Los turistas Americanos
Breve relato sobre dos tios que conozco y me llevo a casa.
Los turistas americanos
Vivo en una ciudad donde abunda el turismo. Gente de todas las nacionalidades que pasa aquí unos días de vacaciones y diversión.
Hace unos días comencé a charlas con unos jóvenes americanos. Enlazamos una conversación con otra y así nos fuimos a cenar y a tomar unas copas.
Tenían 25 y 23 años. Habían terminado en la universidad y visitaban Europa durante un mes.
Mochilas en mano salimos del último bar y les invité a quedarse en casa esa noche. EL único problema es que uno debería dormir conmigo y el otro en el sofá del salón.
Al llegar a casa decidieron que John se quedaría en mi cuarto. Era el mayor eso se notaba en su forma de comportarse mucho más desenvuelto que Sam. Ambos medían entorno a 1,90, pesarían unos 80 kilos. John era moreno y tenía unos músculos más desarrollados, Sam conservaba un aspecto más adolescente.
Charlamos un rato en el salón y John se fue a la cama. Yo me quedé con Sam en el sofá. Hacía calor y se fue quitando la ropa para meterla en la mochila. Se quedó en calzoncillos y calcetines blancos, y se volvió a sentar en el sofá frente a mí. No sabía si me estaba provocando o por el contrario era totalmente ajeno a como se movía el contenido del slip. Yo no lo perdía de vista mientras disimulaba volviendo la mirada a sus ojos.
Me pidió que le diera un masaje en el gemelo porque los tenía doloridos después de tanto caminar. Me arrodillé frete a él y comencé a tocar los músculos de la pierna. Destensé el gemelo y continué con el pie y el muslo. Para ese entonces su slip mostraba una gota que lo había traspasado.
Guardaba silencio y tenía una cara totalmente inexpresiva así que yo no sabía si seguir o no.
De pronto se recostó la cabeza en el sofá y cerró los ojos. Entonces, fui ascendiendo hasta rozar las costuras de sus escasos slips. Abrió un poco más su piernas y me dejó avanzar con mis manos colonizadoras. Acaricié con dulzura su culo y sus huevos. Para ese entonces Sam comenzó a respirar fuerte. Me acerqué a él y liberé su pene, que saltó hacía mí. Apenas tenía vello y sus huevos rápidamente cayeron en mis manos. Entonces saboreé aquella tranca que latía por si sola. Me la introduje los más adentro que pude porque aquel muchacho me había dado mucho morbo.
Seguí con mi labor pero pronto me apartó a un lado para poder eyacular. Su cara al llegar al orgasmo era realmente excitante. Unos segundos después comenzó a ponerse nervioso me dio las buenas noches y se fue al servicio.
Aunque no entendía muy bien que le pasaba me fui a la cama, excitado por la situación.
Pero me puse al ver a John sobre mi cama destapado y con un enorme paquetón inflamado. Era muy moreno y con un pelo muy negro. Fibroso y con unas piernas espectaculares.
Me metí en una esquina y de la cama e intenté olvidarme. De hecho me quedé dormido. Pero a media noche me desperté rodeado por un brazo que me apretaba contra él.
No sabía si dormía o no, pero por como se frotaba contra mí, la experiencia era muy real.
Me di le vuelta y el se quedó tendido mirando al techo. Extendió su brazos como invitándome y yo acepté gustoso.
Comencé por lamer sus axilas. Coronadas por un vello negro y largo. Aquella situación y pensar lo que acaba de ocurrir con el otro me pareció surrealista. Pero allí estaba yo lamiendo aquel rico ombligo, después sus costados, sus brazos y por fin su polla. Este no se dejaba hacer sino que guiaba mis actos con sus manos. Eso me provocó alguna arcada pero con aquella excitación seguí comiendo polla como un poseso.
Su pollón renegrido y totalmente duro perpendicular a su cuerpo, me invitó a sentarme sobre él. Le coloqué un condón y me abrí paso con su instrumento. Tras un poco de dolor inicial me puso como loco sentirle dentro de mí. Completamente cuando me dejé caer sentado sobre él. Entonces en cogió entres sus brazos y me pegó a la pared follandome contra ella. Tanta era mi excitación que me corrí mientras me empotraba a cada envestida.
No tardó en correrse y ambos caímos al suelo exhaustos.
Al día siguiente desayunamos juntos los tres sin hacer alusión la noche. A media mañana se fueron prometiendo volver a visitarme.