Los terribles y sádicos piratas de Berbería (9)

El mayor traficante de esclavas logra convencer al Jefe de los eunucos del Emir de Gaza para que adquiera el lote de esclavas formadas por madre, hija y criada, ya entrenadas y capadas.

Para poder seguir el hilo de este relato, deben leerse los capitulos anteriores de....

Los terribles y sádicos piratas de Berbería

Personajes.- Ellen Baker , viuda y novia del Capitán Alan Risz.

- Julia , hija de Ellen Baker.

- Nicole Talbot , criada de Ellen Baker.

- Abdu kunk , mayor tratante de esclavas de Túnez.

- Murat , jefe eunuco del harén del Emir de Gaza.

Capitulo 9.- La venta de Ellen, su hija y su criada

Abdu Kunk, el mayor traficante de esclavas y Murat, el gran jefe eunuco del harén del Emir de Gaza estaban sentados disfrutando de una infusión de té de manzana mientras hablaban de ‘ negocios ’, que no podía ser otro que no fuese sobre la compra-venta de esclavas.

  • “Creo que tengo algo que podría gustarle a tu Emir”, dijo Abdu Kunk, haciendo una señal a un capataz eunuco para que retirase la cortina que había al fondo de una pequeña alcoba.

Allí, de pie, sobre una pequeña plataforma elevada, para que su cuerpo fuera fácilmente accesible a un posible comprador, había una hermosa mujer blanca con largo cabello rubio y ojos azules… Estaba medio desnuda, con su cuerpo cubierto por un simple chal de seda.

Estaba fuertemente sujeta contra la pared del fondo de la pequeña alcoba por una corta cadena enganchada a un anillo en la parte posterior de su collar… Y sus muñecas también sujetas, se mantenían al nivel de su cabeza, por abrazaderas de metal enganchadas también al anillo de la parte posterior de su collar… Sus tobillos estaban muy separados y encadenados a dos anillos situados a los costados de la plataforma.

Tenía una gruesa mordaza de cuero negro atada, tras haberla obligado a abrir su boca… Sus ojos estaban fijos al frente, mirando por encima de las cabezas de los hombres que quedaban por debajo de ella.

A una orden de Abdu, el capataz eunuco le quitó el chal de un hombro, mostrándoles un pecho grande, pero firme, de la mujer.

  • "Puede examinar el producto si le apetece", le dijo Abdu Kunk cuyo trato con clientes potenciales ricos y, por supuesto, con los eunucos negros, también compradores para sus Amos, era exquisito.

Al escucharlo, Murat, el gran jefe eunuco del Emir de Gaza, se acercó y levantó una mano negra cogiendo el pecho de la mujer atada, sopesándola y palpándola a conciencia.

Murat, era un negro muy alto, vestido con una larga túnica roja… Llevaba el alto sombrero cónico blanco de jefe de eunucos y una vara de bambú con mango curvo, el símbolo de su autoridad sobre las mujeres de su Amo.

Esa mujer rubia medio desnuda era Ellen Baker, viuda y actual novia del Capitán Alan Risz… La mujer jadeó cuando sintió que su pezón expuesto, respondía vergonzosamente, cuando fue expertamente frotado por el terrorífico jefe eunuco africano... Ella hubiera querido apartar las manos negras de su cuerpo, pero le fue completamente imposible hacerlo.

Sabía que no debía mirar hacia abajo porque así se lo habían ordenado bajo amenaza de pegarle y nerviosa, trató de mantener la cabeza en alto y seguir mirando directamente adelante… Se sentía como un animal siendo examinado en un mercado, que por supuesto, era exactamente lo que ella era.

El capataz eunuco deslizó el chal sobre su otro hombro, descubriendo el otro pecho de Ellen... Murat retrocedió un momento, mirándolos a ambos, dio un gruñido de aprobación y comenzó a palpar el nuevo pecho expuesto.

Ellen trató de gritar como protesta, pero todo lo que salió de su boca fue un pequeño gemido que hizo que los hombres se riesen de ella cruelmente… De todos modos nadie hablaba inglés y ella no entendía árabe.

El jefe eunuco del Emir parecía muy seguro de sí mismo y además, muy experimentado en el manejo de los cuerpos de las mujeres.

‘¿Será algún tipo de médico?’, pensó Ellen.

  • "Puedo ver que estos pechos ya han tenido leche pero no recientemente", dijo Murat,

  • "Sí, efectivamente", respondió Abdu Kunk al tiempo que hacía una nueva señal al capataz, que deslizó el chal hasta sus pies, dejándola completamente desnuda… Luego, su capataz ​​le dio un golpecito en el muslo con su látigo y Ellen, sonrojándose, obedientemente, dobló las rodillas y empujó su vientre hacia adelante para su inspección.

Murat notó como de su monte de Venus sólo tenía un estrecho bigote rubio corriendo por la parte superior del pubis… El resto estaba afeitado… Esto era para demostrar que ella era una auténtica rubia.

El capataz ahora separó los labios vaginales de Ellen con ambas manos, abriéndoselos para poder ser observados con detalle.

  • "Observa… No hay nada ahí”, le dijo Abdu Kunk a Murat con una sonrisa.

Murat miró y donde debería haber habido un pequeño y bonito clítoris sólo tenía una pequeña cicatriz.

  • "¡Oh!... ¡Ella ha sido capada", exclamó emocionado Murat.

  • "Sí… Ella es un ejemplo perfecto de lo que se hace en la Casa de Abdu Kunk, y que muy pocos saben hacer", respondió el traficante de esclavos.

Murat se inclinó y palpó la pequeña cicatriz que se encontraba entre las piernas separadas y flexionadas de la indefensa y sonrojada Ellen.

  • "Y por supuesto, a pesar de haber sido capada, esta esclava puede darle un mayor placer a su Amo, al saber que el placer de ella se verá muy reducido y se esforzará mucho más para alcanzarlo, si el Amo quiere que lo alcance, claro", agregó el traficante de esclavos.

  • "¡Excelente!... Justo lo que es mi Amo siempre anda buscando… Por desgracia, los bereberes no tienen la tradición de capar a sus hijas cuando aún son pequeñas y no tenemos cirujanos lo suficientemente capacitados para hacérselo a las mayores, que mueren desangradas", gritó Murat emocionado.

  • "Bueno, como ves puedes cumplir con los deseos de tu Amo y también con los tuyos porque una mujer que ha sido capada, en teoría, es menos molesta en el harén", dijo Abdu Kunk con una risa cruel.

  • "¡Por supuesto!", coincidió Murat con otra risa igualmente cruel.

  • "Pero dije ‘ en teoría’ porque quiero advertirte que al estar capada, la esclava puede causar problemas en el harén porque sus pezones se vuelven muy sensibles… Estas capadas anhelan que alguien juegue con sus pezones, ya sea un hombre o una mujer… Entonces, siempre que los eunucos se aseguren de que nunca sea acariciada por otra mujer, ella estará desesperada por llamar la atención de su Amo", le advirtió el traficante de esclavos.

  • "¡Ah!", gruñó Murat.

  • “Además, descubrirás que a pesar de estar capada, todavía puede disfrutar desde dentro de sí misma... De hecho, es la única forma en que ella pueda correrse… Entonces, siempre que no dejes velas, pepinos o plátanos a su alcance, ella estará cada vez más desesperada por tener dentro de su asqueroso coño, la polla de su Amo o de quién su Amo decida que se la folle... De hecho, siempre tendrá un deseo abrumador de sentir una polla moviéndose dentro y fuera de ese asqueroso coño que tienen las cristianas, siempre por supuesto, que no le permitas ninguna otra alternativa de placer."

  • "Oh, no te preocupes… Yo ordeno que se corten las frutas y verduras antes de entrar al harén y así me aseguro de que no hay nada que puedan utilizar para tratar de aliviar su frustración", rio Murat una vez más.

  • "Eso es una buena idea", dijo Abdu Kunk.

  • En cuanto a las velas, debo admitir que lo hacemos ocasionalmente y deliberadamente, como una trampa para mirar si alguna mujer se atreve a cogerlo, esconderlo y luego la pillamos… La paliza que recibe es algo que ella no olvida en mucho tiempo."

  • "¡Eso está muy bien!", se rio Abdu Kunk con esa explicación.

“Cambiando de tema, quiero hablarte de otra cosa sobre nuestras mujeres… Todas ellas han sido entrenadas en lo que llamamos nuestra ‘ Escuela de Amor’ , le comentó Abdu Kunk.

  • "¿Entrenadas?... Ese es nuestro trabajo", le respondió Murat, mirando de nuevo a la mujer sonrojada desnuda e imaginándola en el harén del Emir, bajo su control.

  • "Oh… Por favor, no piensen que estoy dudando de la capacidad de los eunucos negros jefes experimentados como tú para entrenar a cualquier mujer blanca a su cuidado… Pero, te recuerdo, que estas mujeres son europeas educadas, a menudo orgullosas y que solían tener hombres a sus pies… Por lo tanto, romper todo eso puede

llevar mucho tiempo”, le explicó Abdu Kunk.

  • "Sí… Eso es lo que he oído", estuvo de acuerdo Murat.

  • “Además, muchas cristianas creen que hacer el amor está destinado principalmente a la procreación más que al disfrute de los hombres… Ellas no tienen idea de los refinamientos en hacer el amor… Al prepararlas nosotros un jefe eunuco sólo necesitara darle una paliza introductoria a la nueva concubina blanca ya entrenada para establecer su autoridad sobre ella y muy pronto estará lista para la cama de su Amo."

  • "¡Excelente idea!", murmuró Murat.

  • "De esta manera, un jefe eunuco negro, comprándonos una mujer europea, puede estar seguro de que su Amo estará encantado con el resultado tanto si es virgen o como viuda… Además, quedará todavía más encantado cuando descubra que no hay problemas con el lenguaje para disfrutar de una mujer que ha sido entrenada en la Casa de Abdu Kunk", continuó explicando el traficante de esclavas.

  • "¿Quieres decir que les enseñas árabe o turco a tus mujeres?.. ¿Pero esto no lleva mucho tiempo?", preguntó Murat, sorprendido.

  • “No… El nuevo Amo árabe comprador de una de nuestras mujeres quedará asombrado cuando su jefe negro eunuco le entregue una lista de palabras árabes que la mujer ya comprende y ha sido cuidadosamente entrenada a obedecer al instante y sin dudarlo... Estas palabras de mando cubren toda la gama de placer posible y por lo tanto reducen enormemente el problema del lenguaje.”

  • "¡Genial!", exclamó Murat.

Todo esto sería particularmente útil con mujeres europeas, hablando un lenguaje desconocido... Abdu kunk era un traficante de esclavas que sabía muy bien lo que estaba haciendo.

  • "Qué alivio para Su Excelencia el Emir de Gaza tener un jefe eunuco negro tan efectivo a cargo de su harén", dijo Abdu kunk con gratitud.

  • “Pero tengo una pregunta que hacerte… Escuche que dijiste que Su Excelencia, el Emir ya tiene muchas mujeres en su harén… Entonces, ¿por qué te ha enviado aquí?”, le preguntó Abdu Kunk.

  • “Porque antes de morir, él desea, en obediencia a los mandamientos del sagrado Corán, ir en peregrinación a la ciudad sagrada de La Meca – el Hajj."

  • "Un viaje largo y peligroso… Y además, puede ser peligroso para un hombre mayor, con el riesgo de contraer enfermedades extrañas por beber agua potable", murmuró el traficante de esclavos, comenzando a oler donde esta conversación podría llegar.

  • "¡Exactamente!... Y por eso estoy aquí... Su Alteza planea llevar consigo a varias mujeres para su leche y que pueda venderlas con facilidad durante el viaje, si fuera necesario, para recaudar fondos", dijo el eunuco.

  • "¿Y por qué no coge algunas de sus muchas mujeres bereberes?", preguntó intrigado el traficante de esclavos.

  • "Porque las negras muchachas campesinas, no se venden por un alto precio... Sin embargo, las mujeres europeas de ojos azules, como esta, se venderían mucho mejor y su leche es muy dulce y pura, según me han dicho", fue la respuesta de Murak.

  • "Y además puede disfrutar de sus encantos en el viaje y venderlas, si lo necesita, para reponer su bolsillo", se rio Abdu kunk frotándose las manos.

  • “Y también disfrutar de sus encantos en su harén, porque no partirá hasta el año que viene… Mientras tanto, tendré que arreglarlo todo para que estén en el estado correcto antes de su partida… Lo que ahora necesito son varias mujeres europeas para ser apareadas pronto u que estén listas para darle leche cuando comience su viaje la Meca... Yo preferiría las mujeres rubias, en parte para contrastar con sus bereberes existentes y en parte porque, como tú dices que se venderían a un precio mucho más alto", agregó el eunuco negro pomposamente.

  • "Y, darle más leche… Especialmente si son como este tipo de mujeres y no cómo las deshuesadas del norte de Europa... Esta mujer ordeñaría muy bien y con estos pechos firmes, llenos de leche, despertarían un gran interés en los mercados de esclavos de El Cairo o Jeddah… Pero estas esclavas ya son bastante caras aquí.", agregó el traficante de esclavos, acariciando y apretando los pechos de Ellen.

  • "Puedo asegurarle que Su Alteza me ha autorizado a pagar bien por lo que quiere", dijo el jefe eunuco negro del Emir.

  • "Y, por supuesto, además de disfrutar de obligar a las mujeres cristianas para complacerlos de maneras humillantes, a muchos Amos les gusta ver bailar a mujeres europeas para su diversión, y por eso las entrenamos para hacer esto también", le explico el traficante de esclavos mientras acariciaba el suave vientre blanco de Ellen y sonreía.

‘Mejor’ pensó Murat, imaginando a la mujer bailar delante del Emir, con su vientre suavemente hinchado.

  • "Sí… Ella es una excelente alumna gracias al látigo de su capataz… Se ha vuelto muy rápida para obedecer las palabras de mando... Y, al estar capada, la ha puesto demasiado ansiosa para sentir a un hombre dentro de ella… Sin duda alguna, ella será una concubina de primera clase para tu Amo, y también funcionará bien para él con su hija adolescente", dijo Abdu kunk,

  • "¡Qué!... ¿Tú me estás ofreciendo venderme a esta mujer con su hija?”, exclamó sorprendido Murat.

  • "¡Sí!... Pero por un precio muy alto… Ven y mírala", se rió Abdu kunk.

Abdu kunk retrocedió hacia atrás, fue a la siguiente alcoba y corrió la cortina que la cubría, enseñando una pequeña figura tapada en la pared del fondo de la alcoba, aunque esta vez sus tobillos estaban libres.

Abdu Kunk asintió con la cabeza al capataz de la joven y éste se adelantó y quitó la tela que la cubría, enseñando una bonita y delgada adolescente, cubierta por una bata fina tirada sobre sus hombros… La chica gimió bajo su mordaza, un gemido que sonó como un pequeño relincho y que fue respondido por otro gemido del cubículo de al lado.

  • “Ese gemido lo reconoce perfectamente la yegua de al lado”, se rio Abdu kunk.

“Nosotros las hemos mantenido separadas aquí mientras están siendo entrenadas para obedecer algunas palabras especiales de comando adicionales… Por ejemplo, en respuesta al comando ‘ Ofrecer hija ’, a la madre se le ha enseñado a arrodillarse de inmediato y a decir: ‘ Amo, por favor, use a mi hija para su placer. ’”

  • “¿Pero ella comprende lo que está diciendo?”

  • “¡Claro que sí, a juzgar por la cantidad de varazos que le llevó a ella decirlo!... Pero ahora lo dice rápido.”

Murat, el jefe eunuco negro del Emir sonrió y luego asintió con la cabeza al ver el largo color miel del cabello rubio colgando de la espalda de Julia... El asintió de nuevo cuando vio sus claros ojos azules... Tanto el cabello como los ojos coincidían con los de su madre, como también, su belleza.

  • Sí, se ve bien el parecido familiar… Este par de esclavas podrían ser de gran interés para mi Amo, especialmente si aún no han sido entrenadas para trabajar juntas, de modo que él pueda disfrutar con su vergüenza y humillación... Siempre lo hace cuando un líder tribal bereber ofrece una esposa y una hija... Pero esto es distinto”, dijo Murat.

  • “Y más, si ambas son mujeres cristianas rubias”, instó el traficante de esclavas.

“¡Mira por ti mismo!”

Abdu kunk chasqueó los dedos y el capataz de Julia retiró con delicadeza la bata que la cubría para mostrar un pequeño mechón rubio en un lado del pubis depilado... No había ninguna duda… Tanto la madre como la hija eran rubias genuinas… El Emir estaría fascinado por ellas y recompensaría a su jefe eunuco negro por la compra que hizo.

Entonces Murat jadeó de admiración cuando el capataz levantó la túnica de la joven para enseñar más de su pubis... Le habían tatuado una rosa roja brillante, hermosamente adornada.

El capataz mostro también que la rosa tenía un tallo verde que desaparecía entre las piernas que la chica apretaba... Era un tallo verde con hojas rosadas.

Luego le quitó totalmente la bata y le dio a la joven un fuerte golpe en el vientre con su látigo... Ruborizada, Julia separó las piernas y dobló ligeramente sus rodillas... Murat estaba fascinado de ver el brillante tatuaje de la rosa en el pubis.

Abdu Kunk hizo una pausa para darle tiempo a Murat para que pudiese apreciar lo que tenía ante sus ojos y pensara cómo esta joven podría estimular a su Amo.

  • “Este es nuestro tratamiento estándar para las jóvenes vírgenes… Después de que ha sido depilada, se le tatúa una rosa en su pubis y se le cortan sus labios internos para evitar que se vean partes sobresalientes… Nuestro cirujano barbero asegura su continua pureza, cosiendo cuidadosamente por el interior de los labios vaginales... Cuando ha terminado de hacer esto nos enseña para que veamos que hay sólo una línea estrecha corriendo hacia abajo, donde antes estaban los labios haciendo repliegues”, dijo el traficante Abdu.

  • '¡Ah!', Exclamó Murat con aprecio.

  • Entonces, como puedes ver, nuestro artístico tatuaje hace que esta línea cosida de su coño se vea como el inicio del tallo verde de una rosa con algunas pequeñas hojas verdes brotando en cualquier lado... El efecto final es realmente encantador, ¿no?... Y lo que hacemos, requiere una habilidad considerable… ¡Y eso cuesta dinero!”, continuó explicándole Abdu Kunk.

  • “¡Por supuesto!... ¡Qué astuto!... Había oído hablar de esta técnica, pero nunca la había visto antes”, añadió Murat con entusiasmo.

  • Y luego, nuestro cirujano barbero y el tatuador trabajan juntos para dejar un pequeño orificio tatuado, para parecerse a un capullo pequeño de rosa en la parte inferior final del tallo, entre las piernas, para el paso de fluidos, y, por supuesto, para la entrada de la virilidad del Amo”, prosiguió Abdu Kunk.

  • “Este orificio es demasiado pequeño… Mi Amo, el Emir, tiene una polla bastante grande y…", dijo Murat.

  • “¡No hay problema!… Nuestro pequeño capullo de rosa puede expandirse como una rosa real mientras proporciona la sensación de hermeticidad y erotismo que quiere un Amo exigente”, se rió Abdu Kunk interrumpiendo la frase de Murat.

  • “Por no mencionar, el sentimiento de poder al tener a la esclava bien cosida”, agregó el ahora convencido Murat.

  • “¡Precisamente llamamos a esto: “ tratamiento de rosas o plantar una rosa

  • “¡Tratamiento de rosas!... ¡Plantar una rosa!”… ¡Qué bellas expresiones utilizas!”, repitió Murat.

  • Y si alguna vez quieres usar a la joven para la crianza, entonces todo lo que tienes que hacer es cortar los puntos el día en que la follen y coserla de nuevo después, para restaurar el alto grado de control sobre ella… A eso le llamamos: ‘¡ Re-plantar la rosa !’

  • “¡Re-plantar la rosa!... Que otra bella expresión dijo riéndose  cruelmente Murat.

"Qué lástima que nuestros cirujanos barberos y tatuadores no sean lo suficientemente expertos para tratar a las vírgenes bereberes del Emir de esta manera."

  • Razón de más para que esté más satisfecho con mi mercancía", sonrió Abdu Kunk, cada vez más contento con el negocio a la vista.

  • Su excelencia el Emir estará muy interesado en poseer una joven así… ¡Y en arrancar su capullo de rosa!... Pero hay una cosa que no entiendo: si la chica no puede alcanzar su orgasmo cuando le dan permiso para hacerlo, ¿de qué sirve quitarlo?, preguntó Murat.

  • "Te lo explico… Cuando le cortamos la punta sensible del brote, es decir, el clítoris, ella entonces obtiene una nueva sensibilidad extra en los pezones y además un nuevo deseo desesperado de sentir algo frotándola arriba y abajo dentro de su coño... Estas son las formas de la naturaleza de compensar la pérdida de ese precioso botón", respondió Abdu Kunk.

  • “Ahora ya lo entiendo… ¡Todo es muy inteligente!”, murmuró Murat.

  • “La Casa de Abdu Kunk ha estado deleitando a sus clientes desde hace mucho tiempo", dijo sonriendo el traficante de esclavos.

  • “Ahora que me lo puedo imaginar', murmuró Murat, corriendo su mano por el tallo de rosa de los indefensos genitales de la joven que se retorcía al ser palpada y al descubrir que lo firme y apretado que era todo, gracias a las costuras ocultas que le habían hecho debajo.

Luego tocó el capullo de rosa rojo entre las piernas de la joven.

  • Ella es un ejemplo perfecto de una virgen de la casa de Abdu Kunk… Y ahora, mira más de cerca lo que fascinará a tu Amo… Fíjate en lo que corona su pequeño capullo de rosa… Mete un poco el dedo dentro del capullo de rosa, es decir, su coño, y comprueba cómo todavía puede excitarse allí… ¿Sientes lo suave que son los pétalos de rosa (=labios vaginales)?...  ¿Notas como moja tus dedos en señal de respuesta de esta joven virgen lista para desflorar?”, dijo el traficante de esclavos, frotándose las manos en previsión de una venta muy rentable.

Poniendo su mano hacia arriba en la chica, que separó de inmediato sus muslos, Murat aceptó la invitación... Un protestado gemido vino de debajo de la mordaza, y de nuevo ella se retorció de repulsión… Murat metió con cuidado su dedo, profundamente, mientras su capataz la mantenía quieta… Murat notó que el himen estaba intacto.

  • “Ahora prueba meterle dos dedos y mira cómo este capullo de rosa apretado se expandirá como una rosa floreciendo para acomodar incluso a la polla más grande que puedas imaginar”, añadió Abdu Kunk.

Gentilmente Murat insertó otro dedo… Escuchó otro gemido, y sintió los suaves y aterciopelados lados del capullo de rosa expandiéndose lentamente… Luego, con una mano experimentada comenzó suavemente a hacerle cosquillas en cierto lugar dentro de ella para que segregase flujo al calentarla.

Momentos después, Murat se apartó de Julia, limpiándose las manos mientras miraba a la chica que ahora le brillaban sus labios vaginales... El tocamiento funcionó maravillosamente… Su Amo, el Emir, estaría encantado.

  • “Debo felicitarle a usted y a su cirujano barbero por sus habilidades... Esta es una rosa que mi Amo, el Emir, disfrutará mucho cortarla”, le dijo.

  • “De hecho… Sólo imaginar mostrando a Su Excelencia a la hija junto a su madre, obtendrá un excepcional precio de ellas en el Hajj”, rió Abdu Kunk frotándose las manos por el negocio que iba a cerrar.

Murat sintió el sudor en su frente… ¡Qué oportunidad!... El Emir estaría, de hecho, abrumado de placer de tener a estas esclavas y estaba seguro que se lo recompensaría generosamente.

  • “He notado que estás muy interesado en los pechos de estas mujeres… Te gustaron las de la madre, pero ahora mira más de cerca los pechos de la hija… Imagínatelas hinchadas y su vientre también”, dijo el traficante de esclavas mientras Murat fue hacia adelante y tiró de la túnica de la niña hacia atrás para desnudarle el pecho derecho.

Murat lo acarició con cuidado… No estaba tan lleno como el de la madre y el pezón eran más rosados ​​y menos prominente, pero el pecho era bastante firme... Ciertamente era una visión muy provocativa… Y tenía la forma correcta para ordeñar bien.

  • “Ahora echemos otro vistazo a la madre”, dijo Abdu Kunk, adivinando lo que estaba pasando por la mente del hombre.

El capataz de Ellen le dio la mismo orden que le habían dado a su hija Julia y, obedientemente, ella también separó sus piernas y dobló sus rodillas.

Retrocediendo para mirar simultáneamente ambas alcobas, Murat comparó la figura voluptuosa de la madre y la delgada figura de la hija... Ellas, sin duda formaban una pareja deliciosamente erótica… Estaban de pie, completamente desnudas, con sus rodillas separadas, en alcobas contiguas, incapaces de verse.

Sonrojándose de vergüenza, con sus túnicas a sus pies... Murat imaginó el efecto que esta madre y su hija tendrían en su Amo, mostrándoselas de manera similar, es decir, desnudas y una al lado de la otra… El Amo se hallaría excitado y encantado ante todo eso.

El contraste entre los labios vaginales naturales y voluptuosamente llenos de la madre y el pequeño tatuaje virginal rosa de la hija, era bastante encantador... Ellas eran unas espléndidas hembras en edad reproductiva… ¿Qué más se podía pedir?

Él ya había tocado sus dos vientres… El pequeño vientre de la hija, parecía estar preparado para llenarse… Ella había heredado las buenas caderas para la maternidad de la madre… Ambas serían muy buenas para tener una gran progenie Haratin, algo que a veces era un problema con las mujeres bereberes de caderas estrechas.

Su Amo estaría fascinado de tener madre y hija preñadas al mismo tiempo, con sus labios vaginales cosidos por los eunucos para llevar a termino una progenie de negros gigantes.

Nuevamente adivinando lo que estaba en la mente del eunuco, Abdu Kunk dio una orden a sus capataces… En respuesta a los golpes que cada uno de ellos les dio, Ellen y Julia sacaron sus vientres y caderas hacia adelante para que Murat viera a este par fascinante de futuras madres.

  • “Tendré que adelgazar a la madre… Su Alteza está acostumbrado a la delgada mujer bereber… El problema será como conseguir que los cuerpos de la madre y la hija sean casi idénticos”, dijo Murat, acariciando la cintura y las caderas voluptuosas de Ellen.

  • Al igual que su pelo casi idéntico de color miel y ojos azules", dijo el traficante de esclavos, frotándose las manos con entusiasmo y sintiendo la venta casi cerrada.

  • “¡Exacto!”, coincidió Murat.

  • “Yo te recomiendo que no intentes adelgazar demasiado a la madre porque también adelgazará los pechos… Y tú no quieres reducir la cantidad de leche ella puede dar."

  • “Oh no… haré que cada una de ellas sea preñada por gigantes Dinka… El tamaño de la progenie Dinka asegura que los pechos crezcan hasta un tamaño extra grande y así producir la cantidad de leche que necesitará, especialmente cuando a menudo tienen gemelos… Creo que cada una de ellas será follada por cinco esclavos Dinkas, cuyas pollas superan los 25 cm.

  • “¿Por qué cinco?”

  • “Pues, en parte para asegurar la concepción y en parte para para que la madre no sepa cuál es el padre y así evitar un apego molesto… Su Alteza invita a sus amistades a asistir al apareamiento de una mujer seleccionada para la cría... Tener que someterse a la follada de cinco gigantes Dinkas es todo un espectáculo para el Emir y sus invitados”, respondió el eunuco.

  • "Sí, por supuesto… ¡Qué excelente idea!", estuvo de acuerdo el traficante de esclavos.

  • “Y ahora para nuestra pequeña fiesta británica, hay una tercera invitada”… dijo sonriendo el traficante de esclavas.

  • “¡Qué!”, exclamó Murat con mayor asombro.

Al ser retirada la cortina de la alcoba siguiente, se mostraba a la pelirroja Nicole Talbot, la criada escocesa de Ellen, de veinte años, completamente desnuda a excepción de una pequeña hilera de cuentas que ocultaban modestamente sus intimidades… Sus ojos estaban mirando a su alrededor con horror por encima de su mordaza… Al igual que Hellen, sus tobillos también estaban encadenados muy separados por lo sus piernas quedaban muy abiertas.

Ella se dio cuenta de que ahora era una esclava, separada de su ex Señora y su hija y por tanto, apenas tenía idea de lo que estaba pasando.

Para ella, había sido horrible ver, cuando le quitaron los vendajes, que le habían cortado el clítoris… Y también la había traumatizado ver el recorte a que habían sido sometidos sus labios vaginales de los que estaba tan orgullosa.

Era bonita y tenía unos pechos muy grandes que harían de ella una esclava excepcional para dar leche a su Amo.

  • “¿Y de qué nacionalidad son estas tres esclavas?, pregunto intrigado Murat al mercader de esclavas, pensando lo encantado que estaría el Emir si le traía a las tres.

  • “¡Británicas!... La madre y la hija provienen de una familia aristocrática inglesa… Y la doncella creo que proviene de una extraña provincia de Inglaterra llamada Escocia, donde dicen que los hombres usan faldas.”

  • “Yo pensé que nuestros corsarios no podían atacar naves británicas”, dijo el eunuco jefe del Emir, Murat.

  • “Exacto… Ni esclavizar personas británicas… Y tampoco podemos pedir rescate por ellas... Pero, estas mujeres fueron capturadas por nuestros valientes corsarios mientras viajaba a bordo de un barco siciliano… Oficialmente de acuerdo con nuestro tratado con los británicos, deberían haber sido liberadas… Sin embargo, parece ser que nuestros corsarios pudieron haber confundido la palabra Británico con Bávaro y, por supuesto, no tenemos un tratado con Baviera, donde sea que esté”, dijo Abdu con una sonrisa maliciosa.

  • “De todos modos, nunca escaparían del harén del Emir”, dijo Murat con una risa sombría.

  • “Exacto”, rió Abdy frotándose las manos pensado deshacerse de tres mujeres peligrosas para él con una ganancia considerable... Aunque siempre eludió decir que eran británicos, se sentiría muy aliviado si desaparecerían en el lejano reino del Emir de Gaza.

Nicole estaba ahora siendo sometida a un examen detenido por Murat, concentrándose en sus duros pechos y en su ‘ bigote ’ pelirrojo.

El cordón que rodeaba sus caderas fue desatado por el capataz y la línea de cuentas cayeron al suelo… Murat dio un grito de alegría por lo que vio… Los labios de vaginales, sin pelo, estaban muy apretados​​y se parecía a los de una niña pequeña... Corrió la punta de su dedo por la línea entre los labios… Eran suaves y firmes, sin signos de ningún labio interno sobresaliendo.

  • “Sí… Mi barbero cirujano logró unos labios perfectos”, sonrió Abdu.

El capataz de Nicole le dio una orden tajante... Sonrojándose la esclava dobló sus rodillas y sacó hacia afuera sus caderas para que pudiera separar sus estrechos y pequeños labios de vaginales... Donde debía estar el clítoris para excitar a una mujer joven bastante licenciosa, sólo había una pequeña cicatriz.

  • “Un ejemplo perfecto de una joven viuda de la Casa de Abdu… Hará un contraste interesante para tu Amo, el Emir, si compras las tres”, murmuró el traficante de esclavos.

Murat estaba encantada con las tres mujeres y en particular con el tratamiento que habían sufrido... Aparte del placer físico y mental que le darían al Emir, también aumentaría enormemente su valor cuando quisiera venderlas durante la peregrinación.

Como muchos gobernantes árabes, estos tratamientos quirúrgicos era algo que el Emir a menudo había hablado de habérselo hecho a sus concubinas bereberes… Pero los cirujanos peluqueros del Emir no eran lo suficientemente expertos y experimentados como para llevar a cabo este tratamiento en mujeres adultas.

Murat volvió nuevamente a cada cubículo y metió los dedos en el coño de cada esclava... Quería estar bastante seguro… Ellas se pusieron rojas de vergüenza… Murat sonrió cuando descubrió que tanto Nicole, como Julia, tenían el orificio vaginal bastante apretado, incluso si la primera ya no era virgen… La opresión del coño era algo que al Emir le gustaba mucho sentir cuando les metía su gran polla.

Murat estaba encantado de descubrir que, a pesar de sus diferentes tratamientos, las tres esclavas mostraron claros signos de respuesta a poco de hacerles una estimulación interna... Una vez en el harén estarían buscando desesperadamente el único alivio que tendrían permitido: la gran polla de su Amo, el Emir… Y harían todo lo inimaginable para lograr ser penetradas aunque fuera salvajemente con el fin de sentir algo de placer.

Tras una orden de Abdu, el capataz de cada esclavas, las soltó y las colocó de espaldas para que Murat pudiera palpar sus apretados orificios anales, algo que también serviría para que el Emir disfrutase metiéndoles su gran polla dentro... Satisfecho, retrocedió y admiró sus nalgas suaves y duras, cinturas delgadas y largas espaldas… Realmente eran un trío muy bueno de esclavas blancas.

El paje eunuco blanco del mercader de esclavos le dio una toalla y un cuenco de agua de rosas para que Murat se lavase sus manos.

Mientras tanto Abdu, astuto comerciante que era, había ordenado que se quitaran las mordazas a las mujeres y cada capataz las sacara de sus alcobas sujetas por un cable atado a la argolla que había en la parte posterior de sus collares.

  • “Echemos un vistazo para que veas como hacen cabriolas alrededor de la habitación… Abdu dio una orden a uno de los capataces... Hubo un chasquido de látigo, una orden y las tres mujeres comenzaron a brincar con las manos esposadas agarradas detrás del cuello, las rodillas levantadas en alto mientras que el látigo largo del capataz pegaba suavemente en las nalgas de cada una para alentarlas a brincar apropiadamente.

Murat se rió al ver la mirada de horror de Ellen cuando vio perfectamente, por primera vez, el color brillante de planta de rosa que su hija tenía tatuada en su pubis.

  • “Querida, ¿qué te han hecho estas bestias?”, gritó Ellen en inglés… Y trató de correr hacia su hija para abrazarla, pero su capataz la tenía sujeta fuertemente de la cuerda y lo evitó.

  • “¡Mamá!... ¡Mamá!”... Julia quería arrojarse a los brazos de su madre, pero ella también estaba sujeta fuertemente y no pudo.

  • “¡Señora!... ¡Señorita Julia!,… ¡Mírenme como me han dejado!”, gritó Nicole.

La mirada horrorizada de Ellen se cruzó con la de Nicole al ver como le habían recortado sus labios vaginales… Nuevamente ella abrió boca para gritar, pero esta vez un fuerte golpe seco del látigo de su capataz en su espalda la hizo pensar que debía frenarse.

  • “Una imagen encantadora de preocupación familiar”, se rió Abdu Kunk, frotándose las manos como un vendedor entusiasta que olfateaba una venta y que deleitaría mucho a su Amo, si las tres estuvieran en su harén.

Murat asintió.

El látigo de uno de los capataces se agitó peligrosamente cerca del culo de Elle, haciendo que se esfuerce por levantar más alto las rodillas, mientras pensaba:

Al menos, no estoy como las mujeres que vi en la Escuela de Amor, teniendo que hacer esto mismo, embarazadas casi en el momento del parto… Pero, ¿Y si mi hija Julia y Nicole estuviesen preñadas?... Esto parece tan normal en este lugar terrible… Todas nosotras hemos sido deliberadamente separadas y sin poder hablarnos.’

Ellen se había horrorizado al ver lo que le se habían hecho con los labios vaginales de Nicole, así como la transformación a la que habían sometido a su hija Julia.

‘¿También a ambas les habrían hecho lo mismo que a ella y les habrían cortado el clitoris?... Ella recordaba horrorizada cuando le quitaron las vendas y en lugar del clítoris sólo encontró una pequeña cicatriz… Y también sintió una enorme humillación y vergüenza durante las forzadas practicas sexuales con negros muy viriles, para que su capataz comprobase que con el éxito de haberla capado se había acentuado las ganas de tener una gran polla dentro de su coño… ¿Su hija y su criada también habrían pasado por estas practicas tan degeneradas?… ¿Qué terrible destino les esperaba como esclavas blancas en los Estados de Barbéria?’ , siguió pensando.

Y eso que sólo hace poco tiempo ella era una novia que se ruborizaba pensando en la forma de sexo que tendría con su futuro marido y Julia estaba medio comprometida con el apuesto joven inglés.

Pensamientos similares estaban corriendo a través de la mente de su hija Julia mientras ella también se esforzaba por levantar sus rodillas... Ella también recordaba el impacto que tuvo al ver lo que habían hecho cuando le quitaron los vendajes… Fue un shock mezclado con fascinación porque ella tuvo que admitir que su pubis quedó muy bonito… Pero podría alguna vez ver a su amado?... ¿Quién tomaría ahora su preciosa virginidad?

Julia también recordó la gran vergüenza que pasó cuando su capataz negro, le metía suavemente un par de dedos dentro de su coño para no dañar su precioso himen y comprobar cómo se calentaba a pesar de haberle cortado el clítoris y estar capada… Y esto se lo hacía constantemente y ella se dejaba hacer por temor a su caña y látigo.

También Nicole sintió un gran horror cuando le quitaron los vendajes… Tuvo una mezcla de pánico y fascinación por la forma en que quedaron sus labios vaginales, que se veían como los de una niña y le cortaron el clítoris, es decir, la caparon… Al igual que Ellen, se sorprendió mucho durante las forzadas prácticas sexuales con hombres negros con grandes pollas que la penetraban violentamente y ella respondía frenéticamente para ver si podía alcanzar algún orgasmos… Una vergonzosa experiencia que le obligaron a practicar frecuentemente a la vista de su capataz.

A una señal del traficante de esclavos, las tres mujeres estaban ahora jadeando por el esfuerzo realizado, mientras eran sujetadas firmemente por su capataz parado orgullosamente detrás de ellas… Luego, a una orden, las tres mujeres, con sus manos esposadas detrás de la cabeza, se arrodillaron ante el extraño hombre negro Murat y besaron su vestido como señal de sumisión y respeto… Luego, a cada una se le dio un toque de advertencia para guardar silencio y su capataz les mandó abrir su boca para que Murat inspeccionase sus dientes, sintiese la suavidad de sus bocas y oliera la dulzura de su aliento.

Nuevamente satisfecho, Murat retrocedió admirando la línea de mujeres desnudas y ya bien disciplinadas... Qué divertido lo encontraría el Emir... Con estas tres esclavas, él podría, como había dicho Abdu, hacer todas las variaciones posibles y disfrutar con ellos.

‘Por ejemplo, nada sería más humillante para la madre y la hija que complacerlo, la una frente a la otra... Podía imaginar el deleite de su Amo viendo como la madre estimulaba a su hija frente a él, para prepararla para meterle su Amo la gran polla que tiene y hacerle perder la virginidad… O que la hija estimulase a la madre para calentarle bien y prepararla para que su Amo se la follara a la vista de su hija.’

‘También podría imaginarse a la hija y a la joven sirvienta complaciendo ambas a su Amo, entregadas totalmente y de forma humillante para lograr darle placer y buscar desesperadamente lograr el suyo... O bien, podría disfrutar de la vergüenza mutua de la madre y su ex sirvienta entregadas totalmente en darle placer mutuo o independiente pero con la participación activa de la otra.’

‘O las tres, cuidadosamente entrenadas por él de antemano.’

‘Y sin olvidar, por supuesto, que las tres habían sido entrenadas para bailar con el vientre desnudo frente a su Amo.’

‘Las posibilidades parecían interminables’ , pensaba Murat

  • “Sí… Compraré a las tres, pero espero que me haga un descuento”, dijo en un tono comercial.

  • “Esto que te lo estoy ofreciendo es un lote único”, exclamó Abdu.

El trato serio de la negociación sobre el precio había empezado… Continuó por un tiempo, con las tres mujeres avergonzadas que ocasionalmente eran obligadas a mostrar sus encantos o llevadas a Murat para que las inspeccione de nuevo, mientras que el paje eunuco blanco de Abdu, servía innumerables pequeñas tazas de café turco.

A la mañana siguiente, un pequeño carro tirado por mulas dejó el establecimiento del comerciante de esclavas... Debajo de las cubiertas de lona había una jaula de barrotes de hierro y dentro de ella, tres mujeres medio desnudas, amordazadas y esposadas… La jaula era baja, forzando a las mujeres a gatear a cuatro patas.

Cada una estaba encadenada por el cuello en un rincón diferente de la jaula... Sus mordazas solo se les quitaría momentáneamente para alimentarlas ya que ellas no pueden hacerlos por llevar unos gruesos guantes sin dedos cubriendo sus manos… Y cuando se les alimentaba debían mantener un estricto silencio.

No podían ver nada, excepto a través de unas pequeña rejillas en el suelo de cada esquina de la jaula oscilante, que les servía para soltar sus excrementos y orines… A través de estas rejas, habían visto los adoquines de las calles de la ciudad ahora reemplazados por las interminables arenas del desierto.

Cada mujer estaba terriblemente consciente de que habían sido compradas como esclavas por el hombre negro extrañamente vestido, pero no tenían idea de dónde las estaban llevando, ni su destino, pero al menos todavía estaban juntas las tres.

Antes de dejar la Casa de Abdu Kunk, un pequeño diamante rojo y algunos números arábigos habían sido cuidadosamente tatuado en la parte interna de los muslos… También, los collares de hierro del traficante de esclavos fueron reemplazado por otros más anchos de bronce, suministrados por Murat, con bordes curvos para mayor comodidad… Pero siendo mucho más amplio estos collares mantenían las cabezas de las mujeres con la barbilla levantada, tal y como desea su Amo, el Emir.

Colgando del anillo en la parte delantera de cada cuello estaba un disco de bronce con extraña escritura árabe en él... Si las mujeres supieran leer harían sabido con horror que ahora eran propiedad del Emir de Gaza.

Continuará......