Los veranos al sol

Raúl, un pícaro adolescente va a descubrir los secretos de su burguesa familia.

Los veranos al sol

Hoy tenemos comida familiar. Estaremos todos. Mi padre, el patriarca, así lo ha dispuesto y no hay nadie en la familia que se planteé ni siquiera la posibilidad no asistir al evento. Menudo pedazo de cabrón sin sentimientos está hecho. Yo personalmente lo odio desde mi adolescencia con todas mis fuerzas por varios y diversos motivos. Nos ha convertido a todos en lo ahora somos. Gente sin escrúpulos y retorcida. Así son en general los miembros de mi familia, eso los que han salido mejor parados. Los que peor lo han asimilado, están todos como cencerros. Gente insegura y con la mente enfermiza. Estamos podridos de dinero y también de vicios. Bueno, el que está realmente podrido es mi padre en ambos sentidos. Los demás, gastamos a manos llenas, pero siempre con su autorización. Nada es gratis en esta casa, si algo quieres, debes pagar. Es su filosofía de la vida, me río cuando recuerdo como esa misma filosofía se le ha vuelto contra el en muchas ocasiones. Y hay que tenerlo muy claro, siempre cobra sus favores y siempre el precio es.....muy alto, como dice a menudo, -el precio está en proporción al premio.

Comencé a darme cuenta de las cosas extrañas que pasaban a mí alrededor cuando cumplí los 17 años. Siempre ha dicho la gente que soy espabilado para mi edad, pero en el tema de sexo, tenía poca experiencia. Ese verano empecé una carrera sin fin donde el dinero y la lujuria se convirtieron en objetivos prioritarios para mí. Pasé de jugar con objetos a hacerlo con personas. Ese día, estaba jugando al béisbol con un amigo en la gran mansión familiar, mis constantes escaladas a los viejos robles del jardín descolgando alguna pelota perdida, me habían dejado un buen verdugón en una de mis pantorrillas. Dejé a mi amigo a su rollo y con lágrimas en los ojos me dirigí hacia los establos. Sabía que había un botiquín allí y me quería limpiar un poco la herida. Era la cuarta lesión en el mismo sitio y me daba miedo que se me infectara. Al acercarme a la pared escuché gemidos y algunas voces. Me pareció muy extraño, a esa hora el mozo ya se había marchado hacía rato. Una era la de mi progenitor, estaba seguro, aunque a partir de ahora me tomaré de vez en cuando la licencia y le llamaré "El viejo cabrón", título que a mi modo de ver se lo ha ganado a pulso y le va como anillo al dedo. La otra voz me resultó familiar, me pareció que pertenecía a mi tía María.

Era la hermana menor de mi padre. Tendría en esa época unos treinta y cinco años. Estaba casada con un tratante de ganado y cuando su marido se encontraba de viaje, cosa bastante frecuente, se instalaba en su antigua habitación de soltera. El viejo cabrón había insistido en que no se quedara sola, que debía estar con su familia. Ya se sabe, una sugerencia suya era...casi una orden. Por lo que estaba escuchando, su interés iba mucho más allá del afecto fraterno por su hermana.

Mis hormonas en esa época estaban en plena ebullición, me la pelaba más que un mono y a todas horas. Una de las destinatarias más recurrentes de mis pajas era ella. Morena, guapa de cara y unas tetas que me daban ganas de mamarlas como un bebé hambriento. El resto de su cuerpo no tenía desperdicio. Era rotundo y con buenas curvas. Alta, casi todos en la familia lo somos. Pero si había algo que me ponía la polla como el acero de dura era su mirada de ansiosa. Yo no entendía mucho del tema aun, pero su cara de puta me ponía tan caliente que a veces mi soldadito me metió más de una vez en una situación embarazosa durante alguna reunión familiar.

Aguantado casi la respiración, apoyé la oreja en la pared de madera y escuché con atención. A parte del ruido que hacían los caballos, puede oír como mi musa gritaba y gemía como si la estuvieran matando a pellizcos. Trepé con cuidado una gran montaña de balas de paja que se apoyaba en la parte trasera. Accedí a la primera planta, había un pequeño ventanuco con una polea para subir pesos. Allí se guardaban los piensos y arreos de los animales. Me asomé con cuidado por el hueco de la escalera y los vi a los dos. Jaime o Don Jaime para casi todo el mundo estaba de pie, apoyado en una de las vallas interiores. Mi tía, de rodillas y de espaldas a mi posición, le estaba chupando la polla. Ella solo llevaba puesto el sostén. Al estar de espaldas, observé como de su abierto culo salía un gran goterón de leche que poco a poco se fue acomodando entre la raja peludita de su coño. El muy cabrón la había sodomizado y los gritos que escuché debieron ser cuando le llenó el culo de leche. Ahora, ella se dedicaba a limpiarle el rabo a base de bien. Me quedé tan excitado y sorprendido que me hice una silenciosa paja procurando no delatarme. Joder...igualito que las revistas que escondía detrás de mi armario, salvo que ahora lo presenciaba en vivo y en directo....y con sonido.

  • Ahhhhhhhhh...María sigues chupándome la polla tan bien como siempre, mira que llegas a ser guarra y viciosa, no te pareces en nada a la santurrona de mi mujer, valiente inútil está hecha, no sabe ni hacer bien una paja, imagina cuando me la chupa....es para dormirse de aburrimiento. ¿se la chupas igual de bien a tu maridito o su olor a vaca te corta algo la inspiración?.- Se reía de una forma desagradable mientras a mi modo de ver, la estaba humillando, que cabrón... Joder, yo era casi un crío y no estaba preparado para ver semejante aberración.

  • Por favor Jaime, no te rías de el, es un buen hombre y me quiere. Tengo muchos remordimientos por esto que hacemos, deberíamos dejarlo. Por favor.....- Empezó a sollozar. Me dio pena verla así. Sentada sobre sus talones, con el rabo del viejo cabrón en su boca. Su culo seguía abierto y le salía un nuevo colgajo de semen que estaba a punto de tocar la paja del suelo. Mi pena fue sustituida por una excitación tan grande que mi erección daba hasta miedo mirarla. De repente, mi viejo gruño y dándole un empujón con su cadera, le metió la polla hasta el estómago. Mi tía hizo ruidos como si se estuviera ahogando y comprendí que intentaba tragarse una nueva andanada de leche caliente.

-Así........que gustazo. Sigue chupando joder........venga zorrita mía, hasta la última gota. Eres una gran puta María, la chupas como nadie. - Mientras se lo comentaba, seguía metiendo y sacando su rabo morcillón dentro de la garganta de ella. El cuello de María se dilataba y contraía cada vez que recibía o expulsaba al invasor. Me pareció que ese cuello estaba muy acostumbrado a acoger semejante tranca en su interior. Solo de vez en cuando hacía alguna pequeña arcada. De su barbilla colgaba una catarata de fluidos.

  • Bueno....querida hermana, cuenta con esa cantidad para que puedas volver a ayudar al inútil de tu marido a que siga fracasando y cagándola en sus patéticos negocios. Pero recuerda que te espero aquí cada tarde. Tienes que pagarme...los intereses. Ya sabes como va esto, tienes experiencia, llevas años haciéndolo, primero para saciar tus caros caprichos y ahora para salvar el culo de tu oloroso marido .Le podías decir al menos que antes de besarte se cambie de ropa y se duche. ¿O es que el olor de toro te excita? Será eso... aunque dudo que ese picha floja tenga una como la mía. - Le mostraba el pedazo de polla bamboleándolo ante su cara. Joder, el viejo cabrón la tenía enorme. Ya sabía yo a quien había salido, La mía en esa época empezaba a parecerse a la de mi viejo. Ella bajó la cabeza con resignación, se levantó y empezó a vestirse.

Me marché tan excitado que entré en una situación de desesperación total. Tenía unas ganas de meterla en caliente que me iba a volver loco. Busqué a Engracia, una chica que trabajaba con nosotros hacía bastantes meses. Era de Costa Rica. Morenita, vamos, era mulata y muy juvenil, atractiva, risueña y de buen carácter. Tenía entonces 19 años, había empezado a tontear con un estanquero del pueblo vecino. Poco a poco, los dos habíamos entablado una amistad hasta poder considerarla algo íntima, a pesar de que mis padres nos aleccionaban para no tomar confianzas con el servicio. A mi me daba igual, siempre he sido un poco el rebelde y esa chica me había dado confianza, afecto y era buena persona, por lo que siempre procuré tratarla con mucho cariño. Eso sin hablar de lo rica que estaba. Además, era bastante liberal con su cuerpo y con sus actos. Vivir en una familia que a veces te observaban con el mismo interés que al jarrón oriental que reposaba en la estantería, he de reconocer que un poco de calor humano se agradecía y ella siempre me lo mostraba sin guardarse nada.

  • Hola...soy yo...Engracia, puedo hablar un momento contigo. Estoy un poco nervioso, hoy ha sucedido algo que........ - no pude continuar. La miré con cara implorante y empecé a ponerme muy colorado. Me cogió de los hombros y me abrazó.

-Venga Raúl, ¿que te preocupa? Te veo muy alterado. Ya sabes que puedes contar conmigo. - Apagó el planchador y dobló con habilidad el mantel que tenía en las manos. Se sentó en el pequeño sofá que había en un rincón y golpeando con la palma de su mano el cojín vecino me invitó a sentarme. Su uniforme dejó a la vista unos muslos bien formados y de color canela.

-¿Que te preocupa Raúl?- Que ojos más bonitos tenía la mulata, verdes, era raro en su raza, pero seguro que era herencia de su padre francés. Me quedé embobado mirándola y solo reaccioné cuando noté que me zarandeaba mientras sonreía comprensiva. -Venga nene...que me va a gastar de mirarme tanto. Ya me has visto antes las tetas.

  • No se por donde empezar...lo he visto esta misma tarde....joder es que es muy fuerte.. mi padre le ha dado por el culo a mi tía María. Ha sido tan brutal y tan excitante que pensaba que me iba a desmayar allí mismo. Estoy algo confundido aun. Son hermanos....no, eso que han hecho no creo que esté bien... ¡digo yo!. Además...me ha parecido que ella lo hace para sacarle dinero y el le exige sexo a cambio. ¿No es repúgnate? - Se lo dije muy serio y escandalizado.

  • Bueno Raúl, ya empiezas a ser mayorcito para comprender según que cosas. Hace tiempo que lo se, supongo que lo debe saber casi todo el mundo, incluida tu madre, pienso o quizás ella tampoco. Quizás el único seguro que está a dos velas y no se entera de nada es el marido de ella. Me parece que es un hombre llano y honesto que no puede concebir que su mujer sea la puta particular de su cuñado. Ya sabes que lo que hablemos entre tu y yo no puede salir nunca de aquí. -Le asentí con la cabeza y me abracé a ella.

  • Raúl...cuando viste la escena entre tu papá y tu tía....¿te masturbaste?

  • Bueno...si, la verdad. Lo hice con cuidado de no hacer ruido. Fue la mejor paja que me he hecho hasta ahora y sabes que llevo ya unas cuantas.... - tenía mucha confianza con ella, pero me ruboricé un poco al decírselo.

-¿La tienes dura ahora? Lo digo porque te veo muy excitado. Sabes...no te la he visto cuando se te pone gorda aun, tu en cambio si que me viste el coño cuando te lo enseñe para que supieras como era una mujer, incluso me lo lamiste un ratito y por lo que vi te gustó hacerlo. ¿Me la dejas ver?, venga...enséñame esa colita chiquita y linda.

-Vale, pero no te rías....por favor, ahora está muy dura y me duele.

  • Tranquilo guapetón, he visto unas cuantas, pero no te debes obsesionar si no es muy grande, verás que con el tiempo se hace más gruesa y larga, aun eres muy joven y... ¡Madre mía que pedazo de verga se gasta el niño!. - Los ojos se le quedaron como platos. Frente a la altura de su boca, mi rabo se alzaba desafiante y amenazador. Era ya bastante grueso y muy por encima de la media de los chicos de mi edad. Al menos de los que yo conocía.

  • Virgen santa....que pedazo de verga tienes hijo. No me pensaba que fuera así. Si es más larga que la de mi novio y casi el doble de gorda. Que maravilla chiquillo y aun tiene que crecerte más. Seguro que vas ha hacer felices a muchas mujeres. - Con el cuento de soltar su rollete sobre el crecimiento y el tamaño, había empezado a sobármela con lentitud. Como si pensara en voz alta, la vi totalmente abstraída y sin casi darse cuenta, me la estaba meneando de forma maquinal. Al rato, su mano me la machacaba cada vez con más descaro mientras me jaleaba que me viniera en sus tetas.

  • Para....Engraaaaa..........me corro ...........Dioooooooos .

Exploté en su cara con verdadera furia, la bañé la boca, los ojos y las mejillas. Una gruesa gota de esperma quedó colgando de sus pestañas. Me miró algo sorprendida, se limpió el ojo con los dedos mientras se reía bajito. Un hilo de semen bajaba por el canalillo de sus pechos y desaparecía en su sostén..

-Vaya Raúl, uff...no veas que corrida te has pegado, teniendo en cuenta que te habías hecho antes una paja, me has dejado la cara pringada. – Hablaba raro, vi que tenía algunos grumos de semen rebozando la punta de su lengua. Uno de mis chorros le debió dar en el paladar, estaba en ese momento con la boca abierta y le acerté de lleno, aunque fue algo totalmente involuntario por mi parte.

-Pues no sabes aun lo mejor, esta mañana me hice dos casi seguidas....es que estoy más caliente que un mono, Engracia....lo paso fatal y ahora que se donde se ven para follar a diario, me veo todo el día metiéndola en agua fría. Seguro que no me pierdo un encuentro.

  • Bueno, mi lindo muchacho, mira....vamos a hacer un trato.....pero esto queda entre nosotros. Si ya te ves tan adulto como para acostarte con una mujer, debes serlo también para guardar el secreto. Si coges fama de discreto, con esa buena planta que ya se ve que vas a tener y ese pedazo de tronco que gastas, te aseguro que las mujeres van a caer en tus redes como las sardinas. Mira.....yo te desahogaré siempre que pueda y las circunstancias nos lo permitan. Pero quiero que seas discreto. Nunca me traiciones con miradas o gestos que puedan hacer sospechar algo a tu familia. Necesito este trabajo, no tengo tu suerte de haber nacido en casa rica. Venga, vete ya y nos vemos luego.
  • Me dio un pico en la boca y con una palmada en el culo me invitó a abandonar el planchador.

Estaba encantado de la vida. Que fuerte. Le había llenado la cara de semen. ¡Ojo!...era mi primera cara llena de semen. Eso nunca se olvida. Sentí que mi polla volvía a crecer, estaba de nuevo en situación de hacer el agujero de los donuts con mi rabo. Ya quería otra vez guerra. Mejor regresar a su lado....tenía que volver y reclamar otra ración a mi mulata favorita.

  • Engracia.....mira como estoy, si me ve mi madre me mata a palos, me he puesto a pensar en lo de antes y ...mira - Le mostraba el importante bulto que había crecido entre mis piernas.

  • Jajajajaja....coño con el nene, ha salido bien caliente. Eres un tesoro. Va....venga rapidito....que nos pueden pillar. Apoya tu cuerpo contra la puerta, no sea que entre alguien.

Esta vez, en vez de masturbarme, se la metió de un golpe en la boca. !!!Todo poderoso!!!!....., que gustazo me estaba dando, me pareció que me sorbía el cerebro y este, convenientemente licuado, salía por la punta de mi polla en dirección a su estómago. Se tuvo que emplear a fondo, mi reciente corrida me hizo aguantar bastante y la verdad la estupenda mamada la disfruté un montón de rato, incluso conseguí abortar dos intentos de eyacular casi por los pelos para poder prolongar la caricia. Al final, venció la ley del embudo, y me dejó más seco que una momia egipcia.

  • Engracia......¿te puedo pedir un gran favor?

  • Dime, últimamente pides mucho, va...que es lo que te trae de cabeza....

  • ¿Me enseñaras a amar a una mujer? Vamos...todo lo que tú sepas sobre el tema, ya me entiendes...prefiero aprenderlo contigo, me siento muy a gusto en tu compañía. Me gustaría hacerte disfrutar como tu a mi. Creo que sería mucho más divertido para los dos así. ¿no?

  • Bueno...veremos, pero recuerda, ni una palabra de esto a nadie, me pueden meter en la cárcel, recuerda, aun eres menor de edad y tu padre es un hombre peligroso. Ya quedaremos para eso. Venga, vete ya que pueden sospechar.

Esa misma noche, caliente como el rabo de una sartén salté de mi ventana, mi habitación estaba en una de las alas de la planta baja. Daba a un pequeño jardín lateral que casi nunca frecuentaba nadie. Estaba bien cuidado y básicamente era una formación recortada con varios caminitos que daban a una fuente central. Sus paredes eran de seto recortado a un metro y medio de altura. Era mi zona de juegos particular. Nunca imaginé que más tarde se convertiría en mi follódromo privado

Me dirigí con sigilo hacia la casa de los sirvientes. Era un pequeño chalet con 4 habitaciones, situado al final del boque, actualmente solo lo ocupaba Engracia y dos mujeres más del personal. Mi prometedora profesora sexual, dormía en el único cuarto de la planta baja. Hacía bastante calor, cuando intentaba empujar con mucho cuidado el marco de su ventana para agrandar la abertura, escuché gemidos en su interior. Me empecé a cabrear, alguien me estaba jodiendo los planes. El estanquero estaba subido encima de mi amiga y se la clavaba con ganas. El tío soplaba como una locomotora mientras ella se tapaba la boca para no gritar. Se estremeció y supongo que el fulano le llenó el coño. Ella me dio la sensación de no haber terminado de gozar aun. El estanquero se quedó encima de ella con su cara hundida en su negra cabellera. Engracia, con semblante contrariado, le acarició un poco la espalda y le empezó a empujar para sacárselo de encima.

  • Venga Gustavo, te tienes que ir...no sea que te vea alguien. Corre, antes que los guardas hagan la segunda ronda. - El tipo se levantó y mi curiosidad me hizo fijarme en su aparato. No había color, observé con infantil satisfacción que mi rabo era de otra galaxia comparado con el tubito de pastillas color carne que le colgaba de unos escuálidos y peludos huevos. No sabía que un adulto pudiera tener los cojones tan enanos como los que tenía el vendedor de tabaco. Me dio rabia, ese picha corta se la follaba cuando quería y encima ni se preocupaba de darle el placer que se merecía la chica. ¿Que era lo que le gustaba de este capullo? No lo entendía. Bueno...luego, mis trazas ya de adulto me ayudaron a comprenderlo. Ella estaba muy interesada en el, claro, pero por otros motivos. Viudo, buena persona y con dinero. Su negocio funcionaba bien, pero además, sus padres eran propietarios de grandes extensiones dedicadas al cultivo de la uva para vinos de reserva. Escuché en ese momento a alguien saliendo con cuidado de la casa.

Me escondí detrás del seto, buff...por poco me pillan. Sonaron pasos junto a mi improvisado refugio. El fulano golpeó la entreabierta ventana y ella se asomó. Tenía sus bellos pechos tapados con sus manos. Se dieron un beso rápido y desapareció en la oscuridad. Me quedé dudando si llamar su atención o marcharme, estaba desolado, quería que ella me dejara follarla esta noche. Ahora, para mi asco y decepción su coño estaba chorreando de leche ajena. Me decidí, miré primero por el hueco y la vi tumbada en la cama. Estaba desnuda, con las piernas abiertas y algo parecido a un pepino de color negro entrando y saliendo de su empapada raja. Se oía un chop, chop que me resultaba hasta cómico. Se aguantaba las ganas de gritar, tapando su boca con la mano libre. Por fin, mientras me sobaba con fuerza la polla, Engracia se tensó como si la hubieran electrocutado. El pepino, de considerable tamaño, salió expulsado de su coño, quedó entre sus piernas, chorreante y brillante. Casi me corro cuando vi como lo expulsaba. Parecía un parto vegetal. Dios mío...estaba tan caliente que decidí atolondradamente meterme en la habitación. Ella se quedó pálida cuando vio mi aparición junto a su lecho.

  • Cariño...que susto me has dado cabrito. Raúl, ¿hace mucho rato que estas espiándome?, venga contesta que no me voy a enfadar. Va... ¿tenemos o no tenemos confianza?. - Me miraba como si quisiera hipnotizarme.

  • Si, perdona, quizás no te ha gustado que te espíe, vine a verte hace un rato y pensé que podríamos esta juntos y vamos, empezar mi aprendizaje, pero... bueno ya he visto que estabas bien servida. Si quieres me marcho y hablamos en otro momento.

  • Ya que estás aquí y has tenido la paciencia de esperar, quizás no sea bueno que te marches así. - Me cogió del paquete y empezó a bajarme el chándal, mientras me sonreía con cara de vicio. Mi polla salió con la fuerza del brazo de una catapulta y le golpeó sonoramente en uno de sus carrillos.

-Jajaja, vaya... la tienes enorme niño, que alegría, que diferencia, madre mía, unos tantos y otros...ven que te la chupo un poquito, te tiene que doler. - Me empezó a dar lametones en el capullo, que arte tenía mi chica. No pude aguantar mucho. Me vacié en su boca, ella se esforzó en tragar todo lo que salía y salía mucho, estuvo escurriéndomela varios minutos, gotas solitarias se empeñaban en tenerle la lengua entretenida en la rajita de mi capullo.

Sus lamidas tuvieron el éxito esperado, divina juventud, mi polla estaba en pie de guerra de nuevo. Me sonrió con vicio. Sus labios vaginales se apoyaron en la mata de vello que últimamente me había crecido en mis partes. Se la había clavado hasta la etiqueta. Noté como empezaban a bajar fluidos por mi tronco, recordé que el fulano le había llenado el coño de leche y la muy guarra ni siquiera se lo había lavado aun. Me dio un poco de asco, pero al momento se me olvidó todo, estaba yo para pensar mucho con semejante meneo afro-americano, me cabalgaba con unas ganas tremendas, se encogió como si la hubiesen golpeado... abrazándose a mi pecho con fuerza, gimió mientras yo desesperado, intentaba taparle la boca con mi mano. La muy... me mordió con fuerza en la palma, mientras por la comisura de sus labios bajaba un hilo de saliva que mojaba mi mejilla. Volví a vaciarme entre espasmos, esta vez en lo más profundo de su coño. Se quedó tumbada encima de mí respirando con dificultad. En ese momento me sentí diferente, ya era un hombre, sexualmente hablando. Había dado placer por primera vez en mi vida a una mujer y me había corrido dentro de su sexo. Estaba orgulloso de mi comportamiento. Se desclavó y bajando hasta mi pubis, empezó a limpiármela suavemente con su boca. Me dio mucho morbo saber que ella estaba probando la leche de dos tíos diferentes. Cuando consideró que estaba limpia y brillante, me guiño un ojo y se fue al lavabo. Me vestí rápidamente, seguro que los guardas estaban en plena ronda y era mejor que no me pillaran deambulando por los jardines a esas horas. Tendría que dar muchas explicaciones a uno que yo se.

Entré en mi habitación y me tumbé en la cama, estaba cansado pero aun muy excitado. Engracia era una chica realmente caliente y complaciente. Pensé en la suerte que tenía. Toda una hembra viciosa a mi disposición, que me iba a enseñar los secretos del placer. Que diferente fue nuestro encuentro al que yo antes había presenciado en los establos. Comprendí por primera vez que el sexo tiene muchas caras y matices. Una, donde el vicio, el interés y la arrogancia eran los protagonistas. En el otro, la pasión, la alegría y el placer eran los actores principales. Estaba claro que este verano era el punto de partida de mi evolución de adolescente hacia mi futura vida adulta. Me di cuenta que el placer iba a ocupar un lugar privilegiado en mi existencia.

Empecé a comprender que mi polla no era un enemigo, algo feo que me colgaba y de la que algunos colegas hacían burla, sino que era mi mejor amiga, antes, reconozco que sentía vergüenza cuando mis compañeros me ponían motes bastante ofensivos, "trípode" era el más usado. Algunas mamás me habían preguntado con falsa cara de ignorancia cual era el origen de ese mote. Yo siempre me ponía colorado como un tomate y no sabía que contestarles sobre el tema. Pero mira...ahora comprendía que ese sentimiento de patito feo se estaba transformando en orgullo de cisne. Me dormí en medio de disparatados planes que incluían pasarme por la piedra a todo coño al alcance de mi rabo, incluidas todas las mamás preguntonas presentes y futuras. No iba a hacer distinciones, ni por edad ni por tener vínculos familiares. Solo mujeres, eso si lo tenía claro, luego, más tarde me di cuenta de que todo en esta vida es muy relativo. Tomé conciencia de que podría terminar siendo tan vicioso y depravado como el viejo cabrón de mi padre. De hecho, en esos momentos mi querida y complaciente tía iba a convertirse en objetivo prioritario para mí. Si consentía a mi padre, iba a tener que consentir a su sobrino, sino que no fuera tan puta la muchacha.

Al día siguiente, por la mañana, María estaba junto a un caballo ensillado cuando salí por la puerta principal.

  • Hola tita. ¿Vas a dar un paseo? Quieres que te acompañe, me apetece montar un rato (vaya si me apetecía, pero no precisamente caballos).

  • Venga Raúl, claro que me apetece, siempre salgo sola y me aburro. Ves a que te ensillen un caballo. Te espero aquí.

Me presenté cabalgando un castrado propiedad de la familia. Era un caballo fuerte y noble, de bonita estampa, muy dócil y sensible a las órdenes del jinete. Normalmente siempre procuraba montarlo, me transmitía confianza. Salimos trotando y nos internamos en el bosque. Hacía bastante calor, quizás más de treinta grados, mi tía se limpiaba la cara sudorosa con un pañuelo, a mi cuerpo estaba a punto de salirme el sarampión, entre la calor ambiental y el culazo de mi tía rebotando en la silla de montar, mi temperatura corporal estaba por las nubes.

  • Tita, ¿te apetece que nos acerquemos al riachuelo? Esta un poco lejos, pero el estanque está a rebosar y un baño nos vendría de perlas. - Las pasadas lluvias torrenciales había agrandado aun más una pequeña zona donde desde hace años se había formado un pequeña balsa alimentada constantemente por sus frías y limpias aguas. Hacía años, mi padre descubrió que el manantial fluía entre unos peñascos de la boscosa ladera. Le dio cauce y agrandó el caudal inicial, el resultado fue una piscina natural.

  • Vaya Raúl, me lo podías haber dicho antes, podíamos haber traído un traje de baño y algo de comida para pasar el día. Que lástima...con el calor que hace.

  • Ya, pero se me ha ocurrido sobre la marcha, tita no te preocupes, nos podemos bañar en ropa interior, supongo que no me va a dar corte contigo delante. Tu si quieres no te bañes, pero volver ahora es perder de nuevo toda la mañana. Vemos como está de agua, si quieres y te gusta mañana volvemos, ¿te parece bien?

No puso más objeciones, me sonrió con cara de traviesa y espoleó el caballo. Nos dirigimos cabalgando hacia la profunda ladera de la colina cercana. Mi culo y parte interior de los muslos empezaban a picarme bastante.

Cuando llegamos, decidí que me daba igual si ella no quería bañarse, el bochorno era realmente insoportable y notaba como el sudor empapaba toda mi ropa. Me la quité dejándome solo los calzoncillos puestos.

Con las risas de fondo de mi aun vestida tía me zambullí como si fuera una pelota en la balsa. Se me puso la piel como escarpias. Coño lo fría que estaba. Pero al momento, agradecí su frescor recorriendo mi cuerpo y calmando algo mis ánimos y rozaduras.

  • No veas lo que te estas perdiendo María, está súper buena. – Empecé a dar brazadas con cara de placer, ella me miraba con ganas de meterse también, pero quizás no estar preparada le daba algo de corte. Al final, el calor y mis comentarios sobre lo rico que era bañarse allí vencieron su pudor. Se empezó a quitar la ropa y se quedó con un conjunto blanco, más deportivo que excitante tapando sus bonitos y rotundos encantos. Al contemplarla, mi rabo empezó a empujar mi slip con fuerza, ni siquiera el agua fría conseguía aliviar la calentura que su cuerpo me producía. Me di cuenta de que no podría salir de allí sin escandalizarla con la tienda de campaña que se había formado en mi slip.

  • Uff, Raúl, está fría pero buena, que gozada, espera que me acerco a ti. – Me cogió de la cabeza y me hundió mientras reía como una niña. Yo no me corté un pelo, en vez de emerger, me hundí aun más y cogiéndola de sus rodillas la hice dar una vuelta de campaña. Su pelo mojado tapando su bonita cara me puso aun más caliente de lo que ya estaba. Trepó por las peñas cercanas y se quedó estrujándose el pelo mientras me decía que hacía años que no daba una voltereta y estaba algo mareada. Me fijé como sus poderosos pezones intentaba agujerear con sus puntas las cofias del sostén. Su coño se traslucía entre la blancura de la braga. Me acordé de la escena donde su bonito culo goteaba aun un pegote de semen en los establos mientras le mamaba la polla al viejo cabrón. Vaya putada de pensamiento que acababa de tener, semejante recuerdo puso mi rabo que podía partir almendras contra un yunque. Y ¿ahora que hago?, decidí seguir nadando a ver si la cosa se normalizaba.

María me llamaba a gritos porque le había picado una avispa en la nalga. Le dije desde el agua que un remedio bastante eficaz era hacer un pis y con el barro resultante ponerse una cataplasma en la picadura. Me lo había enseñado el viejo jardinero y a mí siempre me había funcionado. Me miró algo escéptica, pero me hizo caso, se fue detrás de unos juncos y al momento apareció con un pegote de fango en la pierna. Yo que conocía la zona como la palma de mi mano, me acerqué nadando sin hacer ruido. Entre el tronco de un árbol caído puede ver como ella meaba entre las cañas. No veas, se ve que tenía ganas, su coñito abierto soltaba un chorro con tanta fuerza que rebotaba en el suelo y le salpicaba de pis y barrillo sus pies descalzos. Luego, con las bragas aun por las rodillas, se aplicó la cataplasma. Pude disfrutar de la visión de su abierto coño durante varios minutos. Estaba a punto de buscar una cuerda para ahorcarme de la desesperación que me entró en esos momentos. Tenía que idear un plan para follármela y tenía que ser esta mañana ¡sin falta!. Me sorprendió a mi mismo como mi habitual timidez estaba dando paso a una preocupante ausencia total de escrúpulos y perjuicios. Volví a situarme cerca de la roca. Unos minutos más tarde, María sentó junto a mí, su conjunto interior transparentaba lo suficiente para volverme loco de remate.

  • Vaya, pues estoy más aliviada del dolor de la picadura, no me puedo creer que sea algo tan sencillo. Es un poco sucio ¿no?, pero funciona.

  • ¿Sucio tita? Puede...pero a mi me parece mucho más sucio que te dejes dar por el culo por el cabrón de mi padre. ¿es que no amas a tu marido?

La bofetada resonó en mis oídos y en mi cerebro como si fuera un cañonazo. Joder como me sacudió de fuerte. Al instante, mi mejilla empezó a latirme con la fuerza de un corazón, un hilo de sangre salía de la comisura de mis labios, reconozco que la rabia me comenzó a dominar de forma imparable, haciéndome olvidar los pocos remordimientos que me quedaban aun. Ella, horrorizada por su tremenda reacción, al verme sangrar se arrepintió al momento e intentó abrazarme mientras trataba de negar lo evidente.

  • Perdóname...por favor...pero me has ofendido con esa absurda acusación. ¿Como te atreves a decir esa barbaridad? ¿No te da vergüenza decir eso de tu tía que tanto te quiere? –Me miraba con su mejor cara de ofendida. Me resultaba muy gracioso ver como los adultos mienten con tanta naturalidad. Yo cuando lo hacía, un rubor sospechoso se extendía por mis mofletes. Tenía que aprender a disimular y mentir tan bien como ellos. Sin duda mi tía era un buen ejemplo a seguir.

  • Tita, soy joven aun pero no soy un tonto. Además lo se porque os he visto en el establo. Tu... le hacías unas cosas que...bueno, no se que pensaría tu esposo si supiera que te dejas encular por tu hermano, que se la chupas...vamos que se iba a liar una bronca de las más gordas ¿no? - Me hice el vergonzoso y la verdad, me sorprendió lo bien que me salía el papel. Estaba claro que mi capacidad para actuar mejoraba por momentos. María cambiaba el color de su cara como un camaleón, ahora pálida ahora colorada como un tomate.

  • Mira Raúl... a veces los mayores hacemos cosas que un jovencito como tu no puede entender aun y por eso te agradeceré que no vayas por ahí comentando lo que viste allí. Además, tu padre supongo que ya debes intuir que es un hombre muy posesivo y bastante peligroso. Tiene mucho dinero y te puedo asegurar que lo se porque también es mi hermano. No tiene demasiados escrúpulos, ni siquiera con la familia, tu mismo dices que lo has visto ¿no?. Mejor estate callado. Te lo aconsejo. Te lo pido como favor personal. - Me lo decía con el miedo reflejado en sus ojos, sus manos temblaban mientras me cogía de los brazos para retenerme a su lado.

  • Ya, pero si algo he aprendido del viejo cabrón, es que todo tiene un precio en esta vida. Tu por lo visto llevas pagándolo gustosa hace años, escuché lo que te dijo. Tu tren de vida y los malos negocios de tu marido por lo visto son justificaciones suficientes para dejarte follar como una puta barata. Yo solo quiero saber que estás dispuesta a pagarme por mi silencio. - No la miré precisamente en esos momentos con cara de niño bueno. Estaba cagado de miedo pero decidí seguir a delante. Total, después de lo que le había explicado...

  • Raúl...sabes una cosa, cuando te escucho hablar así, me recuerdas mucho a tu padre, si...el viejo cabrón como tu lo llamas... no creas que eres mejor que el, quizás en el mejor de los casos serás una mala copia suya. - Estaba realmente enfadada y cada vez más desafiante frente a mi.

  • Bueno...veo que no quieres escucharme, quizás tu marido esté más interesado en saber en que te entretienes cuando el está de viaje. ¿Nos vestimos y volvemos ya? No creo que te guste en estos mi compañía, que sepas que lo comprendo, a mi tampoco me gusta lo que pasa en esta puta casa, solo intento sacarle algo de partido. - Me fui nadando hasta la otra orilla del estanque. Ella, con expresión preocupada, recorrió la orilla y se sentó junto a mi vía de escape. Joder...tenía la polla como un garrote y si salía del agua me vería la tienda de campaña. Me armé de valor y emergí todo lo dignamente que mi embravecido rabo me permitió. María se quedó mirando con cara de atontada el bulto, era sospechoso a todas luces de esconder un pollón de los que hacen gemir cuando se clavan en según que agujeros.

  • Será caliente el niñato este, mira como se le ha puesto de gorda mientras chantajeaba a su tita que tanto lo ha mimado siempre. – No me quitaba el ojo del paquete, su risa inicial se había convertido en interés poco disimulado por mis partes nobles. – Vaya, vaya, está claro que eres hijo de tu padre, igual de cabrón y con un rabo que nos hace perder la cabeza a las mujeres. Anda...ven, siéntate aquí conmigo. ¿Que es lo que quieres a cambio de tu silencio? - Golpeaba con su mano una roca plana con intención de que me sentara allí.

No era esa precisamente mi idea, me puse frente a ella y me bajé de golpe el calzoncillo. Se la quedó mirando con atención, no se sintió ofendida, su mano me tiró de la piel y mi capullo, gordo y brillante apareció desafiante frente a sus ojos. Un pequeño hilo de líquido estaba emergiendo lentamente de el. Le pasó la lengua y se separó unos centímetros, un puente fino de saliva conectó su boca con mi rabo. Luego...se la comenzó a tragar hasta casi la mitad, se paró respirando con sonido ronco y continuó hasta conseguir engullir tres cuartas partes de carne dura y excitada. Sufrió una arcada y se la sacó con urgencia mientras empezaba a toser con violencia.

Uff....perdona, me ha pasado la saliva por el otro sitio y casi me ahogo. Niño, vaya zipote que te gastas, aun no es como el de tu padre, pero ya le falta poco creo yo. – Se volvió a meter el rabo y comenzó a mamármela con profundidad y ritmo. No pude aguantar semejante ventosa humana, me vacié en su garganta mientras mis piernas se negaban a obedecerme y solo sus manos agarrando mis nalgas evitaron que me cayera de nuevo al agua.

  • María...estoy hasta mareado, madre mía...que gustazo, tengo el cuerpo como acalambrado, eres realmente la mejor, mi viejo debe tener razón cuando dice que no hay nadie como tu mamando una polla. - Estaba jadeando como un berraco. Ella, sonriente, me seguía dando pequeños besos en la punta, aprovechaba para recoger las solitarias gotas de semen que esporádicamente aparecían.

  • Vaya...Raúl, en algo te puedo asegurar que ganas a tu padre, sueltas el doble de leche que el cuando te corres. Vamos, me has dejado harta, me estaba viniendo hambre y ahora me siento llena. Pero supongo y espero que mi deuda aun no está saldada del todo ¿verdad?, ¿no le vas a dar un poco de gusto a tu tía que siempre mira tanto por ti?

  • Claro Tita, pero sigue mamando que me la pongas bien dura para que juegues con ella como a ti te gusta. ¿Me dejarás probar en...vamos, en tu trasero, ya me entiendes...como mi padre.

  • Ven...déjame a mi, que se más de esto que tu, disfruta y haz lo que te diga en cada momento. – Se quitó las bragas y me acercó la cara a su caliente coño. - ¿Has probado alguno?

  • Si, varias veces con la misma chica. Si quieres te lo hago como le gusta a ella. -Me miró con sorpresa pero asintió al momento. Me puse a comerle el chochito como si fuera mi helado de fresa favorito. Cuando llevaba varios minutos lamiendo, más embabado que un perro rabioso, me cogió por las orejas y casi me las arranca frotando mis morros contra toda la raja de su coño. Me entraron sus flujos hasta por la nariz, como pude me desorejé de sus manos e intenté respirar. Madre mía, que rica estaba mi amada tía. Me encantó su sabor, era más dulce y a la vez más ácido que el de Valeria. Supuse que cada mujer es como una viña, todas hacen buen vino pero cada una tiene su aroma propio.

  • Raul...que bien me lo has comido, por cierto ¿se puede saber quien es esa chica?. No la contesté, solo negué con mi cabeza.

  • Ven nene que ahora me la vas a clavar hasta el fondo. Venga....uahhhhh...espera...espera... - Se retorció un poco, quizás en mi ansia había sido algo brusco, pero al momento ella misma se terminó de empalar y me exigió que la cabalgara como si nos fuera la vida en ello.

  • María no voy a poder aguantar mucho....estoy a punto de ... – Mi tía sin dejar de acariciarse el clítoris me pidió que me corriera dentro. No había terminado de decírmelo cuando ya estaba su coño inundado de semen. Me quedé recostado sobre ella. Mi rabo aun estaba bastante duro. No quiso que me saliera, me abrazó para mantenerme unido a su cuerpo. Empezó a susurrarme propuestas y palabras que me excitaron hasta hacerme enloquecer de nuevo.

  • Me gusta tu polla Raúl, aun la siento dura dentro de mi....muévete un poquito, con suavidad, sabes...tengo ganas de sentirla en mi culo. ¿Te gustaría hacerlo verdad? Eres un bribón, como tu padre. Pero ahora que ya me conoces más, te voy a decir una cosa, a parte del dinero, quiero que sepas que me gusta follar con el. Me maltrata, me emputece y hace que me sienta una perra viciosa. Mi marido es un buen hombre, pero la verdad...en la cama deja mucho que desear. Pero yo lo amo, tiene otras virtudes que para mi son también muy importantes. Raúl, estoy viciada, me gustan grandes y duras, es gracioso, ahora mi sobrino también me va a follar y te voy a confesar algo, para mi no es ningún castigo, al contrario, me lo he pasado de miedo contigo. Espera....ahhh, veo que estás otra vez preparado, esta juventud.... Me apretó las pelotas con sus manos, tirando de ellas para que se la terminara de meter del todo.

Se la comencé de nuevo a clavar y la estuve follando un buen rato, no me venía, nunca antes había tenido tres orgasmos seguidos. Ella estaba encantada, se sobaba las tetas mientras rugía de placer. Se volvió a correr. Yo en cambio no podía, se percató de mi apuro y cambió rápidamente, me la empezó a chupar con fuerza. Unos minutos más tarde, estallé en su boca con una corrida más que discreta. Me derrumbé junto a mi tía. Me quedé dormido al fresquito de la sobra del sauce. La temperatura ambiental era muy agradable y el folleteo me había dejado totalmente extenuado.

Me despertó el relincho de uno de los caballos. Vi a mi tía tumbada en la roca plana que había junto a la pequeña cascada. Estaba con los ojos cerrados. Solo tenía puesta la braga. Sus tetas sobresalían entre sus axilas, esa imagen me empezó a poner cachondo de nuevo, menudo atracón de sexo me estaba pegando con mi tita, si me viera mi madre...se moriría de un ataque, seguro.

  • María, ¿estás despierta? Estaba pensando que me podrías dejar hacerte el culo. Me da mucho morbo sentir que es follar así. Va...venga déjame probarlo. - Se sonrió, me percaté de que mi tía era una mujer muy caliente y cachonda, una vez pasada la raya entre nosotros dos, se comportaba conmigo con toda naturalidad y descaro de una amante.

  • Espera, antes tengo que hacer algo para que no me hagas daño con ese pedazo de polla que te gastas. – Se empezó a mojar un dedo y lo fue introduciendo en su agujero trasero. Se masajeaba el ano para luego metérselo hasta los nudillos. Comprendí lo que tenía que hacer, mi saliva sustituyó a la suya, ella solo se dedicaba a introducirse poco a poco los dedos hasta que consiguió dilatarlo bastante, en ese momento, me cogió del capullo y lo empezó a meter mientras su semblante se iba crispando poco a poco. - ¡Espera!- Me soltó secamente cuando yo intentaba empujar por mi cuenta y riesgo. Poco a poco, con una lentitud que casi me vuelve loco, noté como sus nalgas acogían mis pelotas. María estaba de rabo hasta el palo mayor. Me sentí por segunda vez realizado como hombre. Era mi primer culo y además era de campeonato. Que apretadito lo tenía, me picaba el capullo, era algo placentero y extraño a la vez. Poco a poco empezamos a culear hasta que aquello se convirtió en una maraña de gemidos, brazos y piernas que se convulsionaban mientras notaba como su esfínter me comprimía el pene con la fuerza de una tenaza. Era la hostia, placer y dolor a la vez... menos mal que no aguantó la presión mucho, sino me entra hasta gangrena.

Nos bañamos de nuevo en el estanque. Mi tía estaba feliz y risueña. Me comió a besos mientras me susurraba que esto sería nuestro secreto. Si me portaba bien, lo podríamos repetir con cuidado de que no nos pillara nadie.

  • Tita, quiero que me seas franca, ¿mamá sabe que papá es un vicioso y que te folla a escondidas?. No quiero que te molestes por lo que te pregunto pero es que me resulta raro que ella no sepa nada. - Se lo pedí como una confidencia. Ella me miró con cara de sorpresa. Supongo que no se imaginaba que un adolescente como yo le hablara tan francamente.

  • No creo Raúl. Tu madre solo tiene ojos para las causas piadosas y sus obras benéficas. A veces creo que vive en su mundo interior y no le interesa demasiado lo que sucede a su alrededor. Te voy a confesar algo, tu padre la quiere mucho, aunque se hace el déspota y se ríe de ella, se porque lo conozco que, en el fondo la ama con locura y la admira, quizás es la única persona que tiene influencia sobre tu padre. Veo que te sorprende, las relaciones entre adultos no tienen un manual, cada persona es un mundo. Ya lo entenderás con el tiempo. Venga, volvamos, oye...este sitio es realmente maravilloso, me extraña que no venga nadie. Podemos volver mañana, si el día acompaña, ¿te parece buena idea? - Puso su mejor cara de puta mientras me lo comentaba. Yo ya me estaba deshaciendo como un helado al sol solo de pensarlo. Que ganas tenía ya de volver a "nadar".

  • ¿ Sin ropa de baño, con toallas y con comida? La sonreí pensando ya en el atracón de follar que me iba ha proporcionar mi viciosa tía.

  • Vale...pero ya sabes, compórtate conmigo como siempre o tu padre más tarde o más temprano sospechará. Me conoce bien y sabe lo caliente que soy, no nos interesa que piense que nos vemos a escondidas o tendremos problemas serios. Más que una hermana me considera una posesión más y si se entera que tú metes las narices en sus asuntos, se va a cabrear de verdad. A penas soporta que mi marido tenga relaciones conmigo. Ya ves como son las cosas en esta familia.

Llegué reventado. La distancia de vuelta era importante, por lo menos una hora a caballo. Mi tía en cambio parecía contenta y satisfecha. Estaba claro que llevaba tiempo sin cabalgar, mi culo y parte interior de los muslos estaban enrojecidos y sensibles. Me dolía una barbaridad. No se yo si mañana estaría en condiciones de visitar nuestro nido de amor. Me dirigí la cocina buscando a Engracia, ella sabía siempre curarme de cualquier herida. Me encontré con mi madre, estaba sentada tomándose un café y mirando una revista del corazón. Recordé en ese momento que mi mulata tenía el día libre. Estaría con el picha corta del estanquero. Joder..aun flipaba recordando los minúsculos cojoncillos que le colgaban de la escuálida polla. La tenía de juguete.

  • Hola mamá, estoy hambriento, me comería una vaca. -Me acerqué por detrás y la besé en la mejilla. Le vi el canalillo, será mi madre, pero tiene unas tetas bien puestas y generosas. Se giró y me cogió por la cintura.

  • ¿como estás Raúl?, últimamente no te veo a penas, como se nota que es verano y solo piensas en disfrutar, eso está bien hijo. Estás muy colorado, ¿has tomado hoy mucho el sol? Además te veo un andar raro, ¿te encuentras bien?

  • Si, he salido a cabalgar con la tita y como hacía un día estupendo me quité la camiseta y el sol ha hecho el resto. Sabes... no he cabalgado últimamente mucho y tengo la parte interior de los muslos en carne viva. No veas como me duele.

  • Vaya...pues vas a ir a tu habitación que ahora te acerco una pomada que va muy bien para las rozaduras. – Se levantó y casi choca con mi tía que en ese momento entraba. Venía tarareando una canción y cuando se encontró cara a cara con mi madre enmudeció y se puso un poco ruborizada.

  • Caramba María, tu también estás achicharrada por el sol, deberías ponerte crema. Voy a buscar una pomada para Raúl, ¿quieres que te traiga el aftersun?- Vi que mi madre la observaba intensamente. Su expresión cambió de neutra a sorprendida. Se giró y me miró como si estuviera enfadada conmigo, me acojoné, no me preguntes porque pero me sentí como si ella supiera que había pasado algo interesante entre tía y yo.

  • Gracias cuñada, pero tengo en mi habitación, después de ducharme me la pondré.

No he hablado aun demasiado de ella, pero a mi personalmente mi madre a veces me acojona un poco. Tiene unos ojos azules que cuando mira a uno con fijeza, parece que te quedes en pelotas mentales. Es guapa, metro setenta, rubia de bote pero le queda estupendo porque ya de por si es castaña clara. Buenas tetas y con un culo de primera. Se cuida mucho y vigila especialmente su alimentación. Las broncas que le pega a mi padre por sus excesos hacen que el se sienta culpable y sufra periodos de verdurita y pescado a la plancha, hasta que se le olvida y vuelve a la ternera y la panceta.

Estaba tumbado en mi habitación. Solo llevaba puesta una toalla en la cintura. Me había duchado y juro que pasé las de Caín cuando el jabón irritó aun más mis doloridas posaderas. Me caían las lágrimas como puños. Que dolor, eso me pasa por cabalgar sin los pantalones adecuados. Se me cerraron los ojos de cansancio. Me dormí en uno de los parpadeos.

Me desperté cuando mi madre me tocó la cara con suavidad. En su mano vi que llevaba un tubo de pomada.

  • Raul...hola, te has dormido. ¿Como tienes las rozaduras?- abrió algo la cortina, con el aumento de claridad mis escoceduras se percibían con todo detalle. Tenía una mancha rojiza y rasposa que comenzaba a cinco dedos de mi rodilla y se extendía para perderse bajo la toalla anudada a mi cintura.

– Bueno...pero vaya desastre que te has hecho en las piernas. Venga que te la pongo yo, tu no vas a poder solo, seguro que te llega hasta las nalgas, ¿a quien se le ocurre cabalgar tanto rato en bermudas? Seguro que has hecho carreras con tu tía y aquí tienes el resultado.

  • Por favor mamá...me da cosa que me veas desnudo, ya procurare ponérmela yo aunque sea mirando a un espejo. – Me quedé cortado, mi madre me miró como diciendo "soy tu madre", me hizo ponerme boca a bajo y me quitó la toalla. Yo estaba avergonzado de la situación, pero decidí que era mejor no evidenciarlo, aun me sentiría más ridículo delante de ella.

Empezó a extenderme la crema entre los muslos y la parte trasera de mis piernas. Noté que de repente se quedo quieta. Escuché su respiración, estaba agitada y noté cierto temblor en sus manos.

  • Raúl, tienes todo el cuerpo enrojecido por el sol, incluido el culo. ¿Me puedes explicar por que motivo has decidido tomar el sol totalmente desnudo? Estoy esperando tu respuesta. – Me giré, joder no había caído en algo tan evidente. Me había pillado. Ideé una excusa en cuestión de segundos.

  • Ah...bueno, verás mamá, fuimos hasta el arroyo para enseñárselo a la tita. Luego, mientras andaba por la orilla resbalé de las rocas y me caí en la balsa. Me tuve que quitar la ropa y ponerla a secar al sol.

  • ¿ Y la tita, te vio desnudo? Me miraba con cara de severo inspector de la Interpol.

. Bueno...si, al principio me dio algo de corte, pero ella igual que tu has hecho ahora, le restó importancia y al final no me resultó desagradable estar así en medio de la naturaleza. Es una sensación muy alucinante. – Bueno, no estaba mal, me había pasado un poco con eso de el naturalismo, pero con mi madre es mejor decir media verdad que una mentira entera. Te la coge a la primera.

  • Y la tita, ¿se bañó? Porque supongo que con el calor que hacía hoy y la balsa llena de agua fresca y transparente seguro que no pudo resistirse. – Coño, que bien detallaba aquel rincón mi querida progenitora. Parecía que hacía poco que ella también se había bañado allí. Me quedé perplejo. Desconocía hasta el momento que ella frecuentara ese paraje. Tenía que investigarlo, sabía por las conversaciones familiares que mi padre la había invitado a ir varias veces y ella siempre encontró excusas para no acompañarlo. El viejo cabrón al final no insistió más y siempre pensé que mi madre desconocía como era ese lugar.

  • Eh...si, se dejó la ropa interior y nos estuvimos bañando, luego tomamos el sol un rato y volvimos al caserón. Como no habíamos llevado comida, nos regresamos antes, supongo que mis ganas de llegar me han empeorado aun más las escoceduras. – Buff... cuidado, cuidado, la conversación me estaba llevando ya a pisar arenas movedizas. Afortunadamente mi querida mamá se debió sentir satisfecha y continuó con la cremita que por cierto, picaba casi tanto como las propias escoceduras.

  • ¡Mamá, Joder que daño! Esto pica más que las rozaduras. Casi prefiero que no me pongas más. – Vaya mierda de crema, parecía sal vertida sobre las heridas.

  • Raúl...que lenguaje más vulgar...por Dios, no me seas bebé, aguanta un poco, verás como te mejoran. - Me giró el cuerpo, menos mal que la incómoda situación y los picores tenían mi polla adormecida, aun así, su tamaño en reposo era respetable. Vi que la miró de reojo y su expresión cambió al reconocimiento repentino. Seguro que en esos momentos estaba confirmando que mi rabo era casi una copia de otro, que supongo que aunque poco usado por su aparente desganada actitud, conocía bastante bien. Me tapé con las manos, fue algo instintivo, ella, con serenidad, me las apartó y comenzó de nuevo a torturarme con la cremita.

  • Te dejas ver desnudo todo el día por tu tía y ahora te entra vergüenza de que te vea tu madre. ¿No ves que lo absurdo de tu postura? Yo te he parido y no tienes que sentir vergüenza de mostrarte a mi. Venga, abre un poco las piernas que tienes la ingle y el escroto totalmente en carne viva, que borrico que eres hijo mío. - Me puso más crema en la zona, Dios...ahí si que me picaba con ganas y me volvió a tapar con la toalla.

– Duerme un rato cariño, procura no lavarte hasta pasadas unas horas, así te hará más efecto el medicamento. No te duches con jabón, se te irritará más. Olvídate de montar a caballo durante unos días. – Me dio un beso y se marchó.

No recordaba a mi madre tan interesada en un asunto a primera vista tan banal como nuestra reciente visita al arroyo. Parecía que en cierta manera le incomodaba más que fuéramos allí, al hecho en si de que mi tía me viese en pelotas durante todo el día. Empecé a formar en mi mente una fantasía. Mi madre frecuentaba sola ese lugar y se bañaba de forma discreta en la balsa. Su tono moreno quizás no era tanto de cuidar las flores del jardín como de sus visitas a ese lugar. Me quedé cavilando la forma de espiarla. Nunca, es que no lo podía recordarlo, había visto a mi madre en ropa interior o en bañador.

Me despertó el ruido de un motor en marcha. Miré por mi ventana, en ese momento, mi madre metía en el maletero de su todo terreno una bolsa que al no estar cerrada pude ver que contenía entre otras cosas una toalla de baño. Miré el reloj. Eran las diez en punto de la mañana. Me fijé en el interior del maletero. Junto a la bolsa había un juego de picnic. Vaya...se llevaba comida. ¡Se iba a bañar en el estanque!, seguro...me empecé a vestir y tuve que reconocer que mis rozaduras habían mejorado bastante. Aun así me dolían y el pantalón corto se me pegaba incómodamente a la piel. Pero... ¿como pensaba llegar en coche a ese lugar? Joderrrrrrrrr.... que borrico que soy. Si ella cogía un camino vecinal que pasa entre las dos fincas, hay una curva en medio del recorrido que quedaba relativamente cerca del riachuelo, quizás a unos diez minutos andando. Hostia...como no lo había pensado antes. Si quería llevar a María sin tener que cabalgar solo teníamos que ir en su coche. Me dirigí al garaje y arranqué mi Vespa 75, amiga y compañera fiel de un servidor en esas fechas. Bueno...fiel...fiel, hasta que te hacía la perla y te dejaba de vez en cuando tirado en medio de la nada.

Cuando llevaba ya diez minutos rebotando sobre sus pequeñas ruedas en los muchos baches que plagaban la pista forestal, mis recientes heridas empezaron a atormentarme de nuevo. Por fin llegué y comprobé con satisfacción que su todo terreno estaba aparcado en un recodo. No se podía ver salvo que te fijaras expresamente. Lo había aparcado detrás de unos arbustos altos y frondosos. Que discreta, no quería que nadie la observara bañándose.

Frené tan en seco que casi me caigo, la rueda trasera, bloqueada totalmente por mi pisotón en la palanca, dibujó un largo surco en forma de eses sobre el polvoriento camino forestal. Justo detrás del coche de mi madre había aparcado otro. Me era familiar, ¿quizás de alguna amiga suya?, no conseguía situarlo en mi mente. Bueno...lo iba a saber pronto. Empecé a caminar hacía el tupido bosque que rodeaba el estanque. Cuando estaba llegando me sorprendió escuchar gemidos y gritos.

Mis ojos contemplaban incrédulos como mi digna progenitora estaba siendo follada en pose de perrita viciosa por el administrador de mi padre. No me lo podía creer. Ese mamarracho de metro y medio se estaba follando a mi santa y admirada madre. La ira me cegó. Busqué desesperado a mi alrededor. Mis temblorosas manos aferraron crispadamente un trozo de rama caída. Debía tener un metro y medio, no estaba muy retorcida aunque era algo pesada. Me acerqué a la carrera, sin pensarlo descargué un golpe salvaje con toda mi fuerza sobre sus costillas. Una parte del palo estalló y se pulverizó sobre su espalda, estaba podrido y la fuerza del impacto lo desmenuzó, pero el fulano se llevó la peor parte del golpe. Su grito agónico resonó en todo el valle, se quedó encogido y sin respiración, mi madre horrorizada se intentaba tapar la desnudez con sus temblorosas manos mientras me suplicaba a gritos que no le golpeara más, no le di tregua, mi rabia me había poseído totalmente, descargué sobre el una lluvia de golpes que solo la suerte y mis nervios evitaron que quizás lo matara allí mismo. El muy cabrón, se levantó cojeando y con la cara ensangrentada arrancó a correr, se intentaba escapar de mi venganza pero yo con toda mi rabia y saña aun pude golpearle varias veces más, corrió como un conejo y acabó estampándose contra un pino junto al camino. Se levantó como pudo y se alejó lo rápidamente que sus doloridas piernas le permitieron hacerlo.

Me puse a llorar. Miré a mi madre con tanto desprecio que se encogió sobre si misma, estaba tan asustada que pensó que iba a golpearla a ella también.

  • Mamá...que has hecho. Como dejas que esa mierda de tío te folle como a una vulgar puta. Me das asco...pensaba que tu eras diferente a papá, que eras una mujer íntegra y noble. Sabes...siempre te he admirado. Hasta el putero de papá te admira...y ahora... esto. – Tiré el palo y me di media vuelta, ella, sin reparar en su desnudez me abrazó por la espalda y llorando me intentó retener.

  • Por favor Raúl, espera...déjame que te lo explique. Por favor... – Me agarraba por la espalda con tanta fuerza que casi me cortaba la respiración. Me solté como pude y me senté en una orilla del estanque. Ella se quedó frente a mi, mirándome con desesperación desde la otra orilla, vi como se vestía lentamente, con desgana, sus ojos estaban inundados por las lágrimas. A pesar de mi enfado y desespero, tuve que reconocer que era muy bonita y se conservaba estupendamente. Tenía un coño peludo, bastante rubito pero muy cuidado y unas nalgas redonditas y apretadas a las que completaban dos poderosas tetas. Era doce años más joven que mi padre, en ese momento tenía creo unos cuarenta y cuatro años. Que cruel y cabrón puede ser el destino, de no saber como eras su cuerpo, a verla siendo poseída por un hombre que no era mi padre, todo en el mismo día. No acababa de creérmelo. Con el capullo del administrador nada menos, un lameculos y un pelota que nunca me había caído bien. Recuerdo aun sus ávidos ojos puestos en el trasero de Engracia mientras la chica realizaba la limpieza del salón.

  • Raúl, ¿puedo sentarme a tu lado? – Se sentó detrás de mí y me abrazó. - Se que lo que acabas de ver ha destruido la imagen de madre que has tenido de mi hasta ahora. Pero creo también que eres algo mayorcito ya para entender que además de madre soy también una mujer...descuidada y olvidada por su marido. Tu padre no me ha tocado hace meses y soy aun joven, ¿lo entiendes? Tengo mis necesidades, me siento sola y abandonada en esa inmensa casa. Cariño, te lo suplico ¿me podrás perdonar alguna vez?

Sus lágrimas empapaban mi hombro mientras me susurraba sus muchas penas y desgracias. Vaya familia que me había tocado en suerte. Mejor no hablar de mi, hacía horas que me había follado sin pestañear a mi propia tía carnal. La compadecí, de hecho, ver llorar a mi madre me rompía el corazón. Pero, la máxima de la familia es "quien algo quiere, algo le cuesta", bien...debía seguir con la tradición familiar.

  • Raúl, júrame que no dirás nada de lo que has visto hoy aquí. Las heridas de Ramón se pueden excusar en algún tipo de accidente desafortunado. Por favor...prométeme que no le dirás nada a tu padre. Y yo te prometo que no volveré a estar con el. Me mataría sin dudarlo y a Ramón también, es algo que ni siquiera dudo. Está loco y cada día es más imprevisible. Si se entera de esto, su orgullo y arrogancia le obligarán ha cometer algún acto irreparable. Estoy aterrorizada.

  • Mamá... estate tranquila, no se lo diré pero quiero que Ramón desaparezca de nuestras vidas, si lo vuelvo a ver en la casa o rondándote te juro que cogeré una escopeta de papá y le pegaré un tiro, que se invente la excusa que quiera, pero en una semana no lo quiero volver a ver o tendrás que visitarme en la cárcel. Te lo juro, quiero que sepas que aunque soy joven no voy a consentir más esta situación. Ja...y tu me decías que no congeniara con el personal. Vaya mierda de consejo. – Me levanté y puse mi paquete frente a su cara. Ella, con los ojos desorbitados me miró con expresión aterrorizada- - Raúl ¿que pretendes? ¡Soy tu madre!

  • Bájame la bragueta y empieza a chupar mamá, ¿no has venido aquí a follar? Pues empieza. – Como no hacía gesto alguno, me la saqué yo mismo y con una erección que no creo haber vuelto a tener en mi vida se la puse apoyándole el capullo contra sus contraídos labios. Su cara de desolación era un poema.

  • Chupa hostia...si te has comido la mierda de polla que tiene ese tipejo, estoy seguro que la mía te va ha hacer disfrutar mucho más. Como ya has comprobado antes, es casi como la de papá, pero esta, a diferencia de la otra, está deseando que la uses todas las veces que quieras. Recuerda, como siempre dice el cabrón y ahora también cornudo de mi padre, todo tiene un precio, el de mi silencio es que me dejes follarte tantas veces como quiera yo. Esto es lo que hay a partir de ahora. – Se resignó y empezó a lamérmela.

Joder...resulta que papá tenía razón...mi madre no tenía ni puta idea de comerse una polla en condiciones.

  • Mamá, no quiero que te molestes... pero se de buena tienta que papá va diciendo que no sabes hacer una buena mamada. – Me miró con la boca abierta. Sus mejillas se pusieron de un púrpura intenso. – Ya te lo explicaré con más detalle a quien y cuando se lo dice, es más, te dejaré ver algo que seguro te va a poner a mil. Pero antes quiero que sepas que no debes preocuparte, con la práctica que vas a coger chupándomela a mí, terminarás mamándola como los ángeles... - Vi con satisfacción que le escandalizó escuchar mi comentario, ja...tener esos reparos religiosos con una verga metida en la boca era para mear y no echar gota.

Le acaricié la mejilla y sin avisarla, le incrusté la verga hasta la campanilla. Se oyó una fuerte arcada y un sonido parecido al acto de intentar vomitar pero, con la ayuda inestimable de mi mano sujetando con fuerza su nuca, aguantó al intruso en su garganta durante unos largos segundos como todo una campeona. Comenzaba la primera prueba práctica. Seguro que con lo lista y perfeccionista que es mi mamá, acabaría las cases con matrícula de honor. Menuda es ella, la conozco como si... me hubiese parido.

Crome