Los vecinos de Maribel

Primera parte

Maribel era una mujer de cuarentaytantos rubia, de ojos claros, gordita, le gustaba disfrutar de la vida. De comer, beber, bailar y follar. Sobre todo desde que se había separado del pesado de su marido, al que hacía tiempo que no quería y al que había pillado con otra en el baño de un bar. Acontecimiento que aprovechó para sacarle todo lo que pudo, chalet con piscina incluido, a las afueras de la ciudad. Con la pensión que le pasaba él y el sueldo de un trabajo bien pagado Maribel se podía permitir vivir holgadamente.

Era una vivienda de dos plantas, un dormitorio con un baño enorme arriba, donde Maribel disfrutaba de un baño largo, de una copa de vino y de jugar con su entrepierna a falta de compañía que le diera algo de sabor a la vida. Ya llegará. Desde el ventanal de la habitación veía la casa de al lado donde vivía una pareja de chicos jóvenes, de unos 30. Típicos ejecutivos gays con mucho dinero que se pasaban el día comiendo sano y haciendo deporte. Rubio con ojos azules uno de ellos, no muy alto, delgado. El otro era mulato, ancho de hombros con unos brazos enormes. Cuando Maribel estaba desnuda entre la espuma  de su enorme bañera y sus dedos acariciaban su clítoris muchas veces pensaba en ese mulato. En la planta de abajo cocina con una de esas encimeras en el centro, salón con sofá enorme y acceso al jardín con la piscina. El ex de Maribel había hecho un buen trabajo plantando árboles al rededor que impedían las miradas curiosas. A Maribel le gustaba bañarse desnuda y le daba las gracias a su ex por la intimidad que le daban los árboles.

Eran las ocho de la mañana de un día de verano. Iba a hacer calor ese día. Maribel llegaba tarde al trabajo. Ya había desayunado pero le faltaba vestirse. Subió aprisa a la habitación, escogió un vestido del armario y lo dejó sobre la cama. Se quitó la bata al lado del ventanal y así, desnuda, por un momento miró hacia afuera contemplando la claridad de la mañana. Bajó la vista hacia abajo y sin querer se fijó en la ventana de la cocina del chalet de sus vecinos. Maribel sonrió al ver a la pareja besándose. "Mmmmh, qué bonita vista" pensó al mirar el cuerpo desnudo del chico mulato. Su pareja blanca llevaba puestos los calzoncillos. La verdad es que vestido parecía más enclenque... No estaba mal... Maribel pensó que estaban a punto de prepararse para salir a trabajar, solían salir más o menos a la misma hora que ella. Pero el beso se alargaba más de lo esperado.

Por momentos Maribel se olvidó de vestirse. Siguió observando desnuda aquella escena de amor. Miraba los cuerpos de los dos hombres uno junto al otro. Sus manos acariciándose, rodeándose el uno al otro. Maribel miró el pene del chico mulato. Había crecido hasta convertirse en un miembro largo, duro y erecto. Era formidable. Se dio cuenta de que se estaba acariciando a sí misma los pechos. Su vagina se estaba humedeciendo. "Maribel, vas a llegar tarde. No te vas a hacer una paja a las ocho de la mañana" pensó. Pero no podía dejar de mirar.

El chico blanco se encontraba apoyado en la isla que hacía de encimera. Se agachó y se metió el pene de su pareja en la boca. Lo acariciaba con una mano. Se miraban el uno al otro. Después de un rato mamando el pene de su novio el chico blanco se levanto, lo besó y se dio la vuelta contra la encimera. El mulato agarró los calzoncillos y se los bajó hasta los tobillos. Después agarró su propio miembro y lo puso entre las blancas nalgas de su amante. Maribel ya tenía los dedos en su clítoris cuando observó cómo aquella enorme polla se hundía en aquel culo blanco empezó a masturbarse con toda la intención de correrse. Muchas veces había visto porno gay en el ordenador pero esta era la primera vez que lo veía en directo. El chico blanco se masturbaba mientras recibía las embestidas de su novio. Fue un polvo rápido. Un "aquí te pillo, aquí te mato". Maribel creyó ver el chorro de semen contra la encimera mientras el chico mulato se estremecía de placer al correrse dentro de su novio. Acarició su pelo rubio, lo besó en la espalda y Maribel dejó de verlo cuando se movió al interior de la cocina. El chico blanco se quedó disfrutando relajado como estaba, apoyado desnudo contra la encimera. Maribel, con los ojos cerrados, estaba teniendo su orgasmo justo en ese momento. Cuando abrió los ojos y volvió a mirar el chico blanco la miraba. Ella se ruborizó, pero el chico la saludo y le guiñó un ojo sonriendo. Maribel se alejó de la ventana y empezó a vestirse.

En el trabajo pasó todo el día pensando en la escena que había contemplado por la mañana. Y en el hecho de que el chico la pillara mirando y masturbándose. Joder, no sería capaz de saludarlo si se lo encontrara por la calle. Pero la escena la había excitado sobre manera. El cuerpo del mulato era espectacular. Su polla morena entre las nalgas blancas, empujando sin parar. Se la imaginaba dentro de ella. En su coño. En su boca. En su culo. Si había disfrutado del culo de su novio, seguro que disfrutaría con ella. Se imaginó el chorro de semen de aquella polla cayendo en sus tetas. Se imaginó a aquel hombre lamiéndolas. Se lo imaginó follándosela sin parar de todas las formas posibles. Así que en el trabajo no dio pie con bola y se comió un par de broncas de Leire, su jefa. Joven y guapa, pero con mucha mala leche. No le importaba, cuando llegara a casa pensaba darse un baño y seguir pensando en el encuentro y en todas las posibilidades que ofrecía aquel cuerpazo mulato, mientras bebía una copa de vino.

Cuando llegó a casa sobre las seis de la tarde dejó el correo que había cogido del buzón en la encimera de la cocina. Cogió una botella de vino, la abrió y se fue arriba. Dejó la botella al lado de la bañera mientras se llenaba de agua caliente. En el cuarto empezó a desnudarse. Ya estaba muy cachonda. Se sobó las tetas con las manos mientras se miraba en el espejo. Se las pasó por las nalgas, por las piernas y metió los dedos entre ellas. Llevaba todo el día húmeda. Abrió uno de los cajones de su mesilla y sacó un consolador rosa con estrías. Su preferido. Se fue al baño, cerró el grifo y cuando estaba a punto de meterse en el agua se acordó. "La copa. Joder". Fastidiada por no poder empezar con lo que estaba deseando hacer, se puso una bata de seda de color negro y bajó las escaleras para ir a la cocina. En el momento en que abría el armario para coger la dichosa copa sonó el timbre de la puerta.

"¿Quién coño será? ¿Es que no me voy a poder relajar a gusto?". Se acercó sin hacer el más mínimo ruido a la puerta y miró por la mirilla con la esperanza de que fuera algún pesado vendiendo algo al que no tuviera que abrir. "¡¡JODER!!". Al ver por la mirilla a su vecino blanco se puso muy nerviosa. "¿Qué vas a hacer, Mari?" pensó para sí. No creía que le había sentado muy mal el hecho de que le espiaran mientras hacía el amor con su novio, igual era majo. Decidió abrir.

-Hola vecina-dijo él muy sonriente.-He pensado en pasar a saludarte ya que no nos conocemos y hace tiempo que somos vecinos.

Maribel se dio cuenta entonces de que solo llevaba puesto la bata negra de seda. Hizo el gesto de cubrirse un poco aunque era en vano. La bata era demasiado corta y no tapaba del todo los pechos ni apenas las piernas de la mujer.

-Hola-acertó a decir.-Pasa si quieres.

-Me llamo Julen. ¿Tú?-dijo mientras se adentraba en la casa mirando a todos lados como explorando el terreno.

-Maribel.

-¿Vives sola, Maribel?

-Sí, mi marido ya no vive conmigo. Mi EX marido-dijo enfatizando el EX.

Él le echo una mirada complice.

-¿Quieres una cerveza?-le preguntó ella.

El asintió con una sonrisa y los dos se dirigieron a la cocina. Maribel sacó dos cervezas de la nevera y las abrió. Los dos echaron un trago después de hacer el gesto de brindar sin llegar a chocar las botellas. Se sentaron en unos taburetes altos, como los que hay en la barra de un bar, que Maribel tenía en el hueco que la encimera tenía en uno de sus lados a modo de mesa.

-¿Te gusta el barrio?-preguntó él.

-Sí, es tranquilo.

-Además tienes muy buenas vistas, ¿eh?

Aunque en ese momento no estaba mirándole, Maribel adivinó el tono socarrón del chaval. Se sonrojó un poco.

-No te preocupes. No me importa que nos vieras. Si me hubiera dado cuenta antes, hasta me hubiese puesto un poco que alguien nos mirara. ¿Te gustó mirar?

-Sí, mucho-Maribel no podía creer que estuviera teniendo esa conversación con aquel hombre el mismo día que había visto cómo se lo follaba por detrás su novio.

-La verdad es que Leo folla muy bien. Esa polla le gustaría a cualquiera. ¿Seguro que a ti también, eh, zorrona?

Maribel no supo si aquello de "zorrona" le sentaba bien o mal. "Demasiadas confianzas para acabar de conocernos, majo. Aunque eres muy guapo...".

-Mi marido no está en casa. Como me aburría he pensado en venir a charlar contigo. Lo que no esperaba era encontrarte medio desnuda. Qué sorpresa...

-Iba a darme un baño.

-Vaya... Siento haberte estropeado el momento.

"Lo que no sabes es que iba a pajearme pensando en la polla de tu marido, nene. Seguro que mi culo le gusta más que el tuyo". Ella pensó que decirle eso en voz alta estaría muy bien, pero lo reservó para otra ocasión. Maribel se fijó en el Julen le miraba el escote con una sonrisa pícara. Ella miró hacia abajo y se dio cuenta de que el cinturón de la bata se había soltado. Como era de seda ni lo había notado. La bata se había abierto y tenía el pecho prácticamente al descubierto. El lado derecho de la bata le tapaba el pecho pero el otro asomaba dejando ver su pezón izquierdo. Su pierna también estaba al aire. Ella se tapó apresuradamente.

-No hace falta que te tapes, mujer. Tienes un cuerpo bonito y estás en tu casa

-Aunque seas gay no me apetece que me veas desnuda.

-Bueno, digamos que quiero a mi marido, que es un excelente amante, como has comprobado esta mañana, pero de vez en cuando hago alguna excepción.

-¿También follas con mujeres?

-También, a veces. Y llevo todo el día pensando en ti y en que me has visto follar esta mañana. Y mira por donde, me atrevo a venir a mi casa y me recibes casi desnuda.

De repente, Maribel sintió interés por aquel joven.

-Deja caer la bata, quiero verte.

Maribel obedeció y aún sentada dejó caer la bata del lado derecho. La bata cayó al suelo y ella se quedó sentada desnuda. Cogió la cerveza y bebió sin dejar de mirarlo. "Pensaba follarme a tu marido, pero va a resultar que voy a follar contigo". Él se acercó a ella.

-Tienes unos pechos bonitos.

Al decirlo alargo la mano y acarició uno de ellos con las yemas de los dedos. Los pasó suavemente por su piel rosada llegando al pezón. Ella se estremeció.

-No voy a besarte por primera vez en la boca. Eso es lo que se hace siempre-dijo él sin dejar de acariciarla.-Voy a escoger un lugar de tu cuerpo donde darte el primer beso. Un sitio especial. Donde nadie te haya besado por primera vez.

-Siempre me han besado en la boca.

-Entonces lo tendré más fácil.

Siguió acariciando la piel de Maribel. Ahora su otro pecho, el otro pezón, suavemente rozándolo con los dedos. Luego bajó por su cintura sin apartar la vista del recorrido que hacían sus dedos. Maribel cerró los ojos e instintivamente abrió un poco las piernas. Sintió la larga caricia trasladándose hacia su vientre, su pubis. Los dedos de Julen se separaron al llegar a su sexo. No tocaron el clítoris o los labios húmedos, sino que pasaron por los labios mayores, por las ingles y luego avanzaron por el interior de su muslo izquierdo, el más alejado de la encimera. Él la rodeó y se colocó detrás de ella. Sin levantar nunca los dedos índice y corazón de su piel los pasó por sus caderas, subió por su espalda hasta su nuca.

-Ponte de pie.

Sus dedos siguieron viajando, esta vez hacia el sur, por la columna de Maribel hacia abajo. Los sintió donde acaba la espalda, en el centro, luego pasaron por su nalga derecha y bajaron en diagonal hacia el hueco entre las piernas. Sintió como acariciaban el hueco entre las dos nalgas. Su sexo ya estaba húmedo.

-Todavía no sé dónde besarte... Pero me voy a desnudar.

Se desabrochó la camisa azul que llevaba. Su torso quedó al descubierto. El mismo que Maribel había contemplado esa mañana. Luego se descalzó sin agacharse, usando los pies. Se soltó el pantalón y se lo bajó. No llevaba calzoncillos y su polla apareció tiesa ante Maribel.

-He decidido que nosotros no vamos a besarnos. Lo nuestro va a ser muy porno. Ven aquí y agáchate.

Maribel tenía unas ganas locas de que aquel tío la hiciera correrse. O de hacer que él se corriera. Tenía el sexo empapado. Cuando estuvo en cuclillas frente a él acercó su boca a la polla. Pensó que era lo que él quería pero se equivocaba. Él apartó el pene de ella.

-Con tus tetas. Quiero que me lo hagas con esas tetas preciosas que tienes.

Maribel levantó sus pechos con las dos manos y colocó el miembro entre ellas. Maribel levantó la vista y vio la cara de excitación del joven rubio. Él miraba a los ojos de Maribel, a su polla entre los pechos de la mujer. Jadeaba. Ella enseguida se dio cuenta de que no duraría mucho. Él estaba demasiado cachondo como para aguantar las ganas de eyacular sobre ella. Y sintió el calor del semen sobre su pecho. Se escurría por sus pezones. Ella miró el líquido grisáceo resbalar por su piel. Río satisfecha porque había mucha cantidad. Agarró el miembro con una mano y lo escurrió para que saliera hasta la última gota. Se lo acercó a la boca y probó el sabor del semen. Era como lo recordaba. Lamió sus propios pechos. Le encantaba el sabor del semen en su piel.

-No me has durado mucho, nene-dijo mirándolo a él.

-Solo quería correrme en tus tetas.

Maribel se levantó y se apoyó desnuda en la encimera, con el semen todavía goteando en sus pechos. Se encendió un cigarro y lo miró a él. Había cogido su cerveza y estaba bebiendo. Su verga seguía tiesa. Maribel quería su orgasmo.

-¿No quieres metérmela?

Él la miró mientras dejaba la cerveza encima de la mesa.

-¿Me acabo de correr en tus tetas y ya me estás pidiendo más?

-Eres joven, seguro que puedes follarme-Mientras lo decía apagó el cigarro en un cenicero.-Sígueme, nene.

Ella se dirigió al piso de arriba. Subió las escaleras y él la siguió. Julen observaba el culo de Maribel bamboleándose frente a él escaleras arriba. Cuando llegó a la cama Maribel se limitó a subirse y ponerse a cuatro patas, mostrando su espléndido culo a Julen.

-Seguro que te gustan los culos.

Él también se subió a la cama y se colocó detrás de ella.

-Métemela... Métemela y fóllame.

Julen agarró su polla con una mano, la dirigió a la vagina de Maribel y la metió de golpe. Maribel gimió de placer al sentir el miembro duro dentro de ella. Julen agarró las caderas de Maribel y empezó a embestir una y otra vez. Maribel gemía sin parar sintiendo la carne moverse en su interior y las manos fuertes en sus caderas.

-Seguro que te has imaginado a mi marido follándote, zorra-ella no respondió. Seguía gimiendo.-¿Te has imaginado su enorme polla follándote, eh?

Él hablaba mientras seguía follando.

-Yo la he sentido en mi culo. He sentido su semen dentro de mí. Seguro que quieres que él te llene el coño y el culo de leche.

-¡Sí, cabrón, sí!-Maribel gemía sin parar, cada vez más cerca del orgasmo.

Julen siguió follando hasta que Maribel gritaba de placer.

-Pues si quieres semen en tu culo lo vas a tener-Entonces Julen extrajo su polla del sexo de Maribel, apuntó el glande al ano de ésta y empujó. Maribel sintió el dolor al sentir la verga entrar de repente en su recto. Pero enseguida vino el placer.-Me gustan los culos y correrme en ellos, como supondrás...

Julen empezó a jadear y gemir mientras embestía y Maribel sintió su semen caliente llenar el interior de su culo.

-Quédate dentro-dijo ella.

Y alargó los dedos hasta su clítoris. Solo necesitó masajearlo unos segundos para correrse mientras sentía la polla dura en su culo.

Julen se lavó en el baño mientras Maribel seguía tumbada en la cama. El chico se despidió con prisas y bajó las escaleras. Maribel no lo vio más pero oyó que la puerta de la calle se abría y se cerraba después. Entonces recordó que la bañera estaba llena así que se metió dentro. "Joder, la puta copa". Se rió sola. cogió la botella y le echó un trago a morro. Cuando la dejó se relajó y dejó volar su imaginación. Aún sentía en su cuerpo el rastro de él. La sensación de haber sido penetrada. El semen en su culo, en su pecho... Cogió el consolador, abrió las piernas y se lo acercó al clítoris. Pasados unos segundos se penetró. Imaginó un hombre mulato. Su enorme polla. Luego varios hombres se corrían en su pecho. Era penetrada una y otra vez.... Se corrió una vez más. Pasados unos minutos salió de la bañera y en cuanto se tumbó en la cama se quedó dormida.