Los Vengadores Anónimos

- Es que la tenés muy grande, es como tres veces la de mi esposo. - Vas a ver como te entra toda mi amor. Y como te gusta....

LOS VENGADORES ANÓNIMOS.

Todo surgió cuando el tío de José le confió a su sobrino que su esposa lo engañaba. Y José nos lo contó a nosotros, sus mejores amigos. A todos nos indignó, porque el tío de Pepe era un tipo muy compinche con nosotros, nos invitaba a comer asados en su casa, nos convidaba con vino y cigarrillos, nos conseguía los lugares para llevar nuestras pocas conquistas. No merecía que su mujer le hiciera eso.

Lo comentamos, sin José presente, y se nos ocurrió que debíamos hacer algo para vengar el honor del tío, y de tantos cornudos que andaban por el mundo, algunos sin saberlo. Nuestros veinte años venían imbuídos de un concepto machista del honor y de la fidelidad.

Nuestra falta de experiencia era tan enorme como nuestra decisión. Debimos aprender, consultar con los mayores, beber la sabiduría de los "calaveras" que conocíamos.

En unos meses sabíamos mucho, comprendimos que nos hacía falta colaboración.

Buscamos un super dotado, encontramos un negro con una verga descomunal y lo incorporamos al equipo.

Teníamos la lista de todos los sitios de Buenos Aires en los que había "levante" (ligue) de mujeres grandes que buscaban jóvenes. Supimos que casi todas eran tramposas, casadas poco atendidas que hacían florecer cornamentas en las frentes de sus ingenuos maridos.

Planeamos toda la operatoria como si se tratara de una empresa comercial, y al fin lo fue. Hoy vivimos todos de eso, sin trabajar en otra cosa.

El tema era acercarse a esos lugares, generalmente bares de copas semi céntricos, hacernos ver, mostrar nuestro buen aspecto, con ropas ajustadas que marcaran los paquetes a veces engrosados artificialmente. Un trozo de goma espuma servía a tales fines.

Luego detectar alguna interesada, inquirir su estado civil, investgarlo a veces, porque muchas mentían al respecto.

Cuando dábamos con la persona adecuada calentarla sutilmente. Nunca en la primera vez. Dejarla desear la carne joven y dura.

Al fin ir con la mujer a algún sitio muy privado. Si era su propia casa mejor. Siempre en ausencia del marido, por viajes de negocios, de trabajo u otra causa.

Compramos tres cámaras digitales, el propósito era que en el momento en que nos pareciera adecuado, antes, durante o después de la cogida, le pediríamos hacer unas fotos para perpetuar el inmenso placer que nos habían dado.

Esas fotos servirían para extorsionarlas y cogerlas cuando quisiéramos, o para obtener dinero por el silencio.

Lo más importante era humillarlas, causarles dolor físico, reducirlas a servidumbre, incluirlas en orgías con otros hombres, a los que también les cobraríamos. En síntesis: hacerles reconocer su condición de putas baratas. Y sacar de ellas el mayor partido posible.

Ya expertos en la teoría salimos todos juntos a estudiar el terreno. Recorrimos hasta tres sitios por noche, procurando elegir el más apto.

A la semana de estas incursiones Guille fue el primer vengador agraciado.

En un bar de Flores había puesto los ojos en una mujer de menos de treinta. Supimos que era casada con un ejecutivo de una empresa yanki que le llevaba diez años. El marido viajaba con frecuencia por su trabajo, y ella se consolaba levantando lo que podía.

Guille tenía buen aspecto, vago descuidado, bohemio, cantor y bien dotado. Una leve barba, como al descuido, enmarcaba su cara.

No le costó mucho levantarse a Ceci, y todos lo envidiamos. Era una morochita linda, pelo largo, buenas tetas, buen culo, lindas piernas hasta donde pudimos ver, y sumamente desenvuelta. Un maquillaje excesivo denotaba lo putita que era.

Estaba habituada a trampear a su esposo.

Guille la excitó todo lo posible. Nosotros mirábamos desde otra mesa haciéndonos los ajenos al caso, pero notábamos la calentura de la minita.

Al rato salieron del bar.

Al día siguiente Guille nos mostró las fotos y nos contó lo que sigue:

Quería que la llevara a un hotel, pero la desilusioné al decirle que no tenía un peso encima, y ella tampoco tenía lo suficiente, estaba acostumbrada a tipos mayores que la llevaban a telos o a sus departamentos.

Luego de insistirle aceptó que fuéramos a su casa. Era un barrio muy bacán y un depto. bueno.

No perdimos ni un minuto, nos instalamos en el dormitorio conyugal y nos empelotamos enseguida. Bueno… me empeloté yo primero, ella se quedó con la ropa interior y me miraba la pija con hambre. No me la quiso mamar, dijo que eso ni al marido, que le daba asco.

Entonces quise hacerle una demostración de sexo oral para que aprendiera, le corrí la tanga y empecé a chuparle la concha. El clítoris era como un pepinillo gordo y duro, cuando lo apreté con los labios soltó un grito de placer.

Acababa como si tuviera tres vergas adentro.

Guille, seguí, no pares que estoy gozando. ¡cómo me la comés! mi marido no me hace eso.

Ummmm strulp aghahaha, es que la tenés muy rica mi amor. Es dulce y caliente, me encanta.

¿Por qué paraste?

Quiero poner la cámara, esto es para la historia.

¡NOOO! fotos no, estás loco.

Sólo para vos y yo mi vida, no las verá nadie más. Es para cuando no estemos juntos. Yo me voy a pajear mirándolas, y creo que vos también.

Luego de una breve discusión, al ver que mi lengua no retornaba a su concha, accedió a que ubicara la cámara en automático, y volví a mamarle la cachucha.

Cuando la máquina disparó estaba en el paroxismo de un orgasmo muy gritado, ni se dio cuenta del flash.

Cuando la dejé descansar advertí que estaba tatuada, era la mujer de un alto ejecutivo, pero también una puta barata.

Ustedes son mis amigos, y saben muy bien que no me gustan las mujeres tan grandes, y menos si son tan putas, prefiero las de nuestra edad, son más puras, a veces engancho alguna virgen. Pero Ceci está muy buena, la poronga me estallaba de las ganas de ponérsela entera.

Sabía que, al menos en esta vez, no me iba a entregar el culito, como se negó a chuparme la pija, pero cada cosa a su tiempo. La vi muy caliente, me contó que llevaba como dos semanas sin coger. Entonces resolví hacerla desear, que espere si quiere verga me dije. Que me lo ruegue, así se degrada más, como la puta que es. Que pague los cuernos que le pone al pobre tipo que anda trabajando para pagarle los lujos y el confort.

Me acariciaba la verga que estaba dura y caliente, la rodeaba con sus manos, la apretaba suavemente.

Se la saqué de las manos, me iba a hacer venir si seguía con esa especia de paja moderada que me estaba haciendo.

¿Qué pasa querido, no me querés más?

Sí Ceci, te quiero, y te quiero coger, pero a su debido tiempo.

¿Por qué, no te caliento lo suficiente?

Vos sos capaz de calentar a un monje anacoreta, pero esperá, si querés pedímelo.

Cogeme papito, cogeme ya. Me das miedo pero cogeme.

¿Miedo de qué?

Es que la tenés muy grande, es como tres veces la de mi esposo.

Vas a ver como te entra toda mi amor. Y como te gusta, te vas a hacer adicta a mi poronga, no vas a poder vivir sin coger conmigo.

Bueno bebé , pero metémela ya, no aguanto más, estoy acabando en seco de las ganas.

La hice esperar, fingí como que me iba y se desesperó. A propósito no le había quitado el sostén, pero le dejé las tetas afuera para poder tocarlas y chuparle los pezones que estaban duros como diamante.

Eso la puso más ansiosa y desaforada, hasta que llegó lo que quería.

Bebé, ponémela entera por favor. Te lo ruego, no me hagas desear más, no aguanto, dale, cogeme de una vez, por favor.

Ya, mi vida, abrí bien las piernas, relajate que ya va toda para vos

Cuando le metí la mitad dio un grito terrible de dolor, me costaba entrar, era muy apretada de concha, me pidió que se la sacara, pero no le hice caso, quería de verdad que le doliera, y mucho, todo lo posible.

Sufrió, es cierto, le dolió mucho porque se la metí de intento de un solo golpe. Pero tardó poco en habituarse al tamaño y empezar a gozar.

Gritaba como cerdo atado con alambre. Había lubricado tanto que mi verga se deslizaba como por un riel aceitado.

Era magnífico como me la apretaba. No había tenido hijos y era estrecha como una adolescente.

La poronga trabajaba como un pistón, justo en su cilindro, y tan rápido como el pistón de un motor de alta compresión.

Guille, estoy acabando como una puta.

Como lo que sos mi vida, sos una putita para mí.

Sííí… decime porquerías que me calientan. Y cogeme fuerte.

La cogía con extremo gusto, ya estaba a punto de volcarme en su concha, y ella lo notó.

Ponete un condón o acabá afuera, no me estoy cuidando.

Tomá toda la leche adentro, te quiero preñar putita.

NOOOOO que mi marido me mata.

No atendí sus razones y le mandé un lechazo para el Guinnes. Cuando se sintió inundada lloró, y esta vez no fue de dolor físico.

Pero estaba tan caliente que no se fijó en eso y pidió más. Debí esperar un rato para reponer la dureza.

La puse en cuatro sobre la cama y le toqué la puertita del culo con el glande, se espantó y opté por volver a ponérsela en la concha. Le dolió otra vez, siempre le dolió al entrar pero luego no quería que se la sacara.

Es una puta insaciable, nos va a servir de mucho, podemos cogerla todos, hasta Joe el negro con su monstruo. Aguanta cualquier cosa.

Y si la alquilamos nos dejará mucha plata.

Se muere antes de que el marido vea estas fotos. Hoy mismo se las mando a su e-mail, y mañana le hago el culito, me tiene loco ese orto. Y a ella la tiene loca mi verga.

Antes de dejarla le pedí cien pesos, abrió la caja de seguridad del marido y me los dio.

Pero volvamos a donde dejé, le volví a llenar la concha de semen, y esta vez no se quejó, estaba resignada a preñarse y encajarle el hijo al guampudo del ejecutivo de la multinacional yanki.

Pero no vayan a pensar que perdí el tiempo, no, me calentó mucho esa mina. La seguí cogiendo y fotografiando, ya no le importaban las fotos, estaba desatada sólo quería verga, y cuanto más adentro mejor.

Hasta pensé que podría entregarme el culo, pero no le insistí. Habrá tiempo para todo, quiero que me la chupe y cogerla por el orto, pero que ella me lo pida.

Como tiene una concha de adolescente, estrechita, apretadita, deliciosa; cada vez que se la ponía gritaba de dolor, el dolor le duraba unos cinco minutos. Después gozaba a pleno.

Si ven las fotos lo notarán en su cara, en su expresión. Seleccioné las fotos en que se ve mejor su cara dolorida.

No se si en esta tarea de vengador me encontraré otra mujer como Ceci, pero a esta la pienso coger por donde cuadre y todas las veces que pueda, antes de ponerla en circulación para hacer plata.

Está muy buena y es muy caliente. Cuando aprenda más será una mina de oro.

Ustedes me van a dejar que la use hasta no poder más, después se las entrego para que hagan con ella lo que quieran.

Siempre sufriendo, siempre gozando, siempre pidiendo más.

Con sus tetas bellísimas, grandes pezones, grandes aréolas. Algo flaca de muslos, pero muy buena de culo.

Y sobre todo esa conchita de virgen.

Le cortamos el rollo a Guille, se estaba por enamorar de la castigada, de la puta que le adornaba la frente a su marido.

Procesamos las fotos y se las enviamos. Fue nuestra. A Guille le dejamos un tiempo para que la usara en exclusividad, se lo merecía, eran muchas las fotos que había obtenido. Le hizo el orto y la boca sin resistencia de parte de Ceci.

Luego la usamos todos los de la cofradía, con Joe se resistió pero acabo acabando a raudales con la verga descomunal de nuestro cofrade negro.

Ceci nos rindió más de cien mil dólares, y allí nació nuestra empresa: la de "Los Vengadores Anónimos"