Los tormentos de Ashley

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Los tormentos de Ashley


Título original: Ashley's Torments

Autora: ashleyjacobs20@hotmail.com

Traducido por GGG, noviembre de 2003

Advertencia: Esta es una narración básicamente real de lo que me ocurrió hace dos años. Contiene mucho sexo no consentido y abusos. Me llevó mucho tiempo superarlo. Si, parte de esto todavía me excita en la actualidad, pero fui forzada y maltratada. Si le afecta no lo lea. Un amigo cibernético con el que había hablado de esta experiencia, me pidió que lo publicase. Me encantaría que la gente me diese su opinión. Si le gusta o no le gusta. En todo caso, contádmelo. Decidme si sigo con ello.     ashleyjacobs20@hotmail.com

(Parte Uno) (Introducción)

Supongo que antes debería hablar de mí. Tengo 22 años (casi 23), mido unos 5 pies y 6 pulgadas (como 1,68 m), pelo rubio y ojos azules.

Me han dicho con frecuencia que soy guapa, ¿y quién soy yo para discutirlo?

Peso alrededor de 125 libras (unos 57 kg). Creo que podría perder 10 libras (unos 4,5 kg) pero supongo que casi cualquier chica cree eso. ¿Por qué iba a ser yo diferente? Mi vida es bastante normal la mayor parte del tiempo; o al menos solía serlo. Pero Paul cambió todo eso.

Quería mucho a Paul. Creía que él también me quería, ¡pero estaba completamente equivocada!

Tenía 20 años la primera vez que mi vida dio un extraño giro. Había estado saliendo con Paul parecía que desde siempre; en realidad solo dos años. Era un novio muy exigente, muy riguroso y estricto. Con frecuencia me decía como tenía que vestirme y lo que tenía que hacer.

Generalmente no me importaba - de hecho, a veces, incluso me excitaba - pero había notado que en los últimos tiempos su necesidad de controlarlo todo se estaba volviendo salvaje. Fue hace ahora tres años; como dije tenía veinte entonces. Volví a casa temprano del trabajo esta fatídica noche.

Paul ya estaba en casa; era un poco raro, pero no le dediqué mucha atención en aquel momento. Me dijo que me vistiera que íbamos a salir.

Ignoró mis preguntas respecto a dónde íbamos y dijo que no importaba; que me limitara a vestirme. Me había elegido la ropa, dijo, y estaba encima de la cama. Hizo hincapié en que me pusiera solo la ropa que me había preparado y que debía estar lista para las 7.

No me apetecía este panorama. Era viernes por la noche y le había dicho a Paul que ese fin de semana no quería salir porque estaba cansada con mi nuevo trabajo después de las clases. Pero no discutía con Paul cuando estaba en ese plan. Subí las escaleras y me encontré la ropa sobre la cama, como me había dicho.

Pero vaya susto me llevé cuando vi el atuendo: mi falda más corta, un ejemplar negro azabache que apenas me cubría el culo. Esta falda era para juegos de amor privados con Paul. Odiaba llevarla en público y Paul lo sabía muy bien. También había un par de zapatos de tacón alto, también negros, y mi blusa canela.

Nada más. Ni sostén, ni bragas ni nada. Me estaba empezando a preocupar. Empezaba a preguntarme que habría planeado exactamente Paul para mí para esa noche. Ni siquiera sabía adónde íbamos a ir. Aún así me puse la ropa y bajé.

Bueno, Paul se estaba tomando una cerveza y yo estaba un poco excitada. Cuando empecé a recordarle lo que pensaba de que empezara a beber temprano, se cabreó mucho, me dijo que cerrara el pico y que cogiera el abrigo.

"¿Adónde vamos?", pregunté. Dijo, "Bueno, si necesitas saberlo, Bob y Beth dan una fiesta y nos han invitado".

"Oh, no", dije. "Sabes lo que pienso de Beth. Puedes ir y divertirte si quieres, pero yo no voy."  Paul se puso como loco y empezó a gritar, "Mira, estoy hasta los cojones de esta mierda. Vas a ir y no hay más que hablar."

No me caían bien, especialmente Beth. Bob era el mejor amigo de Paul y Beth era su novia. Paul empezó a vociferar, "Estoy harto de tus intentos de que se corten las relaciones entre Bob y yo solo porque dos zorras como vosotras no puedan soportarse. Ahora vámonos." Me agarró del brazo y me empujó hacia la puerta.

Supongo que debería explicar por qué no me gustaba Beth. Básicamente, ella es bisexual y yo no. Se me había insinuado muchas veces y no se quedaba muy contenta cuando no respondía con entusiasmo. El resultado fue que nunca nos sentíamos a gusto. Pero había alguna otra cosa respecto a ella que hacía que me sintiera incómoda; algo que nunca me pude explicar, ni siquiera a mí misma. En cualquier caso el viaje hasta la casa de Bob no fue muy alegre. Paul me habló muy poco en el coche y condujo muy deprisa. Yo me acurruqué en una esquina del asiento delantero, muy fría e incómoda. Cuando llegamos a su casa me pareció un poco raro que no hubiera otros coches pero no pensé mucho en ello. Quizás llegábamos temprano. Bob abrió la puerta, entramos y cerró la puerta detrás de nosotros. Por primera vez, que pudiera recordar, cerró la puerta con llave. Supongo que pensó que no me había dado cuenta.

Beth estaba sentada en la sala de estar, vestida de forma muy parecida a la mía,  falda corta, blusa ceñida, y tacones. Bob y Paul estaban vestidos informalmente, vaqueros y camiseta.

Beth dijo hola a Paul, casi ignorándome. Luego Beth dijo algo muy extraño: dijo que le sorprendía que yo hubiera estado de acuerdo con eso, sin más explicaciones. Paul se limitó a mover la cabeza, y sonrió, "Bueno, no es exactamente que esté de acuerdo, todavía no sabe bien de qué va. Pero lo superará, ya lo verás." Empezaba a sentirme un poco incómoda; obviamente tenían una especie de secreto del que yo no estaba al tanto. "¿De acuerdo con qué?" pregunté. Paul se explicó, con una de esas sonrisas diabólicas que a veces pone, "Mira, Ash. Estamos hartos de este mal rollo, o lo que coño sea, entre vosotras, chicas. Está poniendo muy tirantes las relaciones entre Bob y yo, y Beth también está harta de esto. Ella está de acuerdo en que os hagáis amigas de verdad esta noche, y piensa que una relación más estrecha relajará las tensiones." Yo flipaba. "¿Una relación más estrecha?" balbuceé. "Bueno, que te jodan, Beth."

Paul explotó. Me abofeteó en la cara, la primera vez en su vida que me había pegado con toda la fuerza. Quiero decir que me había pegado antes (y no siempre en la cara) a modo de juego, pero nunca así. Y nunca delante de otros. Dijo, con voz amenazadora, "Mira Ash, hemos decidido que esto ocurra de una forma o de otra. Si no te gusta a nuestra manera, sugeriremos otra que te parecerá todavía peor." Me limité a mirarles con la boca abierta, conmocionada ante la situación que se estaba desarrollando.

(Parte Dos)

Allí estaba mirando a Paul, esperando que en cualquier momento me despertaría y resultaría ser un sueño. Pero en el fondo de mi corazón sabía que no lo era. Le grité a Paul que me llevara inmediatamente a casa; que le odiaba y que habíamos terminado. Dijo, "Será a tu manera, zorra." Bob y Paul me arrastraron al sofá y me tiraron en él. En este punto empecé a estar realmente asustada y les supliqué que se detuvieran antes de que las cosas fueran demasiado lejos. Bueno, esto excitó aún más a Paul. Dijo que si le permitía a Beth que me comiera, podría ser - solo a lo mejor - que me hicieran las cosas más fáciles. ¿Qué podía hacer? Estaba aterrada con lo que pudieran hacerme si no les seguía el juego, y muy a regañadientes asentí con la cabeza.

Me tumbé allí sollozando mientras Beth empezaba a bajarme la minifalda. Estaba totalmente indefensa. Cuando Beth descubrió que no llevaba ropa interior dijo a Bob, "¿Ves? Te dije que era una puta", y Paul le siguió la corriente con "Sí, le gusta vestirse así. A mí no me gusta especialmente, pero ¿qué puedo hacer?"

No podía creérmelo. Paul se estaba pasando. Me había hecho vestirme así. Pero sabía que nunca me creerían si intentaba discutirlo. Beth me había quitado la falda. Tirando no muy suavemente del pelo de mi coño le dijo a Paul lo mucho mejor que resultaría afeitado, y que si podían hacérmelo ellos. Paul sonrió y replicó, "¿Sabéis? También a mí me gustaría." Bien, así que era eso. Empecé a ponerme como loca, a patear y a gritar, y Paul dijo que si no me calmaba inmediatamente me dejaría allí con ellos. Bueno, cuando oí sus palabras la impresión me recorrió el cuerpo. No podía creer que quisiera decir eso. Sabía que si me dejaba allí estaría en mucha peor situación, así que hice lo que pude por recuperar el autocontrol. Paul se rió entre dientes y dijo, "Buena chica", y me acarició la cabeza, como si fuera un perrito. (Iba a tener mi sesión de tratamiento para perros, como pronto aprendería). Beth me enganchó del pelo con las dos manos y me hizo ponerme en pie con rudeza.

"Vamos, zorra," gruñó, "vamos a la barbería."

Señalando a mis zapatos y mi blusa me dijo que tenía que estar desnuda todo el tiempo que estuviera en su casa, "A menos", sonrió con satisfacción, "que tengamos algo especial para que te pongas." Miré implorante a Paul, pero no fue de ninguna ayuda. Se limitó a decirme que le siguiera la corriente. Me desnudé a regañadientes, y le pasé la ropa a Beth que me empujó escaleras arriba hasta el cuarto de baño, con los chicos disfrutando del espectáculo mientras nos seguían. Me tumbé en la bañera cuando Beth me lo dijo, mientras ella sacaba la maquinilla y la crema de afeitar.

Pasando la mano por mi mata (y tirando brutalmente de ella), le dijo a Paul, "Esto está demasiado espeso para cortarlo tal como está - atascará la maquinilla. Sé buen chico y baja a buscar las tijeras eléctricas del otro baño." Bajó. Esa era otra cosa que odiaba de Beth, siempre conseguía que Paul hiciera lo que ella quería. Probablemente toda esta "fiesta" había sido a sugerencia suya, supuse. En cuanto Paul salió de la habitación, Beth le comentó a Bob con tono de voz confidencial, "¿Has oído eso? Si esta zorra le cabrea lo bastante la dejará con nosotros. Aunque solo fuera el fin de semana, ¿te imaginas lo que podríamos hacer con ella?"

¡Vaya idea tan horrible!

Paul nunca me haría eso, me dije a mí misma. Iba a pedirle a Paul que me llevara a casa en cuanto volviera, pero Beth era demasiado astuta para mí. En el momento en que Paul entró le sugirió, "Eh, ¿no crees que tu zorra estaría estupenda con el clítoris anillado?" Y eso me sacó completamente de quicio. Empecé a volverme loca, realmente loca. Bueno, eso ya fue demasiado para Paul. "Ya he tenido bastante," dijo. "Te lo advertí, Ash, te dije que te calmaras y no lo has hecho. Voy abajo a hacer una llamada, y te doy unos minutos para que pienses en tu situación. Si quieres pedirnos perdón y ser buena, perfecto. Si no, me iré de aquí, y serás suya por un tiempo. No sé cuánto. Al menos durante esta noche." Dicho eso bajó las escalera.

Beth sonrió y le dijo rápidamente a Bob que me tapara la boca mientras yo estaba tumbada en la bañera. Él me sujetó y me tapó la boca mientras Beth empezaba a quitarse las bragas. "No puedo dejarla que me arruine el plan," susurró, "así que tendremos que taparle la boca por el momento." Me metió las bragas en la boca amordazándome muy eficazmente.

Y hablando de amordazar, la idea de tener su ropa interior metida en la boca casi me hizo vomitar (N. del T.: Amordazar y vomitar pueden usar, en inglés, la misma palabra).

Luego oí chillar a Paul, "Bueno, Ash. ¿Has cambiado de idea?" Beth se rió de mi indefensión. Quería más que nada en el mundo decir que lo sentía y convencerle para que me llevara a casa. Y Beth lo sabía. Pero yo no podía decir nada. Luego Beth le chilló, "Paul, dice que te jodan. ¿Qué hago?"

Paul gritó, "¡Qué la jodan! Me importa una mierda lo que hagáis con ella. Me voy de aquí." Sonó un portazo.

Empecé a sollozar incontroladamente. Sabía lo que me esperaba.

(Parte Tres)

Tal como se habían puesto las cosas no tenía ni la más remota idea de lo que me esperaba. Primero me afeitaron el coño, pero eso ya lo esperaba. Por alguna extraña razón Beth recogió cuidadosamente mis pelos en un sobre. Me puteó diciendo que era para una muñeca de vudú, pero sabía que no era cierto. Al menos esperaba que no lo fuera. "Y ya que tenemos las tijeras a mano", le dijo a Bob, "¿no crees que nuestra zorrita debería cambiar el estilo de peinado?" Luché otra vez pero Bob era demasiado fuerte para mí, y tuve que resignarme a estar sentada mientras Beth me cortaba el pelo.

Me lo dejó todo como a un cuarto de pulgada (menos de un centímetro).

Pasó la mano por la pelusa, riéndose de la sensación de cosquillas.

"Lo sentiré maravillosamente cuando me lo restriegues por el coño", se rió. "Y será mucho más fácil ponerle nuestra colección de cascos. Pero no te preocupes, zorra," me aseguró. "Si resultara realmente importante tenemos un gran surtido de pelucas que pueden hacer que tengas casi cualquier aspecto que nos guste." Volvió a reírse, clavándome los nudillos dolorosamente en el cuero cabelludo.

Ahora Beth estaba realmente excitada. Y estaba claro que era ella la que daba las órdenes aquí, aunque fuera Bob el que pensaba que llevaba el asunto. Cuando ella lo dijo me llevó al dormitorio y me sujetó a la cama mientras ella me ataba de espaldas y abierta en cruz. Mientras estaba haciendo los nudos estaba todo el rato comentando lo estúpida zorra que era yo.

Me dijo que Paul había querido que la "fiesta" llegara solo hasta, tal vez un beso en la boca, como indicación de mi intención de ser amigas, pero mi estúpida y jodida actitud lo había cambiado todo. Debería haber tenido cerrada mi jodida boca. Bueno, tal vez solo lo bastante abierta para obsequiar a todos con una mamada. Pero no se quejaba, dijo. Ahora yo iba a ser su juguete y su esclava durante un tiempo. Quizás mucho tiempo, sonrió. Me dijo que no esperara que fuera a disfrutar, que aceptara la idea de que me iban a violar varias veces y quizás por muchas personas. "Personas", dijo remarcando que no todos serían hombres. Yo no podía decir nada, porque todavía tenía la boca llena con sus asquerosas bragas.

Y ella sabía cómo me sentía; me preguntó, tan dulcemente, si me gustaba su sabor. Bueno, ya me acostumbraría, dijo. Yo sabía condenadamente bien que por mucho que me acostumbrara nunca podría soportarlo, pero estaba tan asustada, humillada e indefensa que no sabía qué hacer. Luego abrió un cajón de un armario y sacó una caja, y podía adivinar por el sonido que hizo al ponerla sobre la mesa que era bastante pesada. Todavía con su sonrisa de sacarina sacó un collar de perro con una correa, y lo mantuvo en alto para que pudiera inspeccionarlo. Bueno, mi primera impresión era que eran ciertamente llamativo. Ancho, hecho de cuero negro brillante y adornado con remaches de latón muy pulido. Esto era la parte exterior. Hizo hincapié en demostrar que también había remaches en la parte interior. Remaches puntiagudos. Las puntas estaban aplastadas y no me rasgarían la piel, pero era obvio que cuando menos la irritarían y quizá resultaran bastante dolorosas.

Me abrochó el collar al cuello, asegurando el broche con un pequeño candado. Y los remaches dolían realmente, y eso que estaba tumbada. "Es un collar mágico," se mofó. "Déjame que te enseñe como destruirá tu fuerza de voluntad, y te convertirá en nuestra abyecta esclava."

Sacó de la caja algo que parecía el mando a distancia de una TV, apretó uno de los botones y

¡...ZAS!

"¡Tatachán!" coreó. "Mágico. La magia de la electrónica. Todo lo que hicimos fue sacarle las tripas a una picana de ganado y apañarla para que la sacudida se aplique a través de los remaches. Se activa con este mando o apretando uno de estos remaches externos." Hizo una demostración y yo volví a gritar.

"Y la correa también lleva un interruptor, para mantenerte bajo control cuando vayamos de paseo."

Explicó como las baterías estaban alojadas en el propio collar (esa era una de las razones de que fuera tan pesado) y podía controlar la intensidad de la descarga (nueva demostración).

Yo estaba enloquecida. Intentaba moverme para todas partes, pero no había escapatoria.

A continuación, dijo, iba a limpiarle los pies a Bob. Mientras Bob se quitaba encantado las botas de trabajo y los calcetines me soltó de mis ataduras y me enganchó la correa. Me empujó al suelo y, haciendo de nuevo una demostración de la "magia" del collar, me persuadió para que fuera hacia Bob, que ahora estaba sentado en el borde de la cama. Podía oler sus pies, sudorosos y apestosos. Iba a vomitar pero conseguí controlarme, al no saber cómo me castigarían por algo como vomitar por todo el suelo. Probablemente me harían comérmelo.

Beth me empujó a sus pies y me dijo, "Empieza a limpiárselos, chocho. Haz un buen trabajo o te pegaremos." Luego se rió y dijo, "Ah, mierda, te pegaremos de todas formas pero haz un buen trabajo si es que sabes lo que te conviene."

Justo cuando me agachaba para hacer la repugnante tarea sonó el teléfono. Beth saltó para cogerlo, diciéndole a Bob que me volviera a meter las bragas en la boca. "Es justo el tiempo para que sea Bob," sonrió con satisfacción. "¿Por qué no juegas un poco con las tetitas de Ash mientras me ocupo de él?" Aparentemente estaba en lo cierto, pero todo lo que oía era su parte en la conversación, que consistía principalmente en "sí, sí, sí, no hay problema. Vale, déjame ver." Se volvió hacia mí con sonrisa diabólica y dijo, "Paul quiere saber si estás lista para que seamos amigas."

Por supuesto, no podía contestar. Luego se puso al teléfono otra vez y dijo, con bastante veracidad, "No dice ni una palabra, Paul. Se limita a quedarse sentada y mirarme. Creo que necesita un poco más de persuasión. Sí, ¿quizás el fin de semana? Vale, entonces te veré mañana por la noche, en la despedida de soltero. Recuerda que me ocupo de los entretenimientos, y he preparado una actuación con una stripper que va a hacer que se te salten los ojos de las órbitas. Adiós."

Después de colgar simuló un pequeño baile. "Eh, Bob," se rió alegremente. "Ya oíste lo que le dije. Este chocho es nuestro durante el fin de semana. Ahora tenemos realmente una actuación de primera para la despedida de soltero de tu primo. Y no tendremos que pagarle ni un céntimo. Aunque necesitará un poco de entrenamiento para que esté lista en ese tiempo." Tras decir eso me sacó las bragas de la boca y tiró de la correa volviendo a arrastrarme a los pies de Bob.

Cuando terminé a su gusto, tiró de mí hacia ella.

"Bien, ahora puedes hacerlo conmigo. Y esta vez vas a lamerme entre los dedos. Es decir, entre los pulgares..."

Bueno, finalmente acabé con ella, aunque sus piernas casi me aplastan la cabeza con los espasmos de su orgasmo. Y luego era el turno de Bob. "Sé que querías conseguir algo que ella nunca le ha proporcionado a Paul," susurró Beth, "pero me temo que tendrás que conformarte con mamadas hasta que tengamos ocasión de ensancharle un poco el ojete." Y luego me aplicaron un enema y me metieron este consolador anal. Al principio no dolía, aunque lo encontraba repugnante. Pero pronto empezó a hincharse, supongo que accionado por pilas o algo así.

Sea como fuera pensé que me rasgaría para cuando hubiera acabado la mamada con Bob.

(Parte Cuatro)

Realmente no dormí bien aquella noche. Estaba atada a la cama, sobre la espalda y abierta en cruz, con aquel jodido tapón todavía allí. No parecía que me estuviera ensanchando más; quizás ya había hecho su labor. ¡Pero todavía lo encontraba ASQUEROSO! Finalmente conseguí caer en un sueño intermitente.

Beth me despertó a la seis de la mañana, mordiéndome con fuerza el pezón izquierdo.

"Levántate y anda, chocho, tienes un gran día ante ti" dijo. No podía imaginar a que se refería. Me desató, me volvió a poner la correa y me bajó las escaleras como si fuera un perro, a cuatro patas. Estaba muerta de hambre y sabía que si quería comer era mejor que hiciera lo que me decían. Así que bajé a donde Bob estaba preparando ya algo - algo que, aparentemente, iba a ser mi desayuno. Lo habían puesto en un pequeño cuenco y lo habían dejado en el suelo como comida para perros. Beth dijo, "Come, chocho, o te morirás de hambre; realmente no nos importa lo que hagas." Me empujaron la cabeza contra el cuenco y era exactamente lo que me temía, comida para perros. Se rieron mucho con mi asco, y luego Beth dijo, "Si no está a tu gusto, zorra, puedo endulzártela un poco." Levantó el cuenco y se lo sujetó entre las piernas, como si fuera a mear en él. Capté la idea y comí.

Cuando se terminó el desayuno Beth tiró de mi correa y me arrastró a la otra habitación donde se sentó en el sofá conmigo a sus pies. Bob arrimó un escabel y se sentó a mi lado, jugando todo el rato con mis tetas.

Luego Beth me dijo lo que había planeado para mí día. Primero iban a hacerme unas fotos por razones de seguridad, de modo que no pudiera volverme contra ellos cuando y SI me dejaban ir. Sabían que la carrera de mi padre en la pequeña ciudad de la que provenía, dependía de su imagen de firme defensor de los valores familiares, y que cualquier escándalo que involucrara a su hija le arruinaría. Luego me iban a llevar a la zona comercial para que me comprara alguna ropa provocativa para ponerme esa noche. Me dijo que no me preocupara de que me hubiera rajado la ropa que llevaba la noche anterior. Tenía alguna ropa de putón con la que llevarme a la zona comercial. Y que no me preocupara de que alguno de mis amigos de la facultad pudieran reconocerme. Nunca imaginarían que la zorra del pelo cortado a rape y ropa "indecente" que iba a llevar, fuera la pequeña y modosa Ashley que ellos conocían. Para demostrármelo, dijo, haría la prueba de presentar a su nueva "esclava" a cualquiera de mis amigos que nos encontráramos. Y luego me recordó que el primo de Bob se iba a casar el próximo fin de semana, que la despedida de soltero era la noche siguiente y que yo sería la atracción. Le supliqué, pero Beth se limitó a reírse, me abofeteó, y me dijo que cerrara el pico y escuchara. Dijo que tenía que afrontarlo y que no tenía nada que decir.

Habría unas 30 personas, señaló, y todos serían amigos míos de la facultad.

Realmente sería un bombazo que me vieran desnuda; e incluso si no me reconocían yo sabría quiénes eran ellos. Y si no mantenía el tipo y dejaba de llorar se aseguraría de que SUPIERAN quien era yo.

Recalcó que, al menos por lo que quedaba de fin de semana, yo era de ellos para que hicieran conmigo lo que les apeteciera y esto era lo que les apetecía. Dijo que tendría que hacer cualquier cosa que me dijeran que hiciera aquella noche o no solamente me castigarían delante de todos los hombres, sino que además les invitarían a participar en el castigo.

(Parte Cinco)

Pasé las siguientes horas de la mañana posando contra mi voluntad para las fotografías. Eran del tipo que le gustaban a Beth, y eran bastante repugnantes. Esa era la idea, dijo.

A Bob le llamaron inesperadamente del trabajo, lo que quería decir que Beth me tenía toda para ella. En cuanto Bob salió por la puerta, tiró con fuerza de mi correa y dijo, "Bueno, esto significa que no habrá testigos." Realmente estaba empezando a asustarme.

Casi me alegré cuando nos fuimos a la zona comercial - tenía que salir de aquella casa. Me vistió con su ropa más de putón. Me pasó una camiseta que era dos tallas menos y cuando me la pasé por encima de los pezones el tejido me los restregó con fuerza. La camiseta no me tapaba la cintura, apenas me llegaba al ombligo.

Luego Beth sacó aquella minifalda de látex con cintas en los costados. Me las ató por los laterales y se me podía ver la piel a todo lo largo desde los dedos de los pies hasta la parte inferior de la camiseta. Finalmente volvió de su armario con un par de zapatos de tacón alto de 6 pulgadas (15 cm).

"Será mejor que te acostumbres a los zapatos de tacón alto. Son los únicos que llevarás a partir de ahora," me advirtió Beth. Me dio una palmada en el culo. "Ponte a cuatro patas, mi pequeña mascota. Es hora de ir de paseo."

El viaje hasta la zona comercial fue intenso para mí. Estaba sentada en el asiento trasero, con aquel enorme collar y una correa, y nos dirigíamos a una zona por donde pasaban mis amigos. Sabía que nos encontraríamos a alguien.

Le pregunté si por favor podíamos pasear sin la correa puesta. Beth se rió.

"No, Ashley, llevarás la correa puesta. Pero no quiero que nos demoremos, así que te dejaré que vayas conmigo. Y recuerda, camina a dos pasos por detrás de mí."

Cruzar el aparcamiento no fue demasiado malo. La mayoría de la gente estaba a bastante distancia e iban pensando en sus propios asuntos. Pero cuando entramos al aire frío acondicionado de la zona comercial, fue cuando empezó todo.

Allí estaba yo, con un collar puesto, llevada de una correa, con mis zapatos de tacón haciendo clic-clac por todo el impecable suelo embaldosado. Podía ver miles de ojos mirándome; podía sentir sobre mi cuerpo el peso de sus cuchicheos. Incluso los guardas de seguridad, que pensé que podrían venir a rescatarme, se limitaron a señalarme y a reírse.

Quería echar a correr, quería esconderme. Pero sabía que al segundo de que hiciera cualquier estupidez, Beth me iba a controlar de nuevo con el mando a distancia.

"Vayamos a Victoria's Secret (N. del T.: nombre de una famosa cadena de lencería), mi putilla, y veamos que encontramos." Beth me llevó allí y las tres vendedoras se quedaron boquiabiertas a la vez.

"¿P..., puedo ayudarlas, señoras?" Preguntó al fin una, acercándose a Beth pero mirando solo mi atuendo de putón.

"Sí, aquí mi esclava necesita probarse alguna ropa que enseñe mucho. Vamos a tener una despedida de soltero esta noche y ella es la atracción principal."

La vendedora, Robin, volvió con un surtido de lencería y Beth estaba satisfecha. "El probador está justo a su iz..."

"Oh, mi mascota se lo probará mucho mejor aquí, para que podáis juzgar que tal le queda. ¿No es cierto, Ashley?"

Beth hizo tintinear el mando y a regañadientes bajé la cabeza y dije en voz baja, "Sí."

Beth me dijo que me quitara toda la ropa allí mismo, en la planta de rebajas. Me pasó la lencería y empecé a posar para las dependientas y los clientes que se estaban congregando alrededor del creciente tumulto.

La multitud era cada vez mayor a mi alrededor mientras Beth hacía que me quitara y pusiera variada ropa interior de encaje transparente. Cuando me vestía demasiado despacio utilizaba suavemente el mando y sentía el doloroso paso de la electricidad por mi cuello.

Finalmente Beth decidió qué comprar y me sacó de aquella tienda abarrotada.

(Parte Seis)

"Estoy hambrienta, quiero ir a la zona de comidas. Vamos." Y Beth tiró con fuerza de mi collar.

Era casi mediodía y la zona de comidas estaba llena. Beth y yo nos pusimos en la cola de la comida china y luego encontró una mesa en el centro de la zona. Instintivamente aparté una silla y ¡...ZAS! "Nada de eso. Te arrodillarás a mi lado y te daré de comer yo misma," me ordenó Beth. Había estado totalmente desnuda delante de decenas de extraños en Victoria's Secret, pero por alguna razón esta mierda de arrodillarme para que me dieran de comer me resultaba aún más humillante.

Beth tomó sus palillos y me deslizó algunos fideos en la boca, estaba hambrienta de comida real, así que acepté agradecida la comida china. Me acarició la cabeza rapada. "Bien, perrito." De nuevo había gente por todas partes mirándome, pero estaba tan hambrienta y sedienta que no me importaba mucho. Finalmente Beth estaba saciada (aunque yo no) y me llevó al baño más cercano. Estaba lleno también, y Beth se estaba impacientando de esperar en la cola. "De rodillas, mascota. No puedo aguantar más."

"¡Qué, ¿estás de broma? no voy a...!" ¡ZAS! ¡ZAS!

"Sí, te arrodillarás en el sucio suelo de este baño y te gustará, Ash."

Lentamente, contra mi voluntad, me puse de rodillas con las manos detrás de la espalda. Estaba empezando a temblar porque presentía lo que venía a continuación, y me estaba revolviendo el estómago.

"Abre bien la boca, echa la cabeza hacia atrás. Recuerda que si no lo haces puedo aumentar la intensidad con los remaches de latón. En todo caso te voy a usar como mi retrete, te guste o no."

Abrí la boca y cerré los ojos mientras notaba que varias cabezas se volvían ahora hacia nosotras. "Oh, dios mío," dijo entrecortadamente una de ellas, "Mira eso."

Beth se bajó la falda y las bragas y colocó su coño justo encima de mi boca abierta. Luego empezó a llenarme la boca con su pis. Al principio intenté aguantarlo, no tragarlo, pero entonces me dio un golpe en el estómago con la mano y me ahogué con la boca llena.

"Trágalo, o la Sra. Electricidad visitará otra vez tu cuerpo." Tragué y tragué, y ella siguió meándose en mí. Cuando acabó empezaba a ahogarme y mis reflejos casi lo echan fuera. Pero sabía que si lo hacía Beth me obligaría a lamer todo el pis del suelo del baño.

Beth se limitó a sonreír mientras luchaba para levantarme del suelo. Tiró más fuerte de la correa y salimos por la puerta.

"Sí crees que el pis es asqueroso, espera a verte la cara en la despedida de soltero."

Volvimos a casa y Beth estuvo todo el tiempo mofándose de mí, con lo divertido que resultaba humillarme delante de tanta gente. Siguió diciéndome lo afortunada que debería sentirme de no haberme encontrado con ningún conocido mío. Tal vez mañana fuéramos a un centro comercial más cercano a casa, se rió con suficiencia. Beth se metió en el camino de acceso y dijo, "Sal, zorra". El coche de Bob estaba allí y cuando entramos se dirigía a la puerta. "¿Dónde estabais, tías?2 dijo. Beth dijo "Salimos a comprar ropa para mañana". Bob dijo "La cosa va de puta madre, cuando Chris dijo a los otros lo del numerito  se duplicó la cantidad de gente. Ahora son 17 tíos y 3 chicas. ¿Puedes creer esa mierda?. Beth dijo, oh será una tarde divertida. Bueno, al menos para nosotros."

El día siguiente llegó muy deprisa y me despertó el sonido de Beth desatándome de mi postura en la cama, desnuda en cruz. "Levántate chocho, es tu gran día. Por decirlo de alguna forma, la especie de fiesta de tu destape." Lloré, "por favor Beth por favor no sigas con esto. Llama a Paul dile cuanto lo siento". Beth se limitó a reírse, "cariño no hay ningún Paul ahora. Somos nosotros y tú hasta que nos cansemos de ti. Si eres un chocho bueno te soltaremos en unos días. Si no te venderemos. Tú decides."

Beth salió de la habitación y me quedé allí llorando. No podía creer que me encontrara en esa situación. En ese momento se abrió de golpe la puerta y allí estaba Bob con dos tíos a los que no conocía. Estaba allí sentada, totalmente desnuda. El primer tío gritó, "mierda Bob, está jodidamente buena". El otro tío dijo, "venga, vamos es una broma". Bob dijo "nada de bromas, os estoy diciendo la verdad, los otros creerán que ella desea lo que le está pasando. Quiero decir que es difícil convencer a 17 personas para que violen y torturen a esta chica. Pero cuando piensen que la hemos alquilado y que está voluntariamente y se lo pasa bien, bueno esa es una historia completamente distinta."

Steve se acercó a mí y me puso una mano en la pierna, salté hacia atrás y me abofeteó. "No te dije que te movieras, zorra." Steve se dio la vuelta y miró a Bob buscando la aprobación de sus actos. Bob dijo, "Steve, tío, no te preocupes por mí. Eres mi mejor amigo, lo que es mío es tuyo. Haz lo que te apetezca." Peter, el otro tío, parecía nervioso pensando si tendría la misma oportunidad, siendo que era más amigo de Steve que de Bob.

Bob le miró y dijo "aquí todos somos amigos, Pete, aprovecha." Los ojos de Pete se iluminaron. Caminó hacia mí y me empujó sobre la espalda. Me susurró al oído que siempre había querido violar a alguna del tipo animadora. El problema era que era difícil encontrar a una chica de la que abusar a su gusto sin preocuparse de que pudiera meterse en problemas. Pete me cuchicheó que eso ya no era un factor a considerar. Bob dijo a Pete, "¿te gustaría estar unos minutos a solas con nuestra chica?" Pete dijo "sí". Bob dijo "Steve, podemos ir a buscar algo que comer y a hablar con Beth abajo, que te diviertas Pete."

Pete observó cómo cerraban la puerta y se volvió a mí y me dijo "túmbate chocho de zorra. Quiero que te tumbes y abras las piernas ahora." Sabía que tenía pocas opciones pero estaba condenada si iba a seguir con cualquiera de estos jodidos. Aunque no hacía falta, me empujó sobre la espalda y me agarró de los pies desnudos y los separó. Dijo, "ahora voy a satisfacer una de mis mayores fantasías. Siempre he soñado con azotar el chocho de una tía como uno azotaría un culo." Agité la cabeza, "no, no, no por favor, haré cualquier cosa." Dijo, "la harás en cualquier caso, zorra. Ahora vas a contar en voz alta cada golpe."

A continuación me abrió para exponer mi chocho al primero de los muchos golpes, haciéndome contar todos y cada uno de ellos. Luego se levantó y me llevó hasta el fondo de la cama y me dijo, "levanta las piernas al aire mientras te azoto. Pareces demasiado feliz y cómoda para mi gusto. No hay comodidad para mis zorras. Si piensas que soy malo espera a la despedida de soltero. Las invitaciones (se rió para sí mismo mientras me lo decía) dicen que te gusta la tortura extrema y la humillación. Se necesita mucho dolor y hay barra libre. Desde luego sin dañar de forma permanente ninguna parte de tu cuerpo." Dijo, "chocho va a ser una noche infernal. Violada y torturada por toda una habitación llena de gente. Vaya puta estúpida que eres..."