Lotería (2)
Continúa el paseo embarcado de esta pareja con sus padres, naturistas.
Lotería II
Después de la arenga de mi mamá, nos abrazamos todos y nos besábamos con amor y ternura.
Si hoy me pongo a justificar lo que pasó en esas vacaciones, la única explicación que le encuentro es el entrañable amor que nos tenemos todos. Mis padres me aman con locura a mi y yo a ellos. Yo lo amo muchísimo a Pablo y mis padres entre ellos. Nosotros no somos swingers ni muy liberales tampoco. Y mis padres mucho menos. Son naturistas pero en privado (hasta que llegamos nosotros), pero lo que pasó, no nos cambió la vida ni mucho menos. Seguimos siendo todos lo que éramos antes de llegar a ese barco.
¡Vamos todos al agua!, gritó mi papá y uno a uno nos fuimos zambullendo en esas cristalinas y templadas aguas. Nadamos, jugamos, nos abrazábamos, mis padres se besaban y disfrutaban de ellos y de nuestra compañía.
Luego que salimos, nos secamos, y nos tiramos al sol. Mi mamá y yo en las tumbonas y mi papá y Pablo en la cubierta delantera. Hablábamos de cualquier cosa y nos reíamos mucho.
Como a la hora, mi papá dijo: vamos a levantar anclas e ir a otro lugar más reparado para pasar la noche allí y tenemos como 3 horas de navegación.
Pablo se fue con él a ayudarlo en las maniobras de levantar el ancla y a su vez, quería aprender a conducir un bote. Desde siempre mi papá y Pablo congeniaron en todo, es como el hijo que nunca tuvo. Era divertido verlos ir y venir desnudos, con sus porongas depiladas que se sacudían para aquí y para allá. Cuando se agachaban se les veían los músculos tensarse y si apuntaban hacia nosotras, se les veía claramente su ano prieto y marrón en el caso de mi papá y rosado oscuro el de Pablo.
A mi esas visiones me excitaban mucho y se lo comenté a mamá, que me dijo que a ella le pasaba lo mismo, no solo con mi padre, sino con Pablo también, y debe ser por la novedad de ver a otro hombre desnudo a bordo. También me dijo que a veces cuando estaban solos, ella se calentaba más que papá y que ella a veces lo buscaba para follar y que era muy satisfactorio ya que tu padre es un gran amante, pero que dos o tres horas después ella tenía ganas de nuevo y a papá le costaba excitarse. A lo mejor con Uds. a bordo la cosa cambia. Son la novedad.
Por ejemplo ahora yo estoy excitada, mira, dijo mi madre y se abrió los labios de la concha y me mostró su humedad. Yo me levanté de la tumbona y me acerqué a mirarla, era hermoso y excitante verle adentro de la concha a mi madre. Yo nunca había visto una de tan cerca, excepto la mía a través de un espejo. Esto era distinto. Sentí que mi propia humedad afloraba. Estiré un dedo y le saqué un poco de juguito a mi mamá y lo olí. Ella en ese movimiento mío exhaló un suspiro y yo otro por que su olor me encantó. Era un delicioso olor a dulce, a miel.
Me tiré nuevamente en la tumbona y cerré los ojos. El bote se mecía suavemente y el motor bramaba. Estábamos en camino y yo me empecé a adormilar.
No se cuanto tiempo pasó, pero me despertó las manos de mi madre sobre mi espalda aplicándome protector solar. Te tienes que poner mucho, nena. Aquí el sol es muy fuerte y después te va a arder, me dijo. Sus manos hacían maravillas en mi espalda, mis nalgas y mis piernas. Me masajeaba con mucha dulzura por todos lados. Abrió mis cachetes y me colocó sobre mi ano también. Allí se detuvo un poco más y me decía, a este hay que mimarlo más, por que nunca le a dado el sol y encima hace un rato lo usaste y muy bien.
Cuando terminó con las piernas, me pidió que me diera vuelta y me aplicó protector desde la frente hasta los pies, deteniéndose largo tiempo en mis pechos y mis pezones, que se habían puesto como piedras. Ella los estiraba y apretaba con una enigmática sonrisa en el rostro.
Cuando llegó a mi conchita, me hizo abrir bien las piernas y me aplicó por los bordes y los labios recién depilados e hinchados. Yo cerraba los ojos y me dejaba hacer. En determinado momento dejé de sentir sus manos y al instante era su lengua la que me acariciaba los labios vaginales. Me sorprendí y abrí los ojos. Mi madre estaba entre mis piernas y me miraba con los ojos muy abiertos comiéndome el coño con una suavidad inaudita. Algo que jamás había sentido. Siguió así por varios minutos, con su lengua recorriendo mi interior y deteniéndose en mi clítoris que estaba muy hinchado y haciéndolo saltar con sus lengüetazos, yo me derretía de placer. Cuando ella sintió que estaba por tener un orgasmo, se detuvo y me dijo. Ahora poneme bloqueador vos a mi y se tumbó al lado mío.
A mi me temblaban las piernas, estaba muy caliente y quería terminar. Pero tomé el bloqueador y se lo esparcí por toda la espalda y piernas. Mis manos temblaban y al llegar a sus nalgas me encontré con su anito semi abierto. Mi mamá, al ser flaca, es de esas personas que tiene los cachetes abiertos permanentemente y su rosado ano se ve desde afuera. Le deposité una cantidad de crema sobre su culo y directamente le metí un dedo hasta el fondo, que entró suavemente. Mi mamá pego un respingo y me dijo: ¡Así nena, esto es la gloria!
Seguí con mi dedo adentro y hasta me anime a meterle un segundo dedo que recibió con mucha complacencia. Ella gemía y fuerte, mientras con la otra mano le acariciaba el nacimiento de sus senos por el costado y le pellizcaba los pezones cuando ella arqueaba la espalda y se despegaba de la tumbona.
Me acerque a su oído y le dije: esto es además que con placer, con amor. Ella giró la cabeza y me dio un hermoso beso en la boca. Nuestras lenguas se acariciaban intensamente mientras yo seguía con dos dedos en su ano y mi otra mano acariciándole la espalda.
Ella con mucha delicadeza se desprendió de mi y suavemente se giro quedando boca arriba. Mis dedos se habían salido de su culo y mi mano ahora acariciaba su vagina y pellizcaba dulcemente su clítoris.
Vení, me dijo. Acostate en la tumbona. Al ponernos de pie, aún abrazadas y dándonos besos en la boca, alcancé a mirar a mi papá y Pablo en la cabina de mandos. Ellos nos estaban mirando y tenían unas fuertes erecciones. Pablo se acariciaba lentamente su pija, papá solo nos miraba. Estaban uno al lado del otro, y me sentí importante al ver sus porongas paradas por nosotros.
Mi mamá me guió a la tumbona, me acosté boca arriba y ella se puso sobre mí, en sentido inverso y empezó a besar mi concha. Yo tenía la de ella frente a mis ojos, y su delicioso olor me impregnaba la nariz. Ese olor que minutos antes había degustado y que me parecía magnífico.
Cerré mis ojos, estiré mi lengua y le acaricié el clítoris directamente. Ella dejo escapar un ¡Ahhhh!, y continuó dándome placer en mi conchita. Estoy seguro que para ella, yo era su primera vez con una mujer y para mí también. Estábamos debutando juntas y era glorioso.
De su clítoris pasé a su vagina que estaba muy mojada y metía la lengua lo más que podía. Cuando habría mis ojos, veía su ano muy dilatado por mis dedos anteriores y eso me tentaba. Levanté mi cara para pasarle la lengua por allí y no me gustó. El gusto a la crema bloqueadora era desagradable, seguí con su conchita que me gustaba más su sabor. No se, la verdad, que me gustaba más, si que ella me comiera el chocho a mi o yo a ella. En su conjunto era glorioso. Lo que si se, y con certeza, es que me encaminaba al punto de no retorno en mi culminación sexual.
Yo soy multi-orgásmica, y Pablo lo sabe muy bien, y saca provecho de eso. Me hace terminar varias veces en un solo polvo.
Pero cada vez que estaba a punto de terminar, mi mamá sacaba su cara de entre mis piernas, y me acariciaba los pies, se giraba y me amasaba las tetas, y volvía a su dulce manjar en mi vagina.
En uno de esos parates, giré la cabeza hacia la cabina de mando y mi papá y Pablo no estaban. Giré la cabeza hacia el otro lado y Pablo estaba tras mi cabeza y mi papá a su lado. Ambos tenían sus manos en las pijas, pero cambiadas. Mi papá le empuñaba la poronga a Pablo y este a su suegro. Se acariciaban lentamente sin perder detalle de lo que nosotros hacíamos. No se como empezó ese intercambio de caricias entre ellos, pero el verlos me excitó mucho más de lo que ya estaba.
Mi mamá continuaba con sus besos en mi abierta y rosada concha y mi papá levantó la poronga de Pablo y suavemente la dirigió al ano de mi mamá, la apoyó sobré la rosada roseta semi abierta y Pablo empujó suavemente. Mamá ni despegó la cabeza de mi entre pierna, mas aún, parece que me comía con mayor intensidad. La pija fue entrando lentamente pero sin pausa hasta que los huevos sin pelos de Pablo quedaron sobre mi frente. En ese instante exploté en un orgasmo violento. Tan violento que el contacto de la lengua de mi mamá me molestaba.
Al sentir esto, ella estiró los brazos hacia atrás, aprisionó las caderas de Pablo y empujó hacia ella y tuvo un orgasmo con gritos y convulsiones. Como el mío en la mañana con la pija de papá en mi culo.
Cuando mamá se calmó un poco, se salió de la postura que estaba y la pija de Pablo quedó balanceándose en el aire, a cm. de mis ojos. Pablo no había acabado.
La tomé con la mano, se la acaricié unos instantes y le dije: Vení cosita, ahora tengo ganas de vos, pero a solas.
Con su pija en mi mano, lo llevé al baño, se la lavé, me la metí 30 segundos en la boca y nos metimos en nuestro camarote a coger como conejos.
No se que habrá sido de mis padres, papá no había terminado tampoco. Eso es cuestión de mi mamá.
Ni cenamos esa noche. Cuando abrí los ojos, el sol estaba alto.
Era otro día.