque sea un poco?

  • Que no lo sé joder. Supongo.

-Entonces, ¿por qué no te centras solo en eso e intentamos algo? Aunque sea a escondidas.

-Kiara, que no joder. No quiero nada a escondidas. No quiero nada contigo ni con ninguna chica. Me gustó el beso, sí. Seguiría con este juego, pero sé que si sigo me terminarás gustando mucho y no quiero, no puedo. Ya está.

-Muy bien.-Dije ya con lágrimas en los ojos.

-¿Cómo que muy bien? ¿No vas a decir nada más?

  • Ya me has dejado claro que no puedo hacer nada.

  • Podemos ser amigas.

Mi cara de asco lo dijo todo.

-No voy a ser amiga de alguien que teme a amar a alguien solo por lo que piensen los demás. Además cuanto más lejos este de ti, más fácil te será que no te guste, ¿no?- Esto último lo dije ya saliendo de la habitación, y terminé dando un portazo, dejando a Iria y a Hugo dentro de la habitación. Y ahora, ¿a dónde iba? No conocía la ciudad, e iba en un pantalón corto de chándal y una camiseta que usaba para dormir, dos tallas más grandes. Por suerte antes de salir, me acordé de coger el iPod así que me puse los cascos y me puse a caminar, intentando no perderme mucho, aunque eso era lo que menos me importaba. Empecé a llorar casi sin querer. Me gustaba. Ahora me daba cuenta. No era solo atracción, era más que eso. Llorando llegué hasta un parque lo suficiente alejado para que no me encontraran pero lo suficientemente cerca como para acordarme de cómo se volvía. Me senté en un banco no muy alejado, no había mucha gente. Eran las 3 de la tarde de un domingo en pleno mes de agosto, nadie salía a estas horas. Mientras me regodeaba en mi dolor, con las piernas encogidas y la cabeza metida entre ellas noté como alguien se sentaba a mi lado. Joder, ¿no hay más bancos en todo el parque? Entonces noté que me tocaba el hombro y al levantar la cabeza, la vi.