Los vídeos para mi marido 3

Continuación de Los vídeos para mi marido

3 días después de mis primeras cintas con insinuaciones incestuosas mi marido me llamó. La verdad, se me había olvidado por completo que se las había enviado.

  • ¡Pero qué vídeos más buenos tesoro!- me decía entusiasmado - No he parado de pajearme pensando en todo ello....menuda imaginación tienes cariño, tú sí que sabes cómo ponérmela dura.

  • Gracias, he disfrutado mucho grabándolos - ¡no sabes tú cuánto! - pero....tengo que contarte algo.

Estuvimos hablando de lo que pasó en realidad, al principio yo me sentía mal, pero mi marido me calmó. Él pasó por lo mismo, es decir, por la excitación por su madre cuando tenía la edad de Raúl. Era normal y entendía mi fogosidad y cómo me sentía yo. Ambos decidimos que, siempre y cuando Raúl quisiera, yo era libre de tener sexo con él, éso sí, a ser posible grabándolo para que mi marido me viera disfrutar de una polla real.

El plan seguía entonces activo y más activo que nunca. Superadas 2 de 3 barreras (una era yo misma, otra era mi marido), faltaba hacer que mi hijo no pudiera frenarse de tanto deseo y fuera él mismo quien se lanzara a mí.

En casa comencé a llevar la ropa más corta y más prieta, en ocasiones casi transparente cada vez que mi hijo pululaba por la casa...notaba cómo me miraba con descaro, de arriba a abajo. Notaba en más de una ocasión su bulto pidiendo guerra, clamando por ser liberado, estrujado, mamado y follado. Muchas veces, después de estar conmigo un rato en el salón viendo alguna película en la cual yo estaba excesivamente cariñosa, no paraba de escrutarme, sobre todo las tetas, terminaba marchándose al cuarto de baño. Yo me acercaba a la puerta y, oyendo sus gemiditos al masturbarse, me corría en silencio al lado de la puerta también.

Seguía haciendo vídeos para mi marido, cada vez más sucios, más incestuosos. Cada vez los disfrutaba más, pero dejaron de ser para mi marido y empecé a dedicárselos a mi hijo. En ellos decía:

  • Mamá necesita polla, ¿hijo me dejas tu polla, le das tu polla a mamá? Quiero que bañes mi garganta con tu leche.

Terminaba exhausta con cada sesión, exhausta pero insatisfecha...¿qué le pasaba a mi hijo?

Un sábado, ya no lo soportaba más. Me puse mis más sexies zapatos de tacón rojo, me maquillé, me peiné, agarré la cámara y desnuda me dirigí, haciendo el mayor ruído posible con los tacones, a la cocina. Preparé la cámara encima del refrigerador y le di al botón de grabar. Comencé a hacer el desayuno como si fuera una mañana romántica, café, tostadas y zumo de naranja.

Mi hijo, entre los taconazos en el parqué y el barullo que estaba montando a drede, se despertó, fue al cuarto de baño a hacer su pis matutino y entro en la cocina. Entrar y quedarse petrificado al verme fue todo en uno. Nunca, nadie, había expresado tan bien sin hacer nada y haciéndolo todo al mismo tiempo, lo mucho que le gustaba lo que veía. Nunca me habían hecho sentir tan sexy y atractiva. Notar esa lujuria en sus ojos me hizo ponerme muy nerviosa y tremendamente cachonda.

  • ¡Vamos siéntate! - le espeté

  • ehhhhh - balbuceaba él - ssssí, sí.

  • ¿Quieres zumo con el Cacao? - Pero estaba hablando con una pared. Una pared con unos ojos que me escaneaban como ningún aparato médico podría hacer mejor.

  • yo....ehhh...yo...

Dejó de hablar, se acercó a mí, se puso de rodillas frente a mi sexo y comenzó a comerlo ahí mismo. Yo lancé un gritito, entre sorpresa y placer espontáneo, le agarré la cabeza apretándosela a mi sexo y, aunque mi Raúl era torpe lamiendo, la situación era tan caliente que no tardé en venirme en su boca. Sus manos en mis glúteos que, entre amasaba y apretaba haciendo fuerza para empujar su cara más hacia mi sexo.

Como no se detenía me acerqué a la  mesa, subí una pierna y me apollé en la mesa para seguir de pie y abrir las piernas. Mi hijo seguía y seguía lamiendo, se le notaba con hambre de coño. Mientras él bebía de mi vulva yo miraba a la cámara para mi marido, medio sonriendo medio gozando y sin dejar de mirar al objetivo me vine en otro orgasmo descontrolado.

Paré a mi retoño, que parecía no cansarse de revestirme el sexo con un tanga de saliva, lo puse de pie, le bajé el pantalón del pijama y le comencé a hacer una mamada. El pobrecillo no llegó a durar ni un minuto. Raúl era virgen y el espectáculo era demasiado fuerte para alguien tan novato.

  • No te preocupes hijo, es normal, estás demasiado excitado...¿te gusta mucho lo que te hace mamá?

-Sí - Contestaba medio absorto.

  • ¿Te gustan mucho los vídeos que mamá hace a papá?.

  • ehhhh - estaba sorprendido, pero no se echó atrás - sí mamá.

  • ¿te gustaría follar con mamá? - Y mientras decía ésto me ponía los brazos sobre la mesa con el culo en pompa, lo acercaba a mí e iba deslizando su polla en mi coño.

Los dos gemimos cuando su trozo de carne entró en mi cueva húmeda. Sus movimientos eran bastante arrítmicos, pero su inocencia me encantaba.

  • ¡Agárrame las caderas¡ - le ordené - ¡fóllame fuerte hijo, ohhh, mamá es tu putita, fóllame fuerte hijo!

Comenzó a coger ritmo y sus embestidas fuerza, estaba aprendiendo a follar como todo un hombre.

  • ¡sigue hijo sigue, ohhhhh, ohhhh, folla a mamá, ohhh, ¿te gusta el coño de mamá?!

De nuevo no pudo soportarlo más, sacó su polla y mientras se masturbaba se corría encima de mi culo. Aún sin haber terminado de pajearse y yo aún medio temblando, me dí la vuelta y chupé su verga. Aún seguía dura y con algo de semen que saboreé.

Lo senté en la silla de la cocina, me metí los dedos en el coño y luego en el ano para lubricarlo bien, me puse a horcajadas encima de mi hijo, de espaldas a mi hijo, y me senté encima metiéndome su dura polla en el culo.....ohhhh, qué placer....qué maravilla, 2 corridas y aún tan dura como un palo.

Mi hijo no sabía bien dónde agarrarse, le tomé yo las manos y se las dirigí a mis tetas, con las que jugaba con ternura. Mientras yo subía, bajaba y me masturbaba el coño, metiéndome los dedos o acariciándome el clítoris.

-ohhhhhhh, qué bien hijo, ohhhhhhh fóllame el culo, ¿te gusta el culo de mamá?, ohhhhh.

Dos embestidas más tarde terminé teniendo el mayor orgasmo que había tenido en mi vida, temblaba y temblaba, corrientes de climax no paraban de recorrer mi cuerpo, mi espina dorsal era un tío vivo de sensaciones placenteras.

Cuando pude, me levanté y, con mi hijo aún sentado me arrodillé y le dije:

  • tranquilo, mamá terminará lo que ha empezado...¿quieres que mamá te chupe la polla?

  • sí mamá, me gusta mucho.

Y se la mamé con el mayor placer que puede sentir una madre al agradar a su hijo.

  • Oh mamá....mamá....me voy a correr - me avisó. No paré de chupar hasta que me tragué la última gota.

Es fue la primera y, según mi marido, uno de las mejores videos que le había enviado....y no fue el último.