Los veranos al Sol. Capítulo final.

Raúl es todo un hijo de su padre.

Los veranos al sol. Capítulo Final

Recogí la vaqueteada Vespa y volví muy turbado a mi casa. Solo había conseguido que mi madre me la chupara, la verdad es que la escena se desarrolló de una forma irreal. Ver a mi progenitora mamando con ganas para que me corriera rapidito me recordó a una de esas putillas de carretera que mis amigos frecuentaban los sábados. Chicas que por treinta euros te hacían una felación en un recodo del camino. Así se comportó ella. Cuando me corrí escupió la abundante leche con cara de asco. La mire fijamente y sin mediar palabra me di la vuelta para abandonar el lugar. Se quedó de rodillas con la cara escondida entre sus manos y las lágrimas a flor de piel.

Sentado en mi habitación me puse de nuevo a untarme las piernas y los bajos con la cremita dichosa. El viaje en moto me había vuelto a irritar mis dolorosas rozaduras. Se me saltaron las lágrimas, no veas como picaba la puta crema. Llamaron a la puerta y me apresuré a taparme con una toalla.

  • ¿Quien es?-

  • Raul soy Engracia, ¿puedo pasar?

  • Pasa, mira como estoy, no veas la irritación que tengo de montar a caballo. Mi madre me ha dado este potingue que solo de olerlo ya me pica todo el cuerpo. ¿Me ayudas?- Me quité la toalla y mi rabo empezó a desperezarse con rapidez. Sus ojos eran unas rendijas que completaban una sonriente cara mientras se acercaba y me quitaba el tubo de crema de las manos. Cerró la puerta con llave y se puso manos a la obra.

  • Eres un caradura de mucho cuidado. Va...vamos a ver, buff pues si que lo tienes todo bien rojo, date la vuelta que te hago la parte de atrás.- Empezó a untarme como si lo hubiera hecho toda la vida, mientras yo me mordía el puño de los picores que me estaba entrando con la fricción. Cuando llego a mi ano, noté que empezó a pasar el dedo con mucha parsimonia por el, me empecé a encoger con algo de miedo, cuando de repente y sin aviso alguno, me introdujo el dedo hasta los nudillos. Menos mal que mi esfínter estaba virginal y sano, sino la cremita habría hecho estragos en mi ojete.

  • Ahhhhhhh, para joder que no soy ningún marica.- di un respingo, no estaba yo acostumbrado a que se tomaran semejantes libertades con mi trasero, aunque fuera la misma Engracia quien lo hiciera, no se que decir, me pareció que esa práctica era un poco..., luego con el tiempo, reconozco que da mucho gusto y uno no se vuelve marica por que te hagan esas caricias tan especiales.

  • Déjame hacer tonto, verás como te gusta, en el fondo os gusta a todos aunque no lo queráis reconocer.- Me hizo girar sin sacar el dedo y conectó sus labios con la punta de mi pene. Unos cuantos meneos dactilares frotando mi próstata y exploté como un petardo con la mecha corta. Me miró algo extrañada. Normalmente tengo una corrida abundante pero salió poca sustancia a pesar de su esfuerzo por extraerla.

  • Ya te has hecho una paja otra vez guarrete, no me engañes, ¿no te tengo dicho que no desperdicies tu leche? Si no puedes aguantarte, me buscas o mejor, búscate una novia, pero deja de pelártela como un mono. – Me puse un poco colorado, eso de compararme con un simio masturbador me dejó el orgullo herido.

  • No me la he pelado, me la han chupado que no es lo mismo.- Me miró con sorpresa y pasándose la mano por los labios se adecentó un poco los morritos. Enarcó una ceja y me disparó a bocajarro.

  • ¿Quien es la afortunada? ¿La conozco?- Sonreía pícara esperando mi respuesta.

  • No, la verdad es que no, es una amiguita, pero no la chupa ni mucho menos como tú de bien. Ojalá lo hiciera, pero bueno aun así tiene su morbo. – Si le cuento la movida estoy seguro que va al mueble bar y se atiborra de ron de caña, bebida por la que tenía auténtica pasión caribeña.

  • Bueno, es normal que te pase, cada día estás más guapo y con la manguera que te cuelga seguro que no te van a faltar candidatas en los alrededores. –

  • ¿Ha vuelto ya mi madre?- Me empecé a vestir con unos pantalones cortos sin ponerme ropa interior, estaba esa zona para pocas alegrías y menos apreturas, mientras tanto ella se afanaba en cambiar las sábanas de mi cama. Su potente culo se mecía con el ritmo de un barquero veneciano mientras trajinaba con la ropa. Me levanté y apoyé mi paquete en su trasero sobándole a la vez las tetas con las manos. No se hizo rogar, siempre estaba dispuesta mi mulata, le levanté la falda y apartando con torpeza sus bragas se la intenté meter, la tenía algo morcillona del esfuerzo anterior pero se puso manos a la obra al sentir su jugosa cueva mojar la punta. Con su ayuda nos acoplamos y en plan perrito la penetré con entusiasmo. El trajín de la mañana y su mamada me dejaron disfrutar un buen rato de su caliente coño sin peligro de correrme prematuramente. Al final, no puede más y me derrumbé sobre su espalda jadeando como un berraco. Ella estaba tan ida que le salía un hilito de baba por la comisura de los labios. Llevaba unos pocos minutos abrazado a Engracia cuando se escucharon unos golpes en la puerta y vi como el picaporte se movía. Se nos cortó la respiración del susto.- ¿Raúl? Abre por favor.-

  • Métete bajo la cama, es mi madre, corre Engracia que nos pilla.- Le susurré al oído. No se hizo rogar y desapareció bajo el lecho. Le pasé las sábanas sucias y me dispuse a abrir la puerta.

  • Hola Raul, ¿podemos hablar?- Mi madre estaba frente a mi con la cara bastante colorada, la vi muy pero que muy incomodada.

  • Claro mamá pero quizás sea mejor que demos un paseo por el jardín ¿no?- No quería que la chacha se pusiera al corriente del devaneo que tenía con mi santa madre. A pesar de mi propuesta, ella decidió que mi habitación era más que adecuada para tratar lo sucedido.

  • No Raul, aquí estamos bien. Necesito saber que va a pasar a partir de ahora. Ya se lo que te pasa por esa cabeza, pero creo que todo esto es anti natural y estoy segura que nuestra convivencia se vera muy perjudicada si sigues a adelante con tus planes. Debes comprenderlo hijo, hay cosas que mejor es que no pasen entre familiares y menos aun conmigo. – Me miraba esperanzada con el anhelo de hacerme cambiar de opinión.

  • No se mama, pero de momento todo lo que te dije sobre Ramón debe cumplirse o te aseguro que el escándalo va a ser bien grande. No quiero volverlo a ver, por la cuenta que le tiene que procure poner distancia entre su culo y esta casa. Te juro que le pego un tiro, sino se lo pega antes papá que también es muy posible. ¿Estás enamorada de el o solo es un tema de cama?-

Negó con la cabeza, pero se puso a llorar. Giró sobre sus talones y al llegar a la puerta me dijo: - piensa en lo que te he dicho, por favor...-

Engracia asomó la cabeza y me miró sorprendida. -¿Que ha pasado Raúl? Tu madre está súper alterada y eso que hablabais de Ramón el administrador me ha dejado un poco desconcertada, que fuerte ¿no?.-

  • He pillado a mi madre follando con el contable en el estanque del manantial. Le he pegado una paliza que no va a olvidar en su vida, ya verás que marcas tiene. Le he dado una semana para desaparecer de nuestras vidas o yo mismo le voy a cortar los huevos. Es lo que hay...ya ves que familia tengo, no comentes con nadie lo que te he dicho- Me tumbé y puse las manos sobre mi nuca. Necesitaba pensar. Engracia me vio muy alterado y dándome un beso se marchó con la colada.

El resto del día pasó sin pena ni gloria, mi tía se había ido con el viejo cabrón al pueblo cercano con la excusa de hacer unas compras. Seguro que estaban follando como conejos en algún rincón. A las cinco de la tarde vi el land-rover de mi viejo aparcar en la parte trasera del establo. Vaya, por lo visto no habían tenido tiempo de desfogarse hasta ahora, los vi entrar con sigilo por una de las puertas laterales del gran edificio de madera. Salté como un resorte y busqué a mi madre por toda la casa.

  • Mamá, quiero que me acompañes y veas algo que te va a dejar con la boca abierta y la moral por los suelos pero que creo debes saber, pero antes, quiero que me prometas que no harás ningún ruido y que veas lo que veas no intentarás hacer una escena. ¿Me lo prometes? De lo contrario no te lo enseñaré.-

  • Raúl, por favor no me metas en tus líos que ya tengo bastante con los míos. He hablado con Ramón y me ha amenazado de delatarme frente a todos si le obligamos a marcharse. Estoy aterrorizada, no se que voy a hacer con mi vida, todo se derrumba a mi alrededor.-

  • ¿Como dices?¿Donde está ese cabrón? Vaya mierda de amante que te has echado mamá. Se va a reír de su puta madre, no de la mía.- Me intentó detener, pero no lo consiguió, sabía que mi viejo estaría aun ocupado llenando los agujeros de mi tía durante un buen rato y eso me daba plena libertad de acción. Cogí una fusta para caballos e irrumpí como un loco en el despacho del contable. Después de darle varios fustazos en el lomo mientras le llamaba de todo y le perseguía con saña, derrotado por mi agresividad me pidió clemencia con los ojos inundados por las lágrimas. Físicamente era mucho más fuerte y alto que el fulano y a pesar de mi edad, mi cólera no tenía que envidiar para nada a la de mi padre.

  • Quiero que te marches ahora mismo. Invéntate una enfermedad, la muerte de un pariente o un viaje a la Luna, pero si involucras a mi madre en esto le diré al jefe que intentaste violara y por eso te zurré a conciencia y no que te caíste como le has dicho. ¿Como lo ves? Me juego lo que quieras a que tu cuerpo aparecería en una cuneta muy pronto. ¿Te vas a marchar ya o quieres otra sesión con la fusta?- Estaba totalmente fuera de mi, mi madre se aferraba a mi espalda pesarosa y desolada por la escena mientras intentaba que no le volviera a golpear. Cogió su maletín y frotándose los dolorosos verdugones pasó frente a nosotros sin levantar la mirada. Le cogí del brazo y le señalé el armero lleno de escopetas. – La próxima vez que te vea usaré una de esas, a ver si así lo entiendes de una vez.- Le solté con violencia y se marchó como alma que persigue el Demonio. Escuché a los pocos minutos como su coche enfilaba a toda velocidad el camino de salida mientras yo miraba significativamente con desaprobación a mi progenitora.- No creo que vuelva... -

  • Ven, quiero enseñarte algo mamá, recuerda lo que te he comentado antes, ni un solo ruido o estamos perdidos todos.- Le cogí de la mano y la llevé a la parte posterior del granero. La hice esperar mientras me encaramaba por las balas de paja y comprobaba por que parte iba la película. La ayudé a subir y la situé silenciosamente ante su estupor en mi privilegiado observatorio. El ruido de los caballos enmascaraba cualquier sonido que no fuera estridente, amén que la pareja estaba concentrada en lo suyo y como la puerta principal estaba con la balda puesta se sentían muy seguros. La escena no tenía desperdicio. Mi tía de rodillas como un penitente se comía la zambomba de mi viejo mientras se acariciaba viciosa su depilado chochito. Noté la tremenda tensión que hacían los hombros de mi madre ante semejante escena, de hecho, le tapé la boca apretando con fuerza para que no nos delatara la indignación que crecía por momentos en su cara. Estuvimos un rato espiado a los enamorados. Intentó varias veces abandonar el escondite, pero no la dejé. No se como, pero poco a poco mi abultado paquete empezó a presionar con algo de descaro las frías nalgas de Carmen, creo que visto lo visto iba a empezar a tratarla por su nombre de pila. Eso de mamá, me sonaba ya a infantil y fuera de lugar, le veía como otra persona. Cuando notó la presión, su culo intentó separarse de mis suaves roces, pero el espació que ocupábamos no daba para moverse a penas, resignada, dejo que siguiera frotando mi rabo en su pandero mientras me echaba unas miradas asesinas. Le empecé a bajar las bragas y me despojé de mis pantalones cortos ante su incrédula mirada. La pareja seguía a lo suyo, ajenos a todo lo demás. Presioné con fuerza, pero no conseguía penetrarla, escuché un suspiro resignado al notar como empezaba a deslizarse por su rajita, mientras un grito de María sonó con fuerza en la planta baja. Mi padre le estaba jodiendo el culo con su verga a toda velocidad mientras le tiraba de los pelos de forma ruda y violenta. Mi tía más que chillar estaba rugiendo. Mi madre se quedó muda al ver la aparatosa enculada entre hermanos, volvió a la realidad cuando notó como mi polla se incrustaba hasta la bandera en su empapado coño. Me quedé quieto esperando su reacción, pero no hubo tal, solo se relajó tumbada en la paja y me dejó que la siguiera penetrando de forma lenta pero profunda mientras observaba con los ojos entrecerrados como mis familiares terminaban en un estruendoso orgasmo que sobresaltó a los mismísimos caballos. Yo en esos momentos me corrí con furia silenciosa mientras apretaba las tetas de mi mamá como si me fuera la vida en ello. Ella recibió mis convulsiones con la alegría de una muerta.

Nos retiramos con cuidado dejando a María en plena tarea de limpiar de semen todo el ciruelo del viejo cabrón. Mi madre era un crisol confuso de pasiones encontradas. Había visto a su marido jodiendo con su propia hermana mientras su hijo se la follaba descaradamente ante su propia pasividad, vamos, para tomarse una caja de bolsitas de tila con un litro de agua. Yo navegaba en todo este despelote con una comodidad que hasta me sorprendía a mi mismo.

Al llegar a la cocina, mi madre se giró y con la cara seria pero aun sofocada me preguntó: ¿Cuanto hace que lo sabes? Además, Raúl, eres un cerdo, me has jodido con todo el descaro y te has corrido, ¿no te da vergüenza? Soy tu madre, como te has atrevido. Eres igual que el, un promiscuo y un vicioso. – Su expresión me recordaba las brocas que me pegaba cuando hacía alguna trastada de niño.

-Ya veo. No se que decirte Carmen. Y tú, ¿nos vas a dar lecciones de moralidad ahora? Mejor te callas que tampoco te van a dar el premio a la esposa del año.- El bofetón sonó como si mi cara fuera un tambor. Me la quedé mirando con tanta ira que se acojonó, la cogí del brazo y la acerqué a mí. Nunca la había besado la boca y lo hice con el morbo que solo sientes cuando pruebas algo prohibido. Se resistió al principio pero luego me dejó hacer con pose resignada.

Esa noche, después de la cena, donde por cierto había un silencio que se podía cortar con cuchillo me fui hasta la habitación que ocupaba mi tía María. Me senté en su sillón favorito y espere su llegada.

  • ¿Que haces aquí Raúl?- Me miraba con la ceja alzada y sonriendo socarrona. – No me digas nada más, hoy nos has visto en el establo. Te lo veo en la cara. ¿Y? ¿Algo que objetar al respecto?-

  • Tita hoy te he visto hacerle al viejo una paja con esas tetas tan ricas que tienes. No sabía yo que se podían usar de esa manera. Está claro que aun me queda mucho por aprender y que mejor profesora que tu para enseñarme. Por cierto, cada día gritas más en el establo, cualquier día os va a pillar alguien del servicio.- Se encogió de hombros sonriendo y me dio la espalda.

Cerró la puerta con llave y se desprendió de la ropa con naturalidad. Se sentó en el tocador y empezó a desmaquillarse mientras me miraba de vez en cuando por el espejo. Me levanté y me puse a su espalda. Me saqué el rabo que estaba para partir piedras y lo dejé apoyado encima de su desnudo hombro mientras cogiendo un lápiz de labios de un rojo intenso lo deposité en su mano. Me miró sorprendida. Le sonreí con picardía.

  • Me gustaría que me la mamaras con los labios pintados de rojo fuego. ¿Le darás ese gusto a tu sobrino que tanto te quiere?. Imité de puta madre su propio tono de voz. Me miró con cara de enteradilla y me pasó la lengua por todo el tronco dejándolo mojado de saliva. Se giró y acercándose al espejo empezó a pintárselos con maestría.

Volví a mi cuarto con toda la carrera de idiomas aprobada y el cuerpo manchado por todas partes de sus rojizos besos. El griego, el francés, la cubana y hasta el tirolés vamos, tocamos la religión, hicimos el misionero, la cruz, la cruz invertida, las matemáticas también con el sesenta y nueve, el setenta y uno, etc. parecíamos acróbatas entrenando en el circo. Había pasado la selectividad con buena nota, sino que se lo preguntaran a María..

Me despertó la luz del sol. Mi madre estaba de espaldas abriendo las cortinas. Llevaba puesto un camisón de seda blanca que por el efecto del sol transparentaba su silueta a contra luz. Sus bragas eran de lo más insípidas, que desperdicio de mujer y sus poderosos pechos le colgaban sin traba alguna, marcando sus gordos pezones en la tela. La vi muy hermosa pero al instante el remordimiento me empezó a bloquear y decidí darme la vuelta y hacerme el remolón. Esperaba que se marchara pronto pues mi aparato comenzaba a dar señales de vida y no era eso lo que había decidido, bueno mejor dicho más que de vida eran ya de guerra, esa noche antes de dormir me hice jurar que con Engracia y María debía tener suficiente, mi madre era mi madre y a pesar del lío del amante, de lo rica y abandonada que estaba, me había pasado tres puertos con ella, debía respetarla y ayudarla, nuestra relación era totalmente impropia y tenía que evitar volver a las andadas.

Tumbado de lado escuché como sonaba la cerradura y me giré sorprendido, ¿me había dejado encerrado en mi cuarto? Mi madre se acercó a mi cama y dándome un beso en la boca me preguntó: ¿Me haces un hueco?, Tengo un par de horas libres...- Me volvió a besar y se tapó con la sábana. Me miró con algo de vergüenza y me dijo: - Mejor me llamas Carmen a partir de ahora, lo de mamá lo dejas para cuando estemos en familia, ¿te parece?, por cierto, mañana llega tu hermana y me tienes que a acompañar a la estación a recogerla, ah... no quiero ni una excusa.-

Junto a mi mamá esperé expectante la llegada de mi hermana mayor. Hacía casi un año que no la veía. Estudiaba en Bruselas la carrera de Bellas Artes y vivía con unas amigas en un piso de esa ciudad. Tenía veinte años y era una chica que a pesar de verla siempre con ojos de hermano, he sido consciente de tener una hermana muy guapa y talentosa. Bajó del tren con una pesada maleta y al vernos se nos tiró encima. Siempre había sido el ojito derecho del viejo cabrón y si le he tenido en algún momento envidia, debo confesar que siempre ha sido sana. Mi hermana me quiere con locura y me lo ha demostrado muchas veces, el sentimiento es mutuo.

Cuando se abrazó a mi, noté sus turgentes pechos presionándome con fuerza, me comió a besos mientras me preguntaba si ya tenía novia o novias, que estaba muy guapo y alto. Yo empecé a ponerme colorado y solo acerté a decirle: - Que va Sonia, nada de nada, se ve que soy muy tímido y no les llamo mucho la atención.-

  • Anda ya Raúl, no me lo creo, si me has repasado de arriba a abajo con descaro cuando me has visto llegar so pillo, bueno...ya tendremos tiempo de hablar de tu vida privada hermanito.- Me estampó otro sonoro beso y sin dejarme ayudarla se dirigió a su equipaje.

Cogió la maleta y encabezó la marcha mientras mi madre observaba como mis ojos se perdían embobados tras el precioso culo de mi hermana.

Carmen me cogió del brazo con fuerza - Raúl...por Dios, ni se te ocurra que te capo.-

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