Los videos para mi marido
Una mujer que buscando satisfacer a su marido, termina agradando a su hijo.
Hola, no sé si esta historia es real o no, sólo que alguien quiso que yo la diera forma y la contara de una forma especial. Los nombres y lugares que se me dijeron han sido cambiados, por si acaso. La contaré como si fuera yo mismo la mujer que me invitó a narrar dicha historia.
Soy una mujer fogosa, lo reconozco. Hola, me llamo Eva, tengo 40 años, morena, con el pelo largo y liso, tengo mucho pecho aunque algo caído y un poco de tripa, vamos que me sobra algún kilito. El exceso de peso lo remedio vistiendo provocativa y cuidándome en el resto de las cosas (piel, manos, piernas...). Más de una mirada sé que despierto a mis 40. Soy felizmente casada y tengo un hijo, Raúl. Mi marido y yo nos hemos entendido y yo muy bien sexualmente, somos abiertos y hemos probado de todo un poco, pero siempre le he sido fiel y si me he acostado con otra persona ha sido junto con él o con su conocimiento. Nosotros vivimos en Salamanca, España.
Todo empezó cuando por cuestiones de trabajo le destinaron a México, el problema venía porque no podíamos ir con él, su empresa no pagaba nuestros gastos de residencia, porque iba a ser algo puntual y además mi hijo tiene aquí ya un proyecto de vida y obligarle a cambiar de país sería muy duro e injusto para Raúl. Yo no trabajo, soy ama de casa y, aunque no me habría hecho gracia, lo habría podido sobrellevar.
El caso es que llevaba dos semanas sin follar con mi marido y me estaba muriendo de ganas de hacer algo, así que, un día, por la mañana, cuando mi hijo estaba estudiando fuera de casa, me puse mi lencería más sexy, un consolador, la cámara de vídeo y grabé una película en la que yo me masturbaba para mi marido de todas las formas y por todos los agujeros posibles. Terminé exhausta y satisfecha. Sólo saber que mi marido se correría casi al oírme me hacía muy sencillo llegar al climax. Grabé 3 cintas y se las envié.
No paraba de grabar, grabar, y masturbarme...unas veces en la ducha, otras en la cocina, con mis manos, con consoladores, con pepinos....cuando llevaba otras 3 grabadas me llamó para darme las gracias, decirme que eran un regalo precioso y le ayudaban a recordar lo caliente que era y lo mucho que nos queremos.
Un día, buscando las cintas para poder preparar el paquete que le enviaría a mi marido, como cada semana, reparé en que faltaba una cinta....la del medio. Busqué y rebusqué y no la vi. Suelo saber dónde dejo las cosas y me extrañó mucho, pero achaqué desconocer su situación a algún despiste puntual.
Seguí con mi ritual mañanero unos días más, mientras mi hijo estaba fuera estudiando, de hacer las cosas de la casa y grabarle una cinta, hasta que una mañana me dio por ver cómo salía yo en los cortos, la verdad es que no había pensado en cómo se me vería. Puse una de las últimas que había hecho, en el salón cerca de la terraza y me quedé helada. Pude ver que, mientras yo estaba tumbada en el sofá, con los ojos cerrados y diciéndole guarradas a mi marido al atravesar mi coño con un consolador fingiendo que era su poya, ¡mi hijo estaba viéndome en la terraza! Lo primero que hice fue llevarme las manos a la boca y un rubor tremendo se apropió de toda mi cara. Sin embargo a medidas que pasaba el vídeo, mi hijo se bajó los pantalones y me acompañó, él desde fuera, en el placer onanista.
Al correrse, que lo hizo apuntando a un árbol que tenía al lado, se vistió y procuró desaparecer de escena con el mismo cuidado con el que había entrado. Empecé a dudar de que fuera la primera vez que Raúl hacía éso y até cabos con la cinta que me faltaba...¡Raúl, mi hijo, me ha visto masturbarme para mi marido se la casca viéndome y parece que quiere más!
Por un lado no me sentía bien, por otro, como mujer y teniendo en cuenta que con mucho apetito sexual, estaba algo excitada. Era una situación tremendamente morbosa.
Esa noche dejé, por falso error, una de las cintas encima de la mesa del salón y me fijé más atentamente de la reacción de mi hijo al venir a casa. Me sentía algo cortada, porque sabía que él veía éso y me hacía sentir algo de vergüenza, así que creo que me notó algo más retraída que de costumbre. Mantuvimos las conversaciones de siempre, acerca de sus estudios, sus amigos, etc...
Después de un rato, cuando me fui a prepararle la cena oí que cerró la puerta de su habitación. Rauda volví al salón buscando visualmente la cinta de vídeo....había desaparecido. Lo que no supe hasta después de haber pasado unos minutos es que no sólo se la había llevado sino que cuando estuvo en su habitación la vio se debió hacer un “apaño” y volvió a dejar la cinta en su sitio.
Cenamos, él me miraba de arriba a abajo, como intentando ubicar a la madre abnegada en la mujer lujuriosa que acababa de “disfrutar” visualmente. Terminamos de cenar, vimos un programa y se fue a la cama. Yo me quedé fingiendo que iba a fregar los cacharros pero en cuanto oí que había cerrado su habitación corrí hacia ella para captar, si era posible, mis propios gritos de placer del vídeo que faltaba. No pude resistirme y, pensando que mi hijo estaba al otro lado de ese trozo de madera, meneándosela en mi honor, me llevé mis manos a mi entrepierna, deleitándome con un rápido, pero intensísimo y sigiloso orgasmo.
Cuando me fui a la cama me puse a pensar en que quería comerme la polla de mi hijo, pero tenía que ser él quien se lanzara a mí, tenía que hacer que él viniera a mí, así que ideé un plan, Raúl sería mío, él sería mi macho, quería sentirme llena de él, por la boca, por el coño y por mi culo, pero tendría que ser Raúl quien me lo pidiera.
Al día siguiente, comenzó el calentamiento....(continuará)