Los vídeos para mi marido 2

Continuación del relato Los vídeos para mi marido

Al día siguiente, después de despertarme, me vino a la mente lo que había pasado y lo que tenía que hacer para poder hacer que mi hijo me follara. Ese recuerdo me puso a tono de ipso facto, aunque tenía que cuidar un poco la escena.

Me duché, me puse mis cremas y, sin desyunar porque en realidad estaba hambrienta de sexo, me puse mi lencería negra, mis sandalias de tacón, agarré el consolador más grande que tenía, la cámara y me marché al salón para grabar mi vídeo. No hizo falta utilizar ningún tipo de gel ni aceite para lubricar la entrada del consolador, estaba sobre-excitada.

Encendí la cámara, y comencé a hablar como si mi marido estuviese ahí mismo:

  • Hola cielo...ayer le vi la polla a nuestro hijo, tú sabes lo guarra que soy y lo que me gusta una buena polla dura y nuestro hijo la tiene como a mí me gustan.

A cada frase me iba mojando, más y más.

  • ¿Te gustaría ver cómo se la chupo a nuestro hijo? Así....slurp, slurp...

Lamía y relamía como me era posible aquel enorme consolador, imaginando que mi marido veía efectivamente cómo se la mamaba a mi Raúl.

  • Quiero que me folle delante tuyo, quiero que veas como me folla nuestro hijo.

Según terminaba esa frase pegué la ventosa del consolador al suelo, me puse en cuclillas encima y poco a poco me lo introduje sin dificultad, disfrutando cada centímetro.

Mis jadeos enseguida se tornaron en aullidos de placer.

  • FÓLLAME HIJO, FÓLLAME!!!!

No tardé ni dos minutos en correrme, los espasmos hacían que no pudiera controlar ninguna parte de mi cuerpo, no recordaba un orgasmo tan fuerte desde hacía muchísimo tiempo.

Al recuperar un poco el aliento, seguí hablando como pude a la cámara mientras lamía mis jugos del consolador.

  • Mmmm, slurp, has visto cariño cómo me ha follado nuestro hijo...mmmm qué bien sabe mi coño en la polla de Raúl...mmmm

Despegué el consolador del suelo, me tumbé encima del sofá y boca arriba con las piernas bien abiertas para que el espectáculo fuera lo mejor posible me volví a meter en el papel de la incestuosa y lujuriosa madre.

  • Ahora nuestro hijo me follará con mis piernas bien abiertas, para que disfrutes viendo cómo me penetra.

Ni corta ni perezosa me introduje al imitador del miembro de mi hijo y comencé un mete saca que rayaba lo brutal, parecía enfurecida con mi vulva, taladrándola sin piedad con aquel cacho de plástico enorme que me estaba dando tantísimo placer. En esta ocasión el climax fue aún más rápido, no paraba de gozar con aquella falsa polla.

  • Oh....qué gusto me está dando nuestro hijo, oh....ojalá os tuviera aquí a los dos para que me reventarais a pollazos...oh, oh...

Lo último que hice fue pegar la ventosa de la polla a la pared, a una altura baja y follarme como si estuviera a cuatro patas.

Me despedí de mi marido con un beso, medio exhausta entre tanto orgasmo y, porque además, esa mañana ni siquiera había comido nada antes.

Hice alguno más así, en algunas ocasiones más utilicé dos consoladores simulando que me follaban los dos, hablando a la cámara como si así fuera. La verdad es que si me contratara alguna productora porno seguro que dinero y trabajo no me faltaría.

Un día uno de los vídeos lo hice con varios consoladores, mientras dos de ventosa estaban en el suelo penetrándome el coño y el culo tenía uno de ventosa en la pared y otro en la mano que mamaba, fingiendo que me follaba mi hijo y sus amigos de clase a quienes había dicho que su madre era una pervertida. Esa fue otra tarde de orgasmos sin parar.

Estuve dudando de si remitirle a mi marido esas cintas o no, aunque finalmente lo hice no sabía si aquellas fantasías las entendería como tales o se molestaría conmigo. El caso es que de todos los que grabé, digamos de contenido pseudo incestuoso, hubo alguna cinta que desapareció y yo sabía el "culpable".

En casa comencé a vestir más sugerente, mostrando más escote, con pantalones o faldas más cortas, estrechas o transparentes. Mi hijo me devoraba con la mirada, no es que lo hiciera de forma mal disimulada no, era descarado. Me miraba las tetas, el culo, los pezones...sé que si en algún momento soy yo la que le dice que se baje los pantalones lo habría hecho sin dudarlo. Tenía el control por completo de la situación. Sin embargo por las noches me aterraba lo que me pudiera decir mi marido al ver las cintas....hasta que una tarde me llamó....

CONTINUARÁ.....