Lucero
Relato de una experiencia sexual entre un adolescente y una mujer, fuente de sus primeras incursiones vouyeristas.
Las pecas de Lucero
La historia se remonta a los inicios de mi adolescencia, aquella época en que la curiosidad por el sexo opuesto se vuelve algo furioso, a la par que uno descubre que el pito ya se para, que se llena de pelitos y que luego de fuertes sacudidas con la mano el pajarito ahora agrandado y duro expele chorritos de líquido blanquecino y siente uno una sensación nunca antes imaginada.
A mis doce años, mi permanente curiosidad y esas inmensas ganas hicieron que mirando a mi alrededor descubriera a chicas que me rodeaban y mirándolas con atención pretendía dar respuesta a las múltiples preguntas que llenaban mi cabeza. ¿Cómo tendrían el sexo?, ¿ya cogerían?, ¿cómo sería verlas desnudas?, mi angustia y curiosidad pronto serían satisfechas a plenitud, pero en principio fue algo abrumador y lleno de inquietud.
Así descubrí a Lucero, una chica de más o menos 18 años, hija de la vecina de enfrente, que trabajaba en el taller de mi padre, como lo hacían media docena de viejas, a las que repase con mirada curiosa para entrever, un buen trozo de pierna, o más arriba algún trocito de calzón, en fin. Pero como mi intención era averiguar, al menos parcialmente, su desnudez, me di a la tarea a espiar cuando alguna de ellas fuera al baño.
Al respecto, en mi casa todavía no había drenaje, y creo yo no había ese servicio en toda la colonia, por lo que en casa existía la clásica letrina construida sobre un agujero en el patio trasero y láminas y palos a modo de paredes. Así fue que un buen día mis avances tuvieron éxito, Lucero se encaminaba a pasos apresurados al baño, se metió sin observar que yo andaba por los alrededores y cerró la improvisada puerta, rápido acudí a la parte trasera de la letrina y por una rendija miré por primera vez un culo desnudo, Lucero ya se había bajado el calzón blanco de algodón y arremangado el vestido en su cintura y se disponía a sentarse a hacer sus necesidades cuando mi mirada alcanzó a ver plenamente esos globos carnosos de sus nalgas, su piel blanquísima, ese valle de piel acanelada donde se unían los glúteos, algunos vellitos rojizos más abajo y, para mi sorpresa, una cantidad indeterminada de pecas, íLucero tenía pecas en las nalgas!, por lo blanco de su piel las pecas resaltaban de manera esplendida, múltiples lunarcitos color café, vaya descubrimiento.
Ya cuando Lucero estaba sentada en la improvisada taza, los clásicos ruidos de ventosidades me indicaron que la chica se disponía a hacer del dos, a los peditos siguió el continúo ruido del chisguete de sus orines, ella pujó en el clásico esfuerzo por echar afuera sus excrementos, un nuevo y prolongado pedo y ruiditos entre sus nalgas, en ese momento un serio temor me hizo percatarme de que yo estaba haciendo algo malo y sino malo, algo indebido, "¿y si alguien me descubriera?, ¿y si Lucero se diera cuenta de mi presencia?", pensé al momento, rápido voltee la mirada a mi alrededor para descubrir que nadie me estaba viendo, en eso el ruido de un papel que se rasgaba me indicó que Lucero estaba terminando y se disponía a limpiarse la cola, volví a mirar para ver como la mano, provista de un trozo de papel periódico repasaba varias veces entre sus nalgas, doblaba el papel y volvía a limpiar su cola, hasta que terminó, se levantó de la taza y volví a mirarle las nalgas pecosas mientras se subía los calzones, así como ese par de piernas blancas y firmes, más al momento el vestido cayó sobre su cuerpo y la función terminó.
Entonces comprendí que tenía yo que retirarme rápidamente de ahí, antes de que ella saliera y me descubriera fisgándole el culo, así lo hice, pero con poca fortuna, pues al irme algunos ruidos me delataron, Lucero volteó, regresó algunos pasos y me encontró muy cerca de la letrina, íme había descubierto!
--"¿Qué estás haciendo aquí, chamaco de porra?", fue su exclamación, me quedé sin habla.
--¿Me estabas espiando, verdad?, vas a ver se lo diré a tus padres para que te den una soberana chinga, chamaco cabrón", al ver mi pasividad, me soltó un manazo sobre la cabeza, que supe esquivar, al momento ella se retiró a paso acelerado.
Mientras ella se retiraba, me deleité con el sabroso balanceo de sus nalgas, que ahora ya había descubierto al desnudo, más al momento me entró una terrible inquietud y temor, "¿y si de verdad Lucero iba con el chisme?, ay en la madre, la que se me arma". Esos temores disminuyeron con los días al percatarme que al parecer la chava aquella no les había dicho nada a mis padres, -íuf, qué alivio!
Ella por su parte no volvió a dirigirme la palabra, y cuando algunas veces nuestras miradas se encontraban, sólo hallé enojo e indiferencia fingida.
En fin que mi curiosidad fue satisfecha, al menos parcialmente, ahora me asaltaban pregunta acerca de cómo tendrían el sexo, y así por el estilo.
A las pocas semanas Lucero dejó el trabajo y ya no la ví. Pasaron los meses durante los cuales lo único que supe es que Lucero se había casado y ya no vivía con su madre.
El reencuentro
Pasaron varios años, ahora yo tenía cerca de 18, había ingresado a la universidad, tenía novia de planta, de vez en cuando le sepultaba la riata, y cuando había chance me daba mis escapadas con alguna amiga de la escuela o con alguna conocida para, si había oportunidad, perfeccionar mis dotes amatorias. Así, hasta que un día mi hermana me comunicó, para mi sorpresa, que Lucero, llegaría a vivir a una de las viviendas de la casa, al parecer le había ido un poco mal con su matrimonio, se había separado de su marido e iba a vivir sola con nosotros.
Vaya sorpresa. Bueno no tanto, pues aún recordaba yo tanto sus carnosas nalgas llenas de pecas, como su furioso enojo al descubrir que la fisgaba mientras ella cagaba en el baño aquella vez, hace varios años, en fin, pensé, vamos a ver que pasa.
Pocos días después llegó ella y se instaló en dos de los cuartos del fondo de la casa, junto con ella llegó su pequeño hijo de dos años y medio, ella ya tenía como 27 o un poco más, pero lo mejor, estaba super buena, mejor que cuando ella tenía 18 y estaba un poco llenita. Eso si, seguía teniendo una piel blanquisima, y a pesar del embarazo conservaba su cintura estrecha, piernas y nalgas más que buenas, y lo mejor de lo mejor, me saludo cariñosa y amable como era antes de que yo la descubriera cagando. Al parecer ya ni se acordaba de aquello.
Su reacción hacia mi fue bastante buena: --"hola, mira nada más, estás hecho todo un hombre, todo un guapísimo cuero, cómo pasan los años, ya debes tener muchas novias, ¿verdad?, anda dime algo, no seas tímido caray, no te da gusto verme".
Haciendo acopio de todo mi aplomo contesté lo mejor que pude a sus lisonjas y comentarios, de forma rápida la puse al tanto de mi vida y ella, al parecer atenta, siguió mi plática con cierto interés, luego habló ella: --"bueno pues, que bien que estudies mucho, ¿sabes?, luego quiero que me ayudes a instalarme bien, yo no sé mucho de instalaciones de gas y de luz y tengo que acomodar mis cositas, ¿me ayudas un día de estos?".
--"Claro --contesté-- cuando quieras te ayudo".
--"Bueno, yo te avisó".
Días después mientras Lucero acomodaba su ropa en un ropero, yo me daba a la tarea de colocar varias lámparas en el techo, así como contactos en la pequeña cocina y cosas de esas. Al terminar la chica me invitó un vaso de agua fresca, de limón creo, y empezamos a platicar.
Me contó sobre su matrimonio, al que su madre se había opuesto desde un principio y de como al paso del tiempo los hechos dieron la razón a la madre, pues el marido resultó un perfecto cabrón, marihuano, huevón, atenido y demás. Lucero había tenido que trabajar para mantener a su hijo y a su propio marido, en fin, la conocida historia. Pero ahora, según dijo, estaba bien, ya se había conformado a vivir sola, pero "nomás me acuerdo y me da coraje", decía.
Ya más en confianza me preguntó: --"Oye y ya se te quitó lo curioso?, porque todavía me acuerdo de aquel día en que me estabas espiando en el baño, canijo chamaco".
Recuperándome de mi pasajera turbación y con una sonrisa medio nerviosa le dije: "pues..., la verdad si, ya se me quitó lo curioso, pero como tu dijiste fue cosa de chamaco, me sentí muy mal después de eso, comprendí que había hecho algo malo, disculpa".
--"Si --dijo ella-- cosas de chamacos, pero dime por qué lo hiciste, ¿qué me viste ese día?".
--No sé, fue pura curiosidad, estaba en plena edad de los descubrimientos, no se, ganas de ver, de conocer, acerca de lo que ví, pues la verdad fue poco, casi nada...".
--"Ahora yo soy la curiosa, dime, anda, que me viste, ¿las pompas?"
--Pues si, tus pompis.
--¿Y qué sentiste?
--¿La verdad?, mucha ecxitación, cierto placer, perdona, pero como te dije, fue algo momentáneo.
--O sea que no te di mucho chance, pero ¿debes haber visto algo más, no?
--No, ya te dije que no.
--Anda no seas penoso, si ya te perdoné, anda cuéntame.
--Pues, te ví, como estaba atrás vi como te quitabas tus chones, como te sentabas y acomodabas en la taza, tus pompis antreabiertas, algunos vellitos y tus pecas. Ah, y además escuché el ruido que hacías con tu chis.
--Ay canijo, me viste las pecas de mis nalgas, y además mi cola llena de pelos, ya ni la amuelas, me da pena, yo creía que mi marido era el único que sabía que tenía pequitas en la cola y pelitos entre las pompas, fíjate, y ahora resulta que también tú, en fin, te comprendo, yo se lo que se siente ser chamaco y tener ganas, y ¿te gustó verme?
--Claro, sentí un gran placer, durante algún tiempo fuiste mi amor platónico, fíjate, con solo recordar tus pompas me ecxitaba mucho, luego ya fue diferente conocí varias chicas, tuve amigas y mi primera novia, ya sabes, crece uno y con ello llegan las experiencias.
--Tienes razón, yo al principio sentí coraje, pero luego comprendí por qué lo habías hecho y cuando te veía medio apenado, sentí ganas hasta de hablar contigo de aquello, pero no hubo chance, pero ¿sabes?, no sólo tú haz tenido ese tipo de experiencias, mira yo, como decirte, te voy a contar algunas cosas, pero prométeme no decir nada a nadie, ¿sale?, bueno pues, mira cuando tenía más o menos 16 años, todavía vivía en casa de mi madre, por aquel tiempo ella ya no vivía con mi papá, no tenía pareja, entonces un día alguien le regalo un perro, que con el tiempo se hizo un perrote, no de qué clase era, pero era muy grande, lo curioso es que mi madre al poco tiempo le agarró mucho cariño al cochino animal.
--No permitía que nadie más que ella le diera de comer, ella misma lo bañaba y lo llevaba al veterinario y el colmo era que se lo llevaba a dormir a su cuarto, eso a mi hermanito y a mi se nos hacia muy extraño, pero no decíamos nada por el temor que le teníamos a mi mamá, era muy pegalona, como debes saber, en fin, una noche me hice la curiosa por averiguar por qué mi madre dormía con ese pinche perro pasguato, con cuidado me acerqué a la puerta de su cuarto y por la cerradura mira hacía el interior y lo que vi primero se me hizo algo extraño, ella tenía al perro arriba de la cama, el animal, confianzudo, estaba echado en la cama, mientras ella lo acariciaba en el lomo, pero después, ay en la madre, vi que mi santa mamá le estaba frotando el miembro al perro, el pinche animal hasta alzaba la patita para que ella no tuviera ningún problema, y cuando el miembro del animal se le puso bien erecto, ya te imaginarás como estaba yo, muy asustada, pero a la vez excitada por ese descubrimiento, ver como el pito del perro se salía todo parado, mojado, un miembro rojizo y lleno de venitas, pero ahí estaba mi madre, bien entretenida, sobe y sobe el pitote ese, vieja cochina, mientras ella misma tenía metida la otra mano en su pantaleta y al parecer se acariciaba.
--"¿Cómo ves?, ahora ya veo las cosas diferentes, pero en ese tiempo fue una impresión muy grande, muy fea de mi madre, en fin, pero ahí no pararon las cosas, yo creo que ella ya había adiestrado bien al animal, pues el canijo perro se dejaba hacer todo sin protesta, y ya cuando según yo ella había puesto a su perrito al tiro, que termina de encuerarse, se quitó toda la ropa, el brasier, el calzón y todo, le puso unos como calcetines en las patas delanteras al perro, como guantes, yo no entendía para qué, pero en eso que se empina la vieja sobre la cama, se colocó sobre sus rodillas y paró la cola, en eso jaló al perro, que todavía tenía erecto el miembro, hasta hacer que el animal la montara, el pinche animal ese ya sabía, pues en cuanto se le subió al lomo a la mujer empezó a hacer movimientos copulatorios, como si se estuviera echando a una perra, pero como no le atinaba bien a la mujer, pues a veces el pitote picoteaba en su vagina, otras en sus nalgas, ella misma agarró el miembro y se lo colocó bien en la entrada de la vagina, ¿tu crees?, y en cuanto el perro sintió que ya la tenía lista que se la empieza a meter y a sacar, fue algo espantoso, yo quería irme de ahí, echarme a correr, pero era más fuerte mi curiosidad, y ahí me quedé viendo como un perro se cogía a mi progenitora, fíjate, que cochinadas, estuvieron largo rato haciéndolo, ya te imaginarás, la mujer estaba super excitada, acompañaba las acometidas del animal moviendo hacía atrás su cuerpo, manteniéndose unida con una mano en el lomo del animal, para que él no se saliera, los dos hacían ruidos, el animal como que bufaba, se movía con fuerza, el miembro entraba y salía, la cosa de ella ya estaba super mojada, bien abierta, en tanto ella se quejaba quedito, hummmm, suspiraba, se quejaba, y así por el estilo, hasta que el perro se vino, chorros de semen empezaron a escurrir de la cosa de la vieja, salpicando sus nalgas y sus piernas, hasta que se quedó quieto sobre ella, quien todavía removía sus nalgas contra el animal.
--"Yo me fuí de inmediato de ese lugar y esa noche ni siquiera pude dormir, luego de esta experiencia cambié mucho con mi mamá, me hice rebelde, grosera, ella me pegaba cuando podía, y yo ya no me dejaba, se armaban unos pleitos que no veas, en fin, pero eso sí seguía queriendo mucho al animal aquel, al poco tiempo conoció a mi padrastro y cuando él se fue a vivir a la casa, se acabaron las noches del perrito aquel, mi padrastro no lo soportaba, no supe si llegó a saber algo del animalito y sus noches con la cabrona de mi madre, poco tiempo después la señora regaló al perro y ya, pues ya tenía hombre que le quitara las ganas. ¿Cómo ves?, así que eras tu el único curioso, para mi fue una experiencia muy fea, ¿qué piensas?
--"No se que decirte, pero pienso que son cosas que llegan a hacer algunas personas, estuvo mal, pero no se si fuera peor que tu madre anduviera con otros hombres sin estar casada, ella era una persona madura, ya había tenido marido y pues como que cuesta trabajo dejar cosas que a veces nos traen placer o cariño, además pienso que no debes tener resentimientos con tu madre, con todo creo que hizo mucho por tí y tu hermano, se preocupa por ustedes.
--Eso si, ahora que ya pasaron años de eso pienso de otra forma de mi madre, con la bronca que tuve ella me ayudó mucho, tenía razón en oponerse a mi matrimonio, pero cuando una está enamorada nada importa, en fin, bueno ya no te entretengo, gracias por ayudarme, y recuerda que ahora somos amigos y no quisiera que comentaras nada de nuestra plática.
--No cómo crees, vamos a ser cuatachos, y cuando se te ofrezca algo no dudes en llamarme, yo te ayudó en lo que quieras--. Así se inició una muy buena relación entre Lucero y yo, a veces le hacía mandados, cuando podía, por las tareas de la escuela, pero cuando había oportunidad nos echábamos buenas pláticas.
Al parecer Lucero no tenía pareja, durante ese tiempo no le conocí a ningún amigo o novio, vivía con lo que le aportaba su madre para pagar la renta y la alimentación de ella y su hijo. No salía casi, sólo a la tienda o al mercado y siempre llevando a su hijo.
Cierta vez Lucero me pidió que cuidara a su hijo, mientras ella se bañaba, accedí con gusto, así que me quedé con el chamaco viendo la tele, mientras ella se bañaba en el pequeño cuarto que le servía de cocina, en eso me llamó: --oye hazme otro favor, creo que ya me bajó la regla y ya no tengo tampones, discúlpame, pero ¿me compras un paquete en la farmacia?, anda, no seas malito ¿si?--.
Así que, un poco contrariado, y llevando en brazos al chiquillo fui a poner mi cara ante el encargado de la farmacia cercana para pedir un paquete de tampones, vaya, en fin, regresé con el encargó y tocando a la puerta del improvisado baño le entregué a Lucero sus dichosos tampones, no se me había ocurrido que ella utilizara ese tipo de cosas para su regla, entonces no usaba los clásicos caballos, sino tapones de algodón en la pucha, bueno pues.
Esperé a que saliera para entregarle al chamaco e irme a mi casa, ella salió envuelta en una gran toalla, se dirigió a la recámara, le indiqué si ya le podía dejar a su hijo, me dijo que lo dejara en la cama mientras se vestía, así que la seguí al cuarto, dejé al chamaco sobre la cama y cuando ya me disponía a salir me dijo:
--Gracias por todo y perdona si tuve que mandarte a comprar tampones, pero me llegó la regla cuando menos la esperaba, a veces se me adelanta o atrasa, y como siempre he usado esas cosas no me acostumbro a usar toallas, ni modo. De nuevo gracias.
Ya me iba cuando me atreví a preguntarle, --oye Lucero te puedo preguntar algo, ¿los tampones no te causan molestias?
--Pues mira curioso, al principio se siente una medio rara de traer esa cosa metida en la vagina, pero luego te acostumbras, los uso desde chamaca, alguien me los recomendó, anda una más limpia, con las toallas a veces hay problema, se salen de lugar y a veces cuando baja mucho la regla no alcanzan a absorber todo y se mancha la ropa, pero con los tampones no, todo se queda en esa cosita de algodón, y si quieres saber, algunas amigas que los usan me han contado que en esos días, cuando traen puesto el tampón, como que se excitan más, como que sienten cositas raras, a mi a veces me pasa, pero no siempre.
--Y dime..., ¿no te lastima ponértelos?
--"Ay niñito curiosón, eso es cosa de práctica, además no son muy grandes ni gruesos, son como del grueso de un dedo, eso si cuando ya tienen horas ahí adentro y bajó mucha sangre tienden a hincharse, es cuando una siente cositas, pues al hincharse el algodón se hace más grandecito el hoyito, pero, oye, ya ¿no?, no me digas que no sabes nada de estas cosas, tienes novia ¿no?, a ver dime ¿qué usan ellas?, --añadió Lucero, mientras sentada en la cama se secaba el rojizo pelo--.
--Quien sabe tú, pero bueno, mi novia Ludy usaba toallas creo, porque a veces cuando pretendía acariciarla ahí, me decía "hoy no te toca porque me bajó" y tocando con la mano sentía ahí abajo el bulto de la toalla y ni modo, ya no hacíamos gran cosa.
--Ah canijo, le dabas su manoseada, eres de esos a los que les llamamos pulpos... que a fuerza quieren agarrar...
--No cómo crees, agarró cuando me dan, no es a fuerzas.
--Pero a tu novia, cómo se llama, ¿Ludy? si le metías mano, ¿sólo mano?
--Ahora la curiosa eres tú, en principio ya no es mi novia, dejamos de vernos desde hace algunas semanas, pero duramos como un año saliendo juntos, y como te imaginarás pues... al paso del tiempo como que ya no son suficientes los besitos, hacen falta otras cositas, ¿o no?
--Pues si, así sucede, pero dime ¿ella no te metía mano?
--¿cómo es eso?
--Si hombre, no te lo agarraba.
--Pues claro, cuando ya estábamos excitados ella solita lo buscaba, luego de nuestras primeras experiencias ella solita aprendió a acariciarme el miembro, y ya bien abrazados, con las bocas pegadas nos calentábamos mucho, hasta que ella aprendió a masturbarme, igual hacía yo con ella, al principio fue difícil, no se animaba a que la tocara, pero luego fue diferente y si te interesa saber, terminamos por hacer al amor en algún rincón, ni modo, luego ya la llevaba a un hotel.
--Mira nada más si ya eres todo un hombresote, condenadote, pero la cuidabas.
--Pues si, usábamos óvulos o condón, pero a ella no le gustaba el gorrito, decía que no sentía igual. Pero cuando menos procuraba que no hubiera problema, anduvimos así, haciéndolo algunos meses, hasta que nos enojamos por tonterías, ya era medio posesiva, me quería presionar, ¿tú crees?
--Pues si chiquito, si ya la tenías de planta y te daba lo que querías, a lo mejor pensaba que sólo la estabas usando y ella quería tener cierta seguridad, más formalidad.
--Eso no, no la usaba, en todo caso los dos sentíamos rico, nos gustaba estar juntos y hacerlo, no la usaba, nos queríamos mucho, además no sólo hacíamos el amor, la llevaba a pasear, al cine, a comer, al teatro, a visitar museos, a conferencias, le compraba libros y cosas, me interesaba por ella, no sólo era llevarla a la cama, ¿cómo crees?
--Pues muchos nomás les interesa que la chica afloje, luego ya se van alejando, pero tú pareces diferente, aunque se me hace que ya eres medio mañoso, de esos chavos que tienen experiencia con las mujeres y ya no fácilmente caen con alguna chava que solo quiera casorio, en fin. Por cierto, ¿cuándo me invitas al cine o a salir?, digo como amiguitos.
--Cuándo quieras Lucero, qué te parece este sábado por la tarde, nomás a ver con quien dejas a tu niño.
--De eso no te preocupes, le digo a mi mamá, además a ella le caes bien, se me hace que te anda echando el ojo para una de mis hermanas, bueno medio hermanas, pero creo que están muy chavitas para ti, la más grande tiene apenas 15, mi madre dice que estás bueno para su yerno.
--Uh que caray, yo ni a tus hermanas conozco, pero entonces qué, ¿aceptas?
--Si, con la condición que te portes bien, no vayas a pensar otras cosas, que ya soy una señora con niño--, dijo en broma.
--Qué tendría de malo.
--No es eso, sólo que estás medio chavito para mi, ahora que quien sabe, con eso de que ya te las sabes de todas todas, bueno veremos, además ni siquiera se si yo te gusto, a ver dime.
--Pues claro que me gustas, eres una mujer muy guapa, debes tener muchos admiradores, aunque nunca me haz platicado de eso, se me hace que ya te echaron el ojo.
--Eso no se pregunta chamaquito, pero sabes, por ahora nada de nada, puros trabajos manuales.
--¿Trabajos manuales?
--Si hombre, cuando ando medio inquieta y me despiertan las ganas, pues ni modo, puro dedo.
--O sea que te masturbas.
--Claro hombre, de vez en cuando, no soy viciosa, pero por las circunstancias no me queda de otra más que acordarme de mi marido y pues... con una ayudadita de mano, pues ya sabrás. Bueno ya vete, ¿no? que me estás inquietando.
--¿A poco?
--Pues si mano, haces que me acuerde de cosas, por ejemplo, hace rato cuando me bañaba, nomás con el roce del zacate me entraron ganitas, como que me excité un poco, y ahora tu con tus preguntas y para colmo me baja la regla y tengo que andar con el tapón adentro todo el día. Mejor luego platicamos ¿no? o nos vemos el sábado.
--No, en buena onda me gustaría saber más de ti, por ejemplo cómo fue tu primera experiencia sexual, anda cuenta.
--Que no chiquito que voy a terminar toda calentona, además para que quieres saber, tú tienes más que contar, a mi no me ha pasado nada extraordinario, tuve algunos novios, todos manos largas, nada del otro mundo.
--Pero tuvo que haber alguno en especial, digo con el que terminaras haciéndolo.
--Pues claro, cuando anda uno en sus cinco minutos de pendejura, hasta uno termina pidiéndolo, eso pasa, te debe haber sucedido con alguna chica, de esas que se creen muy recatadas y un buen día te sorprenden, ¿no es así?
--Si así es, a veces me ha sucedido que ando de necio a ver si aceptan y cuando menos lo espero solitas se dan las cosas.
--Bueno ya estuvo bien de pláticas cachondas, ya no me importunes, que además en estos días menos puedo practicar manualidades o de las otras cosas.
--¿No lo haces cuando tienes la regla?
--Pues claro que no, es algo sucio, termina una toda embarrada de sangre por todos lados, ni a mi marido le permitía acercarse en esos días, le daba pompis.
--¿Te lo hacía por atrás?
--¡Ay callate niñito!, grosero, por atrás nunca, bueno una vez lo hizo pero como me lastimó toda, jamás se lo volví a permitir, me refiero a que cuando tenía regla terminaba en mis pompis, por afuerita, chamaquito, nomás por afuerita. Bueno ya vete, te digo, déjame vestir en paz, chamaco preguntón, nos vemos el sábado, pasas por mi a casa de mi madre.
Con ansia esperé la llegada del sábado, ese día me preparé lo mejor que pude: dinero suficiente, varios condones y mi mejor presencia. Cuando fui a casa de la madre de Lucero, ella misma me abrió, desde la puerta le gritó a su progenitora que ya se iba y nos encaminamos a la parada del camión, durante el trayecto al metro me cuestionó: --a ver que planes tienes para mi, que tienes pensado canijo.
--Nada en especial, depende de lo que tú aceptes, pero se me ocurre ir a comer primero, luego iríamos al cine y saliendo a lo mejor tomar un café, digo, si tienes tiempo.
--"Nomás eso, huy, yo que ya me estaba haciendo ilusiones.
--Por eso digo que depende también de ti.
--Mejor te dejo la iniciativa, pero yo esperaba que te aventaras al ruedo, chance y yo acepto. Mira respecto a ir a comer ya comí en casa, mejor llévame a comer helado, hace tiempo que no voy a una fuente de sodas y ya de ahí tu decides.
Así que yo decido, pensé, bueno a ver si no te asustas, dije para mis adentros. Fuimos a Coyoacán, y ya cuando recorríamos la plaza de ese lugar Lucero ya había tomado más confianza, tomados de la mano nos sentamos a una mesita de una fuente de sodas, muy juntitos, como cualquier pareja de novios, platicamos acerca de cine y de libros, luego de un buen rato y de los consabidos helados y cafés, se me hizo oportuno pedir la cuenta, pagué y nos fuimos, entonces dijo: --ahora si ¿a donde quieres ir?
--¿Te digo?
--No, mejor no me digas, tu decides--. Con esa plena aceptación paré un taxi, le indiqué al chofer que nos llevara a la calzada de Tlalpan. Ya sobre la calzada me fui percatando de los hoteles que más o menos no se vieran tan chafas, detuve al taxi a una cuadra de uno de ellos y nos bajamos. Ella iba silenciosa, dejando que mi brazo enlazara su cintura, al entrar al hotel noté como cambiaba de tono su rostro, pedí un cuarto y nos encaminamos al elevador, y apenas se cerró la puerta Lucero dio rienda suelta a su contenida calentura, el abrazo fue repentino, así como su boca entreabierta que buscaba con ansia la mía, secundé lo mejor que pude el apasionado beso y permanecimos con las bocas y lenguas entrelazadas hasta que el elevador se detuvo, entonces ella tuvo que dejar de besarme, diciendo: --perdona chiquito, pero ando con unas ganas que ya te imaginarás.
--Si te comprendo.
--Pues abre la puerta ya, por favor.
Apenas había cerrado la puerta, cuando de nuevo Lucero se prendió de mi, besos y besos, ensalivados, de lengüita, de chupadita, de todo tipo, bien agarrados uno del otro, mis manos ya estaban sobre sus nalgotas, cada mano en una nalga, palpando, sobando, agarrando, tratando a la vez de que su vestido subiera hasta su cintura, pero ella no se quedaba atrás, ya su mano derecha buscaba afanosa el cierre de mi bragueta, dio con el y forcejeando logró su objetivo, echar mano a mi fierro que ya lucía una estupenda erección, se agarró con furia de él, diciendo con voz entrecortada: --mira nada más que cosa tienes, si estás bien dotado chiquito, con razón de sobran las novias papito, anda ya llévame a la cama, ya no aguanto las ganas de comerte todo.
Con prisas pero sin dejar de besarnos nos desnudamos, rápido quité las sábanas y nos metidos raudos a la cama, volvimos a quedar bien abrazados, besos, caricias por todos lados, con ganas, muchas ganas de coger. Ya sin prenda alguna Lucero lucía un cuerpo esplendoroso, que par de chiches, piernas carnosas, nalgas no se diga, duritas, redondas, bien formadas, y en el sexo una gran mata de pelos rubios, alargados, y la panocha, que pucha tan carnosa y tan caliente, casi quemaba mis dedos, olía rico, un olor penetrante, y sus jugos, creo que nunca había encontrado a una chica que se mojara tanto como Lucero, cuando ya casi no podía más y mis dedos ya cabían enteros en su agujero, ella casi lo pidió a gritos: --anda ya, métemelo por favor, ya no aguanto, anda papito cógeme, cógeme por favor.
Se separó un poco y abrió sus piernas, flexionándolas un poco, se abrió con una mano la pucha y con la otra agarró mi verga parada hasta jalarme a su sexo. La penetración fue instantánea, en cuanto la sintió adentro ya no pudo más: --ay, mi vida, que rica verga tienes, ya casi me vengo, nomás de sentirte adentro, ya casi me viene, déjame venir así, nomás con sentirte dentro de mi, no te muevas, déjame a mi, yo me muevo quedito, bésame las tetitas, anda chiquito, termina de amamantarte, son todas tuyas, así papy quedito, chupa quedito, despacito, ay, no tan fuerte cariño!, lame, chupa, chupa más, ay que mojada estoy, y que caliente chiquito, siento arder por dentro, ya no puedo más, ya casi papacito, tu aguántate mucho, que tengo muchas ganas, ya casi, ay es el cielo, que rico, hummm, más chupa más fuerte la teta, ya no la sueltes, por favor, ay, papy, siente como me vengo, que rico, pica fuerte, muévete duro, con tu picha, duro, más duro, dame más, quiero verga, ay que rica verga, más fuerte, anda, papy cógeme, así, ya, ya viene, huy, cariñito, que bien lo haces, anda más, otra vez, que ya quiero de nuevo, fuerte, más fuerte, ay, cariño, me vengo de nuevo, huy, cachito de mi vida, que verga tan rica, me llena toda--, en eso se me ocurrió una fantasía, ponerla patas arriba.
Me detuve un poco y ella protesto: --¿qué haces?, anda sigue, no te pares, ah, quieres cambiar, pues anda, hazme lo que quieras, soy toda tuya, ¿así papy?, subo mis piernas, deja las agarro con mis manos, anda, así, vuélvelo a meter, pero ya no lo saques, por favor, que ya me corro de nuevo, ay mira cuanto jugo me sale de la pucha, estoy mojadísima, que rico, más fuerte, mételo más, más rápido, pica duro, fuerte, muévete papyyyy, ay, ahí está de nuevo, que rico, chiquitito que bien coges, ay, más, no dejes de moverte, hummmm, ya, ya niñito, espera, espera un poco, hummm, déjame disfrutar la cogida, hummm, ay ya me duelen las piernas de tenerlas así, déjame tantito.
Dejé que bajar sus piernas, pero no la solté, permanecí dentro de ella con mi pito todavía parado, bien firme, al sentirme me dijo: --¿todavía no te vienes, verdad?, que bueno eres papy, ahora si eres todo un hombre, sabes como tratar a las mujeres, que se vengan primero, que gocen mucho y luego tú papy, así debe ser, que bueno eres, ya siento que te quiero, vamos a ser amantes papito, ya no te dejaré andar por ahí de pito fácil con cualquier chamaquita, serás todo mío, tú necesitas una mujer como yo.
--"Mira cómo lo tienes de parado, ay si está hasta morado del esfuerzo, ¿ya te quieres venir chiquito?, déjame besarlo tantito y si quieres te vienes en mi boquita, ¿quieres?-- y sin decir más se avalanzó sobre mi verga comiéndosela toda al primer intento, la calidez de su boca, el percatarme que la vieja aquella se había tragado todo el miembro y las delicadas de su legua sobre el glande, me hicieron sentir que no aguantaría ya mucho tiempo antes de empezar a echar chorros de mocos, y así fue, cuando Lucero ya estaba dedicada por completo a chupar y meter y sacar mi verga de su boca, no pude aguantar más y tomando la cabeza de la chica sepulté mi verga hasta el fondo de su garganta, la mantuve en esa posición hasta que dos o tres chorros hicieron que mi semen fue inmediatamente tragado por Lucero, quien tuvo que hacer un esfuerzo para que la soltara, pues la abundancia de semen amenazaba con ahogarla, se soltó, mi verga salió de su boca y en pleno rostro eche otros chorritos de mocos, más ella, ya recuperada volvió a comerse la polla, volvió a lamer el tronco y a lengüetear la cabecita, hasta que mis espasmos terminaron, cuando mi verga dejó de estremecerse, se acostó juntó a mi con su cara muy junto del miembro, y ahí se estuvo, cerquita con sus labios apenas tocando el pito ahora semi flácido, entonces dijo:
--"¿Sabes?, no se por qué, pero desde que te vi, hace una semana, interiormente supe que terminarías así, cogiendo, fue algo extraño, pero nomás te vi y me entraron unas ganas terribles, tal vez influyó mi separación, pero es cierto, volví a verte y sentí de inmediato algo muy extraño, como por arte de magia volvía a recordar al chiquillo que andaba fisgándome las nalgas, dime papito ¿te gustan mis pompas llenas de pecas?, ¿no son feas?".
--"Claro que no Lucero, las tienes riquísimas, déjame demostrártelo", y de inmediato me incorporé, hice que ella se acostara boca abajo y me situé detrás de ella, mi intención era patente, aplicarle uno de mis tratamientos favoritos, duro contra sus nalgas, me acosté casi sobre ella, con ambas manos separé los dos globos carnosos y durante no que cuanto tiempo me dediqué a besar, chupar y lengüetear ese rojizo conjunto de pliegues de su culito, sus ahogadas exclamaciones de placer me indicaron que iba yo por el camino correcto, así que luego no fue sólo la boca, sino también mis dedos, primero uno, despacio, presionando ligeramente sobre el apretado hoyo, y luego cuando se distendió el anillo de pliegues y mi dedo hizo su entrada triunfal Lucero pidió más: --"ay chiquito que cosas me haces, anda sigue, dame más, quiero más placer".
Y ahí voy de nuevo, más dedo, metiendo y sacando el índice, mientras los demás dedos acariciaban la pucha mojada y abierta plenamente, luego fueron dos dedos en el hoyo, ya el agujero había dado de sí, por lo que se hallaba abierto dejando escapar el tufo penetrante a excremento, más esto no hizo que dejara mis placentera ocupación, ya con más espacio tres dedos fueron tragados por el culo de Lucero, y luego de muchas metidas y sacadas, quité mi mano para volver a pegar mi boca al culo abierto, ahí besé, chupé y lengüetee muchas veces, hasta que ella ya no pudo más: --"no se que siento, pero por favor mételo, quiero tu verga en mi culo, anda ya no me hagas sufrir, ya no aguanto las ganas de sentirte en mi culo, anda papy, cógeme por la cola".
Sin más preámbulo me coloqué sobre ella, Lucero con ambas manos separó los cachetes de sus nalgas y dejó indefenso a su culito, puse la cabeza del miembro, ya bien erecto, sobre el hoyo y de inmediato la cabeza entró, con delicadeza se lo fui dejando ir todo, en medio de las placenteras exclamaciones de placer de Lucero, mucho tiempo estuve cogiendo así, despacio, fuerte, rápido, de nuevo quedito, metiendo y sacando todo el miembro, luego no, dejando sólo la cabeza adentro, de nuevo todo de un sólo trancazo, hasta que pasando una mano por abajo de su cuerpo, llegué a su panocha, ahí me dediqué a acariciar la pucha, afuerita, en su clítoris, luego metiendo los dedos en la vagina, sintiendo con mis dedos, como mi verga la penetraba por el culo, así mucho rato, esto hizo que Lucero se viniera varias veces, hasta que ya no pudo más y me pidió semen: --"ya papy, ya no puedo más, ya me duele mucho la cola, ya vente, quiero sentir tu semen en mi culo, ya papy", sin más remedio aceleré mis movimientos hasta que dejándome caer sobre ella eyaculé de manera sensacional dentro de ese caliente hoyo.
Nos quedamos así, pegados, uno arriba de la otra, hasta que ella protestó: --"ya papy, déjame ir al baño, me dieron ganas del dos, quítate tantito, ahorita regreso", de mala gana saqué mi ya semi flácido pito, me acosté a un lado y ella presurosa se fue al baño. Luego de un rato escuché el ruido de la regadera, Lucero se lo estaba lavando, desde el baño me llamó: --"anda ven cochinote, báñate".
De mala gana me levante y me metí tanbién al baño, ahí estaba ella, en medio de una nube de vapor lavando su cuerpecito, nos bañamos juntos, abrazados con las bocas pegadas, luego de un rato, ya secados nos metimos de nuevo a la cama, relajados descansamos un rato. Platicamos.
--"Aunque no lo creas, haz sido el mejor amante que he tenido, no creas que he andado de nalga fácil, es claro que como mujer dejada todos suponen que andamos con la cola disponible, yo no soy así, te lo juro, desde que dejé a mi marido, antes sólo conocí a otro hombre, el hombre con el que perdí mi virginidad, pero no fue nada importante, sólo lo usé para quitarme las ganas, al poco tiempo nos separamos y no lo he vuelto a ver, por eso cuando te conocí más a fondo ya no pude aguantar las ganas, y ahora te lo pido de nuevo, quiero que seamos novios o amantes, como quieras, quiero tenerte en mi cama, dormir contigo y que cuando me despierten las ganas a media noche, tener ahí, cerquita tu pitote para que me pongas en paz, quiero ser sólo tuya, anda acepta".
Acepté su propuesta y fuimos amantes varios meses, hasta que los familiares de ambos empezaron a sospechar, tiempo después ella se fue a vivir con su madre y yo me fui a provincia a estudiar, no la volví a ver.