Loving him was RED (3)

Confusion, alcohol, sentimientos y sexo... ¿Será real esta vez, o solo otra mala jugada de la mente?

Como habíamos previsto, nuestra foto salió en el periódico. Para seguir el plan, subimos fotos de nosotros dos juntos en toda red social existente. Salíamos juntos casi a diario, a los lugares lo más público posibles. Queríamos presumir nuestro “amor”.

Mientras tanto, los entrenamientos de atletismo continuaban, las competencias serían en pocos días y Diego seguía poniendo distancia. Un día al terminar el entrenamiento me dirigí al bebedero para tomar agua. Cuando iba llegando noté que Diego estaba ahí y no había nadie más. Decidí continuar mi camino, para ver que hacia. Caminé hacia el bebedero, el seguía ahí inclinado, tomando agua. Me puse atrás de él y cuando terminó de tomar agua se enderezó y giró. Me vio y después de unos segundos habló.

-¡Hola! ¿Cómo estas?- dijo

-Bien ¿Y tu?- le respondí.

-Muy bien. muy bien... Oye la vez pasada te vi y no me saludaste.- me dijo sonriendo

“Ahora resulta, y luego sonríe para idiotizarme” pensé

-¿Enserio?- dije mientras ponía cara de estar extrañado -No debí haberte visto, lo cierto es que no recuerdo haberte visto- mentí, claro que lo había visto.

-Si, fue aquel día que saludaste a Laura- dijo secamente.

-Ahhh ¿Eras tu? No te reconocí, igual y fue porque andaba algo distraído- dije con voz convincente.

-Si, eso debió ser... Oye ¿Estas saliendo con Natalia?- me preguntó

-Si!! aun no somos nada pero estamos saliendo.- le respondí

-¡¡Felicidades!! Es muy guapa... Yo estoy saliendo con Laura, quizás un día deberíamos salir los cuatro- dijo.

Pude notar que esperaba ver mi reacción al decir eso.

-Me lo pensaré, bueno voy a tomar agua- le dije para terminar esa conversación antes de que me delataran los celos.

Me puse a tomar agua, esperando que Diego se fuera. Pero seguía ahí parado esperándome, así que continué “tomando agua” esperando que se fuera. Tras esperar y sin que se fuera terminé y me enderecé. Me miró y se fue.

Los entrenamientos seguían. No le hablaba ni lo volteaba a ver. Natalia y yo seguíamos saliendo, y por lo que podía ver en Facebook, Laura y él tenían una relación. Trataba de darle cada vez menos importancia, pero simplemente no podía. Todo contacto con Diego se perdió. Solo lo veía caminando por el colegio, con Laura. “Idiota malagradecido” pensaba cada vez que lo veía ignorarme olímpicamente.

Los meses pasaron, no había progreso. Diego me seguía ignorando y yo me estaba cansando de estar fingiendo una relación con alguien a quien no quería solo para ver cómo reaccionaba. Era más que evidente que no iba a reaccionar a esas alturas, así que terminé mi trato con Natalia. Fue a principios de mayo cuando ya era libre de nuevo. A esas alturas ya me había resignado, nunca tendría nada con Diego. Faltaban 4 semanas para terminar el semestre y llevaba desde Diciembre sin hablar con él. Lo más triste era que yo seguía con la esperanza de que algún día me hablara cuando una parte de mi me decía que nunca pasaría. Verlo caminar por los pasillos del colegio junto a Laura era como un martirio.

Fue entonces cuando tomando como pretexto un “corazón roto” me comencé a comportar como un cualquiera. Me embriagaba comenzando desde el jueves, me liaba con medio mundo en las fiestas estando borracho, incluso mis notas bajaron. Fue entonces cuando sucedió algo inesperado.

Un lunes, después de haber estado sumergiéndome en un torbellino de autodestrucción fui al baño. Cuando entré me encontré a Diego ahí, mirándose al espejo. Como estaba de espalda pude contemplarlo, había olvidado lo perfecto que era su culo. Entonces me vio por el espejo y en su cara se dibujo una sonrisa seductora, esa que me derretía en los entrenamientos. Cuando se giró yo estaba rojo como un tomate. Su sonrisa desapareció y nos estuvimos viendo fijamente por unos segundos. Después me comencé a reír, perdí el orgullo y lo saludé.

-Hola Diego, mucho sin verte- le dije con una sonrisa en los labios.

-Tu desapareces, supe que ya no estás saliendo con Natalia- me respondió, sonriendo también.

Su sonrisa parecía tallada por los ángeles, era preciosa. Cada segundo que pasaba contemplando esa sonrisa tan perfecta deseaba que fuera eterno.

-Si, creo que no funcionó...- le dije en voz baja.

-A veces pasa, bueno me voy a clase. Nos vemos- dijo mientras reanudaba el paso. Cuando pasó junto a mi me dio una palmada en la espalda.

Salí de mi trance segundos después, hice lo que tenía que hacer y salí. “¿Que se cree este cabrón? Bueno, se le perdona por estar tan bueno” pensé. Mi obsesión por el parecía salirse de control. Pensaba en él todos los días, era lo primero que buscaba al salir a receso. Tenía que verlo. Incluso llegué al extremo de buscar vídeos porno con actores que se parecieran a él. Cada fin de semana que me besaba con alguien diferente me imaginaba que era él a quien estaba besando. Y él no ayudaba nada en la situación, cada vez que me lo topaba en los pasillos ponía su sonrisa seductora y me hacía sonreír como un imbécil. Comenzaba a sospechar que lo hacía a propósito. Le gustaba burlarse de mí.

Por las noches, sueños como el que tuve aquella noche de Diciembre se repetían, pero en diferentes situaciones.

Los exámenes estaban por terminar y la graduación estaba muy cerca. Ya tenía los pases para mis invitados, el problema es que no sabía a quien invitar para llenar la mesa. Fui ocupando los lugares, hasta que me quedaba uno. Sabía perfectamente a quien quería invitar, pero obviamente Diego estaría en la mesa de Lucía, pues era el novio de su hermana Laura.

Los exámenes terminaron y sólo faltaba una semana para la graduación. No sabía a quien invitar y como no se me ocurría nadie le dije a mi hermana que se tomara la libertad de invitar a alguien. Mientras la graduación se acercaba yo me preparaba psicológicamente para ver probablemente por última vez a Diego, pues me graduaba y me iba de intercambio.

Por fin la tan esperada graduación llegó. Todos vestían como si fueran de la realeza. La noche era especial y se podía sentir en el ambiente que esa noche sería mágica. Para la ocasión elegí una corbata morada y traté de verme lo más especial posible. La noche era maravillosa, todo estaba perfecto en el baile. Me puse como propósito personal disfrutar a todo esa noche y lo cumplí. No me senté en la mesa más que para cenar y tomar soda de vez en cuando. Estuve en la pista de baile toda la noche, disfrutando mi última noche junto a todos mis compañeros de la preparatoria. Logré ver a Diego en la mesa con Laura, pero no le di importancia. Bailé hasta el cansancio, hasta que la música y la fiesta terminaron. Fue justo cuando terminó la fiesta que la noche se tornó aún más interesante.

Necesitaba aire fresco y estaba algo tomado. Aproveché que todos estaban platicando y dejando el auditorio del colegio para salir al jardín y caminar solo. Había muchos árboles y podías fácilmente perderte entre los jardines. Iba caminando, meditando todo lo que había pasado aquel año escolar cuando escuché pasos. No les di importancia. Pero después pude ver las ramas moverse y vi una figura negra aparecer.

-¿Quien eres?- pregunté

-¿Creíste que te podrías ir y dejarme así como si nada?-

Reconocí la voz de inmediato, era Diego.

-¿Diego eres tu?- pregunté, aunque estaba seguro de que era él.

-No quiero verte partir- respondió mientras se acercaba cada vez más.

Me quedé ahí paralizado, recargando mi espalda en un árbol. Diego me alcanzó y rodeó con sus brazos mi cintura y me besó.

En aquel momento se detuvo todo, para mí solo existíamos él y yo. Podía sentir sus suaves labios, eran como terciopelo. Su aroma me embriagaba y lo sentía con cada poro de mi piel. Fue un beso largo y apasionado.

-No sabes cuánto llevaba esperando esto- me dijo al oído.

-Dime que no estoy soñando- le dije

Entonces me besó de nuevo. En ese momento éramos solo el y yo, juntos en la oscuridad. En lo privado del jardín del colegio, consumando un anhelo en común. De pronto sentí que mi teléfono vibraba y recordé que mi familia me esperaba.

-Espera, mi familia me esta buscando... ¿Quieres ir a mi casa?- le pregunté

-Deja pido permiso y me despido de Laura, te marco cuando vaya llegando, diré que voy a dormir ahí.- me dijo.

Teníamos nuestras frentes pegadas, podía sentir su respiración. No quería separarme de él, pero pronto estaríamos juntos de nuevo.

Nos separamos por fin y salí en dirección del auditorio. Diego salió en una dirección diferente para evitar sospechas.

Cuando llegué al auditorio donde me esperaba mi familia les dije que llegaría un amigo a la casa y que se quedaría a dormir ahí. Mi mama me dijo que le podía acomodar en el cuarto de huéspedes. Ya eran las 3:30am y mis padres estaban cansados después de aquel largo día así que salimos en dirección a la casa. El encuentro con Diego en el jardín me había dejado con una erección de caballo pero no se notaba gracias al saco. Cuando llegamos a casa, toda mi familia se fue a dormir y yo me quedé en la sala, para esperar a Diego. Fue entonces cuando me llegó un mensaje suyo.

“Ya estoy afuera, ven a abrirme que dejamos algo pendiente”

Sonreí y rápido fui a la puerta. Abrí y ahí estaba él. Quería tomarlo por la corbata y plantarle un beso ahí mismo pero su hermano estaba en el auto esperando que le abriera. Su hermano no estaba nada mal, creo que lo guapo lo llevaba de familia. Entramos en mi patio y cerré la puerta. Justo cuando pensaba tomarlo por la corbata él  me acercó por la cintura y me plantó un beso. Estuvimos ahí besándonos un buen rato, recargados en la barda de mi casa. Todo era perfecto en aquel momento. Su aroma me embriagaba, me hacía sentir que lo único que quería era estar con él.

Nos separamos y lo tomé de la mano, y juntos nos fuimos caminando, como dos enamorados. Lo llevé al cuarto de huéspedes y lo empujé en la cama. Me puse sobre él y lo comencé a besar como si la vida se me fuera en ello. nos quitamos la ropa y pude sentir la suavidad de su piel, su cuerpo lampiño contrastaba con el mío cubierto de vello. Nuestras piernas se entrelazaban, mis manos acariciaban su espalda y su cuello. Podía sentir su respiración y la calidez de su boca. Le comencé a besar el cuello y le escuché gemir. Le pasé la lengua por todo su cuello, lo besé con entrega y pasión. Podía sentir su pene duro como el metal contra mi cuerpo, lo que me excitaba aún más. Diego me separó de su cuello y fue hacia mi pene y comenzó a darme una mamada. El contacto de su boca con mi pene era alucinante. Hacía círculos en mi glande y me hacía estremecerme. Dejé escapar varios gemidos. Cuando estaba a punto de correrme saqué mi pene de su boca, le planté un beso y me dirigí hacia el suyo.

Debía medir unos 18 cm, estaba bonito. Comencé a chuparlo dándole besos en el glande, después comencé a hacer círculos con mi lengua y finalmente lo metí en mi boca. Subía y bajaba por su maravilloso miembro. Diego se retorcía de placer y soltaba gemidos. Después de un rato llevó sus manos a mi cabeza y comenzó a follarme la boca. Sentía su pene palpitar, algo me decía que estaba a punto de correrse. De repente, Diego soltó un gemido más fuerte y soltó su leche en mi boca, me la tragué toda. Saqué su pene de mi boca y me besó. Después me dijo al oído: “Hazme tuyo”.

Lo giré y comencé a darle un beso negro. Pude sentir cómo se retorcía de placer. Estuve dilatándolo un rato y después le metí un dedo. Estuve moviéndolo un rato. Cuando sentí que estaba más dilatado metí un segundo dedo. Diego gemía de placer y ya tenía su pene duro de nuevo. Después de dilatarle un rato metí un tercer dedo.

-¡Métemela ya!- dijo Diego con los ojos cerrados.

-¿Quieres que te la meta?- dije lleno de lujuria, quería escuchar que me lo pidiera una vez más.

-¡Si! Quiero sentirte dentro de mi de una vez por todas- me dijo entre gemidos.

Entonces cumplí su deseo (y el mío también). Lo giré, puse sus piernas en mis hombros comencé. Diego estaba muy estrecho, fui metiéndosela lentamente para no causarle mucho dolor. Su cara me decía que estaba sintiendo dolor pero me dijo que no me detuviera. Cuando entró toda estuve un rato quieto para que se acostumbrara y de rato comencé a bombear lentamente. La velocidad fue aumentando y con ella el placer. La cara de Diego me indicaba que estaba disfrutando mucho y su pene lo comprobaba, pues había comenzado a salirle precum. Después de un rato cambiamos de posición y se puso en cuatro. Seguí bombeando cada vez más fuerte, se podía escuchar el ruido de mis huevos golpeando en sus nalgas. Minutos después me dijo que me acostara, que lo quería montar. Me recosté y se sentó en mi pene. Comenzó a subir y bajar mientras yo acariciaba sus nalgas. Su precum caía en mi abdomen conforme subía y bajaba. La excitación estaba a tope y yo sabía que no aguantaría mucho más. Se lo dije y dijo que me corriera dentro de él. Siguió subiendo y bajando hasta que en un largo gemido de placer me corrí dentro de él.

-Ahora te toca a ti- le dije a Diego.

Se sacó mi pene y me giró, comenzó a dilatarme, después de trabajar unos minutos en mi ano estaba muy caliente y ansiaba tener su pene dentro de mi.

-Clávamela de una vez- le dije entre gemidos a Diego.

Sin más me la metió, completa y de un tirón. Al principio sentí dolor pero conforme pasaban los minutos y se iba moviendo dentro de mí se convirtió en placer. Diego entraba y salía, sus embestidas eran cada vez más fuertes y rápidas. Se detuvo para cambiar de posición, quedando los dos de frente. Mientras me embestía me besaba esporádicamente. Estuvimos asi unos minutos hasta que yo no pude soportar más y me corrí. La intensidad de las embestidas de Diego aumentó y puse sentir su pene hincharse y descargar dentro de mi. Nos fundimos en un beso y nos abrazamos, nuestros cuerpos estaban cubiertos en sudor. Nos acostamos y nos acariciamos, nos abrazamos y nos besábamos de vez en cuando.

-Nunca creí que tendría el valor de escucharme a mi mismo- me dijo mientras me revolvía el cabello.

-No esperaba que me correspondieras- le dije, mirándolo a los ojos.

-Soy tuyo, desde aquel día en las escaleras. Tu mirada me atrapó. Me sentí vulnerable y traté de alejarme de ti. Cuando supe lo de Natalia ardí en celos pero estabas en todo tu derecho porque yo te quise olvidar con Laura. Pero simplemente no pude, me tienes embrujado- me dijo mientras me acariciaba con sus manos.

-Me encantas, quisiera que este momento fuera eterno.-

Nos quedamos los dos, juntos, dormidos... Esta vez no fue un sueño.

CONTINUARÁ