Los tres mil euros mejor gastados de mi vida. (IV)

De cómo llegué a pagar tres mil euros por la necesidad de conocer si mi mujer era una zorra como sus amigas y me había hecho cornudo o no. Relato dividido en varias partes, tantas como pagos

Por la mañana di de desayunar a mi hijo, ni rastro del malestar del día anterior. Aproveché su paseo matutino para sacar otros mil euros de mi ya mermada cuenta. ¡Esta historia me estaba costando cara! Pero valía la pena por saber.

Acababa de dormirse la siesta cuando sonó el timbre. Abrí y allí estaba Mónica, tan provocativa como siempre. Le dije que pasase pero solo entró al recibidor.

  • Toma - me tendió una nueva memoria USB

Tomé el sobre que descansaba en el mueble de la entrada y se lo di.

  • Yo no era una zorra, Marcos. Tu mujer evalúalo por ti mismo - dijo sin que yo le hubiera pedido ninguna justificación.

La miré recorriendo su cuerpo, su contorno bien formado, yo macho depredador evaluando las posibilidades de montármelo con ella allí mismo, una ración de sexo como la que había visto en el video.

  • Ni lo sueñes - pareció descubrir mis pensamientos.

  • Mónica, tu y yo... podríamos haber sido novios.

  • Ja - se rió - Pichacorta - terminó diciendo.

Abrió la puerta y sin decir adiós se marchó.

Una vez mas conecté el ordenador en lo que ya parecía una rutina y me dispuse a descubrir el siguiente capítulo, que esperaba fuese el último.

Carmen estaba sentada en una butaca de oficina, vestía unas medias negras con liga y tacones altos. Sonreía a la cámara y de vez en cuando hablaba en inglés, así que no entendía lo que estaba diciendo. Abría las piernas dejando ver el inicio de su coño al mismo tiempo que masajeba sus tetas, tersas, lo que más me gustaba de ella.

Apareció por su derecha el cuerpo de un hombre, desnudo y depilado, solo visible la cintura, piernas y el falo, hinchado. Carmen tomo entre sus manos el miembro mientras seguía hablando a la cámara. El hombre le pasó un cigarrillo, lo que podía ser un porro y ella le pegó una calada intensa. Luego acercó la polla a su boca y la comenzó a chupar. Los huevos colgaban largos y ella los tomó en su mano, masajeándolos. Con la otra mano le masturbaba y con la boca chupaba. Parecía estarlo haciendo muy bien porque él gemía y de vez en cuando tenía que retirar el miembro para no correrse.

Le estaba haciendo una mamada de campeonato. Se metió la polla todo lo que pudo en la boca, hasta la garganta y cuando salió, un buen hilo de saliva unió sus labios y la punta del capullo.

Siguió por unos minutos pajeándole, con la boca a veces, con las manos siempre, ahora mirando la polla, ahora la cámara. Estaba claro que era un chat y que estaban practicando sexo frente a otros.

Carmen se incorporó poniendo su culo, visible su sexo y colgando sus senos. El hombre procedió a separar sus nalgas y soltó un chorro de saliva en su ano, jugando y metiendo el dedo gordo, presionando. Carmen pareció sentirlo y le miró al mismo tiempo que se echo un poco para delante. El hombre bajó su cara y empezó a chuparle la entrada de su culo.

Luego aplicó, de un tubo, vaselina o crema y continuó jugando con los dedos. Carmen pareció relajar su culo porque el chico pudo poco a poco meter uno, dos dedos y empujar con ellos hacia fuera mientras metía la lengua en el hueco que su ano dejaba.

Cuando pareció que ella estaba dispuesta el hombre asomó su miembro en la entrada y mientras daba unas palmadas en las nalgas a Carmen empezó a meterle la polla, solo la punta. Mi mujer pareció quejarse por el dolor, pero el chico no paró hasta que toda la polla estuvo dentro.

La zorra de Carmen empezó a mover su trasero, follándose al chico. Este se movia al unísono y no tardó en sentir que se corría, así que sacó la polla y tras un poco de pajeo solto buenos chorretones de semen por la espalda de ella.

El ano de Carmen había quedado abierto, muy abierto y se le veia palpitar después de haber alojado la verga de su amigo.

El video cambio para mostrar unas fotos en secuencia. Ahora Carmen desnuda y con una copa en la mano, la siguiente tumbada y con un gran consolador en su coño.

Si tuviera que pensar en qué postura no aparecía me resultaría difícil, pues había imágenes de todo tipo: folladas, anal, masturbación, plugs, consoladores, con Mónica, con Manu, con los dos, con otros dos chicos que no identifiqué, en una doble penetración. Pero me impactaron mucho más las fotos de ella en la ducha de nuestra casa, por lo que de espacio privado tiene. Allí le estaba haciendo una mamada a un hombre; la siguiente foto el hombre había cambiado pero ella seguía chupando; y luego otro. Si eran de diferentes días ya no tenía importancia.

Al final del video me quedé mirando la pantalla en negro.

Se que muchos hombres me hubieran dicho: Aprovecha y disfruta tu también; conviértela en tu zorra, etc, etc. Y por mi cabeza se me pasaron planes para conseguir de ella todos esos disfrutes que Carmen había tenido con otros, lo que comunmente se llama emputecerla. Follarla por el culo era una de mis mayores fantasías. Ahora podría hacerlo, no podría oponerse, utilizaría los videos para presionarla. Para conseguir que fuera una zorra conmigo. Ya me imaginaba una vida de sexo a diario, a la carta.

Tenía que pensar, hasta que ella regresara el día siguiente tenía tiempo. Y además los hombres salimos perjudicados en los divorcios, más con los hijos. Sí, posiblemente esa noche sería otra en blanco y mi salud ya empezaba a deteriorarse.

Me preparé una copa, el hambre no había aparecido en todo el día. Estaba tomando el primer sorbo cuando el móvil sonó con el aviso de wassap entrante, un silbidito.

  • "Te he dejado un regalo en el buzón de tu casa"

Venía de parte de Mónica.

Bajé al portal de mi casa unos instantes, dejando a mi hijo durmiendo. La duda de siempre, basta salir un momento para que lloren.

En el buzón había un sobre blanco y mi nombre escrito en él.

No quise abrirlo en el ascensor porque soy de naturaleza supersticioso y cuando abro un sobre ahí casi siempre son noticias malas.

Una vez instalado con la copa delante rompí el precinto del sobre y extraje unos papeles, claramente fotocopias, con el membrete de unos laboratorios muy conocidos, que se dedican a la genética.

Se trataba de una prueba de paternidad, privada y confidencial a nombre de Carmen..., mi mujer, indudable por la dirección a la que iba dirigido, la de su trabajo. Leí más abajo. Aparecía una tabla con dos columnas, la primera a nombre de Marcos..., mi hijo, en la segunda un tal Manuel...

Dos líneas más abajo "Probabilidad de paternidad: 99,8%"

Mi cabeza empezó a marearse. Esto era una prueba de paternidad. Marquitos no era hijo mío sino de Manuel... posiblemente Manu.

Lloré como nunca había llorado, necesité muchas copas para poder siquiera levantarme e ir hasta la habitación del hasta ahora mi hijo y mirarle en su camita.

Me habían vaciado por dentro y todo por culpa de la zorra de mi mujer.

Aún ahora, casi un año después, solo de recordarlo duele. Y no me importó gastarme tres mil euros, ni los tres mil más que costaron las tasas de abogado y el juicio. Ni lo que me costará el divorcio.

Pero, en el fondo me planteo: ¿Los tres mil euros mejor gastados de mi vida?

--FIN--