Los terribles y sádicos piratas de Berbería (8)

La dura vida de las esclavas como remeras de la galera de su Amo y su única posibilidad de salir de ese infierno... Su ejemplo en la esclava inglesa castigada por el jefe eunuco del haren

Los terribles y sádicos piratas de Berbería

Capitulo 8.- Las esclavas de galeras

Personajes: - Capitán Roy Curry , convertido en Aslak Brek,

- Camyl , esclava inglesa del haren de Aslak Brey.

- Bakú , cómitre de la galera de Aslak Brey.

- Mosul , jefe eunuco harén de Aslak Brek.

- Onan , ayudante eunuco de Mosul.

- Tulip , joven eunuco de Aslak Brek.

- Ellen Baker , viuda y novia del Capitán Alan Risz.

- Julia , hija de Ellen Baker.

- Nicole Talbot , criada de Ellen Baker.

- Thomas Baker, padre de Ellen

- Grace , esclava irlandesa del harén de Aslak Brey.

- Marie , esclava francesa del harén de Aslak Brey.

El excapitán ingles Roy Curry, convertido ahora en Aslak Brek, Comandante de los Jenízaros, pensaba lo hermosa se veía su galera, mientras se dirigía al embarcadero situado debajo de su palacio, seguido por Tulip, su pequeño secretario eunuco blanco… Su galera estaba amarrada a popa en una zona del puerto del mar Mediterráneo sin mareas, ni oleajes.

Mientras se acercaba a ella, admiraba lo brillante que estaba por esa capa de barniz que tenía, con su puente de popa elevada que se curvaba muy por encima de las aguas tranquilas y claras y su proa puntiaguda para cortar las olas.

Un poco por debajo de la cubierta, había diez bancos atravesados por una estrecha pasarela que corría por el centro de la nave… En estos bancos se sentaban las llamadas esclavas remeras, mujeres jóvenes entrenadas para remar… Para un mejor apalancamiento de cada remo habían, a lo largo de cada lado de la galera, unas horquillas a través de las cuales pasaban los remos, diez a cada lado, para ser empujados por las esclavas remeras… Los bancos, al estar un poco más bajos que la cubierta escondían a las esclavas desnudas de las miradas indiscretas.

Brillantes banderas de seda de colores ondeaban tanto en la proa cómo en la popa… Y en la elevada cubierta de popa había una especie de escenario con un toldo de lona forrado con sedas de color verde pálido para proteger a su Bey (=jefe) Aslak Brek del abrasador sol.

El timonel árabe, de pie junto al timón situado en el extremo posterior mucho mas levantado de la popa, rompió el estricto silencio impuesto a bordo según la costumbre turca de respeto a la autoridad con el grito:

  • "¡Maestro llegando a bordo!"

Inmediatamente, el joven que estaba en la proa de la galera dio un breve repique en su tambor… Abajo, en la pasarela que corría por el centro de la cubierta de remo, Bakú, el cómitre eunuco negro, encargado de dirigir la boga y azotar a las remeras perezosas, sosteniendo su látigo enrollado en una mano, levantó lentamente su mano libre y sin decir una palabra, chasqueó el látigo dos veces.

El primer chasquido de látigo era una advertencia preliminar para que

las calladas remeras esclavas de galera se pusieran erguidas en sus asientos… El segundo chasquido de látigo era para que cada remera esclava estirasen sus brazos a una posición horizontal, de modo que sus remos también lo estuvieran y quedasen paralelos al agua.

Cada una de las remeras esclavas desnudas estaba atada a su remo, mediante unas esposas en cada muñeca por un pequeño candado… En ese momento, debían controlar que las palas de los remos mirasen hacia arriba y formasen una línea perfectamente espaciada.

Bakú, el cómitre, vestido con un chaleco y pantalones rojos a juego, caminó lentamente por la pasarela hacia popa, para saludar a su Bey (=jefe)… Al pasar, sus ojos rápidos, brillantes e inyectados en sangre, comprobaron que cada remera esclava blanca estaba sentada erguida, con la barriga succionada y sus hombros hacia atrás para que los pezones pintados de rojo escarlata estuvieran empujados hacia adelante, la barbilla levantada y ojos fijos en la parte baja de la espalda de la mujer sentada delante de ella.

Desconociendo si el Bey iba sólo, el cómitre también comprobó que el rostro de cada mujer estuviera bien tapado por su máscara de cuero.. A los hombres ricos en Marsa no les importaba que otros hombres vieran a sus esclavas remeras de galeras desnudas, pero sus caras debían estar siempre ocultas a la vista de otro hombre... Sólo si el Bey (=jefe) estuviera solo, las máscaras podrían quitarse… Y eso se hacía siempre una vez que la pequeña galera estuviera fuera del puerto para que el Bey pudiera ver sus caras.

El diseño de las máscaras dependía del capricho de cada Bey... En este caso Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, había copiado al Pacha (=Gobernador) usando máscaras de cuero rígidas que no se verían afectadas por el sudor que corría por las caras de las mujeres cuando se les ordenaba remar rápido.

Las máscaras cubrían toda la cara, excepto dos pequeños agujeros para los ojos. Esto tenía la ventaja de evitar que las mujeres pudieran hablar entre ellas o meterse en la boca cualquier alimento

que podría alterar el equilibrio de la dieta especial, pero escasa que

se les daba para mantenerlas en forma.

El color de las máscaras eran negro para contrastar con el blanco de su piel... Llegaba hasta por debajo de la barbilla para no ocultar el grueso collar de hierro negro remachado alrededor del cuello de cada mujer y el anillo grande en la parte delantera de cada collar que se utiliza para encadenarlas por la noche en los corrales de esclavas que hay debajo del palacio.

‘Este era un equipo bien entrenado, obediente al látigo y capaz de remar por periodos largos’, pensó Bakú… Eran un crédito para él como cómitre, responsable de cada momento de sus vidas… Era él quien decidía qué remeras bogaban, qué comían y cuando dormían... Además, quien supervisa sus funciones íntimas y naturales… De hecho, todas las remeras eran enteramente de su responsabilidad y él se sentía orgulloso de ello.

Echó un último vistazo a los cuerpos desnudos y silenciosos de las esclavas remeras, cada una colocando su remo en la posición de saludo… Luego, satisfecho de que todo estaba correcto, se volvió para inclinarse al Bey al cual servía.

Aslak Brek,, subió por la pasarela que conducía a la parte elevada de popa.. Iba vestido con un uniforme llamativo, compuesto de pantalones azules voluminosos, botas amarillas y una larga túnica amarilla con una amplia franja dorada por los bordes.

Este uniforme lo denotaba como el Agha o Comandante del Regimiento del Cuerpo de Jenízaros del Sultán, destacado aquí, en Marsa (=Malta)… En su cabeza llevaba el zarcola, el extraño casco de latón de los jenízaros con sus altas plumas blancas que se curva sobre la cabeza y luego cuelga sobre la espalda.

El Bey se sentó a la sombra del toldo en un sofá sobre el cual se habían colocado cojines de colores, bellamente bordados... Todo sobre la galera y su tripulación estaba destinado para reflejar la magnificencia, el poder y la crueldad de su verdadero dueño: el Sultán.

Con un nuevo redoble de tambor, hubo otro doble chasquido de látigo de Bakú, el cómitre: el primero fue el aviso y el segundo, la orden ejecutiva.

Al instante, las veinte mujeres desnudas se balancearon hacia delante al unísono, las campanitas colgando de sus anillos de pezón

tintinearon provocativamente... Llegaron con los palos de los remos a tocar la parte posterior de la mujer sentada delante... Los palos de cada remo se mantuvieron paralelos al agua y ellas quedaron muy quietas, esperando nerviosas la próxima orden: la de bogar.

Hubo un doble repiqueo en el tambor… Las mujeres contuvieron el aliento… Sus dedos se apretaron sobre los palos de sus remos.

De nuevo, como un disparo de pistola, llegó otro chasquido de látigo..

Hubo una pequeña pausa y luego un segundo chasquido.. Al instante, veinte remos se sumergieron en el agua y veinte espaldas delgadas se tensaron con movimiento perfecto.

Primero fueron seis remadas cortas, cada una de ellas marcadas por un toque de tambor, para apartar suavemente la galera del muelle... Cuando esta comenzó a bogar a través del mar tranquilo hacia la bahía, los intervalos entre cada golpe de tambor se alargaron.

Pronto cada joven esclava remera se estaría esforzando al máximo bajo los ojos vigilantes del cruel maestro de látigo, que las acechaba

mientras caminaba arriba y abajo por la pasarela.

Bakú, el cómitre, estaba orgulloso de la forma en que cada una de ellas se esforzaba por traer el palo de su remo de vuelta a las campanitas colgando de sus pezones pintados.

Cada vez que lo hacían, levantaban automáticamente su vientre hacia la figura de su Amo, sentado cómodamente en la cubierta de popa.

Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, podía ver perfectamente que debajo de la marca distintiva de cada joven esclava remera, ésta le mostraba su coño libre de todo signo de vello ya que habían sido cuidadosamente eliminados.

También podía ver la línea de anillos de plata colocados a ambos lados de sus labios vaginales a través de los cuales se roscaban, como los cordones de un zapato, unos cordones negros que los mantenían pegados, bien atados y terminados en un pequeño lazo en la parte superior de los labios vaginales.

De esa forma tan cruel, las jóvenes esclavas remeras aprendieron que nunca se les permitía desatar esos cordones y se aseguraban también que se mantuvieran siempre puras, especialmente de noche cuando estaban encadenadas en sus puestos de descanso... Todas sus energías debían guardarlas para tirar de los remos.

De hecho, los cordones sólo se aflojaban cuando el terrorífico Bakú, el cómitre, o su joven asistente lo decidían y eso era sólo por

tres motivos:

El primero, cuando diariamente todas las mujeres tenían que hacer, de forma humillante, ‘la fuente’ para orinar al unísono.

El segundo, cuando se tenían que someter a la inspección matutina por parte de Bakú antes de embarcarse en la galera ese día… Este era el momento en que él decidía si dejar a una chica en su puesto o llevarla como remera, ya que tenía varias de repuesto.

El tercero, cuando, una vez a la semana, la mujer era obligada a colocar sus manos esposadas sobre su cabeza, él aplicaba una loción depilatoria irritante en su monte de Venus y labios vaginales y esperaba a que ella comenzara a retorcerse de dolor… Entonces aprovechaba que los cordones estaban sueltos para separar sus labios vaginales y frotar un poco de la loción a lo largo del interior de los labios para asegurarse de que no crecían pelos antiestéticos allí… Esto siempre provocaba un mayor espasmo de dolor y la mujer se retorcía de forma más violenta, por lo que el cruel Bakú y su joven asistente disfrutaban mucho viéndolo.

El efecto de este cordón era muy excitante cuando las mujeres remaban... A medida que se inclinaban hacia atrás al completar cada golpe de remo, hacía que cada una de ellas, reducida al anonimato por su máscara y en silencio, mostraba su coño con sus labios atados, usándolo para tratar de llamar la atención del Bey y así terminar su vida como esclava de galera y ganar su ascenso al harén.

Luego, en movimiento perfecto, todas empujarían los palos de sus remos nuevamente hacia adelante para comenzar el siguiente golpe,

mientras las campanitas colgadas de sus senos tintineaban todas al unísono.

Algunas mujeres hacían, ocasionalmente, que sus pechos temblasen un poco más para hacer sonar sus campanitas más fuerte y así atraer la atención del Amo.

Bakú se jactaba de que al igualar el tamaño de las campanitas de cada esclava remera al de sus pechos, conseguía una nota distinta procedente de cada par de campanas.

También les permitió a las esclavas remeras prescindir de las tensas cadenas que unían sus cuellos… Estas cadenas sólo las usaba cuando entraba una nueva chica a remar… La cadena estaba estrechamente ligada a las mujeres sentadas inmediatamente delante de ella y detrás de ella para así conseguir que tirase de su remo en el

movimiento perfecto que hacían estas.

Siempre que todas tiraran al unísono al comenzar y terminar cada golpe de remo, se producía un pequeño tirón de sus pechos, cuyo resultado era la música sincronizada que se escuchaba procedente del tintineo de las campanitas

¡Ay! de cualquier esclava remera cuyas campanitas tintinearan un poco antes o después que el resto, o de la que pensara tirar sólo de su remo, evitando que las campanitas sonaran… El castigo sería inevitable y realmente duro.

Cuando Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, miró a sus desnudas esclavas remeras de galera, notó, como siempre, que no habían dos pares de pechos que tuvieran la misma forma y firmeza… Tenían los pezones pintados de rojo y cada uno llevaba insertado un anillo de oro del que colgaban campanitas de diferentes tamaños.

Además, sus esclavas de galera también llevaban en la cabeza,

sobre sus máscaras de cuero negro, unas plumas similares a las que él llevaba en su gorro para evidenciar claramente que era la galera del Comandante de los jenízaros.

En Marsa era normal que el dueño de una galera marcase a su equipo de esclavas de galeras con un distintivo... Algunos ordenaron que tuvieran las cabezas totalmente afeitadas, o afeitadas a los lados con unos mechones estrechos sobresaliendo desde la cabeza hasta el cuello, en rojo, estilo indio… Otros les colocaban un gran anillo en la nariz e inclusos pequeñas gorras similares a las que usaban en los harenes.

El número de remos en cada lado de la galera estaba estrictamente regulado… Catorce para el sultán si visitara Marsa… Doce para el Bajá, su gobernador… Diez para el comandante de los jenízaros y otros funcionarios principales y ocho para los principales comerciantes, traficantes de esclavos y terratenientes de quienes dependía la riqueza del puerto.

Algunos de los ricos comerciantes de Marsa todavía preferían que sus esclavas remeras de galeras fuesen negras traídas a Marsa desde África... Sin embargo, con la gran oferta de mujeres cristianas capturadas y la consiguiente caída de su precio, se usaron cada vez más las esclavas blancas o una mezcla de ambas, alternando los colores negro y el blanco para tirar de los remos.

Y también, como gustos variados, unos prefirieron usar esclavas de más edad alegando que resistían mejor la dura vida de esclava de galeras que las jóvenes, que tenían menos resistencia en el remo… Otros preferían la combinación de jóvenes y más adultas, aunque estas últimas tuviesen los pechos más caídos cuando las miraban desde sus cómodos asientos de popa… Y a otros les gustaba tener el equipo formado sólo por jóvenes esclavas remeras.

Sin embargo, en una cosa si había un acuerdo general… Esto era que

era importante mantenerlas siempre frustradas y humilladas, no permitiéndoles disipar sus energías en nada que no fuera para tirar del remo la galera de su Amo, evitando en todo momento el desfogue sexual.

Estas galeras ligeras eran el medio de transporte más cómodo para sus propietarios y un hobby añadido, además de proporcionar una pintoresca vista para los visitantes de Marsa.

La remera esclava blanca de galera número 16 saltó cuando Bakú, el cómitre, que estaba de pie detrás de ella lanzó su látigo

sobre su hombro desnudo, solo un poco bronceado por la exposición al sol, y pasó por debajo de su brazo derecho golpeando también su pecho derecho.

Camyl gritó debajo de la máscara de cuero que cubría su boca... Ella deseó desesperadamente frotar su pezón pintado, con su campanita colgante, para aliviar el dolor, pero con sus muñecas encadenadas a su remo, sólo podía tocarlo momentáneamente al final de cada golpe... En cualquier caso, con el aterrador Bakú de pie detrás de ella, no se atrevió a tratar de tocar sus pechos, sino de mantener sincronizado el ritmo del remo con el tambor que golpeaba rápido porque el Bey así lo había ordenado.

La tensión física de mantener esta rapidez de remado la alivió del dolor del latigazo recibido… Ella había tratado de aliviar sus dolores

musculares remando sin tirar realmente fuerte… No se había dado cuenta de que Bakú había subido por la pasarela desde la proa

y había estado parado detrás de ella y se dio cuenta rápidamente que estaba flojeando.

  • "¡Rema duro, número 16!", escuchó mientras levantaba el látigo para darle otro latigazo.

Camyl sabía que tenía que mantener los ojos fijos en la espalda de la esclava remera que tenía delante de ella, pero a la vez no pudo evitar mirar rápidamente al apuesto joven inglés sentado majestuosamente en la cubierta de popa, el hombre cruel que la poseía, el hombre al que amaba y adoraba, pero igualmente el hombre que ella odiaba y despreciaba por permitir ser sentenciada por su jefe eunuco negro a pasar una temporada como esclava de galera.

Cada mañana, temprano, con sus rostros ocultos por sus máscaras de cuero numeradas y las plumas ondeando sobre sus cabezas, las esclavas remeras fueron liberadas de sus puestos, de la pesada cadena de cuello en las que estaban atadas y se colocaron en dos filas en el pasillo… Ese era un momento de aparente libertad, pero era una falsa libertad, porque Bakú había cerrado y bloqueado la robusta puerta de hierro al final del pasillo.

Entonces cada esclava de la fila era encadenada por los anillos de sus collares mediante cadenas cortas... Cada fila tenía diez mujeres que serían encadenadas a los remos en el lado de estribor y un repuesto

que sería encerrada en una pequeña jaula en la proa… Y lo mismo para las esclavas remeras del lado de babor y la esclava de repuesto.

Las esclavas menos fuertes, se encargarían de los remos de la parte delantera y las más fuertes, que tirarían de los remos más severos, se sentaban en la parte posterior.

Una vez todas las esclavas fueron encadenadas con sus rostros ocultos, obedientes al chasquido del látigo de Bakú, las dos filas de esclavas remeras desnudas saldrían a la luz del sol, juntando sus manos esposadas detrás del cuello y caminando, de forma humillante, levantando las rodillas a la altura de la cintura, acompañadas por el chasquido del látigo de los ayudantes para obligarlas a mantener el paso a lo largo del muelle, donde la elegante galera de su Amo estaba amarrada a popa frente al palacio del Bey.

Luego, las esclavas remeras, embarcarían y serían encadenadas a sus remos… Sólo entonces se quitaban las cadenas que unían sus collares, pero no las de aquellas que todavía no estaban aptas para seguir el ritmo del resto.

Ahora encadenadas a sus remos, con sus rostros cubiertos por sus rígidas máscaras de cuero, tuvieron que sentarse en silencio soportando el cálido sol de la mañana, esperando por si su Amo podría necesitar su galera.

Si el Bey bajaba a tierra en algún lugar donde la galera tendría que esperarlo, el timonel, ocasionalmente, pedía algunos golpes de remos para mantener la nave en posición.

Muchas veces, el timonel y Bakú hacían que las mujeres practicasen cómo retroceder la galera moviendo los remos, o hacerla girar hacia un lado o hacia otro, o practicar la llegada o la salida del embarcadero.

Camyl pronto se encontró orgullosa aprender a manejar el remo de manera tan experta… Ella, a veces echaba un vistazo a otras galeras, también tripuladas por mujeres blancas desnudas bajo las órdenes de un cómitre bien vestido... Todo estaba claramente destinado a ser una señal externa de la riqueza de sus propietarios, al igual que en Inglaterra se poseía un hermoso carruaje con sus postillones y conductores elegantemente vestidos y equipos de caballos a juego.

Pero la gran diferencia es que aquí, además del signo de riqueza, había que sumar utilizar a mujeres desnudas como esclavas de galeras y notar el signo de crueldad y venganza de sus Amos contra los odiados cristianos.

Para colmo de las humillaciones que soportaban, Bakú incluso les enseñó a los esclavas remeras a cantar... A menudo por la noche, cuando el Bey estaba visitando una lujosa villa de una viuda rica a la orilla del mar, él y su amada escuchaban serenatas dadas por las esclavas encadenadas a los remos de la galera esperando en las tranquilas aguas iluminadas por la luna… Eso era una vieja costumbre de Marsa y una forma más de crueldad.

A veces, Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, solía invitar a su dama turca para un crucero a la luz de la luna alrededor de la bahía… Entonces, era cuando Camyl se volvía loca de celos, encadenada

impotente a su remo y teniendo que cantar en árabe o turco una canción de amor mientras su Amo follaba con su amante en la cubierta del popa y escuchaba sus gritos de placer.

Además, ella odiaba a este hombre por permitir que Mosul la condenara a esta terrible vida que ahora tenía… Pero cuando lo miraba sentado imponente sobre la popa, no podía evitar admirar sus formas dominantes y su aspecto viril y guapo y olvidaba su odio.

Pensó en la forma en que él hacía las cosas cada vez que tenía ganas de correrse y degradar a una mujer a la vista de todos.

Para ello seleccionaba a una de las esclavas remeras y ordenaba que fuera reemplazada por una de las esclavas de reserva… Luego, Bakú la soltaba del remo y Tulip, el secretario, la llevaba enganchada por una cadena, arrastrándose de rodillas, por la pasarela hasta la popa donde estaba su Amo.

Allí, Tulip le quitaba su máscara y todavía de rodillas, con sus manos esposadas y en el suelo, la esclava metía la cabeza bajo la túnica del Bey o sobre sus voluminosos pantalones azules turcos y comenzaba con su boca a darle el mayor placer posible.

Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, miraba a las esclavas remeras desnudas, esforzándose con sus remos bajo el látigo de Bakú, mientras que ellas miraban a través de los pequeños agujeros para los ojos de sus máscaras cómo su Amo disfrutaba de la mamada que le estaba haciendo la esclava que había seleccionado.

Veían también cómo su Amo utilizaba una mano, bien para acariciar los pechos, con sus anillos y campanitas colgando de la humillada esclava, o dirigirle su boca y lengua en su polla para obtener mayor placer… Y también veían la cabeza de esta esclava subiendo y bajando al tiempo que les mostrarles a todos, sus labios vaginales fuertemente unidos brillando con signos de excitación frustrada.

A pesar de esta humillación, Camyl deseaba ser ella la que fuese seleccionada... Ella le hubiera dado a su Amo tanto placer que seguro habría ordenado que la enviaran de vuelta al harén… Pero una y otra vez había sido ignorada y en cambio, Aslak Brek había elegido otras esclavas para que le dieran placer.

Cuando ella levantaba su cuerpo mostrándole su cuerpo al final de cada golpe de remo, podía sentir que se excitaba bajo sus labios vaginales atados por los cordones.

También había aprendido a temerle a Bakú, que con su látigo en mano caminaba en silencio por la pasarela, mirando con sus

sus ojos ansiosos por captar el menor debilitamiento de cualquiera de sus esclavas remeras para descargarlo sobre su espalda.

En uno de sus muchos desplazamientos, Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, miró a su alrededor y vio que la nave se estaba deslizando rápidamente las tranquilas aguas de la bahía, bien alejada de la costa y de otras embarcaciones.

La vista de las mujeres desnudas tirando de sus remos desde donde se encontraba sentado mirándolas, era muy excitante... Pasaría algún tiempo antes de que llegase al fuerte que debía inspeccionar y en esos momentos pensó en disfrutar con uno de sus esclavas remeras.

Bakú y su joven asistente, ahora golpeando el ritmo de boga con el tambor en la proa, lo tomarían como un cumplido para ellos por cómo mantienen atractivas a las esclavas remeras de galera con su control tan estricto... En cuanto a Tulip, su eunuco blanco, estaba acostumbrado a asistir a su Amo en esos momentos.

Miró hacia abajo fijándose en los veinte elegantes cuerpos femeninos desnudos, remando todas de forma perfecta... Ahora que estaban fuera de la zona del puerto, podría ordenar que se quitaran sus máscaras, pero recordó que Camyl era el número 16 y no necesitaba

que se quitase la máscara para recordar su belleza.

Se volvió e hizo un gesto hacia el timonel, que a su vez le hizo señas al muchacho del tambor que estaba en la proa… Segundos más tarde las esclavas remeras de la galera oyeron un repique de tambor.

Reconocieron la señal que les advertía que se preparasen para sacar sus remos del agua… Esto generalmente significaba que una mujer iba a ser sustituida rápidamente por una de las dos repuestos que estaban en las pequeñas jaula.

Cuando el tambor dio un golpe, esa fue la señal ejecutiva para que se llevara a cabo la orden, cada mujer estaba con la esperanza de ser ella la elegida a pesar de su humillación por tener que mamarle la polla a su Amo delante de todos, pero al menos descansaría de remar y si tuviera suerte podría pasar al harem.

Todas vieron a Bakú, su cómitre, él que las daba latigazos, ir por la pasarela en busca de la mujer seleccionada por el Amo y que debía darle placer a la vista de todos.

Diecinueve pares de ojos llenos de celoso odio vieron que no era la mujer seleccionada… El pequeño eunuco llevó a la remera de reemplazo y el intercambio de lugares se hizo rápidamente…

La aún enmascarada Camyl fue conducida, desnuda y arrastrándose a cuatro patas, arriba, por la pasarela hacia la popa, con la cabeza siempre baja.

A pesar de la humillación, ella no pudo evitar estar feliz de haber sido la elegida… Ella incluso se sentía excitada bajo los cordones… Cuando subió los escalones hasta la popa recordó a las otras esclavas remeras que subieron antes mostrando la reluciente humedad entre los apretados labios vaginales debido a su excitación… Ella se sonrojó bajo su máscara al darse cuenta de que los suyos también se estaba mostrando ahora exactamente igual... Qué débil e indefensa era el sexo femenino en el presencia de un macho fuerte y viril.

Manteniendo obedientemente la cabeza baja, vio cómo su horrible castigador de latigazos entregaba a Tulip la cadena que llevaba al cuello… Nerviosa, miró la punta del pequeño látigo que colgaba delante de ella de la muñeca del pequeño eunuco.

Pronto, ante sus ojos estaban las zapatillas decoradas de su Amo, y encima de ellas la túnica amarilla que cubría sus holgados pantalones azules.

  • "Debajo", ordenó Tulip con voz de falsete, dándole un golpe seco de látigo en su desnudo culo.

Rápidamente, ella metió su cabeza debajo de la bata, manteniendo las manos esposadas en la cubierta de popa… Otro golpe de látigo en el culo era la orden para buscar la polla de su Amo y comenzar a mamársela y darle todo tipo de placer.

Satisfecho de que Camyl estaba dando placer a su amo, Tulip tosió discretamente… Era bastante habitual que hombres importantes se deleitaran con una mujer arrodillada cuando, como ahora, iban a leer la correspondencia traída por su pequeño eunuco blanco.

  • "Su Excelencia… Esta carta ha sido enviada para usted por el embajador británico en Constantinopla", murmuró respetuosamente Tulip con su voz de falsete, debido a que había sido castrado.

Sorprendido, Aslak Brek, el excapitán ingles Roy Curry, tomó el sobre… Todavía llevaba el sello de la embajada británica, aunque sin duda, él pensó que habría sido leído en secreto en Constantinopla, y también aquí en Marsa por el Pasha (=Gobernador).

Mientras tanto Camyl, al igual que su Amo, también escuchó otro chasquido del látigo de Bakú y otro pequeño grito desde abajo en la cubierta de remo mientras le mamaba la polla y le daba el mayor placer posible.

Aslak Brek abrió el sobre mientras Tulip le dio otro pequeño latigazo a Camyl en su culo desnudo para asegurarse que continuaba sus atenciones a la polla de su Amo bajo la túnica.

La carta escrita en inglés, decía:

‘Mi querido Fitzgerald,

entiendo que después del incidente acaecido en Londres con mi hija Ellen, camarera de la reina, al ser sorprendido con ella y expulsado del ejercito, comprendo que ahora estés prestando tus servicio al Sultán de Turquía... Escuché que tienes un alto rango y ahora estás en el norte de África.

Quizá estés cerca de mi hija Ellen, que después de la muerte prematura de su esposo, se enamoró de tí… Quiero que sepas que el lamentable incidente también la afecto a ella pues la reina la aparto de su servicio como camarera… Mis escasos recursos económicos para poderla mantenerlas hizo que ella y su pequeña hija Julia se trasladasen a reunirse con su último pretendiente, el Capitán Alan Risz, del 23 Regimiento de Su Majestad estacionado en Sicilia.

Espero que hayas perdonado mi oposición a vuestra relación… Ahora te escribo para suplicar tu ayuda y para darte algunas malas noticias… El barco en el que viajaban fue capturado por los piratas de Berbéria... Ella ha desaparecido juntos con su hija Julia, que ahora tiene diecisiete años… Tampoco tenemos noticias de su doncella, Nicole Talbot, que viene de mi finca aquí en Escocia.

Debemos suponer que todas las mujeres han sido esclavizadas por esos crueles piratas.

En nombre de Dios, y por lo que te amo una vez, la encuentres y obtengas su liberación, junto con la de mi nieta y la criada.

Eres la única esperanza de un viejo solitario.

Tengo el honor de ser, señor, su servidor más obediente,

Thomas Baker.

El excapitán ingles Roy Curry, ahora convertido en Aslak Brek, leyó la carta dos veces y luego lanzó un profundo suspiro… La bella Ellen era de hecho un viejo amor... La había conocido siendo una joven viuda, muy voluptuosa, en Londres... Era cierto que, en un momento loco, le llegó a proponer matrimonio, pero su padre lo había rechazado al ser sabedor de su falta de medios para mantenerla y por tanto, le había prohibido su matrimonio con él.

Quedó angustiado al saber lo que le había pasado a Ellen, pero encontrar una esclava blanca en el norte de África era como buscar una aguja en un pajar… Especialmente porque ella era británica.

El hecho de que los Estados de Berbería hayan firmado tratados con Gran Bretaña, acordando no atacar a los británicos o esclavizar a súbditos británicos, lo hacía aún más imposible… Oficialmente no podrían haber esclavos británicos, ni rescates por ellos.

Los caballeros turcos y árabes nunca hablaban de sus mujeres con alguien que no fuese su jefe negro eunuco y, una vez encerradas en un harén, nunca se volverá a saber nada de ellas.

Tampoco, el gobernador del puerto de Berbería a los que habrían sido llevadas querría ayudar a encontrarlas… No querría ningún escándalo

o problemas con los británicos… Abastecer a los británicos con comida fresca era un negocio altamente rentable para todos los de Berbería… ¿Para qué meterse con este problema?... Mejor olvidarlo.

Si las mujeres británicas desaparecidas hubieran sido capturadas y esclavizadas por corsarios, ahora estarían encerradas con seguridad en un harén.

Momentos después, tras descartar estos pensamientos, y mientras sentía la suave lengua de Camyl todavía trabajando sobre su polla para complacerlo, Tulip le entregó otra nota del Pasha pidiéndole que fuera al día siguiente para discutir algunos asuntos urgentes.

Devolviendo esta nota a Tulip, Aslak Brek bajó su mano y a través de su túnica, agarró el pelo de Camyl... La hermosa zorra le estaba haciendo un buen trabajo, sintiendo una tensión cada vez mayor y la proximidad a correrse.

  • "¡Alto!"… Ordenó… Quería reservarse para el harén.

Obedientemente, la pequeña lengua de Camyl quedó quieta… Ella estaba bien entrenada para usar su lengua y boca para dar placer.

Aslak Brek reflexionó… ‘Esta esclava alguna vez fue una persona respetable… Una joven inglesa casada con un oficial del ejercito británico… El miedo al látigo de los eunucos la ha convertido en una puta para darme placer.

La había extrañado durante este tiempo porque echaba de menos reír con ella y hablar inglés, al tiempo que disfrutaba de su cuerpo.

¿Habría aprendido ahora la lección?... Seguramente, si… Lo que sufrido durante este tiempo la habrá marcado sin duda para toda su vida y obedecerá de inmediato las ordenes que se le den, con total entrega... Incluso Mosul podría estar de acuerdo en que ella sería ahora mucho más sumisa que anteriormente para ser devuelta a su cuidado.

Sí… Había tomado su decisión... Ordenaría a Bakú que Camyl volviese de inmediato al harén.”

Al día siguiente, Aslak Brek se presentó en el palacio del Pasha (=Gobernador) de Marsa (actual Malta) al ser requerido por él.

  • “¡Hijo mío!", exclamó el Gobernador de Marsa sentado majestuosamente entre almohadas y resplandeciente, como correspondía al representante del Sultán de Constantinopla, portando un enorme turbante y una túnica de seda bordeada en oro.

  • “He tenido una especial solicitud de nuestros servicios de un leal servidor de Su Majestad Imperial el Sultán: el Emir de Gaza.

  • “¿El Emir de Gaza?... Pero si él es un cruel y tirano despreciable!”, exclamó Aslak Brek, enojado.

  • “Pero es un gran servidor de Su Majestad Imperial y le debemos mucho, hijo mío, porque él se ha negado siempre a tener algo que ver con los franceses… Ahora, el Emir ha decidido ir al Hajj, a La Meca, y nos pide que cuidemos su territorio”, le explicó el Pasha.

  • “¡Ya entiendo… Teme que tan pronto como él se vaya, las tribus se levanten contra él, por lo que yo debo estar allí para detenerlas!”, respondió Aslak Brek

  • “Exacto… Quiero que vayas tan pronto como te sea posible… Dos días te darán tiempo suficiente para decirle adiós a las encantadoras mujeres de tu harén? “, le dijo el Pasha asintiendo sonriente.

Aslak Brey se sonrojó… Muchas de sus mujeres habían venido directamente o indirectamente del Pasha y varias de ellas llevan incluso su marca en sus vientres como un recordatorio permanente para él de cuánto debe a la amabilidad e interés del Pasha por él.

Entonces, casi como si el Pasha estuviera leyendo sus pensamientos, añadió:

  • "Y, por supuesto, hijo mío, si tus jenízaros se aseguran de que el Emir pueda regresar del Hajj y retomar la carga de gobernar su territorio en nombre de nuestro Maestro, el Sultán, entonces estoy seguro de que nos mostrará su gratitud de la manera acostumbrada.”

Una vez más, Aslak Brey se sonrojó, aunque esta vez con placer, sabiendo que 'la manera acostumbrada' significaba más regalos de mujeres... Él nunca, por supuesto, aceptaría sobornos o dinero en efectivo, pero el regalo de una encantadora y bonita mujer joven difícilmente podría ser rechazada por un individuo joven y lujurioso como era él.

  • 'Ya es hora de que pruebes la diferencia de los placeres de las esbeltas mujeres bereberes con respecto a las europeas… Sin duda el Emir te dará algunas de las muchas que tiene en su bien surtido harén... Por cierto, Aslak, ¿cómo está mi pequeña Carmen?... ¿Todavía esta preñada?... Escuché que seguiste mi consejo y que la follaron un grupo de pigmeos… ¿Disfrutó ella con esa jodida que le dieron?”, le preguntó al final el Pasha.

  • "Sí, sí, ella está bien", tartamudeó un ahora avergonzado Aslak, pero ya el anciano astuto no estaba escuchando su respuesta y le decía otra cosa:

  • “Ahora, dejemos esto y vayamos a los planes que nos ocupa.”

Fue la noche antes de la partida de Aslak Brey cuando su jefe eunuco Mosul tenía todas sus concubinas preparadas, bajo la supervisión del joven Onan, su ayudante... Estaban todas alineadas, fuera de la vista, en la principal sala del harén.

Había un aire de emoción... A las esclavas se les había permitido vestirse como las mujeres europeas de la moda al estilo parisino: unos vestidos largos de muselina transparente sin cintura, dejando totalmente un pecho expuesto a la vista.

Las mujeres susurraban y se reían entre ellas… Fue emocionante permitirles llevar tales ropas… De hecho, ellas podrían pensar estar en una sociedad en Nápoles, Londres o París, si no fuera por la ausencia total de hombres, aparte de la siempre vigilante presencia de Onan, con su bastón en su mano derecha.

Los vestidos en sí habían sido traídos por Corsarios berberiscos para venderlos a los harenes que, como Aslak Brey, exCapitán Roy Curry, les gustaba ver a sus esclavas europeas vestidas así.

Pero la emoción también se mezcló con la tristeza, porque ellas sabían que esta sería la última noche con su Amo antes de que este volviera de un largo viaje al interior.

En cierto momento, Mosul tocó la campanilla y todas las mujeres se callaron... Ellas echaron un vistazo en un gran espejo de pared, retocando rápidamente su cuidado pelo y reordenando sus vestidos para que sus pezones pintados quedasen ocultos por la capa de muselina transparente.

Mosul señaló a la última llegada al harén, Orazia, la hermosa joven italiana casada con el alcalde que había reemplazado Camyl en la galera... Sacudiendo su cabeza con orgullo, la joven caminó a lo largo de la pared del harén realizando movimientos obscenos ante la celosía para llamar la atención sobre ella y luego hizo una reverencia profunda a su Amo oculto.

Sin duda Orazia era una buena incorporación al harén de Aslak Brey... Para la furia celosa de sus otras concubinas, la había elegido para su disfrute en la primera noche después de su reciente regreso... El placer que tuvo que poner esta italiana, esposa del alcalde, compensó la inesperada ausencia de Camyl.

Orazia se puso de pie y caminó con gracia, seguida de otras diez mujeres, cada una luciendo radiante con sus nuevos vestidos y cada una sonriendo tentadoramente ante la celosía, mientras Mosul le susurraba a su Amo comentarios continuos sobre su estado físico y emocional de cada mujer.

Y así fueron desfilando una tras otras todas las esclavas.

Finalmente fue el turno de Camyl… Mosul había dejado en claro que desaprobaba la rapidez con la que Aslak Brey la había liberado del castigo de remera de galera… Todavía consideraba a Camyl como una esclava que se había comportado de manera vergonzosa y demasiado a la ligera, olvidándose que fue él quien la provocó para atacar a Grace y Marie.

Mosul claramente le estaba dando a Camyl un papel difícil en el haren y Aslak Brey no se sorprendió al ver que la razón por la que era la última se debía a que Onan la retenía con una corta cadena sujeta a un collar alrededor de su cuello.

El ex capitán Roy Curry no pudo evitar que su corazón latiese más rápido cuando la vio, ahora vestida con ropas europeas.

Camyl hizo una profunda reverencia ante la celosía, mientras Onan la sostenía con la correa tensa, como si fuese un perro rebelde.

Por fin, ella estaba de vuelta al harén, pero tendría que tener cuidado para no molestar a Mosul.

  • "Quiero que la lleves a mi alcoba para verla más de cerca”, le dijo Aslak Brey a si jefe eunuco Mosul.

  • “Por supuesto, Su Excelencia… Lo arreglaré todo tal y como deseáis”, murmuró Mosul.

Un cuarto de hora después, Aslak Brey estaba tumbado en un gran sofá oriental en el harén... Sus pantalones estaban abiertos y su camisa, desabrochada.

Grace y Marie estaban sentadas de rodillas con las manos por detrás de sus respectivos cuellos… Sus pezones ahora estaban expuestos a su mirada mientras refregaban con impaciencia sus lenguas en sus labios.

Otras dos chicas estaban celosamente esperando para tomar su lugar y otras estaban de pie detrás de él, inclinándose hacia delante para hacerle cosquillas en las orejas con su pequeñas y caliente lenguas… Otros dos estaban arrodillados en el sofá junto a su lado, jugando con sus pezones, como Mosul había enseñado hacer y enviar pequeños brotes de dolor emocionantes y deseo a través de su cuerpo.

Abajo, entre sus piernas separadas, se arrodillaron dos esclavas... Una era Martina que estaba chupando lentamente su virilidad, subiendo y bajando su cabeza rítmicamente.

Camyl, todavía en poder de Onan, había sido llevada a golpe de bastón para que bajase su cabeza más abajo y le hiciera cosquillas a los testículos de su Amo con su lengua.

Todo era puro deleite, pensó Aslak Brey, mientras jugaba primero con un pecho medio desnudo y luego otro de sus esclavas.

Luego, obedeciendo una orden de Mosul, las dos chicas que estaban de rodillas, las que estaban detrás de él y las arrodilladas en el sofá junto a él cambiaron de posición, para que su Amo disfrutase tocando otros pechos… Sólo las dos chicas arrodilladas en el suelo entre sus pies no fueron cambiadas.

De repente, Aslak Brey se puso de pie… Las esclavas que estaban a su alrededor se asustaron por si habían hecho algo mal.

  • "Grace y Marie… Y Camyl… Atender al Amo”, les dijo a Mosul, sonriendo por la elección que había tomado.

  • “Grace y Marie arrodíllaros a cuatro patas en la cama del Amo y mostrar vuestros anos hacia atrás para tratar de retener su atención.”

Y su Amo, como un buen musulmán, le metió su polla metió hasta el fondo en el culo de la primera y luego en el otro culo de estas cristianas degradadas y humilladas hasta que se corrió dentro.

Arrodillada detrás del Amo estaba Camyl con su correa sujeta al cuello, al pie de la cama, con su lengua y dedos activos, lamiéndole el culo y sus huevos, esforzándose por doblar el placer que él estaba tomando de sus odiadas rivales.

Y las tres sabrían que al más mínimo fallo en darle el mayor placer a su Amo harían que cualquiera de ellas fuese sentenciada por Mosul para, a la mañana siguiente, darle una buena paliza con la vara.

Continuará....