Los veranos de la villa

Cuando menos te lo esperas, suceden las cosas. Esa es una de las máximas verdades que he podido constatar en mi vida. Y ahora les diré como ha sido mi verano…en la villa de Madrid (es un poco largo, pero creo que es mejor de una vez).

LOS VERANOS DE LA VILLA.

Cuando menos te lo esperas, suceden las cosas. Esa es una de las máximas verdades que he podido constatar en mi vida. Y ahora les diré como ha sido mi verano…en la villa de Madrid (es un poco largo, pero creo que es mejor de una vez).

En fin, vamos por partes: me llamo Ángeles (Geles o Angelita, según quien me llame), tengo 38 años y un hijo, del que estoy más que orgullosa que se llama Nicolás (Nico) y sin que se pueda decir que es amor de madre, es el mejor hijo que nadie pudiera desear. Tiene 18 años y puedo decir que es más alto y más guapo que su padre, y eso que mi ex es un tío muy atractivo. Siguiendo un poco con mi biografía les diré que estoy separada desde hace 9 años, por mal entendimiento con mi ex, vamos, que era un vago redomado que esperaba que yo volviera con el dinero a fin de mes para él pasárselo bien. Dentro de la mala suerte de perder a tus padres, tuve la fortuna que me dejasen la casa de ellos y así al separarnos pudimos vender la nuestra y coger algo de dinero, que en su mayor parte invertí en arreglar la de mis padres, que necesitaba unos retoques. El resto lo guardé para algún que otro apuro. Trabajo como limpiadora en un gran hospital de Madrid, y la casa de mis padres (bueno, la mía ahora) queda muy cerca de mi trabajo, y esa fue una de las principales razones por las que me trasladé. La otra era alejarme un poco más de Mario, mi ex. Dentro de lo mal que están las cosas soy afortunada de tener un puesto de trabajo, mejor o peor pagado (sobre todo peor), pero suficiente para vivir honradamente. Mi hijo acaba de terminar el instituto (no se como se llama eso ahora) y va a empezar la carrera. Ha podido entrar en Medicina, a pesar de pedir una nota muy alta, pero él la superó (entenderán que diga que estoy orgullosa de él). Quería haberle hecho un buen regalo en forma de vacaciones por esa gran noticia, pero la cosa no está para despilfarros. Mi hijo lo entiende perfectamente y le dije que ese era un regalo pendiente. Me contestó que no era necesario, que el mejor regalo que le había hecho era poder dejarlo estudiar y que el regalo pendiente ya me lo haría él cuando trabajase y ganase dinero (de verdad les digo que es un sol).

Bueno, otro verano en el que Madrid iba a ser nuestro destino de vacaciones (origen y destino). Como suele decirse, todo tiene sus ventajas y es que cuando no hay tanta gente, Madrid es una delicia en muchos sentidos. El principal problema es el calor, al menos para mí. Una de las cosas que pusimos en la reforma de la casa fue aire acondicionado, que se puede decir que está mas que amortizado. Tengo turnos que varían de mañanas o tardes (afortunadamente no hago noches, aunque ganaría un poco más) y según mis turnos voy a una piscina que está cerca de casa, pública, a darme un buen chapuzón. La mayoría de los días voy con una amiga del trabajo, que vive muy cerca y nos acercamos a refrescarnos, ya que estamos en el mismo grupo de trabajo y nuestros turnos son iguales.

Físicamente no soy una miss, ni mucho menos, pero tampoco soy un adefesio y el paso de los años me ha respetado bastante, porque todavía conservo una buena figura y mis carnes siguen en su mayoría bien firmes. Tengo un más que aceptable par de tetas, talla 95, copa B, y como he dicho, bastante en su sitio. No soy religiosa, ni de lejos, pero en casa hay cosas que me daban pudor, así que lo más que nos veíamos mi hijo y yo era en ropa interior. A la piscina iba con Vanesa, como digo una compañera del trabajo, con la que me llevo muy bien, y de la que puedo decir que además de compañera es amiga, de las pocas personas de las que puedo decir eso. Ella es un poco, bueno, bastante más lanzada que yo. Es de las que si ve un tío que le gusta le suelta algo (vamos como los albañiles, pero al revés). Eso se notaba en la piscina. Las dos usamos bikini, pero los de Vanesa son mucho más atrevidos que los míos. Recuerdo que un sábado había quedado con Vane para ir a la piscina. Era un día de un calor casi insoportable, de esos que no te apetece hacer nada, para no sudar. La cosa es que al tener las dos el día libre y no habría prisas ni por llegar, ni por marchar, que era lo habitual, según el turno del hospital. Pues la cosa es que ese día no había mucha gente en la piscina, ya que a pesar del calor, muchos de los habituales se habían ido de vacaciones (era la transición de julio a agosto). Bueno, la cosa es que llegamos a la piscina y casi no había gente. Extendimos nuestras toallas, como solemos hacer y nos pusimos a coger bronce. Al cabo de un rato nos metimos en el agua y pudimos ver a un grupo de unas tres chicas, más jóvenes que nosotras (Vane tiene tres años menos que yo) que se dirigía al solarium de la piscina.

  • Esas van a ponerse cómodas- dijo mi amiga, señalando al grupo de chicas

  • ¿Cómo cómodas?- dije yo sin saber a que se refería.

  • Pues no se si a ponerse en topless o despelotarse enteras- dijo Vanesa

  • ¿Y eso?

  • Pues el solarium es una zona nudista, por lo que supongo que irán allí, aunque creo que no es obligatorio despelotarse entero- Vanesa estaba más enterada que yo del funcionamiento del local

  • ¡Ah!, pues no tenía ni idea- no es que fuera mojigata, pero…casi.

. Si quieres podemos ir y nos ponemos en topless, para coger más sol, ¿te parece?- Vanesa casi se levantaba ya

  • No se…es que nunca he hecho topless, me da no se qué- era verdad que nunca había ido por ahí enseñando las tetas

  • Venga, mujer, que no pasa nada…es ir como vas…sin la parte de arriba, ¡venga, vamos!

La verdad es que no se como me dejé convencer, pero al rato estábamos las dos en la parte de la piscina reservada para la gente que quiere ir más ligera de ropa. Era mi primera vez y eso se notaba en lo blancas que estaban mis tetas. Por el contrario las de mi amiga no lo estaban tanto, señal que alguna vez el sol les había dado. La verdad es que la sensación era de lo más agradable, sobre todo al meterte en el agua. Bueno, esa noche me molestaron un poco las tetas, por lo que me quemé (un poco, ya que me puse buena protección). Ese día mi hijo no había ido a la piscina conmigo, que iba a empezar a ir, ya que había quedado con algunos amigos para despedirse hasta septiembre, que volverían a reunirse. El domingo volví a la piscina con Vanesa y de nuevo fuimos a la parte del solarium. Y así unos cuantos días, que mi hijo no venía porque estaba arreglando papeles de la universidad. El jueves no teníamos turno, ya que habíamos hecho un cambio con unas compañeras ya que ellas necesitaban el lunes y martes libre, por lo que lo que hicimos fue que ellas trabajaban en jueves y viernes de mañana y tarde y nosotras lo haríamos de igual modo el lunes y el martes. Ese día, Nico ya había terminado todo lo que tenía que hacer, y el problema era que ya sus amigos se habían ido de la ciudad, así que me dijo que se vendría conmigo a la piscina (bueno, con nosotras). La verdad es que no le di la menor importancia. Nos reunimos con Vanesa, que no se si os he dicho que es una mujer separada, igual que yo, lanzada y moderna, de las que no tiene pelos en la lengua, y que cuando quiere algo, va a por ello. Fuimos a la piscina y al llegar, Nico fue en una dirección y Vanesa tomó la del solarium.

  • Ah, Nico, no se si tu madre te ha dicho que ahora vamos a la zona del solarium, ya que allí nos podemos poner en topless sin el menor problema- Vane no me dio ni tiempo a reaccionar, no se por qué, pero me puse roja como una amapola

  • No, no me había dicho nada- dijo mi hijo, un poco sorprendido.

  • Quizá sería mejor ir a la piscina normal- dije yo

  • Venga ya, Geles, que no pasa nadad porque tu hijo nos vea las tetas. Supongo que no será la primera vez que te las vea…y a mí, pues no me importa. Supongo que a él tampoco le importará ¿verdad, Nico?

  • No, claro que no- dijo mi hijo un poco cortado, ya que NUNCA me había visto las tetas (al menos con recuerdo por su parte)

Entramos a la parte de los vestuarios y allí le confesé a Vanesa que mi hijo nunca me había visto las tetas, con lo que ella se empezó a reír y dijo que ya era hora, y que además estaba ella conmigo, por si necesitaba apoyo, dijo mientras se agarraba las tetas con ambas manos y las movía en sentido lateral. La cosa es que salimos a la zona de solarium y si bien Vanesa enseguida se puso a tomar el sol boca arriba, con las tetas al aire, a mi me daba un poco de vergüenza por mi hijo y me puso al principio boca abajo. Vanesa se dio cuenta

  • ¡¿Qué pasa, Geles…te da vergüenza que Nico te vea las tetas?! Venga mujer…no creo que sean las primeras tetas que vea el chaval ¿no?- hizo una pregunta retórica que mi hijo contestó

  • No claro…ya he visto muchas…- creo que no quiso decir tetas y por eso se quedó ahí

  • Bueno, hija, que no pasa nada- no quería hacer algo de una cosa tan nimia como hacer topless.

Seguimos un buen rato tomando el sol, hasta que nos fuimos a cambiar para volver a casa. Durante el tiempo que estuvimos en el solarium me di cuenta del "aumento" de tamaño que tuvo la herramienta de mi hijo. Por supuesto que pensé que fue por ver a la Vane en topless, que la verdad es que está bien buena.

La cosa habría quedado ahí, si no llega a ser porque al cabo de dos días, al volver de hacer la compra, no encontré a mi hijo por casa, hasta que lo pude oír en el baño y lo que escuché me hizo casi caer de espaldas

  • Joder…mamá…que buenas tetas te gastas- todo esto lo decía mientras se podía intuir lo que estaba haciendo…una paja, por la respiración entrecortada y los sonidos clásicos de la polla al subir y bajar rápidamente. Me hice la loca y me fui de allí rápidamente, pero sin poder quitarme de la cabeza lo que acababa de presenciar (bueno, intuir). La verdad es que no se puede decir que sea una máquina sexual…pero tampoco soy una estrecha. Así, desde que me separé y luego divorcié he salido con un par de tíos y he echado unos cuantos polvos, casi siempre de aquí te pillo y aquí te mato. Y por supuesto el remedio manual de siempre, los consoladores. Esa noche tuve un calentón de los que hace época y tuve que pillar el pollón más gordo que tenía para darme placer durante un buen rato. Estuve pensando en todo lo sucedido y decidí probar si…vamos a decir que ponía burro a mi propio hijo. Esperé hasta coger las vacaciones para poner en marcha mi calenturiento plan.

Fui a trabajar un viernes por la mañana y a partir de ese día, durante un mes, no tendría que volver a pisar el hospital. La verdad es que era un gran alivio, aunque no fuese a ningún sitio, el poder disponer de todo el día para mi. Al salir del trabajo fui a casa a comer y luego me fui a comprar un par de tangas, solo la parte de abajo, para tomar el sol. El sábado, nada más levantarme me puse manos a la obra. Normalmente al levantarme y con motivo del buen tamaño de mis amigas me suelo poner un sostén casi lo primero, pero ahí empezó mi plan. Me puse una camiseta bien escotada sin sujetador y me fui a la cocina a preparar el desayuno mío y cuando se levantara, el de mi hijo. Cuando estaba fregando lo de mi desayuno entró Nico en la cocina. Como siempre le di un beso de buenos días y le pregunté que quería desayunar. Se lo preparé y al ponérselo en la mesa le dejé una buena visión de mis generosas carnes…creo que casi se cae al suelo cuando me vio. Bueno lo dejé por el momento. Cuando terminó el desayuno le pregunté si quería ir a la piscina. Me dijo que si…si yo quería, claro. Le dije que si, que el día era perfecto. Nos vestimos y caminamos el corto trayecto hasta la piscina.

  • Nico ¿te importa si volvemos al solarium?, es que ya me he acostumbrado a ponerme en topless- le dije maliciosamente a mi vástago

  • No, claro…si tú quieres ir…a mí me da lo mismo- dijo, un poco sorprendido.

Nos fuimos a la parte del solarium. Ese día había más gente que entre semana, sin ser muchos, más hombres que mujeres, pero había unas cuantas. Pasamos por los vestuarios y dejamos las cosas. Salimos al sol. Ya llevaba uno de mis nuevos tangas. A pesar del calor que hacía, por la excitación se me pusieron los pezones de punta. Me puse protector solar y me lo unté de forma provocativa por las tetas. Al rato me di la vuelta y le dije a Nico que si me podía poner la crema…casi podía notar el temblor de sus manos al extenderme la crema

  • Pon bien en el culo…que llevo un bikini nuevo y es un poco más pequeño que los otros- suponía que se habría dado cuenta.

  • Ya me di cuenta. Te iba a preguntar si era nuevo…pero ya veo que si- casi no podía hablar

Hasta ahí mi plan funcionaba bien…pero no había hecho gran cosa. Al volver a casa nos fuimos a la ducha. Primero mi hijo, y luego fui yo. Los sábados solemos cambiar las toallas y "se me olvidó" poner una limpia en mi baño, así que cuando terminé de ducharme "tuve" que llamar a Nico

  • Nico, hijo, ¿puedes venir un momento?- él sabía que estaba en el baño.

  • Dime, mamá

  • Puedes darme una toalla limpia, se me olvidó cogerla- le mentí, mientras salía de la bañera con todo al aire y casi se choca con la puerta

  • Cla…claro, mami- lo esperé como Dios me trajo al mundo hasta que vino con la toalla

  • Gracias, cielo…por cierto…ahora que me ves así, ¿crees que todavía me conservo medianamente bien?

  • Bueno…yo diría que si- dijo, casi babeando

  • ¿De verdad no crees que tengo las tetas un poco caídas?- le pregunté mientras me las sujetaba y las subía un poco.

  • No, creo que están bien en su sitio- cada vez le costaba más hablar.

  • Es que a mi edad, ya algunas cosas no son lo que eran- le respondí

  • Bueno…yo creo que todavía está todo bien…muy bien, incluso- a pesar del calor, mi hijo no sudaba por ello, creo yo.

Ya no quise ser más mala y me puse la toalla alrededor del cuerpo y pasé al dormitorio a vestirme. Esa noche le propuse a mi hijo ir a cenar por ahí. Aceptó encantado. Fuimos a cenar algo que nos encanta a los dos, pizza, en un sitio cerca de casa que las hacen de muerte, artesanales, con una masa genial. Pedimos una botella de chianti. He de reconocer que casi no bebo, y mi hijo, y esto es de verdad, nada (no es de los que delante de los padres dicen que no beben…en este caso es cierto). Bueno, la cosa es que después de la pizza, el chianti, tiramisú de postre y café italiano decidimos volver a casa, ya que hacía un calor en la calle que no se podía aguantar. Al llegar nos pusimos cómodos, mi hijo con una camiseta y pantalón corto, y yo igual, con la salvedad que me quité el sostén.

  • ¿Quieres una cervecita fresquita, hijo?- le dije a Nico

  • Vale…a ver si se pasa un poco el calor- dijo mi hijo, pasándose la mano por el cuello de la camisa

  • Pues marchando dos birras- dije cuando fui a la cocina a buscarlas- Toma, hijo…salud

  • Salud- dijo mi hijo elevando el botellín de un quinto de cerveza. Nos sentamos en el salón de la casa

  • La verdad es que hoy creo que ha sido el día de más calor del verano- dije mientras me abanicaba

  • Eso seguro- Nico le dio un buen trago a su cerveza.

  • Menos mal que tenemos el aire…que si no

  • Ya

  • Aún así…estoy chorreando de sudor… ¿otra?- le dije mientras me levantaba

  • Ok- fue la respuesta dándome el casco vacío de la acabada

Al volver con las cervezas mi hijo se había quitado la camiseta…cosa que suele hacer cuando hace un calor como el de esa noche

  • ¿Tienes calor, Nico?

  • ¡Buff! Es horrible- contestó mi pequeño

  • La verdad es que no es mala idea…me voy poner como tu- le dije al tiempo que me quitaba la camiseta y dejaba a la vista mi par de tetas.

  • ¡Mami! ¿Qué haces?- preguntó mi hijo

  • Es que tengo calor…pero ¿si te molesta…?

  • No es eso…es que así, lo que vas a conseguir es que tenga más calor- dijo mi hijo, que ya empezaba a notar un poco los efectos de la bebida.

  • ¿Eso?

  • Pues eso…que uno no es de piedra…y tú así…hala, con las tetas al aire, tan ricas…pues, eso que me entra más calor

  • Pero que tienes, ¿calor o un calentón?- le dije…otra vez quise ser mala.

  • Hay cosas con las que no se juega

La verdad es que tenía un calentón de los que hace época, pero no me atreví a dar otro paso. Nos tomamos la cerveza y nos fuimos a dormir. Esa noche me tuve que pajear como una loca…quería una poya dentro de mi chocho…pero no podía ser, a pesar de todo me daba algo, y es que Nico es mi hijo. Incluso después de tres pajas, por la mañana mi calentón seguía en todo su esplendor. Me levanté, con mi camisón de dormir más provocador, que me había puesto esa misma noche, bastante transparente y con mis tetas colgando bajo su fina tela. Tenía una sensación de lo más extraña…medio resaca por un lado y humedad de bajos por otro. Cuando estaba trajinando por la cocina llegó Nico, sólo con la parte de debajo de un pijama. Se le veía que el alcohol había hecho estragos.

  • Buenos días mami- dijo mientras me daba un beso.

  • Buenos días, hijo ¿qué tal dormiste?- era una pregunta de lo más retórica

  • Hombre, la verdad es que no muy bien…después de lo de anoche- se cayó de golpe

  • ¿Qué de anoche…?- a ver donde quería parar.

  • En fin, mamá, ya sabes…hay cosas que es mejor no hacer…como lo de anoche- seguía insistiendo

  • ¿Qué me quieres decir?

  • Hombre…que me parece muy bien que ahora seas más liberal…pero de ahí a que te pongas en topless en casa delante mío…que no soy de piedra.

  • No ya veo…pero eres mi hijo…y ya me habías visto en topless en la piscina, ¿no? No se a que viene tanto pudor…joder, Nico…solo son tetas- le dije como para suavizar las cosas

  • Claro…como se nota que eres mujer- dijo muy bravo

  • ¿A qué te refieres?- Ahora me intrigaba un poco

  • Que no tienes las mismas necesidades que un hombre…no se si me entiendes.

  • La verdad es que me he perdido un poco.

  • Pues que los hombres tenemos ciertas necesidades y cuando…cuando

  • ¿Cuándo…qué?

  • Pues que cuando uno está caliente…eso que no se puede quedar así y ya está- dijo mi hijo, como si estuviera molesto

  • Vaya, hombre…y que pasa con la mujeres ¿acaso no nos ponemos calientes, también? ¿O te crees que los hombres sois los únicos con necesidades? Para que lo sepas, las mujeres tenemos las mismas necesidades que los hombres, y hacemos las mismas cosas que los hombres…a nuestra manera, y si estamos calientes y no podemos echar un polvo…pues nos hacemos una paja, o dos o tres…como hace un hombre- la verdad es que estaba cogiendo carrerilla.

  • ¿Entonces…?- mi hijo estaba alucinado

  • Entonces…si…anoche estaba de lo más cachonda y al llegar a mi habitación tuve que coger un consolador y hacerme unas pajas para intentar quitarme la calentura- ese paso que anoche no quise dar…hoy lo pasé a toda velocidad.

  • ¿Y?- preguntó Nico y me dejó a cuadros.

  • ¿Cómo…y?- qué me quería preguntar

  • Pues que si se te quitó la calentura…porque a mi me pasó lo mismo…pero

  • Pero… ¿sigues con la calentura?- era más que evidente

  • Si, ¿Cómo lo sabes?

  • Porque me pasa lo mismo.

  • ¿Y como lo notas? – ahí me di cuenta que mi hijo era un crío…todavía

  • Pues mira- me quité el camisón- los pezones se ponen de punta… ¿los ves?

  • Si…- a mi hijo casi se le salen los ojos de las órbitas.

  • Y además de notar un cierto cosquilleo en mis partes, pues puedo notar que estoy…mojada, toca- cogí la mano de mi hijo y me llevé a mi conejo, que pudo notar como estaba rezumante de flujo.

  • Y ¿esto?

  • Pues esto se pasa cuando haya echado un polvo…- le hice algo más que una invitación a mi hijo

  • ¿Y quieres ahora…echar ese polvo?

  • Ahora mejor que nunca ¿no crees?

  • Si eso creo

Nos levantemos y nos dirigimos a mi dormitorio. Nada más llegar le quité (casi le arranqué) la ropa a Nico. Tenía una poya digamos que aceptable…no era enorme…pero a mi me valía más que de sobra. Me puse a chuparle el nabo nada más tumbarlo de espaldas en la cama. Se notaba que estaba muy caliente, ya que en apenas un par de mamadas empezó a correrse como una bestia. Casi no podía deglutir tal cantidad de leche. De hecho cuando terminó de eyacular tenía unos cuantos hilillos de semen corriendo por mi barbilla. Creo que fue una buena decisión por mi parte el haberle hecho la mamada, ya que si no, creo que hubiese sido un mini polvo, y yo necesitaba algo más

Mi hijo casi no podía ni hablar, pero, como suele pasar con los jóvenes, en seguida se recuperó, por lo que estaba listo de nuevo. Lo dejé tal y como estaba, de espaldas en la cama y me fui poniendo en posición, a horcajadas sobre su poya. Que bueno era tener una poya dentro de nuevo

  • ¡Oh, Dios, mami, que gusto!- decía mi angelito

  • Ummm, si…que bueno, mi amor- con mis dos manos me sujetaba la parte posterior de mi cabeza, porque me daba la sensación que iba a desmayarme de gusto.

  • Esto es lo mejor del mundo- su voz empezaba a entrecortarse.

  • Eso es mi amor…llena el coño de mamá- le decía cada vez más fuera de mi.

  • Me encanta follarte…si, si, si- mi hijo estaba disfrutando.

  • Así, Nico, así…ves que gusto… ¿lo ves?

  • Si, si…- decía mientras me pellizcaba los pezones y me miraba las tetas como si fuese la primera vez que las viese.

  • Eso es…fóllame, fóllame- me acariciaba el clítoris mientras subía y bajaba sobre la verga de mi pequeño.

  • Me gustan tus tetas…y tu coño…y tu culo…que bueno es follar contigo

  • Un poco más mi vida…que me voy- estaba a punto del primer orgasmo con mi hijo.

  • Mamá…me voy a correr…me corro

  • Córrete dentro de mi…quiero que mi coño sea el primero en llenarse con tu leche, mi amor.

  • Ya estoy… ¡siiii!- mi hijo tuvo una corrido aun mayor que la primera (bendita juventud)

  • Ha sido genial- le repliqué a mi hijo entre suspiros, y casi sin aliento.

  • Si…lo mejor

  • Tu eres lo mejor- le dije a mi hijo mientras le daba el primer beso en la boca entre nosotros, que me respondió de manera maravillosa, casi al punto de hacerme orgasmar allí de nuevo.

Ese día comenzó una nueva relación entre nosotros…que aún dura, y espero que sea por mucho tiempo.